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In: M.J. Haller (Edit.): Geología y Recursos Naturales de Santa Cruz.

Relatorio del XV Congreso


Geológico Argentino. El Calafate, I-7:89-101. Buenos Aires, 2002.

CAPITULO I-7

EL VOLCANISMO JURÁSICO

JOSÉ L. PANZA y MIGUEL J. HALLER

Servicio Geológico y Minero Argentino, Av. Julio A. Roca 651, Piso 10, 1033 Buenos Aires
Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco y Centro Nacional Patagónico - CONICET, Bvard. Brown
3.500, 9120 Puerto Madryn

INTRODUCCION 1956). En su descripción original, estos autores inclu-


yeron los aglomerados volcánicos y lavas de composi-
El volcanismo jurásico tuvo un rol muy importante ción eminentemente básica que coronan la secuencia.
en la arquitectura geológica de la provincia de Santa Cruz. Posteriormente, Lesta y Ferello (1972) separaron las ro-
Las rocas producto de esta actividad volcánica cubren cas efusivas, denominándolas Formación Bajo Pobre.
extensas superficies y alojan, en el sector extraandino, Correspondió a Herbst (1965) dar rango formacional
numerosas manifestaciones minerales, que son objeto en a esta unidad. De acuerdo a Panza (1995 a), el perfil más
la actualidad de exploración y explotación. representativo se halla al oeste de la estancia Cañadón
Es posible agrupar los productos volcánicos jurásicos Largo. En ese sector afloran 805 m de areniscas tufíticas,
según su distribución geográfica, la que a su vez, como tufitas y tobas. Si bien hay menciones de espesores más
se verá más adelante, tiene una implicancia genética en potentes, la presencia de fallas, la ausencia de niveles guías
lo que hace al ambiente geodinámico donde se forma- y el cambio en la actitud estructural de las capas, sugieren
ron. En la Figura 1 se representaron los afloramientos un espesor de 900 m para esta unidad (Panza, 1995 a).
de las volcanitas jurásicas en la provincia de Santa Cruz. La Formación Roca Blanca comienza en su sección
inferior con areniscas de grano grueso, en ocasiones
ROCAS VOLCÁNICAS JURÁSICAS conglomerádicas. Contienen abundante material
EXTRANDINAS piroclástico retrabajado (Teruggi, en Herbst, 1965). Por
lo general tienen estructura maciza, pero en ocasiones
En el sector extraandino, más específicamente en el pueden presentar estratificación entrecruzada en arte-
ámbito del Macizo del Deseado, se extiende un impor- sa, remarcada por diferencias en el tamaño de grano y
tante paquete de rocas volcanogénicas, que comprende en el color de las capas. El color dominante de las are-
las piro- y epiclastitas de la Formación Roca Blanca, las niscas es gris verdoso a gris blanquecino y amarillento,
lavas y cuerpos subvolcánicos de la Formación Bajo Po- aunque también son comunes las tonalidades rosadas,
bre y, las lavas, piro- y epiclastitas del Grupo Bahía castaño claras y verdes.
Laura. Se trata de areniscas líticas y arcósicas, formadas por
granos subangulosos a subredondeados de cuarzo,
Formación Roca Blanca feldespatos, micas menores y, litoclastos. Estos últimos
alcanzan tamaños de 3-4 mm corresponden a tobas gri-
Con la denominación Serie de Roca Blanca, los ses, blanquecinas, castañas, rosadas o bien, a volcanitas
geólogos de YPF se refirieron a una secuencia de tobas, afaníticas oscuras. En las variedades más gruesas pre-
areniscas, tufitas y pelitas que afloran en el sector cen- dominan los componentes líticos, con material tobáceo
tral del Macizo del Deseado (Di Persia, 1956; De Giusto, como matriz. El cemento presente es de naturaleza
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ferruginosa, silícea o en forma subordinada, carbonática. plia en todo el Macizo del Deseado, si bien sus aflo-
En la sección intermedia, las areniscas presentan una ramientos individuales son en general reducidos y ais-
estratificación normal en bancos de 0,30-0,80 m y con- lados. Los principales afloramientos se ubican en el
tienen restos de vegetales en distintos estados de conser- sector central del macizo, desde la estancia Cañadón
vación. Los estratos epiclásticos contienen improntas Largo por el sur, hasta el Bajo Grande y Gobernador
de tallos y restos de troncos. Los de mayor tamaño al- Moyano. Según lo señalara Panza (1982, 1995a), en
canzan hasta 1,5 m de longitud y 0,40 m de diámetro. este sector los asomos tienen mayor continuidad y tam-
Panza (1995 a) menciona la presencia de troncos en po- bién mayor desarrollo vertical. Otros asomos, de
sición de vida. Las capas piroclásticas contienen menor envergadura, se encuentran en el bajo Pobre,
improntas vegetales y manchas de material carbonoso. en el sector nororiental del macizo. El afloramiento
La Formación Roca Blanca está afectada por nume- más septentrional se halla en los valles del río Desea-
rosas discontinuidades y fallas, así como por pliegues do y río Pinturas (Cobos y Panza, 2001), el más orien-
suaves y de escasa magnitud. La flora fósil fue descripta tal en el bajo de La Leona y el más austral, en cerca-
por Herbst (1965). Pöthe de Baldis (1982) registra una nías de Manantial Espejo.
abundante cantidad de palinomorfos, térmicamente muy La Formación Bajo Pobre está constituida principal-
degradados y corroídos. Además de los restos de origen mente por basaltos, rocas negras o gris oscuras con to-
vegetal, se ha mencionado la presencia del filópodo nos verdosos. La textura dominante es afírica maciza,
dulciacuícola Estheria sp. (Panza, 1982); la impresión aunque en ocasiones puede presentarse levemente
de un anuro primitivo Vieraella herbstii (Reig, 1961) y; porfíricas, con fenocristales de olivinas y plagioclasa en
de Protolacerta patagonica, un probable lacertilio una matriz afanítica. En algunas localidades participan
(Casamiquela, 1975). basandesitas y andesitas, de colores oscuros con tonos
El ambiente de depositación habría correspondido al morados y verdosos. Están constituidos por fenocristales
de una llanura de inundación, con un régimen fluvial de de plagioclasa y minerales fémicos (piroxenos, anfíboles
competencia variable, en la cual se producían con fre- y biotita) en una mesostasis afírica. Localmente pueden
cuencia aportes piroclásticos, ya sea por aporte eólico o participar tobas, lapillitas, areniscas y aglomerados vol-
por caída pliniana. cánicos. Las tobas son líticas, de color blanco amari-
Esta unidad se apoya en discordancia angular sobre llento, compactas y presentan fisilidad. Participan
las sedimentitas continentales de la Formación El Tran- litoclastos tobáceos y lávicos oscuros. Las lapillitas es-
quilo, de edad triásico media a superior. Se encuentra tán compuestas por abundantes fragmentos angulosos de
cubierta por los aglomerados volcánicos y basaltos de la tobas, fragmentos líticos correspondientes a vulcanitas
Formación Bajo Pobre, del Jurásico medio. negras, clastos de cuarzo y de biotita. Las areniscas son
Sobre la base de los elementos florísticos conteni- de grano fino a grueso, hasta conglomerádicas. Com-
dos, Herbst asigna a la Formación Roca Blanca una edad puestas de clastos angulosos a subangulosos de tobas en
liásica media a superior, señalando que puede alcanzar una matriz tobácea y pueden presentar cemento silíceo.
