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LA ARGUMENTACIÓN EN LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL.

- EL CONCEPTO DE ARGUMENTO
ANALÓGICO, SUS REQUISITOS, LÍMITES A LA ANALOGÍA.- ARGUMENTO SISTEMÁTICO.

1. LA ARGUMENTACIÓN EN LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL. LA ARGUMENTACIÓN ANALÓGICA


Y SISTEMÁTICA.

Muchos autores han realizado una tarea por demás interesante tratando se
establecer muy distintas formas de que el intérprete constitucional puede tratar de
decir o dictar la justicia, a través de diversos tipos argumentativos, no obstante
parece relevante citar el esfuerzo compilatorio que el Dr. Francisco Javier Ezquiaga
Ganuzas en su obra “La argumentación en la justicia constitucional y otros
problemas de aplicación e interpretación del derecho” que se trataran de esbozar en
las definiciones que de los distintos tipos de argumentación aporta.
Antes de entrar al tema central de este trabajo trataremos de manera somera sobre la
laguna y tipos, ya que es necesario para entender el tema central que se va abordar como es
la argumentación analógica

EL CONCEPTO DE LAGUNA Y SUS TIPOS

EZQUIAGA GANUZAS, Francisco Javier señala, “(…) Una laguna existe cuando
falta en un ordenamiento dado una regla a la que el juez pueda referirse para resolver
un conflicto que tiene planteado. Lo característico de la laguna es, por tanto, que un
caso no está regulado por el derecho debiendo estarlo, es decir, no caben lagunas en
abstracto, la laguna está siempre referida a un problema jurídico concreto al que él
ordenamiento no da respuesta (…)”.1
Estos son las notas más relevantes que presenta la noción de laguna:

a) Sólo es posible comprender la noción de laguna partiendo de la idea de un


ordenamiento jurídico completo.
b) En un sistema tendencialmente completo, con vocación de regular todos los casos
posibles, la aparición de una laguna es considerada un fallo, una deficiencia del
sistema, un reconocimiento de que quizás la plenitud del sistema no se encuentra
todavía completamente explicitada.
c) Con carácter general (gracias al principio de la plenitud del ordenamiento) no se
reconoce la existencia de lagunas. Caso de que aparezcan, serán siempre
consideradas lagunas aparentes o provisionales que el juez siempre puede (y debe)
solucionar por medio de los instrumentos que se ponen a su alcance. En definitiva, se
es absolutamente consciente de que la plenitud del ordenamiento jurídico es un ideal
inalcanzable, pero que sin embargo goza de una tremenda operatividad, ya que
funciona como directiva o idea reguladora de la actividad judicial. Como no es posible
construir un sistema completo por la cúspide (es decir, en el momento de la
legislación), se traslada esa misión al juez que, por un lado, deberá comportarse en
todo momento como si el ordenamiento fuera completo, y por otro, deberá restaurar
siempre que sea posible la imagen de plenitud del ordenamiento por medio de los
instrumentos que éste pone a su alcance y del poder justificatorio del dogma de la
plenitud (…)”2.
También señala el mencionado autor, que analizando la jurisprudencia del TC sea
identificada cuatro situaciones en las que el Tribunal enuncia la existencia de una
laguna. Los cuales son:
a) Cuando el legislador no ha desarrollado una previsión constitucional o legal.
b) Cuando el TC ha declarado inconstitucional una regulación y no ha sido adaptada o
sustituida por el legislador.
c) Cuando una legislación es preconstitucional y no está adaptada a la situación
creada por la Constitución.
d) Cuando ha habido una falta de previsión del constituyente o del legislador ordinario

1.2. Cómo soluciona las lagunas el Tribunal Constitucional.

EZQUIAGA GANUZAS, Francisco Javier señala, que los métodos para llenar las
lagunas son interminables y variadas, sin embargo se inclina hacia los métodos de
heterointegración y de autointegración.
Heterointegración
La heterointegración consiste en solucionar las lagunas recurriendo, bien a un
ordenamiento distinto del actualmente en vigor, bien a una fuente distinta de la
dominante, es decir la ley.
Auto integración.
La autointegración consiste en solucionar las lagunas que se reconozcan sin salir del
propio ordenamiento a través de distintos métodos: la analogía, los principios
generales del derecho, la interpretación sistemática y el argumento a fortiori.
De cualquier forma, los dos métodos por excelencia para llenar las lagunas del
ordenamiento jurídico son la analogía y los principios generales del derecho.

1.3. EL CONCEPTO DE ARGUMENTO ANALÓGICO


En principio, para poder entender qué es el argumento analógico, es menester definir
la palabra “analogía”. Analogía: del griego avayoyia: Que significa proporción,
semejanza.
Con la expresión “analogía jurídica” los juristas entienden una semejanza entre
hechos o situaciones que se encuentran en la base de la interpretación analógica
(extensión analógica o razonamiento analógico). La expresión “analogía jurídica” o
sus equivalentes indican la operación realizada por el intérprete (el juez), para aplicar
a un caso no previsto por el orden jurídico las disposiciones jurídicas (legislativas o
consuetudinarias) destinadas a regir casos similares.

La aplicación analógica es un medio a través del cual el intérprete puede superar la


eventual insuficiencia o deficiencia del orden jurídico. El razonamiento analógico es
uno de los medios hermenéuticos de que dispone el intérprete para colmar las
lagunas del Derecho; es el procedimiento que provee a la falta de la ley mediante la
unidad orgánica del derecho.6 La analogía jurídica es, pues, un procedimiento de
integración del Derecho.

DEHESA DÁVILA, Gerardo, señala que el punto esencial de la analogía radica en la


semejanza de una cosa con otra, en la similitud de unos caracteres o funciones con
otros; en este caso la analogía consiste en una atribución de los mismos predicados a
diversos objetos7.
La analogía implica similitud o semejanza, no es lo mismo que la identidad; la
identidad excluye la semejanza; para afirmar lo anterior, basta el examen de los
términos.
La aplicación del argumento analógico parte del problema de las lagunas de la ley; la
laguna se da precisamente en tanto un caso no está regulado por la ley, por lo que,
atendiendo a que se tiene el imperativo legal de que no puede dejar de resolverse
ninguna controversia planteada ante un tribunal, por mandato del artículo 18 del
Código Civil Federal, el juzgador podrá solucionar el caso mediante el argumento
analógico.
El Argumento Analógico, se emplea para colmar o llenar lagunas jurídicas. El
argumento analógico produce de manera expresa y explícita una nueva norma, a
diferencia del argumento a contrario, que en su versión productiva la produce implícita
La analogía sirve para colmar lagunas jurídicas, concepto problemático para la teoría
del derecho, pues hay autores que niegan la existencia de auténticas lagunas en el
derecho. Sin embargo, para la mayoría de los autores no existe conflicto al momento
de definir lo qué es una laguna. Una laguna existe cuando falta en un ordenamiento
una regla en la que el juez pueda basarse para resolver un conflicto planteado. En
otras palabras, las lagunas se producen cuando la ley u otra fuente formal del derecho
no pueden resolver un problema jurídico.

Para BOBBIO, Norberto. La analogía, sinónimo de razonamiento por analogía,


procedimiento por analogía, extensión analógica o interpretación analógica, puede
definirse como “(…) aquella operación realizada por los intérpretes del Derecho
(juristas y jueces en particular) mediante la cual se atribuye a un caso o a una materia
que no encuentra una reglamentación expresa en el ordenamiento jurídico.
El argumento analógico se basa en la similitud de un precepto y depende de la
semejanza que un texto normativo pueda tener con respecto al hecho en cuestión.
Para poder realizar un argumento analógico es necesario investigar la razón propia de
la norma con la que se compara el hecho.

1.4. Los requisitos


De acuerdo al texto de EZQUIAGA GANUZAS, Francisco Javier se deduce que la
analogía exige los siguientes requisitos:
a) Semejanza de supuestos;
b) Identidad de razón por el objeto y finalidad perseguida;
c) La norma aplicada debe ser la más específica y homogénea, permita mayor
congruencia y evite transposiciones arbitrarias.

1.5. Límites a la analogía


Por otra parte es importante tener presente que la analogía tiene límites y el autor en
mención lo distingue de la siguiente manera:
a) La analogía no es posible cuando los supuestos no guardan semejanza o similitud.
b) La aplicación analógica es incompatible con el derecho a la legalidad penal:
normalmente la analogía es excluida de las leyes penales tanto por la doctrina como
en la propia legislación.
c) La analogía es imposible cuando el legislador ha pretendido regular
restrictivamente una materia, como pueden ser algunos casos en materia fiscal.
d) La analogía no es utilizable para restringir derecho.
e). No se puede suplir por vía analógica la falta de desarrollo legal: en aquellos casos
en los que el Gobierno está obligado por mandato legal a regular una materia
concreta, su inactividad no permite, según el TC, extender analógicamente
regulaciones no pensadas para ese supuesto.
f). A un supuesto no es posible aplicarle extensivamente una regla que no pertenezca
a su “ámbito de analogía.
2. ARGUMENTACIÓN SISTEMÁTICO
El término sistemático procede de sistematizar, término que supone el ordenamiento
de los conocimientos procedentes de una ciencia. Este término, a veces, se
superpone al de "sistémico" que procede del concepto sistema, definiendo este último
como un todo organizado.
HANS, Kelsen señala en relación al orden jurídico o sistema jurídico: una pluralidad
de normas forma una unidad; un sistema, un orden, cuando su validez puede ser
atribuida a una norma única como fundamento último de esa validez. En cuanto fuente
común, esta norma fundamental constituye la unidad en la pluralidad de todas las
normas que integran un orden. Y el que una norma pertenezca a un orden
determinado deriva sólo del hecho de que su validez pueda ser referida a la norma
fundamental que constituye a ese orden.

SCHMILL, Ulises señala la ciencia del derecho tiene como una de sus tareas la de
establecer y determinar los principios o reglas conforme a las cuales un conjunto de
normas forman un orden o sistema, pues el derecho se presenta a ella para su
consideración, no como una norma aislada, sino constituyendo pluralidades, conjuntos
específicos cuyas relaciones recíprocas deben ser establecidas o definidas.

En atención a lo anteriormente expresado, la interpretación sistemática es aquélla que


intenta a un enunciado de comprensión dudosa, dotarlo de un significado sugerido, o
no impedido, por el sistema jurídico del que forma parte.
En suma, el argumento sistemático se apoya en la fuerza interna del mismo sistema.
En las culturas jurídicas modernas, el conjunto de preceptos que forman un
ordenamiento jurídico concreto es concebido no como una mera adición o suma de
normas particulares, sino como un sistema.
En suma, el argumento sistemático se apoya en la fuerza interna del mismo sistema.
En las culturas jurídicas modernas, el conjunto de preceptos que forman un
ordenamiento jurídico concreto es concebido no como una mera adición o suma de
normas particulares, sino como un sistema.
Sostenemos que la interpretación debe ser sistemática porque el sistema jurídico
tiene una lógica interna propia, es decir, porque posee una coherencia intrínseca y
objetiva que justificaría acudir a unos preceptos para aclarar el significado de otros
dudosos.
El Método Sistemático introduce la idea de que una norma no es un mandato aislado,
sino que responde al sistema jurídico normativo orientado hacia un determinado
rumbo en el que, conjuntamente con otras normas, se encuentra vigente; que, por
tanto, siendo parte de este sistema, y no pudiendo desafinar ni rehuir del mismo, el
significado y sentido de la norma jurídica podrá ser obtenido de los principios que
inspiran ese sistema; principios y consiguiente significado y sentido que incluso
pueden ser advertidos con nitidez del contenido de otras normas del sistema. Este
elemento, sostiene el profesor Jorge Carrión Lugo, está dado por la conexión
existente entre todas las normas del ordenamiento jurídico, cuya base ideológica
fundamentalmente se debe encontrar en la Constitución.

Respecto al Método Sistemático, TRABUCCHI, Alberto. Sostiene que en un cierto


sentido el ordenamiento jurídico se compara a un complejo organismo viviente y
coordinado en sus elementos; es un todo orgánico, un sistema completo y complejo
que no admite contradicciones. Explica que así, una norma jurídica que en sí misma
tiene un significado, puede adquirir un sentido distinto cuando se pone en relación con
las demás normas que constituyen el derecho vigente.

EZQUIAGA GANUZAS, Francisco Javier. Señala que no le convence la coherencia


de todo un sistema: es difícil creer en la coherencia de un conjunto de normas nacidas
bajo regímenes políticos diversos, y, en consecuencia, portadoras de valores y fines
en ocasiones contradictorios, de tal modo que el carácter sistemático no sería más
que una construcción mental del sujeto que examina el conjunto de normas del
ordenamiento. Estas circunstancias provocan que la creencia en la sistematicidad
objetiva e intrínseca del ordenamiento se convierta en una cuestión de fe en un
legislador intemporal, que, como toda cuestión de fe, es de difícil justificación.

}A partir de esta concepción integral del derecho se presentan las antinomias


(contradicción). La consecuencia más importante de caracterizar el ordenamiento
jurídico como un sistema, es la de no poder coexistir en su seno normas
incompatibles, es decir, no cabe la posibilidad de antinomias. A pesar de que esa
situación ideal es imposible de llevar a la práctica, el jurista, en lugar de reconocerlas,
buscará argumentos del sistema lógico-jurídico, para ocultar su presencia.

Pero, además, como el ordenamiento es coherente gracias a la labor racionalizadora


del legislador, para la interpretación será importante tener en cuenta el orden dado por
el legislador a su discurso, pues es reflejo de su voluntad y garantía de coherencia, y
las conexiones de las normas con las demás del ordenamiento, por ser este un
sistema.
Surgen, así, los argumentos a cohaerentia, a rubrica, sedes materiae y sistemático en
sentido estricto.

