Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
para rescatar «lo popular» y «lo popu- las clases medias y altas y, en espe-
lar realmente existente» mediaba un cial, de los intelectuales cuya condi-
diferencial de apego notable. Tan solo ción interpela (de formas que tendre-
eso bastaría como motivo para aproxi- mos que reseñar de manera sucinta,
marse sociológicamente a la cumbia pero en profundidad). Así, la cumbia
villera, el género musical que miles y villera es un medio de acceso privile-
miles de jóvenes del Gran Buenos Ai- giado a las dinámicas bajo las cuales
res hicieron suyo en el cambio de si- se constituyeron prácticas y emocio-
glo pasado, acompañando las trans- nes de los jóvenes de los sectores po-
formaciones en que se anudaron los pulares. Pero, más aún, el fenómeno
efectos acumulados de la época del y sus interpretaciones son también
neoliberalismo con las protestas que una muestra condensada y vibrante
lo cuestionaron. de los dilemas interpretativos que
afronta la descripción de la experien-
¿Cómo podía ser que ese ritmo acu- cia de los grupos subalternos en la
sado de comercial, repetitivo y vacío, mirada de algunas trayectorias inte-
reivindicador de ilegalidades (y por lectuales que le dedican su atención.
ello, cuestionado por conservadores En ese contexto, me referiré a los orí-
y revolucionarios), repleto de lengua- genes de la cumbia villera, a la forma
je sexualizado y agresivamente ma- en que pueden ser interpretados sus
chista (y por ello, cuestionado por elementos más polémicos (los discur-
mujeres y hombres comprometidos sos de género y la naturalización de
con la perspectiva crítica de género) las «ilegalidades») y al hecho de que
fuese tan estimado? Estas eran las este género musical, como ninguno,
notas y la intriga nada neutrales con supone distinguir el juicio estético
las que aparecía la cumbia villera y del sociológico.
aparece aún en el registro de diver-
sos grupos sociales, del Estado y de ■■ Orígenes
parte de los medios de comunicación.
Tengo para mí que mucho más allá A pesar de lo que pueda imaginarse,
de ese registro, la cumbia villera debe la cumbia no comienza su recorrido
ser vista como el vector que expresa y argentino en los sectores populares.
constituye situaciones que implicaron El género que en su tierra de origen
dolores, adquisiciones, críticas y pro- pasó de estilo folk regional a ser un
testas, y esto le da a ese género musi- símbolo nacional colombiano –y que
cal un estatuto crucial: el de punto de según Peter Wade se «modernizó»1–
condensación de las experiencias de
una parte de los sectores populares,
1. Peter Wade: Music, Race, and Nation. Música
incluido su papel en las apreciacio- Tropical in Colombia, The University of Chica-
nes estéticas, políticas y sociales de go Press, Chicago-Londres, 2000.
151 Ensayo
Cumbia villera: avatares y controversias de lo popular realmente existente
- los sujetos que hacen estas referen- 4. Ese tipo de articulación entre lo musical
cias parecen dar vía libre a todo tipo y lo social, entre movimientos de la socie-
dad y géneros musicales (o temáticas y tonos
de impulsos. transversales a varios géneros musicales) es lo
que puede captarse bajo la noción de «músi-
ca de uso» que propone Pablo Vila. V. «Rock
Siguiendo de cerca los hechos –es de- nacional. Crónicas de la resistencia juvenil»
cir, la forma en que los jóvenes bailan en Elizabeth Jelín (ed.): Los nuevos movimientos
sociales/1. Mujeres. Rock nacional, Biblioteca Po-
y escuchan cumbia villera–, se llega lítica Argentina No 124, Centro Editor de Amé-
a verdades diferentes. Es cierto que rica Latina, Buenos Aires, 1985.
