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6.

MARCO TEORICO

CAPITULO 1 APEGO

1.1 DEFINICION

Se entiende como apego el vínculo emocional y conductual más importante en


la primera infancia, además del vínculo afectivo, es decir, el sentimiento que une al
niño con una o varias personas del sistema familiar.

El apego se establece durante los tres primeros meses. Da lugar a un modelo


interno de relaciones afectivas, esto es, una representación inconsciente que,
siendo bastante estable en el primer año, puede modificarse por experiencias
posteriores. Los niños se van a fiar o no de ciertas cosas, personas, etc. También
sirve de base para relaciones afectivas, guiando la conducta de otros y la forma de
dirigirse hacia ellos.

El diccionario de psicología define como apego: vínculo que se desarrolla entre


un niño y otra persona a raíz de una relación a largo plazo. Para John Bowlby, el
apego es un proceso homeostático que regula la búsqueda de proximidad y
contacto del infante, que mantiene comportamientos con uno o muy pocos
individuos específicos, quienes le proporcionan seguridad física o psicológica. El
desarrollo del sistema de apego de manera simultánea al inicio de la locomoción y
la permanencia de objeto tiene sentido desde el punto de vista evolutivo ya que sirve
para impedir que el infante se extravíe o vaya a explorar muy lejos de quien lo cuida
y activa el comportamiento exploratorio bajo la presencia protectora de quien lo
cuida. Este patrón de interacción entre el niño y su progenitor se conoce como
“exploración desde una base segura”.

Según Mary Ainsworth, para activar o desactivar el sistema de apego efectiva


y eficientemente, el niño debe desarrollar “modelos de trabajo interno” de la figura
de apego y de sí mismo en interacción con la figura de apego. En la medida en que
la madre continúe actuando de la misma manera, el modelo se mantiene. Pero si
ella cambia su comportamiento sustancial y consistentemente, el bebé puede
“corregir” el modelo, y la naturaleza del apego puede llegar a cambiar. La
personalidad del bebé –la tendencia a abrazar, llorar o adaptarse a nuevas
situaciones- también influye. El apego es afectado por lo que hacen la madre y el
bebé, y por la manera como responden el uno al otro.

Ainsworth encontró tres patrones principales de apego: estilo seguro, y dos


formas de apego ansioso e inseguro (en el que el niño tiene un miedo constante a
la separación de una figura vinculada, protesta enormemente cuando se aleja y se
aferra a ella de una manera excesiva): estilo de evitación y estilo ambivalente o
resistente.

Los bebés con un estilo seguro lloran o protestan cuando la madre abandona
el sitio donde se encuentran, y la saludan alegremente cuando regresa. Estos bebés
usan una base: se alejan de la madre para ir a explorar, regresando de vez en
cuando para sentirse seguros. Usualmente son bebés cooperativos y relativamente
libres de ira. Se desempeñan mejor a la hora de cruzar espacios abiertos, y de
alcanzar y sostener juguetes; se tropiezan y se caen menos. Esto se da
probablemente porque, sabiendo que sus madres están cerca, pueden prestar más
atención a lo que los rodea que aquellos bebés que están pendientes de sus
madres. El estilo seguro crece cuando la madre es afectuosa, atenta y responsiva
ante las señales del bebé.

Los bebés con estilo de evitación raramente lloran cuando su madre se aleja,
y la evitan cuando regresa. Estos bebés tienden a enfadarse fácilmente. No les
gusta que los alcen o abracen, pero les disgusta aún más que los coloquen en el
piso. Los bebés con estilo ambivalente o resistente se ponen bastante ansiosos aún
antes que su madre se aleje, y se enfadan cuando ella se va. Cuando su madre
regresa, muestran su ambivalencia buscando contacto con ella, y al mismo tiempo
se resisten al contacto pateando o retorciéndose. Estos bebés exploran poco y es
difícil complacerlos.
Los bebés con un cuarto patrón, desorganizado y desorientado, usualmente
muestran comportamientos inconsistentes y contradictorios. Saludan a su madre
alegremente cuando regresa, pero luego se alejan o se acercan sin mirarla. Parecen
confusos y temerosos y pueden representar el patrón menos seguro.

Las madres de los bebés con un estilo seguro son las más sensitivas a sus
hijos; identifican con claridad las señales de sus bebés, de manera que saben
cuándo alimentarlos, cuándo parar de hacerlo, etc. Así mismo, tienden con más
frecuencia a tranquilizar a sus hijos cuando lloran, responden a sus sonidos, les
hablan cuando ellos las miran y los sostienen más cerca de su cuerpo. Por otra
parte, las madres de los bebés cuyo estilo es de evitación se molestan más
fácilmente, tienen problemas para expresar sus sentimientos, y tienen menos
contacto físico con sus bebés.

Los infantes influyen activamente en las personas que los cuidan. Cualquier
actividad del bebé que conduzca a una respuesta por parte del adulto que lo cuida
puede ser un comportamiento de apego: chupar, llorar, sonreír, aferrarse y mirar a
los ojos al cuidador. A los ocho meses de vida, los bebés dirigen algunos de estos
comportamientos más hacia sus madres que hacia otra(s) persona(s). La búsqueda
de contacto es exitosa cuando la madre responde cariñosamente al bebé,
expresando complacencia, brindándole contacto físico constante y permitiéndole al
mismo tiempo explorar libremente. Estos bebés adquieren un sentido de las
consecuencias de sus propias acciones, un sentimiento de confianza en su
habilidad para obtener resultados.

