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La investigación en Ciencias Sociales: lógicas, métodos y técnicas para abordar la realidad social

1.LA CIENCIA COMO FORMA DE CONOCER

QUE ES INVESTIGAR: PRODUCCION DE CONOCIMIENTOS.CIENCIA COMO PRODUCTO Y COMO


PROCESO.CRITERIO DE VERDAD EN CIENCIA.

La ciencia como forma de conocer: sus posibilidades y limitaciones

Antes de comenzar a transitar a lo largo del proceso de investigación a través de los sucesivos
capítulos, conviene sentar las bases sobre algunas cuestiones epistemológicas fundamentales en
tres propósitos. El primero en hacer reflexionar, el segundo en familiarizarnos con términos que
aparecerán y el tercero es exponer nuestro punto de vista.

El intento de dar respuestas, bajo qué condiciones afirmamos que un conocimiento es científico.
Karl Popper al diferenciar al conocimiento científico de la elucubración filosófica. Su “criterio de
demarcación” es la falsabilidad. Es científica una afirmación que, al poder ponerse a prueba pueda
resultar falsa. Quedo con ello implícita otra condición indispensable: la contrastabilidad para las
ciencias fácticas. Es a partir de Popper que la comunidad científica no pone en duda que aquello
que no pueda ponerse a prueba no puede incluirse dentro del conocimiento científico.

A pesar de ser importantísima, no es la única característica fundamental del conocimiento de las


ciencias fácticas. La racionalidad y la objetividad son los otros dos rasgos esenciales tal como lo
señala Bunge.

La racionalidad implica que el saber científico no se queda en las meras sensaciones o


percepciones, sino que trata de interpretar los fenómenos a través de ideas articuladas con
razonamientos lógicos que permiten la formación de teorías. Objetivo significa que pretende
caracterizar y/o explicar los fenómenos que le interesan tal cual son y lo hace al aproximarse
mediante la observación, la recolección sistemática e interpretación de datos surgidos a través de
las diferentes técnicas o en algunos casos la experimentación.

La ciencia busca explicaciones cada vez más precisas de los fenómenos y en ese afán vuelve a
poner a prueba viejas y nuevas hipótesis. El resultado de la puesta a prueba puede ser la
corroboración o la refutación. La primera nos permite seguir confiando al menos provisoriamente
y la segunda nos obliga a reformar, ampliar o hasta rechazar en algunos casos los sistemas
teóricos.

Imre Lakatos, otro conocido epistemólogo, cambia el ángulo de la cuestión al afirmar que lo
importante es la base empírica, vale decir que es la cantidad de casos a favor lo que le da sustento
a la teoría cualquiera haya sido la forma del procedimiento por el que se la fundamenta.

Las disciplinas sociales han aprobado, que poseen la condición de ciencias. Cuentan con sus
propios objetos de estudios y la posibilidad de hacer generalizaciones de los fenómenos que
estudian. Es posible hacer formulaciones a partir de las regularidades que presentan los
fenómenos. Y la comunidad científica, posee las herramientas que la metodología legitima para
hacer objetiva la investigación y con ella las mismas ciencias del hombre.

¿Hay algo afuera?


Es usual establecer un primer distingo entre las ciencias formales y ciencias fácticas. Las primeras,
como la lógica y la matemática, serian aquellas que se ocupan de entes abstractos o ideales, que
solo existen en la mente humana, como los números o las figuras geométricas. Sus objetos no
existen en el mundo real, como lo señala Bunge, nadie ha visto nunca un tres. Las ciencias fácticas,
como la física o la biología, se refieren a objetos, sucesos y procesos que existen y ocurren en el
mundo real, aunque es verdad que suelen servirse de modelos derivados de las primeras para
estudiar sus propiedades.

Si pretendemos que as ciencias sociales son disciplinas fácticas por oposición a las formales,
hemos de aceptar que se ocupan de entidades que tienen alguna existencia real fuera de nosotros.
Hay una realidad externa y la ciencia se refiere a ella.

Se apoya en la noción dualista de objeto observado y sujeto que observa; supone que hay una
cierta realidad exterior y diferente al sujeto de la que es posible obtener conocimiento, aunque
sea incompleto, fragmentario e imperfecto. Ha sido repetidamente impugnada, al igual que
definida. Hay quienes sostienen que no existe nada que se sitúe fuera de la mente del observador,
lo que denominamos realidad es algo que está construido o configurado por el que observa: por lo
tanto, no es independiente de él.

