Union of Concerned Scientists

¿Se han convertido las procesadoras cárnicas en bombas de relojería debido a la orden ejecutiva de Trump?

Actualización, 5 de junio 2020: Tras nuevos análisis legales y nuestra propia consulta con expertos en materia de la ley, hemos verificado que la orden ejecutiva del Presidente Trump no cuenta con el poder de obligar a que las empacadoras cárnicas sigan fungiendo bajo plena pandemia del COVID-19. Hemos actualizado este informe en reconocimiento de lo tal. Aún en vista de esta nueva información en cuanto a la autoridad de la orden ejecutiva, nuestras recomendaciones en materia de políticas en respuesta permanecen las mismas. Esto se debe a nuestro presunto sobre la intención original y vigente de la administración por mantener habilitadas a las empacadoras sin obstar el riesgo que lo tal represente para los trabajadores durante la pandemia del COVID-19.

De manera adicional, hemos actualizado la tabla para incluir datos pertinentes al estado de Carolina del Norte, los cuales omitimos por error en la versión original.


El 28 de abril el Presidente Trump pretendió dictaminar, mediante una orden ejecutiva, que los mataderos y plantas cárnicas siguieran fungiendo en plena pandemia por constituir “infraestructura crítica.” La orden advirtió que estos planteles deberían observar los lineamientos de la CDC (Centro Para el Control de la Enfermedad) para proteger a los trabajadores. Sin embargo, la orden reconoció que esos lineamientos son optativos, por lo cual no existen mecanismos que obliguen su uso. Las condiciones al momento son tan graves que el organismo AFL-CIO, representante de los mayores sindicatos obreros del país, anunció el 18 de mayo que demandaría a la Administración de Salud y Bienestar Ocupacional (OSHA, por sus siglas en inglés) por no proteger a los trabajadores americanos contra el COVID-19. Nosotros investigamos lo que pudiera ocurrir bajo la trayectoria presente a falta de remediar las circunstancias nocivas creadas por esta orden ejecutiva.

Las plantas cárnicas, en donde se destaza el ganado vacuno, porcino y avícola, ya constituían de por sí los locales con los trabajos mas peligrosos del país. Sus empleados trabajan a la par en líneas de producción de alta velocidad con herramientas filosas para descuartizar los canales de ganado para de tal manera rendir los cortes de carne que consumimos. Estas personas tienden a ser también mayoritariamente inmigrantes. Desde 1970 la proporción de obreros latinoamericanos en esta industria ha aumentado de manera dramática, a la vez que los salarios a lo largo de la industria entera han disminuido y la tasa de lesiones por trabajador ha crecido.

Los informes recientes manifiestan que el COVID-19 ha cundido en cientas de plantas cárnicas de los Estados Unidos. Nuestro nuevo análisis—derivado de los datos mas recientes en cuanto a tasas de infección en estos planteles—estima que 16.000 obreros quienes laboran en plantas aun no afectadas corren riesgo de infectarse con el coronavirus a falta de las protecciones adecuadas.

También identificamos cuántos de estos obreros residen en áreas con capacidad médica limitada para enfrentar brotes de la enfermedad. Determinamos que son ocho estados (Delaware, Iowa, Indiana, Kansas, Minnesota, Nebraska, South Dakota y Wisconsin) los que corren mayores riesgos de desbordar las unidades de cuidado intensivo (ICUs) de sus hospitales en caso de que se presentaran infecciones del coronavirus en plantas cárnicas en donde hasta el momento no se han visto casos.

Lo que se conoce hasta el momento en cuanto a los casos y muertes debidas al COVID-19 entre trabajadores en la industria cárnica

Se han documentado mínimamente 17.700 casos de COVID-19 y 70 muertes en 216 plantas cárnicas, de acuerdo con la Red Informativa del Alimento y Medio Ambiente (FERN, por sus siglas en inglés). Lo tal constituye un promedio de 82 trabajadores infectados por planta.

