Arreglos musicales: Tom Keene Pistas: Nelson Mendoza Arce Ven Espíritu de Dios, limpia mi pobre ser; Que desde el cielo en esplendor Descienda tu poder. Santo espíritu de Dios, infúndeme poder, La llama Santa de tu amor anhelo poseer. “Ven Señor, ven a mi” Queme el mal que hubiere en mí. Lo que yo soy lo entrego a tí; Ven Señor, ven sobre mí. Santo Espíritu de amor, ven a mí con prontitud, Purifícame Señor, Cúbreme con tu virtud. Nunca aquí seré feliz mientras cubra mi maldad; Ven, Dios Santo, ven a mí, libra del innato mal. // Santo Espíritu de amor, Hazme atento tu voz escuchar. Te necesito Trino Dios, en mi ser ven a reinar. // Mi corazón fue lleno de aflicción, Más vine a ti y tú me diste paz. Y hoy, mi Jesús, mi anhelo ardiente es: “Que tú me des el fuego celestial” ¡Oh límpiame! ¡Oh límpiame! Tu santidad mi alma ve, Manda tu fuego a mi alma hoy, ¡Oh límpiame! ¡Oh límpiame! Mi amante Dios me entrego todo a ti, Tuyo soy ya y siempre quiero ser. Hoy en mi alma siento ya tu amor; Él me limpió, ¡Oh gloria sea a él! Limpia, Señor, de mi alma la maldad. Poniendo paz donde antes yo sufrí. Haz que te siga siempre en Santidad; Y que mi ser se goce solo en ti. Dad al Padre toda gloria, dad al hijo todo honor, Y al Espíritu Divino Alabanzas de loor. Entonadle un canto nuevo huestes libres del Señor, Tierra, cielos, mar y luna gloria dan al Trino Dios. Adoradle, Adoradle, Adorad al Salvador. Tributadle toda gloria, Pueblo suyo por su grande amor. La fuente sin igual hallé, de vida y luz el manantial; Oh Gloria a Dios, me limpia a mí, me limpia a mi. Por fe contemplo redención, la fuente carmesí. Jesús capaz es de salvar, su vida dio por mí. Oh gracia excelsa de mi Dios, profundo es el amor, De mi Jesús, mi buen Jesús, “Cordero” de mi Dios. /// La fuente sin igual hallé, de vida y luz el Manantial, ¡Oh, gloria a Dios me limpia a mi, me limpia a mi! /// A los sedientos: “Venid a las aguas” Y los cansados: “Venid con valor” Hay una fuente preciosa de vida Que satisface del alma el clamor. Agua tendrá el que viva sediento, Ríos habrá en el sequedal. Busca al Señor mientras puedas hallarlo, Dale tu ser y salvado serás. A los creyentes se ofrece la gracia Que satisface de toda ansiedad, Que capacita, que limpia, que sacia; // Santa promesa de toda verdad. // Llenará tu corazón completamente, Él así lo prometió y en su tiempo lo cumplió. Llenará tu corazón completamente, El Espíritu de Dios. Trae la copa de tu ser al manantial de salvación Y recibirás poder, Que tu entrega sea completa En el altar de redención y el Espíritu vendrá. De la fuente inagotable de su gracia beberás Y poder te infundirá, Pues de acuerdo a su promesa con victoria vivirás, Su presencia gozarás. /// Llenará tu corazón completamente, Él así lo prometió y en su tiempo lo cumplió. Llenará tu corazón completamente, El Espíritu de Dios. /// Un solo anhelo buscaré: “El parecerme a Cristo” Con gran fervor aspiraré, el parecerme a Cristo. Su trono en mi tendrá Jesús, Al mundo impartiré su luz. Fiel llevaré aquí mi cruz, yo quiero ser cual Cristo. Oh mi bendito Salvador, Anhelo ser tu amigo; Mi recompensa y bendición será ser como Cristo. Santo poder me deparó, mis objetivos señaló. Será mi sola petición: “el parecerme a Cristo” // ¡Hazme, Oh Cristo! Como tú eres, Mi ser inunda con tu poder. Ven en tu gloria, Padre Bendito. Tu semejanza quiero tener. // Doquier el hombre esté la nueva proclamad, Doquier haya aflicción, miserias y dolor. Cristianos anunciad que el Padre nos envió El Fiel Consolador. Él es quien da salud y plena libertad A los que encadenó el fiero tentador. Los rotos hierros hoy dirán que vino ya El Fiel Consolador. El Fiel Consolador, El Fiel Consolador, Que Dios nos prometió, Al mundo descendió. Doquier el hombre esté Decid que vino ya El Fiel Consolador. Recibiréis poder Cuando el Santo Espíritu descienda, Fieles testigos me seréis, Fieles testigos me seréis Por el confín, el grande confín. Me seréis (Jerusalén, Judea, Samaria) Y por el gran confín. Recibiréis poder, testigos me seréis. Testigos me seréis Fieles testigos me seréis por el gran confín. EL GRANDE CONFÍN