Los niños que tienen una base segura no necesitan aferrarse a su madre. Su
libertad para explorar les permite probar cosas nuevas, abordar los problemas de
nuevas maneras, y sentirse más cómodos con lo que no les es familiar. Estos
efectos pueden persistir durante años. A los dos años, los niños con apego seguro
son más entusiastas, persistentes y cooperativos que los niños que tienen apego
inseguro. Hacia los cinco años, son más curiosos, competitivos, se llevan mejor con
otros niños, y son más independientes, buscando ayuda sólo cuando la necesitan.
Por otra parte, los niños con problemas de apego suelen tener dificultades como ser
inhibidos y ser hostiles con otros niños.

El apego en los adultos es la tendencia estable de un individuo de hacer


esfuerzos sustanciales por buscar y mantener proximidad y contacto con uno o unos
pocos individuos específicos que le proporcionan el potencial subjetivo de seguridad
física y/o psicológica. Esta tendencia estable está regulada por modelos de trabajo
interno de apego, los cuales son esquemas cognitivo-afectivo-motivacionales
construidos a partir de la experiencia del individuo en su mundo interpersonal. El
apego en los adultos les proporciona el potencial para mantener la seguridad de la
relación más que la relación en sí misma.

Existen tres conceptualizaciones principales sobre el apego en los adultos: el


apego como un síndrome basado en estados o conjunto de síntomas de aflicción
que emergen cuando no hay acceso a la figura de apego; el apego como una
tendencia a formar relaciones de apego de tipos particulares basada en rasgos y a
responder a estas relaciones de modo similar; y el apego como un proceso
interactivo entre dos personas en una relación actual. (Natalia Consuegra, 2010)

1.2 ANTECEDENTES

De todos los mamíferos que habitan el planeta, el ser humano es el único que
requiere de su madre por un tiempo tan prolongado para sobrevivir. La mayoría de
los especies son capaces de moverse y alimentarse por medios propios a los pocos
días o meses de nacidos, pero este no es el caso del ser humano. Nosotros no
estamos equipados para sobrevivir por nosotros mismos por lo que necesitamos de
quien nos proteja, nos alimente, nos de calor y nos cure cuando enfermamos o nos
lastimamos. Derivada de la observación de esta situación, el psiquiatra británico
Bowlby (1982) y la psicóloga Ainsworth (1978,1991) intentan explicar los efectos
psicológicos en el desarrollo del neonato y del infante derivados los vínculos
primarios o tempranos de protección y los efectos de no contar con los mismos.
Realizan varios estudios para desarrollar la teoría del apego en los que se exploran
los fenómenos psicológicos que están detrás de nuestra manera de establecer lazos
afectivos con otros seres, y en él tiene una especial importancia la manera en la que
los padres y madres se relacionan con sus bebés durante los primeros meses de
vida de este último.

Se cuestionaron además si esto sucedía normativamente en el desarrollo de


todas las personas y como esto se mantenía o se modificaba tanto en la
adolescencia como en la adultez, asi como sus repercusiones en ambas etapas
futuras.

En 1988 Bowlby público un trabajo basado en la observación de niños con


desajustes emocionales agudos. Lo que Bowlby observo en la clínica donde fue
voluntario lo convencieron de la importancia de los vínculos familiares y de la
necesidad e involucrar a los miembros de la familia en el abordaje terapéutico de
los niños. Él postulaba que la presencia de psicopatologías importantes en los niños
daban indicios de perturbaciones severas en el vínculo madre-bebé.

Sus ideas fueron severamente rechazadas puesto que en eso años lo vigente
eran el psicoanálisis y la teoría del aprendizaje social, lo que no resultaba
completamente convincente para él y lo llevo a que sus supervisores psicoanalíticos
Melanie Klein y Joan Riviere lo cuestionaron duramente.

Al término de la Segunda Guerra Mundial (1945) trabajando como jefe del


departamento de niños en Londres creo su propia unidad de investigación centrada
en el estudio de las relaciones familiares y las consecuencias de la disrupción en
los vínculos madre- hijo. Conjuntamente con Robertson recolectaron datos sobre
los efectos de la hospitalización en el desarrollo psíquico de los niños y los efectos
que tenían en los niños internados a visita de sus padres, visitas que antes no eran
bien vistas y eran poco comunes.

También observo que los niños y niñas separados de sus familias por la
Segunda Guerra Mundial y llevados a vivir a temprana edad a orfanatos tendían a
presentar retraso intelectual, problemas para manejar sus emociones y para
relacionarse con otros. Situación similar a la de aquellos niños que habían pasado
varios meses internados por tratamiento de tuberculosis antes de cumplir los 4 años,
estos niños tenían una actitud marcadamente pasiva y se enojaban con mucha más
facilidad que el resto de los niños.

