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- EL CONCEPTO DE ARGUMENTO
ANALÓGICO, SUS REQUISITOS, LÍMITES A LA ANALOGÍA.- ARGUMENTO SISTEMÁTICO.
Muchos autores han realizado una tarea por demás interesante tratando se
establecer muy distintas formas de que el intérprete constitucional puede tratar de
decir o dictar la justicia, a través de diversos tipos argumentativos, no obstante
parece relevante citar el esfuerzo compilatorio que el Dr. Francisco Javier Ezquiaga
Ganuzas en su obra “La argumentación en la justicia constitucional y otros
problemas de aplicación e interpretación del derecho” que se trataran de esbozar en
las definiciones que de los distintos tipos de argumentación aporta.
Antes de entrar al tema central de este trabajo trataremos de manera somera sobre la
laguna y tipos, ya que es necesario para entender el tema central que se va abordar como es
la argumentación analógica
EZQUIAGA GANUZAS, Francisco Javier señala, “(…) Una laguna existe cuando
falta en un ordenamiento dado una regla a la que el juez pueda referirse para resolver
un conflicto que tiene planteado. Lo característico de la laguna es, por tanto, que un
caso no está regulado por el derecho debiendo estarlo, es decir, no caben lagunas en
abstracto, la laguna está siempre referida a un problema jurídico concreto al que él
ordenamiento no da respuesta (…)”.1
Estos son las notas más relevantes que presenta la noción de laguna:
EZQUIAGA GANUZAS, Francisco Javier señala, que los métodos para llenar las
lagunas son interminables y variadas, sin embargo se inclina hacia los métodos de
heterointegración y de autointegración.
Heterointegración
La heterointegración consiste en solucionar las lagunas recurriendo, bien a un
ordenamiento distinto del actualmente en vigor, bien a una fuente distinta de la
dominante, es decir la ley.
Auto integración.
La autointegración consiste en solucionar las lagunas que se reconozcan sin salir del
propio ordenamiento a través de distintos métodos: la analogía, los principios
generales del derecho, la interpretación sistemática y el argumento a fortiori.
De cualquier forma, los dos métodos por excelencia para llenar las lagunas del
ordenamiento jurídico son la analogía y los principios generales del derecho.
SCHMILL, Ulises señala la ciencia del derecho tiene como una de sus tareas la de
establecer y determinar los principios o reglas conforme a las cuales un conjunto de
normas forman un orden o sistema, pues el derecho se presenta a ella para su
consideración, no como una norma aislada, sino constituyendo pluralidades, conjuntos
específicos cuyas relaciones recíprocas deben ser establecidas o definidas.
CONCLUSIÓN
La analogía es una herramienta indispensable en la aplicación del Derecho.
Los argumentos de analogía y el sistemático, son los argumentos que con mayor
frecuencia son utilizados en las Resoluciones Jurisdiccionales.
Los argumentos sistemáticos consisten en interpretar la ley no buscando descifrar
lo que quiso decir el legislador sino más bien "lo que debió decir". De tal suerte, que la
interpretación consistirá, en buscar lo que racionalmente hubiera debido querer
asentar en la ley.
A través de este método, se pretende encontrar el sentido de la ley, esto es,
interpretarla, atendiendo al ambiente ideológico en que se desarrolló la norma que se
pretende interpretar.
LA ARGUMENTACIÓN A FORTIORI
1.2. Definición
La argumentación a fortiori es una forma compleja de argumentación que comporta la
comparación de dos o más argumentos, se entiende que su estudio esté ligado al
desarrollo de un concepto comparativo de buen argumento.
Este argumento exige el silencio del legislador sobre la hipótesis dudosa y es que
cuando se aplica hay que contar con dos hipótesis: la prevista expresamente por el
legislador en el precepto que él mismo ha elaborado y a la que se quiere dar una
respuesta por medio del argumento a fortiori. Así, el legislador ha guardado silencio
sobre una de las dos hipótesis. Se trata de un método de integración que sirve para
llenar lagunas legales, en definitiva, es un instrumento de la interpretación extensiva.