2.1. El argumento a coherencia

Se otorga a G. Tarello la autoría de este argumento. Aparece en su obra con la


siguiente expresión: Es aquél por el que dos enunciados legales no pueden expresar
dos normas incompatibles entre ellas; por ello sirve tanto para rechazar los
significados de un enunciado que lo hagan incompatible con otras normas del
sistema, como para atribuir directamente un significado a un enunciado, ya que el
argumento justifica no sólo la atribución e significados no incompatibles y el rechazo
de significados que impliquen incompatibilidad, sino la atribución de aquel significado
que haga al enunciado lo más coherente posible con el resto del ordenamiento.
17 SCHMILL,
Se aprecia que la única fuente de la que puede surgir su capacidad de justificación de
los rechazos o atribuciones de significado es la idea de un legislador racional. Este es
ordenado o no se contradice y pretende dotar a toda su producción normativa de
coherencia. Como se recurre a la ficción de que el legislador en el momento de
promulgar una nueva norma ha tenido presente todas las normas existentes hasta ese
momento, no pueden darse normas incompatibles. Todo significado de un enunciado
que provoque su incompatibilidad con otros enunciados del sistema ha de entenderse.
que no es correcto, ya que no acataría la voluntad del legislador de respetar el
sistema.
2.2. El argumento sedes materiae La sola ubicación de una norma en un título,
capítulo o apartado nos debe dar, de manera lógica por su atribución, la información
necesaria sobre su contenido. Así, la atribución de significado a un enunciado dudoso
se realiza a partir del lugar que ocupa en el contexto normativo del que forma parte,
ya que se piensa que la localización topográfica de una disposición proporciona datos
sobre su materia.
El argumento lógico reside en la idea de que existe una sistematización racional de
todas las disposiciones de un texto legal, que no es casual, sino expresión de la
voluntad implícita del legislador. El razonamiento implícito que se lleva a cabo es
doble: por un lado, se considera como un atributo del legislador racional su
rigurosidad en la ordenación de los textos, que obedece a un criterio sistemático y, por
otro, se piensa que esa sistemática, esa disposición de las materias se traduce
dirigida al intérprete.
2.3. El argumento a rubrica
El titulo o rúbrica, cabeza de un grupo de artículos, nos proporciona el argumento
lógico de su dependencia significa atribuir a un enunciado un significado sugerido por
el título o rúbrica que encabeza el grupo de articulas en el que aquél se encuentra. Su
justificación es exactamente la misma que la del argumento sedes materiae: de la
misma forma que se presume como un atributo del legislador racional que dispone
lógicamente las materias tratadas, se presume asimismo que traduce correctamente
sus intenciones en los títulos de las leyes y de las divisiones que realiza en su
actividad legislativa.
2.4. El argumento sistemático en sentido estricto
El contexto de un grupo de normas se entiende en relación directa al contenido de
otras normas. Así, la atribución de significado a una disposición tiene en cuenta el
contenido de otras normas, su contexto.
El fundamento de esta apelación lógica y lo que justifica su empleo es, al igual que en
el resto de los argumentos sistemáticos, la idea de que las normas forman un sistema
que obtiene su coherencia del discurso racional realizado por el legislador y de los
principios que, como consecuencia de ser un producto racional, lo gobiernan.

CONCLUSIÓN
La analogía es una herramienta indispensable en la aplicación del Derecho.
Los argumentos de analogía y el sistemático, son los argumentos que con mayor
frecuencia son utilizados en las Resoluciones Jurisdiccionales.
Los argumentos sistemáticos consisten en interpretar la ley no buscando descifrar
lo que quiso decir el legislador sino más bien "lo que debió decir". De tal suerte, que la
interpretación consistirá, en buscar lo que racionalmente hubiera debido querer
asentar en la ley.
A través de este método, se pretende encontrar el sentido de la ley, esto es,
interpretarla, atendiendo al ambiente ideológico en que se desarrolló la norma que se
pretende interpretar.

LA ARGUMENTACIÓN A FORTIORI

1.2. Definición
La argumentación a fortiori es una forma compleja de argumentación que comporta la
comparación de dos o más argumentos, se entiende que su estudio esté ligado al
desarrollo de un concepto comparativo de buen argumento.

Ferrater Mora1, en su Diccionario de Filosofía distingue un sentido retórico y un


sentido lógico de a fortiori. En su acepción retórica, un argumento a fortiori se
caracteriza porque contiene ciertos enunciados que se supone que refuerzan la
verdad de la proposición que se intenta demostrar o porque a una parte de lo que se
aduce como prueba viene a agregarse la otra parte, sobreabundando en lo afirmado.
El autor pone el siguiente ejemplo: Lope de Vega es un poeta, tanto más cuanto que
en los pasajes de su obra en los que no pretendía expresarse poéticamente empleó
un lenguaje predominantemente lírico. En su acepción lógica lo propio de los
argumentos a fortiori es que sacan partido de la transitividad de adjetivos
comparativos tales como “mayor que”, “menor que”, etc. Ferrater pone como ejemplo
de argumento a fortiori en sentido lógico como Juan es más viejo que Pedro, y Pedro
es más viejo que Antonio, Juan es más viejo que Antonio.

Este argumento exige el silencio del legislador sobre la hipótesis dudosa y es que
cuando se aplica hay que contar con dos hipótesis: la prevista expresamente por el
legislador en el precepto que él mismo ha elaborado y a la que se quiere dar una
respuesta por medio del argumento a fortiori. Así, el legislador ha guardado silencio
sobre una de las dos hipótesis. Se trata de un método de integración que sirve para
llenar lagunas legales, en definitiva, es un instrumento de la interpretación extensiva.
Si se analiza la forma del funcionamiento del argumento se ve que la duda está
referida a la posibilidad de extender la consecuencia legal a una hipótesis no
expresamente prevista. Nuestro argumento permite realizar o justificar esa operación
de paso.

Tarello2 da una típica definición jurídica del argumento a fortiori es un procedimiento


discursivo en el que dada una norma jurídica que predica una obligación u otra
calificación normativa de un sujeto o de una clase de sujetos, se debe concluir que
valga (que sea válida, que exista) otra norma que predique la misma calificación
normativa de otro sujeto o clase de sujetos que se encuentran en situación tal que
merecen, con mayor razón que el primer sujeto o clase de sujetos, la calificación que
la norma dada establece para el primer sujeto o clase de sujetos.

Una argumentación a fortiori involucra una norma y un supuesto de hecho diferente


del previsto por el legislador para la aplicación de esa norma. Se pretende sin
embargo que la norma es aplicable al nuevo supuesto con mayor razón que a los
casos expresamente previstos por el legislador.

1.2.1. Contra argumentos a fortiori

Al respecto, Marraud (2014) señala que (…) el conector “ni siquiera” también puede ir
asociado con una argumentación a fortiori. Una expresión canónica de argumentación
a fortiori es “Si A es suficiente razón para B, tanto más lo es C para D”. Cuando las
conclusiones de los dos argumentos coinciden, pueden usarse en su lugar frases
como “B porque A e incluso C” (como hace de Jorge). Pero los argumentos a fortiori
también tienen una forma negativa, en la que se trata de mostrar, no que un
argumento tiene la fuerza requerida, sino que es demasiado débil. Frase como “Si A
fuera suficiente razón para B, tanto más lo sería C para D” y “A no es suficiente razón
para B, ni siquiera lo es C” expresan argumentaciones de ese tipo.
Uno de los ejemplos de Aristóteles es un contraargumento a fortiori: si ni los dioses lo
saben todo, menos aún los hombres. El ejemplo compara la fuerza dos argumentos
basados en el topos <+poderoso,+esperablemente omnisciente>

El argumento de la izquierda sería más fuerte que el de la derecha porque los dioses
son más poderosos que los hombres. El argumentador pretende que el argumento de
la izquierda es insuficiente, puesto que su premisa es verdadera y su conclusión falsa,
e invita a inferir que entonces también lo es el de la derecha.

1.3. CARACTERÍSTICAS DEL ARGUMENTO A FORTIORI

El argumento a fortiori se basa en la mayor razón y en la presunta voluntad del


legislador, es decir que la conclusión refleja la voluntad implícita del legislador, pero
cuando este no recoge una hipótesis concreta se entiende que el legislador ha
querido llamar la atención sobre unos casos típicos o frecuentes pero que
implícitamente estaba también teniendo en cuenta otras hipótesis.
Existe una abundante bibliografía respecto a este tipo de argumento, así como una
disputa sobre la relación con la analogía, pues incluso algunos consideran como
argumentos independientes las formas ad maiori maius y ad minore minus. Ezquiaga4
después de llevar a cabo un análisis de las opiniones de Tarello, Perelman, Castán
Tobeñas y Kalinowski, obtiene que las características principales se dan en dos
formas5. Precisa que el argumento a fortiori se basa en la mayor razón; tiene dos
formas: a maiori ad minus y a minori ad maius.
1.3.1. El argumento a maiori ad minus

Se aplica a calificaciones ventajosas, prescripciones positivas o leyes permisivas, de


una forma bastante simplista se puede enunciar bajo el enunciado “el que puede lo
más puede lo menos”.
Significa que el que tiene derecho a lo más (por ejemplo, a disponer de sus bienes)
tiene derecho a lo menos (por ejemplo, constituir sobre ellos una hipoteca), también
que el que puede lo más puede lo menos.
Razonamiento: si el texto legal L1, se aplica al caso A, entonces con tanta o mayor
razón L1 debe aplicarse al caso B, siendo B menos que A”. Si todos los X pueden
hacer A y todo B es A, entonces todos los X pueden hacer B.

Ejemplo: Si por razón del secreto profesional (art. 165 Código Penal) a un abogado
se le permite no declarar ante un tribunal de justicia sobre actos presuntamente
delictivos de su cliente, con mayor razón o a fortiori se le permitirá no declarar ante las
Autoridades administrativas o gubernamentales.
Si un banco está autorizado a prestar dinero al 15%, con mayor razón o a fortiori lo
estará para prestarlo al 8%.

1.3.2. El argumento a minori ad maius


Se aplica a calificaciones desventajosas, prescripciones negativas o leyes
prohibitivas, de igual modo que la anterior forma, puede enunciarse como “si está
prohibido lo menos está prohibido lo más” y que nos recuerda al caso que menciona
Savigny al relatar la prohibición en un estación de tren de permitir el paso a perros, y
quien escudándose en la literalidad de tal normapretendía que se le permitiera el paso
con un oso, alegando que tal prohibición no prohibía el paso de tales animales.
Significa que, si se prohíbe lo menos (por ejemplo, fumar en lugares públicos
cerrados) se prohíbe lo más (ejemplo esnifar cocaína). Este razonamiento va de lo
menor a lo mayor.

Formulación: “Si el acto A está prohibido, entonces el acto B está también prohibido,
si A es un mal menor que B” (Aarnio)6 “Si ningún X debe hacer A y todo B es A,
entonces ningún X debe hacer B” (Kalinowski)7.

Los que toman parte en un complot quedan exentos de responsabilidad, si por una
acción determinada impiden la consumación del hecho proyectado. Estorbar la
ejecución del hecho dando aviso a las autoridades es un caso especial que pude
quedar incluido en la idea amplia de impedir un delito. (Klug)

A las anteriores características, señaladas de un modo bastante sintético he de


agregar las condiciones de uso, que de igual modo son extraídas por este autor: • El
argumento a fortiori exige, como condición previa para su utilización, el silencio del
legislador sobre la hipótesis dudosa, por lo que cuando se aplica el argumento a
fortiori se está en presencia de dos hipótesis: 1) La prevista expresamente por el
legislador en un precepto por él elaborado; y 2) aquélla a la que se quiere dar una
respuesta (en el sentido de encontrarle una regulación jurídica) por medio,
precisamente, del argumento a fortiori. Por lo tanto, el legislador ha guardado silencio
sobre una de las dos hipótesis, en concreto sobre la que se plantea en forma de
problema jurídico al intérprete.

• El argumento a fortiori más que un argumento interpretativo en sentido estricto,


es un método de integración, un método para llenar lagunas legales, en definitiva, un
instrumento de la interpretación extensiva o analógica.

• El argumento a fortiori se basa en la «mayor razón» y en la presunta voluntad


del legislador. Casi todos argumentos interpretativos considerados lógicos, o
cuasilógicos, y el argumento a fortiori no es una excepción, encuentran su justificación
última en la voluntad del legislador.

1.4. CUESTIONES CRÍTICAS PARA LOS ARGUMENTOS A FORTIORI
La lista de cuestiones críticas para los argumentos a fortiori se asemeja a la de los argumentos
por analogía, como era de esperar teniendo en cuenta la proximidad de los dos esquemas. Por
ejemplo, con respecto a las condiciones generales de uso, los argumentos a fortiori y
analógicos está tradicionalmente prohibido en el ámbito pena, por ejemplo “En los juicios del
orden criminal queda prohibido imponer, por simple analogía, y aún por mayoría de razón,
pena alguna que no esté decretada por una ley exactamente aplicable al delito de que se
trata.” También serán similares las cuestiones acerca de posibles objeciones a las premisas,
referidas ahora a la identificación del topos invocado y a si justifica y en qué medida el paso
de las premisas a la conclusión del foro. Las cuestiones críticas orientadas a la recusación del
argumento se refieren a si ese topos cubre igualmente el argumento tema, a la naturaleza de
la correlación que establece y a los valores de su antecedente en las premisas de los
argumentos comparados. Puede suceder, por ejemplo, que la correlación entre dos escalas
sea directa hasta un umbral e inversa a partir de él. Finalmente, y en relación a posibles
refutaciones, ya se ha señalado que los argumentos jurídicos a fortiori son, lo mismo que los
argumentos por analogía, más débiles que los argumentos que invocan una norma explícita.

