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El cura de Ars
En los estudios muchos dicen que era torpe, por no decir estúpido, tenía especiales
dificultades en el aprendizaje del latín. Sin embargo, no puede haber algo más lejos de
la realidad. Su juicio nunca estuvo errado, pero su memoria era pobre. Él mismo decía
que no podía guardar nada en su mala cabeza. Esto se debía a los años que pasó sin
estudiar dedicado a las labores ganaderas. En un momento de desesperación casi se
regresa a su casa, pero felizmente el Padre Balley captó el peligro en el que se hallaba
su estudiante, y le pidió hiciese un peregrinaje al Santuario de San Francisco Regis,
en Louvesc. El peregrinaje logró un cambio en él, lo que hizo que su progreso fuese lo
suficiente para salvarlo del sentimiento de desaliento.
Tuvo que superar muchas dificultades para llegar por fin a ordenarse sacerdote. Llegó
a decir de su vocación: "El Sacerdocio solo será entendido en el cielo". Finalmente se
le confió la parroquia de Ars, un pueblo pequeñísimo. En los círculos clericales, Ars
era mirado como un tipo de Siberia. El distrito era torpe, la desolación espiritual era
aún mayor que la material. El santo, con una activa predicación, con la mortificación, la
oración y la caridad, la gobernó, y promovió de un modo admirable su adelanto
espiritual. Para convertir a sus feligreses sobre todo él oraba y añadía a la oración las
más austeras penitencias. Su cama era el mismo suelo ya que la cama que trajo de
Ecculy la regaló. Se hizo el propósito de restaurar y dar mayor esplendor a la
parroquia.
Sus sermones e instrucciones le costaban mucho su memoria no le permitía retener,
así que pasaba noches enteras en la pequeña sacristía, en la composición y
memorización de sus sermones de Domingo; en muchas ocasiones trabajaba 7 horas
corridas en sus sermones.
Quería tener buenas escuelas en el pueblo y para comenzar abrió una escuela gratis
para niñas a la que llamó "Providencia”.
Era de esperarse que un triunfo tan grande de la religión así como la santidad del
instrumento que Dios usó con este fin, trajese la furia del infierno. Por un periodo de 35
años el santo Cura de Ars fue asaltado y molestado, de una manera física y tangible,
por el demonio. Una mañana el demonio incendió su cama. El santo se disponía a
revestirse para la Santa Misa cuando se oyó el grito de "fuego, fuego". El solo le dio
las llaves del cuarto a aquellos que iban a apagar el fuego. Sabía que el demonio
quería parar la Santa Misa y no se lo permitió. El propósito de todo esto era el de no
dejar dormir al Santo Cura para que se cansara y no pudiese estar horas en el
confesionario, donde le arrancaba muchas almas de sus garras.
El santo sacerdote se puede decir que pasó su vida en una continua batalla con el
pecado a través de su trabajo en el confesionario. El gran milagro de Ars era el
confesionario. Miles de personas acudían al pueblo de Ars para ver al Santo Cura,
pero especialmente para confesarse con él. Se puede decir que el confesionario era
su morada habitual, pasaba de 11 a 12 horas al día en él. El cúlmen de los
peregrinajes se alcanzó en 1845, llegaban de 300 a 400 visitantes todos los días. En el
último año de la vida del Santo Cura el número de peregrinos alcanzó el asombroso
número de 100 a 120 mil personas. Murió el año 1859.
1. ¿Qué me llama más la atención en la vida de este santo? ¿En qué cosas se
parece a Jesucristo?
2. San Juan Mª sufrió los ataques del demonio como hemos visto en su vida.
¿Sufro algunas veces tentaciones? ¿Cómo lucho contra ellas, cuáles son mis
armas?
3. San Juan Mª era desde niño un chico piadoso y bueno y que descubrió muy
pronto su vocación. ¿Se puede ser joven y santo? ¿Quiero ser santo verdad?
¿Qué hago para descubrir mi vocación?
4. El secreto del Cura de Ars fue siempre su unión con Dios que se concretaba en
la oración. Él decía que en la oración el alma se fundía con Dios. ¿Hablo con
Dios todos los días? ¿Cómo suelo rezar?