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TRASFONDO HISTORICO, POLITICO RELIGIOSO Y CULTURAL DEL NUEVO

TESTAMENTO

EL MUNDO POLÍTICO
EL IMPERIO DE ROMA
En la época en que se escribió el Nuevo Testamento, todo el mundo civilizado, con
excepción de los casi desconocidos reinos del Lejano Oriente, estaban sometidos al
dominio de Roma. Desde el Atlántico por el oeste hasta el Éufrates y el mar Rojo por el
oriente, y desde el Ródano, el Danubio, el mar Negro y los montes del Cáucaso por el
norte hasta el Sahara por el sur, se extendía vasto imperio bajo la jefatura y dictadura
del emperador, al que en el Nuevo Testamento se le llama “rey” (I Pedro 2:17) como
también “Augusto” (Luc. 2:1).
Roma, nombre del imperio, es el mismo nombre de la ciudad capital de Italia, y fue el
asiento original de donde se desarrolló el estado romano.
AUGUSTO, DEL 27 A.C. AL 14 D.C. Bajo su gobierno, el imperio romano, es decir, el
poder del Estado imperial, quedó perfectamente establecido. El pueblo, cansado de la
guerra, deseaba la paz. Augusto se convirtió en el príncipe, es decir, el primer
ciudadano del mundo, Gobernó sabiamente y bien. También procuró Augusto fortalecer
la moral del pueblo. Revivió la religión del Estado y reconstruyo muchos templos. El
culto imperial, adoración a Roma como Estado, fue introducido en las provincias. En
muchos lugares, el emperador mismo fue adorado como dominus et deus (señor y
dios), aunque Augusto no demandaba tal adoración. Las leyes julianas de los años 19 y
18 A.C. intentaron restaurar la vida familiar, estimulando al matrimonio y a la formación
de hogares. Para consolidar la firmeza del imperio hizo levantar un censo de población
y de toda la propiedad, como base para reclutar al ejército y para fijar los impuestos.

TIBERIO, 14-37 D.C. A la muerte de Augusto, su hijo adoptivo Tiberio fue electo
sucesor imperial. Los poderes que Augusto recibió por medio de disposiciones
constitucionales y por tiempo limitado, a Tiberio le fueron conferidos vitaliciamente.
Tenía cincuenta y seis años. Como la mayor parte de sus años los había pasado
sirviendo al Estado, de ninguna manera podía considerársele novicio en política.
Desgraciadamente Augusto insistió en que Tiberio se divorciara de la esposa que
amaba, y se casara con Julia, hija de Augusto, mujer de vida notoriamente disoluta... Se
volvió indiferente, desdeñoso, suspicaz e irascible. Aunque en política siguió siendo
imparcial y prudente, nunca llegó a ser popular, y generalmente era temido y
despreciado.

CALÍGULA, 37 AL 41 D.C. El Senado nombró sucesor de Tiberio a Gayo Calígula, o


“botitas” como le llamaban por cariño los soldados. Al principio resultó tan popular como
impopular había sido Tiberio. Perdonó a los prisioneros políticos, redujo los impuestos,
dio diversiones públicas y se dedicó, en cuanto pudo, al pueblo. Pero no tardó mucho
en comenzar a dar señales de debilidad mental. Ordenó que lo adoraran como Dios, lo
que hizo que los judíos en todo el reino se le enajenaran. Cuando Herodes Agripa visitó
Alejandría, los ciudadanos le insultaros públicamente, satirizándolo con todo su séquito,
y luego procurando obligar a los judíos a que adoraran la imagen de Calígula. Los
judíos apelaron al emperador, quien no sólo no les hizo caso, sino que además, ordenó
a su legado en Siria que erigiera su estatua en el templo de Jerusalén. El legado fue tan
prudente que prefirió retardar el cumplimiento de la orden antes que arriesgarse a una
rebelión armada. La muerte de Calígula, en el año 41 D.C., evitó que el asunto llegara a
su fase crítica.

