Sei sulla pagina 1di 158

LUIS CHIOZZA

ANEXO GRÁFICO
PRÓLOGO
El presente Anexo gráfico se propone exponer, de manera sucinta y clara, lo
esencial del libro Hipertensión. ¿Soy o estoy hipertenso?, publicado en junio de
2011, que escribí motivado por cuatro circunstancias infortunadas que hoy son
frecuentes y que rodean al diagnóstico de hipertensión arterial.

La primera de ellas, expresada en los términos utilizados por especialistas de


reconocida solvencia, es que hoy existe una “epidemia de sobrediagnóstico”.
La segunda consiste en que son muchos los pacientes que viven sintiéndose
cotidianamente amenazados por riesgos que, si alguna vez acontecen, en la
inmensa mayoría de los casos no se producen en semanas o en meses, sino en
años o en décadas. La tercera radica en que sólo el 27% de los casos tratados
con fármacos y con recomendaciones acerca de su estilo de vida logra “en la
práctica” que las cifras de su tensión arterial se “normalicen”. La cuarta es que
el paciente hipertenso suele sufrir en la convivencia con sus seres queridos y
con las personas del entorno, por un trastorno del carácter que la medicación
no altera. Más allá de las cifras de la tensión arterial, esa modalidad de su
carácter, que lo inclina hacia una prodigalidad que aumenta su indignación
inconsciente y establece un círculo vicioso que tiende a mantener la
hipertensión, se traduce en conflictos que le ensombrecen la vida.
No cabe duda entonces que es importante tener en cuenta que la hipertensión,
(como sucede, por ejemplo, con la fiebre) aunque a veces sea necesario
disminuirla, lejos de ser la enfermedad “completa”, sólo es una consecuencia
de una alteración más compleja.

Una segunda serie de gráficos, titulada Acerca del tratamiento psicoanalítico de


las enfermedades “del cuerpo”, expone de manera concisa y breve cuáles son
los parámetros dentro de los que existe la posibilidad de modificar los rasgos
del carácter que a veces se manifiestan como alteraciones en el
funcionamiento y en la estructura de los órganos. Es importante destacar, en
este punto, que las promesas de progresos mediante psicoterapias rápidas y
fáciles, que hoy con frecuencia se oyen, hacen mucho daño, porque suelen
conducir hacia la convicción, amarga y errónea, de que no hay psicoterapia que
valga. En esa segunda serie recurrimos, como ejemplo, al tratamiento
psicoanalítico de los enfermos de cáncer, porque con ellos la dificultad es
extrema, dado que se trata de una enfermedad que muchas veces progresa en
tiempos muy breves y cuyos significados inconscientes yacen profundamente
reprimidos. Una descripción más extensa acerca del cáncer y de lo que
inconscientemente significa puede encontrarse en el libro Cáncer. ¿Por qué a
mí, por qué ahora?, que publicamos en abril de 2010.
El hecho de que aquellos pacientes con valores elevados de tensión arterial
padezcan por una modalidad del carácter que no es una consecuencia de la
hipertensión, sino que en realidad, por el contrario, la condiciona, nos indujo
por fin a exponer, en una tercera serie, algunos de los fundamentos esenciales
del tema que abordamos en el libro El interés en la vida. Sólo se puede ser
siendo con otros, publicado en marzo de este mismo año.
La cuestión radica en que las enfermedades “del cuerpo” no sólo son símbolos
que expresan los dramas que acontecen en el alma, sino que además, y
siempre, testimonian acerca de una enajenación con respecto al espíritu que
nos mancomuna en una “red” inconsciente de la cual surge el auténtico
significado de los actos de nuestro diario convivir.

Espero que estos gráficos logren transmitir –apuntando al intelecto, pero


también al corazón– que si nos enfermamos, no es sólo porque en el trajinar de
la vida nos “comportamos mal”, sino también, y sobre todo, porque llevamos
adentro, de un modo irrenunciable, esa simpatía que nos aproxima y que es el
germen poderoso de la humana bondad. La cuestión sólo se explica si
comprendemos que, tal como lo ha expresado Racker, es el amor el que le dice
al odio: ¡Mira lo que has hecho!
Luis Chiozza
Febrero de 2012
Decimos de algunos
pacientes que “son”
hipertensos, y de otros que
“están” con una insuficiencia
cardíaca, afirmando la
diferencia entre un estado
que se considera
permanente y otro
transitorio.

Es necesario reexaminar la
idea de que el diagnóstico de
hipertensión descubre, en
todos los casos, un modo de
“ser” que durará toda la
vida.
¿QUÉ ES LA
HIPERTENSIÓN?
El aumento de la presión de la sangre en las arterias más allá
de los límites y las variaciones que se consideran normales se
denomina hipertensión.

Puede ser una consecuencia secundaria de otra alteración del


organismo como, por ejemplo, una enfermedad renal o un trastorno
endócrino, pero esto sólo ocurre en el 5 o 10% de los casos.

La inmensa mayoría de los pacientes (90 a 95%) en los cuales


se registra una elevación habitual de la tensión arterial recibe el
diagnóstico de hipertensión esencial.

La medicina usa palabras como “esencial” o “idiopático” para


designar procesos cuya evolución conoce pero cuyo origen (su
etiología) ignora.
Aunque sigue siendo cierto que cada paciente tiene “su”
normal, se establece “por convención” que la cifra normal debe
ser, cuando el paciente la mide en su casa, 135/85, pero se
acepta que, cuando la mide el médico, “lo normal” alcance, “por
factores emocionales”, 140/90.
La estadística, que se expresa en porcentajes pero se establece
sobre grandes números, señala que en la medida en que la cifra
es menor, el número de complicaciones que se atribuyen a la
hipertensión disminuye.

SIN EMBARGO, QUE DOS FENÓMENOS HABITUALMENTE


COINCIDAN NO SIGNIFICA QUE EN TODOS LOS CASOS, AL
DISMINUIR UNO DE ELLOS, LO MISMO SUCEDERÁ CON EL OTRO.
La medición sólo tiene valor cuando se la registra en no menos
de tres tomas realizadas en distintas consultas, y el manguito
del esfigmomanómetro permanece a la altura del corazón.
LA ENFERMEDAD
SILENCIOSA
La hipertensión arterial es una de las pocas
enfermedades cuyo diagnóstico suele realizarse frente a
la presencia de un solo signo.

El 30% de los pacientes diagnosticados como hipertensos


ignoraba las cifras de su tensión arterial.
No puede asegurarse que algunos de
los síntomas que se le atribuyen,
como la cefalea o la epistaxis…

…sean en realidad una consecuencia


de la hipertensión arterial.
En EE.UU. el 29% de los adultos reciben el diagnóstico de
hipertensión. La cifra tiende a aumentar. Entre los mayores de
65 años alcanza el 70%.

Samuel Mann (investigador y profesor asociado de clínica


médica, que estuvo 15 años al frente del Hipertension Center of
the New York Presbyterian Hospital, del Cornell Medical Center)
señala que el 25%, por lo menos, de las personas diagnosticadas
como hipertensas en realidad no lo son y no requieren
tratamiento.
El médico suele aclarar que la
hipertensión, aunque no
provoque síntomas, es un
enemigo solapado que
aumenta mucho el riesgo de
sufrir enfermedades graves.
Luego de recibir el diagnóstico la
mente del paciente se llena de
preguntas:
¿Es una enfermedad que se cura?
¿Es una herencia de familia?