hasta el Aaleniano (Dogger temprano). Stipanicic y Panza (1995 a) menciona la presencia de flora fósil en
Bonetti (1970) indican una edad toarciano - aaleniana regular estado de conservación en estas areniscas. Los
para esta unidad sobre la base de consideraciones es- aglomerados volcánicos están formados por clastos
tructurales. Por la presencia de Callialasporites cf. subredondeados de andesitas porfíricas en una base
trilobatus, cuyo registro mundial comienza en el Dogger, tobácea y cemento carbonático y de óxidos de hierro.
Pöthe de Baldis (1982) señala una edad liásica «que pue- En esta síntesis se incluyen en la Formación Bajo Pobre
de pasar al Dogger». las rocas hipabisales ya reconocidas por Di Persia (1956) y
que Pezzi denominara en un informe inédito (1970) Diabasa
Formación Bajo Pobre Cerro León. Panza (1982, 1995 a, 1998) diferenció esta
unidad como Formación Cerro León, reconociendo sin em-
Como se mencionara más arriba, los basaltos y aglo- bargo que estas rocas intrusivas están vinculadas al
merados volcánicos que cubren la Formación Roca Blan- magmatismo básico que diera lugar a la Formación Bajo
ca, fueron considerados parte integrante de esa unidad Pobre (Panza, 1995 a, pp.27). Las rocas hipabisales (pórfiros
por los trabajos preliminares de Di Persia (1956) y De andesíticos y diabasas) se presentan como cuerpos intrusivos
Giusto (1956). La denominación Formación Bajo Po- subcirculares o como filones capa con bordes de enfria-
bre fue utilizada por Turic (1969) y Pezzi (1970). Co- miento distinguibles, son de color negro y aspecto fresco.
rrespondió a Lesta y Ferello (1972) hacer pública esta La textura es porfírica, con fenocristales euhedrales de
denominación para los basaltos, andesitas y aglomera- plagioclasa y piroxenos en una matriz de grano fino.
dos volcánicos que infrayacen a las rocas volcánicas áci- Se ha estimado un espesor máximo para la Forma-
das y sedimentarias del Grupo Bahía Laura. ción Bajo Pobre de 600 metros, siendo su espesor pro-
La distribución areal de esta unidad es muy am- medio del orden de 150-200 metros.
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Figura 1: Distribución de los afloramientos de volcanitas jurásicas en la provincia de Santa Cruz.

La Formación Bajo Pobre se apoya en discordancia rocas volcánicas y sedimentarias del Grupo Bahía Laura,
de erosión sobre la Formación Roca Blanca, de edad consideradas de edad post-bajociana.
liásica media a tardía, quizás dogger muy temprana. Por Tessone et al., (1999) determinaron una isocrona Rb/
su parte, está cubierta en discordancia erosiva por las Sr de 173 ± 8 Ma para esta unidad. Se dispone asimismo
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de cinco dataciones 40Ar/39Ar sobre rocas de esta unidad, «Matildense» y «Baqueroense». Ha sido también re-
que comprenden el lapso 152,7 ± 1,2 - 164,1 ± 0,3 Ma conocido en la comarca como «Complejo Porfírico de
(Alric et al., 1995; Mertz et al., 1998 y Féraud et al., la Patagonia extraandina» (Feruglio, 1949; Stipanicic
1999). Si bien se ha señalado que algunas de las edades y Reig, 1955, 1956), Complejo de Bahía Laura
pueden corresponder a fenómenos de alteración a tem- (Ugarte, 1966), «Serie Porfirítica» (Di Persia, 1954),
peraturas relativamente bajas, los valores obtenidos en «Serie Porfírica» o «Complejo Porfírico» (Roll, 1938;
las etapas progresivas de mayor temperatura de libera- De Giusto, 1956, 1957, 1958; Di Persia, 1955, 1956,
ción de Ar, son consistentes con los datos de otras mues- 1957, 1958, 1959). Lesta y Ferello (1972) acuñaron
tras, que sí presentaban edades plateau válidas. Por otro el término de Grupo de Bahía Laura, sosteniendo la
lado, recientemente Pankhurst et al. (2000, pp. 618) men- coetaneidad de las Formaciones Chon Aike y La
cionan una edad de 150,6 ± 2,0 Ma obtenida forzando Matilde, las cuales se encuentran interestratificadas
un ajuste de isocrona mediante la corrección del Ar at- entre sí. Incluyeron, provisoriamente, a la Formación
mosférico. Los fechados mencionados corresponden al Bajo Pobre en la parte basal del Grupo. En 1980 De
Bathoniano - Kimmeridgiano; si se tiene en cuenta el Giusto et al. mantuvieron al Grupo Bahía Laura como
valor de Pankhurst et al. (2000), alcanzan hasta el un único episodio, pero incluyendo en el mismo a la
Titoniano temprano. Formación Los Pirineos (Pezzi, 1970), constituida por
ignimbritas. Sacomani (1981) estableció la identidad
Grupo Bahía Laura entre las Formaciones Chon Aike y Los Pirineos, y
siguiendo un criterio de prioridad, consideró válido
Con esta denominación propuesta por Lesta y Ferello utilizar el primer término. Estas conclusiones fueron
(1972), se designan los registros de un muy importante avaladas por Mazzoni et al.,(1981), Panza (1982, 1984,
acontecimiento geológico acaecido en el Macizo del De- 1986) y Sruoga y Palma (1984). Igual criterio adopta-
seado durante el Jurásico medio - superior. El Grupo ron, entre otros, Panza y de Barrio (1989), de Barrio
Bahía Laura comprende las Formaciones Chon Aike y, (1989, 1993), Franchi et al. (1989), y de Barrio et al.