Llegó a la conclusión de que la privación materna tendía a generar en los


jóvenes un cuadro clínico caracterizado por el desapego emocional hacia las otras
personas. Las personas que no habían podido formar un lazo de apego íntimo con
sus madres durante sus primeros años eran incapaces de empatizar con los demás,
porque no habían tenido la oportunidad de conectar emocionalmente con alguien
durante la etapa en la que habían sido sensibles a este tipo de aprendizaje.

Bowlby destaco que el apego tiene bases biológicas: hace posible la


aproximación de la figura protectora (normalmente la madre) al bebé, el bebé
observara las respuestas gesticulares de la madre y gesticulara de igual manera
(sonrisas, llanto, balbuceos, etc.) como una manera de llamar la atención,
interactuar y promover el acercamiento. Postulo que las conductas de apego no
están relacionadas con la alimentación y el hecho de que un niño establezca este
apego con figuras maltratadoras (Bowlby, 1956) sugiere que no está motivado por
la obtención de placer.

Bowlby hablaba de que existen dos tipos de variables que encienden el


sistema de apego: uno relacionado con el niño (fatiga, cansancio, hambre,
enfermedad) y otro con el ambiente o contexto (situaciones amenazantes). Sin
embargo, para la mayoría de los niños el simple contacto con alguna figura adulta
lo apaga. Cuando ha sido activado con intensidad el contacto con la madre lo
finaliza. En una situación moderada la voz de una figura protectora substituta puede
ser suficiente (familiar, cuidador, etc.).

Bowlby decía que el tipo de apego que desarrollemos en la infancia y con


nuestras figuras de apego primario serán similares a los que tendremos en nuestras
relaciones amorosas puesto que sientan las bases en relación con nuestras manera
de relacionarnos con otros y presentaran poca diferencia sean estas con los padres,
con pares o con parejas. Estos vínculos de apego proveen un sentimiento de
seguridad y pertenencia sin los cuales habría aislamiento e inquietud. Los
elementos comportamentales del apego en la vida adulta son muy similares a los
observados en la infancia. Es por ello que es normal que el adulto muestre deseo
de proximidad de figuras de apego en situaciones de malestar (el hijo adulto que
busca consuelo en su madre o su esposa) y siente bienestar si esta es accesible y
ansiedad o angustia es inaccesible. La aflicción es esperable ante la pérdida de una
figura de apego (Simpson, Steven Rholes, 1988)

También acuño el termino “privación materna” para describir los efectos que
podría causar la separación de infantes y niños pequeños de su madre o madre
sustituta. No obstante, los efectos de la pérdida materna ya habían sido previamente
estudiados por Sigmund Freud y otros teóricos este término parte importante de las
aportaciones que siguieron a Bowlby.

Posteriormente Harry Harlow, psicólogo estadounidense que durante los


años 60´s se propuso estudiar la teoría del apego y de la privación materna haría
útiles aportaciones mediante un experimento que realizo con monos Rhesus,
experimento que resulta lastimoso por la crueldad animal que implica pero que
aporto considerablemente al entendimiento del sistema de apego.

El experimento de Harlow constaba de separar a la crías de macaco de sus


madres, no permitirles ningún tipo de contacto con las mismas y observar de qué
manera se expresaba la privación de sus madres. Harlow no limito su experimento
a la observación sino que introdujo variables nuevas. Coloco dentro de las jaulas
dos madres substitutas; una madre hecha de una estructura de alambre con un
biberón de leche y una madre de felpa, suave con apariencia similar a un macaco
pero sin biberón. Ambos de cierto modo simulaban ser una madre pero lo que
ofrecían era muy diferente.

Con este experimento Harlow pretendía no refutar algunas ideas de Bowlby


sino también introducir su propia hipótesis: la del amor condicional. Harlow creía
que las crías de macaco se relacionarían con la madre substituta que les brindaba
alimento como parte de la necesidad de supervivencia y por ser el recurso de mayor
utilidad a largo plazo.

Los resultados del experimento dieron la razón a Bowlby que postulaba que el
apego no tenía que ver con la alimentación. Las crías de macaco mostraban una
clara preferencia por las madres de felpa suave sin biberón. Se aferraban a ellas a
pesar no proporcionarles comida demostrando que la importancia entre el vínculo
de la madre y la cría va más allá de la alimentación.

También brindo información sobre la manera en que las crías exploraban el


entorno. Aparentemente este mono de felpa les brindaba una sensación de
seguridad y confianza que permitía que los macacos hicieran algunas tareas por
iniciativa propia. Las crías corrían a aferrarse a su madre de felpa sobre todo cuando
se sentían con miedo o cuando se introducía al entorno algún elemento que los
hiciera sentir amenazados.

Cuando se separaba a las crías de estas madres sustitutas mostraban signos


claros de miedo y desesperación, gritaban y buscaban insistentemente a su figura
protectora. Cuando se reintroducía el muñeco de felpa y se le ponía a su alcance
se calmaban y recuperaban pero permanecían alertas a la defensiva por si volvían
a perder de vista al artefacto que representaba a su madre.

Harlow fue aún más allá aislando en jaulas a algunas crías en espacios
cerrados manteniéndolos aislados de cualquier tipo de estímulo tanto social como
sensorial.

