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MASTER

NEGA TIVE
NO. 92-81128
MICROFILMED 1993

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A UTHOR

MAEZTU, RAMIRO DE

TITLE:

REVOLUCIÓN Y LOS
INTELECTUALES...
PLACE:

MADRID
DA TE
1911
Masler Negatíve H

COLUMBIA UNIVERSITY LIBRARIIiS


PRESERVATION DEPARTMENT
I3IDLIOGRAPHIC MTrRQFORM TAKHFT

Original Material as l-ilmed - Exisling Bibliographk Record

946
í M3693
Maoztu, P.aitiiro de, 1375-1936,
... La rovolución y los intelectuales;
confe-
rencia laida en el Ateneo de Ltadrid, el 7 de "

diciembre de 1910, por Rasiiro de llaeztu.


Madrid '
Rodrigi'.es, 1911,
48 p. ig-^ai. (Biblioteca "Ateneo") '

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Y LOS INTELEIITOjILES
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CONFERENCIA LEÍDA KW EL

K jtp ATENEO DE MADRID


EL, 7 DB DICIBMBRB DB 1910

POR

RAMIRO DE MAEZTU

MADRID
IMPRKNTA DK BKRXARDO RODRICURZ

8, Barquillo, 8.

1911

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lA REVOLUCIÓN Y LOS INTELECTUALES


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Y LOS IHTELEeTOEES

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ATENKO DE MADRID
EL 7 I>B DICIEMBRE DE 1910

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8, Barquillo, 8.

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; V Lfl REVOLUCIÓN Y LOS IKTELECTOflLES

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Señor presidente; señoras y señores: He
/^ í aceptado con apresuramiento la invitación á
hablar en esta casa, porque los liberales espa-
ñoles tenemos contraída una gran deuda con
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I í I < t t « • I
« « I t * t I
e . « el Ateneo de Madrid. Hace poco más de un año

ti I •
España se veía sometida á un régimen de
^iV cloroformo y camisa de fuerza. No son mías
las palabras. «Cloroformo» y «camisa de fuer-
s £»
za» son los términos que emplea D. Salvador
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« « « • t •
• * •
* •
* • t o Ganáis en las páginas 128 y 141 de su libro
^i/ Los sucesos de España en 1909 escrito en de-
y

fensa de los procedimientos gubernamentales


de los Sres. Maura y Lacierva. Y cuando pa-
recía, ¡oh vergüenza!, que los españoles iban
I
á resignarse, como inválidos ó como demen-
tes, á ese régimen, hablaron en esta tribuna
los Sres. Simarro, Madinaveitia y Ortega y
Gasset; sus palabras despertaron una fibra
patriótica en el corazón generoso de vuestro
presidente, el Sr. Moret, y dos discursos su-
Kfi

'X

^'C
— (•) — - 7 -
/
yos, pronunciados en el Congreso de los di- dentro de algunos años resultará imposible,
putados, obraron milagro de apartar de
el repetir con la masa del pueblo la suerte
que
España, momentáneamente por lo menos, esa aún puede realizarse con éxito cuando se
pesadilla de manicomio, cloroformo y camisa trata únicamente de los intelectuales. Dicho
de fuerza, descrita por el Sr. Ganáis con pala- más breve: Desde julio del afio pasado sabe-
bras de sangre. mos que la revolución española ha empezado á
Aquellos momentos fueron críticos. En operarse con independencia de nuestras clases
aquellas semanas nos enteramos de dos hechos intelectuales ó seudointelectuales . Yestos dos
insólitos y nuevos en la historia de la España hechos forman el tema de esta conferencia. \

moderna; dos hechos que transforman funda- Para emplazarlos en perspectiva histórica
i

mentalmente nuestra visión, nuestra perspec- hemos de remontarnos á la Memoria sobre


tiva de las cosas de España. Hoy ya no es Oligarquía y caciquisíuo como la forma actual
legítimo para ningún pensador español en- de gobierno en España: urgencia
y medio de
'

focar el problema de España como hubiera cambiarla, leída en esta casa por D. Joaquín

podido enfocarlo en la primera quincena de Costa y discutida por las personalidades más
julio de 1909. Desde entonces sabemos experi- notorias de nuestra vida cultural. "Don Joaquín
mentalmente dos cosas centrales que antes Costa habló en esta tribuna con el lenguaje
sólo podían sospechar algunos cerebros privi- del profeta Ecequiel: «Y os daré corazón nue-

legiados. vo y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros,


Una nos la ha dicho Ganáis, y es que
el Sr. y quitaré de vuestra carne el corazón de pie-
resulta hacedero para un Gobierno enloque- dra y os daré corazón de carne.» Al hablar-
cido someter á las clases intelectuales españo- nos Costa, nos parecía oir, con Tucídides, «el
las á un régimen de cloroformo y camisa de alma profética del amplio mundo soñando con
fuerza; coger á escritores, pensadores, ora- las cosas venideras».

dores, profesores, periodistas, políticos, artis- Cuando se apaguen cuantas voces hablaron-
tas y autores dramáticos, meterles en un puño, en nuestra Patria á raíz del desastre, se alzará
y hacerles callar por medio de violencias ó todavía clamoroso y pujante el rugido con
narcóticos. Y la otra cosa, que aprendimos en que Costa quería despertar á un pueblo aletar-'
Barcelona y en Madrid, es que se ha hecho gado. Tal vez se cumplan sus augurios pesi-
difícil, y cada día será más difícil, hasta que mistas— que se cumplan ó no, depende de lo
-—-t- ««NanotiaaM -m'^fm

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. - 9
que haga cada uno de nosotros — , tal vez el más grande de la tierra, que el orador ocupa
pueblo del profeta Costa sufra la misma suer- el Poder, que su cargo sólo cede en importan-
te que el pueblo del profeta Ecequiel— y el
cia al del primer ministro, que es el futuro
hórrido incremento de la emigración indica
primer ministro de Inglaterra,
y que no hay
que la dispersión ba comenzado — pero una
; actualmente otro estadista que suscite mayo-
cosa es cierta: aunque caiga algún día el cas-
res admiraciones en Europa.
tillo de Montjuich, y si el recuerdo os parecie-
< Habla Lloyd George respondiendo á los que
ra trágico, sustituidlo por la bola del Ministe-
dicen que la Cámara de los lores es objeto de
rio de la Gobernación, que es nuestro templo
admiración en las colonias, y he aquí sus pa-
de Jerusalén, las arengas de Costa vivirán lo
labras:
bastante para encontrar inmortal alojamiento
«Iría al Canadá
y preguntaría: «¿Tienen
en algún Testamento Novísimo, desde el cual 4
«ustedes aquí un Senado?» Y me contestarían:
enciendan en pueblos extranjeros, como las
«Sí.» Entonces le diría al maletero: «Puedes
conminaciones de los profetas de Israel, la «llevar mi equipaje á la Aduana.» Volvería á
emoción de lo colectivo que no lograron en- preguntar: «¿Qué clase de Senado?» Y me di-
'
cender en el propio.
rían: «Un Senado nombrado por el primer
I
Ya ha reconocido que los españoles de-
se
«ministro.» «¿Qué es el primer ministro?» «Es
bemos á Costa una lección de estilo político. «liberal.» «¿Cuánto tiempo hace que es libe-
Debió añadirse que sólo por Costa vislumbra- «ral?» «Quince años.» «¿Qué es el Senado: 1
mos lo que serán la oratoria y la literatura
«liberal, ó conservador?» «Liberal.» «¿Libe-
[
políticas el día en que se haga en España po- j. «í-al de veras?» «Sí, señor, liberal.» <rY
ambas
líticaeuropea! Pero como aún seguimos sien- «Cámaras, ¿son liberales?» «Sí.» «Entonces
do tan correctos, todavía hay quien se lamenta
«les digo, bajo la autoridad del Daili/ Mail,
de nuestras violencias de lenguaje, y aun se
«que este país no es á propósito para que
llama orador á la inglesa al que habla con el
»viva en él una persona civilizada. Tenéis
tono de leer un inventario. ¡A la inglesa!
«que fundar una Cámara hereditaria sin per-
Permitidme que os traduzca dos párrafos de
«der minuto.» Me dirían: «Y ¿cómo la funda-
uno de los últimos discursos de Lloyd Geor-
«mos?» Les contestaría: «Recojan las gentes
ge. Eeparad que habla el ministro de Hacien-
«más antiguas del país, gentes que tengan algo
da del Imperio británico, que es el Imperio
«que Ver con la tierra, pero que no se hayan
,
— 10 - — 11 —
»cuiclado de cultivarla nunca por sí mismas ni Pero no debemos solamente á Costa una lee-",
?>aliora ni en otros tiempos. No han de traba-
ción inmortal de patriotismo
y una lección
»jar en nada; sólo han de ocuparse en cazar,
oportuna de estilo político: le debemos tam-
» tirar tiros y montar á caballo: recreos de bién
el habernos enseñado á enfocar el pro-
»esta clase.» «¡Ah! — contestarían los cana- blema de España en términos de Europa.
dienses — . Tenemos unas gentes que res- Mientras discutíamos la monarquía ó la repú-
»poiiden exactamente á esa descripción. Eu su
vblica, la centralización ó la descentralización,
»vida han trabajado; son las más antiguas del *-^ federalismo pactista ó el federalismo orgá-
»país; no hacen en todo el día, año tras año, ^lico, evolución ó la revolución, la rama
la
»más que cazar, tirar tiros y montar á caba- masculina ó la rama femenina de la Casa de
»no; jamás han dado al mundo una jornada
Borbón, debatíamos cosas que también han de-
«decente de trabajo; son muy tranquilas en sus Á
batido, con ésos ó parecidos nombres, otros
» maneras, muy ociosas y muy dignas: en rea-
pueblos en circunstancias determinadas de
»lidad, tienen todas las cualidades de una tiempo y de lugar, pero que por sí mismas ca-
«aristocracia; pero nosotros las encerramos en recen de sentido, puesto que su sentido se en-
•recintos reservados, á ñn de evitar que se y cuentra en aquellas otras cosas que han deba-
»hagan daño.» tido todos los pueblos en todos los momentos.
El canciller del Exchequer de Inglaterra Mas p or
/
el hecho de poner al frente
de su in-
ha comparado á los miembros de su Senado formación palabra «oligarquía», D. Joa-
la
con los pieles rojas del Canadá,
V y eso que la quín Costa nos sacó de la Puerta del Sol
y de
Cámara de los lores no ha hecho sino poner el las Ramblas para plantarnos en Europa. Ya
veto á varias leyes fiscales y educativas. ¡Ima-
ginad lenguaje que hubiera usado Mr. Lloyd
el
it no discutimos en castellano ó en catalán, sino
en el idioma de Platón y Aristóteles. Desde
'

