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Para empezar.

I. Date un momento para salir a la calle. Escoge un lugar cómodo para sentarte
o acostarte. Se vale estar de pie, la intención es estar dispuestx.

I. Observa lo que sucede.

I. Pon tu atención en los pies de las personas.

I. Cuando lo consideres continúa.

.-
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De Ricardo Ruiz G.

Extinto el cuerpo, también la palabra


Que lo nombra comienza a desvanecerse
Mariana Oliver

Un grupo de personas y un actor, no mejor… 3. No. Aún mejor, 3, pero mujeres


no actores.

De algún modo vemos la distancia recorrida. También el tiempo, pero de


forma descendiente, recordemos que la obra empezó ayer.

I.

Mujer 1 – ¿Hola? ¡Hola! Sean todas bienvenidas… y todos. Parece que ya no


falta nadie ¿cierto?

Mujer 2 – Ya era hora. Llevamos rato esperando a todxs.

.-
Mujer 3 – ¡Cállate!

Mujer 1 – Bienvenidxs a este punto, seguramente muchas y varios de ustedes


se han preparado mucho para seguir, para alcanzar y encontrar. Pero sepan que
no será fácil…

Mujer 3 – En realidad nunca lo ha sido

Mujer 1 – Sí, pero esta vez las circunstancias han empeorado todo.
Desconocemos el camino, creemos saber por dónde pero…

Mujer 2 – La verdad está de la chingada, no nos vamos a engañar a nosotras y


no lxs vamos a engañar a ustedes. Pero si han venido hasta aquí, no es
momento de regresar.

Mujer 3 – Como dijimos, las circunstancias lo cambian todo en todo momento.


Así que les pedimos estar alertar y nunca caminar solas. Vamos a
acompañarnos entre todxs. ¿De acuerdo?

Mujer 3 - ¿Estas bien?

Mujer 1 – Si, estoy bien. Por un momento me perdí, pero ya estoy de vuelta.
Venga, vamos.

Mujer 3 – Caminar siempre ha supuesto una búsqueda, aunque no sea evidente


en el hecho de caminar hay implícita una interrogante y por tanto un objetivo,
un sueño, un deseo. Una búsqueda, como quieran llamarlo.

Mujer 1 – Hoy intentaremos llegar más lejos que ayer. Más lejos que otros días,
más que en otros tiempos. Por eso creemos importante compartirles esto,
cuando se sientan perdidxs, confundidxs, temerosxs, recuerden que no estamos
solxs y que si decidimos atravesar este camino es por alguien.

Mujer 3 – En esos momentos quizá lo mejor sea parar, no para regresar. Para
recobrar fuerzas y continuar.

.-
Mujer 2 – 1, 2. 3. 5. 20. 40. 50. 60. 90, 120, 150, 180, 230, 270 ¡¿cuánto más
andaremos?! No sé ustedes pero yo tengo hechos mierda mis pies.

- ¿Otra vez?

- Pues sí, lxs de ayer no duraron ni dos.

- Se fueron muy rápido, creo que lxs aburrimos.

- Adelante. ¡Pasen!

- Tampoco creo que duren tanto.

- Seguramente querrán irse antes que termine la obra y tendremos que


rehacerlo todo para mañana.

- ¿Otra vez?

- Pues sí.

- Les diremos

- Se pueden detener, sentar o acostar en el momento que lo deseen

- Se vale también ir en grupos o acompañadxs por su esposx, pareja, hijx, novia,


ligue, con el de alado etc.

- Cada quien decide el ritmo de su andar.

.-
II.

- El área del territorio mexicano es de 1. 9 millones de kilómetros cuadrados


de superficie continental.

- 5 127 kilómetros cuadrados de superficie insular.

- Y 3.1 millones de kilómetros cuadrados de zona económica exclusiva, por lo


que la superficie total de México supera los cinco millones de kilómetros
cuadrados.

- Un maratonista se entrena por años para correr desde 2 hasta 80 km.

- Cuando hacemos cualquier tipo de actividad física, me da igual que sea


correr, que sea nadar, andar en bici, en patines, lo que sea. El organismo
funciona de la misma manera.

- Paremos un momento.

- ¿Otra vez?

- ¿Estás bien? Estas pálida.

- ¡No me toques!

.-
- ¡Huy! perdón.

- Cuando corremos nuestra respiración se acelera para llevar oxígeno a


nuestros músculos y pulmones, el corazón cambia su ritmo para que la
oxigenación llegue a las extremidades, además se eleva nuestra temperatura
corporal y empezamos a sudar…

- Es normal. Después de varios días el cuerpo lo reciente, te pasa la factura y


entonces sientes el tiempo encima. ¡Y vaya que pesa!