En estas jaulas solo había un bebedero, un comedero que representaba “a la


madre”. Incorporo en este espacio un espejo que permitía ver lo que hacía el
macaco pero no permitía al macaco ver que lo observaban o a sus observadores.
El tiempo durante el cual los macacos estuvieron en completo aislamiento vario
desde un mes hasta un año.

A los 30 días de aislamiento eran visibles las alteraciones que presentaban en


su comportamiento. Sin embargo, los que permanecieron un año completo
quedaban en un estado de pasividad total (catatónicos) e indiferentes hacia los
demás, estado del que no se recuperaban. La gran mayoría terminaron
desarrollando problemas de sociabilidad y apego al llegar a la adultez, no se
interesaban por encontrar pareja o tener descendencia, algunos perdieron el interés
hasta por alimentarse y terminaban muriendo.

Se puede concluir entonces que los efectos de la ausencia de interacciones


sociales que vayan más allá de las necesidades biológicas más inmediatas y que
estén vinculadas a la conducta afectiva durante las primeras etapas de la vida
acostumbran a dejar una huella profunda, importante y difícil de borrar en la vida
adulta.

Resulta importante sumar a estas investigaciones el estudio que realizo


Renne Spitz en 1940 por varios años a bebes que habían sido puestos en orfanatos
en “confinamiento solitario”. Los niños vivian en cunas en compartimientos divididos
por sabanas que colgaban de lado a lado de tal forma que solo se podía ver el techo.
Las enfermeras solo pasaban a darles una botella de leche. Aunque la higiene en
estos lugares era excelente , el 37% de los bebes murieron. Spitz comparo los
resultados con lo de niños que crecieron en cárceles sucias pero con sus madres;
ninguno murió y mostraron un mejor desarrollo intelectual y físico demostrando la
importancia del amor materno por encima de la higiene o del alimento.

En el 2007 se corroboro esta teoría cuando en Rumania realizaron un estudio


comparando el crecimiento de bebes en orfanatos con bebes bajo el cuidado de
padres adoptivos. Solo se estudiaron niños sanos para eliminar le sesgo por
defectos genéticos. Los niños que fueron adoptados crecieron mas rápido y
alcanzaron niveles de IQ nueve puntos más altos. El 55% de los niños que en
orfanatos desarrollaron algún tipo de enfermedad mental a diferencia de solo el
22% de los niños adoptados, esto es, los niños adoptados crecieron con menos
ansiedad, depresión y con mayor habilidad para poner atención.
“Sin ser abrazados, amados e integrados al tejido de la sociedad, la resistencia
de los bebes fue disminuyendo… verdaderamente el aislamiento social es el veneno
más letal”. –Howard Bloom.

Siguiendo las investigaciones de J. Bowlby, Mary Ainsworth, estudiante de


Bowlby, junto con su grupo de investigación en Baltimore, realizaron un estudio
longitudinal del proceso de apego al que denominaron “La situación extraña” (1960)
sobre el cual se identificaron los tipos de apego que anunciaremos más adelante y
que utilizaremos para los fines de esta tesis.

La “situación extraña” es un proceso de laboratorio que implica estudiar al niño


en su interacción con la madre y con un adulto (extraño) en un entorno no familiar.

Se realiza con niños generalmente a partir de unos 12 meses de edad,


momento en que la relación debe estar claramente establecida.

Está diseñada para comprobar la calidad de la relación entre el bebé y su


cuidador/a o madre, por lo que durante la observación es de especial interés las
reacciones del niño al separarlo de la madre y cuando vuelve a reunirse con ella, es
decir, observar las reacciones del niño ante las ausencias de su referente.

Esta investigación consiste en crear una situación donde el niño y su referente


compartieran el espacio sin que el adulto interactúe jugando con él, cuando llega
una persona extraña que conversa primero con los padres y más tarde se acerca al
niño mientras su cuidador se aleja discretamente.

En este punto se observa la reacción del niño al caer en la cuenta de la


ausencia de su referente, la persona desconocida intenta calmarle.

A los pocos segundos el cuidador entra de nuevo reconfortando al bebé y


vuelve a marcharse.

Esta vez el niño se encuentra solo sin extraño pero el desconocido entra a
calmarle y al poco rato vuelve el cuidador principal del niño, esta vez
reconfortándolo, cogiéndolo en brazos y calmándolo. El extraño sale sin ser visto.
Los principales aspectos de observación son:

 Cantidad de exploración del nuevo espacio (de nuevos juguetes,


nuevos rincones...)
 Reacciones al ver la salida del cuidador
 El nivel de ansiedad cuando el bebé está a solas con el desconocido
 Comportamiento en el reencuentro con el cuidador.

Procedimiento de la “Situación Extraña”:

El método consta de 8 episodios que son:

# de Personas Duración Breve descripción de la acción


episodio presentes

1 Madre, bebé y 30 minutos. El observador introduce a la madre y al


observador. bebé en la sala experimental, y sale.

Madre y bebé. 3 minutos La madre no participa mientras el bebé


explora. Si es necesario, se estimula el
2
juego pasados dos minutos.

Desconocido, 3 minutos Entra el desconocido. 1º minuto: el


madre y bebé. desconocido permanece en silencio.

2º minuto: el desconocido conversa


3
con la madre.

