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3 de agosto de 1806

LÍNEAS HISTÓRICO – POLÍTICAS

216 AÑOS DE LA PRIMERA EXPEDICIÓN MILITAR CONTRA EL DOMINIO ESPAÑOL EN AMÉRICA


DÍA DE LA BANDERA NACIONAL

SIGNIFICACIÓN DE LA FECHA ACTIVIDADES PROPUESTAS

El desembarco en la Vela de Coro, del 3 de agosto


de 1806, comandado por Miranda, es un logro de
la causa patriota americana, que tiene un gran
impacto internacional. Foros, charlas y conversatorios sobre la vida y obra
de Francisco de Miranda, con énfasis en el 3 de
agosto de 1806 y su trascendencia histórica.
El 3 de agosto de 1806 se concreta la primera
Operación Militar que tiene la intención de acabar
con 300 años de colonialismo español en el
territorio americano.

El 3 de agosto de 1806, Miranda iza por primera Murales sobre Miranda, el desembarco en la Vela
vez en tierra venezolana el Tricolor Nacional, de Coro y el Tricolor Nacional. Talleres para que las
símbolo de la Libertad y la Unión de América. niñas y niños construyan la bandera y aprendan el
significado de sus colores.

De esta jornada destaca la Proclama a los pueblos Izada de la Bandera Nacional, acompañada de la
del Continente Américo-Colombiano, que anuncia lectura, en plazas y demás espacios públicos, de
la lucha por la Independencia y los derechos este documento pionero de la liberación de
ciudadanos. América.

CONTENIDOS
TEMA PÁGINAS
¿Qué representa el 3 de agosto de 1806? 2
Miranda: síntesis biográfica 3–8
La Expedición Libertadora de Miranda 9 – 10
Día de la Bandera 11 – 12
Proclama a los pueblos del continente Américo-Colombiano 13 – 15

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¿QUÉ REPRESENTA EL 3 DE AGOSTO DE 1806?

 EL DESEMBARCO EN LA VELA DE CORO DEL 3 DE AGOSTO DE 1806, COMANDANDO POR MIRANDA, ES


UN LOGRO DE LA CAUSA PATRIOTA AMERICANA, QUE TIENE UN GRAN IMPACTO INTERNACIONAL. El
Precursor organiza, financia y encabeza una expedición naval, integrada por el navío Leander y
las goletas Baco y Abeja, que cuenta con más de 200 combatientes y llega a nuestras costas con
el objetivo de luchar contra el ejército del rey Carlos IV, para liberar a Venezuela y a toda la
América invadida por Europa desde el siglo XV. Esta acción trascendió el ámbito local y fue
ampliamente reseñada por la prensa norteamericana, antillana y europea, hasta 1807.

 EL 3 DE AGOSTO DE 1806 SE CONCRETA LA PRIMERA OPERACIÓN MILITAR QUE TIENE LA INTENCIÓN DE


ACABAR CON 300 AÑOS DE COLONIALISMO ESPAÑOL EN EL TERRITORIO AMERICANO. Esta expedición
es pionera entre los movimientos, sublevaciones y revueltas que tienen lugar en América
durante 3 siglos, porque no se trata de un proyecto local, regional, sino una propuesta política
de escala continental. Miranda plantea la emancipación de todas las colonias españolas, desde
el río Bravo en México hasta la Patagonia argentina, para luego conformar una gran Nación, a la
que llamó Colombia. Cuatro años después, en Venezuela, Argentina, Colombia, México y Chile,
arrancan los movimientos políticos y sociales que dan comienzo la Revolución Independentista
en la América española.

 EL 3 DE AGOSTO DE 1806, MIRANDA IZA POR PRIMERA VEZ EN TIERRA VENEZOLANA EL TRICOLOR
NACIONAL, SÍMBOLO DE LA LIBERTAD Y LA UNIÓN DE AMÉRICA. Por esta razón el Comandante Hugo
Chávez emite el decreto N° 4.754 del 21 de agosto del 2006, que instituye como Día de la
Bandera Nacional el 3 de agosto de cada año. Anteriormente de conmemoraba el 12 de marzo,
pero esta fecha la bandera fue izada en el puerto de Jacmel, en Haití, al momento que parte la
expedición a Venezuela. El amarillo, el azul y el rojo son los colores primarios y su combinación
da origen a todos los colores conocidos. Miranda conoce esta teoría científica y escoge al
tricolor para representar la diversidad de toda la América unida y libre del yugo extranjero. En
1811 se convierte en la bandera oficial de la República venezolana. Entre 1819 y 1830, esta
combinación identificó a la gran República de Colombia fundada por el Libertador Simón Bolívar.
Al separarse esta nación, los países que la integraron: Venezuela, Ecuador y Colombia, a
excepción de Panamá, conservan el amarillo, el azul y el rojo en sus respectivos pabellones
nacionales.

 DE ESTA JORNADA DESTACA LA PROCLAMA A LOS PUEBLOS DEL CONTINENTE AMÉRICO-COLOMBIANO,


QUE ANUNCIA LA LUCHA POR LA INDEPENDENCIA Y LOS DERECHOS CIUDADANOS. Este documento
firmado por Miranda, señala que la emancipación es una causa justa y recomienda la lectura de
Carta a los españoles americanos, el primer llamado público a la Independencia de la América
española escrito en 1791 por el sacerdote peruano Juan Pablo Viscardo y Guzmán. Por último,
llama al cumplimiento de un detallado plan, integrado por 10 artículos, para asegurar la victoria
de la causa patriota americana.

2
MIRANDA: SÍNTESIS BIOGRÁFICA
Hijo de un comerciante canario, recién llegado a América, y de una criolla descendiente de
portugués y canaria, nace Francisco de Miranda en Caracas el 28 de marzo de 1750. Su formación
académica, una vez terminado el Curso de Instrucción Primaria, se realiza en la Universidad Real y
Pontificia de Santa Rosa, en Caracas, dentro de la más estricta enseñanza escolástica. Sin embargo, es
muy probable que ya leyera clandestinamente a Locke, Newton, Spinoza, Leibniz, Descartes y otros
pensadores europeos, cuyas obras habían sido prohibidas por la Inquisición. No obstante, su verdadera
formación se iniciará una vez que llega a España en 1771, decidido a formar parte del ejército del rey.
Vorazmente leerá cuanto libro esté a su alcance y él mismo se considerará un producto de esas lecturas,
así como de las experiencias vividas y de lo que había aprendido dialogando con los sabios y otras
personalidades de la vida política y cultural de su época.

Desde el momento en que Miranda embarca en el Puerto de la Guaira hacia Cádiz el 25 de enero
de 1771, comienza a llevar un registro escrito de sus experiencias cotidianas y a coleccionar cuanta carta
o documento tenga que ver, directa o indirectamente, con su persona o con sus proyectos. Esta
costumbre que mantendrá hasta que regresa a Venezuela en diciembre de 1810, y se materializará en su
mayor legado: un voluminoso Archivo de documentos comprendidos en 63 tomos, al que bautiza como
“Colombeia”, que significa lo que tiene que ver con Colombia, y que hoy se encuentra resguardado en el
Archivo General de la Nación.

Mientras espera la ocasión de ingresar al ejército real, lo que hará en 1773, se dedica a aprender
francés, inglés e italiano, así como matemáticas, geometría, geografía y otras ciencias relacionadas con
la carrera militar. El dominio de varias lenguas extranjeras, así como del latín y el griego le permitirá leer
directamente tanto los autores clásicos como los contemporáneos. Su pasión por los libros hará de él
uno de los hombres más ilustrados de su época y el poseedor de una de las más extraordinarias
bibliotecas existentes en Inglaterra y tal vez en Europa.

Diez años sirvió Miranda bajo la bandera española, primero cumpliendo misiones tanto en las
posesiones españolas del norte de África, como en la península y, luego, en América. En abril de 1780,
zarpa en una expedición que parte hacia América con el objeto de unirse a las tropas francesas y apoyar
a los norteamericanos en su guerra de independencia contra Inglaterra.

Es probable que Miranda estuviese vigilado por la Inquisición casi desde su ingreso al ejército,
pero la primera orden de arresto en su contra no es emitida sino el 5 de febrero de 1782, cuando ya se
encuentra en Cuba. Se le acusa, entre otras cosas, de profesar una admiración desmesurada por Voltaire
y de un inaceptable cuestionamiento de la propia Inquisición.

Durante su servicio como soldado español en América, Miranda participó en varias misiones, de
las cuales tres merecen destacarse: la toma de Pensacola, al sur de la Florida, en mayo de 1781; la de las
Bahamas en 1782 y la gestión de un acuerdo de intercambio de prisioneros con los ingleses de Jamaica.
Esta última misión dará pie a graves acusaciones en su contra y se transformará en nuevas órdenes de

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arresto, que le llevarán finalmente a desertar del ejército español para preservar su vida y la realización
de sus proyectos.

Burlando a sus perseguidores, se embarca clandestinamente en el puerto de La Habana, en un


navío norteamericano hacia las costas de Carolina del Norte. Es el 1° de junio de 1783. Seis meses
después de su llegada a Estados Unidos, meses durante los cuales se hizo el mejor conocedor de las
batallas libradas por las colonias inglesas para obtener su independencia, Miranda comienza a hablar de
la imperiosa necesidad de liberar toda la América española y de constituir una inmensa y nueva nación
independiente: Colombia.

En diciembre de 1784 embarca hacia Londres, a donde llega el 1° de febrero de 1785. El otro
gran proyecto que ahora le acompaña es buscar apoyo financiero y militar para hacer realidad su sueño
libertario. Con ayuda de amigos que ha ido haciendo gracias a su inteligencia y a su cautivante
personalidad, Miranda se instala en Londres. Seis meses después iniciará un largo periplo que le llevará
durante cuatro años a recorrer prácticamente todo el continente europeo y parte de Asia, siempre con
el Estado español pisándole los talones. Su Diario de Viajes es el mejor compendio de esta
enriquecedora y accidentada aventura, de la cual lo más importante a destacar es la extraordinaria
publicidad que le dio tanto a la América hispana y a las condiciones de opresión en que allí se vivía,
como a su proyecto de emancipación.