¿Le sucederá tal vez como a su madre, que después de


un ataque empezó a arrastrar la pierna y ya nunca fue la
misma de antes?
¿O como a su tío, que empezó a sufrir de los riñones y le
subió la urea?
¿Podrá alguna vez volver a estar como antes? ¿O deberá
resignarse a luchar siempre, tomando medicamentos por
el resto de su vida, con esta enfermedad?
EL TRATAMIENTO HABITUAL
DE LA HIPERTENSIÓN ESENCIAL
CAMBIAR
EL ESTILO DE VIDA
SAL SOBREPESO

La influencia de los
factores que dependen
del estilo de vida es, en
cada caso, variable y
compleja. La mayoría
de las veces la
prescripción de esos
cambios no logra su
ALCOHOL objetivo.
Y TABACO STRESS
Los fármacos que se utilizan para el tratamiento de la
hipertensión NO son reguladores de la tensión arterial,
sino hipotensores que bajan la tensión
independientemente de cuáles sean sus valores.

No “curan” el proceso que eleva la tensión arterial, por ese


motivo, si se suspenden, la hipertensión retorna.
No todos los pacientes responden de igual modo a
los mismos fármacos. Sin embargo, el último informe
del Joint National Committe on the Detection,
Evaluation and Treatment of Hight Blood Pressure,
no promueve la idea de seleccionar una droga acorde
con el mecanismo de cada hipertensión.

En la práctica se comienza siempre con el fármaco que


produce menos efectos colaterales indeseados.
De acuerdo con lo que señalan Kaplan y Victor (en su
décima edición de Kaplan’s Clinical Hypertension) la
hipertensión habitualmente no se cura. Entre los pacientes
tratados sólo muy pocos vuelven a las cifras normales y se
liberan de la necesidad de recurrir a los fármacos.

El diagnóstico establece que el paciente ES hipertenso y


que necesita recurrir a los fármacos durante toda su vida.
Aun así, sólo el 27% logra disminuir su tensión arterial con
el tratamiento. Un 10% es “resistente” a los fármacos. El
63% restante no lo realiza con la constancia necesaria.
La preocupación por llegar a un diagnóstico precoz condujo
a postular la existencia de un “estado prehipertensivo”.

La prehipertensión no es una enfermedad, es un


pronóstico basado en la estadística.

La estadística se expresa en porcentajes, pero sólo


se confirma en grandes números. Es válida para una
población, pero no se aplica al caso individual.

Entre los diagnosticados como prehipertensos


muchos no serán hipertensos, entre quienes lo sean
muchos no tendrán complicaciones, y entre quienes
las tengan, muchos las tendrán luego de décadas.
Samuel Mann (en Healing Hypertension) aconseja:

Antes de esforzarse para tratar de entender por qué


tiene usted hipertensión, y antes de aceptar que
necesita medicación durante toda su vida, asegúrese
de que realmente la tiene.

No hay que precipitarse en medicarla, sólo se


deberá intervenir cuando el beneficio de la acción
exceda al de la inacción. A menos que la tensión
arterial se encuentre por encima de 180/110, suele
haber suficiente tiempo para iniciar el tratamiento.
Es común pensar, de manera errónea, que una
hipertensión no medicada expone al riesgo de sufrir
en cualquier momento un accidente
cerebrovascular. Un vaso cerebral sano resiste una
tensión arterial ocho veces mayor que la normal.

En una hipertensión leve el riesgo de sufrir daños


en otros órganos puede concretarse en años o en
décadas, no en semanas o meses.

La tensión arterial en personas con una hipertensión


moderada (140-160/90-100) suele descender
espontáneamente en un tercio de los casos.
¿ENFERMEDAD DE ALGO O
ENFERMEDAD DE ALGUIEN?
A veces los signos y síntomas de las enfermedades
pueden comprenderse como efectos de una causa
“local” que “actúa” como un mecanismo, alterando la
función de la estructura.
Otras veces pueden comprenderse como símbolos (o
“gestos” inconscientes) que al mismo tiempo sustituyen y
representan afectos que permanecen reprimidos.
Una alteración del cuerpo (como sucede
. con las lágrimas que
forman parte del llanto) no pierde sus cualidades “físicas” cuando
comprendemos el significado que posee como fenómeno psíquico.

Dado que muchos cambios de la estructura física escapan a nuestra


percepción, nos inclinamos a pensar que lo psíquico es inmaterial.
Entre las alteraciones corporales hay algunas cuyo significado
permanece cercano a la consciencia. El lenguaje popular reconoce,
por ejemplo, la vinculación que existe entre el miedo y la diarrea.
De modo que hay signos y síntomas que habitualmente
interpretamos como efectos de causas y, al mismo tiempo, como
la expresión de emociones cuya verdadera magnitud se reprime.

Walter Álvarez señala (en Nerviosidad, indigestión y dolor)


que Esopo, en sus fábulas, escribe que el lobo se asustó y
defecó tres veces.
La forma de un órgano, como la de una
máquina, se comprende contemplando la
función que desempeña y que constituye
su finalidad o “su razón de ser”.

La “razón de ser” de las estructuras


biológicas les confiere un significado que
permanece inconsciente y constituye la
intencionalidad que atribuimos a los seres
animados y que caracteriza a la vida.

Dado que los significados de la forma y la


estructura del cuerpo suelen ser
inconscientes, tendemos a creer que la
mayoría de las alteraciones físicas carecen
de un significado psíquico.
EL SIGNIFICADO INCONSCIENTE
DE LA HIPERTENSIÓN
Los cardiólogos coinciden en afirmar que
existe una relación entre el estado
emocional y las cifras de la tensión
arterial, aunque muchos sostienen que
el “factor psíquico” no influye en todos
los casos por igual.
Basándose en las observaciones clínicas todos
aceptan, sin embargo, considerar como
normales cifras un poco más altas cuando se
las registra en la consulta médica.

Samuel Mann señala que suele tratarse de emociones


que albergamos pero que no sentimos y que ni
siquiera sabemos que existen en nosotros.
Afirmar que la hipertensión es “a causa”
del estrés constituye hoy un lugar
común de muy escaso valor, dado que a
esa misma causa suele atribuirse
multitud de trastornos distintos sin una
explicación suficiente.

No cabe duda de que (como sucede con la


fiebre) la hipertensión, aunque a veces sea
necesario disminuirla, lejos de ser la
enfermedad “completa”, es consecuencia
de una alteración más compleja.

Las primeras investigaciones psicoanalíticas


se apoyan en la estadística para atribuir la
hipertensión esencial a una modalidad
reaccional del carácter frente a
sentimientos de enojo que son reprimidos.
La presión arterial asegura que
los nutrientes y el oxígeno,
que son necesarios para los
procesos biológicos, lleguen a
los tejidos.

El suministro que satisface a


las necesidades y el amor
que sostiene la autoestima
suelen representarse de
manera recíproca.
En 1992, junto con Oscar Baldino,
Eduardo Dayen, Enrique Obstfeld y Juan
Repetto, publicamos un trabajo como
producto del cual sosteníamos
(retomando una idea expresada por
Juan C. Scapusio) que el enojo podía
expresarse también a través de otras
patologías, pero que el afecto específico
que, reprimido, se expresa mediante la
hipertensión, es la indignación.

37
El beneplácito que recibe el
niño de las personas que lo
asisten constituye un
representante fundamental
del sostén de la autoestima
que configura el sentimiento
de dignidad que coincide con
el de merecer el suministro.

