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1. Fisiopatología
La sepsis y el shock séptico cursan con una gran disminución de la resistencia vascular
sistémica y con una anómala distribución del flujo sanguíneo. En más del 90% de los
pacientes tratados agresivamente con fluidoterapia hasta asegurar la ausencia de
hipovolemia, el gasto cardiaco es normal o elevado. A pesar de ello, diversos estudios
clínicos y experimentales han demostrado que en la sepsis existe tanto una disfunción
sistólica biventricular, que se manifiesta por una fracción de eyección disminuida, como
una disfunción diastólica (compliancia ventricular anormal), con un aumento de los
volúmenes telesistólico y telediastólico. Este patrón característico aparece en las
primeras 24 horas del comienzo de la sepsis. El mecanismo que causa estas alteraciones
es complejo, aunque probablemente no implica una isquemia miocárdica, ya que la
producción de lactato no se encuentra alterada en el lecho coronario. Estudios en
animales han implicado a numerosos factores, como edema miocárdico, alteraciones del
sarcolema, alteraciones en el metabolismo del calcio y producción de mediadores
inflamatorios.
Tras los estudios de Shoemaker [30, 32] se asumió que los pacientes sépticos tenían un
déficit de oxígeno, oculto o no, considerándose las elevadas cifras de lactato presentes
en ellos como un marcador de este déficit. Estas cifras han sido usadas además para
identificar a los pacientes que podrían beneficiarse del tratamiento destinado a
incrementar el transporte de oxígeno. Sin embargo, estudios recientes sugieren que
ambos postulados son incorrectos.
2. Tratamiento hemodinámico
Los pacientes con sepsis grave o shock séptico deben tratarse en una unidad de cuidados
intensivos. Deben tener monitorizado el ECG de forma continua, así como la
pulsioximetría y la diuresis. De manera intermitente pero frecuente, deben realizarse
pruebas de laboratorio como gases arteriales, ionograma, hemograma, estado de la
coagulación y concentración de lactato. En los estados de shock, la medición de la
presión arterial mediante manguito es poco fiable, obligando a la medición directa
mediante cateterización de una arteria. Estos catéteres también permiten medidas latido
a latido, de manera que las decisiones terapéuticas se basan en información inmediata y
reproducible. También facilitan la administración de grandes volúmenes de líquido y de
agentes vasoactivos e inotrópicos. La cateterización derecha del corazón puede ser
necesaria para la valoración de aquellos pacientes que no han respondido
adecuadamente a la reposición de volumen, ya que los cambios hemodinámicos en el
shock séptico ocurren rápidamente y la evaluación no invasiva frecuentemente estima
de manera incorrecta las presiones de llenado y el gasto cardiaco.
Dado que el shock representa un fallo del sistema circulatorio para mantener un
adecuado transporte de oxígeno y el metabolismo oxidativo, causando disfunción
celular y orgánica, el objetivo último del tratamiento debe ser la restauración de la
perfusión tisular y la normalización del metabolismo celular. El shock séptico es un tipo
de shock distributivo y la hipoperfusión es debida no sólo a la hipotensión, sino también
a una distribución anómala de un gasto cardiaco que suele estar aumentado. Por tanto, el
tratamiento hemodinámico debe considerar el estado de la circulación tanto global
como regional. Esta complejidad de la hemodinámica en la sepsis hace que los objetivos
terapéuticos sean mucho más difíciles de definir que en otros tipos se shock en los que
la hipoperfusión global es la patología predominante. Para complicar aún más las cosas,
los mediadores de la sepsis pueden perturbar el metabolismo celular, conduciendo a una
utilización del oxígeno y de otros nutrientes de forma inadecuada, a pesar de una
correcta perfusión, por eso no se puede esperar que la corrección de las alteraciones
hemodinámicas corrija totalmente esas otras alteraciones.
Aunque, debido a que refleja también alteraciones metabólicas, las cifras de lactato
arterial no reflejan exactamente la hipoxia tisular, el aumento de su concentración tiene
un valor pronóstico comprobado. La tendencia de la concentración de lactato es un
mejor indicador que un valor aislado, y es un indicador pronóstico más fiable que otras
variables derivadas del oxígeno [25].
Se valora la perfusión regional mediante índices de función orgánica. Así, como signos
de hipoperfusión de los órganos correspondientes se consideran los signos de isquemia
miocárdica (miocardio), la oliguria y la elevación de las cifras de urea y creatinina
plasmática (riñón); las alteraciones de la conciencia (encéfalo), el aumento de la
concentración de transaminasas, LDH y bilirrubina y la disminución de la concentración
de albúmina y factores de la coagulación (hígado), las úlceras de estrés, el íleo y la
malabsorción (intestino).
Sin embargo, todos estos signos pueden ser debidos también a disfunción orgánica
debida a mediadores tóxicos de la sepsis, por lo que se han buscado métodos de medir
la perfusión regional más directamente. La investigación se ha enfocado especialmente
en la circulación esplácnica por su sensibilidad a la hipoxia y porque el incremento de la
permeabilidad intestinal por la isquemia puede causar traslocación bacteriana.