La Matilde. La primera está constituida principalmente (1999). Algunos autores (Rapela y Kay, 1988;
por una potente secuencia de ignimbritas de composi- Pankhurst et al., 1993) utilizan la denominación de
ción silícea, asociada a aglomerados y brechas volcáni- Complejo Chon Aike en sentido amplio, para referir-
cas, tobas y, escasas y restringidas lavas. Por su parte, la se al conjunto de rocas volcánicas jurásicas de este
Formación La Matilde está formada por tobas y tufitas e sector de la Patagonia.
interdigita lateral y verticalmente con la F. Chon Aike.
Los primeros viajeros científicos europeos que vi- Formación Chon Aike
sitaron las costas patagónicas, ya reconocieron los Esta unidad, definida por Stipanicic y Reig (1956)
pórfidos riolíticos que afloran en las cercanías de Puer- y formalizada por Archangelsky (1967), comprende
to Deseado y también en otras localidades costeras los términos eminentemente volcanogénicos del Gru-
(v.g. Darwin, 1846). La edad y subdivisión po Bahía Laura. La Formación Chon Aike está for-
estratigráfica de esta unidad fue objeto de numerosas mada predominantemente por ignimbritas de compo-
discusiones y opiniones encontradas. Ameghino sición riolítica, asociadas con espesos bancos de aglo-
(1906) dio detalles del complejo en buena parte de la merados volcánicos y con escasas tobas vítreas y cris-
Patagonia, asignándole con dudas una edad talinas, lapillitas y tufitas. Las facies lávicas son to-
precretácica, tal vez jurásica. Delhaes (1913) consi- talmente minoritarias, observándose escasos domos
deró a toda esta sucesión como de edad rética, o por dacíticos o riolíticos.
lo menos triásico superior, opinión a la que adhirie- A grandes rasgos, la Formación Chon Aike está cons-
ron posteriormente Wichmann (l922), Windhausen tituida dominantemente por ignimbritas riolíticas, como
(1924, 1931) y Frengüelli (1933). Varios autores pu- mantos compactos y espesos que forman grandes pare-
sieron en dudas la edad triásica de la unidad, y en par- dones y crestas muy abruptas, así como altos pináculos
ticular Gothan (1925), Roll (1938) y Feruglio (1949), de paredes subverticales. A veces tienen marcada disyun-
autor este último que fue el primero que analizó en su ción columnar y es típica la formación de grandes caver-
conjunto a la unidad, y llegó a la conclusión de que la nas y oquedades, en general paralelas a la
misma debe referirse en gran parte, sino totalmente, pseudofluidalidad. Esta última propiedad es en general
al Jurásico, proponiendo la denominación de Bahía poco notable en los afloramientos (donde se presenta
Laura y considerándolo un complejo (Feruglio, 1949, remarcada por la alineación de pequeñas cavidades), pero
pp. 139). Stipanicic, en otro trabajo fundamental, (en en muestra de mano llega a ser mucho más visible, y en
Stipanicic y Reig, 1955, 1956) subdividió a la «Se- este caso está dada por la orientación de fiammes blan-
rie» o «Complejo Porfírico» en tres unidades, deno- quecinos alterados y de laminillas de biotita. El espesor
minadas, de abajo hacia arriba, «Chon- Aikense», de los mantos de ignimbritas varía entre los 5 y 15 me-
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tros, pudiendo llegar en los casos más extremos hasta aflorante. Por otro lado, las potencias varían
los 20 y 35 metros. Su color dominante en afloramiento regionalmente, incluso lo hacen en distancias relativa-
es castaño oscuro a rojizo, a veces gris oscuro, mientras mente cortas, puesto que la F. Chon Aike puede presen-
que en corte fresco las rocas son de color gris claro y tarse limitada por discordancias muy marcadas, tanto en
rosadas hasta rojizo - moradas. la base como en el techo. Hay menciones en la literatura
En algunos casos, sobre todo en los sectores más de espesores de 895 m y poco más de mil metros (Turic,
orientales, la Formación Chon Aike constituye lomadas 1969 y De Giusto, 1956 respectivamente). Sin embar-
redondeadas y de coloración castaño rosada o gris rojiza go, Panza (1982, 1986) considera estos valores muy ele-
y morada, en las que se destacan pequeños asomos roco- vados debido a las perturbaciones tectónicas que afec-
sos apenas sobresalientes en el terreno, casi siempre de tan la región; sugiriendo espesores que varían entre 300
formas romas. y 600 m para esta unidad.
Las ignimbritas son bien porfíricas, integradas por La Formación Chon Aike conforma un extenso
abundantes fenocristales de cuarzo (a veces de hasta ocho plateau ignimbrítico que cubrió el relieve preexistente,
milímetros), con escasos feldespatos blancos (frescos o ahogándolo. Según lo señalaran de Barrio (1989, 1993),
alterados), y láminas de biotita de hasta dos a tres milí- Franchi et al. (1989) y de Barrio et al. (1999), el plateau
metros. Contienen fiammes y fragmentos pumíceos muy se habría formado por el emplazamiento de grandes vo-
alterados o pigmentados por óxidos de hierro, así como lúmenes de materiales silíceos como riolitas de alta síli-
pocos litoclastos grises de rocas volcánicas y tobas. ce, potásicas, que fueron extruidos como flujos
Intercalados entre las ignimbritas hay bancos de aglo- piroclásticos de gran fluidez y moderada temperatura.
merados volcánicos y de lapillitas, tobas y tufitas. Los Desde el punto de vista geoquímico, las rocas de esta
primeros son de colores claros, compuestos por grandes unidad son calcoalcalinas, peraluminosas, ricas en potasio
clastos de andesitas y tobas en una matriz piroclástica. y con bajos tenores de titanio.
Las tobas son finas, friables, de tonos blanco - amari- La Formación Chon Aike engrana lateralmente con
llentos hasta rosados; pueden llegar a ser muy lajosas. las tobas y tufitas de la Formación La Matilde. Se apoya
En cuanto a las tufitas de grano fino a mediano, a veces en discordancia angular sobre las Formaciones Roca
grueso, constituyen bancos macizos de uno a dos metros Blanca y Bajo Pobre. Turic (1969) menciona una dis-
de espesor. De color gris blanquecino a castaño, son cordancia angular de 35° para el sector del cerro 1° de
líticas o cuarzo-líticas. Abril. Por otro lado, está cubierta por una discordancia
Las rocas lávicas, principalmente riolitas biotíticas angular de carácter regional, por las rocas pos-jurásicas.