George si su Senado hubiera puesto el veto de


entonces supimos o debimos saber que sola4
hipócrita modo á una ley tan notoriamente
mente tiene sentido en política el eterno ata-
justa como la del servicio militar obligatorio, que ó defensa de la oligarquía por diferencia-
y hubiese mantenido un sistema por el que se ción de la aristocracia, de la tiranía por dis-
i obliga á que los pobres, y sólo los pobres, den
tinción de la monarquía, y de la demagogia
su sangre para defensa de los intereses
de los por variedad de la democracia^
ricos!
Ello no nos veda las discusiones de cosas de
\^^-'
»

- - 1»
o —
12

momento. La eternidad sólo se vive en el ahora critores extranjeros no comprenden las cosas 'I

de España, y hasta lo advertimos, ¡oh infinita


'
y el aquí. Buscar á Dios de un brinco, como
'
Tolstoi, es renunciar al mundo; y renunciar al
petulancia de un pueblo cuyas clases gober-
mundo, es renunciar cobardemente á todo. nantes no han sabido disciplinarse mentalmen-
Pero al discutir las cosas de momento hemos te!,con envanecimiento. Pero ¿cómo es posible
que nadie comprenda discusiones que carecen {

de discutir los grandes temas de la Historia,


so pena de achabacanamiento. Pues qué, ¿es- de sentido? Y ¿qué sentido puede tener un de-
bate cuando no se le refiere á la Historia uni-
tudia mejor el estudiante que se dice, al coger
i!

los que de su aplicación depende


libros, el
versal? Saludemos respetuosamente en Joa-

aprobado ó el suspenso, que aquel otro que, al


quín Costa al europeizador de España. No se

concentrar su voluntad en la atención, sabe


decirse que de su acto depende la salvación del
, limitó á señalarnos certeramente nuestra
hecho de plantear'
ideal, sino que, por el solo
meta

en forma europea de España, nos


el ])roblenia
mundo? Así, cuando Costa nos dijo que «el ré-
hizo europeos. Si hemos perdido la mayoría de í

gimen de la monarquía, en tanto que monar-


todos estos años en debatir la parte anecdótica
quía legítima, patrimonial y de derecho divi-
tanto «¿ue monarquía constitucio- de sus enseñanzas, la culpa no ha sido suya,
no, y aun eii
sino nuestra.
nal, partícipe de la soberanía, ha quedado ven-
í cido en nuestra Patria, lo mismo que en Ingla- Pero estos años, sobre todo los lUtinios, no
terra, lo mismo que en Bélgica, lo mismo que han transcurrido en vano. Que el régimen de
en Italia», y nos mostró que la constitución
España es la oligarquía, no puede ya discutir-*
,

i
real del país era la oligarcjuía, y definió la
oligarquía con las palabras de Aristóteles:
«Gobierno del país por una minoría absoluta
a se; ni tampoco que esta oligarquía no es sin-

guiar, sino plural, puesto que padecemos bajo


el poder de tres distintas oligarquías, más ó
^

}
k- t

que atiende exclusivamente á su interés per- menos conexionadas entre sí: la teocracia, la I

plutocracia y la burocracia. Sólo que, al asen- '

comunidad»,
'sonal, sacrificándole el bien de la
tar en firme estas conclusiones, que sirven de
el problema do España quedó enfocado en
premisas para el planteamiento de problemas
perspectiva histórica, y nuestras discusiones /

nuevos, caemos en la cuenta de que no hemos


de momento adquieren en esa perspectiva va-
lor universal.
dado sino el primer paso para enfocar exacta-
Frecuentemente rei)aramos en que los es-
mente el problema de España.
<

> <
— 14 — — 15 —
Lo específico del régimen del pueblo cspa- propio beneficio, todas las oligarquías conce-
fiol no es la oligarquía, ni su carácter teocrá- bibles realizan lo propio. Si se entiende
^ por
,
tico-platoerático-burocrático: que oligarquías cacique, como entendemos en España, al horyí- i I

de idéntico carácter gobiernan á Rusia, á Ale- bre que s© dedica á secuestrar la voluntad del
mania, á toda América, y han venido gober- cuerpo electoral para designar un diputado I

nando hasta estos días á Inglaterra. Este mal que apoye por encima de las leyes, este su-
le

de la oligarquía lo comparte España con casi ceso no merece el esfuerzo mental que hemos
todos los países del mundo. Digo mal, porque dedicado á analizarlo.
una oligarquía es, en su esencia, mala. No hay Como la posición de cacique es incómoda,
y
régimen moral posible fuera de la democracia, á nadie le gusta dedicar toda la vida á falsifi-'
que produce su aristocracia por elección deli- ^ car actas, á volcar pucheros ó á desafiar los'
berada entre los hombres que mejor interure- Códigos, la aspiración de todo cacique consiste
i
tin y ejecutan democrático. Pero el
el ideal en consolidar su posición, en sumarse' á las
mal específico de España consiste en la baja oligarquías, en vivir vida menos azarosa,
y en
calidad de sus oligarquías, en su falta de agu- no morirse sin que los hijos sean obispos, altos
.'
deza intelectual, de sensibilidad artística, de empleados ó rentistas, dignidades jerárquicas
firmeza moral; en que son ociosas, en que son en cualquiera de las tres órdenes de nuestra *

caciquiles, enque son vanas y petulantes, en oligarquía: teocracia, burocracia ó plutocra-


que se les yergue la cabeza por la falta de cia, y hasta en que se permitan la
coquetería
peso, en que caminan con las espaldas vueltas nada inocente de lavarse las manos con la
BÍ~tíurso de la Historia. autodenominación de «clases neutras». For eso
He ahí
paso adelante que han dado sobre
el el caciquismo no es temible de \\\\ modo per-
Costa pocos pensadores que le han sucedi-
los > manente. El caciquismo es un fenómeno de 'i

do. Fué error de nuestro gran tribuno el sus- inmoralidad inestable; como los ríos van al
tantivar el caciquismo y colocarlo con carác- mar, los caciques marchan hacia la oligarquía,
ter de permanencia al nivel de la oligarquía ó que es también la inmoralidad, pero consoli-
de las oligarquías. Esta apreciación era in- dada y respetable.
exacta. El fenómeno del caciquismo es tem- Lejos de existir la profunda reciprocidad,
poral. Si se entiende genéricamente por caci- que señalaba Costa entre la oligarquía y el-
quismo el usufructo de los bienes comunes en caciquismo, se trata de enemigos irreconcilia-/

