Discover millions of ebooks, audiobooks, and so much more with a free trial

Only $11.99/month after trial. Cancel anytime.

El Único Dios Verdadero
El Único Dios Verdadero
El Único Dios Verdadero
Ebook268 pages5 hours

El Único Dios Verdadero

Rating: 1 out of 5 stars

1/5

()

Read preview

About this ebook

"The Only True God" is the originator of all the languages of the nations of this planet Earth (Genesis 11:1-9). Does He knows the details of Grammar of those languages? How can we define in synthesis whatGrammar is? Does our wise and sovereign God presaw the need of talking to us in our own language? Does He also presaw that His dealing with the human race should be written in a book?


Because these are facts that cannot be denied, it is evident He decreed that every word, phrase, sentence, concepts and complete paragraphs written in The Bible should be grammatically correct. The concept of the Three Persons of deity is evidenced with printine clarity, whenever this Book of God is grammatically interpreted. Inthe last night before His crucifixion, in His prayer to the Father, Jesus said: "This is eternal life, that they may know You, the only true God, and Jesus Christ whom You have sent. An now, Oh Father, glorify Me together with Yourself, with the glory which I had with You before the world was." "Me" and "I" explicitly defines two persons!

LanguageEnglish
PublisherAuthorHouse
Release dateAug 4, 2009
ISBN9781438991962
El Único Dios Verdadero
Author

Nestor C. Harry

“There was a man sent from God, whose name was Nestor.”  He was born March 26, 1928, in Mayaguez, Puerto Rico.  When he was 9 years old, their parents moved south to Aguadilla.  At the age of 20, the first Friday of April 1947, (Holy Friday) he accepted Jesus Christ as his personal Savior.  On Sunday Resurrection Day, he went with his father to church, to confess publicly that Jesus was now his Savior.   October 15, 1948, he immigrated with his parents to the city of New York, where he studied for three year in the Bible Institute of Eastern Spanish Council, of the Assemblies of God.  After he graduated with honors, and by direct call from our Lord Jesus Christ, he started developing his ministry of evangelist among some of the most outstanding and eloquent men of God of his days.   During 1950 thru 1980 decades, he preached in deliverance and evangelistic campaigns in the United States: North, South, East and West.  He also visited several nations of Central and South America and Greater Antilles: Puerto Rico, Cuba, Dominican Republic, Mexico, Guatemala, Nicaragua, Honduras, Panama, Venezuela, Peru, Ecuador and Chile, preaching in evangelistic and deliverance crusades in open air, plazas, auditoriums, tents, and baseball or soccer stadiums.  Great numbers of souls were saved, and hundreds of sick people received healing for their bodies.   His radio program “On Wings of Faith” reached his maximum popularity in New York and Rio Grande Valley in Texas, and for more than 20 years he brings a message that changed the wave of theological thinking and conscience of many believers, leaving profound prints in the hearts of Hispanic people.  “You have loved righteousness and hated lawlessness; therefore God, Your God, has anointed you.”   Rev. Walter M. Somarriba Templo de Renovación Espiritual, Washington, D. C.

Related to El Único Dios Verdadero

Related ebooks

Inspirational For You

View More

Related articles

Reviews for El Único Dios Verdadero

Rating: 1 out of 5 stars
1/5

1 rating0 reviews

What did you think?

Tap to rate

Review must be at least 10 words

    Book preview

    El Único Dios Verdadero - Nestor C. Harry

    © 2010 Nestor C. Harry. All rights reserved.

    No part of this book may be reproduced, stored in a retrieval system, or transmitted by any means without the written permission of the author.

    First published by AuthorHouse 3/5/2010

    ISBN: 978-1-4389-9196-2 (ebk)

    ISBN: 978-1-4389-9195-5 (sc)

    Printed in the United States of America

    Bloomington, Indiana

    Contents

    PREFACIO

    INTRODUCCIÓN

    Capítulo Uno

    Capítulo Dos

    Capítulo Tres

    Capítulo Cuatro

    Capítulo Cinco

    Capítulo Seis

    Capítulo Siete

    Capítulo Ocho

    Capítulo Nueve

    EPÍLOGO

    PREFACIO

    Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste. Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. Ahora pues, Padre, glorifícame tú para contigo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese (Juan 5:1-4).