Dado que para que “el


abastecimiento” se lleve a cabo
es necesario una presión arterial
suficiente, sostenemos que la
presión arterial se presta para
simbolizar el sentimiento de
dignidad que forma parte de la
autoestima
La indignación es un sentimiento que se
diferencia de otras formas de enojo u
ofensa como, por ejemplo, la ignominia.

Cuando alguien reacciona “indignándose”, es


porque se defiende frente al sentimiento de que
lo han “indignado”; es decir que lo han “privado”
de su dignidad convirtiéndolo en indigno.

La observación revela que la indignación es más


frecuente cuando preexiste un sentimiento
inconsciente de indignidad que es muy fuerte.
El sentimiento de indignidad
reprimido genera sensaciones
de desvalimiento, de
abandono, de falta de
recursos para obtener el
reconocimiento de derechos y
de méritos.

Además condiciona una


hipersensibilidad que conduce a
indignarse con frecuencia, como
defensa frente a lo que se
experimenta como una
acusación de indignidad.
No es aventurado suponer que (tal como lo planteamos en nuestro
trabajo de 1992) una tensión arterial normal forme parte del
conjunto de fenómenos motores y secretores que configuran el
sentimiento de dignidad. De modo que, en condiciones normales…

la tensión arterial aumenta durante


el sentimiento de indignación

y disminuye en el sentimiento de
indignidad.
Dado que entre los recursos que usamos para reprimir un afecto
penoso uno de ellos consiste en desplazar toda la excitación sobre
uno solo de los fenómenos que configuran el afecto completo…

la represión del sentimiento de


indignidad puede manifestarse como
hipotensión arterial,

Y UN SENTIMIENTO DE
INDIGNACIÓN REPRIMIDO SERÁ
EN CAMBIO EL SIGNIFICADO
INCONSCIENTE ESPECÍFICO DE LA
HIPERTENSIÓN ARTERIAL.
Es necesario mencionar todavía un tipo de “prodigalidad” que
constituye un rasgo de carácter observado con mucha
frecuencia en el paciente hipertenso.
Dado que reprime una indignación que lo defiende de
sentirse indigno, muchas veces intenta superar ese
sentimiento de indignidad inconsciente asumiendo una
conducta pródiga que se diferencia de la generosidad.
Pero el intento generalmente fracasa, porque su
prodigalidad surge de una necesidad distinta de la que
experimentan las personas que reciben su ayuda.
El hipertenso siente entonces que se agota y “se desangra”
en “una dádiva sin retorno” que aumenta la indignación
inconsciente que pretendía aliviar.
SEÑALEMOS, POR FIN, QUE UN PACIENTE QUE, DE ACUERDO
CON EL DIAGNÓSTICO QUE HA RECIBIDO, “ES” HIPERTENSO…

además de sentirse obligado a


ingerir cotidianamente un y de vivir a veces con el temor
medicamento durante el resto permanente a sufrir una
de su vida… complicación grave,

suele padecer en la convivencia con sus seres queridos y con las


personas del entorno por un trastorno de carácter que la
medicación no altera y que lo inclina hacia una prodigalidad que
aumenta su indignación inconsciente y establece un círculo
vicioso que tiende a mantener su hipertensión.
Utilizaremos como ejemplo la psicoterapia de los
enfermos de cáncer, porque con ellos la dificultad es
extrema, dado que se trata de una enfermedad que
suele ser grave y evolucionar con rapidez, y cuyo
significado inconsciente específico permanece muy
lejos de la consciencia.
¿QUÉ ES EL CÁNCER Y
CÓMO SE PRODUCE?
Una inmensa mayoría de los tratamientos oncológicos se
ocupan de “esa” particular proliferación anómala, mientras
que, en lo que respecta a la persona que padece un cáncer, casi
la totalidad de la ayuda que se le ofrece no pertenece a la
terapéutica de la enfermedad, sino, a lo sumo, a la profilaxis.

No es infrecuente que
un enfermo que “se ha
curado” luego de la La predisposición genética
extirpación de un no es una explicación
cáncer, años más tarde suficiente. Sólo el 5 o el
desarrolle otro que no 10% de los cánceres se
es metástasis ni recidiva demuestran ligados a una
del anterior. herencia que se transmite a
los hijos a través de los
gametos.
Hay una enorme distancia entre la predisposición a una
enfermedad y el hecho de que esa enfermedad se desarrolle.

Que un automóvil tenga la llave de contacto puesta no


determina que el motor arranque a menos que alguien
se ocupe de hacerla girar.

En el desarrollo de un cáncer influye el aspecto


de la personalidad que denominamos carácter, y el carácter
(como predisposición) “se hereda”, pero es necesario señalar
que en el seno de una familia con un estilo de vida el
carácter “se contagia” más allá de la herencia biológica.
En las últimas décadas, gracias al
reconocimiento de que el estado anímico
influye sobre la inmunidad y la inmunidad
sobre el curso de la proliferación cancerosa,
se acepta que en la eclosión de un cáncer
participa un “factor psíquico”.

Se ha comenzado a insistir en que los


disgustos, el estrés, los traumas psíquicos,
o un difícil proceso de duelo, son factores
importantes en la eclosión y en la
evolución de un cáncer.
También en este punto las distintas posiciones teóricas de
mayor consenso varían desde considerarlo un factor más,
entre otros, hasta afirmar que se trata de una “psicogénesis”.
En ambos casos se permanece, de este modo, dentro del
pensamiento mecanicista, porque se sostiene que el origen y
la evolución del cáncer dependen de una causa psíquica.
Entender mecanismos no es nuestro único modo de entrar en
relación con los hechos e influir sobre ellos. Vivimos en un rico
mundo de significación, un mundo semántico sin el cual nuestra
vida carecería precisamente de lo que denominamos sentido.

Para trascender el concepto de psicogénesis es necesario no


confundir los significados con causas. Se trasciende también,
de este modo, el pensamiento opaco de que lo psíquico
puede ser un factor más, dentro de un pensamiento causal.
Es cierto que la influencia psíquica se ejerce como un
fenómeno dentro del cual podemos concebir causas y
efectos, pero aun en los casos en que no logramos
identificar mecanismos, podemos comprender el sentido
de una alteración orgánica como cumplimiento de una
finalidad, de un propósito que suele ser inconsciente.
ACERCA DE LA EXCITACIÓN
EN LOS ÓRGANOS
El psicoanálisis postula que la actividad genital puede
descargar la excitación que surge durante la función de otros
órganos, y que, de manera análoga, otros órganos
pueden descargar la excitación genital.

Freud decide sostener que el placer deriva de la descarga de


una única energía, que denomina libido, que está “al servicio”
de la vida y que es de naturaleza amorosa o “sexual”, aunque
no siempre es genital. Decimos entonces que la excitación se
transfiere de un órgano a otro.

