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La topografía de la Regia Sedes Toletana a


través de su escultura monumental.

Conference Paper · January 2008

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Rafael Barroso Cabrera Jorge Morín de Pablos


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Sesión paralela 3: Escultura - Pintura - Mosaico - Comunicaciones

R B C – J C S – J M  P

LA TOPOGRAFÍA DE LA SEDES REGIA TOLETANA


A TRAVÉS DE SU ESCULTURA MONUMENTAL1

Después del abandono de la Galia, y tras un periodo en que la corte se había esta-
blecido provisionalmente en Barcino e Hispalis, a finales del siglo VI, tras los reinados de
Atanagildo (554-567) y Leovigildo (568-586), Toledo se había convertido ya en la capital
incontestable del regnum Gothorum2. El punto inicial de este proceso que transformó la
antigua ciudad romana de Toletum en regia sedes visigoda se suele remontar al 24 de
noviembre de 546, fecha en la que Teudis (531-549) emitió en esta ciudad una célebre
ley sobre costas judiciales. En dicha ley el monarca exhibe la clara vocación imperial de
su ideario político al apropiarse del título imperial de Flauius –título que en adelante
ostentarán orgullosos todos los reyes visigodos –, al tiempo que, como nueva muestra
de soberanía, ordenó la inclusión de la nueva norma en el Codex Theodosianus3.
No se conocen bien las razones concretas que llevaron a Teudis a promocionar a
la ciudad del Tajo frente a otras ciudades que a priori podían exhibir mayores méritos,

1 Este artículo es un resumen de un trabajo más ambicioso encuadrado dentro del proyecto de investi-

gación Regia Sedes Toletana cofinanciado por la Diputación de Toledo y la Real Fundación de Toledo del
cual se han editado ya dos volúmenes y un tercero se encuentra en fase de publicación: J. C S-
, R. B C, J. M  P, F. V F, Regia Sedes Toletana. La topogra-
fía de la ciudad de Toledo en la Antigüedad Tardía y Alta Edad Media, 1, Toledo 2007; R. B C-
, J. M  P, Regia Sedes Toletana. El Toledo visigodo a través de su escultura monumental, 2,
Toledo 2007; J. C S, R. B C, J. M  P, Regia Sedes Toletana. El
territorio, 3, Toledo 2010 (e.p.).
En orden a dar a conocer diversos aspectos del mismo se han presentado además varias ponencias en
distintos congresos y simposia: R. B C, J. C S, J. M  P, Toledo
visigodo y su memoria a través de los restos escultóricos, en T. G. S, F. V (ed.), Spolien im
Umkreis der Mach/Spolia en el entorno del poder, Mainz am Rheim 2009, pp. 171-197; R. B C-
, J. C S, J. M  P, La articulación del territorio toledano entre la Antigüedad
tardía y la Alta Edad Media (ss. IV al VIII d.C.), en Visigodos y Omeyas V. El territorio (IAM. Mérida, 17 a
19 de dic. de 2008), Mérida (e.p.); R. B C, J. C S, J. M  P, Ar-
quitectura de poder en el territorio toledano en la Antigüedad tardía y época visigoda. Los palacios de Toledo
como referente en la edilicia medieval, en La ciudad medieval. De la casa principal al palacio urbano (Toledo,
16 al 18 de septiembre), Toledo (e.p.); R. B C, J. C S, J. M  P,
El mundo funerario entre la Antigüedad tardía y la época visigoda en el territorio de la Sedes Regia toletana,
en La muerte en el tiempo. Arqueología del hecho funerario en la provincia de Toledo (26 a 29 de Noviem-
bre de 2008, Talavera de la Reina), Toledo (e.p.); R. B C, J. C S, J. M
 P, Regia sedes Toletana: Stadt und territorium, en Im Schnittpunkt der Kulturem. Architektur und
ihre Ausstattung auf der Iberischen Halbinsel im 6. - 10./11. Jahrhundert (Heidelberg, 29. Oktober - 1. Novem-
ber 2009). Heidelberg (e.p.).
2
I. V, G. R, Toletum, la construcción de una urbs regia, en G. R, J. M. G (ed.)
Sedes Regiae (ann. 400-800), Barcelona 2000, pp. 521-578.
3
Dat. sub die VIII kalendas Decembrias anno XV. regni domni nostri gloriossimi Theudi regis Toleto. Lex
Theudi (COD. Theod. 4, 16), en Monumenta Germaniae Historica, Leges Nat. Germ. Suppl. 467-469.
1452 .   – .   – .   