Si se analiza la forma del funcionamiento del argumento se ve que la duda está
referida a la posibilidad de extender la consecuencia legal a una hipótesis no
expresamente prevista. Nuestro argumento permite realizar o justificar esa operación
de paso.
Al respecto, Marraud (2014) señala que (…) el conector “ni siquiera” también puede ir
asociado con una argumentación a fortiori. Una expresión canónica de argumentación
a fortiori es “Si A es suficiente razón para B, tanto más lo es C para D”. Cuando las
conclusiones de los dos argumentos coinciden, pueden usarse en su lugar frases
como “B porque A e incluso C” (como hace de Jorge). Pero los argumentos a fortiori
también tienen una forma negativa, en la que se trata de mostrar, no que un
argumento tiene la fuerza requerida, sino que es demasiado débil. Frase como “Si A
fuera suficiente razón para B, tanto más lo sería C para D” y “A no es suficiente razón
para B, ni siquiera lo es C” expresan argumentaciones de ese tipo.
Uno de los ejemplos de Aristóteles es un contraargumento a fortiori: si ni los dioses lo
saben todo, menos aún los hombres. El ejemplo compara la fuerza dos argumentos
basados en el topos <+poderoso,+esperablemente omnisciente>
El argumento de la izquierda sería más fuerte que el de la derecha porque los dioses
son más poderosos que los hombres. El argumentador pretende que el argumento de
la izquierda es insuficiente, puesto que su premisa es verdadera y su conclusión falsa,
e invita a inferir que entonces también lo es el de la derecha.
Ejemplo: Si por razón del secreto profesional (art. 165 Código Penal) a un abogado
se le permite no declarar ante un tribunal de justicia sobre actos presuntamente
delictivos de su cliente, con mayor razón o a fortiori se le permitirá no declarar ante las
Autoridades administrativas o gubernamentales.
Si un banco está autorizado a prestar dinero al 15%, con mayor razón o a fortiori lo
estará para prestarlo al 8%.
Formulación: “Si el acto A está prohibido, entonces el acto B está también prohibido,
si A es un mal menor que B” (Aarnio)6 “Si ningún X debe hacer A y todo B es A,
entonces ningún X debe hacer B” (Kalinowski)7.
Los que toman parte en un complot quedan exentos de responsabilidad, si por una
acción determinada impiden la consumación del hecho proyectado. Estorbar la
ejecución del hecho dando aviso a las autoridades es un caso especial que pude
quedar incluido en la idea amplia de impedir un delito. (Klug)
ARGUMENTO A CONTRARIO
2.1. Etimología
Según la Real Academia de la Lengua Española (2018), es una locución adverbial
que significa “en sentido contrario”.
La Enciclopedia Jurídica (2014), la categoriza como una locución latina cuyo
significado es "en sentido contrario". Se emplea como argumento cuando se deduce
una consecuencia opuesta a lo afirmado o negado en una premisa dada.
Los textos coinciden en su definición literal; no obstante, es necesario
comprenderlo en su real dimensión; por ello se citará a otros autores quienes nos
ayudarán a comprender mejor el concepto de este argumento.
2.1.1. Posturas
OSSORIO (2000) menciona al respecto: “Locución latina. En sentido contrario. Es de
frecuente empleo forense para la interpretación de los textos legales o para deducir
una consecuencia por oposición con algo expuesto anteriormente” (p. 15).
Otra definición que no dista mucho de “A contrario sensu” (en sentido contrario) es de
Enciclopedia Jurídica (2014), la cual nos dice:
Argumento que parte de la oposición entre dos hechos para concluir del uno lo
contrario de lo que ya se sabe del otro.
Tanto jueces como abogados se encuentran a diario con el citado tema, y juristas
teóricos y filósofos del derecho se han ocupado del problema desde diferentes
perspectivas. Por ello Abregú (2016. P. 31) parte señala los problemas que considera
más relevantes:
El primer problema y sus soluciones constituye un asunto tradicional en la
hermenútica jurídica planteado principalmente por Klug y Miro Quesada, relativo a
determinar qué tipo de estructura lógica debe tener una norma para ser interpretable a
contrario sensu.