- Cada semana debe bajar unos 10 segundos el tiempo de su recorrido,


sumado a ello deberá seguir una estricta dieta alimenticia, revisiones médicas y
un constante monitoreo de sus sistemas nervioso, circular y óseo.

- No me gusta que me toquen.

Solo, déjame respirar un momento. Me voy a sentar.

- El sol, justo debajo de nosotras. Traigo la cara mojada y el cuerpo húmedo.


No es porque haya llovido. No hay llovido en un par de meses. Llevamos 6
horas, a veces hemos andado hasta 10 antes de volver. Aunque hoy parece que
si acaso llegaremos a 7, o un poco menos.

- ¿Seguimos?

...

- Bueno esperamos otro rato.

- Cada mañana parezco desplomarme, me levanto de la cama mientras intento


no recordar la sensación de ayer. Que frio hace. A las 7 de la mañana vienen a
buscarme, las tres andamos en pants, con los zapatos desgastados. Doble
suéter por el sereno de la mañana.

.-
Nos sentamos en la mesa, ni una ha dicho una sola palabra desde que tocaron
a mi puerta. Preparamos el cuerpo con una taza de café, de la noche anterior.

Nos miramos a los ojos y con una pequeña sonrisa nos decimos que estamos
listas.

Ahora sí, vamos a seguir.

- ¿Saben cuánto llevamos?


- Dijiste que lo recordarías.

- Yo recuerdo una historia parecida. La escuche una tarde cuando Dafne hacia
su tarea. Yo estaba terminando de enjabonar los trastes…
Recuerdo su voz, era muy cálida...

Hablaba de un tal Filipides, un mensajero que durante la guerra fue enviado a


recorrer 200 km en 2 días para avisar de la victoria de las tropas, sobre el
enemigo extranjero. Al llegar a su destino.

- ¡Alégrense, lo hemos logrado!

- Fue lo último que dijo antes de caer muerto.

- Paremos un momento.

- ¡Otra vez!

- Por favor. Es que ya no aguato

Mejor solo lxs veo.

- ¡Así! no vamos acabar nunca.

- No importa, mañana seguimos con lxs de la otra función

.-
- Tengo tantos callos que ya no siento mis pies.

- Hemos caminado mucho.

- Aun así, debemos seguir.

- ¡Oigan!... ¡Oigan!

- Ahí vienen.

- ¡Estoy harta! A su ritmo nunca vamos a terminar

- Pues ni al tuyo. De que te sirve ir más rápido, si paramos a cada rato.

- Ándale esta es la última de hoy.

Además es culpa nuestra, les dijimos que podían elegir el ritmo de su caminata.

- ¡Vamos pues!

.-
III.

- ¡Ven! Déjalos ahí, que sigan solxs. Siéntate.

- No pudimos. Fue lo único que dijeron.

- No sabemos nada más.

-Ni quien se lxs llevo ni a donde

-Tampoco a qué hora ni que estaban haciendo

- ¡Pinches puercos!

- ¡Fueron ustedes! Se hacen pendejos nada más.

- ¡Aquí ya no los necesitamos!

- ¡Ni los queremos!

- ¡Putos!

- ¡Cuidado! Borracha

.-
- A ver deja de reírte y pon atención.

Hay que considerar que estamos solas, ya casi no hay nadie…

- ¡Ni aguantan!

- ¡Cállate!

- Se me olvido…

¡Ha! Ya. Les decía que aunque por ratos nos gane el miedo, no podemos parar.

- Que más nos puedan quitar. ¡Salud!

- ¡Salud!

- En ese momento habíamos muchas personas, como ahora. Toda la colonia


reunida. Todxs hablando con todxs, éramos extrañxs conociéndonos por
primera vez, a pesar de vivir al otro lado de la calle o a un costado.

No sé bien que hacia ahí, todxs estábamos asustadxs, había mucho ruido y no
podía entender lo que decían. La gente se incendiaba y se enfriaba al mismo
tiempo, era muy confuso.

Pasaron varias horas, él no llegaba. Yo no había dicho nada, estaba muda,


sentía una presión en el pecho que se disparó cuando escuchamos los balazos.

Muchxs se tiraron al piso, otras se quedaron paradas, en sus ojos no había


temor, sus cuerpos rígidos hacían ver las venas que resaltaban en el cuello y en
las manos. Alguien me ayudo a levantar, no supe ni como llegue al suelo.