Durante el crecimiento y el desarrollo, la sexualidad evoluciona


hacia un predominio genital recorriendo distintas etapas.
En cada etapa el órgano que entra en “primacía” impone
la modalidad predominante de la descarga libidinosa.
En todos los seres vivos la excitación alcanza un punto en que
inevitablemente se descarga. Cuando la excitación es “excesiva”, y
supera la capacidad para descargarse “en acción” a través de la
agresión que forma parte del crecimiento normal, de la procreación
o de la sublimación, se descargará desestructurando al organismo,
y configurando las pulsiones “de muerte” (“tanáticas”).
ACERCA DE LA CÉLULA QUE
SE TRANSFORMA EN CÁNCER
Los intercambios de señales entre las células de un organismo,
como se dan, por ejemplo, en los fenómenos inmunitarios, por obra
de los cuales se “presenta” o se “reconoce” a un antígeno, son los
mismos que, perturbados, funcionan en una formación cancerosa.
De acuerdo con lo que sostiene la oncología actual las células
cancerosas: ABANDONAN su dependencia de las células vecinas.
No RESPONDEN a las señales inhibidoras. EVADEN la muerte
normal programada. EVITAN el dispositivo que limita sus
replicaciones. INDUCEN el crecimiento de nuevos vasos para su
nutrición. SE INDEPENDIZAN del anclaje en su lugar funcional y
EMIGRAN. EVITAN que el sistema inmunitario las destruya.
Si aceptamos que el cáncer se inicia en una célula, la pregunta
¿por qué se comporta de ese modo? puede formularse dentro del
lenguaje de inevitable “tinte” subjetivo que utiliza la ciencia cuya
objetividad es irreprochable. Es claro que puede sostenerse que se
trata de un uso metafórico, pero debe haber una razón para que
ese lenguaje se haya generalizado y se utilice de un modo
prácticamente inevitable.
Puede decirse entonces que la célula cancerosa “se ocupa” de su
supervivencia y de la de su progenie “desentendiéndose” de los
intereses del organismo pluricelular del cual antes formaba parte y
en el que ahora “se aloja”. Es posible decir que eso es lo que hace,
pero falta todavía comprender por qué.
De pronto una célula somática que había aceptado
limitar su división replicativa, lo que implica envejecer y
morir, “deshace” su convenio y “evade” su destino para
continuar engendrando una progenie. Podemos
sostener que la acumulación azarosa de ocho a doce
mutaciones la han “reinstalado casualmente” en un
“proyecto anterior” a la simbiosis. Pero… su cambio de
proyecto ¿es absolutamente independiente de lo que
ocurre en el organismo pluricelular al cual, antes de su
transformación, “pertenecía” sin conflicto?
ACERCA DE LA PERSONA
QUE DESARROLLA UN CÁNCER
LOS IMPULSOS VITALES SE MATERIALIZAN
EN TRES FORMAS

CRECIMIENTO PROCREACIÓN SUBLIMACIÓN

PREDOMINA EN PREDOMINA EN PREDOMINA EN


LA NIÑEZ LA JUVENTUD LA VEJEZ
LA REGRESIÓN QUE PRODUCE EL CRECIMIENTO CANCEROSO SE
ORIGINA EN UNA FRUSTRACIÓN ACTUAL EN LAS ÚLTIMAS ETAPAS
DE LA EVOLUCIÓN LIBIDINAL

Traiciona el verdadero amor a uno mismo, que constituye un


narcisismo sano. Se manifiesta, aunque no siempre de manera
consciente, como soledad, incomunicación, aislamiento,
desinterés en los otros, falta de participación en la comunidad,
falta de curiosidad en la vida. Conduce al temor a la ruina, al
tedio, y al sentimiento de vacuidad y de fracaso.
Los sentimientos de desolación y de aislamiento se experimentan
frente a las personas con las cuales se han sostenido vínculos
profundos y duraderos, pero, luego de sufrir la incomunicación con
ellas, suelen extenderse al resto de las personas del entorno.

En esas condiciones, aunque se logre convivir “de manera aceptable”


conservando vínculos cordiales, se lleva a cuestas un trozo del alma
que no se puede compartir con nadie y que crece con los años.
La relación entre el crecimiento canceroso y la persona que se
enferma de cáncer funciona como “una superficie de reflexión” en
la cual la enfermedad y el carácter del enfermo se reflejan
recíprocamente.

La “zona” enferma satisface de un modo insalubre una tendencia


que no ha encontrado su camino normal. El “resto” de la persona
enferma se identificará con esa tendencia, reaccionará contra ella
o, en el mejor de los casos, la sublimará.

Un carácter canceroso, como sucede con otras formaciones


caracterológicas, puede constituirse sin que llegue a desarrollarse
la correspondiente enfermedad “local”, pero es una condición
necesaria para enfermar de cáncer.
El carácter, cuyos fines deben coincidir con el crecimiento invasor, ya
que el sistema inmunitario “lo tolera”, puede desarrollar, como
contrafigura, una formación reactiva, de modo que encontraremos
enfermos de cáncer en los cuales predomina un carácter dulce y
apacible, bondadoso y conciliador, mientras en “el foco” de su
enfermedad arde una rebelión incontenible que avanza hasta la
destrucción total.
Encontramos también formas de carácter que subliman las
tendencias hacia un crecimiento invasor. Se diferencian del carácter
reactivo por el hecho de que no se coartan los fines luchando contra
ellos, sino que se los elabora, de modo que la bondad y la tolerancia
ya no se sobreimponen a una tendencia en conflicto que permanece
activa, sino que se alcanzan mediante una transformación que las
trasciende. Esto puede influir en la evolución de un cáncer y explicar,
tal vez, por qué algunos “misteriosamente” se detienen.
PSICOTERAPIA DEL
ENFERMO DE CÁNCER
Cuando una persona se siente o se sabe enferma, establece
inevitablemente una relación con su enfermedad, con el médico y
con los tratamientos que la medicina ofrece.

La enfermedad, con todo su entorno, suele adquirir, en la vida del


enfermo, el valor de un personaje sobre el cual proyectará
significados, muchos de ellos inconscientes, que dependerán
siempre de las huellas que la historia de su vida ha dejado en él.

Esta cuestión suele recibir el nombre de patoneurosis,


interpretando que la enfermedad del cuerpo es la causa del
desequilibrio anímico.
Cuando una persona recibe la noticia de que está desarrollando un
cáncer, en la inmensa mayoría de los casos sucede que:

Siente que en su
cuerpo alberga un Siente que la
intruso, una especie enfermedad es un
de parásito o de castigo por algo
Teme que el malo que ha
monstruo siniestro diagnóstico lleve
que la invade y le cometido.
implícita una
destruye la vida. sentencia de
muerte a corto
plazo.
La “asistencia psicológica” del enfermo de cáncer se orienta,
en general, hacia el tratamiento de la patoneurosis. Suele
suceder que, tanto en psicoterapia individual, como en
grupos que incluyen a los familiares, se intenta ayudarlos a
enfrentar los conflictos y las ansiedades que derivan de su
nueva condición.

Los propósitos que guían este tipo de psicoterapia recorren


una amplia gama que va desde un “apoyo” que subraya el
valor de lo que todavía subsiste, hasta metas más ambiciosas,
como la de ayudarlos a realizar el trabajo de duelo por los
daños que derivan de la enfermedad o, incluso, afrontar
el espinoso tema de la aceptación de una muerte cercana.
La influencia de la llamada “patoneurosis” en las penurias que
aquejan al paciente es indudable y, por lo tanto, ninguna forma
de psicoterapia puede realizarse sin ocuparse de ella.

Sin embargo, los significados que se hallan implícitos en el hecho


constituido por la formación de un crecimiento canceroso son los
más importantes, y la meta fundamental de toda psicoterapia
debería consistir en trabajar con ellos, dado que son los que
influyen “específicamente” en el curso de la enfermedad.
ES IMPORTANTE SUBRAYAR QUE DEBE DISTINGUIRSE ENTRE LAS
PSICOTERAPIAS QUE, INDEPENDIENTEMENTE DEL NOMBRE QUE SE
ASIGNEN A SÍ MISMAS, SÓLO SE OCUPAN DE LA PATONEUROSIS, Y
UN TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO QUE INTENTA, EN CAMBIO,
INFLUIR EN EL CURSO DE LA ENFERMEDAD.
El tratamiento psicoanalítico que se proponga como
meta influir en la evolución de un cáncer exigirá del
psicoanalista tres condiciones.

