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LA COSA JUZGADA
1. NOCIONES GENERALES. ― 2. LA COSA JUZGADA FORMAL. ― 3. LA COSA
JUZGADA MATERIAL: 3.1. Función negativa o excluyente; 3.2. Función positiva
o prejudicial. ― 4. EL ÁMBITO DE LA COSA JUZGADA MATERIAL : 4.1.
Resoluciones que pueden producir cosa juzgada material: 1º. Sentencias; 2º.
Los procesos sumarios; 3º. Los pronunciamientos sobre cuestiones procesales;
4.2. Los llamados «límites» de la cosa juzgada material: 1º. Los límites
subjetivos de la cosa juzgada material; 2º. Los límites objetivos de la cosa
juzgada material; 3º. Los límites temporales de la cosa juzgada material. ― 5.
IDENTIDAD O CONEXIÓN DE LOS OBJETOS DE PROCESOS DISTINTOS Y
FUNCIONES DE LA COSA JUZGADA. ― 6. TRATAMIENTO PROCESAL DE LA COSA
JUZGADA MATERIAL: 6.1. Tratamiento procesal de la eficacia negativa; 6.2.
Tratamiento procesal de la eficacia positiva. ― 7. LA COSA JUZGADA Y LAS
RESOLUCIONES DE LOS SECRETARIOS JUDICIALES.
1. NOCIONES GENERALES
Las resoluciones judiciales producen una serie de efectos, de muy diversa índole:
así, las sentencias condenatorias tienen efectos ejecutivos, gracias a los cuales,
en caso de incumplimiento por el demandado, podrá solicitarse la apertura del
correspondiente proceso de ejecución forzosa; las sentencias estimatorias de una
acción constitutiva, una vez que son firmes, producen precisamente el efecto
constitutivo, esto es, se opera el cambio jurídico pretendido por el actor en su
demanda. Junto a éstos, existe otro conjunto de efectos que producen las
resoluciones judiciales firmes y que se conocen con el nombre de cosa juzgada.
La cosa juzgada es, por tanto, el conjunto de efectos que producen las
resoluciones judiciales cuando son firmes. Y ya sabemos que son firmes las
resoluciones judiciales cuando frente a ellas no se prevé ningún recurso por
el legislador, así como cuando no se ha interpuesto frente a ellas el recurso
legalmente previsto.
Estos efectos de las resoluciones judiciales firmes que se engloban bajo la
expresión «cosa juzgada» se pueden producir en dos ámbitos diversos:
― De un lado, las resoluciones firmes producen efectos de cosa juzgada en el
marco del propio proceso en que se han dictado: se habla entonces de cosa
juzgada formal.
― De otro lado, las resoluciones firmes también proyectan sus efectos sobre
procesos distintos de aquél en que se han dictado: se trata de la cosa juzgada
material.
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La cosa juzgada formal es un efecto propio de todas las resoluciones judiciales
firmes, sean providencias, autos o sentencias. La LEC la regula en el art. 207.3 y
4 LEC. Cabe distinguir dos vertientes o aspectos de la cosa juzgada formal:
― De un lado, una eficacia o vinculación negativa: cuando una resolución es
firme, se dice que pasa en autoridad de cosa juzgada formal, y eso significa que
es invariable e inimpugnable; el tribunal no puede ya revocarla y sustituirla por
otra distinta.
― De otro, una eficacia o vinculación positiva: además de lo anterior, el
tribunal ha de «respetar» sus decisiones firmes, es decir, ha de atenerse a lo
resuelto en ellas, no le está permitido en momentos posteriores del proceso
proveer de forma distinta o contraria.
Ejemplo 1. En la audiencia previa al juicio, el tribunal admite que se practique en el
juicio el interrogatorio del testigo A. El auto del tribunal admitiendo esta prueba no
es recurrido, de modo que pasa a ser firme. En consecuencia, el tribunal está
obligado a permitir la declaración del testigo en el juicio y, si hace falta, a citarle
para que acuda al acto del juicio.