El consenso científico al momento es que la propiedad del coronavirus conocida como su “R0”, cifra que corresponde al número de personas a quienes puede contagiar cada persona enferma, está entre el 2 y 2,5. Esto significa que los 82 enfermos en cada planta pudieran resultar en 2.300 enfermos adicionales en sus comunidades en un plazo tan corto como 12 días, tomando en cuenta que un ciclo infeccioso puede cumplirse cada cuatro días.

Hacen escasas semanas, el mapa de la FERN mostraba solo unos cuantos brotes del COVID-19 en plantas cárnicas, principalmente en la franja maicera. A partir del 20 de mayo, el mismo mapa demuestra que los brotes se han esparcido de costa a costa.

La situación empeora. Las infecciones entre los empleados de la industria cárnica se pueden propagar hacia sus comunidades. Un análisis realizado por investigadores de la universidad Johns Hopkins develó que entre el 28 de abril y el 5 de mayo—la semana subsiguiente a la orden ejecutiva de Trump—la tasa de infección del COVID-19 en todos los condados con grandes plantas cárnicas fue del doble a la tasa nacional derivada en base a los condados sin tales plantas. Si bien es cierto, tal observación por sí sola no es comprobante certero de que la diferencia se deba a la ubicación de las plantas cárnicas. Pero los datos iluminan que las plantas cárnicas—debido a su diseño, funcionamiento, y falta de protecciones confiables en cuanto a seguridad y salud—pudieran acelerar el derrame del virus en muchas regiones, incluyendo a las zonas rurales.

Nuestro propio análisis de datos que obtuvimos del Censo Trimestral de Empleo y Salarios de la Oficina de Estadística Laboral (BLS QECW por sus siglas en inglés), correspondientes a los trimestres 1-3, en conjunto con el acervo del New York Times sobre casos positivos y muertes debidas al COVID-19, indica que la propagación del COVID-19 podría empeorar, agravada por la orden ejecutiva de Trump. Es más, ciertas autoridades locales y estatales pretenden volver a abrir sus dependencias y negocios sin primero asegurar las protecciones debidas para estos trabajadores ni para el público en general. En Iowa, un estado en donde el golpe del COVID-19 entre los obreros cárnicos ha sido especialmente fuerte, los gobiernos locales a duras penas pueden obtener datos confiables respecto a los números de pruebas inmunológicas y las tasas de infección en las plantas cárnicas ubicadas en sus comunidades.

En seguida presentamos en detalle lo que nuestros análisis han demostrado sobre el riesgo aumentado que ha creado la orden de la Administración Trump para los trabajadores de la industria cárnica, y para sus comunidades, a lo largo del país:

Los mataderos y las plantas cárnicas están ubicadas a lo largo de los Estados Unidos, y pudieran acelerar el derrame del COVID-19 en muchas comunidades.

Existen aproximadamente 507.000 empleados dentro de 3.900 plantas cárnicas a lo largo de los Estados Unidos. Están distribuidos entre 1.600 condados, los que constituyen aproximadamente la mitad de todos los condados del país. El 70 por ciento de la población de la nación, 227 millones de personas, residen en un condado que cuenta con una de estas plantas.

Aquí aparece un mapa que generamos para ilustrar la ubicación de todas las plantas cárnicas inspeccionadas por el Servicio de Inspección y Sanidad Alimentaria del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA FSIS, por sus siglas en inglés). Deberá observarse que mientras existen muchas pequeñas plantas cárnicas distribuidas en todo el país, éstas constituyen una proporción menor del monto total de carne que procesa la industria, por lo cual se percibe que la mayoría de los trabajadores en esta industria laboran en grandes plantas.

En abril, la CDC confirmó que la incidencia de casos observados en una muestra de trabajadores de la industria cárnica era 10 veces mayor a la que se observaba en la población general de Estados Unidos. Nuestra propia estimación, fundamentada sobre el número de infecciones constatadas hasta el momento, confirma que el hecho de obligar a que sigan fungiendo todas las plantas suscitará una explosión de enfermedad: suponiendo que un 4,2 por ciento de los obreros en plantas aun no afectadas contraerán el COVID-19, se podrán esperar por lo menos 16.000 casos confirmados adicionales en estas plantas. Tomamos la tasa de infección del 4,2 por ciento de la tasa de infección que demuestra el número de casos confirmados en las plantas donde sí se ha presentado la enfermedad, tomando en cuenta la diferencia entre los tamaños de las plantas restantes.