Fue el primer sudamericano en visitar la ignota Rusia y otros lejanísimos lugares. Reyes,
príncipes, zarinas, sabios y artistas conocieron por primera vez por boca de este hombre, de las
inmensas riquezas de América, de la inteligencia de sus habitantes y de la injusta situación que les
impedía ocupar en el mundo el sitial que merecían. Pero si este periplo permitió deshacer en muchos la
idea de un dominio incuestionable de España sobre sus territorios de ultramar, también proyectó
internacionalmente la figura de Miranda como el hombre que podía resquebrajar dicho dominio. Tanto
así, que el propio gobierno español arreció la persecución y envió órdenes a sus representantes en el
mundo entero de intensificar la vigilancia y de arrestarlo ipso facto. Afortunadamente, los amigos que va
dejando en el camino le protegen, le proporcionan salvoconductos o pasaportes con nombres falsos y
no pocas veces le ponen sobre aviso de inminentes planes de captura. Este conjunto de situaciones,
recogidas incluso por la prensa de la época, contribuyó sin duda a hacer de Miranda un personaje un
tanto mítico y un prototipo de conspirador. Hacia la última década del siglo XVIII, su resistencia ante el
poder español le había convertido en un símbolo de libertad, y para aquellos que en América habían
comenzado también a pensar en la independencia de las colonias hispanoamericanas, Miranda fue el
modelo a imitar y el maestro a escuchar.

Concluida esta etapa de viajes y de regreso en Londres, emprende de manera decidida lo que él
mismo calificó de "negociaciones" con el gobierno inglés, con el propósito de organizar una expedición
armada contra la dominación española en América. Las negociaciones con Inglaterra fueron largas,
contradictorias e infructuosas. El 27 de marzo de 1790 le presenta al Primer Ministro inglés William Pitt,
su primer "Plan para la formación, organización y establecimiento de un gobierno libre e independiente
en América meridional". A cambio del apoyo financiero y militar, Miranda le ofrece a Inglaterra
preferencias comerciales, participación en el aprovechamiento de las riquezas americanas y la

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posibilidad de construir un canal de navegación en el Istmo de Panamá. Aun cuando ya se habían
presentado algunas otras peticiones de ayuda a Inglaterra para liberar algunas regiones de América del
dominio español, Miranda es el primero en asumir el hecho colonial como tal y en plantear la necesidad
de acabar definitivamente con el sistema de opresión global instaurado por España en toda la América
Meridional.

Las relaciones de Miranda con Inglaterra se dan en dos períodos diferentes. El primero entre
febrero de 1790 y marzo de 1792, fecha en la cual Miranda, decepcionado por las inconsecuencias de
Pitt, deja Londres para ir a ofrecerle su proyecto a la Francia revolucionaria. El segundo comienza en
1798 cuando decepcionado y perseguido por la Francia revolucionaria, retorna a Londres buscando
nuevamente la ayuda de Pitt. Este segundo período, durante el cual Miranda se convierte en el centro
de las actividades conspirativas contra España, se extiende hasta 1810, con una interrupción de dos años
en la que busca el apoyo de los Estados Unidos y arma la primera expedición libertadora que se da en
América.

Entre 1792 y comienzos de 1798 permanece, como ya dijimos, en Francia y no mantiene ninguna
relación oficial con Inglaterra. A ambos gobiernos les deja muy claro que "(sus) únicos objetivos son y
serán siempre promover la prosperidad de (su) propio país (Sur América) excesivamente oprimido" y
que jamás actuará contra España como no sea en aras de la independencia de América. No es esto lo
que pensaba el gobierno inglés, el que parece querer ayudarlo cuando una posible intervención en
América favorece su posición ante las otras potencias europeas, pero se desinteresa de él tan pronto
alcanza sus objetivos.

En Francia no le fue mejor, a pesar de que tuvo un rol protagónico en los cambios
revolucionarios que allí se sucedían. Miranda llega a la convulsionada Francia en marzo de 1792,
permaneciendo allí hasta enero de 1798. Durante ese tiempo será designado General del ejército
francés, participará activamente en la vida militar y política de esa nación, y también será víctima de las
persecuciones que la inestabilidad del poder reservaba en esos momentos a todos los que participaban
a favor o en contra, directa o indirectamente, en el proceso revolucionario. Tan pronto llega a París,
Miranda se pone en contacto con los que ejercen el gobierno en ese momento, a fin de darles a conocer
su proyecto de emancipación para las colonias españolas en América y para hacerles prometer que en el
caso de extender la revolución fuera de las fronteras francesas, la prioridad de toda tentativa sobre
América le debía ser exclusivamente reservada.