Ejemplo 2. El demandado trató de introducir en la audiencia previa al juicio un
documento que podría haber aportado junto con su contestación a la demanda. El
tribunal lo rechaza por medio de resolución que adquiere firmeza. En consecuencia,
el tribunal ya no podrá admitir la aportación de ese documento en un momento
ulterior del proceso.
3. LA COSA JUZGADA MATERIAL
La cosa juzgada material es cierto efecto propio de algunas resoluciones
judiciales firmes, generalmente sentencias, consistente en una concreta fuerza de
vincular en otros procesos a cualesquiera órganos jurisdiccionales, respecto del
contenido de esas resoluciones. Es decir, se habla de cosa juzgada material para
referirse a los efectos que ciertas resoluciones firmes producen sobre procesos
distintos y posteriores a aquél en que aquéllas se dictaron.
La cosa juzgada material de una resolución presupone la cosa juzgada
formal, esto es, la firmeza. Además, y a diferencia de lo que sucede con la cosa
juzgada formal, no todos las resoluciones judiciales firmes producen efectos de
cosa juzgada material, sino sólo algunas de ellas.
La cosa juzgada materia presenta dos vertientes o funciones:
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Por eso mismo, la función negativa de la cosa juzgada material funciona como
un óbice procesal: si existe ya sentencia firme sobre lo que es objeto de un
proceso, existe un óbice que impide que el segundo proceso se desarrolle
válidamente y concluya por sentencia sobre el fondo. Ésta es la razón de que,
como veremos más adelante, esta eficacia de la sentencia se haga valer a través
de la excepción (procesal) de cosa juzgada.
3.2. Función positiva o prejudicial
Si se incoa un segundo proceso de cuyo objeto formen parte cuestiones ya
decididas en una anterior sentencia firme, el juzgador del segundo proceso estará
vinculado por ella, de modo que deberá atenerse en los puntos comunes a lo ya
decidido en aquella sentencia y no puede resolverlos en sentido contrario o
diferente (art. 222.4 LEC). En este caso, el objeto de ambos procesos no es
idéntico sino conexo: el objeto de uno de ellos (el primero, resuelto por sentencia
firme) forma parte del objeto (más amplio) del segundo de ellos, es antecedente
lógico de lo que se ha de decidir en él. Para que opere la cosa juzgada material
en esta función positiva o prejudicial es imprescindible que las partes de ambos
procesos sean las mismas.
Ejemplo: A y B celebraron un contrato, que A considera nulo. Por eso, A ejercita en un
primer proceso una acción pidiendo al tribunal que declare la nulidad de ese contrato. Este
proceso concluye por sentencia firme en la que se desestima la pretensión de nulidad. Con
posterioridad, y tras comprobar que A no realiza la prestación a que se obligó en virtud del
contrato, B interpone demanda frente a ella solicitando que sea condenada a su
cumplimiento. En su contestación a la demanda, A interpone la excepción de nulidad del
contrato. Los objetos de ambos procesos son distintos, pero conexos: el objeto del primero
lo constituye una acción de nulidad de un contrato, el objeto del segundo es una acción de
condena al cumplimiento de ese contrato. Ahora bien, una parte de lo que ha de ser
enjuiciado en el segundo proceso (si el contrato es o no nulo, como alega el demandado A
en su excepción material) ya ha sido resuelto por sentencia firme en el primer proceso: en
consecuencia, el tribunal del segundo proceso está vinculado por la sentencia del primero,
de modo que habrá de considerar forzosamente que el contrato no es nulo, lo que conducirá
a que deba desestimar en todo caso la excepción de nulidad del demandado. Ello se debe a
la eficacia positiva o prejudicial de la cosa juzgada material de la primera sentencia, habida
cuenta de que las partes en ambos procesos son las mismas.
