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Carta Del Padre Andrea Lopez S.J. Donde Menciona Al Reino Del Paytiti
Carta Del Padre Andrea Lopez S.J. Donde Menciona Al Reino Del Paytiti
Carta jesuita encontrada en los archivos del Vaticano por Mario Polia.
ITALIANO (Original)
Il Re è molto potente, tiene una Corte a guisa del gran Turco con molta
gran Maestà, il suo regno è molto ricco, et adornato d’oro, d’argento et di
molte perle in tal maniera, che se ne servono nella Cuccina di Pignatte, et
padelle, come di qual usiamo del metallo et ferro. Essendo dunq[ue] li
sopradetti Indiani fugiti de Cousco, et arrivati al sopradetto Regno di
Paytiti alle frontiere furono dalla guardia essaminati, et visitate le loro
valigie, et bagaglie, che portavano, e come veramente questi Indiani erano
Christiani portavano seco un crucifisso di legno che haueuano Havuto dal
detto P. Andrea avanti la loro partenza, et dimandandogli le guardie della
frontiere che cosa fosse quel crocifisso, come sbigottiti di vedere la forma
de un huomo messo in un legno, risposero li detti Indiani, ch’era la figura
del Dio de’Christiani.
Hor il P. per la misericordia di Dio gli persuase, che tutto quest[o] era
inganno del Diavolo, et ch’era asai meglio adorare quel Dio, dal quale
quella pietra riceveva quella virtú, ch’haveva et piacque à Dio, che si
persuasero tanto bene, che il detto Padre li battezzò. Et hoggi sono buoni
Christiani ; et il P. Andrea ha portato seco la detta pietra bazzarra, che loro
adoravano per Dio, et l’ha presentata al Papa, la quale pietra gl’è stata
molto grata a S. S[anti]tà tanto per la m[isericord]ia, ch’Iddio ha fatto a
quelli che sono convertiti lasciando la detta pietra, la qual pietra è stata
stimata di quà di valuta di quattro millia scudi.
CASTELLANO
El Rey es muy potente, tiene una corte tipo la del Gran Turco con mucha
majestad, su reino es muy rico y adornado de oro, plata y muchas perlas
hasta tal punto que utilizan en la cocina ollas y sartenes de materiales
preciosos como otros usaban de metal o de hiero. Siendo por tanto los
mencionados indios fugitivos de Cusco y llegando al Reino de Paytiti,
fueron examinados en la frontera por la guardia, registradas sus bolsas y
equipaje y como estos indios eran cristianos llevaban un crucifijo de
madera que les había dado el P. Andrea antes de partir, la guardia les
preguntó que era el crucifijo, sorprendidos al ver una figura en forma de
hombre sobre un trozo de madera, y los indios les contestaron que era la
figura del Dios de los Cristianos.
Al fin el primero que tornó en si fue el Rey, y después poco a poco, todos
los demás uno por uno, y como sorprendidos y atónitos, alzó la voz el Rey,
y dijo al modo de San Pablo Grande, grande es el Dios de los Cristianos, y
así igualmente todos los que estaban a su alrededor, y de repente el Rey y
todos ellos se tiraron al suelo adorando dicho Crucifijo, y en el patio de su
Palacio hizo construir inmediatamente un oratorio de tipo capilla cuadrada
toda de oro y adornada con gemas preciosas, donde plantó sobre un altar el
mencionado crucifijo donde él en persona con el príncipe su único hijo y
heredero de su reino, junto con toda su Corte iban cada día a adorar a dicho
crucifijo, pero no una vez, sino varias.
El Padre Andrea les preguntó que otro Dios tenían antes, y le contestaron
que el motivo por el que habían tomado por Dios a la piedra era por los
milagros que la piedra hacia al sanar aquellas enfermedades que eran
incurables, porque Dios le había dado ala piedra virtudes contra algunas
enfermedades por milagro. Así, cada vez que sacrificaban a la piedra por
Dios le quitaban un trozo para dárselo a los enfermos incurables y con ella
sanaban.
Por la misericordia de Dios fueron persuadidos que todo esto era un engaño
del Diablo y que era mejor adorar aquel Dios, del cual la piedra recibía la
virtud, y fueron persuadidos tan bien que el Padre los bautizó. Y hoy son
buenos cristianos; y el P. Andrea ha sacado la piedra que adoraban por
Dios y se la llevado al Papa, lo cual, su Santidad ha agradecido que Dios
haya hecho convertirse a aquellos dejando la piedra y dicha piedra ha sido
valorada en cuatro mil escudos.