    Una sana y honesta lectura de esa declaración de Jesús expresada en Su oración al Padre, en el Jardín de Getsemaní, durante Su última noche antes de Su muerte en La Cruz del Calvario, nos dará claro conocimiento de varios innegables hechos:

    1. La existencia de un ser divino que es el verdadero y único Dios. Aunque Su nombre no aparece en la declaración, se sobreentiende que Jesús está dirigiendo su oración al Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el cual es conocido como Jehová, el Señor.

    2. Jesús es el Cristo, el Mesías, prometido redentor enviado al mundo por ese verdadero y único Dios, para la salvación del perdido pecador.

    3. La vida eterna a que esa declaración hace referencia consiste en conocer personalmente a este único verdadero Dios, y a Jesucristo el enviado por Él. Se deduce, entonces, que de la misma manera que Jehová es el único Dios verdadero, Jesucristo, también es el único y verdadero salvador de todo aquel que en Él cree.

    4. Es necesaria una honesta, sincera y humilde actitud de lograr sana y correcta interpretación de Los Escritos Sagrados. Para lograrlo es indispensable hacer apropiado uso de La Gramática, definida como las reglas sistemáticas de un lenguaje, sus formas y el arreglo de palabras en la construcción de una oración; y el arte de usarlas correctamente.

    Es también indispensable el uso de La Hermenéutica, el bien definido estudio o ciencia, la cual enseña las importantes reglas que deben ser usadas en la correcta interpretación de todo documento.

    Pero es lamentable decir que se ha perdido el sincero amor por el correcto uso de La Gramática y La Hermenéutica, en la interpretación de lo que ha sido gramaticalmente escrito. Esa es precisamente una de las faltas cometidas por la teología del Solo Nombre, en su interpretación de las tres personas de la Deidad.

    Si se acepta el concepto de la inspiración plenaria de Los Escritos Sagrados, es entonces, lógicamente necesario aceptar la premisa de que siendo el Espíritu Santo quien inspiró a los escritores, es propiamente necesario asumir que Dios conocía las reglas de La Gramática. El conoce que las partes constructivas de una oración son los nombres, pronombres y adjetivos, verbos y adverbios, conjunciones y preposiciones, etc. El Espíritu Santo conoce también el significado exacto de cada una de las partes constructivas de esas oraciones.

    Un sencillo ejemplo es el uso de la preposición de hallada en Revelación 3:10, donde se lee: Yo también te libraré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra. El uso de dicha preposición en la frase te libraré de la hora de la prueba, infiere que La Iglesia no pasará por la hora de la prueba.

    Él, también, es conocedor de la diferencia en el uso apropiado de la preposición en como se infiere en el caso de los tres jóvenes hebreos, los cuales no fueron librados del (de el) horno de fuego, sino en el horno de fuego. Este mismo Espíritu Santo es consistente en el uso de la preposición de en las salutaciones apostólicas de cada una de sus epístolas, en donde ellos usan distintivamente la declaración, Dios Nuestro Padre y del (de el) Señor Jesucristo.

    Sugiero al lector de este estudio tener en cuenta las siguientes observaciones:

    1. La abundante evidencia bíblica presentada en este libro, refutando la teología del Solo Nombre es tomada de la Versión de Valera, Revisión del 1960 ("La Biblia Anotada de Scofield, D. D.) El énfasis hecho en cada referencia bíblica en este libro es nuestra. Éste énfasis usado es expresado en la forma cursiva de lo escrito, letra negra y a veces subrayada o entre comillas.

    2. Confieso desde ya que la repetición de frases, declaraciones y argumentos no es propia característica en un buen ensayo literario. Tampoco quiero sea aceptado como excusa personal. La única razón para la repetición es que dichas frases, declaraciones o argumentos están siendo aplicados a diferentes referencias bíblicas o conceptos teológicos.

    3. No es mi intensión la controversia ni el juicio personal. Reconocemos que no es terreno nuestro el hacer juicio de quién es salvo o no. Esa es prerro-

    gativa solo de nuestro compasivo y misericordioso Dios y Su Palabra. Son innumerables las persuasiones teológicas del presente panorama evangélico. Y cada uno hace énfasis a algún aspecto de la verdad bíblico-teológica. Ojala pudiéramos armonizar en todo; pero eso es un deseo casi imposible de realizar. Una cosa sí creo; en el cielo no encontraremos a La Iglesia de Cristo dividida en diferentes grupos o distintivos.