Dentro de los métodos más sencillos para valorar la perfusión esplácnica está la
tonometría gástrica, en especial la medición de la pCO2 de la mucosa gástrica, que se
considera más fiable que el pH intramucoso, ya que éste se artefacta con el bicarbonato
arterial [26].
Esta administración de volumen suele conducir a una anemia con cifras de hemoglobina
entre 8 y 10 g/dL, que generalmente es bien tolerada. Pueden ser necesarias, no
obstante, transfusiones de concentrados de hematíes en pacientes con enfermedad
coronaria previa, con acidosis láctica que no remite o con desaturación de oxígeno
venoso mixto (menos del 70%). No hay datos que permitan recomendar la transfusión
para alcanzar un determinado nivel de transporte de oxígeno.
La PVC objetivo debe ser más elevada cuando el paciente se encuentra sometido a
ventilación mecánica para compensar los efectos de la presión intratorácica aumentada.
No existe consenso sobre cuál es el mejor parámetro que refleja la presión de llenado
del ventrículo izquierdo. El más fácil de obtener y que puede ser suficiente durante las
primeras horas es la PVC, aunque son ampliamente conocidas las condiciones que la
invalidan como parámetro fiable. La presión de enclavamiento o presión capilar
pulmonar ha sido empleada durante años para la monitorización de la función del
ventrículo izquierdo, pero su valor se ha puesto en entredicho desde que un estudio
demostró un aumento de la mortalidad de los pacientes críticos asociada al uso del
catéter se Swan Ganz [27].
Este aumento, si es que es real, puede ser debido a una mala valoración de los factores
que influyen sobre las cifras de la PCP, como la PEEP y la presencia de patología
pulmonar, como a una mala identificación de la curva de PCP, una mala posición de la
punta del catéter, distinta de la zona 3B de West o, incluso a un mal entrenamiento en el
uso de este catéter. Recientemente se ha propuesto como nuevo índice el agua pulmonar
extravascular, ya que su medición no se afecta por la ventilación mecánica ni por las
alteraciones pulmonares, pero aún no hay estudios suficientes en pacientes sépticos para
recomendarla rutinariamente [28].
Las líneas maestras del tratamiento del shock séptico no han variado apenas en los
últimos treinta años. La primera sistematización del tratamiento del shock séptico fue el
enfoque VIP, que con modificaciones menores continúa vigente en la actualidad.
Posteriormente llamado VIP/PS, las letras corresponden al acrónimo de "ventilation",
"infusion", "pump", "pharmacological" y "specific". Estas siglas sirven de regla
mnemotécnica para la secuencia de prioridades de maniobras diagnósticas y
terapéuticas en la que se basa el tratamiento general del shock: asegurar la ventilación y
la oxigenación, administrar líquidos para conseguir un relleno vascular adecuado,
restablecer la función cardiaca ("pump"), mejorar la perfusión con fármacos y
establecer el tratamiento específico del foco [3].
El tratamiento inicial de la sepsis grave debe comenzar tan pronto como se reconozca el
síndrome y no debe ser retrasado hasta el ingreso en la UCI. La elevación del lactato
arterial identifica a aquellos pacientes no hipotensos en los cuales ya hay hipoperfusión
tisular. Durante las primeras seis horas los objetivos iniciales deberían ser, según el
trabajo de Rivers y las recomendaciones de la SCCM [5]:
2.3.1.1 Cristaloides
Hay varias soluciones disponibles, pero las más empleadas son la albúmina, el plasma
fresco congelado y el hidroxietilalmidón.
Es importante tener en cuenta que la sangre envejecida puede ocasionar por la mayor
rigidez de sus hematíes, un descenso del pH gástrico intramucoso y puede acentuar las
anomalías reológicas presentes en la sepsis. Las transfusiones tienen además un
conocido efecto inmunosupresor.
No hay estudios que valoren la utilidad del plasma como tratamiento volumétrico en
ausencia de alteraciones de la coagulación. Aunque las disponibilidades y el precio del
plasma varían de un país a otro, las sociedades de hematología solo recomiendan su
empleo en casos de coagulopatía con déficits documentados de factores de la
coagulación (aumento del tiempo de protrombina o del INR o del tiempo parcial de
tromboplastina) y ante la presencia de hemorragia o la necesidad de una intervención
quirúrgica [4].
2.4. Vasopresores
Aunque el vasopresor puede tener además un efecto inotrópico positivo, desde un punto
de vista práctico, su acción debe titularse para conseguir una presión arterial media
suficiente sin deteriorar el volumen sistólico. Si esto ocurriera, debe disminuirse la
dosis y considerarse el uso de dobutamina. Si es el ventrículo derecho el afectado por la
perfusión del agente vasoactivo, deben mantenerse las resistencias vasculares
pulmonares en el nivel más bajo posible compatible con la restauración de la
hemodinámica sistémica normal [13].