A fines de noviembre de 1792, el diputado Jean-Pierre Brissot le propone encabezar una


expedición a Santo Domingo (hoy Haití y República Dominicana), donde sería nombrado gobernador de
la parte francesa, y tendría la oportunidad de organizar y ejecutar su proyecto liberación de la América
hispana. Pero antes de pasar a Tierra Firme, debía poner fin a la revuelta de esclavos que sacudía la isla.
Miranda rechaza la propuesta, y responde que él no está dispuesto a liberar a su pueblo a costa de la
esclavitud de otro. Actitud que prueba una vez más la firmeza de sus convicciones y la conciencia
profunda que tiene de lo que significa realmente emancipar las colonias hispanoamericanas.

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En 1801, ya de regreso en Inglaterra, el nuevo Primer Ministro, Henry Addington, se muestra en
principio dispuesto a ayudarlo y le pide que presente un proyecto de gobierno provisorio y un proyecto
de gobierno constitucional para América. Entusiasmado con lo que ahora sí parece un decidido apoyo de
Inglaterra, redacta su Proclama a los Pueblos del Continente Colombiano, alias Hispano-América. Este
documento es el primero en otorgarle públicamente un nombre, incluso una identidad a la América
Meridional, diferente a todos los nombres impuestos por la colonización: Colombia. Nombre con el que
él designa a la América libre y unida que nacería una vez expulsado el ejército español del territorio
americano. Pero cuando todo está prácticamente listo para que la expedición zarpe, Inglaterra hace las
paces con Francia y, por ende con España, y suspende el proyecto; lo que lleva a Miranda a la conclusión
de que la única manera de que un pueblo se haga libre es actuando con sus propios esfuerzos.

En septiembre de 1805 se embarca hacia Nueva York, dispuesto a organizar con apoyo del
gobierno norteamericano o sin él, una expedición armada contra las fuerzas españolas que ocupan la
América hispana, con el propósito de emancipar, en primer lugar, la Provincia de Venezuela y, luego,
extender la acción hacia la Nueva Granada, México y el resto de América. Para financiarla había
hipotecado en Londres su valiosa biblioteca y contraído deudas con amigos ingleses por un valor de 10
mil libras esterlinas, en letras de cambio.

Si bien esta expedición de 1806 no pudo mantenerse en territorio de la Provincia de Venezuela


por más de 13 días, tiene el valor de haber sido la primera expedición militar que se intentó contra el
dominio español en América.

De regreso en Inglaterra, a comienzos de 1808, Miranda se dedica en Londres, en momentos en


que ve llegada la ocasión propicia para levantarse contra España, ocupada como estaba por las tropas
de Napoleón, a convencer por todos los medios posibles a sus compatriotas de la América hispana de
que ha llegado la hora de dar el paso decisivo hacia la libertad. Para ello dirigirá numerosas cartas a los
miembros de los Cabildos de las principales ciudades sudamericanas, a fin de instarlos a que declaren de
una vez la independencia y, al mismo tiempo, emprende una campaña pública a través de la prensa y la
edición, insistiendo en que ha llegado el momento de dar el paso definitivo hacia la Independencia
absoluta respecto a España. Su obra más impactante en ese momento es la publicación de El
Colombiano, primer periódico independentista que se publica en Europa y que aparecerá cada quince
días entre marzo y mayo de 1810, con el objetivo de dar a conocer a los habitantes del Nuevo Mundo "el
estado de cosas de España para, según las ocurrencias, tomar el partido que juzguen conveniente en tan
peligrosa crisis".

Producidos los primeros movimientos autonómicos en Caracas y Buenos Aires en 1810, Miranda
comienza a preparar su regreso a América. Inglaterra se resiste a concederle pasaporte, por cuanto se
ha aliado a España en su lucha contra los franceses. En julio de 1810 Simón Bolívar, acompañado de Luis
López Méndez y Andrés Bello, llega a Londres en misión diplomática de la nueva Junta de Gobierno para
solicitar el apoyo británico. Lleva instrucciones de mantenerse lejos del “traidor Miranda”, ese hereje
aventurero al que cuatro años antes los mantuanos de Caracas quisieron ver reducido a cenizas por
pretender romper "el dulce yugo de la obediencia al Rey". Sin embargo, las circunstancias obligan a
Bolívar a buscar la ayuda del hereje para que los introduzca ante el gobierno inglés. Varios meses pasan

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juntos Bolívar y Miranda en Inglaterra, y fácil es imaginar que no hubo tema que no tocaran ni idea que
no discutieran. Muchas ideas de Miranda quedaron tempranamente sembradas, como en tantos otros,
en el alma de Bolívar.

En diciembre de 1810, cuarenta años después de haber zarpado hacia Cádiz y a pesar de la
resistencia de la Junta por aceptar su regreso, Miranda desembarca en la Guaira. Muchos de los
integrantes de la Junta de Gobierno hubiesen preferido que se mantuviera distante, tal vez para no
tener que recordar que apenas cuatro años antes, ellos mismos habían contribuido con dinero para
recompesar al que trajera la cabeza de Miranda.

