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Soy

Believe
Primera edición, 8 de junio de 2017
Impresión: Blurb

Autor: Abel Hans
Un libro de Believe APP
Edición: Juliana Palacio Cardona
Diseño y maquetación: Juliana Palacio Cardona
Mandala, una creación de: Bixita

Cualquier forma de reproducción, distribución,


comunicación publica o transformación de esta
obra solo puede ser realizada con la autorización de
sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.

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app: descarga.believe-app.com
SOY BELIEVE
SOBRE EL AUTOR

ABEL HANS

Triatleta, corredor incansable, ciclista de


ambas ruedas, aprendiz de nadador.
Creativo a media jornada, luchador en la
otra media.

Loco convencido de otra perspectiva de la
vida, de que otro modelo es posible.

Este libro está dedicado a quienes me
prestaron su mano cuando estaba al
borde del precipicio.

A quienes me ofrecieron consuelo.
A quienes me regalaron su tiempo.
A quienes me brindaron sin copa una
sonrisa verdadera.

A quienes me miraron a la cara sin
condiciones.

A mi familia.
ÍNDICE:

CAPÍTULOS:

1. Los obstáculos no están en suelo.

2. Con las manos sucias y el corazón limpio.

3. Debajo de un mundo, encima de mis sueños.



4. Cuando no me quedaban fuerzas, encontré el
orgullo.

5. Cuanto más me duelen las piernas, mejor me


siento.

6. El precipicio es mi punto de partida.

7.Si quieres acariciarme el alma…

8. A veces para llegar a la cima, bajo un par de


metros.

9. Mis saltos son para caer más alto.

10. Si mis pies no tocan el suelo…

11. Me convierto en invitado único…

12. Caminos que esperan, senderos que me conocen.

13. Cuando busco a un rival, me miro al espejo.


14. Quien cree en sus posibilidades, no necesita
ídolos.

15. Para saber lo lejos que he llegado…


16. La dificultad es la distancia que separa…
17. No fue contigo, pero sí por ti…
18. Del silencio hice un suspiro…
19. Un camino nuevo, es un descubrimiento.
20. Buscándome por fuera, me encontré por dentro.
21. Supe que lo encontré, cuando con una mirada
no era suficiente.
PRÓLOGO:
¡Atención, este no es un libro acto para cobardes!
Believe, es un concepto de vida… Una manera funcional
de enfrentarnos a cada segundo, a cada minuto de
nuestros días.

Es la manera objetiva de ver que un problema, es un


inconveniente no resuelto. Eso y nada más, no es
necesario que te suicides.

Hay mil maneras distintas de encontrar una solución de


forma positiva, que dependen de ti, exclusivamente de ti
y de ninguna otra persona o circunstancia.

Believe refuerza tu compromiso contigo mismo, alimenta


tus valores desde esa perspectiva que tanto te cuesta ver
y que solo tú puedes ver y gestionar.

Es la inspiración que en un momento concreto te falta


para encontrar la salida. El impulso justo de un
pensamiento adecuado, a un acto responsable con tus
tripas, las orgánicas no, las otras, una ejecución solvente
y convencida, tu encuentro.

Believe es deporte, es un concepto de vida saludable, es


una filosofía de vida global, una manera de vivir desde
adentro para fuera, o incluso mejor, desde afuera para
hacerte más fuerte en tu totalidad.

Todo lo que puedas vivir desde una experiencia física,


tiene un sentido en tu vida. Dime qué tipo de deportista
eres y te diré quién eres; o más fácil aún, dime qué tipo
de vida tienes y te diré qué tipo de deportista eres.
En ambos casos, todo el mundo podrá saber cuántos
momentos felices eres capaz de coleccionar al día.
Believe eres tú y aún no lo sabes.

La gente tiene miedo justo en el momento de mayor


felicidad, quizás no quieren que se acabe, pero ya sabes,
la felicidad es tu propia capacidad para disfrutar
momentos. A veces los detectas, otras veces esos
momentos pasan por encima de tu vida, y sin que te des
cuenta, estas sobreviviendo. Eso te ocupa mucho tiempo y
atención, demasiado diría yo.

También puedes tener miedo a lo desconocido, que es


precisamente lo más emocionante en tu canal directo al
descubrimiento.

Consolida lo que tienes, lo que sabes, lo que haces.


Descubre, añádele una porción de emoción a todo lo
desconocido, derriba barreras, no toques la puerta,
atraviésala; elimina todo lo que sobra en tu vida, protege
y haz crecer todo lo que te aporta, todo lo que eres, todo
lo que necesitas ser, todo lo que quieres ser.

Dale lustre a tus emociones descuidadas. Invítate a una


copa de emociones en la vida, a descubrir todas esas
cosquillas que tienes almacenadas en algún rincón de tu
estómago, y que aún no sabes que tienes.

Este libro habla de las cosas más comunes que cualquier ser
humano puede sentir en un día cualquiera. Pero para hacerlo
divertido y completamente distinto, le añado una pizca de de
locura, de romanticismo y de lógica, esas palabras tan
poco usadas en nuestro tiempo.
Haz que te vibre un poco más el corazón que el móvil, lee
durante unos días otra cosa que no sea tu “whatsapp” o tu
“face”. Conecta tu lado más emocional con el deporte y la
vida. Incluso si no haces deporte, hazlo porque seguro
que respiras.

SOY BELIEVE contiene:

21 imágenes acompañadas, cada una, de una frase


inspiracional.

A cada imagen, le sigue un micro relato emocional, esos


que te hacen pararte en cada página, leer de nuevo y
pensar.

Después tendrás una exposición más extensa de todo lo


que representan las dos anteriores, pero en un lenguaje
más tradicional, ese léxico que casi todo el mundo
entiende. Saca conclusiones, visualízate en ellos, métete el
dedo en el ojo si así lo prefieres.

Esta publicación pretende hacerte pensar con cada


imagen, que te pares con cada micro relato, y que antes
de avanzar de página lo leas cuantas veces sea necesario
hasta comprenderlo, hasta que deje de retorcerse en tu
estómago.

Puede resultar una lectura densa si lo haces rápido, por
eso, no es necesario entenderlo todo a la primera. Me
gustaría pensar que es una lectura profunda, de esas que
no se olvidan y sirven para ponerlas en práctica, tú
decides. En el lugar menos esperado, aquí y ahora.

Se Believe, y convierte en el campeón de tu mundo.


1
Los obstáculos no
están en el suelo, solo
en tu cabeza.
Pensaba que me pesaban los pies,
creía que estaba sucio por fuera,
quizás menos que por dentro.

Me incomodaba tirarme al suelo,


saltar por encima de todas las piedras del camino,
bordear con soltura lo que casi me machacaba.

Estaba sobradamente preparado,
tenía el físico suficiente,
estaba sobradamente entrenado,
necesitaba enfrentarme a cualquier situación,
en cualquier momento,
en cualquier lugar,
bajo cualquier circunstancia.

Cerré los ojos un segundo antes de comenzar,
fue cuando vi mi objetivo con mayor claridad.

Los obstáculos no están en el suelo,
solo en tu cabeza.
SER BELIEVE, SER FELIZ
El paso de cambiar las zapatillas de andar por la
casa, un té o un refresco en el sofá y tu serie favorita,
a calzarse las zapatillas de deporte para ponerse a
sudar, en ocasiones no resulta sencillo.

Hay quienes tienen un pensamiento atornillado a su


cabeza, piensan que haciendo deporte no serán
capaces de disfrutar, de sonreír a 160 pulsaciones.

Es muy probable que ese pensamiento sea


consecuencia de una experiencia anterior poco
afortunada. Suele tener relación con personas que han
experimentado con la actividad física de una manera
desordenada.

Beber una copa de vino en el almuerzo es saludable,


pero beberse la botella es otra cosa. Con las
actividades físicas pasa lo mismo. No quiero invitarlos
a que hagan un Ironman o una maratón, eso solo
háganlo cuando estén suficientemente preparados.

Puede ser que encuentres un amigo que te diga que ha


corrido 10 km el primer día, puede ser que jamás en
su vida hiciera esa distancia de una vez.

Él lo decide y se afana en tener una vida saludable de


golpe, sin conocimiento ni asesoramiento previo. La noche
anterior cena una ensalada, se compra unas zapatillas muy
monas en la tienda de su amigo, unos pantalones en oferta
y se coloca una camiseta de su equipo de fútbol favorito. Se
tira a la calle, al campo o la playa y corre sus 10 km.
El problema llega cuando al día siguiente odia el deporte,
tiene ampollas en los pies causadas por de las zapatillas
nuevas, ya que no se puso calcetines técnicos, el
pantalón le hizo una rozadura en el muslo y la
camiseta le dejó una marca en el cuello. Todo esto
sin contar con los dolores que tendrá al menos
durante 4 días, las incomodidades en las rodillas y
su incapacidad para subir escaleras durante la
semana siguiente.

Las redes sociales en este aspecto, en ocasiones más


que favorecernos, nos confunden, nos hacen creer
que todo es fácil y que solo es cuestión de desearlo,
de mentalizarlo. Incluso algunos imbéciles dicen
convencidos: “Me lo merezco”.

Es evidente que mentalmente debemos ser pro


activos, que tener una actitud positiva nos acerca un
poco más a cada objetivo, a prepararnos. Pero hay
otros factores que no tienen que ver con la mente.

El conocimiento de las capacidades


físicas, son la base para saber en qué
condiciones te encuentras, cuáles son
tus objetivos y como puedes
conseguirlo.

Se debe programar una evolución, en unos plazos


razonables.

Tu amigo que corrió los 10 km el primer día no disfrutó


de su actividad, es más, los días siguientes tuvo todo
tipo de dolores. Si en vez de realizar esa actividad
como la hizo, hubiese realizado una adaptación al
esfuerzo progresiva, se hubiese motivado mucho
más, de una manera más cómoda y satisfactoria.

