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El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, 4
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, 4
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El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, 4

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El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha por Miguel de Cervantes Saavedra, cuarto tomo. La cuarta parte abarca los capítulos XV al XXI de la primera parte y está prologada por Alfonso Reyes.
LanguageEspañol
Release dateJan 23, 2018
ISBN9786071652928
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, 4
Author

Miguel de Cervantes

Miguel de Cervantes was born on September 29, 1547, in Alcala de Henares, Spain. At twenty-three he enlisted in the Spanish militia and in 1571 fought against the Turks in the Battle of Lepanto, where a gunshot wound permanently crippled his left hand. He spent four more years at sea and then another five as a slave after being captured by Barbary pirates. Ransomed by his family, he returned to Madrid but his disability hampered him; it was in debtor's prison that he began to write Don Quixote. Cervantes wrote many other works, including poems and plays, but he remains best known as the author of Don Quixote. He died on April 23, 1616.

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    El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, 4 - Miguel de Cervantes

    MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA

    El ingenioso hidalgo

    Don Quijote de la Mancha

    4

    FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

    Primera edición FONDO 2000, 1999

    Primera edición electrónica, 2017

    Contiene los capítulos XVI al XXI de la primera parte de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Prólogo de Alfonso Reyes, Una interpretación de Don Quijote, Obras completas, t. VII, México, 1957.

    D. R. © 1999, Fondo de Cultura Económica

    Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México

    Comentarios:

    editorial@fondodeculturaeconomica.com

    Tel. (55) 5227-4672

    Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc. son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicana e internacionales del copyright o derecho de autor.

    ISBN 978-607-16-5292-8 (ePub)

    ISBN 978-607-16-5288-1 (ePub, Obra completa)

    Hecho en México - Made in Mexico

    De poetas no digo. Muchos en ziernes para el año que viene; pero ninguno hay tan malo como Zervantes, ni tan nezio, que alabe a Don Quijote.

    LOPE DE VEGA

    ÍNDICE

    Una interpretación del Quijote. Alfonso Reyes.

    CAP. XV.—Donde se cuenta la desgraciada aventura que se topó Don Quijote en topar con unos desalmados yangüeses.

    CAP. XVI.—De lo que sucedió al Ingenioso Hidalgo en la venta que él imaginaba ser castillo.

    CAP. XVII.—Donde se prosiguen los innumerables trabajos que el bravo Don Quijote y su buen escudero Sancho Panza, pasaron en la venta que, por su mal, pensó que era castillo.

    CAP. XVIII.—Donde se cuentan las razones que pasó Sancho Panza con su señor Don Quijote, con otras aventuras dignas de ser contadas.

    CAP. XIX.—De las discretas razones que Sancho pasaba con su amo y de la aventura que le sucedió con un cuerpo muerto, con otros acontecimientos famosos.

    CAP. XX.—De la jamás vista ni oída aventura que con más poco peligro fue acabada de famoso caballero en el mundo, como la que acabó el valeroso Don Quijote de la Mancha.

    CAP. XXI.—Que trata de la alta aventura y rica ganancia del yelmo de Mambrino, con otras cosas sucedidas a nuestro invencible caballero.

    Plan de la obra.