como podían ser Mérida, Barcelona o incluso Narbona. Es posible, sin embargo, que
uno de los motivos que explican esta elección fue la posición estratégica de la ciudad
de cara al dominio de la península ibérica (fig. 1). En efecto, su situación justo en el
centro mismo del poder visigodo, desplazado hacia la península (con un apéndice ex-
céntrico en la Galia Gothica) después de la derrota de Vouillée en 507, le proporcio-
naba un valor inestimable desde el punto de vista militar. De hecho, la privilegiada si-
tuación de la ciudad como cruce de las vías que recorren la península NE-SO, por el
corredor del Henares y Jalón, y E-O, a través del valle del Tajo, era un factor que ha-
bía marcado su historia desde tiempos prerromanos. Un elemento nuevo que vino a
añadirse a esta privilegiada situación geográfica fue la enorme importancia que duran-
te el Bajo Imperio cobró la ciudad de Mérida como metrópoli de la diocesis Hispania-
rum. Esta relevancia de Augusta Emerita a partir del siglo IV d.C. potenció la vía de
comunicación entre la capital de la diócesis y las Galias, lo que indirectamente reper-
cutió en favor de Toledo.
Pero junto a estas razones de carácter práctico hay otras que pudieron desempeñar
un papel no menos significativo. Mérida contaba con un importante obispado que ha-
bía recogido la herencia de la antigua administración imperial y que podía ensombre-
cer el poder político de los reyes visigodos. Por otra parte, Narbona y Barcelona, anti-
guas sedes regiae godas, tenían en su contra la cercana amenaza de los francos y el re-
cuerdo cercano aún de la dinastía de los Baltos, factor éste que sin duda incomodaba
al advenedizo monarca ostrogodo. Desde esta óptica, la promoción de Toledo frente a
la capital narbonense inauguraba una nueva etapa en la historia de Hispania en la que
se hace ostensible la ruptura de los lazos que aún mantenían viva la ficción imperial
tal como había intentado Amalarico. Si Teudis no consiguió al fin su objetivo se debió
tan solo a que la situación política no estaba aún suficientemente madura, circunstan-
cia que sólo cambiará con la llegada de Leovigildo al solio regio.
En los aspectos positivos, Toledo tenía en su haber ser una ciudad romana de me-
diano tamaño que sin embargo mantenía en pie todavía importantes infraestructuras
urbanas y viarias (fig. 2), y que había demostrado tener también unos cuadros admi-
nistrativos y un obispado competentes. Además, Toledo había superado la crisis del si-
glo V d.C. en mejores condiciones que otros municipios peninsulares. Ya en el año 400
la ciudad había sido escenario de un sínodo de enorme importancia para la Iglesia his-
pana, en el que se trató la condena de las tesis priscilianistas. En un paso más hacia
su condición de gran sede episcopal, otro concilio celebrado en 531, probablemente re-
unido a instancias del propio Teudis, otorgó a la cátedra toledana el título de sede me-
tropolitana de las tierras del interior de la Cartaginense, hecho que vendría a marcar la
posterior evolución política y religiosa de la ciudad y de todo el reino.
Tras un breve interludio durante el cual los asuntos béticos monopolizaron la ac-
ción política de los reyes godos – intermedio que finalizará con los asesinatos de Teu-
dis y Teudiselo, la guerra civil entre Agila y Atanagildo y la invasión imperial de una
parte del levante peninsular –, Toledo volverá a recuperar la dignidad de sede regia
con la llegada al trono de Atanagildo y, sobre todo, de los hermanos Liuva y Leovigil-
do. En principio, la ciudad comparte su renovado status con Narbona, posiblemente a
causa de la amenaza franca, pero, desde la muerte de Liuva y la entronización de Leo-
vigildo como monarca único, el proceso de promoción de la ciudad del Tajo a regia
sedes será imparable.
Empeñado en llevar hasta sus últimas consecuencias la política de imperialización
esbozada por Teudis, Leovigildo se embarcó en una serie de campañas militares encami-
nadas a someter la antigua provincia de Hispania al yugo de los godos. El rey se despla-
       1453

za lógicamente en razón de sus intereses militares, pero la idea de una corte estable en
Toledo está ya asentada en las elites intelectuales del reino, lo que explica, como acer-
tadamente señalan I. Velázquez y G. Ripoll, expresiones como et uictor solio reddit uti-
lizadas por Juan de Biclara al reseñar la conclusión de cada una de las campañas efec-
tuadas por el monarca. La idea que guiaba al belicoso rey godo era sin duda la asimi-
lación de la antigua provincia romana de Hispania con el regnum Gothorum, un obje-
tivo que pudo ver alcanzado después de someter uno a uno a los pueblos que se man-
tenían fuera del control del nuevo Estado (cántabros, ruccones, vascones, rústicos de
la Oróspeda, etc.) y que llevaría a su término finalmente con la anexión del reino de
los suevos y la fundación de una ciudad palatina en la Celtiberia. Para certificar y le-
gitimar la culminación de esta política imperialista, el Biclarense refiere que el monar-
ca llevó al reino ad pristinos reuocat terminos. San Isidoro (Isid., Goth 51) incide de al-
guna forma en el mismo asunto al recordar la decisión de Leovigildo de apropiarse de
las regalia imperiales (el trono, la diadema y el paludamentum) y su contribución a la
reforma del viejo código legal euriciano. La numismática del periodo manifiesta tam-
bién ese carácter soberano adoptado por el monarca visigodo, quien acuñó moneda a
su nombre al margen del emperador. Como su antecesor Atanagildo, Leovigildo falle-
ció de muerte natural en la ciudad que a partir de entonces actuaría como indiscutible
regia sedes visigoda. Un hecho que veremos repetir en adelante para la mayoría de los
monarcas que le sucedieron en el trono.

T   T 

Hacia el último tercio del siglo VI Toletum se había constituido en corte estable
de la monarquía goda. Después de la conversión al catolicismo de Recaredo y el pueblo
de los godos en el año 589, los diferentes reyes intentaron emular en Toledo a la capi-
tal imperial embelleciendo la ciudad con la restauración y construcción de nuevas edi-
ficaciones de prestigio, las cuales, si bien no tenemos constancia arqueológica expre-
sa hasta el momento, están atestiguadas por la epigrafía o las fuentes literarias (recon-
sagración in catolico de la iglesia de Santa María por Recaredo, remodelación del área
suburbana de la ciudad aprovechando las antiguas infraestructuras romanas, restaura-
ción de las murallas efectuada por Wamba, etc.).
A partir del III Concilio la promoción de la ciudad áulica y, con ella, de su sede
episcopal irá en un continuo crescendo: asiento del pretorio y del Aula Regia, escenario
habitual de los concilios nacionales, sede metropolitana de la Cartaginense con Gunde-
maro (a. 610) y de una curia de prelados circunvecinos al estilo de los sínodos ende-
mousa bizantinos (VII Conc. Tol. a. 646 c. 6), etc. Medidas todas que alcanzarán su
punto culminante con la concesión del privilegio de elección de obispos que otorgaba
de facto la primacía sobre todas las sedes hispanas a la cátedra toledana (XII Conc.
Tol. a. 681 c. 6)4.
Pero, a pesar de que el número de intervenciones arqueológicas se ha multiplicado
en la ciudad y su entorno, el conocimiento de la Toledo visigoda continúa siendo una
de las grandes incógnitas de la arqueología española. La continuidad de la vida urbana