Un día hace una caminata de 3 km, al día


siguiente corre durante 500 metros y camina durante
1 km. En tres repeticiones, así progresivamente.

De esta manera estaría mandándole un mensaje a


su cuerpo de adaptación a un esfuerzo de manera
progresiva, vería la mejora en su rendimiento en
pocos días y se motivaría automáticamente con sus
propias sensaciones para empezar a retarse a sí
mismo.

En otras ocasiones el pensamiento es más


enrevesado, “estoy convencido que puedo hacerlo,
pero no lo hago”.

Nuestro tiempo y espacio está


completamente inundado de
obligaciones, de responsabilidades
adquiridas, de compromisos que nos
encadenan a una rutina permanente,
que nos aleja de hábitos saludables, de
una vida sana mentalmente.
Razonar de una manera lógica como empezar, con
que objetivos y con qué método es fundamental a la
hora de dar el paso.

¡¡¡Atrévete a ser Believe!!!


2
Con las manos sucias
y el corazón limpio.
Noté como me faltaba el aire,
pero no baje el ritmo,
tenía mi objetivo cerca, a la vista.

Se convirtió en una cuestión de orgullo,
quería terminar lo que había empezado,
abrillantar mi honor con todo el esfuerzo.

Me daba igual delante o detrás de quién estaba,
por mucha gente que estuviese a mi alrededor,
no veía por ningún sitio a los rivales,
quizás porque no me preocupaban,
no me interesaba más que mi propia capacidad,
mi recia intención de hacerlo.

Sentí que era capaz de conseguirlo con
determinación,
no sé si lo merecía, pero estoy seguro de que me
lo gané.

Con las manos sucias y el corazón limpio.
YO SOY MI RETO

Cualquiera de estos textos, se podría interpretar en la


vida cotidiana. El deporte nos expone en ocasiones a
situaciones límite de cada una de nuestras
posibilidades.

La vida es una carrera de obstáculos,


en la que nos comportamos
idénticamente a: correr sobre el barro,
subir desniveles pronunciados, pasar
por una tirolina, cruzar túneles,
levantarse después de cada caída.

Entrenar tu cuerpo te permite mejorar tus condiciones


físicas de manera natural. Un cuerpo sano tiene más
posibilidades de tener una mejor calidad de vida y
menos enfermedades que un cuerpo poco o nada
entrenado.

Esto ya no resulta ser un descubrimiento y existen


miles de publicaciones científicas que apoyan este
pensamiento. Ahora dejó de ser una teoría para
convertirse en una profunda realidad.

Una persona entrenada físicamente entrena su


cerebro inconscientemente, debido a una alta
cantidad de toma de decisiones. Lo contrario puede
ocurrir con un individuo con una vida sedentaria.
El cerebro se activa con el ejercicio, que es otra de
las reacciones que se producen. También porque la
actividad química que se genera de manera
involuntaria, conecta terminaciones nerviosas
directamente relacionadas con nuestro cerebro.

Estas personas que realizan normalmente alguna


actividad física tienen un comportamiento más
racional ante cualquier problema. Están más
capacitadas, dispuestas para reaccionar
adecuadamente y elegir la mejor solución para cada
situación.

Las grandes multinacionales se dieron cuenta de este


conocimiento hace más de 40 años. Comenzaron a
premiar, a motivar y asesorar a sus altos directivos a
que mantuvieran una relación con el deporte
disciplinada y frecuente. En algunos casos, se
empezaron a construir espacios deportivos, a
realizar acuerdos con los gimnasios de la zona y
grupos de interés.

Estas actividades están dirigidas a poder ofrecerle a


sus empleados, instalaciones que reúnan unos
requisitos mínimos para poder desarrollar
actividades físicas.

Este modelo se ha implantado en la mayoría de


empresas multinacionales, con acceso a todas sus
plantillas. Los propios empleados ya no entienden
una actividad mental alta, sin una dosis de ejercicio
diario.
La actividad física está directamente y
positivamente relacionada con una
actividad mental más equilibrada, con la
posibilidad de tener mayores recursos a
la hora de solventar cualquier situación
y toma de decisiones.

Una de las preguntas obligatorias en una entrevista de


trabajo es: ¿haces deporte? La respuesta a esta
pregunta indica la capacidad que la mayoría de
personas normales pueden tener a la hora de resolver
distintas situaciones.

Hay una multitud de situaciones a las que te enfrentas


a diario, se encuentran tus capacidades de desarrollo
personal, físico y mental. Cada actividad física a la
que te enfrentas se termina pareciendo en algo a tu
carácter, a tu personalidad, a tu más íntimo concepto
de vida.

Cada actividad puede ser un reto personal, tanto


como tu propia vida en el día a día.

Hazte las siguientes preguntas y reflexiona sobre tus


respuestas:

1. ¿Cuánto tiempo libre tienes al día?


2. ¿A qué dedico este tiempo?

3. A qué te gustaría dedicarlo?

4. ¿Qué tengo que hacer para conseguirlo?

5. ¿A qué estoy esperando?

Si no te ha costado responder a estas preguntas,


solo es una cuestión de que te lo plantees
definitivamente.
3
Debajo de un mundo,
encima de mis
sueños.
No tenía tiempo para mirar atrás,
no había margen para un giro,
no podría retroceder.

Gotas de agua me golpeaban como acero,
había olas que me llevaban sin timón,
un solo pensamiento me mantenía en pie.

Aires enrabietados por sombras de nubes oscuras,
mar de fondo por un arco ordenado y multicolor,
brillaban los blancos,
sonaba el silencio.

Agarrándome al cielo con mis propias manos,
tirando de un viento que me porfiaba,
deslizándome suave por una superficie enfurecida
de espuma lavada por agua fría.

Debajo de un mundo, encima de mis sueños.
NO TENGO TIEMPO PARA
MIRAR ATRÁS

Vivimos sumergidos en urgencias prioritarias.


Dedicamos poco tiempo a reflexionar, a meditar
diariamente un instante en el día que hemos tenido. Si
lo hemos disfrutado o si por el contrario lo hemos
sufrido.

En demasiadas ocasiones eliminamos días de nuestro
calendario como si nos estorbaran, como si en el
fondo pareciera que alguien nos los colocó en nuestra
agenda con la intención de hacernos daño.

Este tipo de pensamiento está muy relacionado con


una vida estresante, llena de responsabilidades y
obligaciones a todas horas, todos los días de la
semana. Este ritmo de vida nos empuja a irnos de
vacaciones con el teléfono en la mano, con el
ordenador en la maleta. Nos convierten en infelices
digitales, en personas dependientes de unos ritmos
sobredimensionados,terriblemente desproporcionados.

Hay momentos en nuestras vidas que vivimos en una
lucha permanente. Los días se convierten en batallas,
las semanas en guerras e incluso hay meses que nos
asoman al apocalipsis.

No nos dedicamos el tiempo necesario para cuidarnos


a todos los niveles, para descontaminarnos lo
suficiente. Vivimos en tormentas permanentes.
Es fundamental poder disfrutar de cualquier actividad
que hagamos. Es prioritario gozar de nuestro trabajo,
aunque se haya convertido en una utopía, porque si
no te gusta lo suficiente, haz todo lo que esté en tus
manos para sentirte a gusto, haz que sea cómodo y
motivante. Hazlo divertido, simpático, si es posible,
haz que cada día sea una experiencia única.

Unos días lo conseguirás, otros no tanto, pero te


quedarás siempre con lo mejor, aunque haya días
que no parezca que tienen nada bueno, siempre lo
hay.

Quizás de los momentos más delicados, de las


experiencias más difíciles, es de donde se obtienen
los aprendizajes más profundos.

Y si es así, por qué vas a perder la oportunidad de


disfrutarlo? Es precisamente cuando más abiertos hay
que tener los ojos, más limpios lo oídos, más
disponible el olfato, hay que vividlo con los cinco
sentidos... y si tienes seis, no desaproveches la
oportunidad.

Deja que el mundo que te rodea lleve su ritmo, pero


pon el ritmo al tuyo, dale la pauta necesaria para
disfrutar de cada momento.

Que nada en este planeta condicione tus sueños, que


nada este mundo te haga cambiar tus ilusiones.

Navega encima de tus sueños, justo encima de tu


vida.
4
Cuando no me
quedaban fuerzas,
encontré el orgullo.
Apreté los dientes,
cerré los puños con todas mis fuerzas,
puse en tensión mis piernas sin querer.

Miré al fondo y pude ver con claridad
todo lo que podía parecer lejano.

Inspiré razones donde apoyar argumentos de esfuerzo
al límite de mi fuerza.

Expiré todos los miedos que había desconocido,
todo lo pendiente de conocer cuando pensar ya no
podía.

Seguí pertinaz,
buscando en mi cabeza un motivo,
la razón de un sacrificio.

Entonces supe que el momento
se convirtió en la mejor oportunidad.

Cuando no me quedaban fuerzas,


encontré el orgullo.
CUESTIÓN DE ORGULLO
Tenemos ilusiones con las que convivimos codo a
codo, sueños que parecen lejanos, también ideas que
no compartimos por el miedo a no poder realizarlas.
Incluso escribimos en hojas de papel algunas cosas
que no nos atrevemos a decir.

Tenemos tantas cosas que por miedo a fracasar no


hacemos, no decimos, no enseñamos… tantas que
llega el momento en el que nos convencionalizamos
nosotros mismos.

Dejamos de ser únicos con un comportamiento


cobarde de ilusiones, pobre de sacrificio, con un
espíritu de superación endeble y perjudicado por
nuestros propios prejuicios y los de los demás.

