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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE NUEVO LEÓN

FACULTAD DE DERECHO Y CRIMINOLOGÍA

DERECHO NOTARIAL
ENSAYO

Nombre: Roxana Janeth Antonio Del Angel


Matrícula: 1866889
Grupo: 042
Materia: DERECHO NOTARIAL

08 de noviembre de 2022
ENSAYO

Libertad de expresión en las redes sociales. Alcances legales y éticos.

Introducción

En el presente ensayo abordaremos el tema respecto a la libertad de expresión


dentro de las redes sociales, el cual me parece un tema muy interesante ya que
como bien sabemos todos tenemos al derecho a la libre expresión, sin embargo,
existe un problema cuando hablamos respecto en el ámbito de las redes sociales,
por ejemplo al estar divulgando información que son totalmente falsos, los cuales
afectan a la sociedad, un ejemplo podría ser las personas que sufren trastornos
alimenticios y buscan dietas o alimentos para bajar de peso, los cuales claramente
son falsos, el problema está de las personas que crean ese tipo de páginas y
divulgan información falsa.

Pero centrémonos en el tema que más nos interesa, en la rama legal, de igual
manera por ejemplo al estar buscando ciertas disposiciones en Google y
obviamente arrojan demasiadas respuestas, lo cual a veces es incorrecto, es por
eso que nosotros como abogados debemos de sustentar nuestra información
verídica, con las leyes vigentes, jurisprudencias, etc.

La construcción de los limites a la libertad de expresión en las redes


sociales

La irrupción de las redes sociales impone la necesidad de plantear el interrogante


de si los límites tradicionales siguen siendo válidos o si conviene una
reformulación. En este contexto, se ha advertido de la relevancia de la respuesta
que ofrezcamos a este interrogante para el futuro de nuestra democracia.

Para dar respuesta a esta cuestión, se ha considerado pertinente comenzar por


identificar cuáles son los elementos que distinguen la comunicación en red
respecto de la comunicación tradicional. En este sentido, han sido cuatro los
elementos considerados relevantes: la posición del receptor del mensaje, que
puede en cualquier momento interactuar respecto del mismo y convertirse en
emisor (a veces anónimo o poco fiable); la posición de relativa igualdad del emisor
del mensaje; la gran cantidad y variedad de contenidos en la red; el aumento de la
capacidad de interrelación comunicativa, que a su vez provoca una mayor
exposición al conocimiento público y la indelebilidad de los mensajes.

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha insistido una y otra vez en el


peculiar estatus de la libertad de expresión, reconocida en el artículo
10.1 del Convenio Europeo de Derechos Humanos de 1950. Resulta ya habitual
aludir a la Sentencia Handy-side v. Reino Unido (1976) cuando afirma que esta
libertad constituye uno de los fundamentos esenciales de la sociedad democrática,
una de las condiciones básicas para su progreso y para el desarrollo de las
personas.

No obstante, también se establece que el artículo 10.2 del Convenio abre la puerta
a ciertas limitaciones al prever que el ejercicio de esta libertad «podrá ser
sometido a ciertas formalidades, condiciones, restricciones o sanciones previstas
por la ley, que constituyan medidas necesarias, en una sociedad democrática,
para la seguridad nacional, la integridad territorial o la seguridad pública, la
defensa del orden y la prevención del delito, la protección de la salud o de la
moral, la protección de la reputación o de los derechos ajenos, para impedir la
divulgación de informaciones confidenciales o para garantizar la autoridad y la
imparcialidad del poder judicial».

A partir de este precepto, la jurisprudencia europea ha dictaminado que, cuando


un Estado limita la difusión de un mensaje, la Corte debe verificar que esta
restricción cumple con los siguientes requisitos: debe hallarse prevista
normativamente; perseguir una o más de las finalidades establecidas en el artículo
10.2 del Convenio; y ser una limitación necesaria en una sociedad democrática.

A partir de aquí, el TEDH analiza una serie de parámetros para decidir si la


limitación a la libertad de expresión tiene cabida en el Convenio: la materia sobre
la que versa el mensaje; la intención del emisor; quién emite el mensaje; a través
de qué canal; y el ámbito geográfico donde se difunde. Estos parámetros no han
sido todavía aplicados a la comunicación a través de redes sociales, de manera
que debe interpretarse si los mismos son válidos para este tipo de comunicación,
si deben aplicarse de otro modo o, incluso, si conviene buscar otros parámetros.

Ahora pasemos a otro tema que me es importante tocar, ya que se trata respecto
a las noticias falsas, momento que en la introducción se toco ese tema pero no
muy a fondo.

La existencia de noticias falsas no es, evidentemente, ninguna novedad puesto


que la difusión de información sin contrastar o, más llanamente, el ejercicio de mal
periodismo se corresponde con lo que tradicionalmente se ha llamado
manipulación o amarillismo. Pero con la irrupción de las tecnologías de la
información y de la comunicación el fenómeno ha adquirido una nueva dimensión.

Las noticias falsas provienen de sitios ficticios diseñados para parecer fiables que
producen títulos sensacionalistas para atraer al lector. La polémica creada por
estas noticias maliciosas implica principalmente a las fuentes o portales que las

crean pero también a las redes sociales que ayudan a su propagación viral y a las

plataformas de publicidad que las financian.