    INTRODUCCIÓN

    Es un hecho innegable que nuestro Dios es El Originador de todos los lenguajes de las naciones de nuestro planeta Tierra (Génesis 11:1-9). En base a esa verdad podemos asumir que Dios conoce todos los detalles de La Gramática de todos esos idiomas y lenguajes, incluyendo el arameo, hebreo y greco; lenguajes originales usados al escribir todos los libros de La Biblia. Nos preguntamos: ¿Cómo podemos definir en síntesis eso que conocemos con el nombre de Gramática? El Diccionario Webster define la palabra Gramática, de la manera siguiente: Gramática es la ciencia que trata con las reglas sistemáticas de un lenguaje, sus formas, el arreglo de palabras en la construcción de una oración, y el arte de usarlas correctamente; y, un sistema de principios generales para hablar y escribir de acuerdo a las formas y usos de un lenguaje.

    Esto incluye el correcto uso de las partes constructivas de frases, conceptos, oraciones y completos párrafos. Esas partes constructivas pueden ser nombres o sustantivos, pronombres, adjetivos, verbos y adverbios, preposiciones y conjunciones, y otras.

    Otro hecho que no podemos negar es que nuestro Sabio y Soberano Señor previó la necesidad de hablarnos en nuestro lenguaje humano. Él sabía que no le íbamos a entender, si nos hablaba en Su lenguaje celestial y divino. Ese hecho nos lleva a aceptar la declaración conclusiva que también previó que Su lidiar con el ser humano fuera escrito en un libro.

    Y ya que esto es algo que no puede negarse, es evidente que Él haya determinado que toda palabra, frase, oración, conceptos y completos párrafos escritos en La Biblia fueran gramaticalmente correctos. Él escogió, instruyó y movió con Su Espíritu a santos hombres para que escribieran todo lo concerniente a la historia de Su relación y lidiar con el ser humano. Estos inspirados escritores, aún cuando algunos de ellos eran hombres sin letras, fueron dirigidos por El Espíritu Santo a usar las reglas sistemáticas de su lenguaje, sus formas y el arreglo de palabras en la construcción de las correctas oraciones, claros pensamientos y conceptos en sus escritos.

    En armonía con lo antes expresado, añadimos que todo sano y honesto estudiante o intérprete de las palabras y declaraciones de los escritos bíblicos hacen uso de La Hermenéutica para entregarnos exacta y correcta interpretación de lo que ella nos dice. La Hermenéutica es el bien definido estudio o ciencia, la cual enseña las importantes reglas que deben ser usadas en la interpretación de todo documento. Ya que éstas son usadas en las cortes de América y del mundo, ¡cuánto más debieran ser usadas en la interpretación de los escritos bíblicos!

    La primera de las bien importantes reglas de La Hermenéutica es aquella que se relaciona a la interpretación gramatical de las palabras y declaraciones que encontramos en El Libro de Dios, La Biblia. Todo importante documento, incluyendo La Biblia, ha sido escrito con palabras correctas y sencillas, pensamientos y oraciones bien estructuradas, las cuales efectivamente declaren lo que el escritor tenía en su mente. Y porque fue la voluntad de Dios dejarnos un libro escrito definiendo Su voluntad y bendiciones para el género humano, Él dirigió a sus escritores por medio de Su Espíritu Santo a escribir sin error alguno.

    Esa primera regla de la Hermenéutica es aquella que procura averiguar y determinar cual sea el significado usual, natural y ordinario de cada palabra. El significado de cada palabra no puede ser el que a nosotros nos parezca que sea, sino la real, exacta y literal definición de ellas. Ese debe ser el primer cuidado nuestro al interpretar toda referencia de Las Sagradas Escrituras. Si después de conocer su real, exacta y literal definición, encontramos que la palabra o la declaración son escritas en lenguaje figurado, es necesario usar las reglas apropiadas para conocer su espiritual aplicación.