Sin embargo, un grupo de jóvenes, entre los que se encuentra el joven Bolívar y que comulgan
con los ideales republicanos, sí lo reciben al desembarcar en La Guaira en diciembre de 1810. La
Sociedad Patriótica será el espacio político donde Miranda dará a conocer directamente sus ideas
libertarias. En junio de 1811 logra incorporarse al primer Congreso que se instala en Venezuela y en
América, y su palabra combativa será determinante para que los diputados se vean obligados a declarar
finalmente la independencia absoluta de Venezuela, el 5 de julio de 1811. Podemos imaginar los
sentimientos que embargaron a Miranda ese día. Cinco meses después se promulgó la primera
Constitución de la República de Venezuela y la primera también en Hispanoamérica. Tal vez contra la
voluntad de algunos, en ella ya se puede ver que algunas ideas de Miranda habían quedado sembradas y
comenzaban a germinar, particularmente su idea de marchar hacia la independencia total de la América
española y hacia la construcción de una única patria: Colombia.

Lo que siguió después es más conocido. Esa primera república, calificada de boba, no fue más
que el escenario donde comenzaron a ventilarse todas las contradicciones que el dominio colonial había
mantenido represadas. Cuando comienza la reacción realista, no hubo unidad de criterios en cuanto a la
forma más efectiva de enfrentarla. En líneas generales, las consecuencias del terremoto de 1812, que
destruyó gran parte de las fuerzas patriotas, la falta de numerario, las contradicciones de clase, la lucha
por el poder, la desconfianza y la traición potenciaron la reacción realista. El caso es que ante la
inminencia de una posible derrota y no queriendo nadie asumir el mando de las tropas patriotas, los
mantuanos se ven obligados a recurrir a la experiencia militar de Miranda. Investido de plenos poderes,
Miranda comienza a organizar un ejército unificado para enfrentarse a las tropas realistas, comandadas
por Monteverde. Tarea prácticamente imposible ante una tradición de milicias locales y de provincias
aisladas, a las que sólo parecían importarle sus propios intereses. Por otra parte, la dificultad en hacer
cumplir sus órdenes por la animadversión que muchos le seguían profesando, el levantamiento de los
esclavos negros y, finalmente, la pérdida de la plaza fuerte de Puerto Cabello, defendida por el joven
Bolívar, obliga a Miranda, en julio de 1812, a capitular ante Monteverde.

Luego de la Capitulación, Miranda y varios oficiales se dirigen al puerto de La Guaira con la


intención de embarcarse hacia las islas vecinas o provincias cercanas para reorganizarse y reemprender
la lucha. Pero la noche del 30 de julio, en circunstancias todavía no bien explicadas, Miranda es detenido
por un grupo de jóvenes oficiales, entre los cuales Bolívar, y entregado a los españoles. Es primero
encerrado en el castillo de La Guaira y días más tarde es llevado a la fortaleza de Puerto Cabello, donde
es mantenido encadenado y en condiciones espantosas. Luego será llevado a Puerto Rico y, finalmente,

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a la fortaleza de La Carraca, cerca de Cádiz, donde le sobreviene una apoplejía el 25 de marzo de 1816,
en vísperas de una fuga que ya tenía concertada, para finalmente morir el 14 de julio de ese mismo año,
a los sesenta y seis años de edad.

Carmen Bohórquez
Caracas, 2022

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LA EXPEDICIÓN LIBERTADORA DE MIRANDA
No se conoce bien el propósito y el impacto que en su momento tuvo la Expedición Libertadora
que Miranda organiza y dirige sobre las costas de la Provincia de Venezuela en 1806. Para el común de
los y las habitantes de nuestra patria, el propósito de Miranda con esta expedición parece reducirse al
hecho de venir a traernos, como en un acto adivinatorio, la bandera que luego será la bandera nacional.
Cuando, realmente, esa acción de Miranda no sólo fue la concreción real de su proyecto emancipador
para toda Nuestra América, al cual había dedicado su vida desde 1783, sino que constituyó el primer
intento real de poner fin al dominio global e imperial de España en América.

Todos y todas hemos escuchado, al menos alguna vez, que durante todo el período colonial se
sucedieron, permanentemente y a lo largo y ancho del continente, rebeliones de líderes y comunidades
indígenas, de esclavos africanos, y de pardos, mestizos o blancos pobres en general, que luchaban por su
supervivencia o protestaban y querían poner fin a los desmanes cometidos por las autoridades
peninsulares. Pero ninguna de esas rebeliones o alzamientos se planteó nunca la expulsión de las tropas
realistas de todo el territorio ahora llamado América, sino que sus propósitos quedaron acotados a la
región en la que vivían. Es decir, faltaba conformase aún la conciencia de que formábamos parte de un
todo opresor que había conculcado nuestros derechos esenciales y nos anulaba como seres de igual
valía y dignidad.