Tenemos tantas cosas pendientes de hacer, que la


mayoría de ellas se quedan en proyectos imposibles
de materializar. No por imposibles, simplemente por
inacción.

Somos los dueños de nuestros proyectos, los


propietarios de nuestras ilusiones y de nuestros
desvelos que nos hacen despertarnos con una sonrisa
a mitad de la noche.

Somos los únicos responsables de la gran mayoría de


cosas que pasan en nuestra vida. Somos los dueños
de nuestra felicidad, de todos los logros obtenidos,
de las batallas ganadas, las pendientes de ganar y
quizás de algunas perdidas.
Hay una fuerza que no es dependiente de la fuerza
física: la voluntad. Las ganas de hacer algo y tu
capacidad de sacrificio para ponerte en ello. Hay una
fuerza dentro de ti que no se ve a simple vista, que
nadie puede detectar si no te conoce, si no convive
contigo cada día.

Caerse es fácil, además, podemos caernos en cualquier


momento, por cualquier circunstancia. No se debe juzgar al
caer, es más, admiro a quien se levanta como si no hubiese
pasado nada. Admiro a quienes lo vuelven a intentar, a
quienes curan sus heridas con una nueva oportunidad,
precisamente eso que no te regala nadie, que no te permite
un superior. Una oportunidad que te inventas, que te
permites en primera persona.

Admiro a quienes quieren un poco más, a quienes no


se dan por vencidos cuando tocan fondo, a los que
quieren mejorar cuando caen a la lona con un ojo
morado y el cuerpo dolorido, a los que no se rinde, a
los que no se ven en los anuncios de la tele.

Admiro a los que se levantan a las 5 de la mañana para ir


a trabajar, a los que después del trabajo recogen su bolsa
de deporte y se ponen unas zapatillas para salir a correr, a
montar en bici, a nadar. También a aquellos que no hacen
nada de eso, pero lo cambian por ir con sus amigos a
tomar una cerveza, a reírse, a pasárselo bien, a ser felices...

Admiro a todas aquellas personas que no se conforman con


lo que son, porque saben que aún tienen una mejor versión
de sí mismo por dentro.

Admiro a todos los que sin fuerzas, encuentran el orgullo en


el que apoyarse.
5
Cuanto más me
duelen las piernas,
mejor me siento.
Rodábamos en orden agradeciendo relevos largos,
tras la sombra de una rueda,
dándole descanso a mi aspirante.

Rodábamos en orden por donde las cadenas suenan al
aire,
el cambio clasifica fuerza,
el compañero anima.

Rodábamos perfectamente en orden por caminos
agradecidos,
tirando kilómetros de gancho,
de perfiles afilados.

Rodábamos en orden,
saludando en dirección contraria,
cediendo el paso a quien lo tiene
mordiendo plásticos en rectas.

Rodábamos en orden,
entre el respeto y la admiración,
entre el arcén y una carroza,
entre la vida y la muerte.
AMIGOS
Tenemos un concepto de la amistad relativamente
desvirtuado de su esencia. En nuestro tiempo,
definimos como amigo a quien nos escucha, nos oye,
nos anima en los momentos más complejos, nos
presta su hombro para desahogarnos.

Hemos adaptado una versión de la amistad muy cómoda.


Cuando un amigo nos dice lo que no queremos oír, nos
incomoda con su mensaje o su comportamiento y
automáticamente lo clasificamos en la lista de personas no
amables.

Descartamos quedarnos a solas con él, o adaptar una


posición de escucha. Incluso pasamos a reaccionar en
defensa propia la mayoría de las veces, precisamente
porque nos sentimos atacados.

Un amigo no es quien te dice lo que quieres oír, es


precisamente quien medita lo que tienes que oír, aun
sabiendo que no estarás conforme. Un amigo se juega su
amistad por tu bien. No especula con sus intereses, te
protege, te cuida, se interesa por ti, incluso en su perjuicio.

El ciclismo es uno de los deportes más sacrificados de los


que he podido practicar. Lo mejor es que genera lazos muy
estrechos entre quienes lo practican. No es necesario ser
amigo de un ciclista para saludarle si te lo encuentras en
cualquier carretera, por el contrario, si vas en la misma
dirección haces con él un tramo, juntos.

En estos casos, verás por la carretera a un grupo de


ciclistas rodando en la misma dirección, en grupo.
Puede parecer que son amigos de toda la vida, es
posible que en algunos casos sea así, pero en la
mayoría se habrán conocido en la salida, unos
kilómetros antes cuando coincidían en la subida a un
puerto, rellenando los botes en una fuente o
desayunando en un bar. Cualquier sitio es bueno
para hacer un amigo ciclista.

El concepto amistad, está estrechamente ligado al


ciclismo, unos ciclistas se sacrifican por otros, unos
corredores protegen a sus compañeros, se hablan,
se avisan, se animan. Comparten comida, beben del
mismo bote.

Últimamente se ha convertido en un deporte de


riesgo, por el alto número de víctimas que se
producen en las carreteras.

Un amigo, un ciclista, no antepone la victoria a la salud


de su acompañante, no prioriza un trofeo a una cerveza
con su amigo. Un buen amigo es quien te hace mejorar
con lo que te dice, con lo que hace, con lo que te
provoca, por mucho que te incomode.

Un buen ciclista exige rendimiento a su compañero - en


los mejores momentos - también en los peores, pero
ofreciéndose siempre, por mucho que le cueste seguirle.

Un buen ciclista te da rueda para que descanses,


conversación para reducir tu sufrimiento, una risa
para reforzar tu ánimo. Aunque no le conozcas,
aunque sea la primera vez que sales a rodar con él.

Un ciclista, un amigo.
6
El precipicio es mi
punto de partida.
Me asomé al vértigo por la única ventana de
curiosidad,
una que aún no estaba cerrada.

Me asomé al descubrimiento,
desde la seguridad de lo que ya tenía aprendido,
desde la garantía del conocimiento que me
otorgaron algunas heridas.

Me asomé para explorar,
para entender y atender a mi desconocimiento,
para aprender de nuevo lo olvidado,
para preguntar por lo que nadie había
preguntado.

Me asomé al vértigo
para conocer a borbotones,
para gritar desde mi mundo en silencio,
para observar lo que no se ve.

Me asomé al vértigo porque el precipicio es mi
punto de partida.
DESCÚBRETE

Me cansa lo convencional, me resulta aburrido lo


normal. Quizás porque no me emociona, puede ser
porque no me genera ningún vuelco en el corazón

Me encanta descubrir, atreverme con lo desconocido,
conocer gente, lugares, tener nuevas experiencias que
me enseñen algo que nunca aprendí.

Conocer es divertido, descubrir es de valientes. Sobre
todo, cuando hablamos de nosotros mismos, en
primera persona.

El descubrimiento físico, un lugar, a alguien, un país,


un restaurante, un bar para ir con los amigos, todo
tiene una recompensa emocional. Puede ser
individual, compartida con otras personas,
emocionante, positiva o negativa. Para esto no es
necesario juzgarlo.

Otras personas descubren de otras maneras, a través
de un libro, de un documental, de las historias
contadas por los demás.


Descubrir nos hace grandes y
poderosos, nos pone los pies en el
suelo permanentemente.
En el mismo acto del descubrimiento, hacemos
inconsciente una valoración a dónde venimos, a
dónde vamos y por qué hemos elegido ese camino.

Quienes se asoman al descubrimiento tienen la
mente preparada para encontrar lo que sea, física o
mentalmente. Es una actitud, un compromiso con uno
si mismo, un concepto de felicidad patrocinada por
las emociones, una manera de adquirir el mayor
patrimonio que una persona no puede comprar: el
conocimiento.


El conocimiento se adquiere de
varias maneras. El descubrimiento
es la más emocionante obra de
arte que el hombre puede
construir desde su curiosidad,
desde el interés por mejorar, por
derribar las barreras que nos
separan del miedo.


También me sumergí en libros poderosos de
conocimiento y sabiduría, lo que no está nada mal,
lo que pasa es que en la mayoría de los casos esto
se puede hacer sentado en una silla, delante de una
mesa. Por lo tanto, dejaría esto como mi segunda
opción.
Pueden pensar que hay que estar relativamente o
muy loco para atreverse y lanzarse al
descubrimiento desde una perspectiva activa, pues
bien, no pienso quitarles la razón a los que piensan
de esa manera.

No hay nada más divertido que una pizca de


locura, o un montón, tú pones la proporción para
enfrentarse de vez en cuando a lo desconocido.
Pero les hago una pregunta, ¿estaban locos Platón,
Aristóteles, Einstein, Steven Jobs? ¿Se lanzaron al
vacío empujados por su propia sed de saber un
poco más?

No les sugiero que se conviertan en investigadores,
en un premio Novel, en un científico empedernido;
es suficiente con que seas el descubridor de tu
mundo, del universo que les rodea, de lo que tienes
más cerca, incluso si vas más allá… Que te permitas
descubrir tus limites, porque eso te dará la
información necesaria para saber cuáles son tus
limitaciones.

Si me asomé al vértigo de lo desconocido, fue


porque a mi curiosidad me podría aportar el
descubrimiento respuestas que nunca tuve.

Además, elegí en ocasiones el precipicio como
punto de partida porque ese es el lugar donde todos
nos paramos en algún momento, por miedo al fracaso

por miedo al desamor,

por miedo a lo desconocido,

a ser juzgado por los demás, por miedo a una caída.

Solo si te atreves, sabrás lo que hay al otro lado.

Y si te caes, lo mas importante que aprenderás será
saber cuánta fuerza tienes dentro para levantarte de
nuevo.

¡Descubre, se Believe!