3º minuto: el desconocido se aproxima


al bebé. Después de 3 minutos la
madre sale discretamente.
4 Desconocido y 3 minutos o 1º episodio de separación. La
bebé. menos.* conducta del desconocido se coordina
con la del bebé.

Madre y bebé o 3 minutos Primer episodio de reencuentro. La


más. madre entra, saluda, y reconforta al
5
bebé. Después intenta que vuelva a
jugar. La madre sale entonces
despidiéndose.

6 El bebé solo. 3 minutos o 2º Episodio de separación.


menos.*

Desconocido y 3 minutos o Continua la segunda separación. El


bebé. menos. ** desconocido entra y coordina su
7
conducta con la del bebé. Intenta
interactuar con él.

Madre y bebé 3 minutos. 2º episodio de reencuentro. La madre


entra, saluda al bebé, y le coge en
8
brazos. Mientras tanto, el desconocido
sale discretamente.

Es importante mencionar que a diferencia del estudio con los macacos, este
estudio tomaba varias medidas para disminuir la crueldad hacia los niños:

1) El episodio se recorta si el bebé está excesivamente angustiado.

2) El episodio se prolonga si necesita más tiempo para que el bebé se


reincorpore al juego.
Al terminar la observación se siguen tres pautas para describir a los bebés que
han pasado por este procedimiento:

· Pauta A.- Inseguro- Evitativo

Reacciones ante la situación extraña: evitará o ignorará al cuidador, muestra


poca emoción cuando regresa o sale. Puede escapar cuando se acerca y así evitar
que le cojan. No explora mucho independientemente de la presencia de un adulto,
otro o ninguno y tampoco hay mucha variedad emocional.

Como ocurre: a partir de una crianza de prestación de cuidados. Las


necesidades del niño a menudo no se cumplen y él llega a creer que la
comunicación de necesidades no tiene influencia sobre el cuidador.

Este caso se dio en un 25% de los bebés que se observaron.

· Pauta B.- Apego seguro

Reacciones ante la situación extraña: un niño que tiene un fuerte vínculo con
su madre será capaz de explorar libremente mientras su madre esté presente, se
adaptará a los extraños, no le gustará que su madre se vaya y se pondrá contento
cuando vuelva. Pero un extraño no aliviará su disgusto cuando su madre no esté
presente.

Psicológicamente: son más capaces de explorar cuando tienen una seguridad


de que sus necesidades serán cubiertas en los momentos que ellos se vean con
miedo.

Cuando se atienden sus requerimientos se refuerza la sensación de seguridad.


Asumiendo que la asistencia que la madre brinda es la ayuda, el niño aprende para
un futuro que esa es la manera de reaccionar cuando alguien lo requiere,
ayudándola. Por lo que este es el estilo de apego más adaptativo.

Cómo ocurre: según ciertos investigadores el niño se siente seguro cuando su


madre está disponible y abierta a satisfacer sus necesidades de una manera
sensible y apropiada para él. Otros autores destacan otros aspectos que también
son determinantes como que el comportamiento de los padres también puede
afectar al nivel de apego, como pueden ser las reacciones exageradas en respuesta
a un accidente como una caída, el nivel de tensión o nervio con el que se le trata en
determinadas situaciones (en las comidas, mientras se le duerme), o la relación con
otras personas (los abuelos, la profesora, el padre ...).

Esta pauta se dio en 65% de los bebés.

· Pauta C.- Inseguro Ambivalente

Reacciones ante la situación extraña: sufrirán ansiedad tanto en la exploración


como en la presencia del desconocido incluso si la madre está presente. Cuando la
madre se ausenta el niño sufre mucho estrés y cuando regresa el niño es
ambivalente, quiere estar con su madre pero está enfadado y se resiste si su madre
le otorga atención empujándola o dejando de agarrarse si ella le levanta.

Cómo ocurre: algunos investigadores afirman que este tipo de apego es un


intento de aportar seguridad pero bajo los términos que decide su cuidador. En
ocasiones las necesidades del niño son ignoradas para terminar otra actividad y en
ocasiones se le otorga más atención de la que el niño requiere para satisfacer las
necesidades del adulto.

Psicológicamente: el niño no puede tomar una decisión acerca de lo que


quiere. Este tipo de apego es menos deseable que el apego seguro, indica mayor
probabilidad de problemas de apego en el futuro.

Esta pauta se dio sólo en un 10% de los bebés.

En un principio no era parte de la clasificación de Ainsworth pero cuando un


compañero se lo propuso aceptó incorporarla.
Apego desorganizado-desorientado

Reacciones ante la situación extraña: puede llorar durante la separación pero


evita a su madre cuando vuelve, o se acerca a ella y se va. Puede realizar
comportamientos como mecerse de un lado a otro o golpearse a sí mismos.

Cómo ocurre: ciertos autores han encontrado relación entre los niños con
apegos desorganizados y las madres con depresiones graves.