< I
1

- IG -
— 17 —
bles. El caciquismo es el padre; la oligarquía,
, el pero uu hijo señorito que se aver-
hijo,
€omiéramos la Reforma y nos merendáramos %
la Revolución, y sigamos viviendo como si el
' güenza de la rudeza de su padre y que acaba
mundo moderno no existiera, al punto de que M
cometiendo uu parricidio. ¿No hemos visto que
el admirable Simarro ha podido recordarnos
los antiguos empleados, hechuras de caciques,
<3on justicia, en el prólogo de su liltimo libro,
Ó caciques personalmente, apenas se apodera-
que nos hallamos en la obligación «de cola-
ron del poder, promulgaron una ley fie pre-
borar en las empresas de la civilización, vi-
supuestos y de ascensos para hacerse inamovi- /*

viendo en ella, y no de ella, como extraños que


bles en sus cargos? ¿No son ya títulos pontifi-
aprovechan sus productos materiales y repug-'
,

'
cios los poseedores de bienes de propios y aun
de bienes eclesiásticos? ¿No hemos visto re-
nan los principios ideales que la informan». m
¿Por qué volvimos la espalda los españoles al
cientemente que el mismo partido que ampa-
Renacimiento, á la Reforma y á la Revolu-
raba enormidades tan notorias como la le^- de
ción? ¿Por qué la volvemos á las substancias
escuadra, la de comunicaciones marítimas y
ideales de la vida moderna? ¿Por qué, si son
las explotaciones mineras del Rif, se cuidaba
-exactos los resultados de las investigaciones
escrupulosamente de evitar que desaparecie-
de mi amigo Royal Tyler, hasta nuestras cate-
ran las obleas de las oficinas públicas? No nos
drales del siglo XIII fueron construidas por
ocupemos, pues, nosotros de los caciques que
surjan desde ahora. Digamos, señalando á las
franceses, y XV por alemanes?
las del siglo
Hay un liltimo porqué que en vano buscare-
oligarquías: «Esto matará á aquello.» Los ca-
ciques pasan, porque son esencialmente pa-
sajeros. Ya se encargarán las oligarquías de
borrar ese detalle pintoresco de entre los pára-
X
-^-^^y
mos en la Historia. La Historia nos dirá que
nuestra escasa contribución á los debates es-
colásticos de la Edad Media se explica, en par-
te, por la necesidad de emplear buena suma
mos de nuestra vida nacional.
<le nuestras fuerzas en la reconquista del te-
^,,j. Relegados los caciques á la modesta cate-
rri torio nacional; que esos siglos de lucha con-
goría de entremeses, seguimos confrontados
tra los moros dieron á nuestra Iglesia el ca-
por las moles de El hecho de
í

I
las oligarquías. ^
rácter militante que aún conserva,
las oligarquías no puede bastar para explicar- y que la ,

hace preferir el exterminio de los liberales á la


nos el —
que los españoles perdonadme los ver-
obra evangélica y á la labor teológica;
»

bos — nos almorzáramos el Renacimiento, nos


-carácter militante de nuestra Iglesia nos hizo
que ese ¿

X I
jl

- 18 - ii) -
desangrarnos en estériles guerras europeas; al Polo; los grandes artistas, que no han sur- \

que el descubrimiento y conquista de América gido; las presas de pantanos, que no se han '

dispersó nuestra población en el momento en alzado; los ferrocarriles, que no se han tendi-
que debimos concentrarla — para aprender el do; las industrias, que no han prosperado; las

sistema intensivo de cultura y de cultivo, que reformas sociales, que no se han implantado;
son los dos ejes de la vida europea moderna } la sensibilidad general, que no se ha des- '

la Historia comparada podrá decirnos, en su- pertado?


ma — y nunca se lo agradeceremos lo bastan- Ninguna sentencia histórica condena á núes- ^ y i!

te—, que problema de España es, en último


el tros pintores áno enterarse de que ha existido
término, problema de cultura; pero el última el movimiento impresionista en Francia; nin- ,

porqué de este problema no nos lo dará la guna necesidad ha hecho desconocer á nuestros
Historia, ni la geografía, ni la etnografía, ni < profesores el valor de Kant en el mundo mo-
el estudio de nuestros aborígenes, por la razón derno hasta que Ortega y Gasset, aún en sus
sencilla de que no hemos de buscarlo en los co- veintitantos años, nos lo ha revelado; ningún '

mienzos de los tiempos, sino que está inmedia- ananké ha hecho escribir los mejores versos
tamente á mano; ¡qué digo á mano, si está en castellanos modernos á Rubén Darío, y el me-
i jor libro en prosa á
nuestra conciencia! Rodríguez Larreta— dos
Nada más que escribir una Historia
factible sudamericanos — ninguna fatalidad obliga á
;

en que se muestre que todo ha ocurrido como nuestros dramaturgos á no estudiar el teatro i
tenía que ocurrir; pero supongamos que se tra- de Ibsen; nadie fuerza á nuestros músicos á
tara de historiar los años qne han pasado en 1
- no escribirnos sinfonías; ninguna ley de san-
* y
España entre la información del Sr. Costa y gre condena á nuestros diputados á no ap^-sio-
...

esta conferencia; ¿no advertiríais al instante narse en el examen de los presupuestos.


que lo característico no es tanto lo ocurrido ¿Quién de nosotros no ha perdido innecesa-
como lo que ha dejado de ocurrir: la revolu- riamente para la formación de su alma los me-
ción, que no se ha hecho; las enseñanzas, que jores años de su vida? ¿Cuántos de nosotros no
I no se han dado; los progresos técnicos, que no seguimos perdiendo para el trabajo las mejo-
se han realizado; ios progresos científicos, que res horas de cada jornada? Y estos años, estas
no se han cumplido; los aviadores, que no han horas, estos minutos que se escapan, ¿no son,
volado; los exploradores, que no han llegado- en último término, los progresos que dejamos
'mt

— 20 — — 21 —
i ! ,de hacer? Peer Gynt se acuerda, al volver á arroja sobre el país una carga excesiva, sino
su Patria, de las lánjriinas (|ue no ha vertido, en que no ha sabido organizar como era debi-
<
de los sacrilieios (\\u^ no ha realizado y do las do los servicios piiblicos.

palabras <|Uo no ha dicho. Ram<)n y Caja) ocha Lía oligarquía es mala: ¡eoiiforme!; toda oli-

de menos, at'ortnuadaineiite cuando joven, los garquía es mala, lo mismo en Alemania, quo
nombres españoles (|ae no encuentra en los en Inglaterra, (pie en España: ¡conformo!;
textos de Medicina. pero la maldad espocíñca de nuestra oligar-
< " /
Scfiores, el ]H-obleiníi de Kspana tMi lo pasa- quía es su esterilidndj ;.No recordáis los car-
1 (

Mo no está en los errores en (jue caímos, ni en gos vibrantes qu(^ i'ormulaba Costa contra la
las f^uerras (estériles (jmj íMiipreud irnos, ni en dinastía agotada? « Kl H<>y, una estampilla de

'las Goiiquislas que realizamos, ni siquiera en caoutchouc.« «¿Necesitamos un superhombre?


la magna oíiui voeacirní «m» qni- incni linios Pues nn subhonibre, un niño.» El car<2^o era
cuando nos desparraniiimos por el mundo, en duro, y no seré yo quien lo atenile. Pero si á
vez de concentrarnos: error análop;o al del te- nn Monarca animoso y bien intencionado se
frratoniente que dedica su esfuerzo á acumu- le ocurriera actualmente dar un golj)e de Es-

lar heredades, en vez de consagrarse á culti- tado para remover las agotadas oligaríjuías
var con más intensidad las que ]H)see; el pr(»-
i j)olíticas, le faltaría hasta el personal para

blema de España no está «mi lo malo que hi- realizarlo. 8i la dinastía no ha producido un
cieron nuestros j)adres, sino en lo bueno quw genio hace dos siglos, filian producido acaso