ARGUMENTO A CONTRARIO
2.1. Etimología
Según la Real Academia de la Lengua Española (2018), es una locución adverbial
que significa “en sentido contrario”.
La Enciclopedia Jurídica (2014), la categoriza como una locución latina cuyo
significado es "en sentido contrario". Se emplea como argumento cuando se deduce
una consecuencia opuesta a lo afirmado o negado en una premisa dada.
Los textos coinciden en su definición literal; no obstante, es necesario
comprenderlo en su real dimensión; por ello se citará a otros autores quienes nos
ayudarán a comprender mejor el concepto de este argumento.

2.1.1. Posturas
OSSORIO (2000) menciona al respecto: “Locución latina. En sentido contrario. Es de
frecuente empleo forense para la interpretación de los textos legales o para deducir
una consecuencia por oposición con algo expuesto anteriormente” (p. 15).
Otra definición que no dista mucho de “A contrario sensu” (en sentido contrario) es de
Enciclopedia Jurídica (2014), la cual nos dice:
Argumento que parte de la oposición entre dos hechos para concluir del uno lo
contrario de lo que ya se sabe del otro.

Respecto de la interpretación de una norma o de hechos o actos jurídicos (subsunción


jurídica de los hechos o aplicación del derecho a hechos concretos), se emplea
comúnmente esta forma de razonamiento para deducir una consecuencia, por
oposición con algo expuesto anteriormente como principio consagrado probado.
Se infiere de las citas anteriores que “a contrario sensu” es una argumentación que se
basa en oponer dos hechos, de los cuales ya se sabía su sentido explícito, pero que
esta vez entenderemos su sentido implícito.
Según Abregú (2016), la interpretación a contrario sensu es la acción y resultado de
deducir de un texto normativo N (original y expreso) el sentido tácito de N, mediante la
negación de su antecedente y consecuente; quien hace la siguiente denotación:
N = Si, A entonces es Obligatorio B = (sentido expreso y original).

Por tanto la interpretación a contrario de N es como sigue:


N = Si, no A entonces no es Obligatorio B = (sentido tácito)

2.1.2. Relevancia del problema relativo a la interpretación contrario sensu


La argumentación a contrario sensu no es algo que se pueda tomar a la ligera, por
ello Abregú (2016) menciona:
La relevancia del problema consiste en la falta de uso de ciertas reglas para
realizar una correcta interpretación a contrario sensu, interpretación que se logra
evitando incurrir en la famosa falacia de “negación del antecedente”, falacia que
trae -por ejemplo- la negación arbitraria de derechos fundamentales e incluso
provoca decisiones contra legen porque el aplicador de una norma muchas veces
priva de una consecuencia normativa pro derechos cuando la norma no restringe
tales derechos. En tal sentido, el presente trabajo intentará dar algunas luces para
una correcta interpretación normativista y para la optimización del principio de
tutela jurisdiccional efectiva. (p. 30)-

2.1.3. Problemática relativa al contrario sensu.

Tanto jueces como abogados se encuentran a diario con el citado tema, y juristas
teóricos y filósofos del derecho se han ocupado del problema desde diferentes
perspectivas. Por ello Abregú (2016. P. 31) parte señala los problemas que considera
más relevantes:
El primer problema y sus soluciones constituye un asunto tradicional en la
hermenútica jurídica planteado principalmente por Klug y Miro Quesada, relativo a
determinar qué tipo de estructura lógica debe tener una norma para ser interpretable a
contrario sensu.
El segundo problema es el relativo a la ambigüedad o llamada también
indeterminación de los operadores deónticos cuando éstos son negados en virtud de
un contrario sensu.
El tercer problema es el abordado por la contemporánea teoría jurídica y es el relativo
al problema de la derrotabilidad de las normas y su relación con el contrario sensu.
Este último problema, dada su actualidad, ha motivado considerarlo en el título del
presente artículo.
2.2. Características de la interpretación “a contrario”:

Según, la Suprema Corte de Justicia de México9; en lo relativo a éste argumento,


deben destacarse cinco caracteres que son los siguientes:
1. Es un argumento que se utiliza como instrumento de interpretación lingüística o
literal.

2. Bajo ninguna circunstancia le es factible abandonar del texto que pretende


interpretar.

3. Se caracteriza por inclinarse a realizar una interpretación restrictiva, en atención a


que limita en forma cuidadosa los significados de un texto, al proponer que no todos
los significados sugeridos por la letra del texto o por otros textos son adoptados.

4. Tiene como condición para su utilización el silencio de la ley, esto es, que el
supuesto que se pretende argumentar no esté regulado.

5. El argumento a contrario se basa en la presunta voluntad del legislador, es decir,


que si el legislador no lo ha regulado es porque así lo ha querido; sólo se puede
deducir la voluntad del legislador a partir de sus palabras.

Según, Javier Ezquiaga Ganuzas10; es difícil establecer un conjunto de características


del argumento a contrario que le sean propias, ya que en última instancia esas
características van a depender del concepto que se maneje.

1. El argumento a contrario es considerado un instrumento de la interpretación


lingüística o literal, en dos sentidos: primero, en cuanto que en la actividad
interpretativa llevada a cabo por medio de este argumento no se sale fuera del texto a
interpretar, se trabaja exclusivamente a un nivel lingüístico; y segundo, en cuanto que
supone un respeto o «veneración» de la letra, que hace tomar a ésta como única guía
para la interpretación.

2. Sirve para motivar o proponer la denominada «interpretación restrictiva». Es


consecuencia de lo dicho hace un momento. Interpretación literal, restrictiva y
argumento a contrario se encuentran estrechamente relacionados: éste último es un
instrumento de la interpretación literal, que tendría como resultado la interpretación
restrictiva del texto entendida como producto.

3. Impone como condición para su utilización el silencio de la ley. Esta afirmación


puede resultar paradójica puesto que acabamos de señalar que el argumento que
analizamos está al servicio de la interpretación lingüística. No obstante, como ya
apuntábamos al comienzo, para que pueda emplearse el argumento a contrario es
preciso distinguir (aunque más teórica que prácticamente) dos hipótesis distintas: la
expresamente regulada por el legislador; y otra segunda (hay que suponer que
cercana a la primera) no mencionada por el legislador, pero que prima facie pudiera
considerarse incluida dentro de la previsión legal. Por medio del argumento a contrario
se entiende que el legislador no ha querido extender esa regulación a la hipótesis no
expresamente recogida en el texto. Es en ese sentido en el que se afirma que la
puesta en práctica del argumento a contrario exige el silencio de la ley.
4. El argumento a contrario se basa en la presunta voluntad del legislador. El
argumento psicológico, por ejemplo, pretende «descubrir» la voluntad del autor del
texto por medio de distintas fuentes extra-textuales, mientras que el argumento que
ahora analizamos solamente pretende deducir la voluntad del legislador a partir de
sus palabras. La fuerza persuasiva la obtiene precisamente del hecho de ser fiel a la
voluntad del autor del documento. A partir de lo redactado por el legislador para una
especie concreta, se deduce que su voluntad ha sido excluir de esa regulación otra
serie de supuestos del mismo género que prima facie hubieran podido considerarse
allí incluidos
Esquema jurídico del argumento “a contrario”
Premisa: “Cuando un caso concreto llena las condiciones legales: C1, C2, C3…CN
entran en vigor para él las secuelas jurídicas S1, S2, S3,…Sn.
Conclusión: Luego, cuando un caso concreto no llena las condiciones legales C1,
C2, C3,… C n, no entraran en vigor para él las secuelas jurídicas: S1, S2, S3…Sn “. 11
Cuando de modo expreso o tácito, una norma limita la aplicabilidad de su disposición
solamente a determinada clase de personas, de ella puede inferirse, interpretándola
“a contrario sensu”, la existencia de otra cuya disposición se opone inversamente, “a
contrario” (por conversión simple) a la de la primera, y cuyo ámbito personal de
validez está formado por los comprendidos en el otro precepto.

2.3.1.1. Fundamento del argumento “a contrario” y analógico


El argumento “a contrario” está estrechamente relacionado con la analogía, pero no
guarda con esta ninguna afinidad. Es más bien – como indica su nombre – el recurso
contrario a ella.
El fundamento de este argumento reside en la “no identidad de razón”. Pues, mientras
en la analogía prima “la identidad de razón “, en este prima la “no identidad de razón”,
pero siempre dentro de un mismo campo de mejanza. Ejemplificando en la “norma
negativa” de Kelsen: “lo que no se está obligado a hacer, es libre de hacerse o no”.

2.3.1.2. Función de ambos argumentos


Tanto la “analogía” como el argumento “a contrario” ejercen una función integradora
de lagunas. Ejercen ambos, asimismo la función de aplicación del derecho, pero se
diferencian en la estructura de la máxima de decisión, consecuencia de la aplicación.
En la analogía la decisión es el resultado de la combinación del caso no regulado y la
consecuencia jurídica del supuesto regulado. En el argumento “a contrario”, al
supuesto no regulado se añade “no la misma” consecuencia que a aquel. Decimos “no
la misma”, y no “la opuesta, o contraria”. Respecto a la función interpretativa, mientras
en el argumento “a contrario” primaria una cierta interpretación lingüística o literal
(expresión de la voluntad del legislador: formalismo interpretativo), en la analogía
primaria el espíritu de la letra (de la Ley). El argumento “a contrario” se acerca más a
la interpretación restrictiva, en tanto que la analogía se aproxima más a la
interpretación extensiva.

2.4. Algunos ejemplos de utilización típica del argumento a contrario


Con la expresión “utilización típica del argumento a contrario nos estamos refiriendo a
los supuestos en los que el TC emplea el argumento en la forma descrita por los
teóricos que se han ocupado de estudiarlo. En definitiva, a aquellas situaciones en las
que se dan los requisitos siguientes:
1. A duda respecto a si una hipótesis está o no incluida en la previsión legal,
provocada por el silencio del legislador sobre la misma

2. La presunción de que ese silencio significa que la voluntad del autor del texto ha
sido excluir de la regulación legal toda hipótesis no expresamente mencionada.

Por ejemplo:

El TC ha utilizado el argumento a contrario para interpretar diversos artículos, tanto de


la CE como de otras leyes, tanto reconociendo explícitamente que ponía en práctica
una argumentación a contrario como sin mencionarlo de forma expresa. Por ejemplo,
al interpretar el art. 25.3 de la CE el TC señaló:
“Del artículo 25.3 se deriva “a sensu contrario” que la Administración militar puede
imponer sanciones que, directa o subsidiariamente, impliquen privación de libertad.”
El art. 25.3 de la CE dice: “La Administración civil no podrá imponer sanciones que,
directa o subsidiariamente, impliquen privación de libertad. El artículo no menciona
para nada a la Administración militar. Pero El TC interpreta ese silencio como un acto
voluntario del constituyente para exceptuar a esta Administración de la prohibición del
art. 25.3.
Otro ejemplo casi idéntico, aunque en esta ocasión el TC no dice expresamente estar
realizando una argumentación a contrario, es la interpretación que hace el Tribunal del
art. 25.1, también de la CE. Este artículo enuncia el principio de legalidad penal con la
siguiente fórmula:
“Nadie puede ser condenado o sancionado por acciones u omisiones que en el
momento de producirse no constituyan delito, falta o infracción administrativa, según
la legislación vigente en aquel momento”. El TC interpretó a contrario este artículo y
no lo consideró aplicable a “los simples ilícitos de naturaleza civil”, con el siguiente
razonamiento:
“El precepto literalmente menciona los delitos, las infracciones y las faltas
administrativas, según la legislación vigente en aquel momento”. El TC
interpretó a contrario este artículo y no lo consideró aplicable a “los simples ilícitos de
naturaleza civil”, con el siguiente razonamiento:
“El precepto literalmente menciona los delitos, las infracciones y las faltas
administrativas, por lo cual no es directamente aplicable a los simples ilícitos de
naturaleza civil, en los que la tipicidad y la legalidad no tienen que actuar de manera
tan estricta.”
El tribunal realiza aquí una interpretación restrictiva del precepto, o mejor, de la
enumeración realizada por el mismo, y la considera una lista cerrada no ampliable a
otros supuestos análogos. La justificación implica que parece dar el TC a esa
interpretación restrictiva es de nuevo la presunta voluntad del legislador, que fue
consciente de excluir otros supuestos que podrían haber figurado en la enumeración
del precepto constitucional. En este caso, además del propio Tribunal pone de
manifiesto los motivos que presumiblemente tuvo en cuenta el legislador para no
incluir a “los simples ilícitos de naturaleza civil”, que consistirían en la necesidad de
que la tipicidad y la legalidad sean más atenuadas a esos ilícitos

2.5. Problemática relativa al contrario sensu.


Tanto jueces como abogados se encuentran a diario con el citado tema y juristas
teóricos y filósofos del derecho, que van desde el alemán Klug hasta el español
García Amado, pasando por Perelman, Tarello, Miro Quesada y otros, se han
ocupado del problema desde diferentes perspectivas. Por mi parte señalaré a
continuación los problemas que considero más relevantes:

El primer problema y sus soluciones constituye un asunto tradicional en la


hermenútica jurídica planteado principalmente por Klug y Miro Quesada, relativo a
determinar qué tipo de estructura lógica debe tener una norma para ser interpretable a
contrario sensu.
El segundo problema es el relativo a la ambigüedad o llamada también
indeterminación de los operadores deónticos cuando éstos son negados en virtud de
un contrario sensu.
El tercer problema es el abordado por la contemporánea teoría jurídica y es el relativo
al problema de la derrotabilidad de las normas y su relación con el contrario sensu.
Este último problema, dada su actualidad, ha motivado considerarlo en el título del
presente artículo.