El segundo problema es el relativo a la ambigüedad o llamada también
indeterminación de los operadores deónticos cuando éstos son negados en virtud de
un contrario sensu.
El tercer problema es el abordado por la contemporánea teoría jurídica y es el relativo
al problema de la derrotabilidad de las normas y su relación con el contrario sensu.
Este último problema, dada su actualidad, ha motivado considerarlo en el título del
presente artículo.
2.2. Características de la interpretación “a contrario”:
4. Tiene como condición para su utilización el silencio de la ley, esto es, que el
supuesto que se pretende argumentar no esté regulado.
2. La presunción de que ese silencio significa que la voluntad del autor del texto ha
sido excluir de la regulación legal toda hipótesis no expresamente mencionada.
Por ejemplo:
EL ARGUMENTO PSICOLÓGICO
El argumento psicológico sirve para descubrir la voluntad del legislador concreto que
dictó la regla que plantea dudas interpretativas indudablemente, el juez (o en general
el intérprete) no puede realizar una indagación de tipo psicológico que tenga por
objeto la mente del legislador en el momento que elaboro la regla interpretanda (sic.).
Primero, porque no es esa su labor, y segundo, porque sería factualmente imposible,
por no tratarse normalmente de una persona individual sino de una asamblea.
Por ello, el intérprete tiene que acceder a la presunta voluntad a través de alguna
manifestación externa y documental de la misma. El documento más utilizado son los
trabajos preparatorios, puesto que se considera que allí se pueden encontrar claves
para establecer la voluntad del legislador que elaboró la regla objeto de interpretación,
pero no es el único instrumento que el intérprete puede manejar para poner en
práctica una argumentación psicológica.
Los autores que han trabajado los problemas de la argumentación jurídica ni tan
siquiera hablan del argumento psicológico, por distintas causas: unos, porque incluyen
los trabajos preparatorios dentro de la interpretación histórica; otros, porque a pesar
de diferenciar la búsqueda de la voluntad del legislador, de la interpretación histórica,
se limitan a estudiar los trabajos preparatorios en sí. Sin incluirlos dentro de un
argumento psicológico.
Existe una posición a favor y en contra de la existencia de una voluntad del legislador.
Aquellos que niegan su existencia, apoyan su postura fundamentalmente en un
argumento en los sistemas parlamentarios democráticos actuales las leyes las
elaboran asambleas compuestas por personas de ideologías diversas, son, por tanto,
cuerpos colegiados de los que no se puede predicar una única voluntad más que
recurriendo a una ficción; en el seno delparlamento se dan cita a menudo ideologías
contrapuestas y, además, el voto de los parlamentarios es frecuentemente fruto de
transacciones entre los dirigentes de los grupos parlamentarios, por lo que el
representante individual puede ver reducida su actividadcomo legislador a la
meramente mecánica de votar siguiendo las indicaciones del portavoz.
Estas objeciones son rebatidas por los que opinan que si puede hablarse de la
voluntad del legislador, de diversas formas. Para algunos sería una cuestión que se
impone por propia evidencia, y otros recurren a construcciones teóricas más
complicadas.
Los que opinan que no es posible conocer la voluntad del legislador por medio de los
trabajos preparatorios dan los siguientes argumentos:
En los trabajos preparatorios no interviene una sola persona que pudiera expresar en
los mismos su voluntad, sino que actualmente las leyes pasan por un largo camino
antes de su aprobación; en la que intervienen muchas personas distintas. Todas ellas
colaboran en el resultado final.
Los trabajos preparatorios son a menudo poco válidos por la impresión o por las
contradicciones surgidas en los debates parlamentarios, de tal forma que estos
pueden proporcionar argumentos a todas las opiniones.
Por último, se dice que si el legislador tuviera una voluntad definida y cierta, la
enunciaría claramente.