! no hicieron; el últinu) poniué de la quema de nuestras oligarípiías un Kant, un Nevvíoii, un


conventos no consiste en haberse dedicado la 13ismar(;k, un Lulero, un Darvvin, un Sliakes-

T
i

Iglesia á i)ersoguir liberales y herejes, sino poare, un (íalileo, un Dante, un Napoleón?


i- 1

'en no haber construido una teología y en no No; sólo Cervantes, y en Cervantes, ¡oh do-
l(^r!, el genio de la desesperanza( El cargo de
t
1

t
habernos enseñado á vivir moralmente; el úl-
timo porqué del odio á la plutocracia no con- agotamiento (pie formuló Costa contra la di-
siste en haber acaparado las pobrezas en Es- nastía debió extenderlo á todas nuestras cla-
(
pana, sino en no haber sabido explotar las ri- ses gobernantes; no ya sólo á las estrictamen-
te políticas, sino á todas nucstias clases inte-
quezas de uuet^tro wsuelo y de nuestro subsue-
lo; el último porqué del asco que inspira la lectuales. Y ese acotamiento, mejor dicho,
burocracia no consiste en que su mantonencia e«a sequía multisecular e.s la causa de la re-

i
< A \ X
'

oo

volución que empezó á exteriorizarse año el do socialista-obrero está lleno de hombres per-
pasado en Barcelona. Una revolnción es nn tenecientes, ya á la aristocracia, como Cun-
' fenómeno de estancamiento: el pueblo mar- i ninghame G-raham, ya á la clase adinerada,
cha; las olií^arquías se detienen, en vez de po- como Galsworthy, Bernard Shaw, Cobden-
nerse á la cabeza del movimiento popular; el Sanderson, Sydney y Beatriz Webb, que po-

pueblo, entonces, se echa encima de ellas. Y neu su prestigio, su talento, su dinero y su es-
á esto llamamos una revolución. fuerzo en la defensa del ideal democrático; de
^
En estos días, comentándola violencia y la la oligarquía han salido los organizadores de

intensidad de la actual lucha electoral en In- los asilos, como el Dr. Barhardo; los de la ca-

glaterra, se ha apuntado en algunos periódi- ridad, como lord Shaftesbury; los de los hos-

^cos extranjeros la creencia en la posibilidad


.
pitales y servicio de enfermeras, como Flo-
deque allí se llegue á una revolución,' Pues ^ rencia Nightingale. Es verdad que lamasa de
desde aquí, desde Madrid, podemos desmentir la oligarquía británica, con sus cien mil auto-

esos augurios, en la seguridad de no equivo- móviles y su millón de criados, y sus palacios

carnos. La actual aíjitación de Inglaterra ce- y casas de campo, y sus exposiciones de joyas
sará con la reforma del régimen parlamenta- en las noches de Oovent Garden, y su lujo
rio, en el sentido de aumentar las facultades i oriental y su vida de frivolidades, constituye
de los representantes electivos del pueblo; excesivo peso, no ya sólo para el pueblo bri-

pero no provocará ninguna revolución, senci- tánico, sino para todos los pueblos que, en
llamente, (porque una parte de la oligarquía mayor ó menor grado, contribuímos á mante-
inglesa ha tenido talento bastante para situar- nerla con el dinero que se llevan de las em-
se,cuando aún era tiempo, del lado del pue- presas explotadoras de países extranjeros;

blo, ¡Allí vemos el espectáculo de una minoría pero la existencia de una minoría antioligár-
do lores que se erige en catapulta contra los quica, procedente de la oligarquía, una mino-
])rivilegios de la Alta Cámara; un hijo de lord ría radical, científica, artística ó moral, es un
Jiandolph Churchill es el lugarteniente de recordatorio permanente de que, cuando se
/
Lloyd George en su campaña reformadora; pretende que se es aristocracia, no hay dere-
Llo3^d Greorge, personalmente, es uno de los cho á seguir viviendo vidas de pieles rojas,
.solicifors de más éxito en la City de Londres; como diría Lloyd George, ó de maestros de
no ya el partido liberal-radical, sino el parti- bailes, de mozos de cuadra de modelos de
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— 24 — — 25 —
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sastres y modistas. ¿Sabéis cómo se ha con- rá su hombro á la labor libertadora de los ra-
testado á Lloyd George su paralelo de los pie- dicales y de los intelectuales de Liglaterra,
íes rojas? Pues el duque de Malborough tí- — < realizará las reformas que ya ha hecho inevi-
tulo popular en España desde que cantaban tables el progreso de los tiempos, y por estas
los chiquillos en el Salón del Prado aquella reformas hará innecesaria la revolución.j
de: «Mambrú se fué á la guerra» — ,
pues Al comparar aquellas oligarquías con las
Manibrú ha contestado á Llovd George di- nuestras, se advierte que Costa no pecó en
ciéndole que carece de buenos modales. ¿Re-
<
todas ocasiones de pesimismo excesivo, sino
*1
cordáis la escena de la guerra del Pacífico, de optimismo. Costa creía que por debajo de 1

tal como Groussac la ha referido? Los chile- las malas oligarquías existía en España una X
nos, victoriosos, perseguían á los peruanos, «aristocracia natural», un personal de «selec-

hi
asándoles á tiros, y los peruanos se volvían
para decirles: «¡No disparen! ¡No sean grose-
<i cionadores», una intelectualidad pura y vigo-
rosa, pero apartada del gobierno por las oli-
ros!» Mambrú se quejará, llamará grosero á garquías, de la cual podría salir el Consejo-
Lloyd George; acompañará á Mambrú lord Parlamento, cirujano de hierro y el escala-
el
Rosebery, porque el recaudador de contribu- fón burocrático que necesitaba para su obra
ciones le recuerda que empieza á no ser bas- <' de reformar á España. Nuestro profeta alzó
tante en Inglaterra haber ganado el Derby^ su voz en el desierto. «Las clases intelectua-
contraído matrimonio con la heredera más les han desertado su puesto», nos decía. «El
rica del Reino y sido primer ministro para labriego ruso yace en uu estado de ignoran-
granjearse el cariño del pueblo.*^ Habrá lu- i. cia,de pasividad, de atonía intelectual aná-
chas; los lores y los ricos parasitarios deTn- logo al del labriego español, que compone la
glaterra defenderán sus privilegios; pero, al gran masa de la nación; pero suple su ausen-
. cabo, como todavía hay inteligencia entre las^ cia en la lucha contra el despotismo la clase
oligarquías de Inglaterra, esta agitación de- intelectual, y en España, no.» Del mismo
mocrática de ahora realizará la obra de sacu- modo que las Cruzadas medievales sólo alcan-
< ,
dirles lamodorra, y una parte de ellas se des- zaron éxito cuando dejaron de ser empresas
, tacará de entre la parte parasitaria, adverti- exclusivamente populares para que las rigie-
'
rá que su actual vida de polichinelas elegan- ran «los caudillos más gloriosos de su tiempo,
tes carece de sentido y aun de realidad, echa- reputados ya por su valor, por su prudencia