EL ARGUMENTO PSICOLÓGICO

1.1. NOCIÓN Y CONCEPTO DEL ARGUMENTO PSICOLÓGICO


Es aquel por el que se atribuye a una regla el significado que se corresponda con el
emisor o autor de la misma, del redactor. Es la presunta voluntad del legislador
Sobre el argumento psicológico EZQUIAGA GANUZAS señala que, “seria aquel que
justifica la atribución a una disposición normativa del significado que se corresponda
con la voluntad del emisor o autor de la misma, es decir, del concreto legislador que
históricamente la redactó
G. TARELLO citado por EZQUIAGA GANUZAS lo define como, “el argumento
psicológico sería aquel por el que se atribuye a una regla el significado que se
corresponda con la voluntad del emisor o autor de la misma, es decir, del concreto
legislador que históricamente la redactó (…)”

ZAVALETA RODRÍGUEZ menciona que, “se trata de buscar la razón de la ley en la


intención que tuvo el legislador para promulgarla, teniendo en cuenta los hechos que
aquel buscaba regular: Este argumento se apoya en los trabajos preparatorios, los
informes de las comisiones legislativas, las exposiciones de motivos, los preámbulos,
etc.”3
Los documentos que pueden exteriorizar la voluntad del legislador, no cabe duda de
que los más importantes son los trabajos preparatorios, pero también existen
documentos como las exposiciones de motivos y los preámbulos, que eventualmente
podrían manifestarla.

1.1.1. El problema de las exposiciones de motivos y de los preámbulos

El argumento psicológico sirve para descubrir la voluntad del legislador concreto que
dictó la regla que plantea dudas interpretativas indudablemente, el juez (o en general
el intérprete) no puede realizar una indagación de tipo psicológico que tenga por
objeto la mente del legislador en el momento que elaboro la regla interpretanda (sic.).
Primero, porque no es esa su labor, y segundo, porque sería factualmente imposible,
por no tratarse normalmente de una persona individual sino de una asamblea.
Por ello, el intérprete tiene que acceder a la presunta voluntad a través de alguna
manifestación externa y documental de la misma. El documento más utilizado son los
trabajos preparatorios, puesto que se considera que allí se pueden encontrar claves
para establecer la voluntad del legislador que elaboró la regla objeto de interpretación,
pero no es el único instrumento que el intérprete puede manejar para poner en
práctica una argumentación psicológica.

Los autores que han trabajado los problemas de la argumentación jurídica ni tan
siquiera hablan del argumento psicológico, por distintas causas: unos, porque incluyen
los trabajos preparatorios dentro de la interpretación histórica; otros, porque a pesar
de diferenciar la búsqueda de la voluntad del legislador, de la interpretación histórica,
se limitan a estudiar los trabajos preparatorios en sí. Sin incluirlos dentro de un
argumento psicológico.

1.2. VALOR DEL ARGUMENTO PSICOLÓGICO

1.2.1. ¿Existe una voluntad del legislador?

Existe una posición a favor y en contra de la existencia de una voluntad del legislador.
Aquellos que niegan su existencia, apoyan su postura fundamentalmente en un
argumento en los sistemas parlamentarios democráticos actuales las leyes las
elaboran asambleas compuestas por personas de ideologías diversas, son, por tanto,
cuerpos colegiados de los que no se puede predicar una única voluntad más que
recurriendo a una ficción; en el seno delparlamento se dan cita a menudo ideologías
contrapuestas y, además, el voto de los parlamentarios es frecuentemente fruto de
transacciones entre los dirigentes de los grupos parlamentarios, por lo que el
representante individual puede ver reducida su actividadcomo legislador a la
meramente mecánica de votar siguiendo las indicaciones del portavoz.
Estas objeciones son rebatidas por los que opinan que si puede hablarse de la
voluntad del legislador, de diversas formas. Para algunos sería una cuestión que se
impone por propia evidencia, y otros recurren a construcciones teóricas más
complicadas.

1.2.2. ¿En los trabajos preparatorios puede encontrarse la voluntad del


legislador?

Los argumentos a favor y en contra de la existencia de una voluntad del legislador


están íntimamente conectados con la posibilidad, respectivamente, de que se pueda o
no encontrar la misma en los trabajos preparatorios.

1.2.2.1. Argumentos de los que responden negativamente

Los que opinan que no es posible conocer la voluntad del legislador por medio de los
trabajos preparatorios dan los siguientes argumentos:

En los trabajos preparatorios no interviene una sola persona que pudiera expresar en
los mismos su voluntad, sino que actualmente las leyes pasan por un largo camino
antes de su aprobación; en la que intervienen muchas personas distintas. Todas ellas
colaboran en el resultado final.

De las personas que efectivamente han sido elegidas como representantes en el


parlamento, hay algunas que pueden no conocer el proyecto y que simplemente lo
votan por rutina, y en cualquier caso pocos (o al menos no todos) son expertos sobre
la materia regulada.

Los trabajos preparatorios son a menudo poco válidos por la impresión o por las
contradicciones surgidas en los debates parlamentarios, de tal forma que estos
pueden proporcionar argumentos a todas las opiniones.

Por último, se dice que si el legislador tuviera una voluntad definida y cierta, la
enunciaría claramente.

1.2.2.2. Argumentos de los que responden positivamente

Los defensores de la utilización de los trabajos preparatorios lo hacen porque parten


de la presunción de que traduzcan la voluntad del legislador y porque consideran que
en el curso de los trabajos preparatorios el legislador se ha podido expresar de una
forma más libre y más amplia que en el texto aprobado.
Incluso los que apoyan el recurso a los trabajos preparatorios como medio para
conocer la voluntad del legislador reconocen ciertos límites a su empleo interpretativo,
las cuales son:
Un primer requisito exigido para dar valor a los trabajos preparatorios es que sean
claros.

Para poder acudir a los trabajos preparatorios es necesario estar en presencia de un


texto que plantee dudas, es decir, que solo está permitido acudir a ellos para aclarar
el texto. Cuando el texto es claro no tienen ningún valor, incluso aunque ese sentido
claro no coincida con la voluntad del legislador extraída de los trabajos.

La voluntad del legislador tal como se obtiene por medio de los trabajos preparatorios
nunca puede contradecir al texto. en caso de conflicto siempre prevalece el sentido
gramatical.

caso de contraste entre el sentido obtenido por medio de los trabajos preparatorios
y el sentido obtenido por medio de otro instrumento interpretativo, siempre predomina
este último.

El argumento psicológico es más eficaz cuando más reciente sea el texto a


interpretar, de tal modo que los antecedentes se tornan menos importantes a medida
que la ley envejece.

1.3. EL ARGUMENTO PSICOLÓGICO EN LAS SENTENCIAS DEL TRIBUNAL


CONSTITUCIONAL

1.3.1. Por el Modo de Referencia


Hay tres modos de Referencias: Referencias Globales, Referencias Determinadas Sin
Cita, Referencias con Cita, que se diferencian fundamentalmente cada uno de ellos en
su modo de concreción del tribunal al referirse a los trabajos preparatorios.
Referencias Globales.- Son referencias abstractas a los debates parlamentarios o a
los trabajos preparatorios en general, sin identificar el documento, la sesión o la
interpretación concreta de la que el Tribunal Constitucional deduce sus conclusiones
interpretativas.4
4 EZQUIAGA
Los argumentos psicológicos no solo sirven para establecer el sentido dudoso de un
texto sino también como elemento para justificar la decisión judicial. Pues bien, las
referencias globales a los trabajos preparatorios no permiten apreciar la corrección
delrazonamiento, puesto que en la motivación de la decisión no se aportan los datos
que permitan establecer la conexión entre el sentido del texto decidido por el tribunal y
el medio (los trabajos preparatorios) utilizado para decidirlo.

El autor EZQUIAGA GANUZAS citando a GERARD P. nos expresa que “esto no


implica que el TC no haya efectivamente extraído el sentido del texto en función de la
voluntad del legislador tal como se manifiesta en los trabajos preparatorios, pero, en
cualquier caso, no tenemos datos para controlarlo. Es por eso que esta forma global
de recurrir a los trabajos preparatorios ha sido caracterizada como un argumento de
autoridad “débil”, cuyo único valor persuasivo radicaría en que constituye una
invocación a la voluntad genérica del legislador”.
Referencias Determinadas Sin Cita.- En este caso, el TC proporciona el documento o
la fuente de los que ha extraído la voluntad del legislador, pero sin citar ningún pasaje
que permita comprobarlo.6
La diferencia fundamental entre la referencia global y la referencia de determinación
sin cita, es que en este tipo el TC se refiera a los debates en el parlamento, lo hace
señalando la sesión determinada en la que el debate se produjo o informando que
paso en la discusión. Pero lo más frecuente es que el TC se refiera a la discusión del
proyecto en comisión.
5 EZQUIAGA
A pesar de su mayor determinación, este modo de referencia sugiere las mismas
observaciones que el anterior. Aquí conocemos la fuente en las que se basa el
tribunal para obtener la voluntad del legislador, pero, como ya ha quedado dicho, los
trabajos preparatorios (sobre todo las discusiones en comisión o en pleno) son
sumamente complejos y en ellos se dan cita las opiniones más diversas. Por eso,
tampoco cabe aquí un control de la pertinencia de la referencia, ya que al no concretar
el TC la intervención o el párrafo concreto en el que se basa, no podemos comprobar
si la voluntad del legislador enunciada o el tribunal pueden efectivamente deducirse
de esa discusión o texto. Por eso, también esta forma de referencia a los trabajos
preparatorios puede calificarse de argumento de autoridad “débil”.7
Referencias Con Cita.- El tercer modo de referencia a los trabajos preparatorios es la
cita literal o la reproducción del contenido concreto de los mismos en los que el TC se
basa para identificar la voluntad del legislador.
Hay decisiones en las que el TC cita literalmente el trabajo preparatorio del que se
extrae la voluntad del legislador pero también hay decisiones del TC en las que no se
citan literalmente el trabajo preparatorio sino que se reproduce el contenido de lo
discutido, las posturas sostenidas, los argumentos esgrimidos y la solución acordada.
Es así que para el jurista ESQUIAGA GANUZAS “esta forma de referencia se
distingue de las dos anteriores, en que es posible controlar hasta cierto punto la
pertinencia de la cita. Sin embargo, es frecuente, como veremos, que el TC deduzca
la voluntad del legislador de ese fragmento de un trabajo preparatorio. Por tanto, es
preciso concluir que, incluso en los casos de referencias con cita, es difícil que los
trabajos preparatorios proporcionen información directa o inmediata de la voluntad del
legislador (si esta existe), yaque casi siempre esa voluntad es preciso deducirla y en
esta operación el control racional es mucho más complicado.”9
1.3.2. Por su Objeto

En sus decisiones, el TC ha recurrido tanto a los trabajos preparatorios de la


constitución, como a los de otros documentos normativos de rango inferior. Vamos a
ver en qué medida y de qué manera en cada uno de ellos.
La Constitución.- En los casos que el TC ha recurrido a los trabajos preparatorios lo
ha hecho apelando a los de la constitución.
El TC ha recurrido a los debates constitucionales para interpretar artículos concretos
del texto. La mayoría de las veces ha sido para interpretar los derechos
fundamentales y las libertades públicas.10
En la mayoría de las ocasiones el TC se limita en sus decisiones a mencionar “el
debate constitucional”, los “debates parlamentarios” oformulas parecidas, y solo en
una ocasión se refiere al anteproyecto de constitución y dos a los debates en la
comisión constitucional.
Otras Leyes Infra Constitucionales.- El TC también se ha referido en bastantes
decisiones a los trabajos preparatorios de otros documentos infra constitucionales,
tanto estatales como autonómicos. En concreto, ha estudiado los trabajos
preparatorios de las siguientes leyes:

a) Leyes estatales ordinarias


b) Leyes autónomas
c) Leyes orgánicas

1.3.3. Por su trascendencia

No siempre el TC al recurrir a los trabajos preparatorios lo ha hecho para otorgarles


una trascendencia interpretativa decisiva porque en algunas ocasiones su importancia
es subsidiaria.
Como Criterio Decisivo de Interpretación.- La inmensa mayoría de las veces que el
tribunal recurre a los trabajos preparatorios lo hace con la intención de utilizarlos como
criterio decisivo para interpretar el texto que le plantea dudas.11
Pero hay otras muchas ocasiones en las que el TC ha utilizado los trabajos
preparatorios como elemento decisivo para interpretar la constitución.
Como Criterio Subsidiario.- En alguna ocasión el TC ha recurrido a los trabajos
preparatorios, no para utilizarlos como criterio concluyente para la interpretación de un
texto dudoso, sino que esta interpretación la realiza por otros medios y luego la
confirma recurriendo a los trabajos preparatorios. De modo que en estos supuestos el
recurso a los trabajos preparatorios se convertiría en un elemento de apoyo a una
interpretación que añadiría a esta un valor mayor por la fuerza justificativa auxiliar que
otorga el demostrar que esa interpretación coincide con la voluntad de los
constituyentes.

1.3.4. Por la utilidad de emplearlos

Considerando como referencia el trabajo realizado por Ezquiaga Ganuzas, sobre el


estudio de la Argumentación Psicológica, se debe considerar como preámbulo que la
argumentación psicológica busca atribuir a una regla el significado que le haya
atribuido la voluntad delautor a dicha norma; es decir, el legislador; para determinar
esta voluntad se debe hacer uso de dos principales instrumentos, acerca de los
documentos preparatorios, el preámbulo y la exposición de motivos.
Consecuentemente, se considera que por esta clasificación vertida en razón a la
utilidad de emplearlos, se debe tener en cuenta la utilidad que le da el TC a los
trabajos preparatorios y que busca en ellos en función a la argumentación psicológica.
El TC los utilizaría para averiguar la voluntad del legislador, averiguar la finalidad del
legislador y averiguar el motivo de la norma.