El conocimiento de los significados


inconscientes específicos del cáncer.

La capacidad para traducir al lenguaje


cotidiano “las fórmulas metapsicológicas”.
Suficiente experiencia clínica para poder tolerar y
utilizar (como contratransferencia) lo que se siente
frente a una enfermedad que muchas veces
conduce a la muerte en muy poco tiempo.
Dado que algunas enfermedades “del cuerpo”
avanzan con rapidez, mientras que el psicoanálisis
es un proceso que demanda su tiempo;
dado que suelen ser enfermedades “ancladas” en
rasgos de carácter que constituyen un baluarte
que el paciente defenderá con encono;

y que, además, es imprescindible ocuparse también


de los significados secundarios (patoneuróticos) que
el paciente traerá siempre en primer plano;

ES NECESARIO COMPRENDER QUE EL RESULTADO


DEPENDERÁ, EN ALTO GRADO, DEL NÚMERO DE
SESIONES SEMANALES QUE EL PACIENTE REALICE.
EN EL CAMINO HACIA EL LUGAR AL QUE NOS DIRIGIMOS
DEBEREMOS DETENERNOS EN ALGUNAS ESTACIONES.

Acerca de ideas y de afectos.


Los modos de representación.
Acerca del yo y de la consciencia.
Acerca de psiquis y de soma.
Acerca de lo concreto y de lo abstracto.
El drama en el alma y la enfermedad en el cuerpo.
La consciencia “individual”.

LA ENAJENACIÓN DEL ESPÍRITU.


ACERCA DE IDEAS
Y DE AFECTOS
Freud sostuvo que es necesario
perseguir por separado los
destinos que la represión impone
a la idea inconsciente, de los que
impone al factor cuantitativo
(el monto de afecto, o “suma de
excitación”) de la representación.

También sostuvo que el verdadero motivo de la


represión es impedir el desarrollo de un determinado
afecto, el cual, de acuerdo con sus propias afirmaciones,
también se caracteriza por su cualidad.
De modo que en toda representación es posible distinguir
un componente eidético, que le otorga cualidad, de un
componente afectivo, caracterizado como cantidad.
PERCEPCIÓN

PERCIBIR REMEMORAR
ES CAPTAR ES REPRESENTAR
UNA PRESENCIA UNA PRESENCIA
“OBJETIVA” EN AUSENCIA
SENSACIÓN

SENTIR RECORDAR
ES “REGISTRAR” ES REACTUALIZAR
UNA ACTUALIDAD UNA ACTUALIDAD
“SUBJETIVA” EN LATENCIA
No se puede percibir sin
rememorar una idea, dado
que sólo de ese modo se
puede reconocer lo que se
percibe. No se puede
rememorar una idea sin que En todos esos
algo presente desencadene la procesos uno de los
rememoración. dos componentes
suele permanecer
inconsciente.
No se puede sentir sin “recordar”
un afecto (resentir), dado que sólo
de ese modo se puede reconocer
lo que se siente. No se puede
resentir un afecto sin que algo
actual desencadene el recuerdo.
No existen sensaciones o percepciones “puras”.
Aunque una de ellas pueda predominar en la
consciencia, ambas ocurren indisolublemente
unidas. No existen ideas sin afectos o afectos sin
ideas. Tampoco existen ausencias o latencias puras.
Toda ausencia lleva implícita, como contracara inevitable,
una presencia, no siempre consciente. Lo mismo ocurre con
la latencia y la actualidad, dado que el afecto que suele
decirse “retenido” o “sofocado” siempre finaliza
descargándose, en alguna medida, a través de un sustituto.
De este modo ambas “caras” de cada “interfaz” [+]…
(se trate de ausencia y presencia, latencia y actualidad,
ausencia y latencia, o presencia y actualidad), más allá
del predominio que cada una de ellas pueda alcanzar en
la consciencia, se constituyen recíprocamente de manera
indisoluble en un mismo fenómeno.

ACTUALIDAD PRESENCIA

LATENCIA AUSENCIA
LOS MODOS DE
REPRESENTACIÓN
DIFERENCIAS ENTRE LA PARCIALIDAD DEL REPRESENTANTE
Y LA TOTALIDAD DEL REFERENTE
Freud sostuvo que todo proceso
suficientemente importante
puede ARROGARSE
LA REPRESENTACIÓN
del conjunto entero del cual
forma parte (pars pro toto).

La relación inequívoca entre


la representación y lo
representado es UNA
RELACIÓN ESPECÍFICA.
DIFERENCIAS ENTRE REPRESENTACIÓN Y REPRESENTANTE

El representante
tiende a
“simbolizar”
mediante la
rememoración de
una idea.
La representación
tiende a “expresar”
mediante la
reactualización de
un afecto.
DIFERENCIAS ENTRE MIRAR PERCEPTIVO Y SENSITIVO

Representante
simbólico
del mirar perceptivo
(que difiere del mirar
sensitivo que ocurre,
MIRE
por ejemplo,
ANTES DE
CRUZAR LA CALLE al contemplar una
obra de arte).
DIFERENCIAS ENTRE PRESENCIA Y AUSENCIA

En la figura de este deportista vemos la


ausencia de una pierna pero el fabricante de
prótesis ve la presencia de una pierna artificial.
DIFERENCIAS ENTRE INFORMACIÓN Y SIGNIFICANCIA

Guía telefónica
Menor
información y
MAYOR
SIGNIFICANCIA
.

Mayor información
(cantidad de bytes)
y MENOR
SIGNIFICANCIA
(importancia del Soneto de
significado). Shakespeare
ACERCA DEL YO
Y DE LA CONSCIENCIA
EL REPRESENTANTE SE ADHIERE AL
SENTIMIENTO DE SÍ QUE SE CONSTITUYE EN
TORNO DE LAS SENSACIONES, MIENTRAS QUE
LO REPRESENTADO CONFIGURA UN “ELLO”
OBJETO DE LA PERCEPCIÓN.

LA INTERFASE QUE CONFIGURA LA RELACIÓN DE


SIGNIFICACIÓN ENTRE UN REPRESENTANTE Y SU
REPRESENTADO ES LA SUPERFICIE ESPECULAR DE
REFLEXIÓN QUE CARACTERIZA A LA OPERACIÓN
DE LA CONSCIENCIA.
TODO “ACTO” DE EN TODO “ACTO”
CONSCIENCIA DE CONSCIENCIA
IMPLICA UNA COEXISTEN UN
REPRESENTACIÓN REPRESENTANTE
PARCIAL DE CONSCIENTE Y UN
UN CONJUNTO REPRESENTADO
CADA UNO DE
MÁS AMPLIO. INCONSCIENTE.
LOS DISTINTOS
ESTRATOS
DE CONSCIENCIA
POSEE LAS
SOSTENER QUE
CARACTERÍSTICAS LOS DISTINTOS
EXISTEN
DE UN YO ESTRATOS
REPRESENTANTES
INCONSCIENTE. DE CONSCIENCIA
INCONSCIENTES
FUNCIONAN
IMPLICA QUE EXISTEN
COMO UNA GALERÍA
CONSCIENCIAS
DE ESPEJOS CON
INCONSCIENTES PARA
INNUMERABLES
LA CONSCIENCIA
REFLEXIONES.
HABITUAL.
CON LA CABEZA Y EL CEREBRO
SOLEMOS REPRESENTAR A LOS
CONTENIDOS DE CONSCIENCIA.
AQUELLO QUE, EN SENTIDO AMPLIO,
DENOMINAMOS PENSAMIENTO.