4
J. F. R R, Encumbramiento de la sede toledana durante la dominación visigótica, en Hispa-
nia Sacra 8 (1955), pp. 3-34. Vid. también F. G O, Consolatio (Concilio Toledano VII), en Voces
5 (1994), pp. 61-64.
1454 .   – .   – .   

prácticamente de forma ininterrumpida durante siglos en el primitivo recinto de la ciu-


dad ha sido sin duda la principal causa de ese desconocimiento del Toledo de época
visigoda. Tan sólo el área de las vegas ribereñas, y especialmente el entorno de la Vega
Baja, donde en los últimos años se viene realizando una intensa actividad arqueológica,
se ha visto al margen de este proceso de superposición de estructuras urbanas.
No obstante las deficiencias de nuestro conocimiento de la arqueología de la ciu-
dad, hace ya algunas décadas que P. de Palol sugirió algunas de las pautas presumibles
del trazado urbano del Toledo visigodo que, en términos generales, han sido admitidas
por todos los investigadores. Según la hipótesis del arqueólogo catalán, Toletum contaría
con tres grandes centros de prestigio que estructurarían el urbanismo de la ciudad: un
núcleo catedralicio compuesto por la iglesia catedral de Santa María y el templo bautis-
mal anexo, posiblemente situado donde la actual fábrica de la Dives toletana; un con-
junto pretoriense suburbano, compuesto por el palacio de los reyes visigodos y la basí-
lica de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, y, por último, una basílica martirial, vincu-
lada también con el entorno suburbano y pretoriense, dedicada a la uirgo et confessor
Leocadia. Los tres templos citados tienen en común el haber sido escenario de diferen-
tes reuniones conciliares en las que se trataban los asuntos eclesiásticos y las cuestio-
nes políticas que atañían al reino. Este esquema sería también el que refleja la ilustra-
ción del folio 142r del Codex Vigilanus (ms. Esc. D.I.2), fechada hacia 974-976, como
ha demostrado con gran acierto la doctora Velázquez Soriano siguiendo una idea de R.
E. Reynolds. Con esta hipótesis de partida y algunos otros datos aislados, así como a
través de la dispersión de los hallazgos de escultura monumental, hemos intentado es-
bozar un plano aproximado de lo que fue la urbe regia visigoda (fig. 3)5.

E  

De la antigua catedral visigoda tan sólo sabemos con certeza que estaba dedicada
a Santa María Virgen y que se encontraba dentro de la ciudad (in urbe) en contraposi-
ción a las basílicas pretorienses de los Santos Apóstoles y de Santa Leocadia que se ci-
tan siempre extramuros (apud urbem; in praetorio). Es opinión unánime que la antigua
catedral visigoda se hallaba bajo la fábrica de la catedral gótica, en el lugar que antes
ocupara la mezquita mayor de Toledo. Esta opinión es coherente con lo que sabemos
de la evolución urbana de la ciudad y se encuentra apoyada también por testimonios
literarios tardíos y una prospección efectuada en la década de los 80.
De igual modo, pocas dudas parece despertar hoy día el hecho de que una inscrip-
ción descubierta en la iglesia de San Juan de la Penitencia y trasladada al claustro de

5 R. P T, Iglesias hispánicas (siglos IV al VIII). Testimonios literarios, Madrid 1975, pp. 29-

36; J. J. S  G  A, Las iglesias visigodas de Toledo, en I Congreso de Arqueología de
la provincia de Toledo, Toledo 1990, pp. 563-570; P.  P  S, Resultados de las excavaciones
junto al Cristo de la Vega, supuesta basílica conciliar de Santa Leocadia, de Toledo. Algunas notas de topo-
grafía religiosa de la ciudad, en El Concilio III de Toledo. XIV Centenario (589-1989), Toledo 1991, pp. 787-
801; V, R (op. cit. nota 2); C. M, La Géographie du pouvoir dans l’Espagne visigothi-
que, Lille 2003; R. E. R, The ciuitas regia toletana before the Reconquista: A mozarabic vision in the
codices vigilanus and aemilianensis. Estudios sobre Alfonso VI y la reconquista de Toledo. II Congreso Inter-
nacional de Estudios Mozárabes, Toledo, 20-26 de mayo de 1985, Toledo 1989, pp. 153-184; I. V,
Toletum: Vrbs regia y sedes metropolitana de la Hispania visigoda. Folio 142r del Codex Vigilanus o Albel-
densis (Esc. D.I.2), en I. V, M. S, En la pizarra. Los últimos hispanorromanos de la Mese-
ta, Burgos 2005, pp. 218-220.
       1455

