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I. Date un momento para salir a la calle. Escoge un lugar cómodo para sentarte
o acostarte. Se vale estar de pie, la intención es estar dispuestx.
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De Ricardo Ruiz G.
I.
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Mujer 3 – ¡Cállate!
Mujer 1 – Sí, pero esta vez las circunstancias han empeorado todo.
Desconocemos el camino, creemos saber por dónde pero…
Mujer 1 – Si, estoy bien. Por un momento me perdí, pero ya estoy de vuelta.
Venga, vamos.
Mujer 1 – Hoy intentaremos llegar más lejos que ayer. Más lejos que otros días,
más que en otros tiempos. Por eso creemos importante compartirles esto,
cuando se sientan perdidxs, confundidxs, temerosxs, recuerden que no estamos
solxs y que si decidimos atravesar este camino es por alguien.
Mujer 3 – En esos momentos quizá lo mejor sea parar, no para regresar. Para
recobrar fuerzas y continuar.
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Mujer 2 – 1, 2. 3. 5. 20. 40. 50. 60. 90, 120, 150, 180, 230, 270 ¡¿cuánto más
andaremos?! No sé ustedes pero yo tengo hechos mierda mis pies.
- ¿Otra vez?
- Adelante. ¡Pasen!
- ¿Otra vez?
- Pues sí.
- Les diremos
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II.
- Paremos un momento.
- ¿Otra vez?
- ¡No me toques!
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- ¡Huy! perdón.
- ¿Seguimos?
...
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Nos sentamos en la mesa, ni una ha dicho una sola palabra desde que tocaron
a mi puerta. Preparamos el cuerpo con una taza de café, de la noche anterior.
Nos miramos a los ojos y con una pequeña sonrisa nos decimos que estamos
listas.
- Paremos un momento.
- ¡Otra vez!
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- Tengo tantos callos que ya no siento mis pies.
- ¡Oigan!... ¡Oigan!
- Ahí vienen.
Además es culpa nuestra, les dijimos que podían elegir el ritmo de su caminata.
- ¡Vamos pues!
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III.
- ¡Pinches puercos!
- ¡Putos!
- ¡Cuidado! Borracha
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- A ver deja de reírte y pon atención.
- ¡Ni aguantan!
- ¡Cállate!
- Se me olvido…
¡Ha! Ya. Les decía que aunque por ratos nos gane el miedo, no podemos parar.
- ¡Salud!
No sé bien que hacia ahí, todxs estábamos asustadxs, había mucho ruido y no
podía entender lo que decían. La gente se incendiaba y se enfriaba al mismo
tiempo, era muy confuso.
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Una de las mujeres entro corriendo y me abrazo. Detrás de ella otras mujeres
de las que solo conocía sus rostros se acercaron y me abrazaron.
Yo solo me quede ahí parada, en medio del silencio y del tiroteo de fuera sin
saber qué hacer, tampoco entendía el porqué.
-¿Cuándo te lo cortaste?
- Ya han sido varias veces, me pareció que era más fácil buscar así...
- ¡Huy! Ya mero. Si este trabajo no tiene lado fácil, aunque puede que funcione
para algunas cosas pero es peor en otras, no mas no hay comparación.
- Al baño.
Esa noche entraron a la casa, yo aún estaba despierta. No podía dormir y salí al
baño, como ahora.
Hasta que de la nada escuche unos golpes sobre la puerta, y después a uno de
mis hijos gritar.
¿Qué paso?
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- Me lo habían quitado, me lo quitaron y no pude hacer nada. Me quede
paralizada, era un cuerpo muerto. Estaba rodeada de un calor cálido y familiar,
pero yo estaba helada.
Los mire.
Me deje hundir en sus ojos tratando de encontrar algo. De saber porque. Pero
es como hundirse en el lodo…
Después de eso pocas cosas me sorprenden, pero a mis hijxs los mande con
sus tíos.
- ¿Quieres más?
- ¡Gracias!
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- ¡Ya no tengo!
- ¿Cual?
- Cuando empecé a salir a la calle sentía las miradas. Me tocaban por todas
partes, me daba asco yo misma y estando sola quien iba a querer arriesgarse.
Para evitar un poco las miradas según yo. Esa fue la primera vez.
- No eres la única.
- ¡Salud!
- ¡Salud!
