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UNIDAD 2: La Eucaristía: don

y tarea.
OA 6: Descubren la Eucaristía como dinamismo de convocación y misión, de discípulos y
misioneros.
OA 8: Identifican la vida cristiana como la prolongación de la Eucaristía.
Tema 1: La Eucaristía: fuente y
cumbre de la vida cristiana
� “Muchos son los problemas que oscurecen el horizonte de nuestro
tiempo... Y ¿qué decir, además, de las tantas contradicciones de un
mundo ‘globalizado’, donde los más débiles, los más pequeños y los
más pobres parecen tener bien poco que esperar? En este mundo es
donde tiene que brillar la esperanza cristiana. También por eso el
Señor ha querido quedarse con nosotros en la Eucaristía, grabando en
esta presencia sacrificial y convival la promesa de una humanidad
renovada por el amor.

� Estas palabras del Papa permiten comprender la importancia de la


Eucaristía en el ámbito de la vida real. La Eucaristía es esperanza,
transformación y vida. Vivirla en el presente supone estar
conscientes del mundo en que los cristianos y cristianas celebran su
fe.
� La Iglesia vive de la Eucaristía. Esta verdad no
expresa solamente una experiencia cotidiana de
fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del
misterio de la Iglesia. Ésta experimenta con
alegría cómo se realiza continuamente, en
múltiples formas, la promesa del Señor: “He
aquí que yo estoy con ustedes todos los días
hasta el fin del mundo” (Mt. 28, 20); en la
sagrada Eucaristía, por la transformación del
pan y el vino en el cuerpo y en la sangre del
Señor, se alegra de esta presencia con una
intensidad única. Desde que, en Pentecostés, la
Iglesia, Pueblo de la Nueva Alianza, ha
empezado su peregrinación hacia la patria
celeste, este divino Sacramento ha marcado sus
días, llenándolos de confiada esperanza.
� Ecclesia de Eucharistia no1
� Eucaristía y mundo actual
En la uniformidad que impone el mundo globalizado, la Eucaristía cristiana se presenta como un
reducto de libertad donde la persona se puede encontrar consigo misma en su originalidad y en su ser
social, participando en la “gran cena” de los elegidos por Dios.
En esta cultura, marcada por el pragmatismo y el mercantilismo, el espacio eucarístico nos sitúa en la
esfera del misterio, de la gratuidad, y de la apertura hacia el horizonte del Absoluto de Dios, frente a
los ídolos humanos que “tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen”, y del “dios dinero”, que marca
fuertemente las relaciones humanas.
En la Eucaristía cada pueblo puede encontrar y expresar esa identidad que es absorbida en el
anonimato por el mundo globalizado. En la celebración de la Pascua del Señor el cristiano halla la
posibilidad de cambiar su rumbo y mejorar su existencia. Las comunidades, pueblos y naciones
encuentran motivos para seguir caminando en esperanza hasta que “el Señor vuelva”.
La Eucaristía engendra lazos de fraternidad muy diversos a los creados por los intereses económicos
que dominan las relaciones financieras y culturales de la globalización. En la Eu- caristía el cristiano
se hace uno con Cristo, uno con la Iglesia, uno con los más pobres. Es por eso que el Memorial del
Cuerpo y la Sangre del Señor robustece a las personas y potencia la creatividad de los pueblos, como
se puede ver en las manifestaciones sobre la Eucaristía que revelan el arte, la música, la literatura, la
pintura a lo largo de los siglos y en las diversas culturas.
Juan del Río Martín.
Tema 2: LA VIDA
EUCARÍSTICA
OA 8: Identifican la vida cristiana como la prolongación de la Eucaristía.
LA VIDA EUCARÍSTICA

� San Alberto Hurtado decía: “¡Mi vida es una Misa prolongada!” y recordaba que “sin la
Eucaristía, la Iglesia de la tierra estaría sin Cristo”.
Los pastores de la Iglesia han acuñado la expresión coherencia eucarística. Con ella quieren
expresar que la Eucaristía no es solo un acto privado que se reduce a un momento de la semana, sino
que tiene consecuencias, día a día, en la vida de los creyentes, es decir, crea ciertas "competencias" o
habilidades espirituales.
Te presento 6 habilidades espirituales de un cristiano o cristiana que vive una vida eucarística:
1. MIRADA DE FE SOBRE LA
REALIDAD:

