Sei sulla pagina 1di 25

La culturas juveniles

y la cultura actual

Análisis de la realidad
a) Culturas juveniles
b) Cultura actual
c) Luces del Sínodo 2018
a) Culturas juveniles

Nos fijamos en la condición


socio-económica y religiosa-vocacional

Distinguimos diversos tipos de jóvenes


pertenecientes a sectores o ámbitos culturales que
afectan directamente al modo de comunicar el
mensaje evangélico y vocacional
Podemos distinguir 8 ámbitos de culturas juveniles:

1. Juventud campesina-rural

2. Juventud indígena

3. Juventud estudiantil

4. Jóvenes obreros y trabajadores

5. Jóvenes inmigrantes

6. Jóvenes universitarios

7. Jóvenes en situación crítica

8. Jóvenes apostólicos
1. Juventud campesina-rural

Muchos de estos jóvenes no tienen posibilidad de estudiar.


Tienen una gran apertura a lo sagrado y una facilidad para la
contemplación.
La mayoría de ellos tienen fuertes lazos familiares y el sentido
de pertenencia a su parroquia y a su diócesis.
Mantienen también una vinculación con la religiosidad popular y
las prácticas devocionales.
Este ámbito juvenil sufre con frecuencia “los efectos de formas
de exclusión y descarte” (Sínodo 2018, n. 12).
2. Juventud indígena

En ocasiones los jóvenes provenientes de esta cultura no aceptan


sus propias raíces indígenas.
Los jóvenes indígenas tienen una gran capacidad intuitiva y una
delicada sensibilidad estética.
Estas características unidas a sus tradiciones religiosas les
abren profundamente al valor de lo sagrado.
Con frecuencia algunas de las culturas indígenas presentan una
dificultad para la aceptación de la virginidad o del celibato como
una forma de vida válida.
3. Juventud estudiantil

Nos referimos a jóvenes que aún están cursando el nivel básico de la


educación y que se disponen a iniciar estudios universitarios.
Jóvenes que planean ser estudiantes durante un largo tiempo.
Paradójicamente cuentan con más medios y con una mayor cultura
religiosa, aunque luego esto no se traduzca en comportamientos
prácticos.
Los jóvenes de colegios católicos en su mayoría son menos sensibles
a la realidad social que los jóvenes de colegios públicos.
Una de las necesidades más importantes de los jóvenes estudiantes
es la de ampliar sus perspectivas vocacionales, de modo que se
abran al menos inicialmente a una mayor diversidad de opciones,
entre las que se encuentra la vocación consagrada.
4. Jóvenes obreros y trabajadores

Son jóvenes que ya están trabajando. Algunos con horarios de medio


tiempo, compatibles con los estudios, pero la mayoría con horarios de
tiempo completo que les impiden realizar un proyecto de estudios, o
comprometerse más en el apostolado.
Sobre muchos de ellos pesa la economía familiar, sobre todo cuando
pertenecen a familias disfuncionales, de modo que esto es un
impedimento para realizar su propio proyecto.
Este tipo de jóvenes suelen tener un contacto esporádico con la Iglesia,
la cual se encuentra especialmente lejana de los ámbitos laborales. Tal
contacto se puede dar a partir de la misa dominical, o de las actividades
de su empresa, o de su participación en un movimiento apostólico.
Los jóvenes trabajadores son más independientes y por ello también
más capaces de tomar decisiones.
5. Jóvenes inmigrantes

En ellos confluyen muchas de las circunstancias que hemos


señalado para otros grupos. En su caso hay que añadir la
movilidad, sobre todo cuando son ilegales, y la dedicación muy
absorbente al trabajo que llegan a conseguir en su nueva
situación.
Los tenemos en los grupos juveniles en las ciudades, en las
fronteras y fuera del país, pero también en los pueblos de donde
salen, y en donde tienen la referencia a sus valores
fundamentales.
Es llamativo cómo muchas de las vocaciones que brotan de esta
realidad de los jóvenes inmigrantes optan por volver a su país de
origen para la formación, sea por motivos legales o culturales,
pero sobre todo por motivos apostólicos y de compromiso social.
6. Jóvenes universitarios

Aquí nos referimos a los jóvenes que ya están estudiando en la


Universidad. La mayoría entre los 18 y los 25 años.
Se pueden distinguir dos tipos: los que estudian y trabajan y los
que solo estudian.
Muchos de los movimientos juveniles de Iglesia se dirigen a este
sector.
Su situación de estudiantes les lleva a definir un proyecto para el
futuro.
Algunos de estos jóvenes no tienen un grado de convicción
suficiente en torno a la elección de su carrera, por lo que con
cierta facilidad la abandonan durante los dos primeros años, o no
trabajan suficientemente en sus estudios.
7. Jóvenes en situación crítica