La atención selectiva

Por cierto, que la realidad externa nos resulta-tal como existe- inconmensurable e inaccesible: solo
nos resulta aprensible parcial y selectivamente, y mediante una percepción múltiplemente
mediada. Ya señalaba Immanuel Kant, en el siglo XVIII, que no percibimos la realidad sin más, las
cosas en sí, sino los fenómenos.

En primer lugar, percibimos solo aquello que nuestro aparato perceptor nos deja percibir. Por otra
parte, las percepciones actúan selectivamente, están orientadas, no son casuales ni arbitrarias.
Aun en la vida cotidiana, no prestamos atención a todo cuanto nos rodea sino solo aquello que nos
resulta significativo. Nuestras ideas acerca del mundo que nos circunda, así como nuestros
intereses personales son elementos que determinan tales significadores.

Por ejemplo, un carro de bomberos en la cuadra, mangueras extendidas en la calle y charcos de


agua. Nos movería a interrogarnos acerca de sus causas y probablemente imaginaríamos posibles
respuestas: debió producirse un incendio. Tal vez, en el curso de la noche un sonido de sirenas
altero nuestro sueño y, probablemente, el de la mayor parte de los habitantes de la zona.

Adviértase que la interpretación que hemos dado a cuanto vimos solo resulta posible si tenemos
alguna información previa y estamos inmersos en un mismo “clima cultural”: un imaginario
habitante de una civilización donde no existieran cuerpos de bomberos, aunque hubiera captado
las mismas imágenes no les asignaría igual significado: no “vería” la misma realidad.

La realidad percibida por nosotros seria, pues, solo aquella parte a la que hemos sido capaces de
prestar atención, asignándole significado y ninguna otra. El hecho mismo de que difieran las
realidades percibidas, podría muy bien tomarse como confirmación de que si hay algo fuera: una
realidad externa que interactúa diferencialmente con las capacidades y predisposiciones
perceptivas del observador.
¿Qué tipo de conocimiento aporta la ciencia?

Si aceptamos que hay algo afuera y que nuestras percepciones nos envían señales de ese afuera,
podemos dar un segundo paso: el conocimiento científico es una de las maneras de aproximarnos
a esa realidad externa, no la única.

Mario Bunge, nos dice que:

“Mientras los animales inferiores solo están en el mundo, el hombre trata de entenderlo: y sobre
la base de su inteligencia imperfecta pero perfectible construye un mundo artificial: ese creciente
cuerpo de ideas llamado “ciencia” que puede caracterizarse como conocimiento racional,
sistemático, exacto, verificable y por consiguiente falible”

Esta definición de Bunge ya nos advierte algo, la ciencia consiste en un “cuerpo de ideas”, “un
mundo artificial”. Luego, afirma que el conocimiento científico es fáctico, en tanto siempre parte
de ciertos hechos y se atiene a ellos. Además de observar y describir estos hechos, procura
explicarlos y, eventualmente, predecirlos. Formula conjeturas o suposiciones acerca de la
existencia de otros “hechos” que no son accesibles a la experiencia inmediata.

La ciencia no se ocupa de la entera realidad, no se trata de describir ni de explicar el conjunto del


universo o de la experiencia humana: mucho más modestamente, descompone la realidad en
términos analíticos, planteando problemas parciales, preguntas acotadas y referidas solo a ciertas
porciones de la experiencia. No obstante, sus proposiciones y afirmaciones tienen carácter
general, porque usualmente no se ocupan de un hecho en particular sino de clases de hechos: las
proposiciones de la ciencia procuran subsumir los sucesos particulares.

Las conjeturas de las ciencias –nos dice Bunge- debe ser puestas a pruebas mediante su
confrontación con los hechos a que hacen referencia.

Una característica del conocimiento científico es su carácter provisional, relativo, siempre pasible
de ser corregido o perfeccionado y hasta desechado.

Toda esta es una tarea planeada: la ciencia no avanza a tientas ni en forma errática: aunque no
pueda excluirse la casualidad en sus hallazgos, se supone que los científicos saben lo que buscan.
La ciencia no consiste en un agregado desordenado de afirmaciones inconexas sino en un conjunto
de ideas articuladas entre sí: es decir, es sistemática. Procura establecer conjuntos o sistemas
articulados de proposiciones con coherencia lógica interna.

La percepción de los científicos y el objeto de las ciencias

¿Qué clase de mediaciones hay entre la realidad externa y el modo de aprehensión de la ciencia?

