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I.

Condiciones geográficas: el medio^natural y las formas


económicas'

Extremadura, con una superficie de más de 40.000 kmZ, tiene


el tamaño de Suiza. Forma parte de la submeseta sur española, las
estribaciones de la meseta castellana y se extiende a lo largo de la
frontera con Portugal como un paso entre Castilla y Andalucía. La
región está dividida administrativamente, desde 1833, en dos,par-
tes: la mitad norte abarca la provincia de Cáceres; ^en el sur, la
provincia de Badajoz, la Baja Extremadura, que con una superficie
de 21.600 km es la provincia más grande de España. Está separada
de la provincia de Cáceres por el amplio valle del Guadiana, un
pequeño cauce muy ramificado en el verano, que en la época de
Iluvias puede llenarse hasta producir devastadoras inundaciones. En
el este, donde Badajoz limita con la Mancha y con la provincia de
Córdoba, se levantan las estribaciones de los Montes de Toledo y
Sierra Morena, cuyas laderas norte cierran el sur del Extremadura
en el paso hacia las provincias andaluzas de Sevilla y Huelva. El
paisaje está caracterizado por amplios llanos y penillanuras, que se
extienden por el oeste hasta el Alto Alentejo portugués. Desde unas
alturas máximas de alrededor de 900 m en el noreste y 1.000 m

1. Véase sobre esce punco G. Barrientos Alfageme, «Introducción geógráfica a la historia


de Extremadura», en: Barrientos Alfageme y otros, Hittoria de Extremadura, vol. 1, págs.
13-60. También Knuth, Agrarrtruktur, págs. 22-32; Arija Rivarés, Geografía, tomo IV,
vol. II, págs. 341-397; Terán y ocros, Geografía, págs. 245-264; sobre los «espacios inceriores
agrarios y secos. de España, Breuer, Spanien, pág. 71 y ss. ^

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en el sur la tierra desciende suavemente hasta los 190 m en Badajoz,
su punto más bajo en el noroeste, interrumpiéndose sólamente con
algunas elevaciones. La situación geográfica y el relieve caracterizan
a la región como tierra de paso, en la que, desde finales del siglo
XIII, comenzó a formarse la frontera con Portugal como un cerrojo
político. '
Extremadura forma parte de las zonas agrarias y secas de la
península ibérica. Las condiciones climatológicas adversas son ca-
racterísticas de la zona del Mediterráneo y corresponden al tipo
mediterráneo entre móderado y subtropical. Los largos meses de
verano seco entre mayo/junio y septiembre, en los que el termó-
metro sube hasta más de 40 grados, y los inviernos suaves entre
diciembre y febrero con temperaturas médias de 8 grados unen las
breves estaciones de transición, la primavera y él otoño; que traen
las lluvias, cuando no se quedan sin venir durante los periódicos
años de sequía. Las precipitaciones ánuales medias están entre los
400 y los 600 mm, son muy escasas y muy irregulares en cuanto
a su distribución en las distintas estaciones y en los distintos años;
a veces cae una gran parte del agua de todo el año en un único y
devastador temporal. Las temperaturas y las precipitaciones se se-
paran considerablemente entre sí. El aguá evapora rápidamente el
suelo, con frecuencia malo y ácido.
En Extremadura las «clásicas» formas de economía típicas de
la zona del Mediterráneo a lo largo de siglos y de mileniosz se
encuentran en una forma especial, que responde a un clima extre-
mado y a un suelo de calidad inferior. En ella se extienden los
mayores encinares de la península, surgidos de la eliminación de
matorrales exhuberantes. Esta ^ dehesas se administran en grandes
fincas, una forma de la economía de latifundio que sólo se encuéntra
en el oeste y en el suroeste de la península ibérica y cjue se diferencia

2. Induso la Comunidad Europea uciliza un criterio para la medicerraneidad, que


delimita las zonas de agricultura mediterránea típica según los indicadores del clima y del
cultivo; según esco Badajoz se encuencra actualmente en medio de las'«zonas mediterráneas»
españolaz; véase Sumpsi, Delimitación.