    En II de Pedro 1:20, 21 se lee lo siguiente: Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de La Escritura es de interpretación privada (personal), porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo. En armonía con estas palabras de Pedro, Apóstol, leemos las de Pablo en II de Timoteo 3:16: Toda La Escritura es inspirada por Dios.

    Cuatro asuntos importantes relacionados a La Palabra de Dios podemos ver en esas declaraciones de Pedro y Pablo:

    1. El Espíritu Santo es el autor de toda La Escritura. Ya que esa es innegable verdad, podemos con toda seguridad declarar que Dios conoce todos los detalles que integran La Gramática. El Espíritu Santo inspiró a los hombres de Dios a usar los términos o palabras correctas, los sanos y totalmente verdaderos conceptos divinos y la estructura apropiada en la construcción de pensamientos y oraciones. Lo que tenemos en La Biblia es clásica y perfecta literatura, sin errores ni contradicciones.

    2. En armonía con lo antes escrito, puede decirse sin equivocación alguna, que la voluntad humana no tuvo que ver en nada con lo registrado en Las Sagradas Escrituras. Aunque los instrumentos usados por Dios son humanos, cada uno de ellos fueron movidos por El Espíritu Santo a escribir, no sus personales pensamientos y palabras, sino los pensamientos y palabras de Dios Mismo.

    3. Ya que lo escrito en La Biblia es Palabra de Dios, sin errores ni contradicciones, ésta debe ser correcta y sanamente interpretada, haciendo uso de las reglas sistemáticas del lenguaje usado, sus formas, y el arreglo de palabras en la construcción de oraciones; y también las precisas leyes de la Hermenéutica. No pueden ser interpretaciones privadas originadas por la mente humana, la cual es influenciada por las predominantes persuasiones intelectuales y previos juicios religiosos.

    4. Todo reclamo de haber recibido revelación divina que persona alguna haga de un asunto relacionado a doctrina o teología tiene que ser sujeto a examen, para conocer si es verdadera revelación de Dios. Pablo así lo demanda, cuando dice: Los demás juzguen. El término juzguen aquí significa examinen.

    Ya que en La Palabra de Dios no hay contradicción alguna, todo reclamo de revelación divina debe armonizar con el todo de las verdades que encontramos en El Libro de Dios. Absolutamente ningún reclamo de revelación divina es infa-

    lible; sólo La Palabra de Dios sí lo es. Ni aún a las más correctas interpretaciones que podamos dar a declaraciones, pensamientos y conceptos bíblicos podemos atribuirles la cualidad de infalibilidad. Nunca olvidemos que Pedro nos advierte que las interpretaciones privadas nunca pueden ser base para nuestra fe, porque dichas interpretaciones son personales, y no necesariamente, lo que significa los escritos de La Biblia.

    La ilustración de la diferencia entre interpretación privada y la interpretación que hace uso de las leyes de La Hermenéutica es la siguiente: Tomemos una corta porción bíblica o varios versículos que formen un completo pensamiento. Invitemos a diez verdaderos cristianos instruyéndoles que han de pasar cierto tiempo separados en uno de diez cuartos preparados para la meditación y el estudio. Les entregamos en sus manos la misma porción bíblica, con la encomienda que nos den por escrito lo que ellos crean sea la correcta interpretación de la misma. Y le damos un tiempo determinado para que estudien la porción bíblica, y al fin nos den su interpretación. Cuando todos hallan entregado el resultado de sus estudios, encontraremos que cada uno nos dará distintas opiniones o interpretaciones para la misma porción bíblica. Rara vez se encuentra armonía entre ellos.

    Luego hacemos lo mismo con otros diez verdaderos cristianos que conozcan las básicas reglas para la co-

    rrecta interpretación de porciones bíblicas. Les pedimos que cada uno entre en su cuarto por un tiempo determinado, para que estudien la porción bíblica y al fin nos den por escrito su interpretación. Cuando todos hayan entregado el resultado de sus estudios, encontraremos que todos tendrán la misma interpretación, con algunos detalles menores de diferencia.

    Este experimento ha sido repetido muchas veces en los colegios cristianos, cuyos profesores se dedican a enseñar a sus discípulos el arte de la correcta interpretación de los escritos sagrados.

    Absolutamente nadie puede negar que La Biblia sea un documento escrito, merecedor de una sana y correcta interpretación gramatical, así como se hace con todo documento secular; mayormente los contratos legales y las leyes de nuestro sistema judicial, ya sean estas de instituciones, de ciudades, las estatales o federales.

