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A partir de ahí, el uso de los automóviles afectados conllevaba emisiones contaminantes entre 10
y 40 veces superiores a los niveles legalmente permitidos. En todo el mundo están afectados unos
once millones de vehículos diesel.
Han sido varias las declaraciones públicas de altos cargos de la empresa que, de manera insistente,
han pedido disculpas e incluso han manifestando “sentirse abochornados” por el comportamiento
deshonesto mostrado por la compañía con las administraciones públicas, con los ciudadanos y la
sociedad en general, añadiendo alguno de ellos que “ese tipo de conducta iba totalmente en contra
de los valores de la empresa”. Obviamente, hay que preguntarse, si iba en contra de los principios
de Volkswagen, ¿por qué ha sucedido?
Responsabilidad Social Corporativa
Por desgracia, este affaire no es sino un ejemplo más (Enrom, Worldcom, Parmalat, Madoff, Bankia,
Gescartera, Afinsa o Fórum Filatélico) de que la ética, los principios y los valores continúan siendo
una asignatura pendiente en el ámbito de la economía y de las empresas, donde siguen primando,
sobre todo, el fundamentalismo del mercado, las cuentas de resultados, los dividendos y los
intereses de grupos de poder que pretenden perpetuarse a costa de lo que sea. El fin siempre
justifica los medios.
En los últimos años han sido muchas las organizaciones y las empresas, incluido el propio consorcio
automotriz Volkswagen, que desarrollaron políticas de Responsabilidad Social Corporativa,
asumiendo códigos éticos para impedir malas prácticas relacionadas con el medio ambiente, las
condiciones laborales de los trabajadores, la publicidad engañosa o la corrupción.
Ante la opinión pública lo han escenificado mediante la asunción explícita del contenido de
decálogos de ética empresarial. No obstante, este y otros muchos casos nos llevan a preguntarnos,
¿para qué, de qué sirve? Los empresarios del engaño siguen ahí, dado que son muchos los
escándalos que se destapan.
Se persiste en condicionar la salud de las personas, el cumplimiento de las leyes, la conservación del
medio ambiente y los límites de la lógica al beneficio empresarial y personal. Por ello, el déficit de
ética y de valores en los negocios y en el proceso de la globalización contemporánea continúa
siendo más que notable y evidente.
Además, este fraude del grupo Volkswagen ha sido posible gracias a la connivencia de los
gobiernos europeos con la poderosa industria del automóvil.
Desde hace algunos años, los expertos vienen denunciandoque las normativas europeas (Euro 5 y
Euro 6) que establecen los límites aceptables para las emisiones de gases de combustión de los
vehículos nuevos vendidos en los Estados Miembros de la Unión Europea, no son muy fiables, dado
que los test se realizan en bancada (laboratorio) y no en carretera.
Además, se permiten trucos “legales” para reducir aún más las emisiones y los consumos teóricos
sobre los reales.
En definitiva, en Europa no conocemos con exactitud las emisiones de gases de combustión de
muchos de los coches que circulan en el continente. ¿Por qué? Pues por varios motivos. Porque
nadie ha puesto el suficiente celo a la hora de establecer controles efectivos al respecto en este
sector, porque la industria del automóvil es la más poderosa del continente, destacando en
particular la alemana, y porque no es cuestión de imponer exigencias estrictas dado lo mucho que
hay en juego.
A pesar de que algunos gobiernos han reclamado que se depuren responsabilidades, sin
embargo, todos los ministros de Industria de la UE han cerrado filas con Volkswagen y con
Alemania.
Como ya se ha comentado, el fraude de Volkswagen no es un caso aislado. Es uno más que estalla
sin que autoridad alguna lo detecte y lo ataje a tiempo. ¿Se trata de la punta del iceberg?
Algunos responsables políticos se han escandalizado ante otro caso más. Nada nuevo. Que no nos
engañen, ha pasado y seguirá sucediendo mientras no haya una ética verdadera y unos principios
que operen transversalmente en la política y en la economía. Por desgracia, ese es todavía un
horizonte lejano y esta historia se volverá a repetir. Hasta la próxima.
Luis Amador