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4. EL ÁMBITO DE LA COSA JUZGADA MATERIAL
La cosa juzgada material conlleva una vinculación especialmente intensa sobre
otros tribunales en el marco de otros procesos. Por eso, su ámbito no es absoluto:
no todas las resoluciones firmes pueden producir esta eficacia que, además, está
sujeta a ciertos límites.
4.1. Resoluciones que pueden producir cosa juzgada material
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Como veremos más adelante, existen procesos sumarios para la tutela de la
posesión, para la tutela de los derechos reales inscritos y en materia de desahucio.
Como compensación por la sumariedad y la limitación de las posibilidades de
defender en plenitud la posición jurídica de las partes (en especial, la del
demandado), la sentencia que pone fin a un proceso sumario no tiene eficacia de
cosa juzgada material: en consecuencia, puede acudirse a un posterior proceso
plenario, con plenas posibilidades de alegación y prueba, en el que se decida de
forma definitiva sobre la cuestión litigiosa, sin que el juez esté vinculado por la
decisión recaída en el proceso sumario.
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― La cosa juzgada afectará, además de a las partes, también a sus herederos y
causahabientes: les afecta la cosa juzgada a causa de esa sucesión en la situación
jurídica de sus causahabientes. Se aceptan unos resultados procesales, pese a no
haber intervenido en el proceso, por la misma razón que los sucesores aceptan
unos resultados económicos, pese a no haber intervenido en los negocios
correspondientes.
― La cosa juzgada afectará también a «los sujetos, no litigantes, titulares
de derechos que fundamenten la legitimación de las partes conforme a lo
previsto en el art. 11 de esta Ley»: en los procesos en que ciertas entidades
(como las asociaciones de consumidores, o el Instituto Nacional de Consumo)
ejercitan acciones colectivas para la tutela de los intereses colectivos y difusos de
consumidores y usuarios, la cosa juzgada se extiende a todos los consumidores y
usuarios, aunque no hayan participado en el proceso.
― Producirán efectos de cosa juzgada frente a todos las sentencias sobre
estado civil, matrimonio, filiación, maternidad, paternidad, incapacitación y
reintegración de la capacidad, a partir de su inscripción en el Registro Civil. La
razón para establecer en estos casos una cosa juzgada erga omnes es el singular
interés público inherente a los pronunciamientos sobre estas cuestiones.
― Las sentencias sobre impugnación de acuerdos societarios afectarán a
todos los socios, aunque no hubieran litigado: no es necesario que en el proceso
participen todos los socios, aunque todos tienen la posibilidad de intervenir;
ahora bien, intervengan o no, la sentencia les afectará.
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supone que implícitamente está negando el dominio de B. Si la cosa juzgada no
incluyera lo implícitamente negado, B podría demandar a A para que se declare la
propiedad sobre la misma finca, con el argumento absurdo de que la sentencia ha
dicho que A es propietario, pero expresamente no ha dicho que B no lo sea...
c) La cosa juzgada también afecta a los fundamentos jurídicos del fallo.
Ejemplo: A pide que se condene a B a pagar el precio de una compraventa.
Antecedente lógico para que el juez pueda condenar será la existencia y validez del
contrato, aunque expresamente no se haya pedido un pronunciamiento sobre esa
validez, que se da por supuesta en la demanda y en la sentencia. Si la sentencia es
estimatoria y gana firmeza, la existencia y validez del contrato, que es fundamento
del fallo, es cuestión que queda abarcada por la cosa juzgada porque el juez tendrá
que analizarlo y, aunque no se pronuncie expresamente, para condenar tendrá que
partir de la validez del contrato. En consecuencia, si B interpone posteriormente
demanda frente a A solicitando la nulidad del contrato, ese segundo proceso se verá
afectado por la cosa juzgada del primero.
d) La cosa juzgada no afecta a las cuestiones prejudiciales no civiles que
tienen carácter no devolutivo.