    Tan importante es la sana y correcta interpretación de dichas leyes y documentos, que una coma, (,) o semi-coma, (;) o un punto (.) fuera de su lugar puede cambiar todo el sentido de una declaración escrita. Si esa importancia le es dada a todo documento legal o leyes del sistema judicial de hoy, ¿acaso no merece toda La Biblia ese mismo cuidado en su interpretación? La contestación es una enfática afirmación. Es un grave error quererle dar a cualquier declaración bíblica, nuestro privado significado o interpretación. Estamos lidiando con un documento divino, con las palabras exactas que Nuestro Dios haya escogido usar. ¡Esos son pensamientos de Dios! Es nuestra responsabilidad conocer exactamente lo que Él esté diciendo, de modo tal que no digamos que Dios dijo algo que realmente Él no haya dicho.

    Capítulo Uno

    La Biblia es El Libro de Dios

    Como El Libro de Dios, La Biblia es un don, un regalo el cual no puede evaluarse en términos de dólares y centavos. Su valor es inigualable no sólo por la historia que nos entrega, ni por la poesía que nos cautiva, ni por los conceptos y ética que nos ennoblece, sino por su origen divino, su luz que alumbra el sendero de nuestra vida, por su constante dirección hacia lo espiritual, porque en todos sus libros nos anuncia del Mesías, el Cristo, el Hijo del Dios Viviente, y porque nos lo presenta como el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.

    Entre las variadas circunstancias que ocurrieron en la producción de este maravilloso libro están sus escritores: los santos hombres de Dios, por ejemplo, que hablaron siempre inspirados por El Espíritu Santo, hallamos personas de tan variada categoría y educación, como lo son sacerdotes, como Esdras; reyes, como Salomón; profetas, cual Isaías; guerreros, como David; pastores, cual Amós; estadistas, como Daniel; sabios, como Moisés y Pablo, y pescadores, hombres sin letras, como Pedro y Juan. De éstos, unos formulan leyes, como Moisés; otros escriben historia, como Josué; éste escribe salmos, como David; aquél proverbios, como Salomón; unos profecías, como Jeremías; otros biografías, como los evangelistas; otros cartas, como los apóstoles.

    En cuanto al tiempo, vivía Moisés 400 años antes del sitio de Troya y 300 años antes que aparecieran los más antiguos sabios de Grecia y de Asia, tales como Tales, Pitágoras y Confucio; viviendo Juan, el último escritor bíblico, unos 1500 años después de Moisés.

    Y en relación a lugar, fueron escritos en puntos tan distantes como lo son el centro de Asia, las arenas de Arabia, los desiertos de Judea, los pórticos del Templo, las escuelas de los profetas en Betel y Jericó, en los palacios de Babilonia, en las orillas del Río Chebar y en medio de la cultura oriental, tomándose las figuras, símbolos y expresiones de los usos, costumbres y escenas que ofrecían tan variados tiempos y lugares.

    Los escritores bíblicos fueron plenamente inspirados, pero no de tal modo que resultase superfluo el mandamiento de escudriñar Las Escrituras, y que se dejara sin consideración tanta variedad de personas, asuntos, épocas y lugares.

    Estas circunstancias, como es natural, influyeron, aunque no ciertamente en la verdad divina expresada en el lenguaje bíblico, pero sí en el lenguaje mismo, del que se ocupa La Hermenéutica; y que tan preciso es que comprenda el predicador, intérprete o expositor bíblico.

    La Inspiración de La Biblia

    Cuando comenzamos a estudiar La Biblia, debemos recordar el hecho de que es La Palabra de Dios en un sentido especial, el único libro escrito por la inspiración directa del Espíritu de Dios; y esto la distingue de todos los demás libros del mundo. Al mismo tiempo debemos acordarnos de que hubo un elemento humano mientras ella era escrita. ¡El Espíritu Santo la inspiró, pero manos humanas la escribieron! Del mismo modo Jesucristo, el Verbo o La Palabra viviente, es divino y humano. Es decir: Jesús vino al mundo, el Verbo se hizo carne, para revelar el Padre a la humanidad. Y La Biblia nos ha venido de Dios, vestida con los pensamientos y el lenguaje humano, para revelarnos Su voluntad.

