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PROMESAS DE
AMOR
JURADAS EN
EL ALTAR, CON
{ Y SIN EL
CÓNYUGE.
CONFERENCISTA:
MCF. María Esther Robledo F.
PROMESAS EN
EL ALTAR
“Yo, te recibo a ti, como esposo (a) y me entrego
a ti y prometo serte fiel en la prosperidad y en la
adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así
amarte y respetarte todos los días de mi vida
hasta que la muerte nos separe”. La liturgia
del matrimonio es sin duda un
compromiso que debe ir más allá de las
palabras.
“Me Enfrentar el
rechazo
entrego Convertirse en
ofrenda y
a ti” obsequio
Darlo todo por
“Prometo dirección.
Es una lealtad y
y tener la capacidad de
amarse, comprenderse
y respetarse
“En la Aprender a compartir
Aprender a vivir en
adversidad cualquier
adversi- obstáculo juntos.
El amor da y no
dad” utiliza.
“En la Es fundamental
mantener la intimidad y
una comunicación fluida
salud y basada en la empatía.
Favorecer los
en la pensamientos optimistas
y de fe.
El apoyo, la compañía y
compromiso diario y
muerte nos permanente
separe” Amar es un decisión.
El amor que lleva a un
hombre y a una mujer a
casarse es un reflejo del
amor de Dios y debe de
ser fecundo (Cfr.
Gaudium et Spes, n. 50)
Papa Pablo VI
JURAMOS EN EL ALTAR
TE RECIBO A TI
ME ENTREGO A TI
PROMETO SERTE FIEL EN
LA PROSPERIDAD Y LA
ADVERSIDAD
EN LA SALUD Y LA
ENFERMEDAD
AMARTE Y RESPETARTE
TODOS LOS DIAS DE MI
VIDA HASTA QUE LA
MUERTE NOS SEPARE
RECONOCER
RECONOCER LAS
LAS FALLAS
FALLAS Y
Y
PECADOS
PECADOS EN
EN NUESTRAS
NUESTRAS
PROMESAS
PROMESAS JURADAS
JURADAS
1. RECONOCE
2.PIDE PERDON A DIOS Y A TU CÓNYUGE
3. SANA LA HISTORIA DE TU VIDA
4. BUSCA AYUDA
5. DALE AUTORIDAD EN TU VIDA Y MATRIMONIO A
DIOS CUMPLE SUS MANDATOS
6. HONRA A TU CONYUGE
VIVE PLENAMENTE UNA VIDA CRISTIANA CONOCIENDO
A JESUS Y APRENDIENDO A AMAR Y PERDONAR
PEQUEÑOS PASOS
HACEN LA DIFERENCIA
"1.Miren qué amor tan singular nos ha tenido el
Padre que no sólo nos llamamos hijos de Dios,
sino que lo somos. Por eso el mundo no nos
conoce, porque no lo conoció a él. 2.Amados, a
pesar de que ya somos hijos de Dios, no se ha
manifestado todavía lo que seremos; pero sabemos
que cuando él aparezca en su gloria, seremos
semejantes a él, porque lo veremos tal como es. 3.Y
si es esto lo que esperamos de él, querremos ser
santos como él es santo. 4.El que peca demuestra
ser un rebelde; todo pecado es rebeldía. 5.Bien
saben que Este vino para quitar nuestros pecados,
y que en él no hay pecado. 6.Quien permanece en
él no peca; quien peca no lo ha visto ni conocido.
"Hijitos míos, no se dejen extraviar: el que actúa con toda
rectitud es justo como él es justo. 8.En cambio quienes
pecan son del Diablo, pues el Diablo peca desde el
principio. Para esto se ha manifestado el Hijo de Dios:
para deshacer las obras del Diablo. 9.El que ha nacido de
Dios no peca, porque permanece en él la semilla de Dios.
Y ni siquiera puede pecar, porque ha nacido de Dios.
10.En esto se reconocen los hijos de Dios y los del Diablo:
el que no sigue el camino de rectitud no es de Dios, y
tampoco el que no ama a su hermano. 11.Debemos
amarnos unos a otros, pues este es el mensaje que ustedes
han oído desde el comienzo. 12.No imitemos a Caín, que
era del Maligno, y mató a su hermano. Y ¿por qué lo
mató? Porque él hacía el mal, y su hermano hacía el bien.
13.No se extrañen, hermanos, si el mundo los odia,
«14.pues el amor a nuestros hermanos es para nosotros el
signo de que hemos pasado de la muerte a la vida. 15.El
que no ama está en un estado de muerte. El que odia a su
hermano es un asesino, y, como saben, ningún asesino
tiene la vida eterna. 16.El (Jesucristo) entregó su vida por
nosotros; y en esto hemos conocido el amor; ahora también
nosotros debemos dar la vida por los hermanos. 17.Si uno
goza de riquezas en este mundo y cierra su corazón
cuando ve a su hermano en apuros, ¿cómo puede
permanecer en él el amor de Dios? 18.Hijitos, no amemos
con puras palabras y de labios para afuera, sino de verdad
y con hechos. 19.En esto conoceremos que somos de la
verdad y se tranquilizará nuestra conciencia ante El."
"20.Pues si nuestra conciencia nos reprocha, pensemos que
Dios es más grande que nuestra conciencia, y que lo conoce
todo. 21.Amadísimos, si nuestra conciencia no nos
condena, tenemos plena confianza en Dios. 22.Entonces,
todo lo que pidamos, nos lo concederá, porque guardamos
sus mandatos y hacemos lo que le agrada. 23.¿Y cuál es su
mandato? Que creamos en el Nombre de su Hijo Jesucristo
y nos amemos unos a otros, tal como él nos lo ordenó. 24.El
que guarda sus mandamientos permanece en Dios y Dios
en él. Pues Dios permanece en nosotros, y lo sabemos por
el Espíritu que nos ha dado."
1º Carta de Juan, 3 - Bíblia Católica Online