1.2 TIPOS DE APEGO

Derivado de estudio de la situación extraña de Ainsworth, lograron dilucidar


tres tipos de apego enmarcables en dos grandes grupos de tipos de apego: Apego
Seguro y Apegos Inseguros (apego evitativo y apego ambivalente), a través de lo
que denominaron la “situación extraña”, que consistía en exponer al menor a una
situación carente de familiaridad, con la finalidad de conocer cómo era su reacción
cuando su madre marchaba de la habitación y éste se quedaba a solas con un
extraño (un miembro del grupo de investigación) y cuáles eran los comportamientos
que exhibía en el momento del reencuentro. Finalmente, gracias a otro grupo de
investigación, se añadió a los tipos de apego inseguros, el apego desorientado-
desorganizado.
Quedando por tanto, la clasificación de los tipos de apego, del siguiente modo:

Evitativo

Seguro
Ambivalente
Tipos de apego
Inseguro Desorientado-
Desorganizado

Ainsworth, definió la seguridad del apego como un estado de ausencia de


preocupación por la disponibilidad de una figura de apego. En la situación extraña,
observó cómo los niños que habían consolidado un tipo de vínculo seguro con su
cuidador, exploraban el entorno con curiosidad y alegría. Y cuando el progenitor
desaparecía de la sala, manifestaban su malestar con lloros y gestos de
preocupación; pero fácilmente se consolaban una vez regresaba su figura de apego.

1.2.1 TIPO DE APEGO: APEGO SEGURO

Los niños con apego de tipo seguro, son niños más felices cuyos padres han
sabido satisfacer sus necesidades en las diferentes etapas evolutivas, haciéndoles
sentir queridos e integrados en el sistema familiar, a través de la empatía, la
disponibilidad y la sensibilidad. En cada encuentro, entre padre e hijo, éste último
ha podido regular las emociones del otro, desde el afecto y la aceptación
incondicional, aunque ello conllevara dolor, lágrimas y malestar. Sintiendo que el
bienestar de uno es satisfacción para el otro.

En consecuencia, en cada interacción dada, el menor ha ido matizando una


representación del otro (y de los otros) como predecible y optimista; y definiéndose
a sí mismo con parámetros como: digno de ser amado, autoestima positiva,
confianza en sus habilidades y en su valía, y facilidad para comunicar sus estados
emocionales.

Así, crecen con la idea de que el mundo es un lugar seguro y confiable,


vivenciando las experiencias que les interpone la vida, como retos estimulantes de
los que adquirir, cuanto menos, un nuevo aprendizaje sino una oportunidad.

Los niños que han tenido un apego de tipo seguro, en su vida adulta, tienden
a ser personas emocionalmente más estables y coherentes, con narrativas de sus
vidas bien integradas; que confían en sí mismos y en los otros; y que acostumbran
a establecer vínculos de apego profundos, y en general, a relacionarse con
naturalidad, haciendo uso de la empatía e interpretando las experiencias y las
acciones de los otros, desde un prisma más optimista y positivo.

Se les pudiera consideras que son aquellas personas que uno encuentra en
su camino y que le hacen sentir bien acogido y aceptado, transmitiendo una buena
imagen del otro e interpretando sus acciones y sus palabras desde un foco más
optimista, de tal manera que, uno tiene la sensación de que nada cuanto se diga o
cuanto se haga, será distorsionado con segundas intenciones que amenazarán la
estabilidad del vínculo.

1.2.2 TIPO DE APEGO: APEGOS INSEGURO

¿Qué sucede cuando los cuidados parentales no son del todo satisfactorios,
cuando no se ha dispuesto de alguno de los ingredientes esenciales para procurar
un vínculo sano? Es entonces cuando hablamos de tipos de apego inseguros, es
decir, de lazos afectivos profundos, generadores de malestar, a consecuencia de la
falta de empatía y de sensibilidad hacia las necesidades del menor, y que cristalizan
en la internalización de una representación del mundo como poco confiable y
predecible.

En el mejor de los casos, son niños cuyos padres ejercen sus labores de
crianza con empatía y preocupación, pero fracasan en el entender de sus
necesidades y en el despliegue de las estrategias resolutivas. Por lo que cada
intento de búsqueda de calor emocional, seguridad y entendimiento, han podido
desembocar en un mayor ahondamiento del dolor e intensificación del sentimiento
de extrañeza y confusión hacia el entendimiento del mundo.

Imaginemos por un momento que aterrizamos en otro planeta, un lugar que


nos es totalmente desconocido y extraño, y que a nuestro alrededor, hay seres de
ese planeta que no saben leer en nuestro rostro el temor que estamos sintiendo al
encontrarnos frente a ellos. Algunos, quizá se acerquen en busca de satisfacer su
curiosidad y miren con detenimiento cada parte que compone nuestro cuerpo. Otros,
quizá ignoren nuestra presencia. Posiblemente, tendremos tanto miedo que no
sabremos qué hacer ni a dónde ir, tratando de entender el sinfín de estímulos
desconocidos que accederán a nuestra conciencia. Miraremos ese mundo con
desconfianza y desconcierto.

Los niños con un apego de tipo inseguro, desde la infancia han vivenciado
sus relaciones con los otros con insatisfacción, ya fuera por haberse sentido
ignorados o porque aun habiéndoselos tenido en cuenta, sus cuidadores han
adoptado pautas educativas inconsistentes, dependientes de sus estados de ánimo
y de sus propias necesidades. Son aquellos padres que desde lejos parecen estar
preocupados por las necesidades de sus hijos, pero que cuando se someten sus
conductas a un análisis más detallado, se evidencian motivaciones internas que
responden al egocentrismo.