7
Si quieres acariciarme
el alma, no es
necesario que te
bajes de la bici.
Eliminamos nuestros límites de la mano,
encendimos la oscuridad con nuestros sueños,
suspiramos a la vez cuando te miro.

Salimos a rodar como amigos,
sabiendo que en el camino nos encontraremos de
todo,
unas veces bajando,
otras subiendo,
quién sabrá si tendremos que parar.

Suprimimos miedos pasados,
nos alimentamos con todo el tiempo compartido,
no pensamos en el camino recorrido,
sin saber lo que aún nos queda.

Podría parecer cualquier cosa,
pero no es lo que parece,
sino más de lo que realmente es.

Si quieres acariciarme el alma, no es necesario que
te bajes de la bici.
DESCÚBRETE
No dejes que tu afición favorita, tu tiempo de ocio, tu
espacio de relax se convierta en algo incompatible
con tu pareja. No lo permitas, porque de lo contrario
estarás firmando una sentencia de divorcio,
empuñando la bandera blanca de una guerra
perdida, curando la herida de una bala en el pecho.

Tu actividad física favorita puede ser una motivación
de pareja para conocerse mejor, para compartir otras
cosas que en el hogar no aparecen, para atraerse
mucho más, para protegerse, para mimarse desde
otro punto de vista.

Camina, corre, nada, monta en bici, juega, si puedes
hazlo con tu pareja, podrás unir dos cargas de
felicidad en la misma actividad. Si no te gusta
demasiado la actividad que tu pareja ha elegido, es
necesario ponerlo sobre la mesa y elegir una que a
ambos os motive. Comparte, disfruta, descubre junto
a ella, conoce, déjate conocer, asómbrate.

Una noche vas al cine con ella, otro día al teatro,
quizás a la playa o a una comida con la familia o
amigos; actividades cotidianas que toda pareja hace.
¿Pero, has cogido una mochila con las cosas más
básicas y has realizado un viaje de una semana por
tu país o región? Te sorprendería lo que puedes
acabar aprendiendo junto a ella. El límite lo ponéis
vosotros. Este tipo de experiencias ayudan a construir
vuestro concepto auténtico de pareja más estable, una
versión sin aditivos ni conservantes.

Conocer a alguien con todas las comodidades al


alcance de su mano es una cosa, pero ponerse al
límite de una situación te da la información que no
tienes, te ayuda a gestionar esos momentos y pone en
una balanza los equilibrios internos de ambos.

Este tipo de experiencias deriva máscaras, expone
rápidamente quien interpreta un papel que no es el
suyo, elimina fantasmas y une inseparablemente a
quienes superan la adversidad por encima de los
elementos, por delante de ciertas prioridades
adquiridas de forma mecánica, convencionales.

Podríais hacer el amor desnudos todas las noches,
todos los días, pero no podrás conocer a tu pareja si
no la ves frente a las situaciones reales de la vida, de
cada situación, en cada momento. Podrías hacer el
amor cada hora, sin tener que desnudarte, incluso sin
que tu pareja se de cuenta de que lo estás haciendo
con ella, con una mirada, simplemente observándola,
ayudándola, entendiéndola, admirándola.

Tu mundo lo construyes tú… tus aficiones te construyen
a ti, compártelo y vívelo con quien más quieres.


8
A veces para llegar a
la cima, bajo un par
de metros.
Vivo a la altura de mis sueños,
en un espacio compartido con algunos deseos,
al lado justo de todas mis ilusiones.

Vivo en la vertical de las emociones vividas,
con la gente que me hace compartir lo que
necesita,
desprendido de cargas innecesarias.

Vivo la experiencia increíble de haber sobrevivido,
no solo por todo lo que superé,
pudo ser por todo lo que oí,
lo que vi con otros ojos,
desde otra mirada ciega de realidades.

Vivo a la altura de mis posibilidades no
convencionales,
justo debajo de cómo tú me ves,
vecino de escalera de todos los “puede ser”.

Vivo a la altura de mis sueños,
por eso a veces para llegar a la cima,
bajo un par de metros…
A LA ALTURA DE MIS
SUEÑOS
Vivir a la altura de tus sueños no tiene porqué ser un
inconveniente. Me parece más bien una virtud poco
extendida. No tengo vértigo a las alturas, además
ahí arriba el aire parece más puro, menos
contaminado de imposibilidades.

Tener aspiraciones en la vida es saludable, te mantiene
activo y motivado. Es una de las llaves del descubrimiento,
la curiosidad necesaria para investigar la forma de cómo
conseguirlo. Trabajar conscientemente en tu método para
encontrar tu camino.

Todos tenemos sueños, pero no todos trabajamos lo
suficiente para conseguirlos, tampoco todos tenemos
la misma fuerza de voluntad para escribirlo en
nuestra lista de tareas pendientes. En ocasiones nos
falta el valor de reconocerlos como sueños, de
compartirlos y hablar de ellos.

En una hoja en blanco, anota una lista de sueños,


actividades por hacer, viajes, descubrimientos
pendientes, en compañía o solo, simplemente hazlo.

Deja una columna lateral en blanco, piensa en fechas de
inicio, en preparativos, en cosas que te hagan falta para
comenzar a trabajar en ello. Planifica, estructura la idea,
estudia lo que es necesario, convéncete de que puedes
hacerlo, al menos intentarlo. Ponte manos a la obra e
indica una fecha de ejecución.
Es cuestión de ponerse a ello sin miedo, sin la
vergüenza de la opinión de los demás, esa que
ahora te es indiferente.


Recuerda que la única persona que
vivirá tu vida eres tú mismo, que tus
sueños pueden ser compartidos, pero
jamás condicionados por nadie.

Tener sueños es saludable, yo diría que es normal y


todo ser humano debe tener sueños pendientes de
cumplir; los que no lo tienen son los que
precisamente se rindieron, los muertos o los que ya
cumplieron tantos, los que felices se entregaron
presos de sus esfuerzos a la inmensidad de haberlos
conseguido.

Pelea por ellos con la misma intensidad con la que te
afanas a diario en tu trabajo, con tus obligaciones,
con tus responsabilidades, con tu familia o amigos.

Tener sueños no es una opción, es una obligación
para mantener tu estado de felicidad en perfectas
condiciones, es la motivación justa necesaria para
mantener los depósitos de ilusión al máximo. No te
confundas con tus expectativas o peor, con las
expectativas de los demás.

Sueña, vive, crea, disfruta, vívelo de nuevo…

9
Mis saltos son para
caer más alto.
Hay saltos mortales,
saltos con tirabuzones,
saltos hacia delante,
otros hacia detrás.

Hay saltos en el tiempo,
saltos por los aires,
saltos por ti,
quizás tu saltes por mí.

Hay saltos a medias,
saltos enteros entre los dos,
saltos de la cama,
saltos encima de la cama.

Hay saltos de alegría,
saltos por verte otra vez,
saltos porque te vas,
saltos por ir donde tu estas.

Saltos para pasar,
saltos para subir,
saltos para bajar,
pero mis saltos son para caer más alto.
SALTOS

Significado del Diccionario de la Real Academia


Española de la lengua de la palabra saltar:

1. m. Acción y efecto de saltar.


2. m. Lugar alto y proporcionado para saltar, o que
no se puede pasar sino saltando.
3. m. Despeñadero muy profundo.
4. m. Caída de un caudal importante de agua,
especialmente en una instalación industrial.
5. m. Espacio comprendido entre el punto de donde
se salta y aquel a que se llega.
6. m. Tránsito de una cosa a otra, sin tocar los medios
o alguno de ellos.
7. m. Omisión de una parte de un escrito, al leerlo o
copiarlo.
8. m. Ascenso a puesto más alto que el inmediato
superior.
9. m. Palpitación violenta del corazón.
10. m. Acción de lanzarse en paracaídas desde un
avión, helicóptero, etc.

Me encanta esta palabra: salto. Identifica el cambio


de una posición a otra, de la tristeza a la alegría, de
estar parado en movimiento, de estar arriba para
llegar abajo o mucho mejor si es al contrario.

Cada salto representa un cambio, una evolución, lo


veo desde una posición en la que doy un salto para
provocar una mejora, un cambio de ritmo inesperado,
un aumento de velocidad con mi propio impulso.
apuesta sin riesgo de pérdida, por el cambio de
posición, por la superación.

Salta para avanzar, para ser partícipe de una


evolución, no saltar sería estancarse. Aumenta tus
posibilidades con el cambio, es un sostén con fuerza
lo que funciona, reactiva con determinación lo que
necesita un salto en tu vida. Ayuda a los demás a
que salten, solos o contigo, ahora o nunca.

Saltar es decidirse, elevarte por encima de tu


tamaño, aunque solo sea por un segundo, regálate
una nueva perspectiva.

Saltos por la vida, por ti y por mí, por los dos y por
todos juntos.

Saltos para caer siempre mucho más alto.


10
La dificultad es la
distancia que separa
un objetivo de
lograrlo.
Había un espacio reservado para el vértigo,
quizás un abismo repleto de dudas,
también preguntas procurando respuestas.

Había miradas desafiantes perdidas en mis ojos,
algunos azules que se escondían en blancos,
un frío que me hacía sudar.

Había un cálculo en mi cabeza,
un minuto que no contar,
una promesa para no abandonar.

Había valientes al otro lado,
que superando miedos,
sabían a donde podían llegar.

Tenía que imaginarlo,
la dificultad es la distancia,
que separa un objetivo de lograrlo.

MOMENTOS ÚNICOS

Hay días difíciles de superar. Situaciones que


impactan en nuestra tranquilidad, en nuestro más
sentido espacio de felicidad; hay días que en el fondo
nos cuesta mucho vivir.

Sin saberlo y sin pararnos a pensar en ello, todos los


días planificamos objetivos inconscientes; todos los
días están llenos de expectativas, esas que siempre se
quedan por encima del realismo.