La mayoría de estas plantas son grandes, empleando a miles de personas quienes deben trabajar a la par

El número promedio de obreros en estas plantas varía en función del tipo de animal que se sacrifica o procesa. Usamos datos procedentes del acervo del BLS QECW correspondientes al número de plantas y trabajadores a nivel estatal para calcular el número promedio de trabajadores por planta (los datos directos de cada planta no se pueden obtener de parte de las agencias gubernamentales debido al cumplimiento con normas de privacidad.)

Usando datos a nivel estatal, encontramos que en promedio son 110 personas quienes trabajan en mataderos de “carne roja” (vacuna, porcina, ovina); la mayoría de las plantas emplean entre 83 y 137 obreros (utilizando el intervalo de confianza de 95 por ciento del promedio que calculamos.) De manera similar, las plantas que procesan canales para rendir distintos tipos de carne roja—tocino, salchicha, y etc.—emplean un promedio de 73 trabajadores cada una, y la mayoría de las plantas emplean entre 58 y 88 trabajadores en total. Mientras tanto, las plantas procesadoras de pollo emplean un promedio de 388 obreros y la mayoría emplean entre 276 y 500 trabajadores. Mientras que existen obstáculos que impiden la obtención de datos directos, conocemos mediante informes publicados por la prensa que algunas plantas pueden emplear hasta miles de personas.

Estos datos demuestran que estas plantas emplean a un gran número de personas quienes, debido al diseño de los planteles, deben trabajar a la par. Por tanto, el requisito de que estos trabajadores laboren sin protecciones adecuadas los puede poner en riesgo particular, tanto a ellos como a sus comunidades, para contraer el COVID-19.

El cúmulo de muertes y pruebas positivas debidas al COVID-19 son 1,5 veces mayores en condados con mínimo de una sola planta cárnica, en comparación con los condados carentes de tales plantas.

El análisis antes citado de la Johns Hopkins University dilucidó que la tasa de infección entre el 28 de abril y el 5 de mayo en los condados con las plantas cárnicas mas grandes fue del doble a la observada en los condados carentes de planta alguna.

Nosotros efectuamos un análisis un tanto distinto al comparar el número cumulativo de muertes y pruebas positivas debidas al COVID-19 (utilizando el acervo del New York Times citado anteriormente), a partir del 11 de mayo en condados con y sin plantas cárnicas. Descubrimos que el número de casos y muertes debidas al COVID-19 por cada mil personas en un condado dado es 1,4 veces mayor en condados con por lo menos una planta, en comparación con los condados carentes de planta alguna (un resultado que es significativo estadísticamente, o sea que es poco probable que la observación se deba a un error al azar.) Aun así, nuestros resultados se deben interpretar con la cautela de que estas tendencias estadísticas no comprueban que haya una relación directa entre la existencia de estas plantas en un condado dado y la mayor incidencia de casos y muertes por COVID-19 en el mismo condado.

Hay ocho estados con número de camas de cuidado intensivo en sus hospitales inferior al número de casos de COVID-19 que proyectamos para trabajadores en la industria cárnica (incluyendo a los casos que ya se han informado mas los casos proyectados por ocurrir en plantas aun no afectadas).

En algunas áreas con plantas cárnicas, y por lo tanto con trabajadores vulnerables a la infección, la escasez de recursos para el cuidado médico amplifica el riesgo. Por ejemplo, en base a los métodos ya descritos, hemos identificado a ocho estados en donde hay un gran número de obreros en la industria cárnica quienes laboran en planteles aun no afectados por el COVID-19 y que no cuentan con suficientes camas de cuidado intensivo para recibir a los pacientes adicionales que pronto pudieran infectarse por el virus—algunos de los cuales seguramente requerirán cuidado intensivo si llegaran a padecer con gravedad.