Nueva Sociedad 242 154
Pablo Semán
junto con Pablo Vila, Troubling Gender, posición es imposible no ver como
surgía permanentemente la tentación degradación una contemporaneidad
de interpretar de modo idiosincráti- que se destaca por poner en el centro
co, por particularidades argentinas, de los intereses vitales, de forma ex-
la «fijación en los temas sexuales»5. plícita, el sexo y sus mil variantes. Y
Incluso nos salían sin control cate- no se puede entender nada de lo que
gorías patologizantes que situaban ocurre en la cumbia en cuanto a las
el fenómeno en términos de una «ob- relaciones entre géneros si no se capi-
sesión». Y no nos dejaba satisfechos taliza como percepción de que, para
el hecho de que esos análisis se ali- los jóvenes de menos de 25 años, la
nearan tan fácilmente con el sentido sexualidad es más abierta y más plu-
común de la descripción decadentis- ral –al menos en sus manifestacio-
ta y moralista que se afirmaba junto nes públicas–. Lo que es obviado en
con el sentido común de las genera- las percepciones escandalizadas de la
ciones más viejas y con el Comité Fe- cumbia villera es la activación de una
deral de Radiodifusión (que en 2001 agenda sexual, el empoderamien-
había dado orientaciones para no di- to de las mujeres en cuanto agentes
fundir el género y había logrado su de placer propio y de sus partenaires,
bloqueo televisivo, amenazando con poseedoras de una iniciativa y un
sancionar económicamente a los me- interés legítimos6. Pero eso no ago-
dios que lo hicieran). Esa inquietud ta la cuestión sino que la complejiza:
nos hizo ver que el fenómeno no era una parte de lo que se percibe como
privativo de Argentina y, además, insulto de género no lo es, pero otra
nos cuestionaba como enunciadores parte sí lo es y en forma. Y en alguna
pretendidamente universales, efecti- medida lo es como reacción al cam-
vamente marcados por unas edades bio de escenario en que se inscribe
y una educación sentimental, gené- la posición masculina. La cumbia
rica y sexual. Éramos investigado- villera pone en escena un grado cre-
res hombres de clase media, socia- ciente de violencia simbólica porque
lizados en los valores de la música se han visto alterados los viejos pre-
como «compromiso» y de la «eman- dominios en que las mujeres solo
cipación de las mujeres» y en un podían acompañar. La activación de
mundo académico que, salvo excep-
ciones, solo dispone de categorías
5. Troubling Gender: Youth and Cumbia in Argentina´s
que neutralizan tanto las cuestiones Music Scene, Temple University Press, Filadel-
de género como las de la sexuali- fia, 2011.
6. La única reflexión académica referida a esta
dad. Un mundo académico, en defi- cuestión y en estos términos es la que sugiere
nitiva, declarativamente igualitario muy brevemente Eloísa Martín en «La ‘cum-
bia villera’ y el fin de la cultura del trabajo en
y no pocas veces, al menos a la luz la Argentina de los 90» en Revista Transcultu-
de la actualidad, pacato. Desde esa ral de Música No 12, 2008, pp. 1-14.
155 Ensayo
Cumbia villera: avatares y controversias de lo popular realmente existente
las mujeres, en el contexto del cues- bilidad que hace que oscilen entre
tionamiento al predominio del an- jugar con la idea de ser «putas» o
drocentrismo, revela la cumbia más «rescatarse»8 –desde una visión mas-
como el escenario de una disputa que culina–, implica una limitación del
de un sometimiento. menú de opciones que da lugar a lo
que puede entenderse como hegemo-
En esas condiciones, una chica pue- nía masculina.