Todos los días tenemos distancias que recorrer, esto forma


parte de la vida, de la evolución que nos hace madurar
permanentemente, de manera imparable. Tenemos relojes
que no se paran, diarios que no se detienen dos veces en el
mismo día, momentos que no vuelven porque ya han sido
vividos.

Tenemos tantas cosas que hacer a diario, que a veces se


nos escapan momentos únicos que no volverán. Mientras
tanto, fijamos nuestra atención en la dificultad, en analizar
cómo superarla, cómo dar el salto.

Mientras hacemos todo esto perdemos la perspectiva del


ahora, esa cosa que está pasando justo en este momento,
que no tiene retroceso, que no será posible vivir en otro
momento porque ahora precisamente estamos ocupados.

Procesamos la dificultad como algo negativo la mayoría de


las veces, cuando en realidad podríamos pensar que se
trata de una oportunidad para proponer una solución,
para arreglarlo, para cortar, para empezar de nuevo,
para renunciar, para olvidar.

La dificultad te da forma por dentro, te permite crecer


desde la experiencia. Nos permite decir de vez en
cuando: “ya pasé por ahí; nos aporta conocimiento,
nos dota de la paciencia necesaria para una próxima
vez.

¿Qué es la dificultad, sino una oportunidad para aprender


a gestionar una solución?
¿Con cuántas dificultades nos encontramos cada día?,
¿Cómo las solucionamos?,
¿Cuánto tiempo ocupan en nuestra mente?,
¿Cuánto pensamos en ellas una vez las tenemos
solucionadas?,
¿Tenemos claro lo que aprendimos de cada una de ellas?

Analicemos la situación, identifiquemos el motivo por


el cual tenemos en este momento esta dificultad.
Démonos un tiempo para escoger la mejor
herramienta, el método, planifiquemos, ejecutemos
correctamente, con determinación.

No lo hagas por nadie, hazlo por ti. Y si ese alguien


te pide que lo soluciones por él, asegúrate que tu
saldo de deudas con esa persona sea cero, antes y
después de la solución.

Los favores no se pagan, se agradecen.


Las dificultades solo existen si tenemos el valor
suficiente para superarlas antes de que sean un
problema.

¡Cómo si los problemas no tuvieran solución!!!


11
Si mis pies no tocan
el suelo, habrá ruedas
que me lleven.
Siento el movimiento,
me desplazo con fluidez,
observo el paisaje en movimiento,
el sonido melódico del aire.

Siento el movimiento,
avanzo acompasado,
sentado o de pie,
me dejo llevar casi sin querer.

Tensando cadena de libertad,
propongo destino con mis pies,
sostengo el timón,
sin freno me hace creer.

Cuando no piso firme,
creo volar,
porque si mis pies no tocan el suelo,
habrá ruedas que me lleven.
CREO VOLAR
A veces me dejo llevar ¿por qué no? Me dejo ir por
la situación. Dejo de pensar, de razonar cada acto.
De premeditar cada acción consentida por mi
responsabilidad. Me dejo ir para encontrarme, para
saber a dónde me lleva ese camino.

Se trata de hacerlo mentalmente, no de montarte en


un autobús y esperar a ver dónde te deja 4 horas
más tarde.

Me dejo llevar por una idea, por un pensamiento,


por una reflexión, por una emoción que me pone los
pelos de punta, por un recuerdo…

Me dejo llevar por una música, por una película, por


una puesta de sol a solas, contigo. Me dejo llevar
simplemente por el silencio, por una sutil brisa que
me acaricia la cara.

Me dejo llevar y mis pies apenas tocan el suelo. Se


trata de una sensación muy parecida a la que tengo
cuando monto en bici, el paisaje pasa despacio por
delante de mi mirada, justo por debajo de mis
zapatos, en contacto directo con mis ruedas. Me dejo
llevar y ya ves, aquí estoy contándotelo.

Me gusta de vez en cuando perder el control,


responsablemente claro. Un pensamiento loco, una
propuesta nueva, un sueño imposible, una copa de
vino a medias, un vino entero.
Pierde el control, cierra los ojos, déjate llevar por una
emoción, por esa sensación que te domina durante
unos segundos, imagina, sueña.

Sentirse libre es el concepto más hermoso y absoluto,


con el que el que se construye la felicidad. Incluso
sufrir cuando sufres por desearlo puede llegar a ser
placentero.

O acaso, te has preguntado cuando te enamoras si


esa angustia que tienes en el cuerpo no es una
manera de sufrir. (Claro que sí,) pero es un
sufrimiento dulce, muy gustoso, positivo.

Siente el movimiento por dejarte llevar, siente como


suenan esas cadenas de libertad, agarra con fuerzas
tu timón.

Si crees volar, es posible que lo estés haciendo o que


simplemente vayas en bici y te pareció casi lo mismo.

Dejarse llevar es otra manera de descubrir, de


relacionarte con la verdad que te rodea, de un
momento probablemente inesperado.

Siempre habrá ruedas que te lleven, cuando te dejes


llevar lo suficiente. Tu impulso es lo que genera tu
movimiento, lo que determina hasta donde llegarás,
hasta qué punto no será necesario poner los pies en
el suelo.
12
Me convierto en
invitado único,
anfitrión de mi
mundo.
Vivo en un mundo alejado del convencionalismo,
separado de lo comúnmente establecido,
de lo aceptado por quienes juzgan a los demás.

Me distancio de los abrazos rotos interesados,
de las verdades a medias, de mentiras enteras,
de si quiero puedo porque me lo merezco.

Me avergüenza la cultura del desconocimiento,
el premio nacional a la frase bonita sin sentido,
la pose de un pensamiento fingido.

Renuncio a la fecha de mi cumpleaños,
a los días no celebrados,
a las amistades no disfrutadas.

Me borro de los contactos con llamada en espera,
de un “selfie” tuneado,
de la desesperación por la cobertura.

Construyo la versión única de mi vida,
me convierto en invitado único,
anfitrión de mi mundo.
SIMPLEMENTE AUTÉNTICO
La autenticidad proviene de lo único. No hay más,
podríamos darle muchas vueltas, pero acabaríamos
siempre en el mismo punto.

Si eres auténtico, eres único. Puede que seas una


copia de alguien, de un modelo al que admiras, copia
de un ejemplo a seguir. Esto no tiene nada de malo,
además funciona. Vemos a muchas personas a diario
que con este modelo son magníficamente felices, o al
menos eso parece.

Pero metiendo el dedo en el ojo un poco más, al


menos eso es lo que aparentan, porque de aparentar,
está la vida llena, ya sabes.

No me identifico en la mayoría de los casos con lo


convencional, lo digo mil veces, no me aburre. Debo
ser la oveja negra de este rebaño, quizás de muchos
rebaños donde solo hay ovejas blancas.

Trato de configurar mi espacio para lo socialmente


establecido, pero es imposible, me supera.

Prefiero un contacto con la naturaleza, una conversación a


solas, aunque si es contigo también me vale; una taza de té
mirando por la ventana, una manzana bajo un árbol, un
atardecer que me caliente la cara, la música de tus
palabras. Prefiero la compañía de mi soledad, que me
entiende, me escucha y me habla cuando quiere, que la
soledad de tu compañía, esa que no para de hablar para
no decir nada.
Prefiero tener las manos sucias por haberme
agarrado al suelo, por haber tocado las piedras, que
el pantalón limpio de no haberme movido, de
haberme quedado quieto delante de una mesa sobre
una moqueta.

Me indigna la quietud, el concepto más vago de todo
lo que tienes por hacer, de todo lo que puedes hacer
pero nunca tienes tiempo. Me indigna porque me
supera, porque no me gusta que los momentos no
vividos pesen más que los que me quedan por vivir.

He renunciado a tantas cosas que me provocaron


dolor, que el dolor ya dejó de ser importante. He
descompuesto el valor de lo importante, porque en
demasiadas ocasiones, no era necesario, ni siquiera
útil. Posiblemente era importante para alguien, pero
no era lo que yo necesitaba.

¿Hay muchas cosas importantes en tu vida de las que


no te puedas separar?
¿Eres dependiente de ellas?
¿Puedes vivir una semana sin nada de eso?

Te recomiendo que lo hagas, que te desprendas de lo


innecesario, que te manifiestes como eres sin aditivos,
sin contaminaciones externas o materiales.

Hazlo y libérate.
Profundiza y conócete.

¡Vive y sé Believe!
13
Caminos que esperan,
senderos que me
conocen.
Es cuestión de elegir el camino,
decidir la dirección,
abrir los ojos para dejar de ver lo que tenía atrás.

Es cuestión de afirmar una actitud sin tener que
vender valores en oferta,
sin tener que responder para preguntar.

Saber quién eres y a dónde vas,
saber por qué estás aquí,
de que eres capaz.

Conocer un poco más allá,
como si no fueses a aprenderlo nunca más,
recordar lo aprendido.

Es cuestión de elegir el camino,
y si lo has recorrido,
hacerlo una vez más.

Es solo cuestión de creer
en los caminos que me esperan,
senderos que me conocen.
CAMINOS...

¿Quién no anduvo por caminos que no llevaban a


ningún sitio?
¿Quién no tuvo la sensación de andar perdido en una
senda?
¿Quién no sintió sus pasos en la soledad como si
alguien le siguiera?
¿Cuántas veces miraste hacia atrás esperando poder
encontrar lo que no querías ver?

Cuántas veces hemos elegido un camino que no


sabíamos a dónde nos llevaba. Quizás nos dejamos
llevar aquella vez, quizás nos confundimos con una
señal, a lo mejor no vimos correctamente una
indicación, o cualquiera sabe, si alguien nos confundió
con su explicación.