(hasta dacitas y pórfiros riolíticos), forman pequeñas es- Se dispone de numerosas dataciones radimétricas, rea-
tructuras dómicas, que en muchos casos se presentan lizadas por diversos métodos y consideradas válidas en
como «morros» abruptos aislados que se destacan en el esta contribución, para la Formación Chon Aike
relieve. Son a menudo rocas bien fluidales, con (Cazeneuve, 1965; Baker et al., 1981; Spalletti et al.,
bandeamiento casi siempre con inflexiones y repliegues, 1982; de Barrio, 1989, 1993; Pankhurst et al., 1993; Alric
y con variable inclinación. Por lo general son rocas muy et al., 1995, 1996; Arribas et al., 1996, Mauerwerk et
porfíricas, con abundantes cristales de cuarzo y de al., 1998 -citado en Dubé et al., 2000; Féraud et al., 1999;
feldespatos (sanidina y/o plagioclasa), con mafitos Tessone et al., 1999; Zubia et al., 1999 y Pankhurst et
(biotita) subordinados, en una pasta afanítica fluidal muy al., 2000) que abarcan el lapso 177,8 ± 0,8 Ma – 148,8 ±
alterada o silicificada. Son más notorios en los sectores 3,6 Ma, que asignan a la Formación al Bajociano -
orientales del Macizo, como entre Puerto Deseado y Titoniano. Estas edades son parcialmente coincidentes
Bahía Laura (Sruoga y Palma, 1984, 1986; Panza, 1995 con las edades postuladas para la Formación Bajo Po-
b) donde incluso numerosos cuerpos (cerros Moro, del bre, por lo que, como ya lo señalaran de Barrio et al.,
Indio, Montevideo, Cebruno, etc.) se encuentran alinea- (1999), es factible que el volcanismo básico de Bajo
dos según la dirección N 70-78%. Más al sur, se puede Pobre sea en parte coetáneo con las erupciones ácidas
mencionar el cerro Guacho (Panza, 1995 a) y, en el Gran de Chon Aike.
Bajo de San Julián, el cerro Pórfiro (Spalletti et al., 1982; Se ha postulado una migración de las edades desde
Panza y de Barrio, 1989; Panza e Irigoyen, 1995). el Atlántico hacia el interior del continente y también en
Hacia los sectores central (estancias María Esther - dirección norte - sur (Page y Page, 1993; Alric et al.,
Piedra Labrada - La Josefina) y occidental (estancia La 1995, 1996; Pankhurst y Rapela, 1995), que en combi-
Bajada - Cerros Colorados), Fernández et al., (1996) y nación sería perpendicular a la dirección preferencial de
de Barrio, (1983), respectivamente, reconocieron flujos los hemigrábenes que controlan la estratigrafía de la
lávicos riolíticos, con lo que se amplía el área de aflora- Patagonia desde el Paleozoico (Féraud et al., 1999). Si
mientos de las volcanitas ácidas. bien dicha migración se basa sobre resultados concre-
Es difícil estimar el espesor de la unidad, puesto que tos, se debe señalar aquí que al ser difícil establecer la
en la mayoría de los perfiles la base no se encuentra ubicación de las unidades rocosas muestreadas dentro
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de la columna estratigráfica de la Formación Chon Aike, rias o retrabajadas), en general finas o algo arenosas, dis-
como veremos más adelante, será necesario agregar otros puestas en bancos tabulares delgados. Desde el punto de
argumentos para fundamentar la mencionada migración. vista composicional son vítreas o cristalinas, conteniendo
en este último caso láminas de biotita euhedral o
Formación La Matilde cristaloclastos de cuarzo y plagioclasa. Casi siempre son
Con esta denominación se incluye a un importante compactas y a veces llegan a presentar fractura concoide,
conjunto litológico, formado fundamentalmente por debido al elevado grado de silicificación.
tobas, lapillitas y tufitas, entre las que se intercalan unos Aparecen también algunas intercalaciones tufíticas,
pocos mantos de ignimbritas de composición ácida, que tratándose de estratos poco potentes de areniscas tobáceas
se interdigita lateralmente con la Formación Chon Aike. medianas a gruesas, hasta sabulitas y conglomerados,
La Formación La Matilde es conocida por ser portado- en general grises y verdosas, y lítico - cuarzosas en com-
ra de los grandes troncos y estróbilos silicificados de las posición.
araucariáceas que constituyen el Bosque Petrificado de En los afloramientos orientales, como en el perfil tipo
Madre e Hija, actualmente declarado Monumento Natural. de estancia La Matilde, en el de la quebrada del Carbón
Stipanicic (en Stipanicic y Reig, 1955, 1956) empleó (estancia Malacara), en la laguna La Ñata (estancia No Te
el término «Matildense», que Archangelsky (1967) adecuó Admires) y sectores del Gran Bajo de San Julián (Panza e
al Código de Nomenclatura Estratigráfica, y como For- Irigoyen, 1995), se encuentra una sucesión de hasta 20 m
mación La Matilde fue reconocida por autores posterio- de espesor, constituida por lutitas muy físiles (en partes
res. carbonosas), tobas muy finas y algunos bancos de car-
Se reconocen varias áreas de afloramientos de esta bón, muy finamente laminadas, referidas en los primeros
unidad en del Macizo del Deseado: trabajos geológicos con el nombre de «Esquistos con
· sector centro-oriental, con la localidad tipo del Estheria», por las abundantes impresiones de dicho
cañadón de La Matilde y áreas muy importantes filópodo.
como las de las estancias Malacara y La María, los Dentro de la secuencia tobácea suelen intercalarse
bajos del Tordillo y de la Leona, y el valle del río algunos mantos de ignimbritas, formando afloramientos
Seco (Criado Roqué, 1953; Stipanicic y Reig, 1956; más abruptos y crestones empinados. Su espesor varía
Panza, 1984, 1995 a, b); entre 3 y 8 metros (hasta 20 muy ocasionalmente) y la
· sector central, el más importante desde el punto de coloración es castaño rosada a castaño oscura en super-
vista paleontológico, que comprende, entre otras lo- ficie meteorizada. En algunos casos se nota disyunción
calidades, los cerros Botellón, Alto, Tortuga y Ma- columnar bien marcada y en ocasiones los mantos tie-
dre e Hija, los bajos del Guanaco y Grande, las es- nen suaves ondulaciones. Estas rocas son muy similares
tancias Bella Vista y Laguna Manantiales, y el área a las que constituyen la Formación Chon Aike.