4RH «

'^ A,
»* ' ^

— — — 27 -
2G
que en eso se conoce á los que tienen algo que
hazañas», así se imaginaba Costa
y por sus decir: en que lo dicen; pero nuestras clases
industriales,
que el movimiento de las clases
^^

de las Asambleas intelectuales no abrieron la boca sino para


comerciantes y agricultoras
*

Es- pedir aumento de sueldos ^r movilización de


de Zaragoza podía llegar á transformar á
de esa que los escalafones. Malos son nuestros políticos }'
paña si contaba con «el concurso
nuestros periodistas: en esos mundos se per-'
hemos llamado en la Memoria ¿/íf 6 intelectual
palabras. ¡Oh candidez donará difícilmente á quien ponga buena vo-
y moral», según sus
,

grande! Esa élite no luntad en sus esfuerzos, y no se perdonará de


sublime de un corazón (

precisa- ningún modo á quien procure reafirmar su


de ninguna parte, porque
,

podía salir
buena voluntad en el estudio concreto de los
mente lo característico de España, según
las
ren- problemas; pero en ellos, al menos, hay am-
-palabras que el propio Costa estampa á
es que bición 3^ lucha, porque hay in certidumbre.
glón seguido de pedir ese concurso,
nación crearse una aris- ¿Qué hay en los otros mundos intelectuales?
«nunca supo nuestra
real, elemento de La caza obscura del cliente y el movimiento
tocracia orgánica, viva,
de la sociedad, lánguido de los escalafones.
conservación y de dirección
Es verdad que se apuntan indicios de me-
guardadora de las tradiciones de buen go-
moral é jora. Esta casa ha visto triplicarse en pocos
bierno, dotada de una elevada cultura
'

años los estudiantes de su biblioteca. En la


'intelectual». iLo característico, en una
pala-
españolas es Universidad y en los Institutos, y aun en las
bra, de las clases intelectuales
'

escuelas especiales, parece anunciarse en unos


que no son intelectuales!
el Sr. Costa! A su cuantos profesores jóvenes una vida realmente
¡A buena parte llamaba
los intelectuales nueva, una vida de estudio, no ya la vida
llamamiento respondieron
soli- nueva de que hablamos hace doce años, sin
verdaderos en la forma individualista y 1
los represen- saber á punto fijo en lo que podía consistir.
i
taria en que podían responder
un pueblo que no se ha planteado El saberlo se debe al contacto de Europa. Del
tantes de
'
problema de la ética: habló Hacías mismo modo que al llegar á Madrid suelen
todavía el
hacer los escritores de provincias el descubri-
Picavea, habló Giner, habló Ramón y
Cajal, 1
pocos más, ha- miento de que los madrileños corrigen sus
habló Galdós, hablaron unos
hablamos, gritamos, para cuartillas, así en el Extranjero hemos venido
blaron los políticos,
i

precisos, unos cuantos bohemios, por-


á descubrir lo que es la dieta normal de los
ser más
». t^

mmm
r

— 28 — — 2Í> —
intelectuales: concentración de la energía vital
de ensayos, en los que no hay una sola línea
que no haya sido pensada y repensada. Em-
en el cerebro, y renuncia absoluta á todos les
placeres que no sean los del trabajo mismo. prende, por añadidura, todos los años alguna
Pensad en la producción de un Bernard Sliaw: campaña de reforma social. Recientemente
un drama ó dos al año; un libro de ensayos; ha reconocido el ministro Mr. AVinston Chur-
colaboración constante é intensa en una do- chillque á ia pluma de Galsworthy, un ar-
cena de revistas; cuarenta ó cincuenta cartas tista, sedebe nada menos que la transforma-
ción del régimen penitenciario de Inglaterra.
polémicas al Times; sesenta ó setenta discur-
M sos de propaganda socialista; fijación de pos- ¿Cómo realiza semejante labor? Por el mismo
tura en cada una de las cuestiones que se agi-
régimen de constante esfuerzo mental, re-
tan; trabajo administrativo en algún teatro, traimiento de diversiones y vanidades, y per-
en la Sociedad Fabiana y en una docena de fecta administración de la energía. ¿No vemos
otras Asociaciones; y como base, estudio cons- que al cabo del año hay políticos ingleses que
tante y apretado de ciencia, de economía, de
pronuncian doscientos discursos apretados en
filosofía, de historia, de cuestiones políticas.
mítines y en las Cámaras? Además de esta
r'Cómo puede realizar esta obra? No bebe, no labor de propaganda, es raro el miembro del

juega, no fuma, no come carne, no ingiere Gabinete que á los pocos meses de posesionarse
estimulantes, no se permite caprichos amoro- de una cartera no llegue á dominar la técnica
de SU departamento, al punto de lograr ha-
sos, no asiste á reuniones de recreo ni á ter-
tulias; su vida es todo estudio, producción cerse necesario al personal estable.! Tal es la
vida normal en Inglaterra de los políticos, de
y acción pública; no se le ve personalmente '* ^^^*

sino ante miles de personas, cuando va á de-


-V' los profesores, de los escritores, de los artis-

fender en algún mitin alguna causa colectiva.


Pensad en Juan Galsworth^^. Se trata al mis-
r tas,

cidos:
de los abogados, de los financieros cono-
un ejercicio constante de la atención,
mo tiempo del primer técnico en la novela y un absoluto dominio de las pasiones y de los
1

en teatro de Inglaterra, y es la primera


el N caprichos, una completa administración de la

vez en la historia de las letras que llega un energía cerebral, y, consecuentemente, aus-

escritor á ser un grande artista simultánea- teridad y trabajo todo el tiempo: mañana,
mente en la novela y en el teatro. Publica tarde y noche.
anualmente un drama, una novela y un libro Yo no tenía ni la idea más vaga de la can-.

>

. I
— — — 31 —
3U

un años en inventar excusas para no hacer nada:


tidad de esfuerzo mental de que es capaz
que si el sol, que si la raza, que si la tradición,
hombre hasta que me puse en íntimo contacto
con los intelectuales de otros países. ;Y ha-
que si el genio español, que si la herencia de k
los moros, que si la meseta castellana, que si
blamos de neurastenia y agotamiento entre
la prensa, que si los políticos, que si los mís-
clases intelectuales que no han
pensado nun-
ticos, que «si en este país», que si ya lo tene-
ca! Verdad que á esta exclamación ha con-
mos todo, que si no podemos tener nada...; em-
testado anticipadamente D. Miguel de
Una-
famosa, «¡Que bustes y pretextos para seguir con nuestras
muno con aquella otra, ya de:
rutinas, cortar en nuestro espíritu las catego-
inventen ellos!» ¿No había de quedarse solo
clases inte-
rías universales de la ciencia y de la ética, y
el Sr. Costa si, donde creía hallar
seguir viviendo, en lo teórico, nuestra vida de
lectuales, se encontraba con una burocracia
opiniones, sin investigación, y en lo práctico,
que no tenía de intelectual sino los títulos
nuestra existencia de pequeños oligarcas indi-
universitarios ó facultativos? ¡Buscaba el mo-
vidualistas, sin capacidad de colaboración,
vimiento donde sólo existía, por tradición de
sin sensibilidad para la obra ajena, sin pla-
siglos, la pasión de la inercia!
" Para castigo ^iuestro,.está dando sus prime- ceres, sin dolores, sin ilusiones y sin espe-
se pro-
ranzas.
ros aldabonazos una revolución que no
Claro que estos años de crítica negativa no
pone, desgraciadamente, ni cambiar la forma
S3 han perdido totalmente. Es preferible ne-
de gobierno, ni realizar nada concreto; que no
garlo todo, como lo hemos negado en Madrid,
es una dirección hacia la reforma; que es una
á aceptar como realidades meras apariencias
fuerza bruta y ciega, sin fin y sin objeto: «un
de valores, como se ha hecho en Barcelona.
metro de sangre», según la frase de mi ami-
Cuando en Madrid proclamábamos hasta en
go Francisco Grrandmontagne; no un degüello
lií de nuestros periodiquitos de com-
los títulos
general de caciques, como decía Costa, sino un
bate de hace diez y doce años: Germinal, Vida
degüello universal de señoritos. Y esta revo-
Nueva, Revista Nueva, Electray Juventud, la
lución, probablemente estéril, puesto que ca-
urgencia de renovarlo todo, había en provin-
1

rece de sentido, ¿no es la obra fatal de nues-


cias quien recogía nuestras críticas, se servía
tra inercia?
de los escombros que por acá hacinábamos
Pensad, amigos míos, en que así no hay de-
I

pasado todos estos para levantar con ellos sus palacios fantásti-
recho á vivir. Nos hemos
- 132 - - 33 —
iio valen; pero -espaciosa y triste España doscientos mil re
eos y decía: «Los de Madrid
suerte se preparó, no en patriados moribundos ó anémicos,
nosotros, sí.» De esta los cambio
sino eu Madrid, y con ocho años de bajaban al anunciarse la llegada á los puerto,
Barcelona,
Catalana, que de los transatlánticos procedentes ri
anticipación, esa Solidaridad de las coló
porque tam- nias, y el pueblo continuaba llenando las plai
luego se deshizo, sencillamente,
sus finan- zas de toros.
poco era verdad que sus políticos,
/

artistas y sus es- Bramó


Costa; gritamos unos cuantos jóve-
cieros, sus fabricantes, sus
políticos, nes, muy pocos, por desgracia;
critores fueran verdaderamente arrancamos
escritores ó artistas.
una tras otra todas las vendas
de nuestro eh-
financieros, fabricantes,
haberse gaño: prensa, política, oligarquía, caciquis-
Orgullo de Madrid fué entonces el
vanidad provinciana la mo, literatura, ciencia, glorias históricas.
negado á sí mismo:
lo que no ora.
Aquello fué durante varios años una
de pretender afirmar tragico-
críticos media de despropósitos. Eugía Costa de
Nuestro momento pasó, porque los do-
suplantase lor, escupía su indignación contra los oligar-
no traíamos materia positiva que
'