.-
Una de las mujeres entro corriendo y me abrazo. Detrás de ella otras mujeres
de las que solo conocía sus rostros se acercaron y me abrazaron.

Yo solo me quede ahí parada, en medio del silencio y del tiroteo de fuera sin
saber qué hacer, tampoco entendía el porqué.

- Oye te creció el cabello.

- Es cierto que bonita te vez.

-¿Cuándo te lo cortaste?

- Ya han sido varias veces, me pareció que era más fácil buscar así...

- ¡Huy! Ya mero. Si este trabajo no tiene lado fácil, aunque puede que funcione
para algunas cosas pero es peor en otras, no mas no hay comparación.

- ¿Y tú, a dónde vas?

- Al baño.

Esa noche entraron a la casa, yo aún estaba despierta. No podía dormir y salí al
baño, como ahora.

Me quede mirando el cielo.

Por mi cabeza no pasaba nada, estaba yo sola y la noche.

Hasta que de la nada escuche unos golpes sobre la puerta, y después a uno de
mis hijos gritar.

¿Qué paso?

.-
- Me lo habían quitado, me lo quitaron y no pude hacer nada. Me quede
paralizada, era un cuerpo muerto. Estaba rodeada de un calor cálido y familiar,
pero yo estaba helada.

- Nos encerraron y arrinconaron junto a la cama. Yo abrace a mis niños, quería


llorar como ellos pero no podía, no sabía cómo reaccionar, estaba atónita.
Nadie está preparada para una cosa así.

Los mire.

Me deje hundir en sus ojos tratando de encontrar algo. De saber porque. Pero
es como hundirse en el lodo…

Negro y profundo que no se puede ver nada. Nos obligaron a mirar.

Después de eso pocas cosas me sorprenden, pero a mis hijxs los mande con
sus tíos.

Ahí. Aún tuvieron la oportunidad de olvidar.

- ¿Se puede olvidar algo así?

- Eran pequeños, me quedaba esa esperanza.

- ¿Quieres más?

- ¡Gracias!

- A Dafne no le gusta ir a la escuela. Enserio. Tenía que arrearla para que se


apurara y no llegar tarde. Siempre pensando en no llegar tarde. Y bueno… entre
limpiar, preparar la comida, ir y correr llegue tarde.

Me estaba esperando afuera, sentada en la banqueta. Cuando me vio corrió


hacia mí, se lanzó con los brazos abiertos a recibirme.

.-
- ¡Ya no tengo!

- Parece que se acabó.

- Creo que tengo otro poco… en esa botella.

- ¿Cual?

- En esa, no esa no, la que esta… ándale si, esa mero.

- ¿Te gusta chupar no?

- ¡Pendeja! Como no pudimos tener hijos teníamos tiempo para divertirnos.


¡Cállense! Es enserio, de verdad lo intentamos pero no sé, nunca se dio y
después…

- Te cortaste el cabello, para perecerte a él.

- Cuando empecé a salir a la calle sentía las miradas. Me tocaban por todas
partes, me daba asco yo misma y estando sola quien iba a querer arriesgarse.

Con el tiempo, me invente mis maneras para no sentirme así.

Para evitar un poco las miradas según yo. Esa fue la primera vez.

- No eres la única.

Pero bueno entre nosotras nos hacemos compañía. O ¿no?

- ¡Salud!

- ¡Salud!

- La tierra seca y árida, ¡raspa! que hasta sangran los pies de andar en ella.
Nada crece, nada florece y cada intento nos parece más cansado que el
anterior.

.-
IV.

- A ver, vengan todxs un momento. ¡Usted también!

¡Eso!

Vamos a entrar a un terreno muy engañoso, así que tengamos mucho cuidado.
Tenemos idea de lo que pasa, yo diría que incluso algunas certezas y por eso,
es más peligroso.

- Es un espacio a voces.

- Queremos, más bien les pedimos por favor estar muy atentos. E intentar
seguirnos.

- Si se extravían, busquen nuestras voces para encontrarnos. ¿Está claro?

- ¿Dónde están? Siempre me ha dado miedo la oscuridad. ¡Hay!

- ¿Qué paso?

- Creo que pise a alguien.

- ¡Sigan avanzando, no se detengan!

- Es muy difícil pasar por aquí

.-
- ¿Y si regresamos?

- Ya nos hemos preguntado eso. Estamos del otro lado.

- Es cierto, ni siquiera es una opción.

- Bueno

- ¿Qué es eso?