CLAUDIO, 41 AL 54 D.C. A la muerte de Calígula, el Senado discutió la idea de


restaurar la república, pero el asunto se resolvió pronto: la guardia pretoriana se les
adelantó y eligió como emperador a Tiberio Claudio Germánico. Éste había vivido en
relativa oscuridad durante los reinados de Tiberio y de Calígula y no había tomado parte
en las actividades políticas en Roma. Una enfermedad sufrida desde la niñez, y que
posiblemente fue alguna forma de parálisis infantil, lo había dejado tan débil que su
presentación en público fue casi ridícula, debido a que su figura lánguida y su boca
burlona le daban aspecto de idiota. Sin embargo, su intelecto no era de calidad inferior;
había sido magnífico estudiante, y demostró su capacidad para ser mejor gobernante
de lo que sus contemporáneos esperaban.
Hizo extensivo el privilegio de ciudadanía a los habitantes de las provincias.
NERÓN, 54 AL 68 D.C. Los primeros cinco años del reinado de Nerón fueron pacíficos
y prósperos. Bajo la influencia de sus consejeros, Afranio Burro, prefecto de la guardia
pretoriana, y L. Anneo Séneca, filósofo y escritor, Nerón dirigió su reino muy bien.
Agripina, sin embargo, procuraba ejercer algún ascendiente sobre él, lo que no era del
agrado ni de Nerón ni de los mencionados consejeros. En el año 59 D.C., Nerón
asesinó a su madre y pudo ejercer el gobierno entera responsabilidad. Era Nerón, por
temperamento, más artista que ejecutivo. Tenía más ansias por la carrera teatral que
por brillar en la administración política. Su descuido y sus extravagancias vaciaron el
tesoro público, y como Calígula, también recurrió a la opresión y a la violencia para
volverlo a llenar.
GALBA, 68 D.C. El pronunciamiento de las legiones demostró que el imperio estaba
realmente a merced del ejército, ya que éste, sin tomar en cuenta al Senado, podía
designar y entronizar su candidato. Galba, el sucesor de Nerón, no fue electo
unánimemente por las legiones. Cuando adoptó a Lucio Calpurnio Pisón como sucesor
suyo, Otón, que había albergado esperanzas de ser emperador, persuadió a los
guardias pretorianos a que asesinaran a Galba para que le dieran el imperio a él.
OTÓN, 69 D.C. El gobierno de Otón duró poco. El Senado ayudó a su designación,
pero Vitelio, legado de Germania, marchó con sus tropas sobre Roma. Otón fue
asesinado en la batalla y Vitelio tomó su lugar.

VITELIO, 69 D.C. El Senado reconoció a Vitelio, pero éste fue incapaz de controlar la
soldadesca y de establecer un gobierno firme. El ejército de oriente intervino en los
sucesos públicos y proclamó emperador a su general Vespasiano. Éste estaba a la
sazón sitiando a Jerusalén. Dejando en este encargo a su hijo Tito, se dirigió a Egipto.
Tras subyugar esta provincia suspendió el envío de alimentos a Roma. Su
lugarteniente, Muciano, salió para Italia. No obstante la valiente resistencia de las
tropas de Vitelio, los partidarios de Vespasiano capturaron y saquearon Roma.
Asesinaron a Vitelio, y proclamaron emperador a Vespasiano.

VESPASIANO, 69 AL 79 D.C. Vespasiano era un auténtico y viejo soldado, frugal en


sus hábitos y vigoroso en su administración. Suprimió las revueltas entre los Batavos y
entre los Galos, mientras Tito completaba la rendición de Jerusalén. Jerusalén fue
totalmente destruida y puesta bajo un legado militar. Vespasiano aseguró las fronteras
concediendo a las principales dependencias los derechos de provincias.

TITO, 79 AL 81 D.C. La brevedad del reinado de Tito no le concedió el tiempo


necesario para la realización de sobresalientes hechos. Sin embargo, llegó a ser uno de
los más populares emperadores que tuvo Roma. La magnificencia de las diversiones
públicas que patrocinó y su generosidad desarmaron el latente antagonismo del
Senado, que temía que Tito fuera como su padre, un dictador.