Aunque en mucha menor medida, tampoco los medios de comunicación


tradicionales escapan de algunos ejemplos de difusión de noticias inveraces o no
contrastadas cuya aparición suele relacionarse ahora con la crisis estructural del
periodismo como modelo sostenible. Desde hace aproximadamente una década,
se ha producido un cambio extraordinario en el diseño de negocio de la prensa
que no rentabiliza su tradicional patrón publicitario y se enfrenta a nuevas
exigencias del público, distribución y comercialización. Y las grandes empresas de
comunicación están respondiendo a una caída generalizada de anunciantes y
suscriptores con recortes de personal o reconfiguraciones de plantilla más o
menos drásticas.
Esta transformación también ha alcanzado a los nuevos modos de producción
narrativa de la prensa basada ahora en la rapidez o casi instantaneidad
informativa.

Con el advenimiento del entorno digital y la necesidad de una información


permanentemente actualizada se ha quebrado la precisión que requiere la
elaboración de

las noticias, una de las condiciones básicas para ofrecer información de calidad y
sin errores.

El peligro de las noticias falsas es que crean una sociedad que no es capaz de
ponerse de acuerdo sobre hechos básicos lo que impide construir una democracia
funcional. La desinformación afecta directamente a los fundamentos de las socie-
dades democráticas que se construyen sobre la presunción de que sus
ciudadanos toman decisiones informadas en el momento de acudir a votar.
Gracias a la información que los ciudadanos recibimos acerca de los asuntos
públicos, acerca de la labor de nuestros representantes o del trabajo que
desarrollan las instituciones públicas podemos formarnos una opinión sobre los
mismos y ejercer un control sobre su gestión.

El análisis del fenómeno de la difusión de noticias falsas debe partir de la


identificación de dos sujetos que intervienen en su propagación. En primer lugar,
las plataformas o sitios web que crean esas noticias falsas y, en segundo término,
las redes sociales que contribuyen a su difusión viral. Por lo que se refiere a los
sitios web, gran cantidad de noticias falsas son originariamente fabricadas por
spammers que pretenden engañar a los usuarios de la Red y lucrarse de ingresos
publicitarios por cada clic que hagan esos usuarios. Se trata de falsos periódicos o
páginas con apariencia informativa que actúan deliberadamente cuando publican
bulos o propaganda pretendiendo ser noticias reales. En puridad, la manipulación
fue, en un primer momento, la principal motivación de las páginas creadoras de
noticias falsas pero este objetivo pasó a un segundo plano cuando se reveló como
un negocio muy rentable porque el elevado número de visitas producía cuantiosos
beneficios gracias a la inserción publicitaria. En una segunda fase, la viralización
de esas noticias falsas se produce a través de las redes sociales como Facebook
o Twitter en lo que se ha venido a bautizar como «cascada informativa».
Precisamente, las páginas de noticias falsas tratan de atraer a esas redes sociales
para desviar hacia ellas el tráfico de Internet, amplificar su efecto y aprovechar sus
servicios de publicidad con los que obtener cuantiosos ingresos

En la sociedad de la información, el consumo de noticias en una gran parte de la


población no es el fruto de una búsqueda de información en los distintos medios
de comunicación sino que hoy la gente consume noticias desde su feed de
Facebook, Google u otras redes sociales que las escogen en función de los datos
que poseen de sus usuarios básicamente, el lujo de información seleccionado por
amigos, contactos y allegados y procesan por algoritmos secre-tos. A través de
estas fórmulas se «controla» la información que consumen los usuarios de las
redes sociales.

El principal efecto de los filtrados personalizados de información en función de


nuestros gustos personales es que la versión del mundo que encontramos a diario
solo sirve para confirmar y reafirmarnos en nuestras creencias preexistentes
gracias a la limpieza invisible a la que ha sido sometida. En 2011 se acuñó el
término filter bubble12 que podríamos traducir por «burbuja (de información)
filtrada» para aludir a esta realidad y se comprobó con la función de búsqueda
personalizada de Google que impide que dos personas jamás encuentren la
misma información aunque empleen los mismos términos en su búsqueda. Esas
fórmulas deciden lo que es visible para nosotros y lo que nos va a permanecer
oculto limitando nuestro conocimiento de un más amplio abanico de ideas e
información dedigna y condicionando el descubrimiento casual de otras fuentes de
conocimiento.

Respecto al derecho al olvido, la primera faceta del derecho al olvido está


relacionada con el pasado judicial o penal de un individuo. Es la faceta más
clásica. Inicialmente estaba vinculada sobre todo a la creación de registros de
antecedentes penales. Hoy en día, el derecho al olvido del historial judicial ha ido
mucho más allá de los antecedentes penales. La jurisprudencia de varios países lo
ha reconocido, basándose en el derecho a la privacidad o como parte de los
derechos de la personalidad. Está justificado por la fe en la capacidad del ser
humano de cambiar y mejorar, así como en la convicción de que el ser humano no
debe reducirse a su pasado. Una vez pagado lo debido, la sociedad debe ofrecerle
la posibilidad de rehabilitarse e iniciar una nueva vida sin tener que soportar el
peso de sus errores del pasado el resto de su vida. Este derecho entra en conflicto
con el derecho a la información; el tiempo es el criterio para resolver el conflicto. El
derecho al olvido debe dar prioridad a las exigencias del derecho a la información
cuando los hechos que se revelan presentan un interés específico para su
divulgación.

Conclusión

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