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La
comunión,
no es un
juego, sino
un desafío.
HAGAMOS DE NUESTRA IGLESIA UNA CASA Y ESCUELA
DE COMUNIÓN (NMI 43)
Un camino
profundo que
requiere una
mirada al
corazón
No nos hagamos
ilusiones: sin este
camino espiritual, de
poco servirían los
instrumentos externos
de la comunión. Se
convertirían en medios
sin alma, máscaras de
comunión, más que
modos de expresión y
crecimiento. (NMI, 43)
Comunión misionera: LA META
El camino espiritual conduce a la comunión
misionera y no sólo hace que la Iglesia y
sus comunidades estén “unidas”, sino que
estén “orgánicamente organizadas”.
La fuente de la comunión es la vida
trinitaria revelada y hecha presente por
Jesucristo, por su Palabra y su vida que
como savia corre por cada miembro,
venciendo egoísmos y abriendo a todos las
necesidades de los otros.
La comunión vivida entre los cristianos testimonia que la Palabra de Jes ús:
“ámense unos a otros, permanezcan en mi amor”. Se hace realidad.
El amor dado en el
perdón constante,
sana nuestras
heridas y ofensas.
El camino hiperbólico es el amor
(1Cor 13, 1-13)
Aunque hablara las
lenguas de los
hombres, si no tengo
amor, soy como
bronce que resueno
o címbalo que retiñe.
CONSECUENCIAS
1. COMPRENDERNOS
2. ACEPTARSE
3. CONFIARNOS
4. AYUDARNOS
5. UNIRSE 1. Soledad de la persona
6. ABRIRSE 2. Peligro de la vocación
3. Agresividad.
Modos visibles de comunión
La tarea misionera es posible en una pastoral de conjunto,
bajo el signo de la obediencia evangélica.
No sólo somos signos de comunión, sino que también somos
instrumentos.
REFLEXIONEMOS:
1. ¿Cómo hago comunión en mi presbiterio?
2. ¿Qué dificultades y que posibilidades encuentro para la construcción de la
comunión?