del Monumento Natural de los Bosques Petrifica- Pocas veces se reconoce la base de la unidad y su
dos (Panza, 1982, 1995 a, 1998); engranaje horizontal con las ignimbritas chonaikenses
· sector centro y sur-occidental, con asomos muy dificulta la estimación del espesor de esta unidad. Para
discontinuos, principalmente en el bajo del Puma el perfil tipo en estancia La Matilde, Criado Roqué (1953)
(Panza, 1986), estancia Manantial Espejo (Panza y y Stipanicic y Reig (1956) consignan un valor de 175
Marín, 1998) y estancias Los Toldos y La Madruga- metros, mientras que Di Persia (1958) menciona 320 m
da, Río Pinturas (de Barrio, 1989; Panza y Cobos, para el sector del Bajo Grande. Los asomos más occi-
1998) y d. Gran Bajo de San Julián (Panza y de Ba- dentales alcanzan potencias de hasta 30 metros. De Ba-
rrio, 1989; Panza e Irigoyen, 1995). rrio et al. (1999) infieren un espesor máximo de 150 m
aproximadamente para la Formación La Matilde, si bien
Los asomos de la Formación La Matilde se presentan mencionan que las potencias aflorantes casi nunca supe-
en general como lomadas redondeadas de color claro (ama- ran los 50 a 100 metros.
rillo, blanquecino, castaño claro, rosado, gris y verdoso), La Formación La Matilde ha proporcionado abun-
muy cubiertas por regolito y materiales modernos. En las dante e importante material fosilífero en diferentes loca-
lomadas se destacan algunos bancos más resistentes o se lidades dentro del Macizo del Deseado, entre ellas co-
aprecia la existencia de una gran cantidad de lajas y peque- rresponde mencionar:
ños bloques, que señalan la presencia de esta unidad y per- 1) El importante hallazgo del anuro primitivo
miten ver que se encuentran muy replegados, formando Notobatrachus degiustoi Reig, que como perfectas im-
pliegues de arrastre de reducidas dimensiones. Estas lomadas presiones del esqueleto fue coleccionado en las estan-
están casi siempre desprovistas por completo de vegeta- cias La Matilde y La Trabajosa y en el Gran Bajo de San
ción. Julián (Stipanicic y Reig, 1956; Casamiquela, 1961 a;
La litología de la Formación La Matilde es relativa- Bonaparte et al., 2002). El anuro fue encontrado en el
mente homogénea. Dominan netamente las tobas (prima- cañadón de La Matilde (Stipanicic y Reig, 1956), en la
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parte inferior de los «Esquistos con Estheria». Dichos al yacimiento plantífero de la estancia El Malacara (que-
autores citan el hallazgo de las impresiones de cuatro brada del Carbón), fue primero reconocido por Frengüelli
ejemplares casi completos y articulados, así como otro (1933) quién lo ubicó en el Triásico (Keuper) sobre la
completo pero con los huesos desordenados. Estos res- base del reconocimiento de las siguientes especies (en
tos se asocian a abundantes impresiones de Estheria sp. Stipanicic y Reig, 1956): Cladophlebis australis (Morr.)
y algunas frondas de Hausmannia (Protorhipis) de- Sew.; Cladophlebis indica (Old. et Morr.) Font.;
Ferrariisii Fer, y pínulas de Cladophlebis sp., así como Dicroidium lancifolium (Morr.) Goth.; Xylopteris argen-
también a élitros y a otros restos de insectos tina (Kurtz) Freng.; Desmiophyllum sp. Por su parte,
(Coleópteros). El análisis completo de la morfología de Feruglio (1951) estudió un pequeño grupo de fósiles en-
este anuro, considerado como uno de los más primiti- contrados por Brandmayr y Frengüelli; determinó
vos, puede ser encontrado en los trabajos de Reig (1956) Cladophlebis australis (Morr.) Sew. (vel. patagonica
y de Casamiquela (1961 a). Freng.), Podozamites aff. gracilis Arber y Pityophyllum
2. La icnofauna de vertebrados terrestres de la estancia sp., y refirió la secuencia al Jurásico. Ante la disparidad
Laguna Manantiales, que comprende los rastros de tres pe- de opiniones, Stipanicic (en Stipanicic y Reig, 1956) rea-
queños dinosaurios y de una forma caminadora y brincadora lizó nuevas colecciones en la localidad, determinando
(Ameghinichnus patagonicus) identificada como un ma- numerosos ejemplares de Cladophlebis (Cl. indica) (Old.
mífero primitivo de la talla de un ratoncillo (Casamiquela, et Morr.), Cl. australis (Morr.) Sew. y Cl. australis (vel.
1961 b, 1961 c, 1964; Bonaparte et al., 2002). patagonica Freng.) y escasas impresiones de Equisetites y
3. Los Bosques Petrificados de Madre e Hija o del Desmiophyllum. Al no encontrar ningún fósil realmente
Cerro Cuadrado, mundialmente famosos no solamente por diagnóstico de una edad triásica, Stipanicic paraleliza la
la magnificencia de los grandes troncos silicificados , al- secuencia de El Malacara con otras definidamente
gunos de ellos aún en pie, sino sobre todo por los estróbilos «matildenses», de edad mesojurásica.
(«piñas») tan admirablemente conservados que se man- La Formación La Matilde es una secuencia netamente
tienen aún los más mínimos detalles anatómicos y se pre- continental, característica de un ambiente fluvial de baja
servan estructuras muy delicadas como embriones, semi- energía, en partes palustre lagunar. Asimismo, en forma
llas. El sector declarado Monumento Natural abarca sola- concomitante con su depositación se desarrolló un in-
mente una parte del área con restos, que son muy abun- tenso vulcanismo en áreas más alejadas, cuyos produc-
dantes también en el cerro del Doce, Bajo del Guanaco, tos piroclásticos fueron depositados bajo la acción
cerros Alto, Cuadrado y Tortuga, y estancia Bella Vista subaérea de lluvias de cenizas y polvo volcánico, en la
(Fossa Mancini, 1941; Panza, 1998). Wieland (1929, 1935) misma cuenca de sedimentación. La presencia de abun-
consideró que es el segundo de los bosques petrificados dantes piroclastitas secundarias alternantes con las pri-
del mundo por su tamaño. Su gran importancia reside en marias, señala que en determinados lapsos se produjo el
el hecho de que el bosque fue sepultado por una lluvia de retrabajo en medio ácueo de los materiales previamente
cenizas justo cuando los árboles, probablemente los más acumulados, tal como lo reconocieran Mazzoni et al.
altos encontrados en el registro fósil (Calder, 1953), esta- (1981). La falta de aportes extracuencales, la escasez de
ban cargados de piñas maduras o próximas a la madurez. rocas de granulometría gruesa y las estructuras
Además de conos femeninos pertenecientes a sedimentarias halladas, sugieren que las corrientes ácueas
Araucaria mirabilis (Spegazzini, 1924), Pararaucaria fueron de baja energía y fluidez relativamente alta.
