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EL ESPÍRITU EN LA ENSEÑANZA DE JESÚS

 
  Jesús impartió muy poca enseñanza acerca del Espíritu Santo a las
multitudes.  Él dio enseñanzas específicas a sus discípulos en los Evangelios
sobre cuatro cosas relacionadas con el Espíritu:
 
       I. El reconocimiento que el Espíritu era un don de Dios (Mateo
10:16-20; Lucas 11:9-13).
     II. Prometió que el Espíritu estaría con sus discípulos para ayudarles en
el ministerio (Mateo 10:16-20; Marcos 13:9-11; Lucas 12:11, 12; 21:12-15).
 
   III. Les ordenó bautizar a los creyentes en el nombre del Padre, del Hijo y
del Espíritu Santo (Mateo 28:19).
 
  IV. Les ordenó que esperaran en Jerusalén hasta que fuesen revestidos
con poder desde lo alto (Lucas 24:49).
 
1. El Dador de buenas dádivas
     Jesús hizo comparaciones para demostrar que podemos acudir a Dios
con libertad y con audacia. Cualquier padre en la tierra no daría una
piedra al hijo que le pidiera pan, ni una serpiente si le pidiera pescado, o
un escorpión si le pidiere un huevo. Debemos estar seguros de no temer
al pedir al Padre la mejor de todas las dádivas, el don del Espíritu Santo.
2. La petición del don del Espíritu

 Algunos escritores de la actualidad dicen que no necesitamos pedir el


Espíritu por que el Espíritu Santo ya mora en todos los creyentes que
verdaderamente nacieron de nuevo. Otros afirman que debemos
continuar pidiendo, y cuando oramos, si creemos que recibiremos las
buenas cosas de Dios que estamos pidiendo, las recibiremos (Marcos
11:24).
Debemos tomar en cuenta que aun cuando la oración por el don del
Espíritu está dirigida principalmente al Padre, Jesús como Bautizador en
el Espíritu también toma parte en la concesión de este don.        Nada en
la Biblia nos prohíbe dirigir oraciones al Espíritu.
3. Enviados con el Espíritu
 Cuando Jesús envió a sus discípulos, no les prometió que
tendrían una tarea fácil. El les envió (después de Pentecostés)
como ovejas en medio de lobos (Mateo 10:16). Pero ellos tenían
la seguridad de que Jesús era el que les enviaba, de modo que
podían esperar que El estuviese con ellos (Juan 15:16; 16:2;
Mateo 28:20).
Cuando nosotros enfrentamos situaciones de peligro y pruebas
por compartir las buenas nuevas acerca de Jesús, no debemos
preocuparnos ni afanarnos por lo debemos de decir o de cómo
decirlo. En el momento en que sea necesario, nos será dado lo
que hayan de decir.
El Espíritu está más interesado en lo concerniente a la difusión
del evangelio que en la seguridad de quienes lo difunden.
4. Enviados con poder
La Gran Comisión, según está registrada en el Evangelio
según Mateo, recalca la autoridad de Jesús. “Toda potestad
(autoridad) me es dada en el cielo y en la tierra” (Mateo
28:18). Mediante esta autoridad Jesús les prometió poder,
el que llegaron a poseer a través del Espíritu Santo (Hechos
1:8). El propósito principal del poder es enseñar (hacer
discípulos). El énfasis no está en ir. “Por tanto, id” resulta
mejor traducido “habiendo ido, entonces”.
5. Estas señales seguirán             
Después de la ascensión de Jesús, una vez que ellos salieron
y predicaron en todo lugar, el Señor obraba con ellos,
confirmando la Palabra con señales (milagrosas).  
5. Nacido del Espíritu
El Evangelio según Juan proporciona más enseñanza acerca
del Espíritu y de su obra que los otros tres Evangelios. El
énfasis se halla claramente en la obra del Espíritu al traer
nueva vida al creyente.
6. El Espíritu mismo             
En el Evangelio de Juan, el agua a menudo simboliza el
Espíritu mismo, especialmente en su poder de dar vida
(Juan 4:14; 7:38).
 Ni siquiera en el Antiguo Testamento alguien fue salvado
sólo por ser un judío o porque ofrecía los sacrificios
apropiados. Eran necesarias fe y fidelidad. Se requeriría del
Espíritu Santo para obtener vida de arriba.
7. Vida en el Espíritu
 El ser nacido de arriba no es un fin en sí mismo. Es
solamente el primer paso hacia la vida en el Espíritu.
Durante su ministerio, los discípulos dependían
directamente de Jesús. El Espíritu Santo hacía su obra
en y por medio de Jesús en bien de ellos. El Espíritu
Santo estaba solamente con los discípulos, todavía no
estaba en ellos (Juan 14:17).
Jesús prometió que el Espíritu Santo daría más que una
plenitud interior. Hay un flujo que va desde adentro
hacia fuera, algo que surge como asimismo algo que se
derramo. 
8. Adoración en Espíritu y en verdad
Los verdaderos adoradores, los adoradores genuinos, no son
aquellos que van a los lugares correctos y dicen las oraciones
correctas. Son los que reconocen la naturaleza de Dios.
Jesús dice también que puesto que Dios es Espíritu, se halla
presente en todas partes. Así, no importa realmente el lugar o la
forma de adoración, siempre cuando ésta esté movida e inspirada
por el Espíritu.
9. Participación de la Vida de Cristo por medio del Espíritu            
 El problema está en creer. Muchos habían visto a Jesús y
presenciaron sus milagros, pero rechazaron la obra del Espíritu y
todavía no creían.
También es necesario el discernimiento del Espíritu Santo si es que
la Cena del Señor ha de dar un testimonio que en realidad
glorifique al Señor.
10. El Consolador que viene a quedarse
Después de la última cena, Jesús comenzó a dar enseñanza a sus
discípulos para ayudarles a prepararlos para su muerte, resurrección y
ascensión. De inmediato el Consolador es identificado por Jesús como el
Espíritu de verdad, literalmente, la Verdad. Como el Espíritu Santo,
enviado por el Padre en el nombre de Jesús.

