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Antecedentes Generales
En los últimos veinte años el término “durabilidad” se ha estado escuchando con
más frecuencia en la rama de la ingeniería civil. Países industrializados como los
EEUU y algunos en Europa (España, Francia, Gran Bretaña, etc.), al igual que
Japón, han tomado a la durabilidad como un tema de gran importancia,
invirtiendo sumas millonarias en estudios de investigación específicos.
Hace poco tiempo, aproximadamente una década, estos países han estado
intentando incluir en sus códigos de diseño recomendaciones básicas [1,2] para
obtener un mejor uso de los materiales y así poder fabricar estructuras más
durables. El principio fundamental de estas recomendaciones ha sido
proporcionar las bases para el diseño por durabilidad de estructuras bajo
condiciones ambientales diversas. Aunque innovadoras en su época, estas
recomendaciones no contemplan la determinación directa de la durabilidad, sino
proporcionan las reglas de ‘que se debe y no hacerse’ para obtener estructuras
durables a diversos agentes externos.
En Latinoamérica un esfuerzo similar se realizó en el año 1997 al presentarse el
reporte de la Red Temática DURAR [3], en el cual se presentaron algunos
conceptos básicos sobre evaluación, mantenimiento, reparación y/o
rehabilitación de obras de concreto armado dañadas principalmente por
corrosión de la armadura (barras de refuerzo).
No es hasta el año 1996 cuando en el reporte técnico 130-CSL de la RILEM [4],
“Durability Design of Concrete Structures,” se propuso una metodología más
completa sobre el tema de diseño por durabilidad. Este reporte ( único en su
Diseño de Estructuras de Concreto con Criterios de Durabilidad 2 género), se
enfocó principalmente a asociar, por un lado, el diseño estructural por carga
última y revisar las dimensiones diseñadas por durabilidad. Este reporte estipula
que: “Las estructuras deben de ser diseñadas de tal manera que su nivel mínimo
de confiabilidad se asegure durante la vida útil propuesta, a pesar de
degradaciones y envejecimiento de los materiales.” Una oración que al juicio del
presente autor podría definir exactamente al concepto de durabilidad.
Es de primordial importancia cambiar la mentalidad del ingeniero (en particular
del ingeniero civil) con relación al diseño de una estructura, o elemento
estructural: es necesario el diseño por cargas y por durabilidad conjuntamente
para generar estructuras con una relación de costo/beneficio rentable. Este
trabajo presenta la metodología para el diseño por durabilidad de estructuras de
concreto expuestas a un ambiente marino. Se pretende que este trabajo sirva
también para iniciar al ingeniero civil o estructurista en el ‘arte’ de selección de
un concreto (o propiedades de la mezcla del concreto) y obtener así un elemento
estructural cuya vida útil se maximize.
2. Planteamiento del Problema
4. Vida Útil
Conforme al CEB/FIP Model Code 1990, se entiende por Vida útil el periodo de
tiempo durante el cual la estructura es capaz de desempeñar las funciones para
las cuales fue proyectada, sin necesidad de intervenciones no previstas. La
tendencia actual es preocuparse por la durabilidad de las estructuras, pero ya no
solamente en forma cualitativa, sin establecer un lapso como referencia, sino
estableciendo desde el proyecto el mismo. A pesar de que esta preocupación es
una constante en el medio técnico desde los inicios de los años 90 del siglo XX,
la misma no se ha podido transformar en una metodología ampliamente
aceptada, con resultados cuantitativos predeterminados. Incluso en las
actualizaciones de las normativas de los países más avanzados, entre ellas la
NBR 6118 (2003), si bien ya son más abarcantes e incluyen tópicos antes
ausentes, como garantía de calidad y durabilidad de las estructuras, y afirman
que la estructura debe mantener la seguridad, estabilidad y aptitud en servicio
durante el período correspondiente a su vida útil, pero sin especificar cuál
debería ser esta vida útil. Lo mismo pasa con el ACI 201.2R (2001) que define
como hormigón durable aquel que posee la capacidad de resistir el