TODO “ACTO” DE CONSCIENCIA ESTÁ RESIGNIFICANDO


UN SIGNIFICADO INCONSCIENTE
PREVIAMENTE CONSTITUIDO.

LA MAYORÍA DE LAS FORMAS DE CONSCIENCIA SON


INCONSCIENTES PARA LA CONSCIENCIA HABITUAL.
AL REVÉS DE LO QUE
HABITUALMENTE PENSAMOS,
LA CONSCIENCIA SÓLO ES
UNA SOMBRA PARCIAL DE LA
TOTALIDAD DEL “ORIGINAL”
INCONSCIENTE.
Cuando hablo, siento, percibo, pienso y hago, experimento la
consciencia de manera única y verdadera, evidente e inmediata, y
también siento que elijo los actos que realizaré. La consciencia es
un singular cuyo plural se desconoce.
En la autorreferencia, cuando digo o pienso “yo”, EL YO PASA A
SER OBJETO (pasa a ser ELLO), como mis manos, mi inteligencia,
mi memoria, mi enfermedad o la tierra de mi país que piso, y
depende de acontecimientos que escapan a mi dominio.
Ello (“fuera” de mí en el espacio o en el tiempo) contiene
innumerables entidades a las cuales atribuyo el conjunto
de características que denominamos “yo”.

Las cualidades esenciales a las cuales nos referimos


cuando decimos “un yo” son su intencionalidad
(automovilidad) y la consciencia de su propia existencia,
que denominamos “sentimiento de sí”.
LA FINALIDAD DE UNA FUNCIÓN O DE UN ACTO, SU INTENCIÓN, SU
SENTIDO, O SU SIGNIFICADO, ES LO PSÍQUICO QUE FREUD DENOMINA
GENUINO O VERDADERO; Y EN SU MAYOR PARTE ES INCONSCIENTE
PARA LO QUE HABITUALMENTE DENOMINAMOS CONSCIENCIA.

LA CONSCIENCIA “HABITUAL” SÓLO SE AGREGA A UNOS


POCOS PROCESOS INCONSCIENTES CONVIRTIÉNDOLOS
EN PROCESOS CONSCIENTES.
FREUD SOSTIENE QUE LO INCONSCIENTE, QUE
HABITUALMENTE PERCIBIMOS COMO CUERPO, CONTIENE
“LAS INNUMERABLES EXISTENCIAS ANTERIORES DEL YO”.
EL SIGNIFICADO, COMO PRODUCTO DE UNA ACTIVIDAD
SIGNIFICANTE, PUEDE PERDURAR, EN UNA OBRA DE ARTE, O
EN LA IDEA QUE CONSTITUYE LA MAQUINARIA DE UN MOLINO,
MÁS ALLÁ DE LA VIDA.

UNA PARTE DEL UNA PARTE DEL


CUERPO PUEDE PERDURAR ALMA PUEDE PERDURAR
FÍSICAMENTE MÁS ALLÁ PSÍQUICAMENTE MÁS ALLÁ
DE LA VIDA. DE LA VIDA.

EL CUERPO Y EL ALMA CONSERVAN


UNA PARTE DE SU SIGNIFICADO MÁS ALLÁ DE LA VIDA.

EL SIGNIFICADO, COMO PRODUCTO DE UNA ACTIVIDAD SIGNIFICANTE,


DEFINE A LO PSÍQUICO, Y “ES NECESARIO BUSCAR ALGUNA
OTRA APRECIACIÓN” (DICE FREUD) PARA LOS PROCESOS CONSCIENTES.
LA SUSTANCIA Y LA FORMA, LO MISMO QUE
MATERIA E IDEA, EL SIGNO Y EL SIGNIFICADO,
O LA INFORMACIÓN,
QUE LA CONSCIENCIA REGISTRA,
PUEDEN EXISTIR MÁS ALLÁ DE LA VIDA.

LA SIGNIFICANCIA, EN CAMBIO, SÓLO SURGE


EN LOS SERES VIVOS Y SUPONE LA FUNCIÓN
DE ALGUNA FORMA DE CONSCIENCIA.

LA SIGNIFICANCIA FUNDAMENTA
LA INTENCIONALIDAD
Y LA AUTOMOVILIDAD QUE CONSTITUYEN
LAS CARACTERÍSTICAS ESENCIALES DE LA VIDA.
BIOSEMIÓTICA
Peirce, Uexküll, Bateson, Sebeok, Hoffmeyer.

TRÍADA DE PEIRCE

SIGNO INTERPRETANTE

SIGNIFICADO

LA ESCUELA DANESA DE BIOSEMIÓTICA,


Y UN GRUPO IMPORTANTE DE AUTORES,
SOSTIENEN QUE LA FUNCIÓN DE INTERPRETANTE
EQUIVALE A UNA CONSCIENCIA Y ES INHERENTE
Hoffmeyer A TODAS LAS FORMAS DE LA VIDA.
ACERCA DE PSIQUIS
Y DE SOMA
El cuerpo y el alma son dos categorías de la
consciencia humana que se refieren a un existente
acerca del cual no puede decirse que, en sí mismo,
“es” psíquico o “es” somático.
COROLA CONTEMPLADA LA MISMA FLOR VISTA POR EL
CON EL OJO HUMANO INSECTO QUE LIBA EL NÉCTAR

Más allá de la consciencia, las cosas, “en sí mismas”,


no tienen cualidades, pero admitimos que hay “algo” en
ellas cuando decimos que “son” de tal o cual manera.
Por eso decimos que el cuerpo “es” físico
y que los recuerdos “son” psíquicos.
Dado que psíquico y somático
son los dos modos en que lo
inconsciente puede registrarse
en la consciencia, puede decirse
que lo inconsciente “es” psíquico
sin dejar de ser físico y
El sol “es” amarillo. físico sin dejar de ser psíquico.

También puede decirse,


entonces, que lo inconsciente Pero también “es” rojo.
es “psicosomático”. Freud aclara
que no hay que transferir
a la teoría psicoanalítica un
carácter de la técnica, ya que sólo
la técnica terapéutica es
puramente psicológica.
Aunque hay procesos que, como el llanto, suelen
registrarse en la consciencia como un acontecimiento
que es psíquico (como tristeza) y también somático
(como efusión de lágrimas), hay muchos otros
que sólo se registran de una de las dos maneras.
La experiencia ha mostrado repetidamente que,
frente a los procesos que sólo se registran como
psíquicos o como físicos, el conocimiento consciente
puede “ampliarse” y llegar a descubrir la “otra
cara”(sea psíquica o física) que forma parte de ese
proceso, y que permanecía inconsciente.
Así como sucede con el rayo y el trueno, que la
consciencia registre un acontecimiento psíquico y otro
somático que forman parte de un mismo proceso no
significa que uno de ellos sea la causa del otro.

