3) Todo ser vivo se hace a si mismo (H. Maturana) El éxito para desarrollarse
plenamente depende de su entorno que debe adaptarse a las necesidades del niñx.
- dentro del entorno está el adulto (que por la educación recibida es el mayor
inconveniente del niñx para su desarrollo)
Dejar que se resuelvan sus conflictos. Acoger y no moralizar (y recordar que el niño es
egoísta por naturaleza hasta la pubertad, a causa de la represión el ser humano conserva
sus deseos infantiles y se vuelve egoísta toda la vida)
Cuando se enseña a un niño a ser bueno se reprime los instintos naturales del niño y esto
equivale a enseñarle a odiarse a si mismo.
Todos los niños nacen con deseo de aprender y no lo pierden a menos que se les
inhiba.
Los niños menores de 8 años no suelen estar preparados para una enseñanza formal y
estructurada, ni tampoco para estar sentados durante largos periodos de tiempo.
Limites claros para mantener el ambiente relajado y permanentes mientras tengan sentido
(no variables en función del estado de ánimo del adulto)
Para poner un límite de forma respetuosa hay que esforzarse por detener lo que estemos
haciendo, sacudir la pereza, acercarnos al otro hasta que note nuestra presencia,
establecer contacto visual o corporal y sólo entonces pronunciar el límite. REBECA WILD.
Cuando no se aceptan los sentimientos del pequeño, puede llegar a pensar que no son
aceptados por lo que son. ALETHA J. SOLTER
Despertar el conocimiento.
Las matemáticas están en la vida, la biología, la geografía, todo debe ser aprovechado
como una ventana para el conocimiento, para presentarle el mundo. El bilingüísmo debe ir
de la mano de la felicidad del niñx.
Con la lecto-escritura es muy importante la familiaridad con el vocabulario y la lectura (el
niñx no debe leer y escribir a los 6 años, sino que debe desear hacerlo, contarles cuentos
desde su nacimiento)
Espacios diferenciados, puede ser en el mismo aula (los rincones son la gran conquista
de la edfucación pública pero se comete el error de regular el paso del niñx por cada uno)
Limites
La acción de los niños y niñas es la vida y los límites y la educación respetuosa forman
parte de la vida. No son un restricción son una condición de la vida:
• El primer límite es como es acogido por su entorno de referencia, el niño tiene más
difícil la existencia sin la mirada de otro que le escucha, tiene en cuenta sus
manifestaciones,… desde la perspectiva de que necesita esa relación para su
construcción personal. Este límite no es determinante, pero el niño tiene que
arreglárselas con esta relación.
• El siguiente límite, su límite corporal. La diferencia entre lo que son y lo que no son,
lo interno y lo externo.
• Y a la vez comienza un desarrollo que será más limitado en lo corporal, en la
acción, en lo emocional, en lo social dependiendo del tipo de crianza que promueva
su entorno familiar. Está mas limitado el niño que no vive el desarrollo postural
desde el movimiento libre, que se le mantiene inmóvil en posturas que no haya
conseguido por sí mismo, que tiene un adulto que trata de enseñarle lo que puede
aprender por sí mismo, que le dice como tiene que hacer, con que tiene que jugar,
como son las cosas antes de que las descubra. Esta criatura crece con más límites
corporales, cognitivos y emocionales.
Cuando nos situamos dentro de la educación respetuosa, nos planteamos el respeto a sí
mismo, a los otros, al entorno, y los adultos somos responsables de generar ambientes en
los que se puedan desarrollar los procesos internos que viven los niños en interacción con
los otros y con los objetos. El respeto a su persona como ser competente y capaz, respeto
a su libertad de movimiento, respeto al juego libre y autónomo, una relación basada en la
escucha, en la presencia. Respeto a sus tiempos de maduración (no resolverles lo que
pueden resolver por sí mismos, no acercarles un objeto al que ellos pueden acceder, no
decidir nosotros con lo que quieren jugar…).
Nuestro objetivo con esto es favorecer la construcción personal de cada niño y niña,
permitiéndoles descubrir quiénes son, que saben, que pueden, siguiendo su propio
proceso de desarrollo desde su iniciativa, para que se sienta competente, y viva confiado.
Y en este proceso son muy importantes los límites porque el respeto se vive sintiéndose
respetado, no respetaríamos a los niños, les estaríamos traicionando si les decimos que
se puede todo, que no hay barreras porque no estaríamos EDUCANDO PARA LA VIDA.
Los adultos que estamos situados en una relación respetuosa con el niño, en relación al
ámbito social:
• Le ayudamos a superar sus dificultades (“ahora la pelota es de X porque la tiene él,
cuando la deje puede ser tuya”, mientras tanto vamos a buscar otra cosa que te
pueda interesar”).
• Una actitud respetuosa supone dar pasos muy graduales, poco a poco, observando
como el niño va integrando determinadas actitudes, pero dándoles el tiempo que
necesitan. Le vamos introduciendo en las normas sociales relacionadas con la
alimentación, la higiene, el sueño.
• Ofrecemos el apoyo para que el niño y la niña tenga tiempo para expresar sus
deseos y necesidades (no nos adelantamos), ofreciéndole un tiempo y un espacio
razonable, para que sea capaz de vivir su competencia, pero no permitimos que no
haya un respeto a los intereses y deseos de los otros.
¿SON NECESARIAS LAS CONSECUENCIAS?
Los límites tienen que tener una consecuencia, para permitir a los niños decidir y
responsabilizarse de sus acciones, por ello la consecuencia tiene que ser anunciada y
además tiene que haber una relación entre la consecuencia y el límite puesto: si un niño
estropea un libro, es difícil para ellos aprender a utilizar bien los libros, pero el adulto está
para acompañar ese aprendizaje y decirle “esto no se puede”. Podemos sugerir algo para
compensar, si quieres hacer papelitos tienes aquí revistas viejas pero el libro no puedes
estropearlo. Si el niño continúa destrozando el libro, le podemos decir que vemos que
solo puede leer los libros cuando yo esté aquí contigo, así que lo voy a guardar hasta que
pueda acompañarte, y la consecuencia es que el libro va a un estante donde el niño no
los alcanza. La tarea del adulto en esta ocasión es impedir que esto pueda ocurrir. La
consecuencia tiene que ser cumplible. Al establecer límites ofrecemos a los niños
seguridad, confianza y la posibilidad de corregir sus errores. Los límites promueven la
responsabilidad, pero no la inflexibilidad, una consecuencia se puede saltar si hay una
razón y si se explica a los niños y niñas (por ejemplo: “normalmente no te permito que
andes descalzo porque el suelo está frío pero hoy veo que tienes mucho interés en no
ponerte los zapatos y la calefacción ha calentado más la habitación”).
Los límites son importantes porque transmiten al niño una imagen de profundo respeto,
ayudándoles a descubrir cuál es el marco de funcionamiento para que pueda vivir seguro.