Había que negar, cas, nadie se movía; pero los


á la que estábamos negando. 1
oligarcas le con-
repatriación de testaban llamándole grande hombre;
porque Cavite, Santiago y la gritába-
que no había nada. 41 mos nosotros, los jóvenes, en nuestros
moribundos evidenciaron perio-
diquitos,
La acción de los intelectuales que salimos y se respondía á nuestros gritos lla-
al
I I

un grito de dolor y de ra- mándonos distinguidos, discretos, laborioso^,


mundo en 1H08 fué (
la idea de que •competentes— primer grado de nuestro Kati-
bia. Se nos había educado en
ciencia, literatura, univer- punan literario—; elevábamos el grito al
ejército,
1
marina, ala-
creía- rido, y se nos llamaba brillantes,
Lsidades y hacienda eran realidades; notables, in-
Castelar, en Cá- geniosos, patriotas— segundo grado del
t?
\ mos, cuando adolescentes, en Kati-
\
en Valera, en Campoamor, punan— rompíamos nuestras cuerdas vocales
\ novas, en Sagasta,
;

..

marcha de Cá- para caer en la inarticulación,


\ \en el Cid, en Lepante y en la se nos y cali-
ficaba de ilustres, insignes, eximios
en los graneros
diz; en el Banco de España, y emi-
española Infantería. Nos nentes—último y supremo grado del Kati-
\de Castilla y en la
jóvenes, con que se ha- punan—
encontramos, cuando
cien mil cadá- Fué aquélla la conspiración de los elogios
^ bían quedado en las colonias
se desparramaban por la -aúnmás funesta que la del silencio. No es
veres de soldados,
3

if^
— 34 — - 85 —
extraño que durante algún tiempo Azorín» vincia en provincia, lentamente, muy lenta-
Barcja y yo pensáramos seriamente en publi-
car una revista que llevara por título Los tres
— ¡oh candidez de la soberbia! —
y cuando'
^ mente, como tenía que suceder en un país
secularmente inerte, hasta remover los más
profundos légamos sociales;
;
y cuando los go-
cesamos de dar gritos para volver las miradas bernantes de hace poco más de un año se de-
á nuestro alrededor, nos encontramos doloro- cían cínicamente los unos á los otros: «¡Veinte
samente con que las cosas seguían como antes. años de poder, y después, el diluvio!», se en-
No seguían como antes, por fortuna. Queda- contraron con que el pueblo se había trans-

ban en sus puestos materiales ministros y ex formado. No era verdad; no se había transfor-
/,
ministros, académicos y generales; pero se ha- mado aún; su transformación no ha hecho sino
bía trazado en la Historia una línea ideal que como el pueblo no se había mo-
'

iniciarse; pero
separaba los hombres anteriores á 181)^ de los vido en nuestra Patria desde hace tantos
años,
que hemos venido después. Algunos de los se creyóque se había transformado. «Ya no se
nuestros, desesperanzados al ver que sus ojos leconoce», decía en De va, sorprendido, el se-
materiales seguían viendo las cosas como an- ñor Lacierva. Pero no hay en el cambio el '

tes, renunciaron á continuar la lucha y caye- menor misterio: de una parte, el espíritu del i
ron en las tertulias de los viejos, en busca de tiempo, con las noticias que nos trae del mun-
un empleo, como quien se tumba para echarse do; de la otra, una j^alabra española, una
á morir. Otros nos alejamos para pensar me- sola, la de «regeneración»; y de otra parte,
(i
jor en lo que había ocurrido y, sobre todo, en los 200.000 repatriados que han pasado sobre
lo que había dejado de ocurrir. Otros renun- la línea ideal de 1898, hasta hacer
imposible
ciaron á vivir espiritualmente la vida nacio- ::É-v la continuidad histórica entre los ^Dartidos po-
nal, consagrándose como prosistas ó como poe- líticos anteriores á esa época
y los que habrán
tas á refinar sus medios expresivos, y olvidán- de sucederles.
dose de que, por no haber ensanchado la base Quedó también en el ambiente un espíritu
humana en que ha de alzarse el arte, se encon- de crítica que impedirá se repitan en lo suce- '

<m #•
traban sin nada que decir. Otros cayeron en sivo aquellas hipérboles de la Restauración
y
el bajo mercantilismo de la pornografía. Pero la Regencia. Ya no será posible que en lo
fu-
la agitación espiritual, infructuosa en Madrid, turo saludemos como á grandes políticos,
i
como
iba extendiéndose de pueblo en pueblo, de pro- á grandes dramaturgos, como á grandes poe-
'

1^

I i
— 31; - - ~
37
tas, como á grandes historiadores ó como á vorsidad de Berlín, las encontrara listas. Pero
grandes pensadores á quienes no sean ni polí- Costa alzó su voz en el desierto: detrás de sus
ticos, ni dramaturgos, ni poetas, ni historia- * ^ espaldas no había nadie, porque no había nada. '
>
dores, ni pensadores. Han de ser sólidos los Al advertir este contraste hemos empezado
pulmones que resistan este aire enrarecido. á pisar terreno firme. Ya sabemos, no opina-
La crítica se hizo tan intensa, que tuvo que mos, sino que sabemos que la diferencia entre
volverse contra los mismos regeneradores. Fi- España y Europa sólo consiste en el menor ó
nalmente, hemos caído en la cuenta de que si mayor esfuerzo de los intelectuales. Nosotros
Pichte logró, con sus Discursos ú la nación marcamos en cada pueblo el ritmo del traba-
alemana, rehacer Prusia en menos de siete jo. Lo que seamos nosotros, eso y no otra cosa
años, mientras nuestro gran Costa no obtuvo será España; como no es actualmente sino lo
J
igual fortuna en 1898, es port^ue Fichte, cuan- que la hicieron nuestros antecesores. Lo que \

do hablaba en 1808, llevaba á las espaldas á un hace á los pueblos es trabajo de la inteli-^
el
<H
(xoethe, que el mismo año daba público nada
al gencia. Toda la responsabilidad se nos ha caí-
menos que el Fausto; á un Hegel, que había do encima á partir del momento en que hemos
publicado el año anterior la Fenomenología del visto que las faltas pasadas no excusan las
esiriritu; á Kant con sus tres Criticas j á Schel- presentes. Ya no es solamente la responsabili-
ling con su idealismo, á los Schlegel con su dad difusa de los iutelectuales como clase,
crítica, su Shakespeare y su filología; á Schil- sino la de cada uno de nosotros en cada hora (í
1er con sus dramas, á Novalis con sus- poesías, del día. Pero desde el momento en que hemos
á Herder con sus hebreos, á Winkelraann con visto que el mundo depende de nosotros, han
sus griegos, á Lessing con su Nathán, á Klo- empezado á surgir intelectuales en España, '

postok cojí sit Mesías, á Leibnitz, á la Refor- no ya al modo con que antes surgían, como
ma, alRenacimiento. Alemania no era aún aerolitos venidos del cielo 3' monstruos de la \

real; pero todas las armas de la Alemania de Naturaleza, sino de un modo sistemático j'- en-
ho}'*. ciencia, disciplina, idealismo, historiéis- lazándose los unos en los otros en la cadena
< I »-
mo, música, escuelas, estaban afiladas. Bastó ideal de maestros y discípulos.
que Fichte hiciera sentir la necesidad de mane- Así se a2:)unta una generación más recia,
jarlas al Gobierno y al pueblo de Prusia, para más disciplinada, más austera. Ilecia ha de
que, al inaugurarse dos años más tarde la Uni- sor para afrontar los tiempos que la esperan.

