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Pero la compañía va más allá al tratar de poner orden en la inmensa variedad de tipos de delitos cibernéticos al clasificarlos en sólo
dos tipos en base a la perspectiva de la víctima:
1. Delitos cibernéticos de tipo I. Son todos aquellos que tienen lugar una única vez respecto a la misma víctima. Con relativa
frecuencia, aunque no siempre, algún tipo de programa malicioso para registrar la actividad de la víctima aprovechando los
fallos de seguridad del navegador, del propio sistema operativo… Forman parte de este tipo de delitos el phishing (envío de un
correo electrónico falso que trata de engañar al usuario para que éste revele sus datos personales, bancarios, credenciales de
acceso, etcétera), la instalación de un malware en un ordenador para espiar a la víctima, la usurpación de identidad, el fraude,
la piratería, etcétera. Es decir, para cometer el delito sólo se interactúa con la víctima en una ocasión.
2. Delitos cibernéticos de tipo II. En este caso, la interacción con la víctima se produce en repetidas ocasiones, por ejemplo, en
casos de chantaje, extorsión, acoso, espionaje industrial, planificación de actividades terroristas, etcétera.
En cuanto a los mecanismos más frecuentes, destacan tres en especial: