Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
La economía de la
REVELACIÓN
La economía de la
TRINIDAD
El Espíritu de Dios
Símbolo Niceno-constantinopolitano
«Creo en el Espíritu Santo, Señor y Dador
de Vida, que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo recibe una
misma adoración y Gloria, y que habló por
los profetas »
El Símbolo, profesión de fe
formulada por la Iglesia, nos
remite a las fuentes
bíblicas, donde la verdad
sobre el ESPIRITU SANTO se
presenta en el contexto de
la revelación de Dios uno y
trino.
Por lo tanto la pneumatología
de la Iglesia está basada en
la Sagrada Escritura,
especialmente en el NT,
aunque hay preanuncios en
el AT.
«Discurso de despedida de Cristo»
Juan 16, 7ss
«Pero yo les digo la verdad;
les conviene que yo me
vaya; por que si no me voy,
no vendrá a ustedes el
Paráclito; pero si me voy se
los enviaré»
«cuando venga él, el Espíritu
de la verdad, los guiará
hasta la verdad completa,
pues no hablará por su
cuenta (v.13)»
Creer en el Espíritu Santo es, por tanto profesar
que el Espíritu Santo es una de las personas de la
Santísima Trinidad, consubstancial al Padre y al
Hijo…
El abogado (defensor)
es aquel que,
poniéndose de parte
de los que son
culpables debido a
que los pecados
cometidos, los
defiende del castigo
merecido por sus
pecados, los salva
del peligro de perder
la vida y la salvación
eterna.
EL ESPIRITU SANTO Y LA IGLESIA
El día de Pentecostés (al
término de las siete
semanas pascuales), la
Pascua de Cristo se
consuma con la efusión del
Espíritu Santo que se
manifiesta, da y comunica
como Persona divina
(CEC 731)
La misión de Cristo y del Espíritu Santo se realiza en la
Iglesia.
El Espíritu Santo:
• prepara a los hombres,
• los previene por su gracia, para atraerlos hacia Cristo.
• Les manifiesta al Señor resucitado,
• les recuerda su palabra y
• abre su mente para entender su Muerte y su
Resurrección.
• Les hace presente el Misterio de Cristo, sobre todo en
la Eucaristía para reconciliarlos, para conducirlos a la
Comunión con Dios, para que den "mucho fruto" (Jn
15, 5. 8. 16).
Así, la misión de la Iglesia no se
añade a la de Cristo y del
Espíritu Santo, sino que es su
SACRAMENTO.