1.3.4.1. Voluntad del legislador

Es la finalidad primordial y la más destacable, a través de esta se puede reconstruir la


voluntad de los autores, según Ezquiaga Ganuzas, “(…) El TC deduce la voluntad del
legislador de varios modos, de todo el debate en general, del rechazo de una
propuesta, de los cambios que la regla ha sufrido en el iter parlamentario, o del
mantenimiento del texto a lo largo del mismo.”13
En ese sentido, serían cuatro las formas desde las que el legislador deduce la
voluntad del legislador, las cuales son:

Debate en general: Se infiere ciertas conclusiones a partir del estudio de esta forma
que extraer la voluntad del legislador a partir del debate que se crea. Primero, se
analizan los trabajos preparatorios de la Constitución, de forma global, en el sentido
que no especifica el trabajo preparatorio. Asimismo, se centra el análisis en el debate
presentado, pero sin entrar en detalles o citas de este debate; segundo, se basa en la
coherencia del ordenamiento que se haya vertido (lo que guiaría a los autores

de dicha regla); tercero, se desliga de una interpretación que el argumento psicológico


prevalece sobre el argumento histórico y sobre el argumento de autoridad; y
finalmente, en otras decisiones, se dedujo la voluntad del legislador en función al
debate general de la Constitución, pero a esa le ha otorgado un carácter subsidiario
(de apoyo a una interpretación).

Rechazo de una propuesta: A partir del análisis a la interpretación realizada por el


TC para averiguar la voluntad del legislador en función al rechazo de una determinada
propuesta, se puede resumir. Primero, considera a propuestas rechazadas o
enmiendas o votos particulares que hayan propuestos determinados cambios.
Segundo, a partir de los debates parlamentarios que rechazan una propuesta es una
forma decisiva para resolver una cuestión; y finalmente, en una propuesta puede
dilucidar un principio no expresamente enunciado, pero que estaría presente
partiendo del hecho y con base en la voluntad del legislador.
Cambios que la regla ha sufrido en el iter parlamentario: Se deduce la voluntad en
este sentido, cuando se compararía un texto inicial, el denominado Proyecto, de una
Ley con el texto final debidamente aprobado .

Mantenimiento del texto: Se extraen consecuencias a nivel interpretativo del hecho


que no se hayan expuesto enmiendas ni votos particulares en contra o enunciado
algún cambio en la propuesta presentada. Una propuesta aprobada en esas
circunstancias significa la voluntad expresa de todos los parlamentarios de manera
universal y uniforme.

1.3.4.2. Finalidad del legislador

La finalidad del legislador difícilmente se diferencia de la voluntad del legislador, en


palabras de EZQUIAGA GANUZAS “(…) podemos considerar que a la voluntad del
legislador se recurre para conocer qué quiso decir el autor del texto con una
determinada expresión, mientras que la finalidad del legislador nos informa sobre qué
objetivos perseguía el legislador con ese texto, de tal forma que una vez conocidos
estos podría dotar al enunciado dudoso de aquel significado que mejor se
corresponda con esta finalidad (…)” 14
En ese sentido, la finalidad se debe considerar, puesto que implica aclarar una
propuesta dudosa que se aclararía al establecer los objetivos que perseguía el
legislador al enunciarla.
pág. 19

1.3.4.3. Finalidad del legislador

La finalidad del legislador difícilmente se diferencia de la voluntad del legislador, en


palabras de EZQUIAGA GANUZAS “(…) podemos considerar que a la voluntad del
legislador se recurre para conocer qué quiso decir el autor del texto con una
determinada expresión, mientras que la finalidad del legislador nos informa sobre qué
objetivos perseguía el legislador con ese texto, de tal forma que una vez conocidos
estos podría dotar al enunciado dudoso de aquel significado que mejor se
corresponda con esta finalidad (…)” 14
En ese sentido, la finalidad se debe considerar, puesto que implica aclarar una
propuesta dudosa que se aclararía al establecer los objetivos que perseguía el
legislador al enunciarla.

1.3.4.4. Motivo de la norma

La motivación no puede tener un motivo propio independiente de la voluntad o


finalidad del autor, aunque la diferencia radica en que el motivo de una norma radica
en las circunstancias a las que responde o aquella situación considerada por el
legislador para dictarla.

1.3.5. El argumento psicológico en la interpretación constitucional


La argumentación psicológica en la interpretación constitucional valora los trabajos
preparatorios como instrumento indispensable, a los que se puede aplicar la
interpretación que se desliga de la denominada argumentación psicológica. Así
EZQUIAGA GANUZA, considera que “(…) debemos fijarnos en la doctrina italiana por
ser una de las más próximas a nuestro sistema de justicia (…)”15 Obra de Pierandrei,
pues también hacen uso de los trabajos preparatorios como un instrumento de la
interpretación psicológica. Determinando algunas posturas, de las cuales se
parrafearán las más relevantes en el presente trabajo:

La interpretación de la Constitución y de todas las normas jurídicas deben


realizarse observándolas de manera objetiva, determinando la “voluntad objetiva” que
contienen sus preceptos.
El instrumento histórico no debe considerarse más importante que el instrumento
legislativo, puesto que este se conforma por una asamblea que dictamina normas de
carácter imperativo que dan orden a todo nuestro sistema jurídico.
Los trabajos preparatorios son útiles en los siguientes extremos: 1. Comprenden la
ratio y la voluntad de la norma constitucional. 2. Buscar el sentido atribuido por el
legislativo. 3. Comprender que postulados del régimen político interesó traducir en la
Constitución. 4. La influencia político-ideológica. 5. Comparar interpretaciones nuevas
y anteriores. 6. Interpretar una Constitución reciente.
Los trabajos preparatorios presentan mayor relevancia en la interpretación de la
Constitución, pero su función es la misma en cualquier nivel a ser aplicable.

EL ARGUMENTO DE LA NO REDUNDANCIA

2.1. NOCIÓN DE ARGUMENTO DE LA NO REDUNDANCIA

Este argumento consiste en recurrir al criterio de la no redundancia o no


pleonasticidad del discurso legislativo, por lo que se excluye la atribución a un
enunciado normativo de un significado que haya sido atribuido a otro enunciado
normativo preexistente, jerárquicamente superior o más general al primero, de modo
que cada disposición legal deberá tener una incidencia autónoma, un particular
significado y no constituir una mera repetición de otras disposiciones legales.16
El origen del argumento se encuentra en la idea de un legislador no redundante que al
elaborar el Derecho tiene en cuenta todo el ordenamiento jurídico en vigor y sigue
criterios de economía y no repetición.

2.1.1. Concepto

Cuando se hablade argumento de la no redundancia o de argumento económico no


nos estamos refiriendo al empleo de la economía como método de interpretación, sino
a un argumento interpretativo bastante poco estudiado, a pesar de su
constanteempleo en todas las jurisdicciones, que consiste en recurrir al criterio de la
no redundancia o no pleonasticidad del discurso legislativo.
El argumento de la no redundancia, por tanto, sería aquél, «por el que se excluye la
atribución a un enunciado normativo de un significado que ya ha sido atribuido a otro
enunciado normativo preexistente al primero o jerárquicamente superior al primero o
más general que el primero; debido a que aquella atribución de significado no fuera
excluida, nos encontraríamos frente a un enunciado normativo superfluo. 17 En
consecuencia, el criterio de la no redundancia o no pleonasticidad sería aquél, por el
que cada disposición legal debería tener su incidencia autónoma, un particular
significado, y no constituir una mera repetición de otras disposiciones legales.

2.1.2. Características del argumento de la no redundancia18

De las definiciones doctrinales anteriores se puede deducir que el argumento de la no


redundancia posee las siguientes características.

2.1.3. Es un argumento negativo

El argumento de la no redundancia es negativo en el sentido de que no sirve para


atribuir significado a un enunciado que plantea dudas interpretativas, sino que su
función es rechazar un posible significado de ese enunciado porque se considera que
entendido de esa forma repetiría lo ya establecido por otro enunciado distinto.
17 ESPINOZA
Como veremos al hablar del argumento apagógico, todo argumento de los
denominados negativos (por ejemplo, el apagógico y el de lano redundancia)
indirectamente sirve para atribuir un significado a un enunciado, puesto que al
rechazar un significado posible se están buscando o aceptando, en su caso, otros. Del
mismo modo que los argumentos positivos, es decir que permiten atribuir
directamente un significado a un enunciado (como por ejemplo, el argumento
psicológico), indirectamente sirven para rechazar otros significados distintos del
mismo enunciado.

2.1.4. Se basa en la creencia de que el legislador es económico

En algún sentido, esta segunda característica está vinculada con el respeto a la


voluntad del legislador y con la idea de un legislador racional.
Hemos dicho hace un momento que el argumento dc la no redundancia considera que
el significado atribuido a un enunciado no puede ser mera repetición de otro
enunciado distinto. Con base en esta consideración se anuncia la directiva
interpretativa que dice que entre dos (o más) significados posibles de un enunciado,
hay que rechazar aquel (o aquellos) que suponga (o supongan) una mera repetición
de lo establecido por otra disposición. Pues bien, el origen del argumento y de la
directiva se encuentra en la idea de un legislador no redundante, es decir, de un
legislador que al elaborar el derecho tiene en cuenta todo el ordenamiento jurídico en
vigor y sigue criterios de economización y no repetición. Esta imagen de un legislador
económico, enmarca dentro del postulado de la racionalidad del legislador y
conectada con una actitud subjetivista de respeto a la voluntad del legislador, hace
que se considere que el intérprete no debe poner de manifiesto la redundancia del
legislador al atribuir significado a los enunciados normativos, puesto que hacerlo
supondría ir en contra de la voluntad del legislador que fue(es siempre, por definición)
que cada disposición tenga su incidencia autónoma, su significado específico.
La creencia de que el legislador no es redundante ni repetitivo, es decir que es
económico, al igual que sucede con todos los atributos del legislador racional, no es
considerada por los juristas como una hipótesis que debe ser probada, sino como un
principio cuasi-hipotético que se admite dogmáticamente, a pesar de que la práctica
legislativa lo contradiga.

2.1.5. Se basa en el principio de la no redundancia en el ordenamiento jurídico

Si se considera que el legislador es económico con carácter absoluto, entonces es


lógico que se mantenga también que en el ordenamiento jurídico rige el principio de la
no redundancia. S in embargo, cuando se estudian los principios clásicos del
ordenamiento jurídico solo se incluyen los de la unidad, plenitud y coherencia,
olvidándose frecuentemente la cuarta característica de los ordenamientos: que son no
redundantes.
Los autores coinciden en señalar que en los discursos asertivos la redundancia no es
considerada un defecto lógico o un problema, pero que en los discursos persuasivos
en general, y en el jurídico en concreto, se evita a toda costa que dos enunciados
sean redundantes. En sí la redundancia tampoco en el discurso legal tendría por qué
ser problemática, puesto que siendo eficaz y cumpliéndose uno de los dos enunciados
redundantes, automáticamente también lo sería el otro. El problema radica, sin
embargo, en que la ideología más extendida entre los juristas no reconoce la
existencia de redundancias en el discurso del legislador, seguramente porque interesa
mantener su imagen racional, tal como decíamos haca un momento, y por eso se
considera que en un ordenamiento jurídico no hay redundancias y que de haberlas
son siempre redundancias aparentes que se resuelven interpretando( es decir,
atribuyendo un significado a ) uno de los enunciados aparentemente redundante en
un sentido que deje de serlo.

2.1.6. Está al servicio de la efectividad de cada disposición

El argumento de la no redundancia tiene también una función interpretativa


importante: es un medio para conseguir que cada enunciado normativo sea efectivo y
útil. En este sentido, estaría próximo al argumento pragmático que, entre otras
funciones, tiende también a hacer efectivo todo el ordenamiento.
Pero a pesar de estas similitudes, hay una diferencia fundamental entre el argumento
de la no redundancia y el pragmático. Este último de la no redundancia exige la
presencia de dos enunciados aparentemente redundantes. Es decir, cuando
interviene el argumento pragmático lo hace para resolver la alternativa entre una
interpretación que conduzca a dejar un enunciado. E n el caso del argumento de la no
redundancia son dos los enunciados presentes.
Esta diferencia es importante, puesto que en ambos casos el intérprete trabaja con
varias interpretaciones (es decir, con varios significados) posibles, pero en un
supuesto esos significados se predican de un solo enunciado, mientras que en el caso
de una argumentación económica se manejan interpretaciones de dos enunciados
distintos. Este hecho otorga una complejidad adicional al argumento de la no
redundancia, puesto que para declarar que dos enunciados son redundantes (o que
no lo son) es preciso atribuir un significado o varios a cada uno de los dos, con lo que
los problemas interpretativos se duplican.

2.2. EL ARGUMENTO DE LA NO REDUNDANCIA EN LAS SENTENCIAS DEL


TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
Un texto establece una consecuencia jurídica que en las mismas condiciones fácticas
está establecida por otro texto. En ese sentido, es difícil instaurar similitudes o
diferencias en la utilización del argumento de la no redundancia presenta en nuestra
interpretación ordinaria así como la realizada por los órganos jurisdiccionales y,
específicamente por el Tribunal Constitucional puesto que es un argumento que no ha
sido estudiado con detenimiento. En ese sentido, es difícil comparar los datos
conseguidos por métodos comunes con los proporcionados por los teóricos, de
manera más exhaustiva. En seguida se detallará las orientaciones exegéticas
tomadas y sugeridas por el Tribunal Constitucional al momento de utilizar el
argumento de la no redundancia.