la catedral en 1594 se refiera a esta iglesia catedral (fig. 4). En la misma se hace men-
ción a la consagración in catolico de la iglesia de Santa María (In nomine Dni conse-
crata eclesia Scte Marie in catolico die primo idus Aprilis anno feliciter primo regni Dni.
Nostri Gloriosissimi Fl. Reccaredi Regis Era DCXXV
DCXXV). El epígrafe se ha puesto en rela-
ción con la necesidad de reconsagrar bajo rito católico la iglesia catedral, probablemen-
te usurpada (como el nombre mismo) a los católicos después del concilio reunido por
Leovigildo en 580. A. M. Martínez Tejera ha demostrado que esta reconsagración hubo
de producirse el domingo 13 de abril de 587, considerado el primer día de una nueva
era inaugurada con la conversión de Recaredo. No parece ser una mera casualidad que
esta fecha coincida con el dies natalis de Hermenegildo, hermano del rey y mártir de
la fe católica, siendo así un póstumo homenaje al joven príncipe sin citarlo de manera
explícita, dada la complicada situación política creada a raíz de su rebelión6.
La distribución del material toledano pone de manifiesto que el entorno de la ca-
tedral constituye, junto a la puerta de Alcántara y la Vega Baja, uno de los principales
focos de hallazgos de material hispanogodo. Aparte de la inscripción consecratoria ci-
tada, se halló, en el mismo palacio episcopal, un tenante de altar decorado con gran-
des cruces patadas y disco central. También las numerosas piezas empotradas en el ca-
llejón de San Ginés y los hallazgos en torno a las iglesias de San Román y El Salvador
pueden ponerse en relación con este gran conjunto episcopal que presidía la ciuitas de
época visigoda. La temática de este conjunto del entorno catedralicio muestra el influ-
jo de lo levantino o al menos una relación muy estrecha con él, abundando los clásicos
motivos de juegos de compás formando tetrafolias7. Dentro del material cabe destacar
la aparición de cuatro veneras empotradas en el callejón de San Ginés y en el convento
de Santa Isabel. Es un tipo de venera diferente al que se encuentra documentado en el
entorno de la puerta de Alcántara, con un estilo más clasicista y charnela bien marca-
da vuelta hacia los gallones. Sin embargo, significativamente aquí no encontramos frisos
de estrellas de cuadros imbricados ni tondos gallonados que veremos aparecer allí. La
proliferación de veneras, que recuerda la iconografía dominante en el palacio de Plá de
Nadal, estaría relacionada sin duda con la existencia de un edificio de prestigio como
era la antigua sede catedral y el presumible palacio episcopal anexo a ella (fig. 5). Por
otra parte, un relieve decorado con un gran crismón con letras apocalípticas invertidas
– motivo muy vinculado al tema del bautismo – y otros elementos constructivos de cro-
nología visigoda documentados en las excavaciones dirigidas por Fernando Valdés en
el cercano convento de San Pedro Mártir (fig. 6), podrían ser vestigios del templo bau-
tismal sugerido por Palol como complemento a la sede catedralicia8.

6 J. V, ICERV. Inscripciones cristianas de la España romana y visigoda, Barcelona 1969, suppl. 302.

Vid. A. M. M T, Dedicaciones, consagraciones y monumenta consecrationes (ss. VI-XII): testi-
monios epigráficos altomedievales en los antiguos reinos de Asturias y León, en Brigecio 6 (1996), pp. 83-85;
R. B C, J. M  P, Imagen soberana y unción regia en el reino visigodo de Toledo,
en Codex Aquilarensis 20 (2004), pp. 45-46. Un examen de las distintas lecturas en I. V S,
El acto epigráfico en la Hispania visigoda. (Del rey abajo, todos), en Hispania Gothorum. San Ildefonso y el
reino visigodo de Toledo, Toledo 2007, pp. 97-98.
7
H. S, Esculturas visigodas de Segóbriga (Cabeza de Griego), en ArchEspA 18 (1945), pp. 305-
319; R. S S, La arqueología cristiana en la ciudad de Valencia: de la leyenda a la realidad, en
Quaderns de difusió Arqueòlogica 1 (1992).
8
R. B C, J. M  P, Materiales visigodos de la excavación de San Pedro Mártir
(Toledo), en CuPAUAM 22 (1995), pp. 199-223.
1456 .   – .   – .   