Esta conciencia comenzará a forjarse en el último cuarto del siglo XVIII y será precisamente
Francisco de Miranda quien la exponga plenamente: primero, en 1783, al forjar el nombre de Colombia
como nombre de la patria libre que nacería al ser expulsadas las tropas españolas de este territorio y,
luego, en 1790, en la frase: “América ha sido constituida como oprimida”. Frase que escribe en su
demanda ante el Primer Ministro inglés, solicitando ayuda financiera para organizar una Expedición
armada con la que pretendía liberar no sólo a su patria chica, Venezuela, sino a toda la América ocupada
por España desde el sur del Mississippi hasta la Patagonia.

Dieciséis años estuvo Miranda tratando de organizar esa expedición libertadora, bien
requiriendo la ayuda del gobierno inglés como la del gobierno revolucionario francés. Pero, tanto uno
como el otro le ofrecían esa ayuda cuando estaban en conflicto con España o, como en el caso de los
revolucionarios franceses, cuando pensaron que podrían utilizar a Miranda para someter a los esclavos
ya sublevados en Saint Domingue, hoy Haití. Propuestas éstas que Miranda rechazó indignado pues no
iba ni a combatir a España por favorecer a los ingleses y, menos, a liberar a su propia patria a costa de la
esclavitud de otro pueblo, como le había propuesto Francia. Y a pesar de estas contrariedades, ninguna
situación adversa le hizo dudar un instante de la necesidad de llevar a cabo una expedición militar
contra el dominio español en América.

Desengañado finalmente de esas potencias, decide entonces armar esa expedición con sus
propios recursos y apelando a la colaboración de algunos amigos leales; pues, viendo ya los
acontecimientos que se avecinaban en Europa, estaba convencido de que cualquier retraso sólo añadiría

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mayores obstáculos al logro de la libertad de América. La mayor prueba de su acendrado compromiso
con este proyecto de liberación al que había dedicado gran parte de su vida, lo constituye la hipoteca
por 6 mil libras esterlinas de su único bien material: su invalorable biblioteca.

Así, el 5 de noviembre de 1805 desembarca Miranda en Nueva York, donde aún contaba con
fieles amigos que le ofrecerán toda su colaboración para armar la tan planificada expedición, con la que
habría de iniciarse la expulsión de las tropas realistas de nuestro territorio. En su plan, luego de liberar a
la Provincia de Venezuela, continuaría con la liberación del Virreinato de la Nueva Granada y de allí,
proseguiría hacia la liberación del Virreinato de la Nueva España, hoy México. En ambos lugares, había
patriotas con los cuales él había establecido comunicación y que, a su entender, estaban listos para
sumarse a su acción libertadora.

Basten, por ahora, estas razones para que nos planteemos la necesidad de revalorizar esa
expedición de 1806 que Miranda comandó hacia las costas de Venezuela, pues la dimensión de su
propósito fundamental la consagra realmente y sin ninguna exageración, como la Primera Expedición
Militar contra el dominio español en América. Tanto es así que la misma constituyó noticia casi
permanente en periódicos de Estados Unidos, en los de todo el Caribe inglés, así como en los de la
propia Gran Bretaña, en los de Francia y hasta en algunos periódicos de España, durante todo el año de
1806 y parte de 1807.

Carmen Bohórquez
Caracas, 2022

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DÍA DE LA BANDERA
Como cada 3 de agosto el pueblo venezolano celebra el día en que nuestro primer símbolo
nacional: la bandera conformada por tres franjas horizontales con los colores amarillo, azul y rojo, ondeó
por primera vez sobre tierra patria. Bandera que fue concebida y diseñada por el General Francisco de
Miranda como distintivo de la patria libre que ya se erguía contra el yugo español.

Como forjadores hoy de la patria renacida que se enfrenta con valentía al nuevo imperio, no sólo
nos toca enarbolar esta bandera como símbolo de resistencia y de lucha, sino que también nos toca
reivindicar y difundir su genuino significado; muchas veces ocultado por las clases dominantes que
intentan anular su fuerza revolucionaria, atribuyéndole significados banales al origen de sus colores; con
lo cual denigran también de su creador, el General Miranda.

No fue Miranda un revolucionario improvisado, ni un diletante de las cortes europeas. Él mismo


se hizo un soldado al servicio de una patria que en el momento no existía pero a cuya causa se entregó
intensamente desde, por lo menos 1783 y hasta el final de sus días. Este compromiso que él mismo se
autoimpuso, aunado a su incesante cultivo del pensamiento, que lo hizo uno de los hombres más
instruidos de su época, bastan para rechazar como ofensivas las explicaciones sobre el origen de esos
colores de la bandera; tanto las que afirman que Miranda los toma para representar el color de cabello,
de los ojos y de los labios de una mujer, como las que, aunque intentan ser más patriotas, resultan
absurdas al asegurar que representan la riqueza, el mar que nos rodea y la sangre patriota derramada
durante la independencia; obviando el hecho que esa bandera es creada por Miranda muchos años antes
de que se produzca el primer enfrentamiento armado entre criollos y realistas.