- La tierra seca y árida, ¡raspa! que hasta sangran los pies de andar en ella.
Nada crece, nada florece y cada intento nos parece más cansado que el
anterior.
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IV.
¡Eso!
Vamos a entrar a un terreno muy engañoso, así que tengamos mucho cuidado.
Tenemos idea de lo que pasa, yo diría que incluso algunas certezas y por eso,
es más peligroso.
- Es un espacio a voces.
- Queremos, más bien les pedimos por favor estar muy atentos. E intentar
seguirnos.
- ¿Qué paso?
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- ¿Y si regresamos?
- Bueno
- ¿Qué es eso?
- ¡Deténganse!
Sus dedos me hicieron despertar. Enterré mis uñas por debajo de su piel
queriendo llegar más profundo, hasta el hueso. Pero me las cortaron, apenas
pude acariciarla cuando me la arrancaron. ¡Así! de tajo.
Desde ese momento mis pies salieron disparados, corrí tan rápido con los
brazos al aire esperando atraparla, pero hasta ahora no ha caído.
- Me siguieron. Yo empecé
- ¿Y porque?
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- Al menos intentemos no hacer tanto ruido.
- Y están flojas…
- No estoy segura…
- ¡Agáchense!
- ¡Que paso!
- ¡Agáchense!
- ¡Cállate!
- Que nos vean, ya están enterados que estamos en camino. Nos están
vigilando.
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Pero esta vez no estamos solas. Y en todo caso si nos quedamos en esta tierra
fangosa, alguien más escuchará el rumor y seguirá buscando.
- Alguien tiene que explicarles, sino somos nosotras quien crees que lo hará.
- Paremos un rato
- ¡Otra vez!
- Apaga eso.
- Estoy bien…
- Voy a prenderlo.
- Decidimos continuar.
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- Nos tomó cerca de 3 meses recorrer la primera.
- Ni en tu propia casa.
- Cuando nos encerraron por andar moviendo la tierra, entendimos que en esta
carrera, vamos solxs.
- ¿Me oyes?
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V.
Debes estar convencida de cada paso, no dudar. Aunque bueno, a estas alturas
ya no hay especio para ella.
- Hay que apretar todos los músculos del cuerpo. Pasar el peso sobre un
costado. Fijarte donde pones los pies y dárselo a las manos para agarrarte
cuando tambalees.
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- Y era más temerosa.
- Se cansó de esperar sin hacer nada. Cuando se enteró que no era la única,
que habíamos más de las que todas creíamos, decidió salir de su casa, dejar de
lavar los platos, la ropa sucia y empezó a caminar.
Los martes, jueves y viernes pasábamos a su casa, y nos tomábamos una taza
de café antes de salir.
Habíamos acordado salir por las mañanas para aprovechar la luz de sol.
- Por las tardes se pone más difícil y nos unimos en grupos que buscan en las
orillas cercanas.
- Te sientes protegida.
Una noche Lucia nos contó que parecían conejos, toda la noche…
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…
- ¿Tan qué?
- ¡Ha! Sí
- Hace frio.
VI.
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Mañana seguiremos desde aquí, con los que vengan a la función.
- Pero…
Creo que es así, desde que vio como mataron a su marido, le robaron a uno de
sus hijos y después perdió al otro, en esta carrera.
Pero eso se los contara ella mañana, bueno a los de la otra función.
- Nada.
- ¡No llores!
Escuchar que para algunas personas todo va mejor. Eso nos aligera, aunque sea
momentáneo.
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- Sí se preguntan por mí, les diré que mañana me toca contarles más sobre mí.
VII.
Qué hacer cuando eso que anhelamos, que parece alcanzable se escapa a vista
suelta, porque lo que se dice urgente es necesario que sin ello lo posible no es
posible.
Estos no son tiempos serenos, hay que sonreír, intercambiar, imaginar lo que el
otro precisa, observar y dejarse atravesar por la mirada, darle apertura a lo
incómodo. Levantarse.
Andar con las manos. Porque ellas han de guardar todo. El empeño de los pies,
la idea de encontrar, todo eso y más tendrán que soportar.
Y entonces los pies serán la cabeza y las manos los pies, la mirada puesta al
suelo sobre la tierra intentando escarbar por debajo de la epidermis, más allá
de ella incluso, como si de un clavado se tratara.
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