La voluntad del legislador tal como se obtiene por medio de los trabajos preparatorios
nunca puede contradecir al texto. en caso de conflicto siempre prevalece el sentido
gramatical.
caso de contraste entre el sentido obtenido por medio de los trabajos preparatorios
y el sentido obtenido por medio de otro instrumento interpretativo, siempre predomina
este último.
Debate en general: Se infiere ciertas conclusiones a partir del estudio de esta forma
que extraer la voluntad del legislador a partir del debate que se crea. Primero, se
analizan los trabajos preparatorios de la Constitución, de forma global, en el sentido
que no especifica el trabajo preparatorio. Asimismo, se centra el análisis en el debate
presentado, pero sin entrar en detalles o citas de este debate; segundo, se basa en la
coherencia del ordenamiento que se haya vertido (lo que guiaría a los autores
EL ARGUMENTO DE LA NO REDUNDANCIA
2.1.1. Concepto
Este punto está referido a que, para declarar una aparente redundancia o no
redundancia de dos enunciados es necesario atribuir un significado a cada uno de
ellos. Es así que, con respecto al Tribunal Constitucional, el doctor EZQUIAGA
GANUZAS refiere que “(…) a la hora de poner en manifiesto las consecuencias
redundantes de la atribución de un significado concreto a un enunciado, tiene
presente todo el ordenamiento, solo la regulación relativa a la materia a la que se
refiere el enunciado objeto de interpretación, o simplemente el precepto que plantea la
duda interpretativa.
En ese sentido, para declarar la aparente redundancia, se debe determinar si el
contexto en el que el Tribunal Constitucional declara la aparición de la redundancia
tiene o no alguna influencia a la hora de poner en práctica una argumentación
económica.
Tomando en referencia al autor EZQUIAGA GANUZAS, analizaremos cuatro
supuestos que son:
Este segundo precepto debe ser tomado con pinzas, ya que implica primar la no
redundancia sobre la coherencia del sistema. Que en eldominio constitucional se
formula en la exigencia de que se interprete todo el ordenamiento jurídico de
conformidad con la constitución. Es decir que por la supremacía de la constitución
sobre todas las normas, por su carácter central en la construcción de y en la valides
de las demás normas, obliga a interpretar estos en base a los principios y reglas
constitucionales, tanto los generales como los específicos referente a la materia del
que se trate y su consecuencia inmediata es que entre dos significados posibles de un
enunciado, uno constitucional y otro no, el intérprete debe elegir aquel que vaya
acorde con la constitución.
Pero sobre el tema existen casos en los que el tribunal constitucional ha preferido
declarar la inconstitucionalidad de un precepto areconocer la repetición del legislador.
2.3.3. Si el empleador emplea dos términos distintos, cada uno de ellos debe
tener su contenido propio.
“Sócrates: Decimos que alguien que ve adquiere conocimiento de lo que ve, porque nos pusimos
de acuerdo en que la vista o la percepción y el conocimiento son lo mismo.
Teeteto: Muy bien.
Sócrates: Pero supongamos que este hombre que ve y que adquiere conocimiento de lo que ve,
pierde sus ojos; en tal caso, recuerda la cosa, pero no la ve, ¿no es así?
Teeteto: Así es.
Sócrates: Pero “no la ve” significa “no la conoce”, puesto que “ve” y “conoce” significan lo mismo.
Teeteto: Es verdad.
Sócrates: Entonces, concluimos que un hombre que llegó a conocer una cosa y aún la recuerda,
no la conoce, ya que no la ve; y dijimos que esta conclusión es monstruosa.
Teeteto: Completamente de acuerdo.
Sócrates: En consecuencia, pues, si dices que percepción y conocimiento son lo mismo, nos
vemos llevados, por esa afirmación, a sostener algo imposible.