patagonica (Wieland, 1935) y Araucarites sanctaecrucis Los depósitos pelíticos laminados, a veces con
(Calder, 1953), se registraron conos masculinos ondulitas, indican que hubo pequeños cuerpos de agua
(Masculostrobus altoensis Menéndez), numerosos ejem- (lagunas o pantanos) diseminados en la planicie de inun-
plos de plántulas y un hongo silicificado adherido a la dación. Los mismos fueron reductores, como lo indica la
madera (Phellinites degiustoi Singer y Archangelsky). presencia de niveles carbonosos. Por su parte, en las áreas
Los principales estudios referidos al bosque petrifi- elevadas se produjo la acumulación de piroclastitas pri-
cado y a los restos vegetales se citan en Panza (1998) y marias y, fue allí donde se desarrolló la abundante vegeta-
Archangelsky y Archangelsky (2002). ción de tipo arbóreo, bajo la forma de bosques de conífe-
4) Las floras fósiles con Pteridofitas y Gimnospermas ras.
de las estancias El Malacara, La Matilde y del Gran Bajo La región se encontró probablemente bajo condicio-
de San Julián. Para la estancia La Matilde Stipanicic y nes de clima húmedo, como lo atestiguan los abundan-
Reig (1956) citan restos de Hausmannia (Protorhipis) de- tes restos vegetales y de anuros encontrados. En buena
Ferrariisii Fer. y Cladophlebis sp. Para un mejor detalle parte de los afloramientos, las rocas de esta unidad están
de la flora de esta localidad, se remite a Archangelsky y plegadas formando braquianticlinales y braquisinclinales
Archangelsky (2002). Para el Bajo del Tordillo se men- de reducido tamaño y muy poca inclinación de sus alas,
cionan improntas de Cladophlebis patagonica Freng., por lo que son estructuras poco notorias en el terreno.
Cladophlebis sp. y raras de Equisetites sp. Con respecto Numerosas fallas menores producen alabeos en estas
96 José L. Panza y Miguel J. Haller

rocas y los desplazamientos son muy visibles en los bablemente a disturbios pos- cristalización del sistema Rb-
mantos ignimbríticos intercalados. Sr. Las relaciones Nd-SiO2-MgO sugieren la contamina-
La Formación La Matilde tiene relaciones de techo y ción de las andesitas por parte de la corteza superior. Si
base semejantes a aquéllas descriptas para la F. Chon bien Pankhurst y Rapela (1995) han postulado un origen
Aike. Los hallazgos paleontológicos encontrados en la por fusión, la presencia de basaltos y las relaciones
Formación La Matilde, especialmente la presencia del isotópicas de Nd de las basandesitas de Bajo Pobre más
anuro Notobatrachus degiustoi Reig y de Otozamites radigénicas que las de las granulitas de la Patagonia, pero
sanctaecrucis Fer. permite asignarle una edad similares a las de los basaltos recientes, apoyan más un
mesojurásica superior a suprajurásica inferior, de acuer- origen mantélico para los basaltos y basandesitas. Las
do con Stipanicic y Reig (1955, 1956). rocas más básicas de la Formación Bajo Pobre se podrían
haber originado a partir de un manto litosférico enriqueci-
Discusión do por procesos vinculados a una subducción. Si el enri-
quecimiento se produjo durante el Paleozoico - Mesozoico
La Formación Chon Aike, conjuntamente con su equi- temprano o durante un acontecimiento orogénico más
valente Formación Marifil del Macizo Norpatagónico, antiguo no es fácil de discernir, sin embargo las edades
constituyen la Gran Provincia Ígnea Mesozoica de la modelo Nd TDM de 1.000-1.200 Ma son compatibles con
Patagonia, reconocida como tal por Pankhurst et al., una estructuración litosférica subcontinental durante el
(1998). En la Patagonia, estas unidades cubren más de Ciclo Grenvilliano.
106 km2 y, considerando su extensión en la Antártida La evolución isotópica observada sugiere una incor-
Occidental, este magmatismo erupcionó cerca de 235.000 poración progresiva de un componente empobrecido
km3 de material silíceo, haciendo de ella la mayor pro- (astenosférico ?) a la fuente mantélica a lo largo del tiem-
vincia ígnea silícea del planeta (Pankhurst et al., 1998). po. La composición de la mayoría de las riolitas es co-
Si bien la estratigrafía indica que la Formación Bajo herente con un origen por subplacado de los magmas
Pobre (basaltos y basandesitas) y la Formación Chon Aike basáltico - andesíticos instalados dentro o en la base de
(riolitas y riodacitas) son unidades geológicas separadas, la corteza inferior.
hay argumentos geoquímicos y de contemporaneidad que
sugieren una relación entre estas Formaciones (Bertrand ROCAS VOLCÁNICAS JURÁSICAS
et al., 1999). Las rocas de estas dos unidades muestran ANDINAS
un típico tren calcoalcalino cuando son graficadas con-
juntamente en un diagrama AFM. De un modo similar, Las volcanitas de la cordillera de los Andes en la pro-
ambos conjuntos de rocas muestran un fuerte enriqueci- vincia de Santa Cruz comprenden las ignimbritas, lavas
miento en Tierras Raras y un marcado empobrecimiento y piroclastitas eminentemente riolíticas del Complejo El
en Nb-Ta (p.e. Nb/Nb*<0,4) y un empobrecimiento me- Quemado. Dichas rocas se extienden desde el monte
nor en Ti. Por otro lado, la evolución isotópica y en cierto Stokes en el sur, hasta las cercanías del lago Buenos Ai-
modo también la de los elementos traza de los basaltos y res por el norte.
andesitas, está claramente relacionada a su posición en
una transversal ENE-OSO de la estructura de Complejo El Quemado
hemigrábenes y en consecuencia, también a las edades
radimétricas obtenidas para ellas. La relación La/Yb dis- Se denomina de esta manera el conjunto de rocas
minuye respectivamente de 30 a 6 entre las rocas más an- volcanogénicas, que con escasas intercalaciones
tiguas (NE) y las más jóvenes (SO). De un modo similar, sedimentarias, fueran denominadas Serie Porfírica
el eNd(i) aumenta de -5,7 a +0,4; mientras que la relación Supratriásica y Serie Eruptiva Suprajurásica en el traba-
inicial de 87Sr/86Sr disminuye de 0,7065 a 0,7048. La jo precursor de Bonarelli y Nágera (1921). Estas rocas
mayoría de las rocas riolíticas tiene composiciones de Nd fueron posteriormente llamadas Complejo Volcánico del
isotópico coherentes con la tendencia definida por las ro- Quemado por Feruglio (en Fossa Mancini et al., 1938),
cas más básicas: las riolitas más antiguas del Macizo Serie de Ibáñez por Heim (1940) y Formación Quemado
Norpatagónico (>180 Ma) extienden el tren andesítico por Katz, 1963 ). La denominación del epígrafe, fue
hacia eNd(i) más bajos y, para una determinadas edad, las propuesta por Riccardi (1971) y seguida por numerosos
riolitas tiene un eNd(i) similar al de los basaltos y autores que trabajaron en la región. La localidad tipo
basandesitas. Las rocas riolíticas más jóvenes del oeste fue definida en la margen norte del lago Argentino, en la
de Santa Cruz (<160 Ma) se diferencias de las otras por su estancia hoy conocida como La Unión.
eNd(i) menor que el de las andesitas contemporáneas. Los Los asomos del Complejo El Quemado se distribu-
isótopos de Sr de las riolitas muestran en general un com- yen en la provincia de Santa Cruz sobre el faldeo orien-
portamiento coherente con el de los isótopos de Nd, pero tal de la región andina, desde la margen más septentrio-
algunas rocas muestran una gran dispersión, debida pro- nal del lago Buenos Aires hasta el monte Stokes.