DOMICIANO, 81 AL 96 D.C.
Tito murió el año 81, D.C., sin dejar un hijo, y el Senado confirió el poder imperial al
hermano menor, Domiciano. Éste era un perfecto autócrata. Trató de levantar el nivel
moral de la sociedad romana restringiendo la corrupción del teatro romano y refrenando
la prostitución. Reconstruyó los templos de los antiguos dioses, y suprimió las religiones
extranjeras, especialmente las que procuraban conversos. Se le atribuyó una
persecución de los cristianos, aunque no hay evidencia de ninguna legislación o acción
de tal alcance en contra de ellos durante su reinado. Demandó adoración para sí,
exigiendo que lo saludaran como “Señor y Dios”. Era economista y fue un buen
administrador.
NERVA, 96 AL 98 D.C. El Senado eligió a Nerva como sucesor de Domiciano. Nerva
era de avanzada edad y suaves maneras. Quizás el Senado lo consideraba un
candidato inofensivo. Su administración, en lo general, fue buena, y estuvo exenta de
tensiones internas.
TRAJANO, 98 AL 117 D.C.
Nerva murió en el año 98, y Trajano lo sucedió. Era español de nacimiento, de
profesión militar, enérgica y agresiva. Logró la anexión de Dacia, provincia al norte del
Danubio, y comenzó a engrandecer las fronteras orientales con la conquista de
Armenia, Asiria y Mesopotamia.

El Nuevo Testamento se desarrolla en un mundo político gobernado por el


imperio romano y controlado por emperadores que ejercieron su poder para
establecer su propia religión o autoproclamarse “señor y dios” obligando a su
adoración y persiguiendo a todo aquel que no lo hiciera.

EL MUNDO HISTÓRICO

Esto significa leer los libros del N.T de acuerdo a los años específicos de la historia que
tratan. Este procedimiento nos ayudará a obtener conocimiento de los eventos que
ocurrieron en su contexto histórico.
Los eventos históricos mencionados en los escritos del Nuevo Testamento ocurrieron
en un lapso aproximado de 100 años, desde el 6 a.C hasta el 95 d.C. Este lapso de
tiempo puede dividirse en tres períodos: 1) La vida y el ministerio de Jesús, 2) El
comienzo y crecimiento de la iglesia, y 3) El crecimiento continuo y la persecución de la
iglesia. El cuadro arriba muestra estos tres períodos y una lista en orden de los libros
relacionados con los eventos de cada uno.

1. La vida y ministerio de Jesús: 6 a.C. - 29 d.C.


Mateo
Marcos
Lucas
Juan
2. El comienzo y crecimiento de la iglesia: 30 d.C. - 60 d.C.
Hechos
Santiago
Gálatas
1, 2 Tesalonicenses
1, 2 Corintios
Romanos
Colosenses
Efesios
Filemón
Filipenses

3. El continuo crecimiento y persecución de la iglesia: 60 d.C - 95 d.C.


1 Timoteo
Tito
1 Pedro
2 Timoteo
2 Pedro
Hebreos
Judas
1, 2, 3 Juan
Apocalipsis

EL MUNDO RELIGIOSO
El cristianismo no comenzó ni se desarrolló en un vacío religioso en el que los hombres
se hubieran encontrado como páginas en blanco, esperando algo en que creer. Por el
contrario, la nueva fe en Cristo tuvo que abrirse camino entre las atrincheradas
creencias religiosas que habían existido durante siglos. Muchas habían degenerado en
débiles supersticiones e insulsos rituales; en tanto que otras eran relativamente nuevas
y vigorosas.