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- 39 -
/^
Para defenderse contra la fuerza nueva que señar, después; de enseñar hasta que una
el

llama las gentes al trabajo, el dormimiento si- vida de trabajo sea más entretenida que una
mulará letargo; la inercia, crítica; el pesimis- i^> vida de ocio y de murmuración. Y como el ca-
ino, sátira; la ignorancia, agudeza; y la clá- mino es infinito, no tenemos derecho, ni á de-
sica candidez española del pillo que, á fuer de jar que nos canse la resistencia ajena, ni á
pillo, de hambre, guiñará entrambos
iniiere cansarnos nosotros. Por delante se alza para
l\
ojos. En
cada Universidad, en cada cuarto de nosotros la perspectiva de treinta ó cuarenta
banderas, en cada redacción, en cada teatro, años de trabajo, en que á ratos nos sonreirá la
en cada tertulia, en cada escuela, en cada ca- esperanza de que, al llegar á viejos, no se es-
í »í

sino rechinará la resistencia contra la gente cuchen los bramidos de los jóvenes que anhe-
realmente nueva, que se propone sustituir en len nuestra muerte, como tienen que escu-

todos los aspectos de la vida española, no sólo <^. y charlos los ancianos de las vidas estériles.
en el Ejército, el antiguo sistema de la obe- Eso si la revolución no nos sorprende en el

diencia pasiva, blasfemia y bofetadas, por el camino.


de la obediencia activa, que obliga á gobernar Porque es probable que nos sorprenda, en
(3on la enseñanza y el ejemplo. No importa. pago de las culpas de las clases intelectuales
La V que nos han precedido. Como era obligación
; \l resistencia se irá venciendo, no áólo por la <
il

actividad, sino por el conocimiento del cami- de los intelectuales dotar al pueblo de justicia,
í|t
no. Mientras creíamos, con Costa, hace diez de herramientas de trabajo, de métodos de co- 11

años, que las clases intelectuales existían, laboración, de organización administrativa,


pero que eran retraídas, es decir, inmorales, de escuelas, de dirección, de seguridad exter-

Pili era lógico que diéramos gritos en la esperanza na é interna, de ideales, de disciplina, de jor-
de despertarlas al deber, y que enronqueciéra- nales suficientes y de vida cómoda y barata,
V;/
I

mos gritando, y que, al sentirnos enronqueci- y esa obligación ha quedado incumplida, nues-
dos, nos desalentáramos y echásemos al surco. tro pueblo ha empezado á moverse por sí solo,
Pero desde que nos hemos convencido de que con entera independencia de lo que dicen
4 y K)

U
'

nuestras clases intelectuales no existen, de hacen nuestras clases intelectuales. Don Joa-
que son retraídas ó inmorales porque no son quín Costa pensaba hace diez años que «la au-
intelectuales, ya. no hay para nosotros más ca- sencia indeliberada del pueblo» iba á ser per-
mino que el de estudiar, primero, y el de en- manente. «Raza incapaz para la evolución»,

- 40 - — 41 —
«atrasada, imaginativa
y presuntuosa», «pue- propicia: una guerra exterior, una guerra ci- *
1

blo de mendigos é inquisidores», «indigente


y y V-
vil,una revolución política, para caer sobre
anémico», decía Costa, y por eso pedía la ac-
ción oficial. Pero no es
í.;1
/ todos nosotros. El año pasado se hizo eviden-
más anémico ni más^ te que nuestro pueblo no volvería á soportar
ignorante nuestro pueblo de lo que era el de el envío de otros 300.000 soldados para una
Francia en 1789, y á pesar de ello, ó, mejor
empresa colonial; y no eso sólo, sino que para
dicho, por esa causa, surgió la Revolución
moverse y rebelarse no necesita ya de orga-
francesa, en su aspecto de episodio violento.
nizaciones y caudillos, sino que le basta la
Ha hecho la Historia que en el momento ocasión
í mismo en que ha empezado á descubrirse en- Esto es lo grave. Si nuestro pueblo estuvie-
tre los intelectuales españoles el camino ver- se organizado, bastaría á nuestras oligarquías
1
dadero del progreso, cuando sienten nuestras
<f parlamentar con las organizaciones populares
almas el contacto con el centro del mundo,
para ir alcanzando sucesivas soluciones pro-
haya empezado á bambolearse aquella inerte
r^ ^

visionales de concordia. Pero no está organi-


pasividad del pueblo en que se fundamenta-
Lo característico de la agitación popu-
i

zado.
ban nuestras oligarquías. Durante más de-
lar española es que se efectúa
por agencias
cuatro siglos han dispuesto á su antojo nues- < anónimas, por hombres más ó menos desco-
tras clases intelectuales de la obediencia po^
nocidos, perfectamente sustituíbles los unos
pnlar. Han abusado de ella, derramando la
por los otros. Es verdad que los políticos con- 11
sangre española en toda suerte de guerras ab-
servadores atribuyen la agitación á persona-
surdas, de conquistas innecesarias
y de em- lidades determinadas, y creen, ó aparentan
presas nocivas; pero no se han cuidado, ni d&
creer, que bastaría poner á buen recaudo á
proveer á sus necesidades materiales, ni de
esas personalidades para que la agitación ce-
educarle espiritualmente. Ahora, cuando he-
sara. Su tesis es ridicula. Al cabo de lo
escri-
mos llegado á la convicción sólida de que el
to sobre la revolución de Barcelona, sabemos
problema de España es de cultura, y de que la que
¡

huelga general fué organizada por dos


la
solución al problema depende únicamente del <;
ó tres obreros, como podía haberlo sido por
esfuerzo de las clases intelectuales, nos en-
otros dos ó tres cualesquiera,
contramos con que el pueblo se nos ha esca- y que los incen-
dios y las barricadas fueron obra del pueblo.
pado moralmente, y sólo espera una ocasión En las provincias del Norte el pueblo se ha
— 42 — — 43 —
hecho radical en estos años sin que hayan sur- tales no es temible,porque siempre hace vol-
gido oradores ni escritores ni organizaciones ver los intereses. Lo que es temible es el éxo-
f
que transformaran su modo de pensar. do de los brazos y de la actividad mental, por-
LíO que transforma el sentir del pueblo es, que no existe otra riqueza positiva. Si se van
de una parte, el que empieza á enterarse de los productores y se quedan los no producto-
que fuera de España no se vive tan mal; de res, ¿no es indefectibleque se aproxime el día
: otra parte, la torpeza económica de un régi- en que las clases parasitarias del país tengan
men en que se ha multiplicado el coste de la que devorarse unas á otras y deparen al pue-
I
vida, sin que guarde la proporción debida el blo la ocasión que acecha para acabar con to-
alza de los salarios; y, por último, la emigra- das ellas?
ción ejerce considerable influencia en el ma- De esta suerte se están operando al mismo
lestar universal. Hace diez años imagina-
se 4'^ -^^ tiempo dos novedades paralelas é indepen-
I 1
ban los conservadores que la emigración con- dientes: un movimiento de reforma y un mo- ,

iii tribuiría á aquietar el país: querían curar las vimiento de revolución. La reforma encarna! X3-
calenturas con los procedimientos del doctor en unos cuantos intelectuales que, al conven-
Sangredo. Pero cada español que abandona cerse de que el problema de España es de cul-
España es un cliente que pierden el labrador, 4 "

tura, y el problema de cultura ha de ser solu-


el industrial, el comerciante, el casero y el cionado precisamente por los intelectuales,
Fisco. Verdad que en algunos casos envía á han reformado su carácter, y, como de pasa-
España parte de sus ahorros. Pero este cálcu- da, sus costumbres también. El movimiento
y absurdo en el terreno estricta-
lo es infantil revolucionario está en el pueblo; no en estos
mente económico. De poco sirve que el emi- ni en aquellos caudillos, sino eu el pueblo in-
grante envíe dos, si su sola ausencia priva asequible, misterioso y anónimo. La pregun-
á España de un trabajo que vale doce. Pues ta-dilema que la actualidad nos brinda, es la
que, en último término, ¿existe otra riqueza de si se operará antes la reforma, ó si se verá
que no sea el trabajo? Con trabajo se paga al alcanzada por la revolución. Es una situación
¡' Fisco los mil y cien millones de sus presu- que rebasa el radio de acción de los Gobier- \

puestos: cuantos más trabajadores emigren á nos. Ello no es obstáculo para que sea prefe-
otras tierras, más pesada es la carga para los rible un Gobierno relativamente discreto, que
que aquí quedan. La emigración de los capi- tenga suficiente talento para comprender la