No somos conscientes de que estamos tomando


caminos permanentemente, tomando decisiones incluso
cuando no hablamos, porque para decidir lo único
que es necesario es estar vivo.

Decides cuando te callas, decides cuando hablas,


decides cuándo oír a los demás. Decides incluso
cuándo te oyes a ti mismo. La cuestión es el camino
que eliges, la cantidad de veces al día que decides,
tanto si eres consciente como si no.

No decidas por los demás, tampoco dejes que


decidan por ti, pero decide lo que quieres, cuando
quieres y cómo quieres hacerlo.
Decidir lo que no quieres es una soberana tontería,
por lo que nos ahorramos un párrafo para algo con
más sentido.

Nada ni nadie es dueño de tu tiempo, de tus


momentos, mucho menos de tus emociones, de tus
sentimientos. Eres el único propietario de tu vida, el
único que pisará los caminos que decidas.

Pienso que recorres caminos cuando ya los conoces, los


descubres cuando es la primera vez, cuando te sorprendes
con un lugar nuevo. Memorizamos los caminos recorridos
con rapidez, nos atraen los que no hicimos nunca.

A veces, tenemos varios caminos para ir al trabajo,


normalmente utilizamos uno, es el más usado, pero ¿sabes
cuál es la razón por la que de vez en cuando cambias la
ruta y decides hacerlo por otro aunque sea más largo?
Sencillamente por frescura mental.

Necesitas ver cosas distintas de otros caminos menos


recorridos. La mente humana tiene un comportamiento tan
complejo que generar patrones es un error. Lo identificaría
con una dinámica de comportamiento y en la esencia de
nuestro comportamiento el cambio es atractivo.

La diversidad puede ser saludable. No hagas siempre lo


mismo, no comas siempre lo mismo, no escuches siempre la
misma música, no leas siempre el mismo libro. La diversidad
protege la variedad desde una posición lógica, respetuosa
contigo mismo y con los demás.

Decídelo sobre el terreno, solo es cuestión de creer en los


caminos que te esperan, senderos que te conocen.
14
Cuando busco a un
rival, me miro en el
espejo.
Durante un tiempo tenía la excusa acordada,
la coartada perfecta,
la palabra mañana en la boca.

Buscaba motivos cuando no los había,
respuestas para preguntas sin hacer,
justificaciones en desacuerdo,
incluso dolores de cabeza en los pies.

Pensaba perdonarme todos los días,
aplazar un comienzo casi terminado,
vivir una vida a oscuras de mi luz,
una mirada perdida en cualquier lugar.

Decidí hacerlo para quitarme la razón,
para demostrarme el sentido de la palabra error,
porque cuando busco a un rival,
me miro en el espejo.
PONTE DEBAJO DEL ESPEJO

Pretextos, excusas, justificaciones, algunos lamentos


con la boca cerrada y mirando a otro sitio. Esas
veces en las que trato de buscar un motivo para
hacer lo que debo. Sé que me vendría bien hacerlo,
pero no es cómodo, quizás tampoco es necesario.

Me protejo en la cobardía del mañana, de ahora no


tengo tiempo, de un día de estos empiezo. El abanico
es amplio, extenso y dinámico, si no es por una cosa,
será por otra.

Pretendemos buscar culpables, responsables de la


situación que nos permite justificar nuestro
aplazamiento a una decisión, o a ejecutar lo que ya
hemos decidido. Es lo mismo, en ninguno de los dos
casos lo llevamos a cabo.

En esta ocasión no es el camino que debo decidir, no


es la compañía que elijo, no es el momento ni el
lugar; en esta ocasión somos nosotros, nuestra falta
de seguridad, nuestra capacidad emocional para
enfrentarnos al cambio, a ejecutar una decisión.

Desprendidos de nuestra autoestima, de una


evaluación de nuestras capacidades, de nuestro
majestuoso sentido del ridículo que tanto nos
avergüenza. En resumidas cuentas, de un montón de
tonterías que no son importantes y que nos coartan
para ser lo que realmente queremos ser.
Te propongo despersonalizate, sal de ti. Mírate
desde fuera, observa tu ahora, transpórtalo a tu estado
inmediato, visualízalo y ponte en marcha.

Derriba todas las barreras que no te


permiten tomar esa decisión para ser lo
que realmente quieres. Hazlo ya, no
dejes para mañana, otra vez, lo que
puedes hacer ahora mismo, en este
momento.

Nunca un mañana fue más rentable que un ahora,
por lo que realmente crees.

No le dediques más tiempo a pensarlo, hazlo.

Una vez me quedé parado delante del espejo un


rato, perdí la noción del tiempo y me hice las
preguntas más incomodas que nadie en el planeta
me podría hacer. Me enfurecí, me alegré, lloré, volví
a reír, sin dejar de mirarme en el espejo, ese del que
había huido durante tanto tiempo.

Cuando terminé tuve la sensación de haberme


liberado de un peso, de todas aquellas cosas que me
limitaban, de todo aquello que no me dejaba
evolucionar, saltar hacia delante, impulsarme hacia
arriba.

Ahora, cuando busco a un rival, me miro al espejo y


me sonrío como no lo hice la primera vez…
15
Para saber lo lejos que
he llegado, solo tengo
que mirar desde donde
empecé ayer.
No sé muy bien cuánto avanzo,
si es suficiente con lo que hago,
si es el ritmo adecuado y cómo hay que hacerlo.

Avanzo sí, pero en ocasiones no sé a dónde,
en qué dirección,
cuántas cosas dejaré en el camino,
ni siquiera que camino he de elegir.

Avanzo a ciegas,
a oscuras de saber,
a tientas esperando tocar,
con el miedo de tropezar.

Quiero saber cuándo llegaré,
cuánto tiempo emplearé,
qué distancia he de recorrer.

Pienso cuánto he avanzado,
porque tengo muy claro que
para saber lo lejos que he llegado,
solo tengo que mirar desde donde empecé ayer.






AVANZA.
Me paro, miro hacia atrás y observo el camino
recorrido, en ocasiones pierdo el sentido del tiempo,
esas veces en las que no sabes cuánto tiempo llevas
haciendo lo mismo, o incluso como he llegado hasta
aquí. No lo recuerdo.

Sabemos que al final de un camino encontraremos
recompensa, pero no siempre es así. Hay ocasiones
en que nos pasa que es en el camino donde las
encontramos y no al final. También en el camino nos
desprendemos de ellas y ese es el resultado.

Cada experiencia es distinta, única, posiblemente
comparable, pero mejor no mantenerla en su propia
esencia.

No quieras hacer nada que se parezca a algo
anterior, por muy bien que esté. Cada acción es única,
cada paso irrepetible, cada logro único. Puedes
copiar un modelo, pero nunca el resultado será el
mismo. Puedes copiar un estilo, una manera, pero
nunca tu manera será igual a la de tu ejemplo.

Cuando avanzas convencido, pero a ciegas, hay algo
dentro de ti que te convence en cada momento para
continuar, solo tienes que esperar, quizás provocar el
momento en el que la mayor de las luces te guía,
entiendes por qué, cómo, cuándo y a dónde.

Todos los caminos no llevan a Roma, ni a Santiago,


ni siquiera tienen porque ser acertados. Todos los
caminos te llevan a la esencia de tu vida, por eso,
elige bien, no te precipites, trata de no andar a
oscuras, ponle luz a tus pasos y si es a oscuras, trata
de ver la luz al final del mismo.

Quieres saber cuánto has avanzado, pero no


encuentras una referencia clara, nuestro día a día está
cargando de decisiones, de obligaciones y
responsabilidades, pero necesitas saber si esta
dirección es correcta o no, cuanto nos queda para
llegar.

Parece que la vida es un camino muy largo que nunca
se acaba, que enlaza un camino con otro, una senda
con una vereda, una carretera con una autopista.

El camino termina cuando dejas de andar, en ese
momento, otros seguramente lo continuarán. Pero el
camino en sí, nunca termina, nunca se llega al final.


Párate un momento, gírate hacia atrás,
observa tu punto de partida, disfruta el
espacio recorrido, la cantidad de
obstáculos superados, circunstancias que
tuviste que salvar. Admira tus saltos,
alégrate de saber dónde estás.

Para saber lo lejos que has llegado solo tienes que
mirar desde donde empezaste ayer.
16
Quien cree en sus
posibilidades, no
necesita ídolos.
Cuento con la seguridad de mis criterios,
con las raíces profundas de dónde vengo,
con las ideas cristalinas de lo que quiero.

Necesito recoger el resultado de mi esfuerzo,
el reconocimiento de mis heridas delate del espejo,
alzar el trofeo de todos los descubrimientos.

Necesito saber hasta dónde,
Por qué y cómo lo quiero,
incluso si estoy solo o qué compañía tengo.

Me prometo no fallarme,
no renunciar a uno solo de todos los esfuerzos,
a no bajar la cabeza si tengo que empezar de
nuevo.

Creer severamente en uno mismo,
porque quien cree en sus posibilidades,
no necesita ídolos.


ÍDOLOS.
He tenido y tengo la suerte de apretarle la mano a
mis ídolos, sentarlos a mi mesa, comer del mismo
pan.

El día que los convertí en eso, en personas a las que
admirar, me parecieron lejanos, inaccesibles,
distraídos en su mundo.

Posiblemente porque el que más lejos estaba de su
mundo era yo. Tuve una evolución apoyada en mi
sacrificio, en mis capacidades, en mis metas y la vida
me acercó a ellos. No fue una cuestión de suerte,
ratificó un severo sacrificio, esfuerzo y dedicación.

Trabajé con ellos en el mismo equipo, aconsejé,
ayudé y crecieron un poco más con mi aportación.
Aprendí tanto en tan poco tiempo a su lado, que en
alguna ocasión me convertí incluso en participante de
sus propias competiciones.

