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REVISTAMIRALES
on 29 septiembre, 2015 at 0:59
Hola:
Soy una chica trans, he sido niña desde pequeña pese a que mi familia, el colegio,
la sociedad entera, me obligase a asumir desde la más tierna infancia que yo me
encontraba en un error y que, “por cojones”, tenía que entender que era un niño,
debía comportarme como un niño, crecer como un niño, estudiar cosas de niño,
jugar a juegos y deportes masculinos, etcétera.
Con cada día que pasa, mis recuerdos son más nítidos: yo era una niña súper
femenina, me encantaban las coletas en el pelo, me gustaban las Barbies, me
gustaban los vestiditos con puntilla y volantes, y si tenían lazos, mejor… Me
gustaba el rosa, pero también me gustaban todos los demás colores sin
discriminación. Me gustaba estar con otras niñas, me gustaba mirarles las faldas,
me gustaba correr y verles los muslos un poco con el vuelo de las faldas. Me
gustaban las bragas y desde muy, muy, pequeña no hubo cosa que odiase más en
el mundo que usar ropa interior masculina y tener genitales externos.
Mis genitales, que nadie veía, pero por alguna razón se creían con derecho a
saber y creer que estaban ahí, condicionaron total, completa y absolutamente mi
vida y mi desarrollo personal, sin permitirme ser libre jamás. No servía de mucho
que los escondiese y aplastase, que para ir a gimnasia me pusiera dos prendas de
ropa interior una talla menos que la mía. Bueno, servía para que se burlasen de
mí los compañeros de clase, a los 12 años, porque no se me movían al correr y
porque incluso llevaba ropa interior debajo del bañador cuando había clases de
natación.
Con 10 años llegué a hacer un intento de mutilármelos, quería acabar con los
genitales colgantes… quería tener una entrepierna lisa, como las demás niñas,
para que me dejasen ponerme bragas y correr con falda por el patio, como
cualquiera de mis compañeras y amigas. Con 11 años me traumatizó recibir la
explicación del Tema 9 “La Reproducción Humana” (en la página 85 del libro de
Ciencias Naturales de 6º de EGB) de manos de un profesor seglar en un colegio
de monjas. Jamás lo olvidaré. Salí de clase llorando, estuve deprimida varias
semanas, llorando por las esquinas sin explicar lo que me pasaba. En casa sólo
dije que jamás tendría hijos. A los 14 años supe que existía la vasectomía y
empecé a reclamar que me haría una. Pensaron que lo de no tener hijos era
porque no quería ser padre, pero con 15 años empecé a comprar compresas y
tampones a escondidas. Yo anhelaba que me viniera la regla como a cualquier
otra chica, había estudiado formación sanitaria y sabía todo lo que se podía saber
de la menstruación. Pero en el libro no había nada que hablase de transexualidad,
de modo que mi formación sanitaria no sirvió para comprender, sola y en
silencio, a escondidas en el fondo de mi armario, por qué no llegaba el momento
de estrenar esas compresas que había comprado.
Y así me pasé llorando desconsolada un año y medio, hasta que, en otro curso de
FP de la Rama Sanitaria apareció la Transexualidad, definida como un trastorno
mental de la conducta sexual de las personas que se creían que eran del sexo
opuesto al que realmente eran. De modo que había chicos que hacían
tratamientos para convertirse en chicas… y yo me entristecí. Yo no era una
trastornada mental. Pero a lo mejor lo que me pasaba a mí era eso… pero yo no
era un chico… entonces ¿por qué decía lo de “creerse del sexo opuesto”? No,
concluí, yo no era transexual. Tenía casi 17 años y algún día me crecerían los
pechos y la cadera se me expandiría para ser como las compañeras del equipo de
vóley del instituto en el que me había apuntado. Era el único chico (solían
decirme) y yo no entendía. Yo era una más del equipo, aunque no podía competir
(imagino que sería por el nombre, o por la técnica, que no era muy buena). Pero
yo entrenaba duro y usaba el mismo uniforme que mis compañeras de equipo, así
que a mí nadie me quitaba nunca de estar en el banquillo, sonriente y expectante.
Ahora tengo 39 años, todo aquello son recuerdos trágicos del pasado. Soy una
bella persona, una chica trans ejemplar, un referente en mi entorno, activista
convencida, conocida de Mar Cambrollé, quien me ayudó a conseguir mi DNI
con sus indicaciones, aunque ella no tenía mucha fe en que lo consiguiera tan
pronto. Y de Carla Antonelli, a quien admiro mucho como persona, igual que me
pasa con Kim Pérez Fernández-Fígares, otra mujer trans referente en la
comunidad trans y fuera de ella. Inicié mi tránsito social (proceso que
artísticamente yo bauticé como “salir de los baúles de la Piquer y que, con el
tiempo, dio lugar a una página de Facebook llamada “Salí de los baúles de La
Piquer”) con 37 años; primero hablé con varias personas de que me hartaba de
esperar un cambio en la sociedad que me permitiera ponerme faldas. ¿Por qué no
podía? La respuesta era “Porque eres un tío”, y cuando les convencí de que algún
día lo haría me vinieron con el cuento de que eso implicaría que me querría
cambiar de sexo.