En consecuencia, estos niños que experimentan un apego de tipo inseguro


crecen internalizando modelos operativos impregnados de una carga emocional
negativa que a menudo desemboca en elevados niveles de ansiedad. Sus historias
de apego, les han llevado a concluir que en la interacción con el otro, uno obtiene
más dolor que beneficio, por lo que no es de extrañar, que desarrollen estrategias
defensivas como el aislamiento, la retracción o la evitación, en un intento de evadir
el dolor que les comporta la interacción con los otros. Así mismo, en cada interacción
dada con sus significantes, se le ha intensificado un sentimiento de incomprensión,
ignorancia y desvalía, que le han conducido a la construcción de una de identidad
poco definida y fragmentada, revestida de tristeza y fuertes sentimientos de soledad.

En la adultez, acostumbran a ser personas con un bajo concepto de sí mismo,


que esperan poco de la vida, y que en la interacción con los otros, inicialmente, se
muestran reticentes y desconfían de su buen hacer. Viven arraigados a la seguridad,
temiendo la su autonomía e independencia, y fácilmente experimentan episodios de
ansiedad cuando creen estar siendo amenazados los vínculos que satisfacen su
apego.

Algunos, huyen del malestar que les generan las relaciones, otros en cambio,
en un intento de deshacerse del temor al desapego y de los profundos sentimientos
de soledad, establecen múltiples vínculos indiscriminados con muchas personas,
pero ninguno de ellos, constituido por esa sensación de “conexión profunda” que
diferencia el apego.
APEGO ADULTO

A mediados de los años 80 diversos investigadores comenzaron a aplicar las


clasificaciones del tipo de apego utilizadas en la infancia —seguro, ambivalente y
evitativo— al mundo de los adultos: Main y sus colaboradores desarrollaron la
Entrevista de Apego para Adultos (AAI, George, Kaplan y Main, 1985/1996), una
entrevista semiestructurada que permite evaluar el estado mental de los adultos con
respecto al apego, y que permite predecir con una exactitud del 80% (van IJ-
zendoorn, 1995) el tipo de apego de los hijos medido con el procedimiento habitual
en la infancia, la Situación Extraña (Ainsworth, 1978). Hazan y Shaver (1987, 1990)
aplicaron las teorías y métodos del apego al estudio del amor romántico en adultos
y a la evaluación de la seguridad sentida hacia la pareja como figura de apego.

En una reciente aportación, Bartholomew (1990) y Bartholomew y Horowitz


(1991) identiificaron dos componentes dentro de los modelos internos activos antes
descritos: la imagen de los otros, relacionada con la evaluación de la figura de apego
como alguien disponible y en quien se puede confiar, y la imagen del self, o
evaluación de uno mismo como alguien que va-le o no la pena y suscita, o no, el
interés de los demás.

Desde este enfoque, el seguido por nosotros en el presente trabajo, se


distinguen cuatro tipos de apego: seguro, que aúna una idea positiva de sí mismo y
una idea positiva de los demás; evitativo-rechazante, con una idea positiva de sí
mismo y una idea negativa de los demás; preocupado, con una idea de sí negativa
y positiva de los demás; y evitativo-temeroso, con una idea tanto del self como de
los otros negativa.

De esta disposición de los sujetos a lo largo de dos dimensiones de intimidad


y autonomía pueden deducirse diferentes estilos relacionales que determinan la
forma en que las personas percibirán a, e interaccionarán con, personas
significativas de su entorno. Una revisión de la literatura existente sobre el tema
apunta en el sentido de que las personas tienden a imitar los patrones tanto
cognitivos y emocionales como comportamentales de las figuras de apego, lo cual
es interpretado como una identificación con la figura de apego. Teniendo en cuenta
que durante la infancia y parte de la adolescencia la primera figura de apego suele
ser generalmente la materna (Ainsworth, 1978), nuestra primera hipótesis es que
los sujetos se identificarán más con las características de la figura materna que con
las de la paterna.

A partir de la segunda parte de la adolescencia, las figuras de apego cambian


significativamente, adquiriendo los iguales una importancia cada vez mayor, hasta
suplantar a las figuras parentales (López, 1993). En este sentido, creemos que los
participantes en nuestra investigación se identificarán más con sus iguales (pareja
o amigos/as) que con sus padres. Así mismo, y teniendo en cuenta la centralidad
de la madre como figura de apego durante la infancia y el momento actual de
desarrollo evolutivo de los participantes en nuestra investigación (transición de la
adolescencia a la vida de adulto), esta identificación con los iguales se realizará a
un nivel similar al de la madre, aun-que posteriormente, y siguiendo la teoría, sea
superada por los iguales, y especialmente por la pareja, en su centralidad como
figura de apego.