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«pivamM»
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—U— — 45 —
Pero, sean como fueren los Gobiernos que
necesidad de la reforma, que no dificulte y
en estos años se vayan sucediendo, no podrán
aun ampare las organizaciones populares, en
alterar substancialmente la situación espiri-
la esperanza de que haga así posible para
los
tual de España, porque no está en sus manos
hombres de la reforma, cuando estos hombres
la posibilidad de acometer la reforma, em-
se hallen capacitados para acometer su obra,
presa que requiere manos nuevas y limpias,
la inteligencia con el pueblo. Tal vez sea de-

masiado optimismo hacer hipótesis sobre la y porque tampoco está en sus medios acabar
con el espíritu revolucionario cuando éste no
posibilidad de semejante Gobierno.
se propaga ya por las clases intelectuales, sino
Un Gobierno imprudente, en cambio, po- que se transmite de la boca al oído entre las
dría acabar desde luego con estas expansio-
capas populares. Entre los hombres de la re-
nes de nuestro incipiente movimiento de re-
forma están ya, trazadas las líneas generales
forma y disolver las rudimentarias organiza-
de un programa. Todos están de acuerdo en
ciones populares; pero sería impotente para
una idea central, aunque todavía la designen
contrarrestar el movimiento revolucionario,
por nombres diferentes. Lo que llama socia-
precisamente porque se está efectuando por
lismo Ortega y Gasset, lo llamaba yo en Bil-
agencias anónimas, ya no es una idea, sino
bao liberalismo, y nuevo liberalismo Melchor
un sentimiento, casi un instinto, lo están pro-
Almagro en esta casa, y neoliberalismo Vi-
vocando los mismos apetitos que ese Gobier-
porque ese Gobierno, dado el cente Gay en Yalladolid, y se llama estatismo
no ampararía, y
ó intervencionismo en Barcelona, como po-
parasitismo de nuestras clases oligárquicas,
de ( >
dría llamarse moralismo á secas. En el fondo
se vería obligado á sacrificar los apetitos
V" es kantismo, conciencia de la conciencia, su-
los muchos para satisfacer los de los pocos, y
misión á la ley,rebasamiento del yo individual
haría así volverse en contra suya buena parte f
en la conciencia del yo transcendental, iden-
de las clases gobernantes que intentaría de-
tificación del yo transcendental con el yo del
fender. Este Gobierno ofrecería, en cambio,
prójimo, eliminación consecuente de elementos
la ventaja de unificar las energías de los me-
místicos en la teoría y en la práctica, justifi-
jores elementos de nuestras clases medias,
cación de la vida individual en la vida social,
porque, obligadas á renunciar á la adquisi-
salvación de cada individuo en los demás y re-
\ción de la cultura, se lanzarían, desespera-
J'
dención de todos en la cultura y en las cosas.
!das, á la conspiración.
i

\.
r
11

— 46 — — 47 —
movimiento de refor- antes de que el letargo de nuestras clases
Aún falta todo á este
ni siquiera susci- intelectuales haya provocado la revolución;
majTodavía no ha logrado
haga ver pero si la revolución surgiere cuando todavía
tar la aparición del político que lo
siquiera no se hallase lista para hacer la reforma, sa-
al pueblo. Todavía no ha creado ni
se sienta capaci- brá colocarse donde el deber la llame y hará
una minoría de hombres que
noche á la mañana un supremo esfuerzo para marcar un rumbo,
tada para asumir de la
Aún en estado
se halla aun en medio del caos.
funciones de gobierno.
que ni siquiera dispone de Señores, al advertir el año pasado que la
tan embrionario,
I

hombres de buena vo- distinción socrática entre opinión y conoci-


:
suficiente número de
miento no se había efectuado aún en nuestro
luntad que se repartan los distintos aspectos
probabilida- ambiente mental; que se seguía juzgando, á
.1
de la cultura para anunciar, con
la faz del mundo, de los sucesos y de los hom-
des de acierto, que dispondrá dentro de algu-
reorgani- bres por opinión, y no por conocimiento; que
nos años de personal suficiente para
técnica moderna los ocho la Europa ideal nos arrojaba su indignación
zar con arreglo á la
encuentra ni siquiera encima, y que nuestras clases gubernamenta-
Ministerios. Aún no se
estas les no acertaban ni á explicarse siquiera la
con fuerzas para afirmarse en público, y
indignación de Europa, unos cuantos españo-
palabras mías no se proponen hablar á todo
cuantos, nada les residentes en Londres empezamos á reunir-
ol mundo, sino buscar á unos
nos con más frecuencia que antes para frotar-
más que á unos cuantos, porque aún es preciso
acción social nos los unos á los otros el dolor nacional. Sen-
cazar las almas una á una. Su
tiene que ser aún modesta. Hará política por- — tíamos, de una parte, que nuestros ojos eran
ya de Europa, y que, por encima de todo,
que, en su ética, la política y el deber
se
I

política de orientación y de nuestro corazón era de España. Aquella tris-


!
'

identifican—, hará
m fiscalización; pero
en la política es á
lo que principalmente busca
los hombres del día de ma-
teza, aquella vergüenza colectiva nos limpia-
ba el alma de personalismos y ruindades,
y
partidos gobernantes, no tardaron en convertirse nuestras reuniones
^- nana. No irá con los
en eficaces instrumentos de colaboración es-
porque es un movimiento de reforma, y no
sentirse pre- piritual, en que nos fiscalizábamos, orientába-
de inercia; aún espera que podrá
mos y ayudábamos mutuamente, comunicán-
parada dentro de algunos años para ponerse
donos con lealtad nuestras herramientas de
en condiciones d'e afirmarse públicamente

ni

'} :
— 4R —
labor intelectual. Salíamos de ellas con ener-
gía fresca para nuestro trabajo cotidiano.
De
las reuniones, de los estudios y, sobre todo,

del dolor colectivo surgió en nuestros espíri-


tus el ideal modesto de ofrendar nuestras
sus
vidas á la obra de que España, al perder
bienes y prestigios externos, se lance desde
ahora á la conquista del mundo interior. «Por
fuera, limitados; por dentro, sin límites», dijo
Goethe. Y si en España se celebran, como sos- \

pecho, muchas reuniones animadas del mismo


espíritu, avín se abre para todos nosotros
una 4. '-«I I

•flor de esperanza: la de que sea


España quien
trueque en realidad el ideal de Goethe, \

Hk dicho. ^ l;l
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ATENKO
REVISTA MENSUAL ILUSTRADA

BIBLIOTECA DH AUTORKS ESPAÑOLES Y AMERICANOS

CIENCIAS, LETRAS, ARTES


DIRECTOR: MARIANO MIGUEL DE VAL

Publica artículos, novelas, cuentos, poesías, teatro;


informaciones extranjera, académica, literaria, financiera, política,
bibliográfica, etc.
Fotografías, retratos, autógrafos, láminas.

\
AÑO SEXTO DE SU PUBLICACIÓN
Setenta y dos números en doce tomos.
Contienen interesantes trabajos de Acebal, Alcover, Alvnrez
Quintero, Antón, Argente, Beruete, Blasco Ibáflez, Bonilla, In-
fanta Paz de Borbón, Canalejas, Condesa del Castellá, Cejador.
Cortón, Costa, Chocano, Rubén Darío, Dávalos, Díez-Canedo,
Echeffaray, Fernández Shaw, Fuentes, García Mercadal, Gon-
zález-Blanco, Ibáftez Marín, Icaza. Luque, Machado, Madariaga,
Maeztu, Marquina. Marvá, Matheu, Maura, Mélida, Menündez y
Pelayo, Mesa, Moret, Ñervo, Oliver, Pérez de Ayala, Picón, Po
lavieja, Pondal, Puyol, Reyes, Blanca de los Ríos,
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Marín, Roso de Luna, Rueda, Sales y Ferré, Salillas, Sandoval.
Unamuno, Urbano, Val, Vega,
Silvela, Tolosa Latour, Ufarte,
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