E      

La iglesia de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo aparece en las fuentes literarias
íntimamente vinculada al pretorio y a la monarquía. Como tal, la basílica de los Santos
Apóstoles era escenario de la ceremonia de bendición del ejército antes de una campa-
ña militar y de la ordinatio principis de los reyes visigodos, dos actos que venían a po-
ner de manifiesto el carácter consagrado de la institución monárquica goda. Esta basí-
lica fue, además, sede de un breve obispado palatino creado por Wamba (672-680). Es
importante subrayar la sorprendente decisión del monarca de crear un nuevo obispado
en la ciudad (medida que va en contra de las disposiciones eclesiásticas y que como tal
sería derogada en el XII Concilio celebrado en 681), porque certifica la situación de du-
plicidad – con una sede catedralicia y otra palatina – que vive la urbe por esta época.
Hay dos aspectos más de esta iglesia pretoriense que nos parece interesante seña-
lar. Teniendo en cuenta el ascendiente que Constantinopla siempre tuvo sobre la corte
visigoda, resulta significativo que esta iglesia no actuara como panteón regio a imitación
de la basílica constantinopolitana de los Santos Apóstoles. El ejemplo de la basílica fun-
dada por Constantino fue seguido después por algún rey bárbaro como el franco Clo-
doveo en París9, pero no hay constancia expresa de que esto fuera así en el caso tole-
dano. Por el contrario, se sabe que la basílica de Santa Leocadia, que actuó como pan-
teón episcopal, sirvió también, según fuentes tardías, como mausoleo de los reyes go-
dos. Asimismo, hay que subrayar también que, mientras la basílica constantiniana de los
Santos Apóstoles estaba dedicada al colegio apostólico con el propio emperador como
isapostolos, la basílica toledana estaba tan sólo bajo la advocación de los Santos Pedro
y Pablo, patronos de la sede del imperio occidental y de las gentes (entre las cuales se
contaba la gens Gothorum), lo que sólo puede entenderse como una manifestación de
independencia política del reino godo ante Constantinopla10.
En cuanto a los elementos de escultura monumental, destaca la concentración en el
área de la puerta/puente de Alcántara-alcázar una serie de relieves decorados con discos
o medallones que encierran un motivo gallonado. Creemos que este tipo de decoración
habría que ponerla en relación con el emplazamiento en la zona de un magno conjunto
civil que sólo cabría identificar con el antiguo palatium godo. Estos motivos gallonados
son extraños dentro del arte hispanogodo, aunque de algún modo recuerda al tema de
las veneras tan caras a la iconografía del momento en edificaciones de prestigio como
el palacio de Plá de Nadal. En el mismo sentido hablaría el descubrimiento de impor-
tantes ejemplares de escultura decorativa en la zona como los frisos con cruces inscri-
tas en en estrellas de rombos alternados con discos gallonados. De esta zona también
procede un magnífico tenante de altar decorado con cruz gemada11 y en el Hospital de
Santa Cruz se descubrió una imposta que presenta idéntica decoración de tipo áulico
que hemos señalado en las piezas del entorno de la puerta de Alcántara (cruces inscritas
en estrellas y gallones), así como un fragmento de placa-nicho avenerada de extraordi-

9 Greg. Tur., Franc 2, 43: De obitu Chlodovechi. His ita transactis, apud Parisius obiit, sepultusque in ba-

silica sanctorum apostolorum, quam cum Chrodechilde regina ipse construxerat. B. W-P, Constan-
tinople, Imperial capital (Fifth and Sixth Centuries), en G. R, J. Mª. G, Sedes Regiae (ann. 400-800),
Barcelona 2000, p. 75.
10
M (op. cit. nota 5), pp. 234-236.
11
M. R, Museo de los Concilios de Toledo y de la Cultura Visigoda (Guía de los Museos de
España 37), Madrid 1973, nº 77; J. S  G, Las artes decorativas visigodas en Toledo, Madrid
1983, p. 107.
       1457

naria factura, pieza que sin duda presidía la decoración de un importante templo, muy
posiblemente el mismo al que pertenecería el altar antes mencionado12.
Otros hallazgos dispersos sugieren asimismo la localización en esta zona de una
importante construcción religiosa: un cancel con la imagen simbólica de San Lucas ha-
llado en el Paseo del Miradero – que evidentemente formaba parte de una serie de cua-
tro canceles del Tetramorfos –, un grupo de fragmentos de canceles con arcos imbrica-
dos y trifolias de clara inspiración emeritense, otra placa-nicho de estilo clasicista deco-
rada con la imagen de un templete, etc. A este numeroso grupo hay que añadir además
un conjunto de ocho capiteles visigodos reutilizados en el patio del Hospital de Santa
Cruz. Todas ellas son piezas de indiscutible calidad y permiten intuir su procedencia
de un conjunto arquitectónico de prestigio y que, en nuestra opinión, sólo cabe iden-
tificar con el antiguo pretorio visigodo y su templo palatino anexo.
La basílica de Santa Leocadia es el tercero de los templos conciliares toledanos. Se
supone que el templo se levantaba sobre una antigua memoria dedicada a la santa, que
una tradición posterior hace mártir durante la persecución de Daciano pero a quien las
fuentes designan en principio simplemente como uirgo et confessor. Es indudable que el
prestigio logrado por esta santa es directamente proporcional a la elevación de la sede
toledana en el conjunto de la Iglesia hispana, sobre todo después de la tentativa fallida
de Leovigildo por atraer hacia la sede regia las reliquias de Santa Eulalia y otros santos
de gran relevancia en la cristiandad occidental. En tiempos del obispo Cixila (745-754)
los restos de la santa se hallaban todavía en la basílica, pero poco después, durante el
emirato de Abderramán I (756-788), sus reliquias fueron trasladadas a Oviedo13.
Se sabe, por diversas fuentes literarias, que en época visigoda la basílica de Santa
Leocadia fue utilizada como panteón episcopal, y en ella fueron enterrados los obispos
Eugenio, su sucesor Ildefonso y San Julián. Otras crónicas tardías, pero con cierta ve-
rosimilitud, suponen que en esta basílica recibieron sepultura varios monarcas visigo-
dos. En cualquier caso, lo único cierto es que el área suburbana donde se supone que
se hallaba enclavada esta basílica martirial fue durante siglos un área cementerial, re-
montándose su uso al Bajo Imperio y manteniéndose como tal en pleno siglo VII e in-
cluso después de esa centuria. La amplitud de este área cementerial coincide con el ca-
rácter martirial otorgado a la basílica de Santa Leocadia, pero sin duda supone un obs-
táculo para emplazar aquí un área palatina.
En cuanto a la situación de esta basílica martirial, las actas del VI sínodo toleda-
no apuntan que los padres conciliares se reunieron in praetorio Toletano in eclesiam
sanctae Leocadiae martyris. La tradición, por su parte, siempre ha ubicado este templo
bajo la fábrica de la iglesia del Cristo de la Vega, cerca de la cual se descubrieron los
fragmentos del famoso Credo epigráfico (figg. 7 y 8) y un fragmento decorado con un