- ¡Deténganse!

- La camioneta salió a nuestro encuentro. El calor que tenía por el mezcal de la


escena anterior ahora me helo todo el cuerpo, me congele.

Sus dedos me hicieron despertar. Enterré mis uñas por debajo de su piel
queriendo llegar más profundo, hasta el hueso. Pero me las cortaron, apenas
pude acariciarla cuando me la arrancaron. ¡Así! de tajo.

Desde ese momento mis pies salieron disparados, corrí tan rápido con los
brazos al aire esperando atraparla, pero hasta ahora no ha caído.

- ¿Qué hacen? ¿Por qué gritan?

- Me siguieron. Yo empecé

- ¿Y porque?

- Me pareció ver algo, y me asuste.

- Debemos escondernos, si nos quedamos aquí nos pueden ver

- Si no podemos ver nada

.-
- Al menos intentemos no hacer tanto ruido.

- Guarda eso y sigue caminando

- Con cuidado, hay muchas piedras.

- Y están flojas…

- ¡Fíjense donde pisan y manténganse juntxs!

- ¿En dónde estamos?

- ¿En dónde estamos?

- No estoy segura…

- ¡Agáchense!

- ¡Que paso!

- ¡Agáchense!

- ¡Cállate!

- Creo que nos están observando.

- Que nos vean, ya están enterados que estamos en camino. Nos están
vigilando.

.-
Pero esta vez no estamos solas. Y en todo caso si nos quedamos en esta tierra
fangosa, alguien más escuchará el rumor y seguirá buscando.

- ¡Cállate! ¡Siempre hablando de más!

- Alguien tiene que explicarles, sino somos nosotras quien crees que lo hará.

¿Por qué estaríamos juntas?

- Paremos un rato

- ¡Otra vez!

- ¿Por qué, estas bien?

- Apaga eso.

- Estoy bien…

Ustedes sigan, solo necesito tomar aire.

- Voy a prenderlo.

- ¡No! Es arriesgado, mejor continúen…

No se preocupen, ya las alcanzo.

- Decidimos continuar.

- Ya faltaba poco para llegar.

- Habíamos escuchado rumores de algunas casas abandonadas en lo profundo


de las montañas, que habían funcionado como casas de seguridad. No
sabíamos cuál de todas, así que tuvimos que buscar en cada una.

.-
- Nos tomó cerca de 3 meses recorrer la primera.

- Fue mucho tiempo.

- Estábamos aprendiendo. Y eso de subir y bajar no es nada sencillo por más


que conozcas el camino siempre hay imprevistos.

- Conforme avanzas, vas aprendiendo del terreno.

- Para nosotrxs, ya no existen los lugares seguros.

- Ni en tu propia casa.

- Cuando nos encontramos buscando en grupo. La cosa es más ágil,


empezamos por picar la tierra con machetes o palos que llevábamos, la rascas
hasta ver si te topas con alguien.

- Colocamos señas en donde ya buscamos.

Pequeños trozos de tela, que suelen ser de ropas viejas.

- Después aprendimos, a la mala, pero aprendimos.

- Cuando nos encerraron por andar moviendo la tierra, entendimos que en esta
carrera, vamos solxs.

- Ya pasó mucho tiempo. Debemos buscarla.

- ¿Me oyes?

.-
V.

- Sigan caminando, que aún nos faltan 5 millones de Kilómetros

- Camina, no te quedes parada así nada más.

- El camino es difícil. ¿Y si se caen?

- No deben distraerse, porque un descuido y te vas. Directito al hoyo.

Debes estar convencida de cada paso, no dudar. Aunque bueno, a estas alturas
ya no hay especio para ella.

- Hay que apretar todos los músculos del cuerpo. Pasar el peso sobre un
costado. Fijarte donde pones los pies y dárselo a las manos para agarrarte
cuando tambalees.

- Aferrarte hasta con las uñas.

- Apoyarte en lxs compañerxs.

- Nosotras, empezamos antes.

- Por eso se cansaba más rápido.

.-
- Y era más temerosa.

- Había dicho que nos alcanzaba.

- Se cansó de esperar sin hacer nada. Cuando se enteró que no era la única,
que habíamos más de las que todas creíamos, decidió salir de su casa, dejar de
lavar los platos, la ropa sucia y empezó a caminar.

- En el camino nos conocimos.

- Lucia era pequeña, de estatura baja, como la conocieron.

- A Lucia le quitaron a su esposo… Mario. Se lo quitaron de las manos un 28 de


mayo de 2007. Sin que ella pudiera hacer algo.