Pensé en ello un tiempo… Una conocida mía lo había hecho, se fue a Tailandia a
operar, y su entrepierna había quedado lisa como a mí me gustaba y lucía un
bonito pecho (algo grande para mi gusto), de modo que acepté que eso era lo que
iba a hacer. La Seguridad Social aceptó concederme la vasectomía que llevaba
pidiendo desde los 14 años, y le dije al urólogo que me iba a operar, que cortase
todo, que se dejase de conductos deferentes y delicadezas, que fuera “a saco” y
me explicó el proceso de la vasectomía (que yo ya conocía) y el de la
reasignación de sexo (que yo desconocía), y que encajaba con lo que había hecho
mi conocida. Me pareció lento, pero en dos años podía ser la que siempre había
sido por dentro (dentro de mi baúl)…
Todo esto es historia, un resumen, digamos, para que sepáis con quién estáis
hablando. Soy una mujer transexual adulta, de reasignación tardía. Pero ahora
viene el tema afectivuo-sexual, que no he comentado salvo por un pequeño desliz
en un párrafo anterior. Desde pequeña estaba fascinada con las chicas y su
belleza, me gustaba mirarlas, por supuesto que yo quería y esperaba ser una de
ellas, pero yo no quería casarme, no quería (y eso que lo intenté ya desde los 12
años) tener relaciones con chicos. Lo intenté en varias ocasiones e incluso tuve
una relación con un chico que años después se reasignaría y realizaría el tránsito
social entre los 20 y los 30 años. Dejé de intentar salir con chicos en el 2003,
después de 4 ó 5 años intentándolo. No sólo no me gustaban los chicos, ¡es que
estos querían estar con un chico! ¡Y yo no era un chico!
Mis relaciones con chicas (heterosexuales) fracasaban una tras otra, las chicas
heterosexuales que me encontré y que integré en mi vida se asombraban de que
mi feminidad fuera más relevante que la suya propia, mis actitudes,
comportamientos, roles, gustos, hábitos, etcétera. eran más femeninos que ellas
mismas. Y fracasé varias veces… Entonces tuve un encuentro con una chica
lesbiana, abierta a la bisexualidad decía, pero bastante centrada en su
lesbianismo. Tuvimos un affaire y entonces lo entendí… “SOY LESBIANA… y
vengo de ser una chica trans… ¡esto es de locos!”
Fue algo confuso de explicar a la gente cuando inicié el tránsito social, y sigue
siendo complicado, a veces, de explicar por mi parte y de entender por parte del
resto…
Sé que no soy la única, igual que no soy la única trans, y de pequeña llegué a
convencerme de dos cosas: una, que debía de ser la única niña del mundo que
tenía genitales externos; y dos, que “por cojones” tenía que estar equivocada y yo
era un chico confundido. Pero ahora estoy convencida de lo correcto.
De modo que llevo meses martirizándome con esto de que estoy avocada a la
soledad eterna, que no existe nadie cabal y/o con dos dedos de frente que pueda
aceptar a una persona como yo. Con un pie en cada mundo, femenina de día,
desdichada de noche. Si es la hora de la siesta puedo ser igual de desdichada que
a la noche, me refiero a lo que ya he explicado, que vestida y acicalada sí, pero
después… es como si me quitase un disfraz. Y para mí no es ningún disfraz, ¡es
mi identidad!
Una identidad que, por culpa de una sociedad antigua y todo eso, me fue negada
y ahora tengo que construirla sobre el cuerpo de una niña masculinizada “por
cojones”.
Un saludo cordial,
Antía
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REVISTAMIRALES
Redacción revista MíraLES
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1.
Responder
Hola!
No tires la toalla, seguro que en este mundo de locos, existe una mujer
cuerda que vea tu belleza tanto de día como de noche, y pasará contigo el
resto de tu vida. Sigue luchando por ello, com has hecho contigo toda la
vida.
Enhorabuena, de verdad.
Sigue adelante.
Ana Belén
2.
Responder
Antía poco a poco consegurás todo. Seguro que encuentras a esa mujer
que te mereces y la transición irá evolucionando con la hormonación y
cada vez te sentirás mucho mejor e identificada.
3.