Por lo antes dicho y siendo Miranda un verdadero hombre ilustrado, debemos suponer que la
escogencia de esos colores debían responder a una inspiración muy seria y significativa. La primera y
única descripción de esta bandera que se encuentra en su Archivo, nos la da James Biggs, uno de los
soldados del Ejército Colombiano que lo acompaña en su Expedición sobre las costas de Venezuela:
“Esta enseña está formada por los tres colores primarios que predominan en el arco iris. Hicimos una
fiesta en esta ocasión: se disparó un cañón e hicimos brindis por los auspicios de un pendón que se
espera nos lleve al triunfo de la libertad y de la humanidad en un país largamente oprimido”.

Si a ello sumamos el hecho de que Miranda conoció muy bien tanto la Teoría de los Colores de
Isaac Newton, como luego la de su contemporáneo Johann Wolfgang von Goethe, quienes pudieron
comprobar con el uso de un prisma que de estos tres colores primarios se podían derivar todos los
demás colores, la conclusión se impone por sí sola. Aunque Miranda no dice expresamente nada al
respecto, sí está claro que siempre pensó en estos tres colores y no en otros, como lo vemos en algunas
de las cartas que envía a funcionarios ingleses calculando los metros de tela amarilla, azul y roja que
necesitará para hacer las banderas de Colombia. Por ello no nos cabe duda de que efectivamente
Miranda pensó en los colores primarios del arco iris para enseña de su Colombia, porque todos ellos
están contenidos en el blanco, su fusión produce el negro y de su combinación surgen todos los demás
colores; de la misma manera que Miranda imaginaba a la América del Sur libre y unida, es decir a

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Colombia, como constituida por la integración de todas sus partes territoriales y de todas sus
diversidades culturales en una sola unidad política y cultural en torno a un proyecto histórico común.

Es, pues, esta bandera, formada por los tres colores primarios del arco iris: amarillo, azul y rojo,
la que Miranda diseña para que sea emblema de la América unida y libre del dominio colonial español, y
la que izará por primera vez en tierra firme (en el Fortín San Pedro) como signo de libertad, cuando
desembarque con la Expedición Libertadora en La Vela de Coro el 3 de agosto de 1806.

Carmen Bohórquez
Caracas, 2022

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PROCLAMA A LOS PUEBLOS DEL CONTINENTE AMÉRICO-COLOMBIANO

Valerosos compatriotas y amigos.

Obedeciendo a vuestros llamamientos, y a las repetidas instancias y clamores de la Patria, en


cuyo servicio hemos gustosamente consagrado la mejor parte de la Vida; somos desembarcados en esta
Provincia de Caracas, la coyuntura y el tiempo nos parecen sumamente favorables para la Consecución
de vuestros designios; y cuantas personas componen este Ejército son amigos o compatriotas vuestros:
todos resueltos a dar la vida, si fuese necesario por vuestra libertad e Independencia bajo los auspicios y
protección de la marina Británica.

Con estos Auxilios podemos seguramente decir, que llegó el día por fin, en que recobrando
nuestra América su soberana Independencia, podrán sus hijos libremente manifestar al Universo sus
ánimos generosos. El opresivo insensato gobierno, que obscurecía estas bellas cualidades, denigrando
con calumnias nuestra modestia y carácter, consiguió también mantener su abominable sistema de
administración por tres siglos consecutivos; mas nunca pudo desarraigar de nuestros corazones aquellas
virtudes morales, y Civiles que una Religión santa, y un Código-regular inculcó en nuestras costumbres
formando un honesto índole nacional.

Valgámonos pues de estas mismas estimables prendas, para que expelidos los pocos odiados
agentes del gobierno de Madrid, podamos tranquilamente establecer el orden civil necesario a la
consecución de tan honrosa Empresa. La recuperación de nuestros derechos como Ciudadanos, y de
nuestra Gloria nacional como Americanos Colombianos, serán acaso los menores beneficios que
recojamos de esta tan justa como necesaria determinación.

Que los buenos e inocentes indios, así como los bizarros pardos, y morenos libres crean
firmemente, que somos todos Conciudadanos, y que los premios pertenecen exclusivamente al mérito,
y a la Virtud en cuya suposición obtendrán en adelante infaliblemente, las recompensas militares y
Civiles, por su mérito solamente.

Y si los pueblos holandeses, y portugueses pudieron en otro tiempo sacudir el yugo de la


opresora España; si los suizos y americanos nuestros vecinos igualmente consiguieron establecer su
Libertad e Independencia, con aplauso general del mundo, y en beneficio de sus habitantes, cuando
cada uno de estos pueblos separadamente apenas contaba de dos a 3 millones de habitantes ¿por qué,
pues nosotros que por lo menos somos 16 millones no lo ejecutaríamos fácilmente? ¿poseyendo
además de ello, el Continente más fértil, más inexpugnable, y más rico de la tierra? El hecho es, que
todo pende de nuestra voluntad solamente y así como el querer constituirá indubitablemente nuestra
Independencia, la Unión nos asegurará permanencia y felicidad perpetua: ¡Quiéralo así la Divina
Providencia para alivio de nuestros infelices compatriotas; para amparo y beneficio del género humano!