La autovaloración y la valoración de las personas del entorno, es una


característica distintiva de los cuatro tipos de apego (Bartholomew, 1990;
Bartholomew y Horowitz, 1991) Respecto a los padres Levy, Blatt, y Shaver (1998)
examinaron la relación entre los estilos de apego mencionados y las
representaciones de los padres, encontrando que los sujetos seguros tenían unas
representaciones de sus padres caracterizadas por la diferenciación, elaboración,
benevolencia y no punitividad. Las de los rechazantes estaban caracterizadas por
un menor grado de diferenciación y mayor punitividad y malevolencia, de forma
relativamente similar a la de los temerosos, mientras que los preocupados
caracterizaban a sus padres como punitivos y benevolentes a la vez.

A continuación abordaremos a mayor detalle los estilos de apego adulto:


Seguro

Las personas con apego seguro tienden a estar de acuerdo con las siguientes
afirmaciones: "Es relativamente fácil para mí acercarme emocionalmente a los
demás. Me siento cómodo en función de otros y tener otros dependen de mí.. No
me preocupo por estar sola o demás no me aceptar. "Este estilo de apego suele ser
resultado de una historia de interacciones cálidas y sensibles con sus relaciones.
Las personas con apego seguro tienden a tener una visión positiva de sí mismos y
sus relaciones. También tienden a tener una visión positiva de sus relaciones. A
menudo reportan una mayor satisfacción y el ajuste en sus relaciones que las
personas con otros estilos de apego. Las personas con apego seguro se sienten
cómodos tanto con la intimidad y la independencia. Muchos buscan equilibrar la
intimidad e independencia en sus relaciones.

El apego seguro y funcionamiento adaptativo son promovidos por un


cuidador que es emocionalmente disponible y adecuada en respuesta a la conducta
de apego de su hijo, así como capaz de regular tanto sus emociones positivas y
negativas.

Inseguro

*Ansioso-precupado

Las personas con tipo de apego ansioso - preocupado tienden a estar de


acuerdo con las siguientes afirmaciones: "Quiero ser completamente
emocionalmente íntimo con los demás, pero a menudo me encuentro que otros son
reacios a acercarse tanto como me gustaría ", y "me siento incómodo sin una
relación cercana, pero a veces me preocupa que otros no me valoren tanto como
los valoro". Las personas con este estilo de apego buscan altos niveles de intimidad,
la aprobación y la capacidad de respuesta de su figura de apego. A veces valoran
la intimidad hasta el punto de que se conviertan en demasiado dependientes de la
figura de apego. En comparación con las personas con apego seguro, la gente que
está ansioso o preocupado con apego tiende a tener puntos de vista menos
positivos sobre sí mismos. Ellos pueden sentir una sensación de ansiedad que sólo
se retira cuando está en contacto con la figura de apego. A menudo dudan de su
valor como persona y se culpan por la falta de capacidad de respuesta de la figura
de apego. Las personas que están ansiosos o preocupados con el accesorio puede
presentar altos niveles de expresividad emocional, la preocupación y la impulsividad
en sus relaciones.

*Desdeñoso - evasivo

Las personas con un estilo desdeñoso de apego evasivo tienden a estar de


acuerdo con estas declaraciones : "Me siento cómodo y sin relaciones emocionales
estrechas ", "Es muy importante para mí para sentirse independiente y
autosuficiente ", y "prefiero no depender de los demás o tienen otros dependen de
mí ". Las personas con este estilo de apego desean un alto nivel de independencia.
El deseo de independencia a menudo aparece como un intento de evitar por
completo el apego. Ellos se consideran autosuficientes e invulnerable a los
sentimientos asociados a estar estrechamente unido a los demás. A menudo se
niegan necesidad de relaciones estrechas. Algunos pueden incluso ver las
relaciones cercanas como relativamente poco importante. No es sorprendente que
ellos buscan menos intimidad con apego, los cuales a menudo se ven menos
positiva de lo que ven a sí mismos. Los investigadores observan comúnmente el
carácter defensivo de este estilo de apego. Las personas con un estilo de apego
evasivo - desdeñoso tienden a reprimir y ocultar sus sentimientos, y tienden a lidiar
con el rechazo, distanciándose de las fuentes de rechazo (por ejemplo, sus
sentimientos).

*Temerosos - evasivo

Las personas con pérdidas u otros traumatismos, tales como el abuso sexual
en la infancia y la adolescencia a menudo pueden desarrollar este tipo de apego12
y tienden a estar de acuerdo con las siguientes afirmaciones : "Estoy un poco
incómodo acercándome a los demás. Quiero relaciones emocionalmente cerca,
pero me resulta difícil confiar o depender de los demás por completo. A veces me
preocupa que me lastimen si me permito acercarme a los demás ". Las personas
con este estilo de apego tienen sentimientos encontrados acerca de las relaciones
cercanas. Por un lado, el deseo de tener relaciones emocionalmente cercanos. Por
otro lado, tienden a sentirse incómodos con la cercanía emocional. Estos
sentimientos encontrados se combinan con vistas a veces inconscientes, negativos
sobre sí mismos y sus relaciones. Ellos comúnmente se ven a sí mismos indignos
de la capacidad de respuesta de sus relaciones y no confían en las intenciones de
sus relaciones. Al igual que el estilo de apego evasivo - desdeñoso, las personas
con un estilo de apego evasivo - temerosa buscan menos la intimidad de las
ataduras y con frecuencia suprimir y negar sus sentimientos. Debido a esto, están
poco cómodo expresando su afecto.

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