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Las manifestaciones clínicas del ictus isquémico pueden variar dependiendo de la ubicación de
la lesión, el tamaño del área afectada y el grado de flujo sanguíneo colateral. Algunos de los
signos y síntomas que pueden presentarse incluyen adormecimiento o debilidad en la cara,
brazo o pierna, especialmente en un lado del cuerpo, confusión o cambio en el estado mental,
dificultad para hablar o comprender el lenguaje hablado y alteraciones visuales.
Los factores de riesgo más comunes para estas enfermedades son la hipertensión arterial, la
diabetes, el tabaquismo, el colesterol alto, la obesidad, la edad avanzada y los antecedentes
familiares de enfermedades cerebrovasculares. También se menciona que otros factores de
riesgo incluyen la fibrilación auricular (un tipo de arritmia cardíaca), el consumo excesivo de
alcohol y el uso de drogas ilícitas.
Para la prevención primaria del ictus isquémico sigue siendo la mejor estrategia llevar un estilo
de vida saludable, que incluye evitar el tabaquismo, mantener un peso saludable y seguir una
dieta saludable (como la dieta DASH o mediterránea), y hacer ejercicio diariamente, puede
reducir el riesgo de padecer un ictus. También es importante controlar los factores de riesgo
modificables como la hipertensión arterial, la diabetes y el colesterol alto. Además, se pueden
tomar medidas para tratar otras afecciones médicas que aumentan el riesgo de ictus, como la
fibrilación auricular y las enfermedades cardíacas. Si se tiene antecedentes familiares de
enfermedades cerebrovasculares o se ha tenido un ictus previo, es importante hablar con un
médico sobre las medidas preventivas adicionales que se pueden tomar.