de decir algo que condensa todas las
complejidades que estamos refirien- La problemática de la feminidad en
do: «yo elijo con quién soy puta». los sectores populares no puede ser
Como lo afirmamos en otro texto: pensada en una oscilación polariza-
da y absoluta entre el señalamiento
las seguidoras del género (…) no son «pu- de gérmenes sintomáticamente ubi-
tas», en el sentido propuesto por los va- cuos de «prácticas liberadoras» (afi-
rones, (…) («fáciles», ostentosas, o «vi-
nes al proyecto de emancipación) o
ciosas»). Dejan de ser algo «recatadas» y
la denuncia de «prácticas de subor-
la mayoría de ellas limita el ámbito de su
«liberación» al espacio lúdico de la bai- dinación» que convalidan la domi-
lanta. En ese sentido, algunas chicas jue- nación. Esta polaridad obstaculiza
gan a ser «putas» y ahí reside lo que las la percepción de la construcción de la
letras inculcan y solicitan, pero, tam- feminidad como un proceso comple-
bién, reflejan, como punto de llegada de jo, diverso y localizado social, cultu-
un proceso histórico en el que las refe- ral e históricamente, al anteponer
rencias a la mujer y al hombre en la
como ilusión optimista, o como con-
Argentina contemporánea se han sexua-
clusión pesimista, las categorías de
lizado, se han especificado y jerarquiza-
do junto a las definiciones morales sobre analistas que ignoran sus marcas
los géneros y sus relaciones.7 de época (y el hecho de que estos,
más de lo que se admite, sobre todo
En este contexto, la autonomía de lo cuando los analistas son hombres,
sexual, su «liberación», queda captu- proyectan en la interpretación las
rada en significantes que son parte represiones de su machismo consti-
de una relación de fuerzas. En ellos el tutivo). Cambian mucho las cuestio-
androcentrismo siguen siendo gravi- nes cuando se trata de académicos
tante: no por nada se siguen refirien-
do a las mujeres, por sus apropiacio-
7. P. Semán y P. Vila: Cumbia: nación, etnia y géne-
nes de la sexualidad, como «putas» ro en Latinoamérica, Gorla, Buenos Aires, 2011.
(o con una serie de definiciones que 8. El uso popular de la voz «rescatarse» debe
entenderse como un llamado al orden, extraer-
connotan esa palabra). El hecho de se, cada uno por sí mismo, del desvío (sea este
que las mujeres no tengan otros tér- alcohol, drogas, el desafío, la desubicación mo-
ral, etc.). No solo debe asociarse a recato sino
minos para referir su posición, y que
a la acción de rescate en tanto salvataje de la
participen de un código de respeta- ruina moral.
Nueva Sociedad 242 156
Pablo Semán
jóvenes que o bien pasaron por una tén todo el tiempo pendientes de su
socialización musical omnívora e mensaje, pero sí porque saben muy
iconoclasta, o bien provienen de una bien en qué sentido es disruptivo y
experiencia de crítica de género en la dónde y cuándo es mejor escuchar
que opera la mirada queer –y, direc- esas letras.
tamente, la caída de muchos prejui-
cios sexuales–: en esas trayectorias Tres fragmentos de letras de cumbia
intelectuales, los preconceptos anti- villera alcanzan para entender la fre-
cumbia (ni siquiera los articulados cuencia con que los análisis afirman
en torno de una lectura simplista de que el lenguaje de este género natu-
su sexismo) no encuentran un terreno raliza la violencia, las ilegalidades,
propicio para afirmarse tan sólida- los «desvíos»10:
mente9.
Del baile me vengo, ¡ay, qué pedo11 tengo!
■■ ¿Música de protesta? / No puedo caminar de tanto jalar12. /
Estoy re cantina13, no tengo vitamina14. /
El análisis social contemporáneo ha Yo quiero tomar vitamina, yo quiero
tomar vitamina. / Me compro una bolsa
hecho dos conquistas contrapues-
y estoy pila, pila.15 (Damas Gratis, «Quiero
tas en relación con la música: de un vitamina» en Damas Gratis, 2000).
lado, la tesis de incorporar la músi-
ca, sobre todo las canciones y las le-
Cumbia, cumbia / esta es mi cumbia
tras, al conocimiento de lo social; de cabeza / esta la bailan los negros / toman-
otro, la antítesis, que llama la aten- do coca y cerveza. / Porque paro en la
ción sobre el hecho de que los usos esquina con mis amigos a tomar un vino /
mayoritarios de la música se vincu- todos me empiezan a criticar / que soy un
lan con el baile y, por lo tanto, fijarse villero, que soy un negro / porque me
en letras que las personas no escu- gusta la cumbia. (Flor de Piedra, «Cumbia
cabeza» en La banda más loca, 1999).
chan supone una generalización in-
debida de las concepciones del mun-
do de los analistas (que en general
no bailan) y presupone la universa- 9. En esta línea v., por ejemplo, Laura Ramos:
«Una vedette anarcocumbiatraba» en Clarín,
lidad de concepciones intelectualis-
21/10/2012, disponible en <www.clarin.com/
tas del mundo. Lo que ocurre con la ciudades/vedette-anarcocumbiatraba_0_79612
cumbia villera impone una síntesis: 0519.html>.