12 MANCA LA NOTA 12!


13 J. F. R R, Cixila, arzobispo de Toledo (745-754), en Boletín de la Real Academia de Bellas Ar-

tes y Ciencias Históricas de Toledo 64-65 (1950), pp. 77-80; M. J A, El primer credo epigráfico
visigodo y otros restos coetáneos descubiertos en Toledo, en Archivo Español de Arte 30, 120 (1957), pp. 295-
323; Á. F M, Un Crismón ravenático en Toledo, en Boletín de la Real Academia de Bellas Artes y
Ciencias Históricas de Toledo 66 (1982), pp. 291-298; P.  P  S, Resultados de las excavaciones
junto al Cristo de la Vega, supuesta basílica conciliar de Santa Leocadia, de Toledo. Algunas notas de topogra-
fía religiosa de la ciudad, en El Concilio III de Toledo. XIV Centenario (589-1989), Toledo 1991, pp. 787-801.
Es posible que el fracaso en conseguir la túnica de Santa Eulalia de Mérida inspirara la posterior leyenda de
la milagrosa entrega de la casulla a San Ildefonso.
1458 .   – .   – .   

crismón gemado (fig. 9). Diversas actuaciones llevadas a cabo por Palol parecen confir-
mar este extremo, si bien es posible que la antigua basílica no estuviera bajo la actual
fábrica del Cristo de la Vega como siempre ha defendido la tradición, que quizá co-
rresponda al monasterio homónimo, sino en el edificio monumental excavado por Pa-
lol junto al circo, de forma que éste le proporcionara un aspecto monumental acorde
con carácter de fundación regia14.
El problema entonces es conciliar el apelativo “pretoriense” empleado por las ac-
tas del sínodo toledano para referirse a la basílica martirial con su situación extramu-
ros de la ciudad. ¿Significa, como algunos autores defienden siguiendo modelos del Bi-
zancio contemporáneo, que en la Vega Baja se construyó un área palatina que englo-
baba las iglesias de Santa Leocadia y los Santos Apóstoles y el propio palacio real?15 Es
posible, pero creemos que una explicación más plausible es considerar que dicho ape-
lativo fuera empleado porque se trataba de una fundación regia pensada como pan-
teón de reyes16. En tal caso, la basílica de los Santos Pedro y Pablo quedaría emplaza-
da en el área palatina construida en la parte alta de la ciudad, sobre el antiguo pre-
torio romano, donde se ubica el Hospital de Santa Cruz, un área que en todo tiempo
ha mantenido una singular vinculación con la corte y cuyo dominio del puente sobre
el Tajo lo convertía en un escenario especialmente significativo desde el punto de vis-
ta castrense y de aparato17.
Dos ilustraciones mozárabes de la ciudad de Toledo parecen apoyar esta interpre-
tación. La primera de ella se encuentra en el folio 142r del Codex Vigilanus (fig. 10),
códice realizado entre 974-976 en el monasterio riojano de Albelda y actualmente con-
servado en el monasterio de El Escorial (ms. Esc. D.I.2). Una página del Códice de los
Concilios del monasterio de San Millán del año 992 (folio 129v), actualmente custo-
diado en la biblioteca escurialense, reproduce un esquema similar basado, según R. E.
Reynolds, en un original visigodo que representaba el orden de celebración del XI Con-
cilio toledano. Según ambas ilustraciones, la iglesia catedral (ecclesia Sancta Marie uir-

14 L. J. B M, En busca de las iglesias toledanas de época visigoda, en Hispania Go-

thorum. San Ildefonso y el reino visigodo de Toledo, Toledo 2007, p. 203 n. 30.
15 E. E, Résidence et capitale pendant le Haut Moyen Age, en Revue Historique 230 (1963), pp. 25-72;

L. A. G M, La cristianización de la topografía de las ciudades de la Península Ibérica durante la


antigüedad tardía, en ArchEspA 50-51 (1977-1978), p. 320; I., Historia de España visigoda, Madrid 1989,
p. 257; P.  P  S, Resultados de las excavaciones junto al Cristo de la Vega, supuesta basílica
conciliar de Santa Leocadia, de Toledo. Algunas notas de topografía religiosa de la ciudad, en El Concilio III
de Toledo. XIV Centenario (589-1989), Toledo 1991, pp. 797-798; V, R (op. cit. nota 2), pp.
558-563; R. T C, Los símbolos del poder: el ceremonial regio de Bizancio a Toledo, en M. C
A (ed.), Toledo y Bizancio, Cuenca 2002, pp. 113-122; G. V, R. T, El conjunto arquitec-
tónico palacio-circo-iglesia palatina de las capitales imperiales tardo-antiguas y la topografía suburbana de la
Toledo visigótica: una hipótesis de interpretación, en XV Congreso Internacional de Arqueología Cristiana.
Episcopus, ciuitas, territorium, Toledo, del 8 al 12 de septiembre de 2008 (e.p.); L. O E, Nuevos
paisajes urbanos y consolidación del estado en época visigoda, en Hispania Gothorum. San Ildefonso y el reino
visigodo de Toledo, Toledo 2007, pp. 161-180; I., Recópolis y la ciudad en época visigoda, en Zona Arqueo-
lógica 9 (2008), pp. 49-50.
16
Quizá primero como panteón regio y posteriormente usurpado por el episcopado, de ahí su sustitu-
ción como basílica conciliar por las otras dos iglesias principales.
17
B M (op. cit. nota 14), pp. 197-214. El Hospital de Santa Cruz se alza sobre el an-
tiguo monasterio cluniacense de San Pedro de las Dueñas, que a su vez se levantaba sobre la iglesia de Santa
María del Alficén, iglesia que permaneció siempre en manos cristianas y actuó como iglesia catedral de la
comunidad mozárabe: F. F, El monasterio toledano de San Servando en la segunda mitad del siglo XI. Es-
tudio crítico, en BAcHist 49 (1906), pp. 280-500.
       1459

