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y tarea.
OA 6: Descubren la Eucaristía como dinamismo de convocación y misión, de discípulos y
misioneros.
OA 8: Identifican la vida cristiana como la prolongación de la Eucaristía.
Tema 1: La Eucaristía: fuente y
cumbre de la vida cristiana
� “Muchos son los problemas que oscurecen el horizonte de nuestro
tiempo... Y ¿qué decir, además, de las tantas contradicciones de un
mundo ‘globalizado’, donde los más débiles, los más pequeños y los
más pobres parecen tener bien poco que esperar? En este mundo es
donde tiene que brillar la esperanza cristiana. También por eso el
Señor ha querido quedarse con nosotros en la Eucaristía, grabando en
esta presencia sacrificial y convival la promesa de una humanidad
renovada por el amor.
� San Alberto Hurtado decía: “¡Mi vida es una Misa prolongada!” y recordaba que “sin la
Eucaristía, la Iglesia de la tierra estaría sin Cristo”.
Los pastores de la Iglesia han acuñado la expresión coherencia eucarística. Con ella quieren
expresar que la Eucaristía no es solo un acto privado que se reduce a un momento de la semana, sino
que tiene consecuencias, día a día, en la vida de los creyentes, es decir, crea ciertas "competencias" o
habilidades espirituales.
Te presento 6 habilidades espirituales de un cristiano o cristiana que vive una vida eucarística:
1. MIRADA DE FE SOBRE LA
REALIDAD:
� Una de las cualidades que se adquieren con el sacramento eucarístico es mirar lo que sucede —y
nos sucede— con los ojos de Cristo; se comienza a percibir la vida con otro grado de
profundidad: las experiencias felices, las tristes, los actos humanos, etc. Las luces y sombras de
la realidad adquieren un sentido espiritual a la luz de la fe y demandan un compromiso con el
mundo.
� Jesús demostró esta cualidad cuando la gente se le acercaba a pedirle algo. Nunca tuvo prejuicios
respecto de las apariencias; por ejemplo: el pobre y el rico tenían las mismas oportunidades de
seguirlo, porque todos son hijos del mismo Padre. Cuando acogía a sus perdilectos —los
necesitados, los pobres, los enfermos—, antes de satisfacer sus necesidades inmediatas los
reconciliaba consigo mismos y los liberaba de las cadenas de que eran víctimas. Por medio de Él,
encontraban alivio a sus desdichas y esperanzas en una felicidad plena al escuchar hablar del
Dios Amor.
� La participación eucarística permite que los problemas
de los jóvenes sean asumidos desde una mirada
espiritual: hay menos rencores, menos insatisfacciones,
inseguridades, desencantos existenciales, porque a la
luz de Jesús descubren la verdad de lo que son capaces
de hacer y de vivir.
� El mundo, por sí mismo, no propicia una visión satisfactoria y alegre sobre la realidad. El
ser humano mismo, en su condición finita, y agobiado por los afanes cotidianos, puede
cerrar sus ojos al milagro de la existencia y encerrarse en un fatalismo desesperanzador que
se expresará en sus actitudes, gestos y acciones ante los demás. ¿Quién no escucha a
menudo la palabra “depre”, o se entera del incremento de patologías que entristecen la vida
de las personas, incluso de los jóvenes? ¿Quién no se sorprende, en cambio, con aquellas
personas que muestran un talante positivo, entusiasmante, que no se amilanan ante las
dificultades e irradian una sonrisa en la que expresan toda su alegría vital?
� Los jóvenes están llamados por el Señor a sembrar ese
optimismo, más allá de los errores y frustraciones pasajeros que
los acompañan en esta etapa de la existencia. Por eso, sin un
fundamento que se enraice en lo más profundo del corazón
humano, no hay alegría. La vida eucarística fortalece la fe con
optimismo para vivir y para transmitir a los demás, aun en
circunstancias donde pareciera que ya nada se puede hacer.
Precisamente el sacramento de la Eucaristía es la actualización
constante de Cristo resucitado que venció a la muerte. La
resignación ante la condición finita del ser humano, no es
cristiana.
3. VALENTÍA EN LA RECONCILIACIÓN