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Las personas timoratas, o menos instruidas que quieran imponerse a fondo de las razones de
Justicia, y de equidad que necesitan estos procedimientos – junto con los hechos históricos que
comprueban la inconcebible ingratitud, inauditas crueldades, y persecuciones atroces del gobierno
Español hacia los inocentes e infelices habitantes del nuevo mundo, desde el momento casi de su
descubrimiento; lean la epístola adjunta de D. Juan Viscardo de la Compañía de Jesús, dirigida a sus
Compatriotas; y hallarán en ella irrefragables pruebas, y sólidos argumentos en favor de nuestra Causa,
dictados por un Varón Santo, y a tiempo de dejar el mundo, para parecer ante el Creador del Universo.

Para llevar este Plan a su debido efecto, con seguridad y eficacia, serán obligados los Ciudadanos
sin distinción de clases, estado, ni color (los Eclesiásticos solamente exceptos, en la parte que no serán
designados) de conformarse estrictamente a los Artículos siguientes:

I - Toda Persona Militar, Judicial, Civil o Eclesiástica que ejerza autoridad comunicada por la Corte de
Madrid, suspenderá ipso facto sus funciones y el que las continuase después de la presente publicación,
así como el que las obedeciese, serán soberanamente castigados.

II - Los Cabildos y Ayuntamientos en todas las ciudades, villas y lugares ejercerán en el ínterin todas las
funciones de gobierno, Civiles, Administrativas, y Judiciales con responsabilidad, y con arreglo a las Leyes
del País: y los curas párrocos, y de misiones permanecerán en sus respectivas iglesias y parroquias, sin
alterar el ejercicio de sus Sagradas funciones.

III - Todos los Cabildos y Ayuntamientos enviaran uno, o dos Diputados al cuartel general del Ejército, a
fin de reunirse allí un gobierno provisorio que conduzca en tiempo oportuno, a otro general y
permanente, con acuerdo de toda la Nación.

IV - Todo ciudadano desde la edad de 16, hasta la de 55 años, se reunirá sin dilación á este Ejército,
trayendo consigo las armas que pueda procurarse y si no las tuviese, se le darán en los depósitos
militares del Ejército; con el grado juntamente que convenga a su celo, talentos, edad, y educación.

V - El ciudadano que tenga la bajeza de hacer causa común con los Agentes del Gobierno-Español, o que
se hallase con armas en campamento, ciudadela o fuerte poseído por dicho gobierno será tratado y
castigado como un traidor a su Patria. Si por el empleo que actualmente pueda poseer algunos de ellos,
en servicio de la España, creyese su pusilanimidad que el honor le compele a servir contra la
Independencia de su Patria, serán estos desterrados a perpetuidad del País.

VI - Por el contrario, todos aquellos que ejerciendo en la actualidad empleos militares, civiles, o de
cualquiera especie se reuniesen con prontitud bajo los Estandartes de la Patria, recibirán honras y
empleo proporcionado al celo y amor al País que hubiesen manifestado en tan importante coyuntura:
los soldados, y marineros serán premiados igualmente conforme a su capacidad y celo.

VII - Los depositarios del Tesoro público lo pondrán inmediatamente a disposición de los Cabildos y
Ayuntamientos, quienes nombraran sujetos aptos para el manejo, y para suplir al Ejército Colombiano
cuanto sea necesario a su manutención, y operaciones; no solamente en dinero, sino también en
provisiones, vestuario, frutos, carruajes, mulas, caballos, &.

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VIII - Para precaver toda especie de insulto o agresión de parte de la gente de guerra y puestos
avanzados del Ejército los Magistrados, y Curas Párrocos de las ciudades, villas, y poblados (bajo su
personal responsabilidad) harán fijar la Bandera o insignia de la Independencia Nacional en la parte
superior más conspicua de las Iglesias y los ciudadanos llevarán también en el sombrero la Escarapela
que denote ser tales, pues sin ella no. serian respetados y protegidos como hermanos.

IX - Esta Proclamación será fijada por los Curas Párrocos, y por los Magistrados en las puertas de las
Iglesias Parroquiales, y de las Casas del Ayuntamiento para que llegue con brevedad a noticia de todos
los habitantes y así mismo harán leer en las Parroquias, y Casas de Ayuntamiento respectivas una vez al
día por lo menos, la Carta anteriormente mencionada del C. Viscardo, que acompaña este edicto.

X - Cualesquiera impedimento, retardo, o negligencia que se oponga al cumplimiento de estos nueve


precedentes Artículos, será considerada como un grave perjuicio nacional, y castigada inmediatamente
con severidad; ¡La Salud pública es la Ley Suprema!

Fecha en el cuartel General de Coro a 2 del mes de agosto, de 1806.

FRAN. DE MIRANDA.

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