Con orgullo defendía mis capacidades, le daba
esplendor a mis posibilidades.

Pase de tener ídolos en los que inspirarme, a tener
compañeros de equipo o competidores con los que
batirme el cobre.

Lo que me enorgullece de esta situación no es
precisamente que pudiera competir con ellos, he de
decir que nunca lo hice contra ellos, aunque en algún
caso pudiera mejorar sus propios registros.
De lo que más orgulloso me siento es de mi curva de
crecimiento, pues no dejó de crecer en años. Me
apoyé en valores, en un cimiento de criterios definidos
y muy solventes, sostenibles, duraderos que además
generaban resultados.

Me importaba más no fallarme a mí mismo que al
resto. No me sacrificaba para ofrecer un resultado a
nadie, no lo necesitaba, pero quería mirarme al
espejo cada mañana sabiendo que estaba haciendo
todo lo posible a diario para mejorarme, para no
reprocharme ni un solo de los esfuerzos no realizados.

Nunca dejé de saber de dónde salí, tampoco dejé de
tener a la vista el objetivo, fui consciente en todo
momento de mi progresión y disfruté en cada
momento de cada avance, de cada paso, de cada
consecución de objetivos.

Creí por encima de todo en mí mismo, porque quien
cree en sus posibilidades no necesita ídolos.
17
No fui contigo, pero sí
por ti.
Tenía la compañía de una soledad,
una conversación insistente con quien no está,
una respuesta a solas por querer saber más.

Luces entre las sombras,
no mirar hacia atrás,
ni en las paradas que hice,
me pude bajar.

Tenía la compañía de la soledad,
una pregunta constante,
un susurro mental que no me sabía contestar.

Tengo el recuerdo del aire en la cara,
de un rayo de sol frío en la espalda,
de las sombras que llevo en mi mochila,
que ya no es tan pesada.

Hice un camino en compañía de la soledad,
que no fue contigo,
pero sí por ti….
BUSCANDO MOTIVOS
Busqué los motivos por los que no hacía lo que realmente
me gustaba, necesitaba una explicación. Arrojé al olvido
todas las excusas vacías, incluso las promesas prestadas
que alguna vez se incumplieron adecuadamente. Me miré
a los ojos cuando apagué la luz y pensé en ello como si no
tuviese toda la vida. Olvidé que ya hemos vivido un
porcentaje importante de la misma.

Dejé de esconderme detrás de algunas palabras, de
ponerme delante de las expectativas de los demás, de
ponerme a la altura de lo ideal sin sentirlo.

Es cierto que ceder de vez en cuando es necesario, es
útil para avanzar. Ceder en ocasiones es un ejercicio
de aerodinámica emocional; cedo para que mejores
tú, para que te sientas mejor, para ganarme si quieres
en esta batalla de tu razón.

Pero cuando más me gusta ceder, es con lo que mejor me
siento. Mis ganas por salir a nadar, por salir a rodar, a
correr un rato sin saber a dónde llegare. Por ceder a las
reacciones químicas que se producen en mi cuerpo, que
me hacen sentir tan feliz.

Me siento liberado de temores, me pongo al día con mi
modelo. Activo el wifi de algunos de mis sueños y vivo
como realmente soy. Ese es el punto de partida ideal para
comenzar a compartir todo lo que puedo dar.

¿Te atreverías a confiar en una persona que no es feliz,
en una en una persona que no sabe quién es, a
donde va, cómo y porqué?

Entre la locura y la normalidad existe un punto intermedio
de equilibrio, ese estado maravillo al que es tan difícil
llegar.

No ofrezcas nunca una comida en mal estado, una bebida
rota por una temperatura inadecuada. No aportes a nadie
un consejo contaminado por un interés, tuneado por una
envidia, sacudido por un dolor.

Agradece a los demás lo que te aportan con su
experiencia, aprende del tiempo vivido en primera
persona, hazlo como si no se pudiera repetir a lo largo de
tu vida, porque en el fondo eso es lo que va a pasar.

No es contigo, alguna vez sí lo fue, pero en esta
ocasión me encuentro conmigo, los dos solos por un
camino dentro de un mismo cuerpo.

Ahora soy capaz de sentir cuando me hace falta salir,
hacer de una vez lo que me llena, dejar a medias lo
que puede esperar, inacabado lo que no es
prioritario.

Para poder compartir, regalar, vivir y sentir, es necesario
estar limpio, mucho más limpio por dentro que por fuera.
Trata de ser ágil, hábil, rápido y con la dosis de
generosidad que nos multiplica por mil, porque en es eso,
compartir para sumar y no para dividir, de todo lo que
pueda dar, sin que nadie me lo tenga que pedir.

Y si es contigo, mejor ¡¡¡Believe!!!


18
De un silencio hice un
suspiro, de una mirada
un sol.
Nunca estoy preparado para una sorpresa,
no me compensan las expectativas,
me gusta cero la dependencia.

Llevo en una mochila toda mi casa,
en los bolsillos mi patrimonio,
en una libreta anoto mil sueños locos.

Tengo ilusiones únicas,
cosquillas en la barriga de segunda mano,
risas en la boca de los nervios,
recuerdos sin brillo que uso a diario.

Tengo el horizonte en mis ojos,
las llaves de este cielo en tus ojos,
la puerta de los felices en tus manos.

Tranquilidad compartida,
luces que hablan
del silencio hice un suspiro,
de una mirada una puesta de sol.
TE INVITO A SONREIR

Te invito a sonreír desde cualquier cima.



Si tienes pareja no dejes de hacer una cima con ella.
No es necesario que sea el Everest, hazlo en una que
se adapte a vuestras capacidades.

Si tienes suerte a lo mejor cerca de casa hay una. Es
sencillo de organizar, de analizar las rutas
disponibles, seguro que otros pasos se encargaron de
darle senda.

Ten en cuenta el tiempo que tardareis en llegar a la
cumbre y volver, dimensiona con realismo vuestra
preparación y envergadura del reto. Prepara bien el
avituallamiento necesario, la ropa y el calzado.

Respira el lujo de hacer una cima con tu pareja, a lo
mejor ya lo hiciste, y ahora sonríes cuando lees esto.
O quizás lo hiciste a solas y sabes de qué hablo.

Cuando haces cima, una de las cosas que todo el
mundo observa es el punto de partida, “mira desde
allí salimos, qué pequeño se ve”. Nos imaginamos
igual de pequeños desde esa perspectiva. En el fondo
somos tan insignificante pequeños que por eso mismo
tenemos que ser conscientes de las grandes cosas que
hacemos en la vida y que apenas damos valor.
Somos pequeños y frágiles en
comparación con otras especies
animales, somos sensibles, seres
inteligentes con capacidad para
valorar y apreciar cosas con otras
especies no pueden.

Pero en demasiadas ocasiones nos seguimos


comportando como monos. Me da la sensación de
que a algunas personas, eso de la evolución de
nuestra especie no les afecta; reviento si no lo digo.

La primera vez que hice cumbre lo hice en una


montaña que estuve viendo desde mi casa desde
hace 20 años, apenas dos mil metros de altura.

Pude observar con cierta nitidez ese efecto tan


increíble en un cielo que se juntaba con el mar, que
efectivamente a lo largo del horizonte, se podía
apreciar la ondulación de la tierra, del planeta.

Me quedé mudo, con la boca abierta, atónito por
unos minutos. Era muy joven y me sentí como si
estuviese visitando la luna o Marte.

Esa primera vez me costó mucho llegar arriba,
estaba poco entrenado y nada acostumbrado a
hacer una caminata de quince o dieciséis kilómetros
para subir. El desnivel no era muy pronunciado, pero
es justo reconocer que supuso un gran reto para mí.
Cuando estaba en plena subida no conseguía ver la
parte gratificante de aquello. Sinceramente me
parecía una paliza. Iba en compañía de unos
amigos, nos animábamos entre todos, nos
complementábamos. Había quien ni siquiera había
previsto llevarse una botella de agua, mucho menos
comida… El cansancio me castigó sin compasión, el
desconocimiento me puso al límite.

Toda una irresponsabilidad, supongo que cosas de la


edad. Por ello pido mucha atención y respeto con
estas acciones. Si lo piensas, hay demasiadas
noticias de montañeros que mueren en una ruta como
consecuencia de una deficiente organización o
ejecución.

No dejes que el desconocimiento


sea tu consejero.

Por donde iba aquella vez, la sensación de llegar al
punto más alto la tendré grabada en mi memoria
toda mi vida. Fue mi primer gran reto cumplido, por
supuesto sin saberlo, era demasiado joven.

La siguiente vez fue con mi pareja, mucho más
preparado y consciente del asunto.

En el momento de hacer cumbre, la agarré de la
mano, nos sentamos en el suelo. Se oía el aire
susurrar despacio.
La sensación de placer que nos invadió activo
nuestros cinco sentidos, se multiplicaban las
sensaciones, el cansancio desapareció en un
segundo.

Agradecimos todos los apoyos brindados durante la


ruta, palpábamos el agua que nos quedaba,
hacíamos recuento de la comida que aún teníamos a
medias. Sentíamos las emociones que vivíamos
enteras.


No hicimos cumbre por el simple
hecho de subir una montaña,
hicimos cumbre por superar el
desnivel de la dificultad, el
espacio que tuvimos que recorrer
para dejar de ser pequeños y
convertirnos en muy grandes,
aunque solo fuese por un
momento.


La vida es eso, sentirse grande por momentos.
19
Un camino nuevo, un
descubrimiento
Tenía caminos en la cabeza sin recorrer,
algunos caminos en los pies que ya anduve,
otros caminos que sin ver,
me recuerdan que ya estuve.