2.2.1. En función de la amplitud del contexto de referencia

Este punto está referido a que, para declarar una aparente redundancia o no
redundancia de dos enunciados es necesario atribuir un significado a cada uno de
ellos. Es así que, con respecto al Tribunal Constitucional, el doctor EZQUIAGA
GANUZAS refiere que “(…) a la hora de poner en manifiesto las consecuencias
redundantes de la atribución de un significado concreto a un enunciado, tiene
presente todo el ordenamiento, solo la regulación relativa a la materia a la que se
refiere el enunciado objeto de interpretación, o simplemente el precepto que plantea la
duda interpretativa.
En ese sentido, para declarar la aparente redundancia, se debe determinar si el
contexto en el que el Tribunal Constitucional declara la aparición de la redundancia
tiene o no alguna influencia a la hora de poner en práctica una argumentación
económica.
Tomando en referencia al autor EZQUIAGA GANUZAS, analizaremos cuatro
supuestos que son:

La redundancia se sitúa en el mismo precepto: Referido a que dentro de un


precepto hay la existencia de dos términos que, interpretados de determinada forma
recaerían en redundantes y, en base al análisis de Tribunal Constitucional, tal
interpretación o significado se debe de rechazar para no permitir que se repita.
El argumento no justifica el significado de un enunciado que plantea dudas
interpretativas, sino que su función es justificar el rechazo de un posible significado de
ese enunciado, alegando que entendido de esa forma repetiría lo ya establecida por
otro enunciado distinto, aunque indirectamente sirve para justificar la atribución de un
significado, puesto que al rechazar una interpretación se está motivando a aceptar
otra
La redundancia se sitúa en otro precepto del mismo documento: El Tribunal
constitucional refiere que, en este caso, cuando el legislador dicta un documento
normativo para regular una determinada materia teniendo siempre presente el
principio de la no redundancia, cada precepto de dicho documento debe tener una
incidencia autónoma.
El argumento de la no redundancia, por tanto, seria aquel, por el que se excluye la
atribución a un enunciado normativo de un significado que ya ha sido atribuido a otro
enunciado normativo preexistente al primero o jerárquicamente superior al primero o
más general que el primero; debido a que aquella atribución de significado no fuera
excluida, nos encontramos ante un enunciado normativo superfluo. En consecuencia,
el criterio de la no redundancia o no pleonasticidad seria aquel por el que cada
disposición legal debería tener un particular significado, y no constituir una mera
repetición de otras disposiciones legales. En ese sentido el argumento de la no
redundancia justifica que, entre dos o más significados posibles de un enunciado, sea
rechazado aquel o aquellos que suponga una mera repetición de lo establecido por
otra disposición del ordenamiento.

La redundancia se sitúa en un precepto de otro documento distinto: Al utilizar el


argumento de la no redundancia, el Tribual Constitucional, considera un contexto más
amplio que el propio documento en el que se encuentra la norma a interpretar. En ese
sentido el legislador al momento de elaborar alguna norma nueva tiene que tener
como base el ordenamiento vigente. Es decir seria redundante una norma con
respecto a otra toda vez que tendrían el mismo significado en el marco del
ordenamiento jurídico.
El legislador al momento de promulgar una nueva norma ha tenido presente todas las
normas existentes hasta el momento, pues no pueden darse en el ordenamiento
normas incompatibles. Lo que lo lleva a concluir que la interpretación no solo es un
instrumento al servicio de la coherencia cuando fallan las reglas de solución de
conflictos, sino que el principio de conservación de normas, convertido en verdadera
directiva interpretativa, obliga siempre que sea posible, a entender dos enunciados a
primera vista incompatibles de tal forma que ambos puedan seguir existiendo en el
ordenamiento.

 No se especifica: Así el Tribunal Constitucional, en las decisiones adoptadas


en determinados casos, ha empleado el argumento de la no redundancia en el
sentido de que ha declarado las consecuencias que demandaría si es que se
cae en redundancia una determinada interpretación de un precepto o norma.

La base del argumento se encuentra en la idea de un legislador no redundante, que al


elaborar una norma tiene en cuenta todo el ordenamiento jurídico en vigor y sigue
criterios de economía y no repetición. Esta imagen de un legislador económico,
enmarcada dentro del postulado del legislador nacional, hace que se considere que el
intérprete no debe poner de manifiesto la redundancia del legislador al atribuir
significado a los enunciados normativos, puesto que hacerlo supondría ir en contra de
la voluntad del legislador racional, que es siempre que cada disposición tenga su
significado específico.

2.3. DIRECTIVAS SEGUIDAS POR TRIBUNAL CONSTITUCIONAL AL UTILIZAR


EL ARGUMENTO DE LA NO REDUNDANCIA20
20 EZQUIAGA
Para abordar este tema se tomara como referencia lo establecido por EZQUIAGA
GANUZAS, quien nos dice que la doctrina no ha elaborado estudios que permitan
conocer cómo deben ser puestas en práctica una argumentación económica en el
campo de la justicia constitucional, en embargo del uso que hace el Tribunal
Constitucional se pueden deducir pautas que nos pueden ayudar a comprender la
concepción del Tribunal Constitucional.

2.3.1. Entre diversas interpretaciones posibles de un precepto, hay que elegir la


que no implique una repetición del legislador.
Esta primera directiva consecuencia del principio de economía del legislador en que
se sustenta el argumento de la no redundancia. Es la formulación general del
argumento. Es decir que este criterio o directiva busca evitar que un mismo precepto o
interés haya sido materia de doble regulación y por ende la interpretación conduciría a
una redundancia; a esto el Tribunal Constitucional lo rechaza.

2.3.2. Es preferible declarar la inconstitucionalidad de un precepto a reconocer


una redundancia del legislador.

Este segundo precepto debe ser tomado con pinzas, ya que implica primar la no
redundancia sobre la coherencia del sistema. Que en eldominio constitucional se
formula en la exigencia de que se interprete todo el ordenamiento jurídico de
conformidad con la constitución. Es decir que por la supremacía de la constitución
sobre todas las normas, por su carácter central en la construcción de y en la valides
de las demás normas, obliga a interpretar estos en base a los principios y reglas
constitucionales, tanto los generales como los específicos referente a la materia del
que se trate y su consecuencia inmediata es que entre dos significados posibles de un
enunciado, uno constitucional y otro no, el intérprete debe elegir aquel que vaya
acorde con la constitución.
Pero sobre el tema existen casos en los que el tribunal constitucional ha preferido
declarar la inconstitucionalidad de un precepto areconocer la repetición del legislador.

2.3.3. Si el empleador emplea dos términos distintos, cada uno de ellos debe
tener su contenido propio.

Este es un precepto lingüístico de interpretación derivada de la idea de un legislador


racional, y para esto existen reglas de interpretación realizada por el “legislador
racional”; por ello cuando en el texto legal han sido utilizadas una palabra con el
mismo significado, pero si en el texto legal han sido utilizadas palabras diferentes es
porque se ha querido acentuar que se trata de problemas diferentes, cuya
consecuencia interpretativa es que hay que rechazar toda interpretación que convierta
a cualquier palabra del texto legal en superflua.

2.3.4. Cuando un supuesto tiene su regulación específica en un precepto, no


puede considerarse incluido también en otro precepto distinto.

Este precepto lleva a una interpretación restrictiva de aquellos preceptos formulados


de manera vaga y generalizante, a pesar de que la fórmula aplicada parezca incluir
determinados supuestos, estos quedaran fuera del contenido del precepto si es que
tienen regulación propia. Es decir que ante la concurrencia de un supuesto de hecho
que pueda ser encuadrado en dos preceptos distintos, se atribuirá las consecuencias
jurídicas recogidas en el precepto más específico y la interpretación restrictiva del otro
de tal forma que no incluya el supuesto.

1. Apogógico Argumento Reducción Al Absurdo:

El argumento reducción al absurdo, llamado también argumento apagógico o


apológico. Como muchos otros modos de argumentación, sus primeros ejemplos
deben ser buscados en los diálogos platónicos, pues Sócrates para refutar una
posición acostumbraba asumir provisoriamente que su tesis propuesta por alguno de
sus interlocutores es correcta y sobre esta base muestra que si así fuera, algo
absurdo debería ser verdadero. Por ejemplo, en el pasaje del Teeteto, Sócrates
pretende mostrar la insustentabilidad de la tesis de que el conocimiento es
percepción:

“Sócrates: Decimos que alguien que ve adquiere conocimiento de lo que ve, porque nos pusimos
de acuerdo en que la vista o la percepción y el conocimiento son lo mismo.
Teeteto: Muy bien.
Sócrates: Pero supongamos que este hombre que ve y que adquiere conocimiento de lo que ve,
pierde sus ojos; en tal caso, recuerda la cosa, pero no la ve, ¿no es así?
Teeteto: Así es.
Sócrates: Pero “no la ve” significa “no la conoce”, puesto que “ve” y “conoce” significan lo mismo.
Teeteto: Es verdad.
Sócrates: Entonces, concluimos que un hombre que llegó a conocer una cosa y aún la recuerda,
no la conoce, ya que no la ve; y dijimos que esta conclusión es monstruosa.
Teeteto: Completamente de acuerdo.
Sócrates: En consecuencia, pues, si dices que percepción y conocimiento son lo mismo, nos
vemos llevados, por esa afirmación, a sostener algo imposible.
Teeteto: Entonces tendremos que decir que percepción y conocimiento son diferentes”. 1

i. “Ver” y “conocer” significan lo mismo. (Supuesto)


ii. Quien recuerda algo aprendido no ve lo que recuerda (Proposición analítica sobre
“recordar”)
iii. Por lo tanto, quien recuerda algo aprendido no sabe lo que recuerda. (De 1 y 2 por
identidad)

1.1. Concepto:
El argumento de reducción al absurdo, según Manuel Atienza, se usa, por ejemplo,
para descartar una determina interpretación de una norma, pues la misma llevaría a
tener que aceptar algo que se considera absurdo”2. Por su parte, Garcia Amado,
sostiene que, “opera como regla interpretativa negativa, no como criterio. Su utilidad
es para justificar una excepción a la norma, bien para no aplicar a un caso que cae
bajo su términos, bien (aunque más raramente) para aplicar a uno que no cae bajo su
términos”3.
Mientras para Perelman, el argumento de reducción al absurdo “supone que el
legislador es razonable y que no hubiera podido admitir una interpretación de la ley
que conduzca a consecuencias ilógicas o inicuas”4.
No obstante, en un sentido algo menos estricto, el argumento apológico o de
reducción al absurdo consiste en rechazar una hipótesis (para defender otra
alternativa) mostrando que tiene como consecuencia lógica una falsedad o
imposibilidad fáctica o sería un absurdo; o algo que se tiene generalmente por falso.
Por ejemplo, Juan puede desear o no lo mejor para su madre; no desear lo mejor para
su madre lo convertiría en una mala persona y además ¿qué hijo no quiere lo mejor
para su madre?; y yo sé que Juan no es una mala persona”
Otro ejemplo, “supongamos que interpretamos… (Una) norma en el sentido de que en
los ascensores sí está permitido fumar. Pero entonces se producirá una consecuencia
que parece absurda: un profesor no puede fumar cuando está solo en su despacho (y
no causa molestias- o no de manera directa- a los demás), pero sin embargo podría
hacerlo en un ascensor, donde las molestias podrían ser mucho más grave. Su
estructura lógica sería: “supongamos “p”; pero a partir de “p” se puede concluir tanto
“q” (se puede fumar en el ascensor) como no “q” (no se puede fumar, puesto que en
un ascensor se causan molestias que en los otros lugares en los que no se puede
fumar); por lo tanto, no “p”5.
5 ATIENZA RODRÍGUEZ, Manuel. Op.,

1.2. Tipología:

La tipología, entre otras, las más conocidas son las de absurdo por inconsistencia y
falsedad6.

1.2.1. Absurdo por inconsistencia:

El modo más ortodoxo y efectivo de emplear la reducción al absurdo es mostrar que la


hipótesis rival conduce a un resultado incompatible con las premisas asumidas al
formularla; esto es, que quien formula esa hipótesis se contradice y su razonamiento
resulta insostenible y absurdo. Hay, entonces, una afinidad entre argumentar a favor
de una tesis reduciendo al absurdo la hipótesis opuesta y rechazar la hipótesis

a. Inconsistencia explícita:
Distinto de la reducción al absurdo, aunque afín a ella, es el argumento que
desacredita una tesis al mostrar que se fundamenta en un razonamiento que es
ilógico o absurdo de modo patente o explícito. En el terreno jurídico, este último
argumento tiene un reflejo visible en el criterio jurisprudencial que hace anulables las
decisiones judiciales que carecen de una motivación mínimamente racional, porque
son arbitrarias y vulneran el derecho a la tutela judicial efectiva. Se reprocha el error
judicial que consiste en violentar la lógica, no el error en la decisión que violenta los
hechos o el derecho. El absurdo y la arbitrariedad pueden darse tanto en la
apreciación de la prueba y la fijación de los hechos, como en la interpretación y
aplicación del derecho

b. Inconsistencia implícita:
La reducción al absurdo pone de manifiesto una contradicción implícita en un
razonamiento. Refuta un razonamiento no por ser evidentemente ilógico o absurdo,
sino por implicar una conclusión ilógica o absurda que parece pasar desapercibida. El
argumento denuncia en el razonamiento rival una inconsistencia que no es
inmediatamente visible, pero que una vez sacada a la luz invalida dicho razonamiento.
Ahora bien, para lograr este efecto, el argumento ad absurdum debe contar con
premisas sólidas y respetar la lógica.