Los planteos clásicos de la sociología del conocimiento coinciden en que la aprehensión del mundo
y la realidad no es “objetiva”, aun cuando todos los seres humanos cuenten con igual dotación
neurológica: esta permeada por una serie de condicionantes. Con mayor razón, no es posible dejar
de tener en cuenta otros aspectos tan específicos como las categorías socioprofesionales.

La percepción de la realidad está influenciada por un conjunto de factores, que trascienden las
limitaciones del aparato cognitivo y aun las preferencias personales: ellas son, entre otras, las
tradiciones profesionales, los desarrollos teóricos y las técnicas disponibles. Las tradiciones
profesionales de cada disciplina otorgan relevancias a ciertos problemas y no a otros o las
herramientas conceptuales y las técnicas disponibles propician que se aborden ciertas cuestiones y
no otras.

Esto establece límites al tipo de cuestiones de que se ocupa cada disciplina. No son fijos, porque el
ámbito de los problemas a tratar se amplía al tiempo que se extiende el conocimiento: podría
decirse que cada vez que, planteada una pregunta la ciencia logra elaborar una respuesta
tentativa, sucede que ella da lugar a nuevos interrogantes.

La ideología –es decir las inclinaciones o preferencias subjetivas de los individuos- también
orientan, por supuesto, sus percepciones acerca de las partes de la realidad que reclaman
atención y sus rasgos más significativos. Por ejemplo, economistas más inclinados a ocuparse de
los problemas relativos al aumento de las riquezas, en tanto que otros serán más sensibles a las
cuestiones que atañen a su mejor distribución.

La intersubjetividad en la ciencia

Aun con la considerable subjetividad señalada, podremos aceptar que la similitud de nuestros
aparatos neurológicos y estructuras mentales –en menor medida estos últimas- nos permiten al
menos basarnos en la intersubjetividad. Podemos pensar que hay una suerte de telón común, o de
horizonte compartido de significados, que pone algo de coincidencia en nuestras percepciones: no
otra cosa es lo que permite que todos puedan describir con similitud de rasgos la presencia de los
bomberos y atribuirla a la probable ocurrencia de un incendio.

En primer lugar, para que el conocimiento científico sea posible, habrá de existir algún grado de
acuerdo acerca del tipo de fenómenos que merecen atención en una disciplina científica y también
acerca de él, al menos, un conjunto inicial de los rasgos atendibles de los mismos. Esto no significa
que no pueda haber miradas novedosas, que destaquen rasgos antes no suficientemente
advertidos. Cuando los economistas analizan los factores que inciden en el crecimiento económico
de los países, tienen en cuenta cosas tales como la tasa de inversión, el gasto público, el consumo
privado, el nivel de empleo, la disponibilidad de capital, la clasificación de la mano de obras
disponibles, etc.

Algunos podrán pensar que los incrementos del gasto público obstaculizan el crecimiento, porque
requieren aumentos de impuestos para ser financiados y estos aumentos desalientan la inversión,
mientras que otros, desde una perspectiva keynesiana, sostendrán, por el contrario, que un gasto
publico convenientemente elevado tonifica la demanda y propicia la inversión, sobre todo en las
fases de declinación del ciclo económico.

Alcanzado cierto acuerdo acerca de los aspectos a tener en cuenta, también sería posible hacerlo
en relación con los modos en que obtendremos información respecto de estas cuestiones:
ocasionalmente, podrá haber distintos métodos para medir el desempleo y más de una definición
acerca de cuando alguien está o no está desocupado, pero en general, casi todos estarán de
acuerdo en que hay que hacer encuestas sobre muestras representativas, donde se pregunte a la
gente si ha trabajado en cierto periodo y –en caso contrario- si ha intentado hacerlo.

En el acuerdo provisional acerca de que –aceptando ciertos criterios comunes- algo es cierto o no
lo es, consiste, pues, la intersubjetividad. Hablar de desempleo supone una especie de telón
cultural común, que también forma parte de lo que llamamos intersubjetividad. Nadie hubiera
hablado de desempleo en el mundo antiguo, ni aun el medioevo: el desempleo es un fenómeno
contemporáneo que requiere de la noción previa de empleo, propia de capitalismo, donde el
trabajo –y en particular el trabajo asalariado- se erigió en el gran organizador de la vida de la
gente.

¿Qué puede pretender la ciencia? Los criterios de verdad científica y la relatividad del
conocimiento

La ciencia se ocupa de ciertas porciones de la realidad externa, que practica recortes selectivos de
ella, que se basa en información parcial, mediada y no objetiva de esa realidad. La ciencia no se
ocupa de la totalidad del afuera, sino solo de ciertas partes. Ellas no pretenden reflejar el mundo
como un espejo, tampoco descubrir la esencia de los fenómenos, sino, convertirse en
instrumentos de utilidad para describir y explicar la realidad. Eventualmente para predecir como
se comportarán ciertos aspectos de ella.

