Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
PRESENTA
TEMA
Junio – 2023
INTRODUCCIÓN
Este es un libro muy especial, muy íntimo y muy personal porque en el libro Isabel
narra la historia de toda su familia y obviamente la trágica historia de su hija paula,
paula padecía porfiria una condición médica y un día le avisan a Isabel que paula
ha tenido una recaída y ella está en una gira promocionando un libro y cuando
se entera que paula está más grave en el hospital ella va a verla y logra
interactuar con paula, tiene un diálogo breve en que le dice que la quiere y de
pronto paula tiene una convulsión muy severa, la logran estabilizar, luego tiene
un vómito de sangre y ahí si se la llevan a la unidad de cuidados intensivos
donde paula caería en un coma profundo del que desafortunadamente jamás iba
a despertar evidentemente Isabel no sabía eso, en ese momento y un poco para
hacer catarsis de sus sentimientos decidió escribir una especie de manuscrito
para que cuando paula despertara pudiera leer todo lo que había pasado en esa
época de ausencia porque obviamente Isabel tenía la esperanza de que paula
despertaría, entonces llega a toda la familia a verla, paula tenía apenas 28 años
era una joven llena de vitalidad, psicóloga, además de que tenía poco que se
había casado con un muchacho llamado Ernesto, llega su padre Michael y
entonces Isabel comienza a escribir esta historia que publica con el nombre de
paula después de que paula muere.
El tema de la carta que deja paula, hay un momento que ya sabemos que la
muerte se aproxima y Celia la convence de abrir la carta que ella no quería abrir
porque como decía que la abrirán hasta que hubiera muerto pues Isabel no
quería abrirla pero al final la abre la lee y lo que hice es: “Que quiere ser cremada
que no quiere que la hagan una loza o que la pongan en un ataúd, que quiere
que vendan todas sus cosas, las pocas cosas que tiene y la donen para dar becas
a niños que quieran estudiar, entonces como paula sabía que tenía una
condición de salud delicada y un poco como que presiente que va a morir joven
escribe esta carta y se la deja a su esposo, entonces cuando paula está muy
complicada de salud, cada vez respira menos, pues toda la familia toma la
decisión de irla a ver para darle el último adiós.
Vemos en el libro que sólo una madre está dispuesta a ese sacrificio,
prácticamente de anular su vida para cuidar a su hija para siempre y vemos un
poco también como los hombres de la familia no logran manejar muy bien esa
situación, el mismo padre de paula no soportaba verla en esas condiciones y al
final es Isabel la que se queda en todo ese proceso de agonía, de agonía terrible
sin saber en qué momento paula va a morir, siempre albergando esa esperanza
de que un día paula va a despertar, también vemos este proceso de aceptación
de muerte muy difícil para Isabel ya que ella lo dice en el libro, ella quería retener
a su hija no quería dejarla ir pero al final ella comprende que ya no hay nada más
que hacer y que más bien está reteniendo a paula en un mundo donde ya no es
feliz, Isabel decide despedirse de ella cuando está toda su familia diciendo: “Me
introduje en la cama junto a mi hija sosteniéndola contra mi pecho, como hacía
cuando ella era pequeña. Celia quitó a la gata y acomodó a los dos niños
dormidos para que con sus cuerpos calentaran los pies de su tía. Nicolás tomó a
su hermana de la mano, willie y mi madre se sentaron a los lados rodeados de
seres etéreos, de murmullos y tenues fragancias del pasado, de duendes y
apariciones, de amigos y parientes, vivos y muertos. Toda la noche aguardamos
despacio, recordando los momentos duros, pero sobre todo los felices, contando
historias, llorando un poco y sonriendo mucho, honrando la luz de Paula que nos
alumbraba, mientras ella se hundía más y más en el sopor final, su pecho
alzándose apenas en aleteos cada vez más lentos. Su misión en este mundo fue
unir a quienes pasaron por su vida y esa noche todos nos sentimos acogidos bajo
sus alas siderales, inmersos en ese silencio puro donde tal vez reinan los
ángeles. Las voces se convirtieron en murmullos, el contorno de los objetos y los
rostros de la familia comenzaron a esfumarse, las siluetas se mezclaban y
confundían, de pronto me di cuenta que éramos más, la Granny estaba allí con
su vestido de percala, su delantal manchado de mermelada, su olor fresco de
ciruelas y sus grandes ojos de añil claro; el Tata con su boina vasca y su tosco
bastón se había instalado en una silla cerca de la cama; a su lado distinguí una
mujer pequeña y delgada de rasgos gitanos, que me sonreía cuando se cruzaban
nuestras miradas, la memé, supongo, pero no me atreví a hablarle para que no
se desvaneciera como un tímido espejismo. Por los rincones de la pieza creí ver
a la abuela Hilda con su tejido en las manos, a mi hermano Juan orando junto a
las monjas y los niños del colegio de Madrid, a mi suegro todavía joven, a una
corte de ancianos benevolentes de la residencia geriátrica que Paula visitaba en
su infancia. Poco después la mano inconfundible del tío Ramón se posó en mi
hombro y oí nítidamente la voz de Michael y vi a mi derecha a Ildemaro mirando
a Paula con la ternura que reserva para ella. Sentí la presencia de Ernesto
materializándose a través del vidrio del ventanal, descalzo, vestido con su ropa
de aikido, una sólida figura blanca que entró levitando y se inclinó sobre la cama
para besar a su mujer en los labios. Hasta pronto, mi chica bella, espérame al
otro lado, dijo, y se quitó la cruz que siempre lleva colgada y se la puso a ella en
el cuello. Entonces le entregué el anillo de matrimonio, que yo había llevado
durante un año exactamente, y él lo deslizó en su dedo como el día en que se
casaron. Volví a encontrarme en la torre en forma de silo poblada de palomas de
aquel sueño premonitorio en España, pero mi hija ya no tenía doce años, sino
veintiocho bien cumplidos, no vestía su abrigo a cuadros sino una túnica blanca,
no llevaba el pelo atado en media cola sino suelto a la espalda. Comenzó a
elevarse y yo subí también colgada de la tela de su vestido. Escuché de nuevo
la voz de la memé: No puedes ir con ella, ha bebido la poción de la muerte...Pero
me impulsé con mis últimas fuerzas y logré aferrarme de su mano, dispuesta a
no soltarla, y al llegar arriba vi abrirse el techo y salimos juntas. Afuera amanecía,
el cielo estaba pintado con brochazos de oro y el paisaje extendido a nuestros
pies refulgía recién lavado por la lluvia. Volamos sobre valles y cerros y
descendimos por fin en el bosque de las antiguas secoyas, donde la brisa
soplaba entre las ramas y un pájaro atrevido desafiaba al invierno con su canto
solitario. Paula me señaló el arroyo, vi rosas frescas tiradas en la orilla y un polvo
blanco de huesos calcinados en el fondo y oí la música de millares de voces
susurrando entre los árboles. Sentí que me sumergía en esa agua fresca y supe
que el viaje a través del dolor terminaba en un vacío absoluto. Al diluirme tuve la
revelación de que ese vacío está lleno de todo lo que contiene el universo. Es
nada y es todo a la vez. Luz sacramental y oscuridad insondable. Soy el vacío,
soy todo lo que existe, estoy en cada hoja del bosque, en cada gota de rocío, en
cada partícula de ceniza que el agua arrastra, soy Paula y también soy yo misma,
soy nada y todo lo demás en esta vida y en otras vidas, inmortal.
CONCLUSION
Nos hace comprender mucho más sobre el proceso del duelo y como es el
proceso de llevarlo.