    La palabra inspiración representa la acción de soplar adentro. (Job 3:8 y II Timoteo 3:16). La frase inspirado de Dios ha sido traducida lleno del aliento de Dios. (Juan 6:63; Hebreos 4:12). La inspiración que reclama La Biblia es el soplo de Dios que entra en los hombres, capacitándoles así para recibir y comunicar el mensaje divino. Era la obra del Espíritu de Dios en los hombres lo que les hizo capaces de recibir y comunicar las verdades divinas sin posibilidad de error. Hace al hombre inspirado infalible para hablar o escribir lo que El Espíritu Santo le dio, ora que expresase verdades anteriormente conocidas o no.

    Esta inspiración divina lleva al Libro más allá del conocimiento o poder humano, y da a La Biblia una autoridad que no tiene ningún otro libro. Nuestra creencia en la inspiración plenaria de La Biblia es un principio básico de nuestra fe. El cristianismo es una religión sobrenatural. ¡Nos mueve a creer que Dios ha hablado al hombre! Él ha intervenido en la carrera pecaminosa del ser humano con el fin de salvarle. Él ha intervenido de una manera sobrenatural, fuera de Su tratamiento normal del universo. No estamos hablando sólo del intercambio de Dios con el hombre en la naturaleza, de Su providencia, Su cuidado, ni Su omnisciencia. Es algo mucho más; se debe comenzar el estudio de La Biblia con un corazón y una mente que dice: Dios me ha hablado en Su Hijo unigénito, el Señor Jesucristo; y en La Biblia tengo la historia infalible de todo lo que Él puede hacer para la raza humana. (Hebreos 1:1-3; Juan 1:1-4).

    Hay una diferencia entre la inspiración y la revelación. Por ejemplo, yo pierdo un dólar en mi cuarto, y lo busco con diligencia. Y si está allí presente, El Espíritu de Dios puede ayudarme a encontrarlo; y eso puede asemejarse a Su obra en la inspiración, dirigiendo al escritor a escoger y relatar las cosas que son ya conocidas, como lo hizo Lucas. (Lucas 1:1-4). Pero la revelación es algo más, porque en ella Dios da al hombre las cosas que no se conocían antes, y cosas que él de ningún otro modo podría descubrir sin la obra sobrenatural del Espíritu de Dios. Alguien ha dicho: "La revelación descubre nuevas verdades a los hombres (I Corintios 2:10, 11), y la inspiración les guía y controla en su actividad de publicarlas. (I Corintios 2:12, 13)

    Debemos distinguir también entre la inspiración y la iluminación. Hablamos de la iluminación que recibe algún músico o poeta ilustre; pero no es la inspiración infalible que se le debe a los escritores de La Biblia. Nosotros mismos podemos ser iluminados por el Espíritu de Dios cuando estamos estudiando o predicando las escrituras de Pablo; pero eso no constituye la inspiración divina que él tenía para escribirlas. La inspiración de La Biblia difiere en cualidad y no sólo en cantidad de lo que puede recibir todo cristiano; es de una clase especial. Los escritores mismos afirman en todas partes del libro que Dios hablaba por medio de ellos. (II Samuel 22:1, 2; y I Crónicas 28:19).

    No toda La Biblia fue revelada por Dios a los escritores: pero sí, toda La Biblia fue inspirada por Él. Como ejemplos de las partes que fueron dadas por revelación podemos citar los primeros capítulos del Génesis. Como ejemplo de hechos conocidos que El Espíritu Santo movió a los escritores a escribir, podemos mencionar el relato que Moisés hizo de los viajes entre Egipto y Canaán; y varias listas cronológicas que han sido copiadas de documentos ya en existencia. Nadie puede decir exactamente cuantas partes de La Biblia necesitaban revelaciones divinas; pero se extienden a su historia, su poesía, su profecía, y su doctrina. (Amos 3:7; Génesis 40:8; 41:16, 38, 39; Daniel 2:19, 28-30; Gálatas 1:11, 12; Efesios 3:3-7; Apocalipsis 1:1, 2; Juan 21:24, 25).

    La Inspiración

    Enjoying the preview?
    Page 1 of 1