EL PANTEÓN GRECO-ROMANO El animismo era la religión primitiva de Roma en los


antiguos días de la república. Cada campesino adoraba los dioses de su cortijo y de su
fogón, los cuales personificaban para él las fuerzas con las que tenía que tratar en el
curso de su vida diaria. Había dioses del bosque y del campo, dioses del firmamento y
de los ríos, dioses de la siembra y de la cosecha, y todos recibían adoración en su sitio
y en su temporada. Entre los campesinos de Italia y Gracia sobreviven hasta el
presente algunos vestigios de las antiguas fiestas y ritos locales.

LA ADORACIÓN DEL EMPERADOR Aunque persistió la adoración de las deidades


locales, el desarrollo de una con ciencia cosmopolita dentro del imperio preparó el
camino para un nuevo tipo de religión; la adoración del Estado. Durante muchos años
los reinos helenitas de los seleúcidas y ptolomeos habían exaltado a sus reyes a la
posición de dioses y les habían dado títulos como los de Señor (Kyrios), Salvador
(Soter), o Manifiesta Deidad (Epiphanes).

LAS RELIGIONES DE MISTERIO Ni la religión del Estado ni la del emperador


resultaron plenamente satisfactorias. Ambas eran observadas por medio de sacrificios
rituales; ambas eran sostenidas por la colectividad más que por los individuos
aisladamente; ambas procuraban la protección de sus dioses más que un
compañerismo con ellos; y ninguna de ellas ofrecía tranquilidad y fuerza personales en
los momentos de opresión y de angustia. La gente andaba en busca de una fe más
personal que les conectara con la deidad y estaban dispuestos a someterse a cualquier
experiencia que les prometiera alcanzar ese contacto.
Las religiones de misterio colmaron ese deseo.
LA ADORACIÓN DE LO OCULTO Parecido en muchos aspectos a las religión es de
misterio era el ocultismo o supersticiosa observancia y veneración de las fuerzas del
universo, las cuales las multitudes no entendían, pero podían vagamente sentirlas. Para
esas multitudes el mundo estaba habitado por espíritus y demonios que podían ser
invocados y compelidos a obedecer las órdenes de uno, si uno sabía usar el rito o la
fórmula adecuada. Los judíos compartían con los gentiles estas creencias
supersticiosas; y en muchas ocasiones estaban más interesados en la magia que los
gentiles. La confianza en la magia comenzó en muy antiguos tiempos

MUNDO CULTURAL
LITERATURA
Durante el reinado de Augusto hubo un avivamiento literario en Roma. Virgilio, el poeta,
se convirtió en el profeta de la nueva era. En los gobiernos de Nerón, Trajano y
Adriano, la literatura se lanzó hacia la crítica de la vida romana. Tácito y Suetonio, los
historiadores, narraron la historia de los Césares en crudo lenguaje. Más que ninguna
otra nación de la antigüedad, los judíos son el pueblo de un libro. Otros han tenido una
literatura más extensa y variada y hasta más antigua, pero ninguno, ni siquiera los
griegos, que vivieron en el cenit del siglo de Pericles, demostraron un interés tan
absorbente en sus escritos nacionales como los judíos lo demostraron para su ley. Para
el judío la Torah no era simplemente la representación de su amada cultura nacional;
era la voz de Dios.

ARTE Y ARQUITECTURA Con los emperadores del primer siglo, la ciudad de Roma se
extendió materialmente, y unas a otras se seguían las nuevas construcciones. Aunque
los romanos no eran destacadamente originales en el arte decorativo, sobresalieron en
la creación de duraderos monumentos de carácter utilitario. Muchos de sus puentes
acueductos, teatros y baños todavía permanecen como testigos de la capacidad
romana en arquitectura.

MÚSICA Y DRAMA La música y el teatro se utilizaban más para el entrenamiento de la


plebe que para estimular el pensamiento de los intelectuales. El teatro romano
degeneró rápidamente y contribuyó en forma directa a la degradación moral del pueblo.
Las farsas y pantomimas del principio del imperio eran vulgares y fáciles; sus
argumentos se entretejían con los más bajos niveles de la vida, y su presentación era
vergonzosa.