Estados con número menor de camas de cuidado intensivo al número proyectado de casos de COVID-19 entre trabajadores en la industria cárnica (inclusive de casos ya informados mas casos proyectados en plantas aun no afectadas)

Estado Número total informado de trabajadores en industria cárnica con resultado positivo a la prueba por el COVID-19 Estimación del número potencial de trabajadores adicionales con resultado positivo a la prueba del COVID-19  Número total de camas de cuidado intensivo (Kaiser Health Network, 2020)
Carolina del Norte 1.307 1.736 2.227
Delaware 336 143 186
Iowa 2.452 4.039 545
Indiana 1.258 1.542 1.861
Kansas 417 501 767
Minnesota 1.097 989 1.171
Nebraska 1.677 1.540 440
South Dakota 877 776 152
Wisconsin 593 904 1.159 


¿Qué deberemos hacer para dirigirnos a la propagación del COVID-19 en las plantas cárnicas?

Muchas partes de Estados Unidos se apresuran para habilitarse nuevamente, y a todos nos corresponde enfrentar la manera de recuperar alguna semblanza de la vida normal en caso de que el COVID-19 se prolongue de manera extendida. Algunos opinan que hemos de volver a la normalidad aun si esto arriesgara a algunas personas debido a que la cuarentena está dañando a la economía. Pero la “apertura” o el “cierre” presentan una elección falsa. Los economistas y peritos en salud pública concuerdan en manera general que el bienestar económico de nuestro país no debe discordar con la salud y bienestar de los trabajadores y nuestras comunidades. La única medida certera para reducir el daño económico debido al virus es la protección de todos, especialmente de quienes fungen en las primeras líneas, como lo hacen los jornaleros agrícolas y los obreros a lo largo de la cadena alimentaria.

El Congreso de la nación y la Administración Trump deben proteger a los obreros de la cadena alimentaria. Lo tal se puede lograr de esta manera:

  1. La Administración Trump debe revocar de manera inmediata la orden ejecutiva que pretende dictaminar que las plantas cárnicas deban seguir fungiendo bajo autoridad del Acta de Producción Defensiva, a no ser que se les provea a los trabajadores con las protecciones adecuadas para su salud y bienestar para reducir su exposición al coronavirus. Estas plantas presentan un gran riesgo para la salud pública de muchas comunidades si no se protege a los trabajadores.
  2. De manera adicional, en particular porque es poco probable que la Administración cumpla con la primera recomendación, el Senado debe tramitar y aprobar el Acta HEROES, que ya ha aprobado la Cámara de Representantes, el cual otorgaría las protecciones mínimas que merecen los trabajadores de la cadena alimentaria para asegurar su salud y bienestar.
  3. Para aumentar la probabilidad de que estas medidas se incluyan en el acta eventual que promulgue el Senado, los miembros de la Cámara de Representantes y del Senado igual deben patrocinar de manera conjunta el Acta de Protección Para Cada Trabajador COVID-19 de 2020, que incluye protecciones obligatorias, fundamentadas sobre la ciencia, para los trabajadores de primera línea, cuya definición incluye a los obreros de la cadena alimentaria, dentro de cuya categoría caen los trabajadores de la industria cárnica. Tales pautas limitarían las infecciones entre todos los trabajadores situados en la primera línea de nuestro sistema alimentario, al igual que a los empleados del sector de salud pública, paramédicos y servicios médicos de emergencia, como a otros identificados con riesgo elevado de exposición al virus. La Cámara de Representantes ha incluido estas normas en el Acta HEROES que ya ha aprobado, pero es menesteroso el apoyo general del Congreso para estas medidas.

Esto último es algo que el lector puede hacer para brindar su apoyo en este momento. Impulse a que sus representantes electos apoyen y patrocinen el Acta de Protección Para Cada Trabajador COVID-19 de 2020 hoy mismo.


Traducido por Ricardo Salvador

USDA

Originally published in Union of Concerned Scientists.

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