� Una de las cualidades que se adquieren con el sacramento eucarístico es mirar lo que sucede —y
nos sucede— con los ojos de Cristo; se comienza a percibir la vida con otro grado de
profundidad: las experiencias felices, las tristes, los actos humanos, etc. Las luces y sombras de
la realidad adquieren un sentido espiritual a la luz de la fe y demandan un compromiso con el
mundo.
� Jesús demostró esta cualidad cuando la gente se le acercaba a pedirle algo. Nunca tuvo prejuicios
respecto de las apariencias; por ejemplo: el pobre y el rico tenían las mismas oportunidades de
seguirlo, porque todos son hijos del mismo Padre. Cuando acogía a sus perdilectos —los
necesitados, los pobres, los enfermos—, antes de satisfacer sus necesidades inmediatas los
reconciliaba consigo mismos y los liberaba de las cadenas de que eran víctimas. Por medio de Él,
encontraban alivio a sus desdichas y esperanzas en una felicidad plena al escuchar hablar del
Dios Amor.
� La participación eucarística permite que los problemas
de los jóvenes sean asumidos desde una mirada
espiritual: hay menos rencores, menos insatisfacciones,
inseguridades, desencantos existenciales, porque a la
luz de Jesús descubren la verdad de lo que son capaces
de hacer y de vivir.

� No es lo mismo ver a un mendigo en la calle y quejarse


de la desigualdad social, que ver en ese mendigo el
rostro de Cristo, como lo hacía el Padre Hurtado, y
comprometerse, desde las posibilidades que cada uno
tiene, para remediar la injusticia por amor a Jesús, el
“pobre” que da su vida por nosotros. La fe debe
cambiar la mirada superficial sobre nuestro
entorno, poniendo en nuestros ojos la mirada de
Cristo; se trata de uno de los desafíos más
importantes para el creyente. La Eucaristía fortalece
esa mirada de fe sobre la realidad.
2. ACTITUD OPTIMISTA ANTE LA VIDA
haz click en el link (si no resulta, dejo
adjunto el link con el video):
https://www.youtube.com/watch?v=2u3RPjQtFrs

� El mundo, por sí mismo, no propicia una visión satisfactoria y alegre sobre la realidad. El
ser humano mismo, en su condición finita, y agobiado por los afanes cotidianos, puede
cerrar sus ojos al milagro de la existencia y encerrarse en un fatalismo desesperanzador que
se expresará en sus actitudes, gestos y acciones ante los demás. ¿Quién no escucha a
menudo la palabra “depre”, o se entera del incremento de patologías que entristecen la vida
de las personas, incluso de los jóvenes? ¿Quién no se sorprende, en cambio, con aquellas
personas que muestran un talante positivo, entusiasmante, que no se amilanan ante las
dificultades e irradian una sonrisa en la que expresan toda su alegría vital?
� Los jóvenes están llamados por el Señor a sembrar ese
optimismo, más allá de los errores y frustraciones pasajeros que
los acompañan en esta etapa de la existencia. Por eso, sin un
fundamento que se enraice en lo más profundo del corazón
humano, no hay alegría. La vida eucarística fortalece la fe con
optimismo para vivir y para transmitir a los demás, aun en
circunstancias donde pareciera que ya nada se puede hacer.
Precisamente el sacramento de la Eucaristía es la actualización
constante de Cristo resucitado que venció a la muerte. La
resignación ante la condición finita del ser humano, no es
cristiana.
3. VALENTÍA EN LA RECONCILIACIÓN

� Las culturas basadas en modelos económicos competitivos propenden a crear vínculos y


comunicaciones de competencia entre los individuos, lo que puede traer como conse-
cuencia que se debiliten valores fundamentales asociados a la fe, como la solidaridad, la
justicia, la equidad.
� En el ámbito de la vida religiosa, sucede como si se pudiera profesar una fe desvinculada
de una plataforma ético-valórica operativa, que le dé expresión concreta; es decir, la
necesaria coherencia entre la fe y la vida de los creyentes.
� Así, gestos y actitudes que deberían caracterizar a los cristianos y cristianas, distinguirlos,
como la amabilidad, la cordialidad, la honestidad y el respeto por todas las personas y
por el medio ambiente, entre otros, pierden presencia en tal contexto cultural.
� Cuando las personas atropellan a alguien, en cualquier sentido que se dé a
esta palabra (físico o moral), ya no se pide excusas. Por el contrario, en la
vida, especialmente la urbana, se ha caído en el equívoco de considerar el
perdón como una debilidad; o bien, en la otra incoherencia: frecuentar el
sacramento de la reconciliación ante Dios, pero actuar en la vida sin pedir
perdón cuando se ofende ni perdonar al hermano ofensor.
� Recuperar el valor de la auténtica reconciliación es una tarea urgente para
los cristianos y cristianas, que supone valentía en un mundo que ensalza la
soberbia, el poder y un “éxito” que se valora menos por el propio esfuerzo y
más por ser conseguido a costa de otros.
� De ahí que dar sentido a la vida eucarística implica desarrollar
competencias o habilidades para promover la reconciliación y aceptar el
perdón de los demás. Esto no es fácil; pero justamente la fortaleza que se
recibe en la Misa capacita espiritualmente para oponer, al rencor, el perdón
y la reconciliación.
¿CUÁNTAS VECES DEBO PERDONAR?