    UNA INTERPRETACIÓN DEL QUIJOTE

    ALFONSO REYES

    Don Quijote ha engañado a todos, aun al mismo Cervantes. No está loco: se finge loco —nuevo Bruto, nuevo Hamlet— para romper con las limitaciones del ambiente que lo rodea. Por eso, porque está en el secreto, es el único que no pierde nunca la serenidad. Cervantes dice que se va a burlar de los libros caballerescos; es una manera de hablar; él se burla, de hecho, de todos los géneros literarios. Los que buscan en la obra un concepto filosófico del mundo —contraste de lo ideal y lo real— también se equivocan. Don Quijote defiende al débil por imitación a la tradición caballeresca, no por virtud pura. Es vanidoso y soberbio: siempre está pensando en la gloria terrestre. Piensa en conquistas materiales y a veces miente a sabiendas. Tampoco es verdad que Sancho represente la materia pura: es más crédulo que Don Quijote. Si éste cree, o lo finge, en los caballeros legendarios, Sancho cree en Don Quijote, lo cual es todavía más difícil. Cuando Sancho se encuentra gobernador de su ínsula, piensa más en la justicia que en la riqueza. El verdadero loco es Sancho. La novela es una verdadera miscelánea en que hay: a) poesías burlescas o madrigales; b) novelas trágicas, patéticas, románticas; c) crítica literaria que a veces es directa y a veces en forma de parodia; d) silva de varia lección, o sea trozos retóricos sobre temas y lugares comunes ya medievales, ya humanísticos; e) y por medio de todo esto, se abre paso el argumento central: el viaje de todos los héroes ambulantes. Los viajes son los libros más profundos y populares: La Odisea, La Eneida, La Comedia, Gulliver, Robinson, Simbad, las Cartas persas, Fausto, las Almas muertas, etc. Todo gran libro es un remedo del Juicio Final, y para juzgar a los hombres hay que viajar y conocerlos. El hombre mismo es un peregrino. Don Quijote está cansado de la vida usual y casera; no le queda más liberación que la locura. Si sólo fuera cristiano ideal, hubiera imitado a Jesús, como san Francisco. Él imita a los caballeros andantes para salirse con la suya. Necesita que el mundo le deje andar errando a su antojo, y éste es privilegio que sólo se concede a los locos. Le gusta sufrir un poco; cuando lo compadecen, ríe. A veces desconcierta al crédulo Sancho, dándole con la realidad en los ojos. Si hace reír es, precisamente, porque no sabe llorar. Véase cómo, en Sierra Morena, envía a Sancho con un mensaje para Dulcinea, y le dice francamente que se quedará haciendo el loco hasta su regreso. Pero su método de locura es la imitación: va a imitar a Amadís, y a Don Roldán sólo hasta donde no le parece demasiado furioso. Estas declaraciones nos descubren todo el secreto de Don Quijote. Y como Sancho le pregunte la causa de tanta locura, puesto que Dulcinea no le ha hecho nada que las justifique, Don Quijote contesta que el toque está en desatinar sin ocasión. Cuando le describen la Dulcinea real, él la finge a su manera y corrige la descripción. Cuando Sancho quiere darle la alucinación ya forjada, él la rechaza. Todos lo sospechan cuerdo y le llaman el cuerdo loco. La historia de la cueva de Montesinos es otra clave de su disimulo. Don Quijote deja traslucir su juego porque no lo toma muy en serio. En su vida no hay drama porque no hay seriedad. La verdadera profundidad de este Burlador de la Mancha está en otra parte: Don Quijote es un artista de la vida en el sentido literario moderno, porque se vale de una deformación voluntaria. Esta deformación es siempre artística: simbólica. En efecto, en los borregos ve soldados; en las prostitutas, doncellas; en los presos, inocentes esclavos. ¿No hay una sátira social en el fondo de todo esto? Conoce a los hombres, y entre odiarlos y divertirse con ellos, prefiere esto último. E inventó hacerse caballero para que los hombres, creyendo burlarse de él, le sirvieran de bufones.

    CAPÍTULO XV

    Donde se cuenta la desgraciada aventura que se topó Don Quijote en topar con unos desalmados yangüeses

    Cuenta el sabio Cide Hamete Benengeli que así como Don Quijote se despidió de sus huéspedes y de todos los que se hallaron al entierro del pastor Grisóstomo, él y su escudero se entraron por el mesmo bosque donde vieron que se había entrado la pastora Marcela; y, habiendo andado más de dos horas por él, buscándola por todas partes, sin poder hallarla, vinieron a parar a un prado lleno de fresca yerba, junto del cual corría un arroyo apacible y fresco; tanto, que convidó, y forzó, a pasar allí las horas de la siesta, que rigurosamente comenzaba ya a entrar. Apeáronse Don Quijote y Sancho y, dejando al jumento y a Rocinante a sus anchuras pacer de la mucha yerba que allí había, dieron saco a las alforjas, y, sin cerimonia alguna, en buena paz y compañía, amo y mozo comieron lo que en ellas hallaron.

    No se había curado Sancho de echar sueltas a Rocinante, seguro de que le conocía por tan manso y tan poco rijoso,¹ que todas las yeguas de la dehesa de Córdoba no le hicieran tomar mal siniestro. Ordenó, pues, la suerte, y el diablo (que no todas veces duerme), que andaban por aquel valle paciendo una manada de hacas galicianas² de unos harrieros yangüeses, de los cuales es costumbre sestear con su recua en lugares y sitios de yerba y agua, y aquel donde acertó a hallarse Don Quijote era muy a propósito de los yangüeses. Sucedió, pues, que a Rocinante le vino en deseo refocilarse con las señoras hacas, y saliendo, así como las olió, de su natural paso y costumbre, sin pedir licencia a su dueño, tomó un trotico algo picadillo³ y se fue a comunicar su necesidad con ellas; mas ellas, que, a lo que pareció, debían de tener más

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