intemperismo, ataques químicos, desgaste por abrasión y cualquier otro proceso
de degradación, reteniendo su forma original, calidad y capacidad de utilización,
cuando expuesto al ambiente de trabajo. Tampoco se menciona el factor tiempo
en la definición. Evidentemente que la complejidad de los fenómenos de
deterioro envueltos en la durabilidad de las estructuras de hormigón presenta
una gran dificultad a la hora de consensuar acerca del modo de introducir el
factor tiempo en la normativa técnica. Como consecuencia de esas falencias
observadas en las normas, el medio técnico se ha movilizado para avanzar en la
conceptualización objetiva de la vida útil de las construcciones. Entonces se
empiezan a definir varios tipos de vida útil o de servicio, como la vida útil desde
el punto de vista técnico, funcional o económico. Asimismo, en el ACI 365.1R -
00, se habla de que se necesita un enfoque más holístico para el diseño de las
estructuras cuando se basan en consideraciones relativas a la vida útil ó de
servicio, debiéndose considerar los efectos del medio ambiente sobre el
hormigón, las consideraciones de diseño y de cargas, las interacciones entre los
efectos del medio ambiente y de las cargas, aspectos relativos a la construcción
y al mantenimiento a lo largo de su vida de servicio. Uno de los trabajos pioneros
en América Latina sobre la previsión de la vida útil fue el de Paulo Helene, en el
cual se mencionan los cuatro métodos para la previsión de la vida útil, a saber:
1) Con base en las experiencias anteriores, lo que ha dado resultados dispares,
sobre todo en el caso de la experiencia brasileña, debido a la adopción de
recubrimientos muy inferiores a los estipulados en las normas americanas y
europeas, y sin mayores consideraciones sobre la agresividad del ambiente,
aunque es justo decir que tanto el Código Modelo CEB/FIP de 1990 y el ACI
318/95 también adoptan el mismo método de asegurar durabilidad.
“Se entiende por vida residual el tiempo a partir del momento que la estructura
alcanza el anterior límite aceptable (fin de la vida útil).” Este es el periodo en el
que la estructura necesitaría reparación, remodelación o completa renovación
para que regrese a su estado de servicio original; esto es que sea segura,
funcional y estética.
En pocas palabras, la etapa de vida residual es el tiempo que tiene el dueño de
la estructura, o elemento estructural, para repararla antes que la degradación
avance hasta el límite de posible colapso.
No hacer nada.
Rebajar la capacidad de la estructura temporalmente.
Prevención o reducción de mayor deterioro.
Refuerzo estructural.
Reconstrucción de parte o toda la estructura.
Demolición de la estructura.
Preparación superficial
La preparación de la superficie es una de las fases claves en un proyecto de
reparación de hormigón. Desafortunadamente, esta etapa se lleva a cabo
muchas veces de una manera incorrecta e inadecuada. La preparación
superficial se debería realizar de acuerdo a las guías dadas en la EN-1504-10.
Por ejemplo, en los límites hasta donde se elimina el hormigón, se debe dar un
ángulo de entre 90º y 135º, para evitar los riesgos de despegue. Estas zonas de
corte se deben dotar de rugosidad suficiente para que tengan el anclaje
mecánico necesario con el material de reparación.
Si la armadura que queda vista después de eliminar el hormigón dañado está
corroida, entonces se debería dejar expuesto todo el diámetro de la armadura, y
el espacio detrás de ésta debería ser como mínimo de 15 milímetros, para
permitir una correcta compactación del material de reparación en esa zona.
Aplicación
Para conseguir el comportamiento adecuado de los materiales de reparación
seleccionados, es esencial seguir la correcta metodología en la aplicación, como
está descrita en cada Hoja de Datos Técnicos de cada producto. Particularmente
en zonas expuestas a viento y sol, se debe extremar el cuidado en el curado de
los morteros cementosos, para evitar una desecación y deshidratación rápida,
que podría dar lugar a muchos problemas, incluyendo microfisuras en su
superficie.