Teeteto: Entonces tendremos que decir que percepción y conocimiento son diferentes”. 1
1.1. Concepto:
El argumento de reducción al absurdo, según Manuel Atienza, se usa, por ejemplo,
para descartar una determina interpretación de una norma, pues la misma llevaría a
tener que aceptar algo que se considera absurdo”2. Por su parte, Garcia Amado,
sostiene que, “opera como regla interpretativa negativa, no como criterio. Su utilidad
es para justificar una excepción a la norma, bien para no aplicar a un caso que cae
bajo su términos, bien (aunque más raramente) para aplicar a uno que no cae bajo su
términos”3.
Mientras para Perelman, el argumento de reducción al absurdo “supone que el
legislador es razonable y que no hubiera podido admitir una interpretación de la ley
que conduzca a consecuencias ilógicas o inicuas”4.
No obstante, en un sentido algo menos estricto, el argumento apológico o de
reducción al absurdo consiste en rechazar una hipótesis (para defender otra
alternativa) mostrando que tiene como consecuencia lógica una falsedad o
imposibilidad fáctica o sería un absurdo; o algo que se tiene generalmente por falso.
Por ejemplo, Juan puede desear o no lo mejor para su madre; no desear lo mejor para
su madre lo convertiría en una mala persona y además ¿qué hijo no quiere lo mejor
para su madre?; y yo sé que Juan no es una mala persona”
Otro ejemplo, “supongamos que interpretamos… (Una) norma en el sentido de que en
los ascensores sí está permitido fumar. Pero entonces se producirá una consecuencia
que parece absurda: un profesor no puede fumar cuando está solo en su despacho (y
no causa molestias- o no de manera directa- a los demás), pero sin embargo podría
hacerlo en un ascensor, donde las molestias podrían ser mucho más grave. Su
estructura lógica sería: “supongamos “p”; pero a partir de “p” se puede concluir tanto
“q” (se puede fumar en el ascensor) como no “q” (no se puede fumar, puesto que en
un ascensor se causan molestias que en los otros lugares en los que no se puede
fumar); por lo tanto, no “p”5.
5 ATIENZA RODRÍGUEZ, Manuel. Op.,
1.2. Tipología:
La tipología, entre otras, las más conocidas son las de absurdo por inconsistencia y
falsedad6.
a. Inconsistencia explícita:
Distinto de la reducción al absurdo, aunque afín a ella, es el argumento que
desacredita una tesis al mostrar que se fundamenta en un razonamiento que es
ilógico o absurdo de modo patente o explícito. En el terreno jurídico, este último
argumento tiene un reflejo visible en el criterio jurisprudencial que hace anulables las
decisiones judiciales que carecen de una motivación mínimamente racional, porque
son arbitrarias y vulneran el derecho a la tutela judicial efectiva. Se reprocha el error
judicial que consiste en violentar la lógica, no el error en la decisión que violenta los
hechos o el derecho. El absurdo y la arbitrariedad pueden darse tanto en la
apreciación de la prueba y la fijación de los hechos, como en la interpretación y
aplicación del derecho
b. Inconsistencia implícita:
La reducción al absurdo pone de manifiesto una contradicción implícita en un
razonamiento. Refuta un razonamiento no por ser evidentemente ilógico o absurdo,
sino por implicar una conclusión ilógica o absurda que parece pasar desapercibida. El
argumento denuncia en el razonamiento rival una inconsistencia que no es
inmediatamente visible, pero que una vez sacada a la luz invalida dicho razonamiento.
Ahora bien, para lograr este efecto, el argumento ad absurdum debe contar con
premisas sólidas y respetar la lógica.
A menudo los órganos judiciales rechazan un argumento o una tesis por considerar
que lo que sostiene o implica no se corresponde con la realidad; y en ocasiones
recurren para ello a la reducción al absurdo. Cuando así lo hacen dan por supuesto
que el contraste con la realidad al que conduce esa posición es tan palmario que sería
absurdo mantener la hipótesis una vez notada su implicación. El argumento se basa
en mostrar la implicación, pero el rechazo se basa en la falsedad del resultado de esa
implicación. Pondré un ejemplo.