10. El análisis pionero, en estos términos, es de
son los propios cultores del géne- E. Martín: ob. cit.
ro (específicamente, los oyentes) los 11. «Pedo»: borrachera.
12. «Jalar»: inhalar cocaína.
que, sea por adhesión, sea por dis- 13. En este caso, la voz refiere a la turbación
tanciamiento, enfatizan hasta cierto por abstinencia, que lo pone en situación de
«armar bardo», protestar.
punto el valor de las letras, adicio- 14. «Vitamina»: cocaína.
nándolo al del baile. No porque es- 15. «Pila»: energizado.
157 Ensayo
Cumbia villera: avatares y controversias de lo popular realmente existente
Somos cinco amigos chorros de profe- la vida cotidiana tal como es, y no
sión. / No robamos a los pobres porque no se sienten incómodos con ellas. Más
somos ratones. / Buscamos la fija16 y entra- aún: en la desvergüenza de esas le-
mos a un banco. / Pelamos los fierros17 y
tras encuentran desafíos, rupturas,
todos abajo. (Los Pibes Chorros, «Los Pibes
provocaciones, tomas de riesgo que
Chorros» en Las manos arriba, 2001).
sustancian tanto la empatía como la
Sin embargo, con lo dicho no está diversión. Así, en este último uso de
nada dicho: ¿qué es lo que se quiere la cumbia villera se rompe con dos
decir y qué es lo que se entiende en polaridades tradicionales en el aná-
estas canciones? Si se asume que la lisis e incluso en el uso de la música:
aspiración declarada de los músicos la distinción entre el «mensaje» y la
de cumbia, e incluso de cumbia vi- música, la diferencia entre los usos
llera, es divertir, debe también elabo- serios y los divertidos. La cumbia
rarse el sentido de esa expresión en se baila pero no se permanece indi-
el contexto en que se dio. Lo prime- ferente a sus letras, da lugar a diver-
ro que se asocia a esa declaración es sión a través de la música y la letra;
la intención de darle motivo al baile, pero también, a través de ellas, da
que a su vez es la posibilidad de la lugar a una mirada, a una forma de
exhibición, del encuentro y de la se- distancia y asombro.
ducción. Incluso debe decirse que el
baile es el espacio de una afirmación En esa descripción del mundo se en-
grupal: nadie va solo al baile sino cuentran rasgos que desafían la nor-
como parte de colectivos de diversos matividad de una parte de la sociedad
formatos (amigos, familiares, mora- por la cual están tomados, también,
dores de un mismo barrio), para los los analistas de las letras. Las expre-
que ganar un espacio privilegiado siones neutrales o favorables al robo,
de control o visibilidad es parte de la al uso de drogas y de armas pueden
diversión. Si alguien piensa que esa interpretarse en dos modos típicos
puede ser una diversión muchas ve- ideales: como expresión de una situa-
ces conflictiva y violenta, acierta: la di- ción de degradación sin mediaciones
versión es, sociológicamente hablan- o como afirmación de una voluntad
do, una cuestión seria. de resistencia que ponía a los cum-
bieros al lado de expresiones políti-
¿Qué es lo que dicen los seguidores de cas idealizadas. Desde el punto de
la cumbia villera acerca de sus letras? vista de la primera consideración, se
Para algunos se trata de letras chocan- trataba de la expresión sin metáfora
tes que hacen apología del delito y por
eso las rechazan. Para otros, se trata
16. «La fija»: el dato exacto.
de una crónica que tiene la virtud de 17. «Pelamos los fierros»: sacamos nuestras ar-
decir cómo es el mundo, de presentar mas.
Nueva Sociedad 242 158
Pablo Semán