Son los que han llegado a una situación tal que necesitan ayuda para salir de
ella: drogadicción, criminalidad, promiscuidad sexual, prostitución,
problemas psíquicos severos, etc. Se reconoce la situación crítica cuando ya
no pueden seguir con sus estudios o trabajo debido a estos problemas.
Es importante emprender una pastoral especial dirigida a ellos que tiene una
gran tradición espiritual dentro de la Iglesia. La experiencia enseña que no
basta con “curar” o atender estas situaciones, sino que es mucho mejor
“prevenirlas”, es decir, poner los medios para que los chicos que están en
peligro puedan salir a tiempo de estas situaciones.
Hay que hacer una mención especial de los jóvenes que, sin calificarla como
situación crítica, pertenecen a familias disfuncionales. “Sin duda el aumento
de separaciones, divorcios, segundas uniones y familias monoparentales
puede causar en los jóvenes grandes sufrimientos y crisis de identidad. A
veces deben hacerse cargo de responsabilidades desproporcionadas para su
edad, que les obligan a ser adultos antes de tiempo”. (Sínodo 2018, n. 32).
8. Jóvenes apostólicos

Son los jóvenes que se han comprometido en algún apostolado en


la Iglesia; que colaboran en la catequesis, en la pastoral juvenil,
en los movimientos apostólicos.
Se definen como creyentes y apostólicos, pero su gran reto es
llevar la fe a la vida de cada día.
Tienen en general dificultades para poner en práctica la etapa de
militancia o compromiso apostólico, porque no es fácil encontrar
espacios para asumir este compromiso.
Este tipo de jóvenes necesita acompañamiento, asesoría,
dirección espiritual, profundización espiritual.
b) Cultura actual

Afectaciones de la cultura actual en


el ámbito juvenil
 La invasión de los medios de comunicación.

Los medios de comunicación invaden la vida privada de las


personas, que se saben dependientes de ellos: el teléfono
celular, el internet, estar siempre conectados a las redes
sociales, lo que no implica una mayor calidad en la comunicación.
El Sínodo de los jóvenes señala “la preferencia que se concede
a la imagen respecto a otros lenguajes comunicativos” (Sínodo
2018, n. 45).

Esto afecta a la capacidad de silencio y de soledad, que es


donde se gestiona la relación con Dios y el proceso vocacional.
Si la persona quiere crecer en su vida espiritual tiene que
pasar por un síndrome de abstinencia de comunicación. Con
todo, han surgido algunos movimientos de “desconectados”.
 La poca claridad en los valores morales.

El continuo acceso a un conjunto de valores ambiguos provoca


una confusión importante. Se cuestionan radicalmente algunos
valores, pero no se afirman otros con claridad, de modo que se
crea una confusión en la que no se sabe dónde está la verdad.

La ambigüedad en los valores morales afecta a la disposición a


aceptar la moralidad con sentido más social y objetivo que se
propone desde los valores vocacionales.
 La presencia de los medios técnicos.

Las personas parecen depender de los medios técnicos para


poder realizar sus actividades. “No puedo estudiar sin
computadora y sin internet; necesito las contraseñas de la red
wifi”.

Esta invasión de la técnica impide la profundización en el


estudio, en el pensamiento humanístico. Todo está en los
buscadores de internet. No se requieren bibliotecas y todo se
soluciona con el “copiar y pegar”. Sobre todo, dificulta la
formulación personal del pensamiento. “Privilegiar la imagen
respecto a la escucha y a la lectura incide en el modo de
aprender y en el desarrollo del sentido crítico” (Sínodo 2018,
n. 21).
 La poca credibilidad de las Instituciones.

Estamos inmersos en una cultura del continuo cuestionamiento


de cualquier tipo de Institución: el gobierno y los gobernantes,
los partidos políticos, las religiones y sus ministros, las
escuelas y los maestros… es difícil que una Institución no se
vea profunda y a veces injustamente cuestionada.

Esta es una dificultad para crecer en el sentido de pertenencia


a una Institución y a una opción vocacional dentro de la Iglesia.
 La ambigüedad religiosa.

La religiosidad ambigua es la que funciona. Las personas se


definen como católicos, pero no participan en la comunidad
cristiana y encuentran cualquier motivo para apartarse de ella.
A la vez pueden tomar elementos de otras religiones haciendo
una mezcla poco clara. “Se difunde así un cierto sincretismo,
que se desarrolla bajo el presupuesto relativista de que todas
las religiones son iguales” (Sínodo 2018, n. 49).

La ambigüedad en el terreno religioso hace difícil la confesión


de la fe. Parece que cada quien puede creer lo que quiera, lo
que le gusta o lo que le convence. Los jóvenes llegan a mostrar
interés por la espiritualidad, pero a veces se torna en “una
búsqueda de bienestar psicológico más que de una apertura al
encuentro con el Misterio del Dios vivo” (Sínodo 2018, n. 49).
 El fenómeno de la inseguridad.