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claramente del tipo de latifundio españól más conocido, el cortijo
cerealero andaluz3. La dehesa es «.una éxplotación agrícola, ganadera
y forestal en la que la ganadería es el principal aprovechamiento y
de ella depende la gestión productiva de los cultivos y el arbolado»4.
Estas formaciones de montes y pastos están adaptadas al medio
natural inestable, disponiendo de un alto grado de autoregeneración
y nécesitando solamente una pequeña intervención de mano de obra.
Antes de los cambios económicos ocurridos entre loS años cincuenta
y los años setenta de este siglo allí pastaban bueyes sobre todo, que
se utilizaban como animales de carga, ovejas 'merinas para la lana,
cabras y, en la época de la cosecha de bellotas entre la segunda
mitad de octubre y el mes de enero, los cerdos ibéricos negros; el
"engorde del cerdo con bellotas y con los pastos de invierno naturales,
la llamada montanera, constituía una de las ramas más tipicas de
la producción en la región. Las dehesas suministraban además una
fuente de energía fundamental, el carbón vegetal, y en algunas
zonas con suelos apropiados en ciclos de unos diez años la corteza
de los alcornoques. Para redondear la autosuficiencia del sistema
se cultivaba grano en los mejores suelos, sobre todó cereales, con
barbechos largos de hasta quince años y se empleaban las rastrojeras
para alimentación del ganado en los cálidos meses de verano sin
pasto. Además de las dehesas de pasto y labor, que completaban
la ganadería con la agricultura y los bosques, existían también
dehesas de pasto sin árboles en alguna^ zonas, como la estepa de
la Serena en el noroeste de la provincia, foco endémico de langostas
hasta bien entrado el siglo XX y temido por agricultores y
ganaderos5; esas dehesas de pasto servían especialmente para la cría
de ganado ovino, tanto transhumante como sedentario. Extrema-
dura constituía desde la Reconquista medieval y desde los días de

3. Véase Campos Palacín, Eronomía, pág. 34, el mejor estudio de la economía de dehesa.
Una exposición más descriptiva de toda la agricultura y ganadería tradicional y moderna,
incluyendo la de la dehesa, la da el geógrafo Balabanian, Exploitation; véaze también Marrín
Galindo, Dehe,ra y Parsons, Arorn-Hog Eronomy.
4. Campos Palacín, Economía, pág. 147.
5. Véase Díoreno Díárquez, Zonat.

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la Mesta la gran reserva de pastos de invierno para la transhumancia
del centro de la península^, para las decenas de miles de ovejas de
las montañás de la mitad norte de la península, que a mediados
de septiembre son conducidas hacia el sur a lo largo de cientos de
kilómetros y durante varias semanas de marcha y por caminos
exactamente marcados para regresar a comienzos del verano a sus
pastos altos del norte.
Por último, un papel importante en la región lo desempeñaba
el cultivo de la «trilogía mediterrénea» ^lásica: 1"os cereales se cul-
tivaban en los campos de secano con barbechos frecuentemente de
varios años, trabajados especialmente y a veces cultivados con le-
guminosas o plantas forrajeras para solucionar el problema del al-
macenamiento de la humedad en el suelo. En determinadas zonás,
al menos en la zona claramente más fértil, la Tierra de Barrós en
el corazón de la provincia, eran muy importantes los cultivos per-
manentes de aceituna y vino. E1 cultivo de regadío era desconocido
en Badajoz hasta los grandes proyectos de regadío de los años
cincuenta de este siglo. La única excepcion eran las pequeñas huettas
familiares -los ruedos- que se podían encontrar en muchos lugares
alrededor del núcleo de población, donde los obreros agrícolas o
los pequeños arrendatarios que buscaban trabajó o posibilidades
de arriendo en las fincas o incluso los artesanos cultivaban verdu-
ras y ftutas para el consumo familiar. En totno a estos ruedos se
unió la mayoría de las veces una segunda zona de pequeñas y
medianas parcelas para el cultivo intensivo de cereales, que
desembocaba luego en la zona de los grandes campos y dehesas'.
EI minifundio y el latifundio se encontraban así en una relación
muy estrecha.

6. Véase, sobre esce tema poco investigádo, el estudio ancropológico deElíaz / Muntión,
Pattore.t; una btevé introducción se puede encontrar en Breuer, Spánien, pág. SS y ss.; véase'
rambién el crabajo ancropológico sobre la cultura pascoril en el notte de Extremadura:
Guadalajara Solera, Lo partoril. Sobre la Mesca sigue siendo válido el escudio clásico de
Klein, Metta.
7. Véaze Martín Galindo, Dehua, pág. 157 y ss. •

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