ginis) debió estar ubicada en el interior de la ciudad, en estrecha relación con la puer-
ta de la ciudad (ianua urbis), en paralelismo con el que los ilustradores establecen en-
tre la puerta de la muralla (ianua muri) y la basílica pretoriense de los Santos Pedro y
Pablo18. De ambas ilustraciones parece deducirse que el área palatina se hallaba ence-
rrada en un recinto amurallado distinto del que rodeaba a la ciudad – de ahí la duali-
dad ianua urbis/muri –, un cinturón amurallado al que quizá haga referencia la noti-
cia de la crónica mozárabe de 754 según la cual Wamba emprendió una remodelación
de la muralla de la urbs regia y que explicaría el apelativo al-hizam empleado por las
fuentes árabes para la alcazaba toledana que no sería sino la traducción literal del tér-
mino (murus) con el que era conocida en época visigoda19. Este recinto amurallado ser-
viría también para explicar de forma satisfactoria el empleo de basílica suburbial que las
fuentes conciliares aplican al conjunto palatino, definiéndolo como un ente al margen
del resto de la ciudad. Una dualidad que en líneas generales tendría su corresponden-
cia con la división madina/alcazaba del Toledo musulmán y que se correspondería con
el modelo que presenta la fundación regia de Recópolis, donde el conjunto de edifica-
ciones de prestigio forma una especie de ciudadela separada del resto de la ciudad.
La relación estilística del material encontrado en la Vega Baja con el que se docu-
menta en las fundaciones monásticas del territorio toledano (Arisgotas, Los Hitos, Mata
y Guarrazar) podría hablarnos de una creciente importancia del elemento eclesiástico
dentro de este espacio suburbano que vendría a sustituir a las antiguas construcciones
de carácter civil20. Resulta muy significativo, de cara a fijar el emplazamiento del nú-
cleo pretoriense formado por el palatium y la basílica de los Ss. Apóstoles, que hasta la
fecha las intervenciones arqueológicas en este área no han encontrado un conjunto de
materiales que pueda parangonarse con el que hemos descrito para la zona del puente/
puerta de Alcántara-alcázar.

18 I. V S, Toletum: Vrbs Regia y Sedes Metropolitana de la Hispania visigoda. Folio 142r

del Codex Vigilanus o Albeldensis (Esc. D.I.2), en M. S, I. V (ed.), En la pizarra. Los últi-
mos hispanorromanos de la Meseta, Zamora 2005, pp. 218 ss. Recogido también en V, R (op.
cit. nota 2), pp. 560 ss.
19 Huius temporibus in era DCCXII… Uuamba Gothis prefectus regnat annis VIII. Qui iam in supra fatam

eram anni tertii sceptra regia meditans ciuitatem Toleti mire et eleganti labore renobat, quem et opere sculpto-
rio uersiuicando pertitulans hoc in portarum epigrammata stilo ferreo in nitida lucidaque marmora patrat:
Erexit factore Deo rex inclitus urbem
Uuamba sue celebrem protendens gentis honorem
In memorii quoque martirum, quas super easdem portarum turriculas titulauit, hec similiter exarauit:
Uos, sancti domini, quorum hic praesentia fulget,
Hanc urbem et plebem solito saluate fabore
(E. L P (ed.), Crónica mozárabe de 754. Edición crítica y traducción (Textos medievales 58), Za-
ragoza 1980, pp. 52-55; J. G, en Cuerpo de escritores o escritos mozárabes 1, pp. 26-27; E. H, IHC.
Inscriptiones Hispaniae Christianae, Berlin 1871, nº 73* y suppl. nº 391; V (op. cit. nota 6), nº 361).
20
Para las fundaciones del entorno toledano: L. J. B M, Algunos problemas de la es-
cultura visigoda toledana, en Anejos de ArchEspA 41 (2006), pp. 275-299. El propio Credo epigráfico, a me-
nudo puesto en relación con las celebraciones conciliares, parece vinculado más bien con el rito del bautis-
mo: I. V S, El Credo de Santa Leocadia. Museo de los Concilios, Toledo, en En la pizarra.
Los últimos hispanorromanos de la Meseta, Burgos 2005, pp. 236-237.
1460 .   – .   – .   