LA ARENA El anfiteatro ejerció sobre el público romano una influencia aún más
perniciosa que la que había ejercido el teatro. Las sangrientas luchas entre hombres y
bestias o entre hombres y hombres eran fomentadas por el emperador, y a veces por
los aspirantes a los altos puestos políticos, con el deseo de ganarse el favor de las
multitudes. Los participantes eran, por lo regular, gladiadores bien adiestrados. Entre
éstos había esclavos prisioneros de guerra, criminales, y hasta aficionados que corrían
tras la fama en la arena como lo hacen los modernos pugilistas.

LOS IDIOMAS Los principales idiomas del mundo romano fueron cuatro: latín, griego,
aramaico y hebreo. El latín era el idioma oficial de los tribunales y de la literatura en
Roma. Como idioma popular se hablaba más en la parte occidental del mundo romano,
especialmente en África del Norte, España, Galia y Bretaña y en Italia misma.

CIENCIA Los romanos que dominaron el mundo del primer siglo no se interesaron
esencialmente en las matemáticas ni en las conquistas científicas. Les bastaba
aprenderse los rudimentos necesarios para la medición de la tierra o para los cálculos
financieros. Los griegos fueron los que inventaron los barcos para la navegación, las
máquinas de guerra y los demás implementos que los romanos luego copiaron y
usaron. La astronomía hizo grandes avances en el mundo pre-cristiano. La esfericidad
de la tierra y las revoluciones de ésta sobre su propio eje ya las conocían algunos
científicos griegos en el siglo IV A.C. Hiparco (alrededor del 160 A.C.) inventó la
trigonometría plan y la esférica, y calculó el tamaño de la Luna y su distancia de la
Tierra. La teoría predominante del movimiento de la Tierra y de los planetas, no era que
todos daban vuelta alrededor del Sol, sino que los planetas daban vuelta alrededor de
la Tierra. Eratóstenes de Alejandría (273-192 A.C.) calculó la circunferencia de la Tierra
con sorprendente grado de aproximación a pesar de los rudos instrumentos de que se
valió.
La medicina floreció en varios centros del mundo. La universidad de Tarso
patrocinaba un hospital en el templo de Esculapio a donde concurrían los enfermos
para ser curados. Una escuela de medicina griega principió en Roma durante el reino
de Augusto. Celso, médico que vivió en el reinado de Tiberio, escribió un tratado sobre
cirugía en el que demostró amplios conocimientos en la técnica de las operaciones.
Otro médico, Dioscórides, escribió una descripción de cerca de seiscientas plantas y
sus empleos medicinales.
LAS ESCUELAS En el Imperio Romano se desconocían el sistema moderno de
educación gratuita y obligatoria que el estado imparte a los menores de dieciséis años.
Hasta el tiempo de Vespasiano los gobernantes no habían tomado ningún interés activo
en sufragar la educación pública. La enseñanza del niño en la familia media romana
comenzaba con el Paidagogos, esclavo que tenía la responsabilidad de enseñar al niño
las primeras lecciones, y de cuidarlo en la ida y regreso entre el hogar y alguna de las
escuelas privadas de la ciudad. Mientras no le llegaba la edad de que se le reconociera
como joven con responsabilidades de adulto, el niño romano permanecía bajo la
superintendencia del tutor. Las escuelas mismas eran lugares temibles, instaladas en
desvanes públicos o salones cercanos a los mercados y talleres. Poco sabían y poco
practicaban la psicología educativa aquellos maestros de escuela. Enseñaban mediante
interminables repeticiones, estimuladas con castigos corporales.

NORMAS MORALES La condición moral del imperio romano considerado en su


totalidad puede ser que no haya sido tan negra como la pintan algunos historiadores.
Como acontece, la gente virtuosa pasaba ignorada a causa de su virtud, en tanto que
los delincuentes atraían la atención. Solamente del crimen se hacían “noticias”. Sin
embargo, la historia, la literatura, el drama y el arte que sobrevivieron hasta nuestros
días indican que el estado general de la moralidad era inferior al nuestro.

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