Sin embargo, la relación entre lo psíquico y lo somático


que forman parte de un mismo proceso encuentra
su “razón de ser” cuando la intencionalidad “psíquica”
de los impulsos “instintivos” se identifica con la
finalidad que “explica” a las funciones fisiológicas.
EL ÓRGANO BOCA DESEOS DE
ES FUENTE Y SUS FUNCIONES SUCCIONAR
Y DE MORDER

GESTIONA
UNA MISMA
ES AGENTE Y EJECUTA
REALIDAD ESOS IMPULSOS

SUELE SER
ES OBJETO
ELEGIDA COMO
DE LOS LA ZONA ERÓGENA DESTINATARIO
IMPULSOS ORAL DE ESOS
INSTINTIVOS
IMPULSOS

EL ALMA Y EL CUERPO “DISPONEN” DE LA MISMA BOCA


ACERCA DE LO CONCRETO
Y DE LO ABSTRACTO
Abstraer es idealizar, en el
sentido de “separar” cualidades
sensoriales (como el color rojo)
que sólo existen en forma de
adjetivos, pero también es
generalizar, con el significado
de establecer, la “esencia” pura
de un “género” ideal.

Concretar es realizar, en el
sentido de actualizar y de
materializar, pero también
individualizar y particularizar, con
el significado de “reducir” a un
determinado existente
“sustantivo” en el terreno de lo
que se percibe sensorialmente.
El proceso de representación consciente (que comienza
desde un “punto de vista”) culmina cuando (desde
distintos ángulos) se capta “lo esencial”. Así se construyen
los conceptos abstractos y los significados.
Concretar, en cambio, supone “materializar”, conducir
hacia una realización particular la esencia de una idea que
se “pone en obra” o “se aplica” a un particular existente.
Materia e idea son dos aspectos Materializar (o concretar) una
que adquiere en la consciencia idea es trasformar una
una misma realidad inconsciente realidad que la consciencia
SIN NECESIDAD DE QUE ESA registra como idea en otra
REALIDAD “EN SÍ MISMA” SE que registra como materia.
CONVIERTA DE IDEA EN MATERIA Idealizar una realidad
O DE MATERIA EN IDEA. material es el proceso inverso.
Existen diversos grados de abstracción
en las distintas posibilidades de
reactualización y rememoración que
suceden en los distintos estratos de
consciencia.

La elección de un determinado estrato


como consciencia “habitual” está
determinada en la modalidad constitutiva
de cada especie de organismo.

Es posible pensar que la consciencia humana


habitual percibe como somático a lo que ha
alcanzado un determinado nivel de
abstracción “consolidada” y como psíquico a
lo que sucede como un proceso de
abstracción “en curso”.
EL DRAMA EN EL ALMA Y LA
ENFERMEDAD EN EL CUERPO
Cuando nos referimos al registro, en
nuestra consciencia, de una alteración
somática, debemos distinguir entre una
alteración del cuerpo “físico” propiamente
dicho, mediante SIGNOS que se perciben, y
el registro de un malestar corporal,
mediante SÍNTOMAS que se sienten, como
producto de las sensaciones que
denominamos “somáticas” porque las
atribuimos a un lugar del cuerpo.
La actualidad de la
sensación (como algo que actúa y que
lo hace ahora) suele categorizarse como somática
(ya que, con mayor o menor “nitidez” es atribuida al
cuerpo) y, al mismo tiempo, es algo que “me está
ocurriendo a mí”. Es una sensación “del cuerpo”
psíquicamente animado antes que del cuerpo como
objeto físicamente perceptible
en el mundo.
El idioma alemán distingue
entre el cuerpo “físico”
percibido como un objeto en el
espacio (Körper),
que se registra primariamente
“en el mundo”,

y el cuerpo que origina nuestras


sensaciones “tiñendo” de cualidad
el tiempo que vivimos (Leib),
que se registra
primariamente “en mí”.
El “cuerpo de la sensación” es, en primera instancia, “mío”.

El “cuerpo de la percepción” deviene mío cuando, en


segunda instancia, se integra en el esquema corporal
(proceso que ejemplificamos con el juego “que linda
manito que tengo yo”).

Freud escribe que el yo (self) es “ante todo” corporal.


Por el contrario, el “cuerpo de la percepción” es
primariamente físico (como un objeto en el
mundo, Körper).
El “cuerpo de la sensación”, en cambio, ingresa
secundariamente (como Leib) en lo que, aun siendo
“propio”, existe en el mundo físico, cuando, por ejemplo,
un dolor se atribuye a una zona del esquema corporal.

Esa atribución ocurre


cuando, de manera
correcta o errónea, el
“cuerpo de la sensación”
se integra con el “cuerpo
de la percepción”.
Cuando nos referimos a “la mano del alma”, la
consciencia registra una copia parcial de la “totalidad”
de su significado inconsciente (no más que lo
necesario para realizar el acto, como ocurre con el
jugador de tenis cuando ejecuta un drive).
Pero el grado de significancia que la consciencia registra
(la importancia del significado de esa “mano del alma”)
depende del grado de actualidad de una sensación que
siempre, ineludiblemente, se registrará como somática.
Del mismo modo en que nuestra
consciencia registra “dos” cuerpos (el
Körper y el Leib) que se integran en un
esquema corporal, también registra “dos”
almas que se integran en un mismo “yo”.
Una de esas almas es el universo mental poblado con imágenes y
con los pensamientos que (a pequeña cantidad) las relacionan. Se
caracteriza por un conjunto de representaciones que evocan “en
mí” una presencia que, así rememorada, se constituye (en tanto no
sea percibida) como una particular ausencia.
La otra es el universo intencional poblado con deseos, con temores,
y con las emociones que constituyen los motivos. Se caracteriza por
un conjunto de reactualizaciones que evocan “en mí” (con un grado
de investidura suficiente pero que no alcanza a ser pleno) una
actualidad que así recordada (como souvenir) se constituye (en
tanto que no sea plenamente sentida) como una particular latencia.
La consciencia tiende a categorizar como “únicamente” psíquica
(mental) al alma poblada de pensamientos y de ideas que se
constituyen como “imágenes ingrávidas” de objetos, de
relaciones y de acciones que se refieren al mundo percibido.
Tiende en cambio a categorizar como “predominantemente”
psíquica al alma poblada de intenciones, deseos, temores y
emociones que surgen de sensaciones que se refieren al cuerpo
(como ocurre, por ejemplo, en la añoranza evocadora de un
particular placer que no alcanza ahora su plena actualidad).
Tanto lo que tuvo un origen perceptivo como lo que tuvo
un origen sensitivo (mis ideas y mis sentimientos) se
establecen, desde el principio, “en mí”, como registros de
algo psíquico que pertenece a lo que considero “yo”.
Establecer esa pertenencia (tal como lo ha señalado
Nicholas Humphrey y lo ha subrayado reiteradamente
Gustavo Chiozza) no surge primariamente de la
percepción, sino de la sensación.
La categorización del acontecimiento sensitivo que
denominamos sensación somática, como acontecimiento
psíquico (aun en el caso “puro” e “hipotético” de que
sólo se la registre como una sensación), parece requerir
ineludiblemente de su ligamen con la rememoración de
una imagen “mental” (no siempre nítida) que debe su
origen a un acto perceptivo.