b. Falsedad jurídica:
El resultado inaceptable que se confronta con la reducción al absurdo es a veces una
afirmación claramente falsa sobre el derecho. Esta posibilidad está a medio camino,
en un continuo difícil de compartimentar, entre las referencias a la falsedad fáctica y a
la incoherencia jurídica. Porque si una afirmación es jurídicamente falsa lo será o bien
porque es contraria a los hechos, o bien porque es incoherente con un conjunto
aceptado de afirmaciones sobre el derecho. No obstante, con esa cautela en mente
es viable singularizar esta modalidad de absurdo jurídico que consiste en implicar
como verdadera una proposición nítidamente contraria al derecho. En la falsedad
fáctica la referencia típica son hechos del mundo susceptible de verificación, mientras
que en la falsedad jurídica la referencia típica son contenidos normativos. Éstos están
muy expuestos a la interpretación, pero pueden ser suficientemente claros para
fundamentar juicios de verdad o falsedad.
En suma en base a este argumento está la idea de que el Derecho debe mantener
una congruencia pragmática, práctica; que el Derecho tiene como fin la resolución de
problemas y no la producción de otros mayores o la creación de situaciones
inverosímiles o evidentemente contraproducentes.
Principio del efecto útil: Cuando una disposición puede tener dos sentidos es
preferible entenderla en el sentido que le permita producir algún efecto. Se admite una
interpretación u otra por las consecuencias que de ella se deriven.
Principio de la eficacia: Se dirige la interpretación del intérprete hacia las opciones
que optimicen la eficacia de normas constitucionales. Se elegirá una interpretación u
otra atendiendo a la máxima eficacia que pueda producir en la aplicación del derecho
fundamental.
Este argumento puede utilizarse tanto para rechazar un camino interpretativo como
para defenderlo. Vamos a ver ejemplos Para rechazar una interpretación. “En estos
casos es cuando más claramente se observa su parecido con el argumento apagógico
o de reducción al absurdo pues de otorgar un determinado sentido a un precepto se
pueden seguir consecuencias inútiles”8.
Perelman señala que “llamamos argumento pragmático aquel que permite apreciar un
acto o un acontecimiento con arreglo a sus consecuencias favorables o
desfavorables. Este argumento desempeña un papel esencial, hasta tal punto de que
algunos han querido ver en ello el esquema único que posee la lógica de los juicios de
valor; parapara apreciar un acontecimiento es preciso remitirse a los efectos”.
Ezquiaga Ganuzas considera que “El argumento pragmático justifica que cuando hay
dos (o más) significados posibles de un mismo enunciado, de los cuales uno le da
alguna efectividad mientras que el otro (o los demás) lo convierten en inútil, optar por
el primero”12
El argumento pragmático que permite apreciar algo con arreglo a sus consecuencias
presentes o futuras tiene una importancia directa para la acción. No requiere, para
que lo admita el sentido común, justificación alguna. El punto de vista opuesto, cada
vez que se defiende, necesita, por el contrario, una argumentación, como la
afirmación de que debe preconizarse la verdad, cualesquiera que sean las
consecuencias, porque es un valor absoluto, independiente de éstas.
Las consecuencias, fuente del valor del acontecimiento que las ocasiona, pueden
observarse o simplemente preverse, pueden estar aseguradas o ser puramente
hipotéticas; su influencia se manifestará en la conducta, o solo en el juicio. “El enlace
entre una causa y sus consecuencias puede percibirse con tanta acuidad que una
transferencia emotiva inmediata no explícita, se opera de éstas a aquéllas, de tal
modo que se crea que se aprecia algo por su valor propio, mientras que son las
consecuencias las que, en realidad, importan”13
Ezquiaga Ganuzas expresa que “ha sido objeto de pocos estudios teóricos. Sin
embargo se ha coincidido en señalar que es un argumento consecuencialista, es
decir, un argumento que consiste en establecer la verdad o el valor de la tesis que se
defiende (en nuestro caso de la interpretación o el significado que se propone) a partir
de las consecuencias favorables que de ella se derivan, o la falsedad de la tesis
defendida por el adversario, (o la inconveniencia de otra interpretación o significado
posible) por las consecuencias desfavorables que de ella se derivan Gerardo Dehesa
Dávila15 concluye estableciendo que el argumento pragmático tiene las siguientes
características:
Principio pro actione.- Se trata de una postura anti formalista para interpretar los
requisitos procesales con objeto de que los tribunales puedan en todo caso emitir una
resolución sobre el fondo de la cuestión planteada. Pero no es absoluto este
antiformalismo, ya que su aplicación se limita a la interpretación más favorable para
hacer más eficaz el ordenamiento.