Ejemplo: Si un trabajador demanda ante los tribunales civiles a un
empresario, para pedir una indemnización por daños y perjuicios, el tribunal civil
tendrá que partir de la existencia de un contrato de trabajo (cuestión prejudicial
laboral) para decidir si procede o no la indemnización pedida. Pero la cosa juzgada
no afecta a esa cuestión porque el tribunal no tiene competencia para pronunciarse
sobre ella a título principal, sino que se examina a los solos efectos de entrar a
resolver el asunto civil objeto del proceso.
e) La cosa juzgada no cubre los pronunciamientos sobre excepciones
procesales, por las mismas razones por las que no producen cosa juzgada las
resoluciones judiciales que se pronuncian sobre cuestiones procesales.
f) En cambio, la cosa juzgada sí que se predica de los pronunciamientos
sobre las excepciones materiales.
Ejemplo: En el proceso 1, A demanda a B el cumplimiento de un contrato.
B opone la excepción de nulidad, pero el tribunal la desestima y le condena al
cumplimiento. En el proceso 2, B demanda a A solicitando que se declare la
nulidad del contrato: este segundo proceso se ve afectado por la cosa juzgada del
pronunciamiento desestimatorio de la excepción de nulidad recaído en el primer
proceso.
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Por eso, puede suceder que una determinada relación jurídica fuera enjuiciada
por sentencia firme y que, posteriormente, se hayan producido unos hechos que
la hayan alterado (hechos, en todo caso, que no pudieron tenerse en cuenta al
resolver el proceso): si, tras la modificación, surge una controversia y se solicita
de los tribunales una nueva decisión sobre la relación jurídica en cuestión, la
sentencia dictada en el primer proceso no producirá efectos de cosa juzgada,
porque como consecuencia del cambio, lo que se había juzgado en el primer
proceso es distinto de lo que se pretende juzgar después, en el segundo.
Ahora bien, hay que insistir en que esta inoperancia de la cosa juzgada de la
primera sentencia no se debe al simple transcurso del tiempo, sino a la
concurrencia de hechos nuevos (que, claro está, sólo pueden producirse con el
paso del tiempo).
Por eso, más que preguntarnos cuánto dura la cosa juzgada, lo que realmente
interesa es fijar el momento a partir del cual unos hechos nuevos pueden
considerarse modificativos de la situación enjuiciada y no comprendidos por la
eficacia de cosa juzgada de la sentencia: los hechos que se hayan producido con
anterioridad a ese momento, se hayan alegado o no en el primer proceso, quedan
cubiertos por la cosa juzgada de la sentencia, y no podrán utilizarse válidamente
como fundamento de una pretensión ulterior; los hechos producidos en un
momento posterior, en cambio, escapan a la cosa juzgada y podrán determinar
válidamente el objeto de un segundo proceso, que no se verá afectado por la cosa
juzgada de la sentencia que puso fin al primero.
La regla básica en este punto la establece el art. 222.2 LEC:
«Se consideran hechos nuevos y distintos, en relación con el fundamento de las
referidas pretensiones, los posteriores a la completa preclusión de los actos de
alegación en el proceso en que aquéllas se formularen».
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demandante con la ampliación de la demanda y, para el demandado, con la
contestación a la demanda. En consecuencia, es posible que los hechos nuevos
surjan cuando todavía no ha concluido el primer proceso en el que se decide
sobre una situación jurídica.
Lo mismo que se ha expuesto respecto de los hechos sucede respecto de los
fundamentos jurídicos. Cabe la posibilidad de que las partes dejen de someter al
tribunal títulos o fundamentos jurídicos que podrían haber sido utilizados como
causa de pedir en el proceso. Por las mismas razones, existe una regla de
preclusión respecto de los títulos jurídicos no aportados al proceso pero que
razonablemente pudieron haberlo sido: sólo en el caso de que los títulos jurídicos
sean posteriores, o de conocimiento posterior, al último momento procesal en
que pudieron ser utilizados podrán servir como fundamentos de un segundo
proceso.