Responder
Hola Antía
Te felicito por compartir tu historia, eres muy valiente. Pero más te felicito
por atreverte a luchar, a salir de tu baúl y a batallar contra quien fuera
necesario para ser quien eres y para poder vivir tu vida como debió haber
sido desde que naciste, tú vida ha sido mucho mas difícil de lo que será la
vida de cientos de personas y aun así sigues en pie, luchando por ser
completamente feliz. Admiro tu fortaleza y tus ganas de seguir adelante,
eres una guerrera y nunca lo olvides. Lamentablemente tuviste la mala
fortuna de que errores genéticos asignaran un cuerpo que no te
correspondía, pero siempre ten muy en claro que NO ES TU CULPA, es
algo que va mas allá de ti, es un caso clínico y que afortunadamente hoy
en día cualquier persona con un poco de educación, cultura e inteligencia
lo puede entender. Desafortunadamente transicionar tarde y en una etapa
posterior a la pubertad te limita en muchos aspectos a poder ser lo
femenina que quizás hubieses deseado ser o sin duda hubieses sido de
haber nacido como una mujer biológica., pero como te dije anteriormente
la sociedad esta cada día mas abierta a entender y aceptar a los demás tal
cual como son y más aun dentro de la comunidad LGBT, en tu caso como
lesbiana apoyate en la comunidad LGBT de donde vives y vas a descubrir
que hay mas personas con historias como la tuya y que el amor que hay en
la naturaleza humana va mas allá de nuestras condiciones físicas,
biológicas y genéticas. Es una realidad que en la sociedad en que vivimos
hay mucha discriminación, homofobia, transfobia y un montón de odio
contra el propio ser humano pero como existen estos malos sentimientos
también existe mucho amor, respeto, empatía, confianza y muchos otros
sentimientos que aportan a hacer de este un mujer planeta. Muchas veces
la comunidad LGBT ha pasado por historias de dolor y es por lo mismo
que en ella es mas fácil encontrar apoyo y amor hacia el prójimo.
Te animo encarecidamente a que sigas adelante con tu proceso de
transición, las hormonas te ayudaran mucho. Ten en cuenta que hay
muchas mujeres biológicas que son muy masculinas, (dentro de la
comunidad lesbica se pueden encontrar y ver más) y aun así son felices y
tienen amor. Y de todos modos ten presente que hoy en día hay muchos
tratamientos estéticos, quirúrgicos y médicos que, en caso que puedas
acceder a ellos, sin duda te puedan ayudar a lograr sentirte mas segura
contigo misma. Pero sobre todo y lo mas importante es:
1. Que te ames a ti misma por sobre todo en el mundo.
2. Que termines de aceptarte completamente tal y como eres, que elimines
esos pensamientos absurdos y negativos, esas malas energías que están
dando vuelta en tu cabeza (Y que debieron haberse quedado en el baúl) y
que mejor te concentres en disfrutar y vivir la etapa en la que estas, eso te
hará sentirte mas feliz.
3. Que saques de tu cabeza ese pensamiento absurdo que nadie podría o
querría estar contigo, por que efectivamente estas siendo muy cruel e
injusta contigo misma y NO TE LO MERECES!
Por ultimo te cuento que soy un chico gay y que personalmente no tendría
ningún problema, limitan, miedo o pudor de enamorarme de un transexual
gay y estar con él por el resto de mi vida. Te cuento esto por que si yo
siento y pienso así ten por seguro que no soy la única persona en el mundo
en pensar y sentir lo mismo.
Te envio un abrazo enorme, espero que mi mensaje te ayude y de todo
corazón te deseo que puedas ser feliz!!!
4.
Responder
5.
Antía, que sepas que no eres la única lesbiana trans, de hecho eres parte de
la mayoría. Sobre un 30% de las mujeres trans son lesbianas, más que el
25% que son heteros. Un saludo y suerte.
6.
Responder
7.
Responder
8.
Responder
9.
Responder
10.
Responder
Hola que bien encontrar algo así, a mi novio les gusta los trans y yo soy
bisexual aún no he estado en esa situación pero aceptaría participar con
una chica así, así como el me permite andar con chicas. Siento que esto
afianza más las relaciones si hay confianza todo es posible
11.
Responder
Ser mujer no es que te guste las coletas, el color rosa ni jugar con
muñecas, viejo. Estoy de acuerdo con la chica de arriba (yo también soy
feminista) tu texto tiene muchas connotaciones sexistas.
Por cierto nací con un desequilibrio hormonal y siendo hombre soy muy
andrógino. No tengo problemas con eso, soy bisexual y no estoy de
acuerdo con las convenciones sociales de como un hombre tiene que ser…
Pero sigo siendo un hombre, ¿entiendes?
12.
Responder
13.
¡Hola!
Se por lo que pasas (o has pasado) y, cuando menos, ten certeza que no
eres la única, como yo pienso muchas veces.