Pedro se acercó entonces y le dijo:


� En la Eucaristía se expresa la reconciliación de diversos modos: «Señor, ¿cuántas veces tengo que
nos reconciliamos entre nosotros para luego reconciliarnos con perdonar las ofensas que me haga mi
Dios, en la medida que recibimos su perdón y lo derramamos en hermano? ¿Hasta siete veces?» Le dijo
la comunidad. Jesús: «No te digo hasta siete veces,
sino hasta setenta veces siete. (Mt 18,
� ¿Cuántas veces hay que perdonar a los demás? Jesús es muy
22-23)
exigente al repecto:
4. EL SENTIDO DEL AGRADECIMIENTO

� La Eucaristía es el sacramento de la acción de gracias por excelencia. Es la fiesta del


agradecimiento porque Dios cumplió su promesa de liberarnos de la muerte. Y lo ha hecho a
través de su Hijo Jesús, el primero en resucitar y trazarnos el camino hacia el Padre.
� Pensar en el porqué hay que agradecer, animados por la Eucaristía, lleva a mirar el entorno y
tomar conciencia de lo que se es, lo que se tiene, lo que se ha logrado construir.
� La vida es una acción de gracias por sí misma. En la etapa de la juventud hay energía, ganas,
tierra abundante donde puede germinar el valor de la donación de sí mismo, la alegría de la
entrega, la generosidad del sacrificio, la libertad para darse, la solidaridad para compartir, la paz
que se regala y el agradecimiento a Dios por la maravillosa vida que nos ha dado.
5. SENTIDO SOCIAL

� La Eucaristía es sacramento de comunión que expresa la necesidad de asumir un compromiso


concreto para construir un mundo más justo, promoviendo el respeto de la dignidad del varón y
de la mujer, de los jóvenes y de los niños, y especialmente de los más necesitados.
� Particularmente importante es que los cristianos y cristianas vivan eucarísticamente su fe
asumiendo su responsabilidad social, denunciando las desigualdades que encuentran a diario
en las familias, en el trabajo y en las estructuras económicas, en la medida que estas produzcan
inequidad y discriminación social.
� Vivir en la vida cotidiana la Eucaristía capacita para compartir los bienes, como se simboliza en
la colecta de la Misa, y estimula a realizar un trabajo audaz para proponer un nuevo modo de
relacionarse socialmente de acuerdo con la fuente inagotable del don de Dios.
CRISTO NO TIENE HOGAR

Revisemos el siguiente poema del padre Hurtado:

Cristo no tiene hogar


Tanto dolor que remediar: Cristo vaga por nuestras calles en la persona de tantos pobres
dolientes, enfermos, desalojados de su mísero conventillo. Cristo, acurrucado bajo los puentes
en la persona de tantos niños que no tienen a quien llamar padre, que carecen hace muchos
años del beso de una madre sobre su frente. Bajo los mesones de las pérgolas en que venden
flores, en medio de las hojas secas que caen de los árboles, allí tienen que acurrucarse tantos
pobres en los cuales vive Jesús. ¡Cristo no tiene hogar!
San Alberto Hurtado
6. EL SENTIDO DEL OFRECIMIENTO

� El modelo es Cristo, quien se ofreció en sacrificio por el bien de la humanidad.


� Vivir la Eucaristía en la vida de cada día es vivir ofreciéndose a quien necesita ser
acogido, perdonado o animado. También consiste en ofrecer el cansancio del estudio y el
trabajo de cada día para fecundar el esfuerzo realizado y obtener frutos de progreso y de
satisfacción.
� Participar frecuentemente en la Eucaristía permite que se desarrolle el interés por ser
voluntario o voluntaria en diversos servicios. El espíritu eucarístico es contrario al egoísmo
y al inmovilismo infecundo y pasivo.
Decálgo del hombre pleno
•La inteligencia sin amor, te hace perverso.
•La justicia sin amor, te hace hipócrita.
•El éxito sin amor, te hace arrogante.
•La riqueza sin amor, te hace avaro.
•La docilidad sin amor, te hace servil.
•La pobreza sin amor, te hace orgulloso.
•La verdad sin amor te hace hiriente.
•La autoridad sin amor, te hace tirano.
•El trabajo sin amor te hace esclavo.
•La vida sin amor, no tiene sentido.

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