Ejemplo:
“Pragmático” viene del griego pragma atos, y significa acción26, cosa útil.
(Pragmátikos, griego), Polibio señalaba que era su forma de escribir la historia para
diferenciarla de la mitológica o legendaria. El término griego prágmata trata de las
cosas realizadas por los hombres, a los asuntos humanos; de igual manera, se refiere
a la práctica a las cosas útiles.
En latín, pragmaticus se empleaba para referirse a los asuntos humanos,
particularmente a los políticos; a hechos objetivos, en contraposición a leyendas o
sueños. El pragmático es el que visualiza adecuadamente los problemas y su
solución.
Actualmente se entiende pragmático como un “modo de pensar en el cual se emplea
un modo apto para entender la realidad”. Según Mendonca, es el que “dada una
formulación normativa a la que quepa atribuir varios significados, ella debe ser
interpretada optando por aquel significado que lo haga más eficaz para lograr su
finalidad, prescindiendo de los significados que lo conviertan en ineficaz a ese
respecto27”.
Platas Pacheco señala que “este argumento se formula con la intención de hacer
pertinente los medios empleados con el fin que se pretende alcanzar, es decir, se
construye desde una perspectiva de proporcionalidad con el propósito de valorar la
estrategia procesal que en cada caso conviene28”. Es decir, este argumento se evalúa
analizando la proporción existente entre los medios y los fines que se sincronizan en
la tesis que se defiende y buscan comprobar la racionalidad de ésta.
Perelman señala que “llamamos argumento pragmático aquel que permite apreciar un
acto o un acontecimiento con arreglo a sus consecuencias favorables o
desfavorables. Este argumento desempeña un papel esencial, hasta tal punto de que
algunos han querido ver en ello el esquema único que posee la lógica de los juicios de
valor; para apreciar un acontecimiento es preciso remitirse a los efectos”.
Ezquiaga Ganuzas considera que “El argumento pragmático justifica que cuando hay
dos (o más) significados posibles de un mismo enunciado, de los cuales uno le da
alguna efectividad mientras que el otro (o los demás) lo convierten en inútil, optar por
el primeroEl argumento pragmático que permite apreciar algo con arreglo a sus
consecuencias presentes o futuras tiene una importancia directa para la acción. No
requiere, para que lo admita el sentido común, justificación alguna. El punto de vista
opuesto, cada vez que se defiende, necesita, por el contrario, una argumentación,
como la afirmación de que debe preconizarse la verdad, cualesquiera que sean las
consecuencias, porque es un valor absoluto, independiente de éstas.
Gerardo Dehesa Dávila concluye estableciendo que el argumento pragmático tiene las
siguientes características:
Este argumento es muy utilizado por los tribunales en sus decisiones, pero por el
contrario los teóricos no han dedicado mucho tiempo a su estudio, esto se debe
principalmente a la similitud con otros argumentos como el de la no redundancia o el
apagógico. Con este argumento se establece la verdad o el valor de las tesis que se
defienden a partir de las consecuencias favorables que de ella se derivan o la
falsedad o disvalor de tesis defendidas por el adversario por las consecuencias
desfavorables que de ellas se desprenden. Podemos concluir a partir de esto que el
valor de las tesis se deriva a través de las consecuencias.
Un razonamiento jurídico no siempre es difícil de encuadrar en una tipología de
argumento, podría pertenecer a más de un tipo. En el caso de un argumento
pragmático podría confundirse con el argumento de la no redundancia o el apagógico.