Dado que lo psíquico “sensitivo” se registra como


una sensación somática que (aunque psíquica) es
“ante todo” corporal, no llega a alcanzar el grado de
“exclusivamente mental” que suele alcanzar lo
psíquico perceptivo.
Sin embargo, lo psíquico, como recuerdo afectivo, es
más importante que lo psíquico como rememoración de
una imagen, dado que la importancia reside
precisamente en las investiduras.
Existe, por un lado, el Körper (en el mundo) como lo físico
“extremo”, y por otro, el universo mental de las imágenes de
objetos y acciones (“en mí”) como lo psíquico “extremo”,
que se integra con lo que denominamos espíritu.
El Leib (en el cual lo que siento se atribuye a una zona
del esquema corporal) y el universo intencional
poblado por las emociones que constituyen los
motivos (en los cuales se ha conjugado de manera
indisoluble la sensación “somática” con la percepción
“de imágenes”, ambas “en mí”) corresponden, en
cambio, a una forma de consciencia en la cual se
deshacen los conceptos de somático y psíquico (como
ocurre, por ejemplo, cuando masticamos un caramelo
o invitamos a un amigo a cenar).
FÍSICO “EXTREMO” PSÍQUICO “EXTREMO”
PERCEPCIÓN REMEMORACIÓN
de objetos y de acciones de imágenes
en el mundo en mí

SE REFIEREN AL OBJETO “ARROJADO”


LA DISTINCIÓN ENTRE SOMÁTICO Y PSÍQUICO NO ES NÍTIDA

SENSACIÓN REACTUALIZACIÓN
somática afectiva
en mí en mí

SE REFIEREN AL SUJETO “SUJETADO”


JAMÁS NOS ENCONTRAREMOS CON LAS FORMACIONES
“PURAS” QUE LA TEORÍA DESCRIBE COMO SI FUERAN
PROCESOS AISLADOS.

Sensaciones y percepciones funcionan unidas entre sí


y con la reactivación conjunta de los dos tipos de
evocaciones que distinguimos como rememoraciones
(de objetos o de acciones) y reactualizaciones (de
afectos o de importancias).

La magnitud de la investidura que se descarga


se repartirá entonces entre el afecto y la acción.
LA CONSCIENCIA
“INDIVIDUAL”
Una multitud de bacterias se integran simbióticamente para
constituir una célula. Billones de células constituyen un organismo
pluricelular. Una enorme cantidad de neuronas se interrelacionan
para formar un cerebro. Una muchedumbre de insectos “sociales”
constituyen los superorganismos que denominamos colmena y
hormiguero.

Un bosque es un sistema ecológico. La biósfera entera constituye


una trama que se integra en el ecosistema del planeta
configurando una complejísima “red”. Los seres humanos
convivimos en ciudades y nuestras comunicaciones han ido
creciendo hasta “construir” internet.
Lo que habitualmente llamamos “individuo”, sea un ser
humano, un elefante, un calamar o una palmera…

es producto de un “convenio constituyente”, simbiótico,


de bacterias y de células que aceptan un “estatuto” de
convivencia para integrar a los organismos pluricelulares.
Hoffmeyer ha descripto un “nicho semiótico” para
referirse al hecho de que las “consciencias” de las
diferentes especies se organizan en sistemas
semióticos distintos. Lynn Margulis se refiere a una
consciencia bacteriana. Y Mae-Wan Ho a una
consciencia corporal que “habita” al cuerpo entero.
Es posible pensar, entonces, que la organización
constitucional propia de cada especie establece en cada
una de ellas la diferencia entre la consciencia habitual y
las que permanecen como consciencias inconscientes.
Cuando pensamos, Cuando sentimos,
vivimos entre la vivimos entre las
realidad “objetiva” importancias
y la que deseamos. “verdaderas” y las
“En salud” las “artificiales”.
distinguimos por “En salud” las
los órganos de los distinguimos por
cuales provienen. los órganos de los
Una llega desde la cuales provienen.
percepción (signos de Unas llegan desde la
presencia objetiva); la sensación (signos de
otra, desde la actualidad); las otras,
rememoración. desde el recuerdo.
La palabra “sentimiento” Así como el pensamiento
designa el producto de un puede re-pensar lo ya
sentir que ya ha sido pensado (pre-pensado)
sentido, pero también el el sentimiento puede
de un sentir en curso que re-sentir lo ya sentido
aún no ha concluido. (pre-sentido).

Presentir no es sólo anticipar aquello por-venir, es ante todo


prefigurar un sentimiento mediante el compromiso inconsciente
de un recuerdo “re-sentido”.
En el presente “actual” en donde lo resentido y lo presentido
son dos caras de una misma moneda, se constituye de ese
modo el “sentido” que adquiere el instante.
Nuestros pre-juicios Somos un nudo de
y pre-sentimientos confluencia dentro
constituyen nuestros de una red multifocal
hábitos, nuestros que constituye lo
modos de pensar y que llamamos
de sentir que se consenso. Nuestro
refuerzan o debilitan carácter se consolida
mutuamente. Así se o se modifica de
conforman nuestros acuerdo con el
valores, nuestro estado funcional de
modo de ser y la red cuya influencia
nuestro destino. en cada punto nodal
es un “contagio”.
La inmensa mayoría de los pensamientos y sentimientos
consolidados como hábitos se manifiestan como
automatismos inconscientes que funcionan liberando
nuestra consciencia para otros menesteres.

SOMOS, EN CUERPO Y ALMA,


PENSAMIENTO Y SENTIMIENTO.

Nuestros hábitos nos conforman como un sistema que,


pensando y sintiendo, “nos piensa” y “nos siente” dentro
de una complejidad ESPIRITUAL que siempre es algo más
de lo que podemos pensar y sentir acerca de ella.
La mano “física” (que pertenece al Körper) se PERCIBE como
PRESENTE (puede verse, por ejemplo, arrugada o lisa).
La mano “psíquica” o, mejor, “psicosomática” (que pertenece al
Leib) se SIENTE como ACTUAL (cuando se busca, por ejemplo, una
moneda en el bolsillo).
La mano “histórica”, “del alma”, se RECUERDA como una
REPRESENTACIÓN que tiende a expresarse mediante la
REACTUALIZACIÓN de un afecto (cuando se añora, por ejemplo,
acariciar el cabello de una persona amada).

La mano “ideal”, o “conceptual”, se REMEMORA como un


REPRESENTANTE que tiende a simbolizarse de manera espiritual o
“matemática” mediante la REPRESENTACIÓN abstracta de una idea,
o cualidad específica que la define, en el pensamiento, como mano
(cuando se concibe una mano mecánica, por ejemplo, para
manipular una sustancia radioactiva).
LA ENAJENACIÓN
DEL ESPÍRITU
La psiquiatría ha definido desde antiguo al enfermo
mental como alienado, usando un término que por su
origen significa “ajeno”, perteneciente a otra persona,
distante, impropio, extraño, “fuera de sí”.
Charcot, Breuer y Freud integraron el cuerpo con
el alma en sus primeras aproximaciones a la
enfermedad caracterizada como histeria.

CHARCOT

BREUER

Freud se ocupó de señalar que los trastornos


“del alma” sólo podrían comprenderse como
un conflicto entre las pulsiones instintivas y
las formaciones morales que constituían los
FREUD productos elaborados por la cultura.
Ha sido sin embargo Weizsaecker quien ha subrayado
reiteradamente que la enfermedad del ser humano, cualquier
enfermedad, es siempre, de manera inconsciente, producto de
alguna forma de enajenación moral.

Pero recién en nuestra época, y gracias a la contribución de


numerosas disciplinas que coinciden en señalar desde distintos
ángulos la intrincada trama “ESPIRITUAL” que vincula a todas las
formas de la vida, podemos empezar a comprender mejor que las
enfermedades son siempre ESPIRITUPATÍAS, que testimonian la
“caída” en un trastorno de la convivencia en la red que otorga su
sentido a cada uno de los organismos vivos.

Potrebbero piacerti anche