Sei sulla pagina 1di 2

LA TETERA

DIEGO J. ZÁRATE MONTERO


Para Soledad

Hace ya siete años, cuatro meses, y diescisiete días que estoy en esta prisión. Cuando no estoy en mi
celda, estoy realizando trabajos forzados en los bosques y minas que rodean la alhambrada exterior.
Anoche vino mi madre a visitarme porque le dijeron que enfermé.
-Lo veo más flaco - me dijo- así nadie lo va a querer. Traje verduras y pollo para hacerle una sopa y
que se levante de una vez de esa cama.
-Ayer se me cayó una muela -le respondí, mientras bordeaba el agujero en mi encía con la punta de la
lengua. Una gota de sangre rodó hasta mi garganta. La tragé.
-Pedí permiso para pasar la noche- dijo luego de sentarse a mi lado- pero me lo negaron.
-Ya recuperé la tetera...
-...Seguro la apostó y no me quiso decir -respondió cortándome las palabras- usté siempre ha sido un
vicioso.
Comencé a sentir un poco de fiebre.
-¿Por qué no tocó la puerta al entrar?- le pregunté mirándola por primera vez a los ojos.
- No debí habérsela prestado... pero a veces tanta desgracia me conmueve. Esta vez si me la voy a
llevar, ya verá- respondió clavando sus ojos en mí.
Retrocedí.
-A veces quisiera que volvieran los días de la pandemia en que podíamos beber té sin remordimientos
ni rencores.
- No digá tonteras, el pasado fue, y lo hecho... hecho está.
Sentí un poco de dolor en mis piernas.
- Le voy a hacer la sopa para que coma algo antes de acostarse- continuó luego de una pausa. Fue hacia
el fogón y comenzó a soplarlo.
Mi visión era borrosa. Sentí sed. Me incorporé lentamente hasta quedar sentado en el borde de la cama.
No encontré mis zapatillas. Caminé lentamente hasta apoyarme en la esquina de la mesa porque sentía
algunas molestias en las plantas de los pies, pero cuando me solté para dirigirme hacia la pila con agua
algo en mí falló y caí al suelo. ¿Fue mi tobillo? ¿La desnutrición? ¿Los años de prisión? ¿Mi
enfermedad?
Ella se volvió hacia mí con una velocidad y una fuerza insospechables, impidiendo que me golpeara la
cabeza.
-¿Qué pasa? ¿Por qué no me pide ayuda?
-Quería un poco de agua… necesito hacer estas cosas por mí mismo - musité conteniendo el llanto.
Me ayudó a sentarme frente a la mesa y me sirvió un vaso con agua fría. Afuera comenzó a llover sobre
la espesa montaña en la que nos encontrábamos.
-No quiero que vuelva a hacer algo así. Ahora que me vaya le dejo agua al lado de la cama.
Me sentí devastado, así que bebí un poco de líquido para disimular mis lágrimas.
Guardamos silencio hasta que el vapor del agua estrellándose contra la tapa de la olla distrajo su
atención y fue a revisar la comida.
Regresó con dos platos hondos humeantes, la tetera sin tapa y el par de vasos que yo había ganado
apostando la tetera.
-Coma algo, ya casi me tengo que ir- dijo mientras se servía una porción.
-La tetera la traje con tapa- destaqué inquieto al notar su ausencia en la mesa.
-Sí, la vi, pero hace un rato, mientras hacía la sopa, se me cayó y se me quebró. Aquí tengo las partes-
dijo extendiéndo unos fragmentos con su mano- me la llevo hoy para repararla.
-Kintsugi- dije para presumir.
Sonrió.
La sopa no tenía sal pero la grasa del pollo, y la frescura de la menta del té me reconfortaron.
De pronto ella se levantó, tomó la tetera, la vació y la guardó en la bolsa que había traído consigo.
Sentí frío.
Me levanté con los arrestos de vigor que recién había ganado, giré hacia ella como para despedirme de
un beso, pero se quedó frente a mí, impávida. Entonces tendí la mano y la abracé de lado. Sentí su
cuerpo ligeramente echado hacia mí.
-Fui yo quien la quebró- me repitió temblando, quizá enfurecida, quizá sollozando.
Su mirada fue mi veredicto definitivo: sería suyo aunque tuviera que romperme.

Diego J. Zárate Montero (Heredia, Costa Rica, 1990). Maestro en economía por la Universidad
Nacional Autónoma de México. Ha publicado cuentos en revistas como La Revista Literaria
Centroamericana, Punto en Línea, Revista Literaria Pluma, Letralia y en la antología Mis Días en
Cuarentena.

Potrebbero piacerti anche