Las personas viven pendientes de la seguridad y poco atentas a


la vida misma. El concepto de inseguridad sirve para justificar
actitudes más egoístas y cómodas, la falta de compromiso.

Llega a ser un impedimento para la participación en un grupo


juvenil o para prestar un servicio social. Pero también es cierto
que muchos jóvenes “padecen la violencia en una innumerable
variedad de formas: secuestros, extorsiones, crimen
organizado, trata de seres humanos, esclavitud y explotación
sexual, estupros de guerra, etc.” (Sínodo 2018, n. 41).
 La ambigüedad en el comportamiento sexual.

Es una consecuencia de todo lo demás. Pareciera válida cualquier


conducta sexual. No hay claridad sobre lo que es correcto y lo
que no lo es. Incluso se da una difusión de los roles sexuales y de
las características secundarias de la sexualidad.

La ambigüedad en lo sexual y el continuo contacto con realidades


sexuales confusas dificulta la opción por el celibato sacerdotal y
por castidad de la vida consagrada. “Junto a fenómenos antiguos
que permanecen, como la sexualidad precoz, la promiscuidad, el
turismo sexual, el culto exagerado del aspecto físico, hoy se
constata una gran difusión de la pornografía digital y la exhibición
del propio cuerpo en la red. Estos fenómenos, a los que están
expuestas las nuevas generaciones, constituyen un obstáculo para
una maduración serena” (Sínodo 2018, n. 37).
c) Luces del Documento final del Sínodo
“Los jóvenes, la fe y el
discernimiento vocacional”

Tres ejes cruciales de la


realidad de la cultura actual
1º Cultura digitalizada

Afecta de modo muy profundo la noción de tiempo y de espacio, la


percepción de uno mismo, de los demás y del mundo, el modo de
comunicar, de aprender, de informarse, de entrar en relación con los
demás. La web y las redes sociales representan un lugar
irrenunciable para llegar a los jóvenes e implicarlos, incluso en
iniciativas y actividades pastorales.

El ambiente digital también es un territorio de soledad, manipulación,


explotación y violencia… Riesgo de dependencia, de aislamiento y de
progresiva pérdida de contacto con la realidad concreta,
obstaculizando el desarrollo de relaciones interpersonales
auténticas… La proliferación de las fake news es expresión de una
cultura que ha perdido el sentido de la verdad y somete los hechos a
intereses particulares. La reputación de las personas está en peligro
mediante juicios sumarios en línea. El fenómeno afecta también a la
Iglesia y a sus pastores.
2º Inmigración

Los inmigrantes aparecen como paradigma de nuestro tiempo,


particularmente los que huyen de la guerra, de la violencia, de la
persecución política o religiosa, de los desastres naturales —debidos
entre otras cosas a los cambios climáticos— y de la pobreza
extrema: muchos de ellos son jóvenes.

Esta situación pone a la Iglesia en condiciones de desempeñar en


medio de la sociedad un papel profético. Las iniciativas de acogida
que hacen referencia a la Iglesia tienen un rol importante y pueden
revitalizar a las comunidades capaces de realizarlas.
3º Todo tipo de abusos

Reconocer y reaccionar a todo tipo de abusos: de poder, económico,


de conciencia, sexual. El clericalismo, en particular, surge de una
visión elitista y excluyente de la vocación, que interpreta el
ministerio recibido como un poder que hay que ejercer más que como
un servicio gratuito y generoso que ofrecer; y esto ha dado paso a
todo tipo de abusos ante los cuales los jóvenes se muestran
especialmente sensibles.

Pero el Sínodo también reconoce agradeciendo y alentando tanto a


quienes han denunciado como a quienes continúan dando testimonio
de entrega y servicio: El Sínodo expresa gratitud hacia quienes han
tenido la valentía de denunciar el mal sufrido: ayudan a la Iglesia a
tomar conciencia de lo sucedido y de la necesidad de reaccionar con
decisión. Aprecia y alienta también el empeño sincero de
innumerables laicos, sacerdotes, consagrados y obispos que cada día
se entregan con honestidad y dedicación al servicio de los jóvenes.
Otros aspectos resaltados por el Documento
final del Sínodo sobre la realidad juvenil
- La distancia entre los jóvenes y la Iglesia: debido a razones serias
y comprensibles como los escándalos sexuales y económicos; no
captar la sensibilidad de los jóvenes; el poco cuidado en la
preparación de la homilía y en la explicación de la Palabra; el papel
pasivo asignado a los jóvenes; la dificultad de la Iglesia para dar
razón de sus posiciones doctrinales a la sociedad contemporánea.
- El deseo de los jóvenes de que la Iglesia brille por autenticidad,
ejemplaridad, competencia, corresponsabilidad y solidez cultural.
- La constatación de que no se trata de crear una nueva Iglesia para
los jóvenes, sino más bien de volver a descubrir con ellos la juventud
de la Iglesia

Potrebbero piacerti anche