1.2.2. Absurdo por falsedad:


Una segunda modalidad de reducción al absurdo toma como premisa de contraste
una proposición que se supone verdadera, y el argumento consiste en refutar una
hipótesis (para fundamentar una tesis alternativa) mostrando que implica el absurdo
de negar esa proposición verdadera. En el uso jurídico de la reducción al absurdo
cabe distinguir si la falsedad es por contraste con hechos del mundo (falsedad
fáctica) o con datos jurídicos (falsedad jurídica).
a. Falsedad fáctica:

A menudo los órganos judiciales rechazan un argumento o una tesis por considerar
que lo que sostiene o implica no se corresponde con la realidad; y en ocasiones
recurren para ello a la reducción al absurdo. Cuando así lo hacen dan por supuesto
que el contraste con la realidad al que conduce esa posición es tan palmario que sería
absurdo mantener la hipótesis una vez notada su implicación. El argumento se basa
en mostrar la implicación, pero el rechazo se basa en la falsedad del resultado de esa
implicación. Pondré un ejemplo.

b. Falsedad jurídica:
El resultado inaceptable que se confronta con la reducción al absurdo es a veces una
afirmación claramente falsa sobre el derecho. Esta posibilidad está a medio camino,
en un continuo difícil de compartimentar, entre las referencias a la falsedad fáctica y a
la incoherencia jurídica. Porque si una afirmación es jurídicamente falsa lo será o bien
porque es contraria a los hechos, o bien porque es incoherente con un conjunto
aceptado de afirmaciones sobre el derecho. No obstante, con esa cautela en mente
es viable singularizar esta modalidad de absurdo jurídico que consiste en implicar
como verdadera una proposición nítidamente contraria al derecho. En la falsedad
fáctica la referencia típica son hechos del mundo susceptible de verificación, mientras
que en la falsedad jurídica la referencia típica son contenidos normativos. Éstos están
muy expuestos a la interpretación, pero pueden ser suficientemente claros para
fundamentar juicios de verdad o falsedad.
En suma en base a este argumento está la idea de que el Derecho debe mantener
una congruencia pragmática, práctica; que el Derecho tiene como fin la resolución de
problemas y no la producción de otros mayores o la creación de situaciones
inverosímiles o evidentemente contraproducentes.

2. El argumento apogógico en la sentencia del Tribunal Constitucional.

3. El argumento pragmático: nociónes.

3.1. Argumento Pragmático En Las Sentencias Del Tribunal Constitucional :


Una de las formas más básicas de argumento pragmático es la que, al margen del
valor o desvalor de las consecuencias, interpreta las disposiciones en el sentido que
le otorgue consecuencias o mejor, rechaza cualquier interpretación que deje sin
efectos a una norma o enunciado legal. “… El Tribunal Constitucional otorga a esta
forma del argumento pragmático una gran relevancia, tanto es así que se le califica
como uno de los principios de la interpretación de la Constitución Española”7. Hay una
serie de principios que manifiestan la importancia de este argumento al interpretar la
Constitución:

Principio del efecto útil: Cuando una disposición puede tener dos sentidos es
preferible entenderla en el sentido que le permita producir algún efecto. Se admite una
interpretación u otra por las consecuencias que de ella se deriven.
Principio de la eficacia: Se dirige la interpretación del intérprete hacia las opciones
que optimicen la eficacia de normas constitucionales. Se elegirá una interpretación u
otra atendiendo a la máxima eficacia que pueda producir en la aplicación del derecho
fundamental.
Este argumento puede utilizarse tanto para rechazar un camino interpretativo como
para defenderlo. Vamos a ver ejemplos Para rechazar una interpretación. “En estos
casos es cuando más claramente se observa su parecido con el argumento apagógico
o de reducción al absurdo pues de otorgar un determinado sentido a un precepto se
pueden seguir consecuencias inútiles”8.

3.2. Argumento pragmático en el Diccionario de Derecho Procesal


Constitucional y Convencional:

Se expresa el mencionado Diccionario, sobre Argumento pragmático, en voz escrita


por Julio César Romero Ramos, en los siguientes términos: “Pragmático” viene del
griego pragma atos, y significa acción, cosa útil (Diccionario Griego-Español, Ramón
Sopena). (Pragmátikos, griego), Polibio señalaba que era su forma de escribir la
historia para diferenciarla de la mitológica o legendaria

En latín, pragmaticus se empleaba para referirse a los asuntos humanos,


particularmente a los políticos; a hechos objetivos, en contraposición a leyendas o
sueños. El pragmático es el que visualiza adecuadamente los problemas y su
solución.
Actualmente se entiende pragmático como un “modo de pensar en el cual se emplea
un modo apto para entender la realidad”.
Según Mendonca, es el que “dada una formulación normativa a la que quepa atribuir
varios significados, ella debe ser interpretada optando por aquel significado que lo
haga más eficaz para lograr su finalidad, prescindiendo de los significados que lo
conviertan en ineficaz a ese respecto Platas Pacheco señala que “este argumento se
formula con la intención de hacer pertinente los medios empleados con el fin que se
pretende alcanzar, es decir, se construye desde una perspectiva de proporcionalidad
con el propósito de valorar la estrategia procesal que en cada caso conviene”10
Es decir, este argumento se evalúa analizando la proporción existente entre los
medios y los fines que se sincronizan en la tesis que se defiende y buscan comprobar
la racionalidad de ésta.
Manuel Calvo García en su libro lo concibe en el ámbito del derecho como un
argumento sustentado en las consecuencias es decir consecuencialista11

Perelman señala que “llamamos argumento pragmático aquel que permite apreciar un
acto o un acontecimiento con arreglo a sus consecuencias favorables o
desfavorables. Este argumento desempeña un papel esencial, hasta tal punto de que
algunos han querido ver en ello el esquema único que posee la lógica de los juicios de
valor; parapara apreciar un acontecimiento es preciso remitirse a los efectos”.

Ezquiaga Ganuzas considera que “El argumento pragmático justifica que cuando hay
dos (o más) significados posibles de un mismo enunciado, de los cuales uno le da
alguna efectividad mientras que el otro (o los demás) lo convierten en inútil, optar por
el primero”12
El argumento pragmático que permite apreciar algo con arreglo a sus consecuencias
presentes o futuras tiene una importancia directa para la acción. No requiere, para
que lo admita el sentido común, justificación alguna. El punto de vista opuesto, cada
vez que se defiende, necesita, por el contrario, una argumentación, como la
afirmación de que debe preconizarse la verdad, cualesquiera que sean las
consecuencias, porque es un valor absoluto, independiente de éstas.

Las consecuencias, fuente del valor del acontecimiento que las ocasiona, pueden
observarse o simplemente preverse, pueden estar aseguradas o ser puramente
hipotéticas; su influencia se manifestará en la conducta, o solo en el juicio. “El enlace
entre una causa y sus consecuencias puede percibirse con tanta acuidad que una
transferencia emotiva inmediata no explícita, se opera de éstas a aquéllas, de tal
modo que se crea que se aprecia algo por su valor propio, mientras que son las
consecuencias las que, en realidad, importan”13
Ezquiaga Ganuzas expresa que “ha sido objeto de pocos estudios teóricos. Sin
embargo se ha coincidido en señalar que es un argumento consecuencialista, es
decir, un argumento que consiste en establecer la verdad o el valor de la tesis que se
defiende (en nuestro caso de la interpretación o el significado que se propone) a partir
de las consecuencias favorables que de ella se derivan, o la falsedad de la tesis
defendida por el adversario, (o la inconveniencia de otra interpretación o significado
posible) por las consecuencias desfavorables que de ella se derivan Gerardo Dehesa
Dávila15 concluye estableciendo que el argumento pragmático tiene las siguientes
características:

a. Es un argumento consecuencialista, busca la causa a partir de los efectos.


b. Tiene un carácter eminentemente práctico, busca reflejar una clara utilidad para el
correcto desempeño del sistema jurídico, de ahí su empleo frecuente en el ámbito
jurisdiccional.
El argumento pragmático tiene afinidad con los argumentos de la no redundancia y
apagógico o reducción al absurdo, ya que en éstos la consecuencia impide el correcto
funcionamiento del ordenamiento jurídico, ya sea por la redundancia o por la
consecuencia absurda.

El juez puede considerar consecuencias favorables o desfavorables de cualquier tipo:


económicas, sociales, políticas, morales, etcétera, aunque generalmente van
asociados a principios o ideales que se consideran implícitos en el mandato del
constituyente, como los siguientes:

Principio pro actione.- Se trata de una postura anti formalista para interpretar los
requisitos procesales con objeto de que los tribunales puedan en todo caso emitir una
resolución sobre el fondo de la cuestión planteada. Pero no es absoluto este
antiformalismo, ya que su aplicación se limita a la interpretación más favorable para
hacer más eficaz el ordenamiento.

Principio de seguridad jurídica.- Concebido como una directriz y no como


absoluto.

Principio de favor libertatis.- entendido como principio general de la eficacia del


precepto a interpretar.

Principio in dubio pro reo.- vinculado al principio de presunción de inocencia, y
que establece que ante una duda razonable respecto a los hechos objeto de la
acusación, el juzgador debe inclinarse a favor del inculpado.

Ejemplo:

Por ejemplo: Un conflicto de competencias promovido por la Generalidad en relación


al Real Decreto 2824/1981, de 27 de noviembre, sobre registro sanitario de alimentos,
el TC señala que en materia de sanidad el Estado tiene competencia en las bases,
coordinación general y alta inspección; sobre coordinación general dice: "…la
competencia de coordinación general presupone lógicamente que hay algo que debe
ser coordinado, esto es, presupone la existencia de competencias de las
Comunidades en materia de Sanidad." El TC separa los conceptos de coordinación
general y de fijación de bases a través del argumento de la no redundancia y atribuye
competencias a las Comunidades por el argumento pragmático: si el Estado ha de
coordinar, debe haber algo que coordinar, de lo contrario el art. 149.1.16 CE (la
competencia de coordinación general de la sanidad es exclusiva del Estado) sería
inútil.
– Para apoyar una interpretación:
Un recurso de amparo en el que se alegaba indefensión (violación del art. 24.2 CE)
por no practicarse en el proceso que da origen al recurso pruebas que se estiman
decisivas para la defensa. El TC dice acerca del art. 24.2: "…tal facultad denegatoria
de aquellas pruebas que el juzgador estime inútiles viene impuesta por evidentes
razones prácticas como son evitar dilaciones injustificadas del proceso, que podría
alargarse a voluntad de cualquiera de las partes, vulnerando el derecho de las otras a
obtener un proceso sin dilaciones indebidas reconocido en el art. 24.2 CE.". El TC
argumenta con base a razones prácticas que sería obtener un proceso sin dilaciones
indebidas.

3.3. Principios Pragmáticos en la Interpretación Constitucional:

Veremos a continuación los tres principios interpretativos básicos de contenido


pragmático seguidos por el TC16.
Principio antiformalista o principio pro actione. En cuanto al principio
antiformalista decir que el Tribunal Constitucional ha adoptado este principio cuando
interpreta los requisitos procesales establecidos por su Ley Orgánica para acceder a
su jurisdicción. Se ha considerado este antiformalismo como una característica de la
jurisdicción constitucional. Con el principio pro actione se adopta una postura
antiformalista al interpretar los requisitos procesales con el fin de que el tribunal se
pronuncie sobre el fondo de la cuestión que se plantea y se relaciona estrechamente
con el principio que lleva a interpretar el ordenamiento de la forma más.
Principio seguridad jurídica. El artículo 9.3 de la Constitución garantiza la
seguridad jurídica. Es un principio propio del Estado de derecho, cada uno conoce con
certeza sus derechos y obligaciones y puede preveer las consecuencias de sus actos.
Seguridad jurídica equivale de este modo a predictibilidad y se vincula
necesariamente con principios como la certeza, legalidad, jerarquía, publicidad norma,
irretroactividad no favorable o interdicción arbitrariedad. La consecuencia más
importante de la seguridad jurídica se manifiesta a la hora de establecer el contenido
del fallo de las sentencias del TC. En ese momento, en ocasiones, el TC ha tenido en
cuenta consideraciones basadas en la seguridad jurídica. Tiene en cuenta también
principios como la buena fe, la carencia de consecuencias prácticas de lo que se pide
o el equilibrio de intereses entre partes. Son razones pragmáticas las que llevan al
tribunal, por ejemplo cuando toma en consideración las consecuencias prácticas que
va a tener su fallo a la hora de limitarlo. Se puede compatibilizar y así se hace un
equilibrio entre seguridad jurídica y equilibrio de los intereses en juego. En cuanto a
los límites de la seguridad jurídica, a este principio se le puede denominar de cierre,
ya que actúa cuando la aplicación estricta de otras normas podría llevar a lesionar
derechos o situaciones de terceras personas, es un principio vago, impreciso.
Principio de la interpretación más favorable para la efectividad de los derechos
fundamentales.
Este principio encuentra su fundamento en el aforismo in dubio pro libértate. Un
fundamento más concreto es el art. 24.1 CE que obliga a interpretar la normativa en el
sentido más favorable para la efectividad del derecho fundamental. De este modo, en
caso de duda habrá que interpretar los preceptos de modo que sean más favorables a
la efectividad de los derechos fundamentales; también se crea una auténtica pauta
interpretativa que obliga constantemente adesarrollar la actividad interpretativa
teniendo en cuenta los derechos fundamentales. Las consecuencias de aplicación de
este principio es que por un lado se interpreta los derechos fundamentales
otorgándoles la máxima efectividad y de otro lado se interpreta todo el ordenamiento
jurídico otorgando a los derechos la máxima efectividad.