Andado al abrigo de otros pasos que no eran míos,
siguiendo las huellas de caminantes antiguos,
escuchando el mismo río.

Tengo miradas que no gasté,
olores que conservé para oler bien,
incluso algunas gotas de sudor
que esperaban en mi piel.

Tengo las ganas de conocer
todo lo que hasta aquí he desconocido,
sabiendo que un camino nuevo es un descubrimiento.
PASOS GUARDADOS

Guardo minuciosos pasos durante la semana para


gastarlos con un par de amigos en senderos nuevos
los sábados o los domingos.

Precisamente cuando mi contaminada agenda me
permite: respiro. También realizo algunos suspiros en
lugares más abiertos y deslumbrantes. Pongamos por
ejemplo que hablo del campo, de una sierra, de un
parque natural o reserva.

El senderismo es una práctica deportiva


que, contrario a lo que piensan algunos,
requiere cierto nivel de preparación.
Sobre todo si el nivel de dificultad de la
ruta que toque, es de las que me
gustan: escarpadas, con desnivel y
zonas técnicas.

Lugares por donde el andar sugiere esfuerzo en


contacto con la naturaleza. Una fuente donde hacer
un avituallamiento o la sombra de un árbol de copa
ancha y abierta, donde oír el susurro de sus hojas,
mientras repones hidratos con frutos secos
empaquetados o propios de la despensa natural.

Coincido con otros coleccionistas de momentos, entre


ellos, expertos metódicos y sensibles, o debutantes
aprendices y desconocedores del asunto, da igual.

En este sentido, el síndrome Decatlón hace un daño
destructor. Por un módico precio, coges tu cesta de la
compra, colocas unas zapatillas de montaña, un par
de calcetines, un pantalón de “Quechua”, camiseta y
gorra.

Por el mismo importe y ahora dos por uno, te haces


con una brújula y una navaja. Y sales por la puerta
hecho un experto en montaña porque llevas las dos
manos cargadas de bolsas y todos los conocimientos
básicos para sobrevivir en la montaña o donde sea,
ya saben…

En una de mis últimas salidas, en un tramo de una
ruta inolvidable para los sentidos, junto a una acequia
milenaria obra de musulmanes, con más de mil años
de antigüedad, con árboles cargados de castañas,
nueces, bellotas, que se movían al compás de una
suave brisa. Explosión de colores aderezados por el
sonido del agua corriendo. Algunos animales se
asustan al paso de los caminantes y rehúyen el
contacto visual, se oye no muy lejos el sonido de las
zarzas, por donde andan escondidos o desde donde
salen espantados…

Paso firme, siguiendo al guía que conoce la ruta,
porque la estudio o porque ya gasto otros pasos
antiguos en el mismo sendero.

En el preciso instante, donde tuvo lugar la mayor de


las armonías, la mejor de las sinfonías de fondo, la
banda sonora del agua, las hojas al caer al suelo o
al pisarlas, la brisa y el crujir de las ramas, los
animales en su faena cotidiana…, se oye atrás del
grupo a un señor en estado parlamentario. De tono
firme y contundente, contando historias con olor a
gasolina, a pvc, a peleas y discusiones. Reiterando
una y otra vez, anulando el sonido de la orquesta,
que en ese momento era en directo y en exclusiva…

Más de 1 km en modo parlamento... Hasta que, en una
parada, las que se suelen hacer cada poco para
reagrupar a los caminantes, se le acerca un
veterano, hombre de caminos de mil y un sendero y
le dice suave y acompasado:

“Señor, es preciso que guarde sus lamentos y
agonías para la hora de la cerveza. Allí podrá usted
colocar el codo sobre la barra, cruzar una pierna
con el soporte para los pies, el brazo en el
mostrador si es de precisar y poner en valor tan
supuesta magnifica historia que ahora cuenta.

Le prometo por la madre que me parió que ninguno
de estos, ni yo mismo, le interrumpiremos hasta que
acabe. Pero ahora, por lo que más quiera, “cállese”.

Oiga al campo como le habla, mire los árboles que le


protegen, huela la tierra que moja el agua fría de esta
acequia, en la que bebieron su casta y la mía, abrace el
horizonte que hay detrás de aquella montaña y siéntase
parte del entorno que pisa, conviértase en un elemento
decorativo más de este escenario”.
El señor, boca abierta, traga saliva, asiente con la
cabeza y abdica temeroso:

“Vale”.

De los pasos que tengo guardados


para senderos nuevos o usados,
me ofrecen silencios que nunca
sonaron mejor, yo les aporto risas
como señal a cuenta…

20
Buscando de todo en
cualquier lugar, encontré
lo mejor de mí.
Busco un lugar donde pensar,
donde parar mi reloj sin pilas,
donde el tiempo tiene el precio justo,
donde las noticias dejan de ser siempre las
mismas.

Vivo en sintonía con un concepto,
en armonía con lo que quiero y puedo.
conforme con la creatividad.

Persigo sueños reales,
emociones olvidadas por los demás,
maneras de vivir para ser yo.

Buscando de todo en cualquier lugar,
encontré lo mejor de mí por dentro.
SI ME VES...

Tenía una angustia que no me dejaba respirar. No


fue mi mejor día en el trabajo.

Se trata de ese típico día en que todo ha sale mal. Al
menos eso es la tontería que pienso en ese instante.
He cogido mi bici, salgo a pasear en esta ciudad que
se mueve sin parar, también mis ruedas que me
ayudan a pensar.

Doy pedales sin rumbo, en mi cabeza hay tanta
angustia que me da igual a dónde ir, lo único que
necesito es encontrarme. Sentir el aire en la cara me
relaja, entrar en un parque me tranquiliza, oír mis
ruedas girar me anima.

En el fondo tengo que reconocerte que los ciclistas
hablamos con nuestras bicis, son nuestras
confidentes. Les contamos cosas que solamente ellas
saben. Les susurramos al oído, les contamos nuestros
secretos, nuestras agonías y sufrimientos, nuestras
alegrías y logros.

Es posible que nadie nos vea tan exigidos en


momentos puntuales, que nos vea tan al límite de
nuestras posibilidades, justo en el vértice del abismo.

Nuestras bicis se convierten en banco de confesiones,
en hermanas mayores de las cosas que nadie sabe,
en herramientas de liberación metal atómicas, en
armas nucleares de todas nuestras emociones en
movimiento. Si ves que agarro mi bici un mal día
y me voy a dar una vuelta, no pienses que no quiero
hablar, porque es precisamente lo que voy hacer.

Si ves que agarro mi bici un buen día y me voy a dar
una vuelta, a entrenar o salir un rato con una
“grupeta”, no pienses que no quiero hablar, porque
eso lo que precisamente hago cada vez que salgo
con ella.

Y si tienes celos de mi bici, agarra la tuya y sal
conmigo, así podremos hablar los cuatro…


21
Supe lo que encontré
cuando con una
mirada no era
suficiente.
Tenía desniveles pendientes,
alturas por encima de los pensamientos,
palabras en alto que pronuncié abajo.

Tenía soluciones a problemas que no tenía,
miradas al cielo cuando era de noche,
pisadas en el suelo cuando dormía.

Tenía y tengo heridas del camino,
los zapatos gastados de pisar piedras,
el alma limpia de ensuciarme por fuera.

Tengo la mirada clavada,
la boca cerrada por todo lo que quiero decir,
los pelos de punta por sentir.

Supe que lo encontré,
cuando con una mirada no era suficiente.

UNA MIRADA.

Tengo días libres guardados en mi agenda.



Me he comprado un reloj al que paro cuando quiero.

He reservado algunos pasos que quiero vivir
exclusivamente.

Capturo emociones que casi no me dejan poner los
pies en el suelo.

Colecciono momentos únicos, que no se volverán a
repetir, porque nadie podrá darme otra vez la
oportunidad de vivir de nuevo lo que hoy vivo.

Una ruta por un sendero con un grupo de amigos o en
mi multitudinaria soledad, a veces la prefiero. Sobre el
suelo oigo el crujir de las hojas, los arboles moverse,
los animales pararse. Siento mi respiración
exigiéndole a mis piernas, el agua moverse dentro de
mi botella.

Observo caminos ricos en pisadas de otros caminantes
que pasaron por aquí igual que yo. Me pregunto que
sentía cuando lo hiciera, hasta dónde llegaron, desde
dónde venían. Me pregunto si vieron lo mismo que yo,
si les costó menos o más llegar. Me pregunto si ellos se
preguntaron lo mismo.
Me imagino este lugar cinco mil años atrás, con otros
árboles, con otros animales ocupando este hogar, las
primeras personas que pasaron por aquí. También
imagino las primeras que instalaron su casa en este
entorno. Me imagino este mismo lugar dentro de cinco
mil años, justo ese momento cuando alguien se haga
esta misma pregunta.

Creo que buscar es aburrido, solemos embadurnar el


concepto de expectativa, arduos nos afanamos y lo
adornamos con detalles imposibles. Es más
emocionante encontrar, incluso ser encontrado.

A veces no es necesario llegar arriba para saber que
estamos en un lugar único y especial. Un lugar se
convierte en especial cuando llama de repente tu
atención, cuando tus sentidos en alerta te paran los
pies, encienden tus ojos, aceleran tu respiración y
motivan tus oídos a kilómetros de distancia.

A veces una vista te sorprende mucho antes de que tú
lo hagas conscientemente, con antelación a tu punto
previsto de llegada.

Solo llegas a tu destino, solo encuentras tu momento,
solo te encuentras en el lugar adecuado, cuando con
una sola mirada, con una sola inspiración, con una
sola reflexión, no es suficiente. Cuando despedirte de
él supone un suspiro de: volveré a verte…

Soy Believe.

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