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Es preciso reconocer los órganos del lenguaje, tanto de la emisión como los centros nerviosos que organizan dicha

función. Debe tenerse


presente, por supuesto, la no especificidad o imprecisión de la ciencia para colocar límites a las diferentes estructuras implicadas en el
lenguaje.

Como se ha hecho una alusión tan amplia a la emisión del lenguaje, así mismo es amplio el conjunto de las estructuras implicadas. Eso
es así porque debe asumirse como lenguaje emitido tanto la palabra, los gestos, la escritura y las señas. Incluso la misma risa es una
expresión nítida del lenguaje, en tanto es expresión del pensamiento, como se planteó en la definición anterior de lenguaje.

El habla, que es la forma más frecuente de lenguaje, involucra órganos pertenecientes a los aparatos digestivo y respiratorio: lengua,
paladar blando, paladar duro, faringe, laringe, diafragma, pulmones. No obstante el órgano principal del habla es la laringe.

"La laringe es el órgano de la fonación. Está situado en la parte media del cuello, debajo de la lengua. Es un órgano hueco con forma
de pirámide triangular invertida. Por arriba se comunica con la faringe, y por debajo, con la tráquea. En la laringe están las cuerdas
vocales, que son cuatro; dos están en la parte superior y otras dos en la inferior. Las dos cuerdas de arriba son planas y se llaman cuerdas
vocales falsas. Las dos inferiores reciben el nombre de cuerdas vocales verdaderas. La vibración de este par de cuerdas, provocada por
el aire que sale de los pulmones, determina la formación de sonidos. Al espirar, el aire que se expulsa de los pulmones pasa por los
bronquios, después por la tráquea y, finalmente, llega a la laringe. Cuando las cuerdas vocales se tensan, el aire las hace vibrar y se
originan sonidos. El tono se controla de forma voluntaria por medio de músculos. Las cuerdas se relajan y alargan para emitir tonos bajos
(graves) o se acortan y tensan para emitir tonos altos (agudos). Cuando estos sonidos llegan a la boca, se modifican por el movimiento
de los labios, la lengua, el velo del paladar y el maxilar inferior. De esta manera, se producen los diferentes sonidos que utilizamos al
hablar. (Encarta, 2008)

De la misma manera, los mecanismos de expresión del lenguaje gestual, de señas o escrito involucran diversas estructuras. En el caso de
los gestos los músculos de la cara y en la escritura el sistema muscular de los miembros superiores; sin perjuicio de la práctica de aquellos
que se ven forzados a escribir con los pies o con la boca. Desde luego, también están implicados los nervios craneales y espinales que
conducen en forma aferente y eferente los impulsos que concretan el lenguaje y hacen posible el feedback.
De cualquier manera, está claro que la existencia de un equipo fono articulatorio para el lenguaje verbal o de los sistemas musculo -
esqueléticos para la producción de escritura, gestos o señas no basta para la aparición del lenguaje. Se hace necesaria su coordinación
por medio de centros nerviosos especiales, como se señala a continuación.

Es preciso realizar un recuento de lo que se conoce sobre la localización del lenguaje y describir un poco cómo funcionan los hemisferios
para producirlo. Este es un conocimiento que se deduce del estudio de las afasias, cuyo fundamento tienen relación con la presencia de
daños localizados en áreas específicas de la corteza cerebral asociadas a la función del lenguaje.

Aunque la función del lenguaje se asocia frecuentemente y prioritariamente con el trabajo del hemisferio izquierdo, ahora parece claro
que el hemisferio derecho también interviene en el lenguaje, aunque en una forma distinta. Las áreas del lenguaje son muchísimo más
extensas de lo que inicialmente se pensaba; cada circunvolución tiene un papel específico dentro de un conjunto global en el que participa
todo el cerebro.

Lo que hoy se acepta es que el hemisferio izquierdo es verbal; es el inventor de la palabra, desde que Broca dijo, "hablamos con el
hemisferio izquierdo". A su vez, el hemisferio derecho transmite por medio de signos distintos el lenguaje simbólico, como el que
aprenden los sordomudos. Esto solo en términos de la dominancia, es decir, en el lenguaje verbal es dominante el hemisferio izquierdo;
pero eso no significa que en dicho lenguaje no tenga ninguna implicación el hemisferio derecho y viceversa.

En las imágenes que se muestran más adelante se identifican las áreas del cerebro implicadas en el lenguaje, especialmente las que tienen
que ver con el lenguaje verbal.
Áreas del cerebro según la función implicada en el lenguaje.

Ahora bien, en el funcionamiento del lenguaje se distinguen dos componentes: la comprensión y la producción. La comprensión se
refiere al proceso mediante el cual el organismo identifica y trasmite hasta el cerebro los estímulos lingüísticos de cualquier tipo,
convertidos en impulsos nerviosos, para que sean procesados y decodificados. La producción por su parte tiene que ver con la expresión
de las ideas por medio de un determinado código lingüístico, que puede ser verbal, gestual o simbólico, el cual es elaborado en el cerebro
y enviado a las estructuras productoras en forma de impulso nervioso.
Identificación de las áreas del cerebro involucradas en el lenguaje

Puede decirse que la producción se asocia a las áreas motoras del lenguaje en el cerebro (área de Broca, en la zona temporal de la
corteza, exclusiva del ser humano). El área de Broca o área motora del lenguaje es la responsable directa de la articulación de la palabra
y, por vía de sus conexiones con otras áreas, incluso del hemisferio derecho, de una parte de las manifestaciones gestuales o signales.
Queda claro entonces que el lenguaje, a pesar de estar íntimamente ligado al hemisferio izquierdo, guarda relación con la función
simbólica del hemisferio derecho.
Puede decirse también que la comprensión se asocia a las áreas sensoriales (área de Wernike, en las inmediaciones témporo-parietales).
Se ha establecido que al área de Wernike arriban los estímulos sensoriales con algún componente lingüístico o, mejor, que el componente
lingüístico de los estímulos finalmente llega y es procesado en el área de Wernike.

Sin embargo, debe tenerse en cuenta que hay de por medio un tercer elemento que tiene que ver con el procesamiento de la información.
Desafortunadamente ese es el eslabón perdido del lenguaje; puesto que la ciencia no ha logrado desentrañar concretamente la manera en
que las señales nerviosas se convierten en ideas y las ideas se convierten en señales nerviosas para luego ser emitidas en el acto
comunicativo.

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