11. El Consolador: Ayudador o Consejero para la defensa             


Existe mucha controversia sobre el significado de la palabra “Consolador”,
que también se traduce como “Abogado” cuando se aplica al Cristo
ascendido (1 Juan 2:1). La palabra griega paracletos se deriva de para, “al
lado de”, y de kaleo, “llamar o convocar”. La mayoría de los eruditos
católico romanos consideran que el significado es de un abogado,
jurisconsulto, asesor para la defensa. Sin embargo, el Espíritu Santo en
Juan es un fiscal, y ni siquiera es principalmente un intercesor. Más bien
es el Maestro, el Representante de Cristo que busca convencer a los
hombres de la verdad y traerlos al arrepentimiento
• Censurar, acusar, convencer
La mayor parte de lo que Jesús enseño acerca del Espíritu
tenía que ver con su relación con el creyente. Juan 16:8-11
trata de la relación del Espíritu con el mundo (la humanidad
en general). El viene para convencer “al mundo de pecado,
de justicia y de juicio”.
Cuando vino Jesús, la gente no tenía que hacer nada para
condenarse. Por su incredulidad en El ya estaban
condenados (Juan 3:18). Los pecados les impedían llegar a
Cristo, pero el verdadero pecado es la incredulidad (Juan
3:19, 20).
El mundo necesita ser convencido mediante el Espíritu
respecto de juicio. El Evangelio según Juan muestra un
constante conflicto entre la fe y la incredulidad.
12. Una nueva creación
Jesús dijo muchas promesas del Espíritu durante su ministerio.
Luego, en el día de la resurrección, Jesús apareció en medio de sus
discípulos y dijo: “Como me envió el Padre, así también yo os envío”,
luego sopló sobre ellos… (Juan 20:19-23). Este mandamiento de
recibir el Espíritu Santo se interpreta en varias maneras. Los críticos
liberales llaman a esto el Pentecostés de Juan, como si Juan nunca
hubiese oído de Pentecostés y como si pensara que esto era el
cumplimiento del prometido bautismo en el Espíritu Santo. Otros
consideran que el griego no tiene aquí “el” y tan solamente dice
“recibid Espíritu Santo”, que Jesús no quiso decir la persona del
Espíritu Santo sino el aliento de Dios, simbólico de poder. Otros
dicen que los discípulos no recibieron nada en esta ocasión. La
acción de soplar es considerada una acción simbólica para hacerles
saber que cuando viniera el Espíritu en Pentecostés sería el Espíritu
de Jesús.
13. Algo genuinamente impartido
El acto de soplar es paralelo de la acción de Dios en Génesis 2:7.  El uso de la
palabra recibir indica más adelante una verdadera recepción del Espíritu (Hechos
8:15, 17:1; 1 Corintios 2:12).  El mandato de recibir indica que el Espíritu fue
realmente dado entonces.
14. Una Medida del Espíritu dado             
El Espíritu Santo, por ser Persona, no es susceptible de experimentar una
partición. La manera como ellos lo interpretan es que recibir el Espíritu es recibir
la Persona entera de El, de tal modo que no sería posible recibir más de El.
15. No limitado a los once             
La identificación de Tomás como uno de los doce (20:24) parece implicar que
hubo otros discípulos con ellos en la habitación. Esto se ve confirmado en Lucas
24:33, donde los dos de Emaús volvieron para encontrarse con los once, y con
“los que estaban con ellos”. Esto puede haber incluido a una considerable
porción de los ciento veinte que más tarde estuvieron presentes en Pentecostés.
 Pentecostés no fue la primera comunicación del Espíritu. La misma bendición
que vino sobre Tomás cuando vio y creyó viene a todos los que creen, aun
cuando no vean.

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