Cualquiera sea el modo en que midamos el desempleo, probablemente podremos comprobar que
“eso que convenimos llamando desempleo”, medido de esa particular manera, aumento o
disminuyo en cierto periodo y que aumentara si se incrementa la cantidad de gente que sale a
buscar trabajo, siempre que no se incrementen en igual medida los puestos disponibles. La ciencia
no podrá elegir entre distintas definiciones de este fenómeno (como tampoco dirimir si es bueno o
malo, habida cuenta de que hay quienes piensan que es sano que haya cierta desocupación, para
evitar un alza excesiva de los salarios, que aumentan los costos). Podrá, describir su
comportamiento, conjeturar sus causas, predecir cómo se comportará de aquí en más. También
podría mostrar las consecuencias de adoptar una u otra forma de medición y predecir lo que
sucedería si aumentara al doble o disminuyera a la mitad.

La relatividad de la verdad científica tiene dos dimensiones: una longitudinal o diacrónica: lo que
hoy estamos dispuestos a dar, por cierto, podría mostrarse erróneo mañana, cuando dispongamos
de instrumentos de observación más afinados. Otra transversal o sincrónica: lo que podemos dar
por cierto si aceptamos ciertos supuestos teóricos, puede no serlo si partimos de unos supuestos
diferentes.

En fin, ¿Qué lo que es cierto hoy, no lo será mañana? Esto parece, a primera vista, un argumento
destinado a desalentar al más entusiasta de los investigadores jóvenes. Sin embargo, a poco que
se lo piense, se advertirá que, aun así, el esfuerzo de generar conocimiento no es vano.

Tal vez mañana contemos con mejores instrumentos y advirtamos que lo que creíamos –visto de
lejos- un islote en el océano era la cabeza de una ballena.

Además, tal como lo ha sostenido Bachelard (1940), el conocimiento avanza por constante
rectificación de las nociones precedentes. Negar lo establecido es, pues, un modo de conocer más.
El conocimiento preexistente nos sirve, al menos para ser refutado: para saber cómo no son las
cosas.

Hemos de aceptar la relatividad, no como un perjuicio sino como una circunstancia afortunada.
Por otra parte, debe admitirse sin duda la influencia del ángulo de observación y la perspectiva del
observador.
Producto y proceso

Hay un resultado que se va acumulando a partir de este proceso: el conocimiento científico


concebido como un producto.

Producto y proceso son independientes, en primer lugar, porque el producto acumulado es el


resultado del proceso. Además, nadie parte de una tabula rasa ni se propone refundar las
disciplinas científicas a partir de la nada. Hacerlo así sería absurdo e imposible, porque supondría
desdeñar los esfuerzos ya realizados y, además, porque nadie se dedica a investigar en el ámbito
de una disciplina cualquiera sin haber tomado un contacto estrecho con sus tradiciones teóricas,
con sus hallazgos y sus modalidades de trabajo, etc.

Actividad 1: vocablo

Afán: es el deseo o el ansia de conseguir o lograr algo, así como el esfuerzo o la dedicación que se
pone en alcanzar una meta.

Elucubración: acción de pensar, reflexionar o imaginar de manera excesiva y complicada sobre


algo, especialmente sin tener una base concreta o evidencia sólida. También puede referirse a
ideas o teorías elaboradas de forma especulativa y sin fundamentos claros.

Contrastabilidad: capacidad de poder contrastar o comparar dos o más elementos, situaciones o


conceptos para identificar sus diferencias o similitudes. En otras palabras, implica la posibilidad de
establecer una comparación o contraste entre diferentes elementos para analizar y comprender
mejor sus características o propiedades distintivas.

Fácticas: aquello que es relativo a los hechos o a la realidad objetiva. Se utiliza para describir
situaciones, eventos o información que se basa en datos concretos y verificables, en
contraposición a lo especulativo o subjetivo.

Refutación: es un proceso o acto de rebatir o contradecir un argumento, afirmación o teoría.


Consiste en presentar evidencia o argumentos sólidos que demuestren que la afirmación en
cuestión es incorrecta o inválida. La refutación se utiliza comúnmente en debates, discusiones
académicas o científicas, donde se busca demostrar que una idea o posición es incorrecta o
insostenible.

Inconmensurable: se refiere a algo que no se puede medir o comparar de manera precisa o exacta.

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