Los martes, jueves y viernes pasábamos a su casa, y nos tomábamos una taza
de café antes de salir.

Habíamos acordado salir por las mañanas para aprovechar la luz de sol.

- Por las tardes se pone más difícil y nos unimos en grupos que buscan en las
orillas cercanas.

- Te sientes protegida.

- Ellos se juntaron, iban a casarse después de tener a su primer hijo, para


aprovechar y bautizarlo.

- Por eso estaban apurados.

Una noche Lucia nos contó que parecían conejos, toda la noche…

- ¡Ya nos quedó claro que lo intentaron!

.-

- Ahora abra que buscarla a ella también.

- Después de bajar, fuimos directo a la comandancia.

- A ver la cara de los pendejos.

- Creemos que alguno no debe serlo tanto.

- ¿Tan qué?

- Pues tan pendejo

- ¡Ha! Sí

- Otra vez las mismas respuestas

- Si teníamos alguna esperanza, ahí se murieron.

- Hace frio.

- No quisieron creernos y nos metieron aquí, en este cuartito pequeño.

- Pero estamos juntas.

- Y haya fuera ha de haber más, solo que aún no lxs conocemos

VI.

- Yo soy Susana. Hace 3 años, 3 meses, 8 días y 14 hrs. Me quitaron a uno de


mis hijos. He recorrido más kilómetros de los pudiera decir ahora. Seguramente
escaparían de mi memoria muchos detalles y recuerdos de los lugares que me
he visto forzada a visitar. Pero no importa. Ya no me importa.

Están cansadxs. Y los entiendo. Pero no esperen a que yo me detenga…

Los invito a salir.

- Espérate ¿Qué estás haciendo?

- Pues ya no pueden seguir. ¡Miralos!

.-
Mañana seguiremos desde aquí, con los que vengan a la función.

- Pero…

- Susana es una mujer fuerte, ya la ven. De las 3 siempre ha sido la más


aguerrida y entrona.

Creo que es así, desde que vio como mataron a su marido, le robaron a uno de
sus hijos y después perdió al otro, en esta carrera.

¿Cómo ser la misma persona, después de que te quitaron todo?

Pero eso se los contara ella mañana, bueno a los de la otra función.

- ¡Que tanto les dices!

- Nada.

Que por hoy es suficiente, hemos avanzado un poco más.

Aunque en el camino extraviamos a Lucia…

- ¡No llores!

Es la más sensible de las 3.

Gracias por venir y acompañarnos

- ¡Ya estoy bien!

- Inviten a sus familiares, amigxs y conocidxs. Díganles que necesitamos toda


ayuda posible.

- ¡Si! Inclusive no es necesario que nos entiendan. A veces solo necesitamos de


alguien con quien charlar mientras descansamos.

Escuchar que para algunas personas todo va mejor. Eso nos aligera, aunque sea
momentáneo.

- Además es buen ejercicio, ya ven ustedes. Se van sudando.

.-
- Sí se preguntan por mí, les diré que mañana me toca contarles más sobre mí.

Hoy ya no nos dio tiempo.

- Nos ganó el cansancio.

Y además debemos preparar, el texto para lxs de mañana.

¡Gracias! Que tengan buen regreso a casa.

VII.

Donde está el cuerpo.

Que nos queda por inventar, cuando la realidad sobrecoge. Y severa se


presenta camaleónica. Que apenas nos da oportunidad de atisbarla. Antes de
filtrarse y esconderse por debajo de nuestros ojos.

Qué hacer cuando eso que anhelamos, que parece alcanzable se escapa a vista
suelta, porque lo que se dice urgente es necesario que sin ello lo posible no es
posible.

Reunir nuestras preguntas y reunirnos, parece una posibilidad de lo posible.

Estos no son tiempos serenos, hay que sonreír, intercambiar, imaginar lo que el
otro precisa, observar y dejarse atravesar por la mirada, darle apertura a lo
incómodo. Levantarse.

Andar con las manos. Porque ellas han de guardar todo. El empeño de los pies,
la idea de encontrar, todo eso y más tendrán que soportar.

Deberás pasar el peso a los dedos porque en el talón pronto descubrirás tu


cansancio, tu falta de azoro, la ceguera voluntaria. La ausencia.

Y entonces los pies serán la cabeza y las manos los pies, la mirada puesta al
suelo sobre la tierra intentando escarbar por debajo de la epidermis, más allá
de ella incluso, como si de un clavado se tratara.

.-
.-

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