Pablo Ruiz Picasso, arquetipo de «el artista», genio, vital,
follador…, creador de estilos, una leyenda ya en vida (que él
contribuyó a forjar) y sin duda alguna, uno de los más grandes artistas de la historia. Dejó huella en cada una de sus múltiples etapas de sus períodos azul, rosa o blanco y negro, al cubismo que inventó, después al surrealismo, a la abstracción… y por este inconmensurable talento junto a su ingente producción estamos ante el artista más famoso de la historia del arte.
Picasso no pierde vigencia porque fue la figura central de todo
el arte del siglo XX, un artista experimental pero ligado al pasado y con una obra que continuamente admite nuevas lecturas. Fue quizás también el artista más influyente. El arte contemporáneo es lo que es gracias (o por culpa) de él.
No podemos hablar de biografía al uso. Estampó su vida en sus
lienzos y entre él y sus amigos, la élite cultural del siglo XX, se crearon su propia vida, su propia leyenda. Los detalles biográficos parecen irrelevantes ante la grandiosidad de su obra, aunque está plagados de mitos, desde la bocanada de humo que le dio la vida a un recién nacido artista al robo de la Gioconda en 1911.
No podemos hablar de un estilo concreto. Su libertad
estilística hizo que pasara de un estilo a otro sin transición, Su genio fue el material principal de su arte: en apenas segundos podía hacer una obra maestra. Representaba la rama del arte contemporáneo más física, la necesidad de pintar, de crear de forma material.
Fue también celebridad: la fama y el éxito económico, pero