L  

Es más que posible que estos tres núcleos eclesiásticos principales de la regia sedes
contaran con otros tantos monasterios asociados. Muy probablemente estos cenobios
principales se corresponderían con los monasterios de Santa Cruz, de San Miguel y San-
ta Leocadia citados en las actas del XI Concilio toledano celebrado en el año 675.
Es opinión generalizada que el primero de ellos debió estar situado bajo la iglesia
del Cristo de la Luz, en cualquier caso cerca de la sede catedralicia21, puesto que apare-
ce citado en relación con la ceremonia de traslación de la reliquia de la Vera Cruz a la
catedral durante la festividad del Viernes de Pasión. Para el monasterio de Santa Leoca-
dia hay que suponer su proximidad con la basílica del mismo nombre, en la Vega Baja,
quizá cerca de donde se sitúa la ermita del Cristo de la Vega, si contamos con que la
basílica de Santa Leocadia es realmente el gran edificio excavado por Palol.
Caso distinto es el monasterio de San Miguel y su probable relación con la iglesia
palatina de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo. Nuestra hipótesis se basa aquí en me-
ras conjeturas, pero que nos parecen harto significativas. En primer lugar, debe mencio-
narse la posición de preeminencia de la que parece gozar el abad de San Miguel sobre
el resto de los abades firmantes en la suscripción de las actas del XI Concilio. Ya en su
día García Rodríguez argumentó con buenas razones que el himno Hierusalem gloriosa
– himno de la séptima centuria compuesto en honor de los santos Adrián y Natalia que
finaliza con una invocación al arcángel – fuera escrito para este monasterio toledano22.
Teniendo en cuenta que durante la Edad Media la Iglesia consideró a San Adrián pa-
trono de la milicia sólo por debajo de San Jorge, cabe preguntarse si no sería este ce-
nobio de San Miguel el correspondiente complemento monástico a la iglesia pretorien-
se de los Santos Apóstoles. Nada más apropiado, a nuestro juicio, que la iglesia vin-
culada al ejército contara como complemento con un monasterio dedicado al arcángel
protector de la Iglesia y caudillo de la hueste celestial. Además, habría que advertir el
paralelismo con el Oviedo de Alfonso II, donde se reproduciría a menor escala un es-
quema palatino semejante al que se observa en Toledo ((palatium, cripta de Santa Leo-
cadia y oratorio dedicado a San Miguel) en correspondencia con una lectura literal de
la afirmación del Albeldense de que este monarca omnemque Gotorum ordinem, sicuti
Toleto fuerat, tam in eclesia quam palatio in Ouetao cuncta statuit23.
Junto a estos tres monasterios habría que citar el influyente monasterio agaliense,
importante centro cultural de la época y semillero de prelados toledanos, cuya ubica-
ción es probable haya que fijarla en la vía que conduce hacia las Galias si es cierta la
propuesta que hace derivar este nombre del topónimo ad galiense iter. Es posible que
esta ubicación se encuentre directamente relacionada con dos hechos: por un lado, la

21 P T (op. cit. nota 35), p. 31. Según comunicación personal del profesor F. Valdés (a quien

agradecemos el dato) en las últimas campañas arqueológicas realizadas en el entorno del Cristo de la Luz se
ha documentado en efecto la existencia de lo que parece un templo cristiano bajo la mezquita de bab al-Mar-
dum, sin relación constructiva con ella y con unas proporciones aparentemente modestas.
22
Clarus ille hic conuscans – Michel archangelus, / ut potens deus patrandis – eminens uirtutibus, / det
locum nouum uigoris – det fauorem muneris. / Huius ergo imprecatu – uel tuorum martyrum. Festo nobis hanc
medelam – qua reatum diluas… C. G R, El culto de los santos en la España romana y visi-
goda, Madrid 1966, pp. 135-136. Ha de advertirse, además, que en el monasterio de San Miguel de Escalada
(a. 914), fundación de monjes mozárabes bajo patrocinio regio erigida sobre una antigua iglesia visigoda de-
dicada al arcángel, se custodiaban también unas reliquias de san Adrián: I., ibid., p. 136.
23
Chron. Albeldense 15, 9.
       1461

cercanía al primitivo pretorio y, por otro, la vinculación del cenobio toledano con el
famoso monasterio Servitano, construido por el abad Donato no lejos de la fundación
regia de Recópolis (Zorita de los Canes, Guadalajara), en la vía que conduce de Toledo
a las Galias. La situación del monasterio agaliense podría emplazarse entonces grosso
modo con la famosa almunia Almansura o Huerta del Rey – llamada también palacios
de Galiana, por su situación junto a la vía galicana – hecha construir por el caudillo
taifa al-Mamún en la Vega Alta entre 1043 y 1075, frente al puente de Alcántara, para
cuya planta se ha supuesto precisamente un patrón bizantino24. La situación de esta al-
munia próxima a la vía galicana y en conexión con el puente que salva el Tajo y el nú-
cleo pretoriense, podría ser un argumento a favor de esta identificación.

24 Para el monasterio Servitano: R. B C, J. M  P, La ciudad de Arcávica y la

fundación del monasterio Servitano, en Hispania Sacra 48 (1996), pp. 149-196. Sobre la Huerta del Rey vid.
J. R R, Las almunias de la ciudad de Toledo desde época califal al periodo feudal, en II Congreso
de Arqueología de la provincia de Toledo, 2, Toledo 2001, pp. 203-226. Como sucede con todo lo que afec-
ta al urbanismo toledano de época visigoda, la situación del monasterio agaliense es discutida. Una última
aportación al tema en R. G R, Agali. Historia del monasterio de San Ildefonso, en Toletum 54
(2007) y El monasterio visigótico de Ágali (Toledo), en XV Congreso Internacional de Arqueología Cristiana,
Toledo, del 8 al 12 de septiembre de 2008.
1462 .   – .   – .   

Fig. 1 – Distribución de las divisiones eclesiásticas visigodas en la Península Ibérica).

Fig. 2 – Circo romano de Toledo a comienzos del siglo XIX.


       1463

Fig. 3 – Topografía de la Sedes Regia toletana con la situación del Pretorio, la iglesia
catedral y la basílica martirial.

Fig. 4 – Inscripción consecratoria de la


iglesia de Santa María procedente de
San Juan de la Penitencia, actualmen-
te en la catedral de Toledo. Fig. 5 – Catedral de Toledo.
1464

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Fig. 9 – Placa-nicho del Cri-
sto de la Vega, Toledo - fot.
D-DAI-MAD.

Fig. 6 – Nicho de San Pedro Már-


tir, Toledo.
.   – .   – .   

Figs. 7 y 8 – Credo epigráfico de Toledo. Fig. 10 – Detalle del Codex Vigilanus, Monasterio de El Escorial.

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