En conclusión, deben quedar alcanzados por la cosa juzgada los hechos y los
títulos jurídicos existentes y conocidos –o razonablemente apreciables– antes de
que precluyera la posibilidad de aportarlos al proceso.
5. IDENTIDAD O CONEXIÓN DE LOS OBJETOS DE PROCESOS DISTINTOS Y
FUNCIONES DE LA COSA JUZGADA MATERIAL
Para poder verificar si, en un caso concreto, debe operar sobre el segundo
proceso la eficacia vinculante de la cosa juzgada de una sentencia firme anterior,
es necesario hacer una comparación de objetos procesales: en concreto, los
términos de comparación son el objeto del segundo proceso y el objeto de la cosa
juzgada del primer proceso.
― El objeto del primer proceso, a estos efectos, se define por la acción
que ejercita el demandante (delimitada por sujetos, petitum y causa de
pedir, en su doble dimensión fáctica y jurídica), así como por las
excepciones materiales que haya opuesto el demandado.
― En cuanto al objeto de la cosa juzgada de la sentencia dictada en el primer
proceso, se delimita según se ha visto antes (límites subjetivos, objetivos y
temporales).
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6. TRATAMIENTO PROCESAL DE LA COSA JUZGADA CIVIL
Hemos de ocuparnos, por último, de la forma de hacer valer los efectos de cosa
juzgada material de las sentencias firmes, que son distintos según que se trate de
la función negativa o de la función positiva.
6.1. Tratamiento procesal de la función negativa de la cosa juzgada material
La existencia de sentencia firme dictada en proceso anterior constituye un óbice
procesal que se proyecta sobre el proceso posterior que pretendiera entablarse
sobre el mismo objeto (non bis in idem). La eficacia excluyente de este óbice
puede hacerse valer tanto de oficio, como a instancia de parte:
1º. De oficio: la función negativa de la cosa juzgada material es cuestión de
orden público, que el tribunal del segundo proceso puede apreciar de oficio en
cualquier momento. Cuando así suceda, el tribunal dará audiencia a las partes y
después sobreseerá el proceso, sin resolver sobre el fondo. Se trata, sin embargo,
de algo escasamente probable, a no ser que el tribunal ante quien se interponga el
segundo proceso sea quien dictó la sentencia firme en el primero.
2º. A instancia de parte: el óbice procesal en que se traduce la función negativa
de la cosa juzgada material integra una genuina excepción procesal, que el
demandado podrá alegar en el segundo proceso. Si se trata de un juicio ordinario,
habrá de hacer valer esta excepción en su contestación a la demanda y el tribunal
resolverá al respecto en la audiencia previa al juicio. Si el segundo proceso es un
juicio verbal, la alegación habrá de hacerse valer en la contestación a la demanda
y la resolución sobre ella se llevará a cabo en la vista. En ambos casos, la
estimación de la excepción de cosa juzgada determinará el sobreseimiento del
proceso.
El tratamiento de la cosa juzgada en su función negativa se completa con la
posibilidad de recurrir en apelación la sentencia que, en el segundo proceso, haya
resuelto de nuevo el fondo de la controversia (y cabrá interponer, ulteriormente,
recurso extraordinario por infracción procesal).
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juzgada material (y, eventualmente, cabrá un posterior recurso extraordinario por
infracción procesal).
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administrativa (cfr. el recurso de reposición contra diligencias y decretos
regulado en los arts. 451 y ss. LEC).
Pues bien, sentado que las resoluciones de los Secretarios Judiciales son
administrativas y no jurisdiccionales, debe insistirse en que nuestra tradición
jurídica nunca ha predicado de las resoluciones administrativas un efecto de
“cosa juzgada”. Nos inclinamos, consecuentemente, por reservar la noción de
“cosa juzgada” para las resoluciones judiciales (las dictadas por jueces y
magistrados) y no utilizar esa expresión para aludir a los efectos de las
resoluciones de los Secretarios Judiciales.
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