4. El argumento pragmático: definición.

Perelman 17 denomina argumento pragmático a “aquel que permite apreciar un acto o


acontecimiento con arreglo a sus consecuencias favorables o desfavorables".
Este argumento se usa cuando se destacan los efectos negativos sino se toma
determinada decisión. Es decir, para apreciar un acontecimiento, es preciso remitirse
a los efectos. Cuando vamos a decidir o a actuar, podernos preguntar, ¿qué
consecuencias puede acarrear esta acción?, ¿traerá bienestar o malestar? En el
derecho se usa cuando se impone una sanción para prevenir que se cometan
conductas indeseables18.
En la tarea de administrar justicia, indudablemente, siempre se están apreciando los
actos, las conductas realizadas por los hombres, junto con sus reales consecuencias,
negativas o positivas, pues son fundamentales al momento de definir
responsabilidades.
De la causa hacia el efecto, del efecto hacia la causa, se efectúan transferencias, de
valor entre elementos de la cadena causal. En el primer caso, sin embargo, el de la
relación que llamaremos descendente, el nexo entre términos - sobre todo cuando se
trata de personas-, lo proporciona normalmente, no la relación causal, sino una
relación de coexistencia19. Así, la devaluación de una norma, al mostrar que deriva,
de una costumbre primitiva, la devaluación del hombre, porque desciende delos
animales, la valoración del niño, en razón de la nobleza de los padres, se operan más
por una relación de coexistencia, por la idea de esencia, que por una relación de
sucesión.
Llamamos argumento-pragmático aquel que permite apreciar un acto o un
acontecimiento con arreglo a sus consecuencias favorables o desfavorables. Este
argumento desempeña un papel esencial, hasta tal punto que algunos han querido ver
en ello el esquema único que posee la lógica de los juicios de valor; para apreciar un
acontecimiento es preciso remitirse a los efectos. A éstos, Locke, por ejemplo, se
refiere para criticar el poder espiritual de los príncipes:
Nunca se podrá establecer ni salvaguardar la paz, ni la seguridad, ni siquiera la simple
amistad entre los hombres, mientras prevalezca la opinión de que el poder está
fundamentado en la Gracia y de que la fuerza de las armas debe propagar la religión
El argumento pragmático parece desarrollarse sin gran dificultad, pues la
transferencia en la causa, del valor de las consecuencias, se produce, incluso sin
buscarlo. Sin embargo, quien está acusado de haber cometido una mala acción,
puede esforzarse por romper el nexo causal y hacer que la culpabilidad recaiga sobre
algún otro o sobre las circunstancias21 Si logra disculparse, habrá por eso mismo,
trasladado el juicio desfavorable a lo que parezca, en ese momento, la causa de la
acción.
El argumento pragmático que permite apreciar algo con arreglo a sus consecuencias
presentes o futuras tiene una importancia directa para la acción. No requiere, Para
que lo admita el sentido común, justificación alguna. El punto de vista opuesto, cada
vez que se defiende, necesita, por el contrario, una argumentación, como la
afirmación de que debe preconizarse la verdad, cualesquiera que sean las
consecuencias, porque posee un valor absoluto, independiente de éstas.
Las consecuencias, fuente del valor del acontecimiento que las ocasiona, pueden
observarse o simplemente preverse, pueden estar aseguradas o ser puramente
hipotéticas; su influencia se manifestara en la conducta, o sólo en el juicio. El enlace
entre una causa y sus consecuencias puede percibirse con tanta acuidad que una
transferencia emotiva inmediata, no explicita, se opera de éstas a aquéllas, de tal
modo Que se crea que se aprecia algo por su valor propio, mientras que son las
consecuencias las que, en realidad, importan.
La argumentación por las consecuencias puede aplicarse, bien a enlaces
comúnmente admitidos, comprobables o no, bien a enlaces conocidos sólo por una
única persona. En este último caso, podrá utilizarse el argumento pragmático para
justificar el comportamiento de esta persona. Así es como, en su libro sobre las
neurosis de angustia y de abandono, Odier resume como sigue el razonamiento del
supersticioso.
A Partir del momento en que se constata un enlace hecho consecuencia, la
argumentación es válida, cualquiera que sea la legitimidad del propio enlace. Cabe
señalar que el supersticioso racionaliza su conducta, racionalización que consiste en
la invocación de argumentos que pueda admitir el interlocutor El supersticioso estaría
justificado si el interlocutor reconoce la utilidad de una conducta que evita a su autor
una desazón a una deficiencia psíquica.
En general, el argumento pragmático sólo puede desarrollarse a partir del acuerdo
sobre el valor de las consecuencias. Se pedirá ayuda a una argumentación, basada la
mayoría de las veces en otras técnicas, cuando se trate, en caso de polémica, de
disentir la importancia de las consecuencias alegadas.
El argumento pragmático no se limita a transferir a la causa una cualidad dada de la
consecuencia. Permite pasar de un orden de valores a Otro, de un valor inherente a
los frutos a otro propio del árbol; permite deducir la superioridad de una conducta
partiendo de la utilidad de sus consecuencias. También puede –y entonces es cuando
parece filosóficamente más interesante- considerar las buenas consecuencias de una
tesis como prueba de su verdad. He aquí, en Calvino, un ejemplo de este modo de
razonar, a propósito de las relaciones del libre albedrio y de la Gracia:
Un uso característico del argumento pragmático consiste en proponer el éxito como
criterio de objetividad, de validez; para muchas filosofías y religiones, la felicidad se
presenta como la última justificación de sus teorías, como el indicio de una
conformidad con, lo real, de un acuerdo con el orden universal. El estoicismo no duda
en servirse de semejante argumento. Incluso filósofos existencialistas, los cuales se
tienen por antirracionalistas, se deciden a ver en el fracaso de una existencia el indicio
evidente de su carácter «no auténtico». El teatro contemporáneo insiste con gusto en
esta idea22 .El mismo argumento se emplea en las tradiciones más variadas: desde
aquella por la cual se reconoce la mejor causa en el triunfo de su paladín, hasta que el
realismo hegeliano que santifica la historia, confiriéndole el papel de juez último.
Mediante este rodeo, la realidad es prenda del valor, lo que ha podido nacer,
desarrollarse, sobrevivir, se presenta como triunfo, como promesa de éxito futuro,
como prueba de racionalidad y objetividad.
El argumento pragmático aparece a menudo como una simple pesada de algo por
medio de sus consecuencias Pero, es muy difícil reunir en un haz todas las
consecuencias de un acontecimiento y, por otra parte, determinar lo que viene a ser
un acontecimiento único dentro de la realización del efecto. Para que la transferencia
de valor se opere claramente, se intentará mostrar que cierto suceso es condición
necesaria y suficiente de Otro. He aquí un ejemplo de semejante argumentación;
pretende despreciar-los bienes terrestres, luego perecederos:
¿Te es duro haber perdido esto o aquello? Luego, no te esfuerces por perderlo; pues,
esforzándote por perderlo, quieres adquirir lo que no se puede conservar 23
Sin embargo, fuera de los casos en que causa y efecto pueden considerarse como la
definición uno de otro -estamos entonces ante Una argumentación cuasi lógica-, el
acontecimiento que se va apreciar sólo será una causa parcial, o una condición
necesaria.
Para poder transponer en él todo el peso del efecto, será preciso reducir la
importancia y la influencia de las causas complementarias, tomándolas como
ocasiones, pretextos, causas aparentes. Por otra parte, cuando se trata de transferir el
valor de un efecto a la causa, ¿hasta qué eslabón de la cadena causal podemos
remontarnos? Quintiliano observa que:
Remontándose de causa en causa y eligiéndolas, se puede llegar, adonde uno quiere
24.
Pero, cuanto más nos remontemos, más probable será el rechazo del adversario.
Imputando las consecuencias a una causa demasíado alejada, corremos el riesgo de
destruir toda posibilidad de transferencia.
Otra complicación del argumento pragmático resulta de la obligación en la que nos
encontramos, tener en cuenta un gran número de consecuencias, buenas o malas. La
existencia de consecuencias divergentes constituía todo el objeto de la Techne de
Calipo, nos dice Aristóteles, quien retiene, el ejemplo siguiente:
La educación se expone a la envidia, lo que es un mal, y vuelve sabio, lo que es un
bien.

Medio seguro para mantener la controversia, esta consideración de las consecuencias


favorables y desfavorables parece encontrar una solución en el cálculo utilitarista. No
obstante, a semejante filosofía se le han puesto objeciones de principio.
Los adversarios del argumento pragmático reiviridicarán con derecho a elegir, entre
las consecuencias, las que retendrán como dignas de tenerlas en consideración, dado
el objeto del debate. Más aún, los partidarios de una concepción absolutista o
formalista de los valores, y especialmente de la moral, critican el argumento
pragmático; le reprocharan que reduce la esfera de acción moral o religiosa a un
común denominador utilitario, con lo que provoca la desaparición de lo que hay
precisamente de especifico en las nociones de deber, falta o pecado.
Estas reflexiones, opuestas al argumento pragmático, suponen que se discuten “los
valores-morales o religiosos, que se» reconocen, por otra parte, independientemente
de sus consecuencias o, al menos, de sus consecuencias actuales e inmediatas, las
reglas de lo verdadero y de lo falso, del bien y del mal, de lo oportuno y de "lo
inoportuno.

Argumento pragmático en el Diccionario de Derecho Procesal Constitucional y


Convencional:

“Pragmático” viene del griego pragma atos, y significa acción26, cosa útil.
(Pragmátikos, griego), Polibio señalaba que era su forma de escribir la historia para
diferenciarla de la mitológica o legendaria. El término griego prágmata trata de las
cosas realizadas por los hombres, a los asuntos humanos; de igual manera, se refiere
a la práctica a las cosas útiles.
En latín, pragmaticus se empleaba para referirse a los asuntos humanos,
particularmente a los políticos; a hechos objetivos, en contraposición a leyendas o
sueños. El pragmático es el que visualiza adecuadamente los problemas y su
solución.
Actualmente se entiende pragmático como un “modo de pensar en el cual se emplea
un modo apto para entender la realidad”. Según Mendonca, es el que “dada una
formulación normativa a la que quepa atribuir varios significados, ella debe ser
interpretada optando por aquel significado que lo haga más eficaz para lograr su
finalidad, prescindiendo de los significados que lo conviertan en ineficaz a ese
respecto27”.
Platas Pacheco señala que “este argumento se formula con la intención de hacer
pertinente los medios empleados con el fin que se pretende alcanzar, es decir, se
construye desde una perspectiva de proporcionalidad con el propósito de valorar la
estrategia procesal que en cada caso conviene28”. Es decir, este argumento se evalúa
analizando la proporción existente entre los medios y los fines que se sincronizan en
la tesis que se defiende y buscan comprobar la racionalidad de ésta.
Perelman señala que “llamamos argumento pragmático aquel que permite apreciar un
acto o un acontecimiento con arreglo a sus consecuencias favorables o
desfavorables. Este argumento desempeña un papel esencial, hasta tal punto de que
algunos han querido ver en ello el esquema único que posee la lógica de los juicios de
valor; para apreciar un acontecimiento es preciso remitirse a los efectos”.
Ezquiaga Ganuzas considera que “El argumento pragmático justifica que cuando hay
dos (o más) significados posibles de un mismo enunciado, de los cuales uno le da
alguna efectividad mientras que el otro (o los demás) lo convierten en inútil, optar por
el primeroEl argumento pragmático que permite apreciar algo con arreglo a sus
consecuencias presentes o futuras tiene una importancia directa para la acción. No
requiere, para que lo admita el sentido común, justificación alguna. El punto de vista
opuesto, cada vez que se defiende, necesita, por el contrario, una argumentación,
como la afirmación de que debe preconizarse la verdad, cualesquiera que sean las
consecuencias, porque es un valor absoluto, independiente de éstas.
Gerardo Dehesa Dávila concluye estableciendo que el argumento pragmático tiene las
siguientes características:

a. “Es un argumento consecuencialista, busca la causa a partir de los efectos.


b. Tiene un carácter eminentemente práctico, busca reflejar una clara utilidad para el
correcto desempeño del sistema jurídico, de ahí su empleo frecuente en el ámbito
jurisdiccional30”.

El argumento pragmático tiene afinidad con los argumentos de la no redundancia y


apagógico o reducción al absurdo, ya que en éstos la consecuencia impide el correcto
funcionamiento del ordenamiento jurídico, ya sea por la redundancia o por la
consecuencia absurda.

Concepto Y Diferencias Con Otros Argumentos Próximos:

Este argumento es muy utilizado por los tribunales en sus decisiones, pero por el
contrario los teóricos no han dedicado mucho tiempo a su estudio, esto se debe
principalmente a la similitud con otros argumentos como el de la no redundancia o el
apagógico. Con este argumento se establece la verdad o el valor de las tesis que se
defienden a partir de las consecuencias favorables que de ella se derivan o la
falsedad o disvalor de tesis defendidas por el adversario por las consecuencias
desfavorables que de ellas se desprenden. Podemos concluir a partir de esto que el
valor de las tesis se deriva a través de las consecuencias.
Un razonamiento jurídico no siempre es difícil de encuadrar en una tipología de
argumento, podría pertenecer a más de un tipo. En el caso de un argumento
pragmático podría confundirse con el argumento de la no redundancia o el apagógico.

Diferencias existentes entre el argumento pragmático y de la no redundancia:

En común estos dos argumentos están a favor de la máxima efectividad. En cuanto a


las diferencias, el argumento pragmático actúa referido exclusivamente a un
enunciado, mientras que el de la no redundancia exige la presencia de dos
enunciados aparentemente redundantes. El primero justifica la elección entre uno de
los posibles significados del enunciado, resuelve entre una interpretación que deje sin
efectividad a un enunciado u otra que le de una función.

Diferencia entre argumento pragmático y apagógico o reducción al absurdo:


El argumento apagógico rechaza significados que hagan absurdo a un enunciado del
ordenamiento. Por el contrario el pragmático justifica la elección del significado que
hace más efectivo el enunciado. Cuando este argumento se expresa en algunas
ocasiones en forma negativa se confunde con el apagógico.

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