2.4.1 Dopamina
La dopamina es muy efectiva para aumentar la presión arterial media en pacientes que
siguen hipotensos tras una adecuada reposición de volumen. Dado que este aumento se
debe principalmente a un aumento del gasto cardiaco, la dopamina puede ser
especialmente útil en pacientes con función cardiaca comprometida. Sin embargo, sus
efectos taquicardizante y arritmogénico son más prominentes que con otros
vasopresores. La dopamina también aumenta la presión capilar pulmonar, por aumento
del retorno venoso, y el shunt intrapulmonar, probablemente porque el aumento del
gasto cardiaco reabre capilares de zonas poco ventiladas.
El trabajo de Goldberg también sugería un efecto protector sobre la función renal de las
dosis bajas de dopamina y así, este fármaco ha sido ampliamente usado en la UCI para
proteger al riñón de la hipoperfusión. Este efecto ha sido repetidamente cuestionado a
medida que se comunicaban en ensayos realizados con voluntarios sanos cada vez más
efectos adversos y hoy día el uso de la dopamina a bajas dosis como protección renal no
tiene lugar en el tratamiento del shock [17, 18].
Datos recientes ponen también en duda que la dopamina tenga efecto protector sobre la
perfusión esplácnica, e indican que incluso puede tener un efecto negativo sobre el
consumo de oxígeno en el área esplácnica [19].
Entre los efectos indeseables de la dopamina que se han ido documentando a lo largo
del tiempo, destacan la supresión de la función hormonal de la hipófisis anterior,
agravando la incapacidad para el anabolismo de los pacientes sépticos, el deterioro de la
función inmune y la depresión de la actividad de los centros respiratorios [20].
2.4.2. Noradrenalina
En cuanto a los efectos sobre la circulación esplácnica, los datos son contradictorios,
aunque los correspondientes a los estudios más modernos muestran que, a pesar de la
reducción en el flujo esplácnico que puede producirse, el consumo de oxígeno no varía
y el pHi de la mucosa gástrica se eleva [45].
2.4.3. Vasopresina
Todos los estudios realizados hasta la fecha menos uno han empleado como fármaco la
arginina-vasopresina humana. La lisina-vasopresina o terlipresina, que es la vasopresina
presente en el cerdo, se ha probado en un pequeño ensayo clínico en pacientes con
shock séptico refractario a las catecolaminas, a la hidrocortisona y al azul de metileno,
observándose una mejoría de la presión arterial durante las primeras cinco horas y
permitiendo la retirada total o parcial de las catecolaminas [46].
2.5. Inotrópicos
Así, cuando la hipoperfusión global se manifiesta por una saturación venosa mixta de
oxígeno disminuida, esta medida debe seguirse como índice de la eficacia del
tratamiento inotrópico. Igualmente, aunque la hiperlactacidemia de la sepsis y el shock
séptico tienen un origen complejo, el descenso de las cifras de lactato que sigue a la
instauración del tratamiento inotrópico es un fiable índice de buen pronóstico.
Aunque los pacientes sépticos están hipercatabólicos y pueden requerir niveles elevados
de trasporte de oxígeno para mantener su metabolismo oxidativo, la teoría de la
“dependencia patológica del oxígeno” formulada en los años ochenta está actualmente
desacreditada. Aunque el índice cardiaco y el de transporte de oxígeno se correlacionan
bien con la supervivencia, no está claro si la mejoría en esos índices son la causa de la
supervivencia o, por el contrario, representan solamente marcadores pronósticos. Por
ello, no se recomienda elevar el índice cardiaco hasta unos valores arbitrariamente
predefinidos. Más aún, dos amplios ensayos clínicos en pacientes con sepsis grave no
han conseguido demostrar ningún beneficio con el aumento del transporte de oxígeno
hasta unos niveles supranormales [11, 12]. El objetivo del tratamiento inotrópico debe
ser mantener un índice cardiaco adecuado, una presión arterial media y una diuresis
suficiente y una saturación venosa mixta de oxígeno que asegure la inexistencia de
hipoperfusión tisular.
Las dosis ensayadas en el shock séptico varían entre los 2 y los 28 μg/Kg/min,
habiéndose conseguido un aumento del índice cardiaco del 12% al 61%. La dobutamina
mejora la función de ambos ventrículos de manera semejante, a diferencia de la
dopamina que actúa principalmente mejorando la función izquierda [48].
3. Conclusiones
La base del tratamiento hemodinámico del shock séptico sigue siendo una infusión
adecuada de volumen. Un estudio reciente confirma además que el comienzo precoz de
este tratamiento influye sobre la mortalidad de manera significativa. En este estudio se
aplicaron otras medidas terapéuticas, pero la principal diferencia entre el grupo tratado
y el de control fue la cantidad de líquidos administrados durante las primeras seis horas.
Los fármacos vasopresores de elección siguen siendo la dopamina y la noradrenalina,
mientras que la dobutamina es el agente inotrópico de elección. Aunque el tratamiento
del paciente con sepsis grave o shock séptico debe comenzarse lo antes posible, estos
pacientes deben ser ingresados en una UCI, ya que la complejidad de la monitorización
que necesitan para su tratamiento, la rapidez con que deben realizarse los cambios en el
tratamiento y la agresividad de éste, implican medios que solo en una UCI están
disponibles.
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