Geología y Recursos Naturales de Santa Cruz 97

En la comarca tipo, en la orilla septentrional del Las rocas tobáceas son de grano fino a muy fino, de co-
lago Argentino, este complejo está formado por po- lores blanco azulinos a verde claros y pueden presentar
tentes coladas superpuestas de ignimbritas, a las que estratificación fina. Contienen cristaloclastos de cuarzo
se asocian tobas de caída. El conjunto presenta y litoclastos provenientes de sedimentitas, plutonitas y
coloraciones que varían desde el rojo claro, por alte- volcanitas. Las ignimbritas tienen color violáceo y tex-
ración meteórica, al verde grisáceo en fractura fres- tura eutaxítica o fluidal. Las brechas y aglomerados vol-
ca. Las rocas tienen en general textura eutaxítica, cánicos tienen colores verdosos, con clastos angulosos
con una mesostasis felsítica de cuarzo y feldespato de diámetros variables entre < 0,1 cm y 40 cm. Los
— en ocasiones con presencia de calcita, epidoto y fenoclastos son de composición dacítica y andesítica. El
sericita secundarias— y fenocristales de cuarzo espesor medido por Riccardi (1971) es de 150-200 m,
feldespato potásico, plagioclasa y biotita. Las tobas pero el autor menciona también un espesor aparente de
muestran una textura afanítica, desvitrificada y alte- 500 metros.
rada a sericita, epidoto y calcita. Furque (1973) se- Para la comarca del lago Belgrano, Ramos (1979)
ñala un espesor aflorante de 600 m en esta localidad. describe la presencia de afloramientos en la margen sur,
La presencia de una intercalación sedimentaria con el cerro Gorro de Vasco y la sierra de Las Uñas. En esta
Lucina cf. lotenoensis, Ostrea, Exogyra aff. quadrata, región, el Complejo El Quemado está constituido por
Virgatophinctes (?) y Aptychus argentinus es conglomerados, tobas, aglomerados, lavas e ignimbritas.
descripta por Feruglio (1949); mientras que proba- La columna comienza con conglomerados de color rojo
blemente para la misma localidad, Furque (1973) morado, con clastos de filitas, cuarcitas y cuarzo lecho-
menciona la presencia de Griphea usta. La tectónica so, angulosos y no seleccionados. Continúan tobas, aglo-
de la comarca, caracterizada por bajocorrimientos merados volcánicos y coladas dacíticas alternantes. Para
(Kraemer et al., 2002), sugieren la necesidad de re- la sección superior Ramos (1979) menciona la presen-
visar cuidadosamente este sector para determinar el cia de tobas ignimbríticas. Desde el punto de vista
espesor real y verificar la naturaleza de la intercala- petrográfico fueron descriptas variedades de ignimbritas
ción. riolíticas, riodacíticas y dacíticas, tobas dacíticas, tobas
Nullo et al., (1978) señalan para la margen oriental lapillíticas, riolitas (lavas), leucoriolitas biotíticas y
del Hielo Continental Patagónico, la existencia en esta arenitas cuarzo - feldespáticas, entre otras rocas
unidad de dos entidades con características litológicas (Busteros, 1980, 1982; Sacomani, 1982). El espesor
propias, que las hacen bien diferenciables. La inferior, medido en el perfil del acceso a la península del lago
compuesta principalmente por aglomerados volcánicos Belgrano alcanza 1.085 metros (Ramos, 1979).
andesíticos de color morado, con tobas mesosilíceas y En la región del lago Pueyrredón, el Complejo El
coladas de andesita subordinadas, con niveles psefíticos Quemado se extiende por ambas márgenes del lago; ha-
en la base (Conglomerado Arroyo de la Mina de cia el naciente constituye la sierra Colorada, mientras
Riccardi, 1971). La entidad superior está formada por que hacia el suroeste se dispone a modo de una faja en-
ignimbritas dacíticas y tobas asociadas, de colores par- tre los cerros San Lorenzo y Belgrano. En este último
do amarillento blanquecinos. En general todas las ro- sector, Riggi (1957) describe una sucesión de conglo-
cas de este nivel superior poseen abundantes merados, lavas y tobas. Las tobas y lavas son de compo-
fenocristales de cuarzo. Las rocas se presentan sición riolítica. El espesor estimado es superior a 400
estratificadas en bancos de espesor variable, más po- metros.
tentes en la base, 25-30 m y, más delgados - 0,15-0,30 Para la comarca del lago Ghío, Sruoga (1994) reco-
m- hacia la sección superior. En esta sección superior noce una secuencia relacionada a una caldera e integra-
hay areniscas y fangolitas intercaladas. da por ignimbritas, lavas riolíticas y brechas volcánicas,
En la región del lago San Martín, el Complejo El Que- cuyo espesor es estimado en más de 1.000 metros.
mado aflora en las márgenes norte y sur. Riccardi (1971) El perfil de la sierra Colorada, donde se estima un
describe la presencia de rocas lávicas y piroclásticas. En- espesor superior a los 600 m, comienza sin base visible,
tre las primeras distingue andesitas, dacitas y riodacitas. con brechas aglomerádicas y un manto de lava riolítica,
Las rocas lávicas son de color morado y gris morado a continúan tobas y arcilitas bien estratificadas para luego
gris verdoso y verde. Las texturas porfírica, afírica, dar lugar a una potente sucesión de mantos ignimbríticos
intersertal o pilotáxica. Las rocas pueden presentar con diferente grado de soldamiento, alguno de los cua-
fenocritales de plagioclasa, feldespato potásico y cuarzo les integrados por flujos sucesivos, alcanzan entre 50 y
en una pasta con plagioclasa y material devitrificado. 70 m de potencia (Giacosa y Franchi, 1997).
Las riodacitas tienen pasta microcristalina. Para las ro- En la comarca del Lago Buenos Aires (Escosteguy
cas piroclásticas, Riccardi (1971) diferencia areniscas et al., 2001), los afloramientos más extensos del
volcánicas y tobáceas, tobas vítreas y cristalovítreas, Complejo El Quemado se localizan al oeste del río
tufitas, ignimbritas, brechas y aglomerados volcánicos. El Zeballos y en la naciente del río Fénix Grande, en
98 José L. Panza y Miguel J. Haller

un área limítrofe con Chile. Otros afloramientos se Se dispone de varias dataciones radimétricas para
ubican, al oeste de la estancia Victoria y sobre el río el Complejo El Quemado: Puesto Levicán: 153,0±1,0
Fénix Grande y, al oeste de la bahía Lago Buenos Ma (SHRIMP; Pankhurst et al., 2000); Arroyo Page:
Aires. Se destaca por la presencia de espesas suce- 155±15 Ma (K/Ar; Sinito, 1980); Sur del lago Bue-
siones de cuerpos tabulares de espesores variables nos Aires – General Carrera en territorio chileno:
de rocas volcánicas y piroclásticas. La composición 132±3 – 150±4 Ma (K/Ar s/ biotita; Suárez y de la
del Complejo varía de un sitio a otro, ya que abarca Cruz,. 1997); Sierra de Chacabuco: 154± Ma y 137±5
términos lávicos, riolíticos y toda la gama de pro- Ma (K/Ar; Busteros y Lapido, 1983); Río
ductos asociados al volcanismo fragmentario, Correntoso: 159±4 Ma (K/Ar s/ biotita; Suárez et
ignimbritas, tobas, brechas, aglomerados y tufitas. al,. 1997); Garganta de Oro: 142±4 Ma (K/Ar s/
Existe un predominio de ignimbritas, brechas y tobas. biotita; Suárez et al,. 1997); Sierra Colorada: 144±4
Macroscópicamente las ignimbritas son porfíricas, de Ma (K/Ar s/ biotita; Suárez et al,. 1997); Sierra Co-
colores rojizos y castaños, medianamente soldadas. lorada: 150±4 Ma (K/Ar s/ biotita; Suárez et al,.
Se destacan los fenocristales de cuarzo y feldespato. 1997); Sierra Colorada: 136±6 Ma (isocrona Rb/Sr;
La biotita se halla en baja proporción. Algunos man- Pankhurst et al., 1993); Sierra Colorada: 154,1±1,5
tos adquieren aspecto brechoso, con fragmentos Ma (SHRIMP; Pankhurst et al., 2000); Sierra de San-
angulosos de naturaleza dacítica y fragmentos gra: 158±10 Ma (Nullo et al., 1978); Lago Posadas:
pumíceos. Exhiben a veces un excelente desarrollo 144,2±0,4 Ma (Féraud et al., 1999); Lago Posadas:
de eutaxismo macroscópico; los fiammes pueden al- 147,1±0,5 Ma (Féraud et al., 1999); Sierra de San-
canzar los 2 cm de largo. La pasta es de naturaleza gra: 162±10 (K/Ar; Ramos, 1981); Estancia La
vítrea y engloba fenocristales de cuarzo. Las tobas Unión: 154,5±1,4 Ma (SHRIMP; Pankhurst et al.,
en muestra de mano son de color castaño claro con 2000); Estancia La Unión: 169,5±2,0 Ma (Ar/Ar;
fenocristales de feldespatos alterados, de hasta 0,3 Pankhurst et al., 2000); Estancia La Unión:
cm, y mafitos prismáticos negros. Presentan un 144,6±1,4 Ma (Ar/Ar; Pankhurst et al., 2000). Se
bandeamiento irregular dado por diferente coloración. ha sugerido que las edades de cristalización más
Se observan venas de cuarzo y amígdalas. confiables para las rocas silíceas de la región, son
Microscópicamente son de textura cristaloclástica, aquéllas obtenidas por el método U-Pb sobre circones
constituidas por plagioclasa, hornblenda castaña y y que las edades más jóvenes obtenidas por otros
pumicitas, con litoclastos de pasta volcánica. La po- métodos, puedan estar afectados por alteración
rosidad es de grado bajo y están moderadamente sol- hidrotermal (Pankhurst et al., 2000, pág.620). Sin
dadas. Las tobas riolíticas son de color verde claro, embargo, si se exceptúan los valores más jóvenes,
con textura cristaloclástica; se observan cristales de las edades obtenidas por los distintos métodos son
cuarzo, plagioclasas y pumicitas de color blanqueci- relativamente coherentes entre sí, con significado
no. La mátrix es muy fina, compuesta por vidrio geológico, pues registran eventos posvolcánicos. De
devitrificado a agregados félsicos, trizas de vidrio in- esta manera, la edad del Complejo El Quemado es-
coloro y polvo volcánico. En cuanto al espesor, se taría acotada al lapso Bathoniano – Oxfordiano tem-
estima que El Complejo El Quemado posee más de prano.
800 m en esta comarca.
Para el sector norte de la cordillera de Santa Cruz, IMPLICANCIAS GEODINÁMICAS
inmediatamente al oeste del límite internacional,
Baker et al. (1981) mencionan un espesor de 1.000 Como se ha señalado anteriormente, diversos tra-
m de rocas suavemente plegadas y con ejes de plega- bajos recientes han sugerido una relación entre la edad
miento de rumbo Norte-Sur. En esta localidad, la de volcanismo jurásico y su ubicación geográfica (Alric
columna está integrada por piroclastitas retrabajadas et al., 1995; Pankhurst et al., 1998; Féraud et al., 1999).
y dos grupos de volcanitas primarias muy Pankhurst et al. (2000) establecen una cronología de
diferenciables: lavas andesíticas y flujos de cenizas eventos volcánicos relacionados con la evolución del
riolíticas. Estas últimas aparecen principalmente en Gondwana y señalan que los términos de la cordillera
la sección superior. de los Andes son productos de margen continental ac-
La base del Complejo El Quemado se apoya en tivo, asociados con un plutonismo granítico.
discordancia angular sobre las rocas paleozoicas de De esta manera, las rocas del Complejo El Que-
las Formaciones Río Lácteo (Feruglio, en Fossa mado están vinculadas a la subducción de la placa
Mancini et al., 1938) o Bahía de la Lancha (Borrello, Proto-Pacífica, mientras que como se discutiera an-
1967). Por su parte, a esta unidad la suprayacen en teriormente, las volcanitas silíceas de la Formación
concordancia las sedimentitas neocomianas de la Chon Aike están relacionadas al subplacado de los
Formación Springhill. magmas básicos dentro o en la base de la corteza.
Geología y Recursos Naturales de Santa Cruz 99

TRABAJOS CITADOS

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