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Santo Tomás de Aquino

El conocimiento: entre intelecto y


razón
El entendimiento del ser humano
sigue su naturaleza corpóreo-
espiritual
El entendimiento del ser humano
puede conocer las realidades
espirituales, pero en tensión
Metafísica aristotélica y Tomás

La distinción real
entra acto y potencia
se da en toda la
realidad salvo en el
Acto Puro
Metafísica aristotélica y Tomás
La distinción real
entra acto y potencia
se aplica también al
conocimiento
humano, a diferencia
del conocimiento del
Dios creador y
el de los ángeles, ya
que no tienen
cuerpo
El conocimiento
Además, el
conocimiento
humano según Tomás
humano de las cosas
sublunares no es
idéntico al
conocimiento
humano de las cosas
espirituales
Teoría del conocimiento
aristotélica
Según Aristóteles, hay
una potencia que es
susceptible de conocer
todas las cosas: el
intelecto posible que es
inicialmente pura
potencia (tamquam
tabula rasa)
Teoría del conocimiento
aristotélica
El intelecto posible ,
potencial, es activado
por un acto de conocer
que no tiene origen
orgánico (sensible)
Santo Tomás aplica a la
discusión del intelecto agente la
distinción real superior que
descubre en todo lo creado:
acto de ser y esencia
Teoría aristotélica-tomista
El conocer en acto que
activa el entendimiento
posible debe ser previo,
superior y perfectamente
adaptado a la potencia
cognoscitiva espiritual
humana.

Es el intelecto agente.
Teoría tomasiana del
entendimiento humano

Según Santo Tomás, el


intelecto agente forma
parte del alma humana:
está unido
sustancialmente al ser
humano
“El entendimiento agente
formará con el hombre un solo
ser, y no un ser accidental,
porque el entendimiento agente
ya no seria entonces una
substancia, sino un accidente.
Por ejemplo, con el color y el
cuerpo se constituye una unidad
accidental. Sólo resta, pues, que
el entendimiento agente forme
con el hombre una unidad
substancial. ” (C. G. III, cap. 42)
“… queda pues que el
entendimiento agente sea uno
con el hombre según el ser
sustancial… entonces será el
alma humana o una parte de
ella, no una sustancia separada”
(C. G. III, cap. 42)

Punto central de Tomás contra los averroístas:


una visión unitaria del intellectus
Es necesario afirmar que el
entendimiento, principio de la
operación intelectual, es forma del
cuerpo humano. Pues lo primero
por lo que obra un ser es la forma
del ser al que se le atribuye la
acción; así como lo primero por lo
que sana un cuerpo es la salud, y lo
primero que hace que el alma tenga
conocimiento es la ciencia; de ahí
que la salud sea forma del cuer-
po y la ciencia lo sea del alma.
(S. T., I, q. 76, a. 1)
Nota interpretativa: “y lo primero
que hace que el alma tenga
conocimiento es la ciencia”.
(S. T., I, q. 76, a. 1)

Ciencia es, pues, el


entendimiento en
acto
Esto es así porque ningún ser
obra sino en cuanto que está en
acto; por lo tanto, obra por
aquello que hace que esté en
acto. Es evidente que lo primero
por lo que un cuerpo vive es el
alma. (S. T., I, q. 76, a. 1)
Y como en los diversos grados de
los seres vivientes la vida se
expresa por distintas
operaciones, lo primero por lo
que ejecutamos cada una de estas
operaciones es el alma . En efecto,
el alma es lo primero por lo que
nos alimentamos, sentimos y nos
movemos localmente; asimismo
es lo primero por lo que
entendemos. (S. T., I, q. 76, a. 1)
Por lo tanto, este principio por el
que primeramente entendemos,
tanto si le llamamos
entendimiento (intellectus) como
alma intelectiva (anima
intellectiva), es forma del cuerpo.
Esta es la demostración que
ofrece Aristóteles en el II De
Anima. (S. T., I, q. 76, a. 1)
Siguiendo la distinción
griega entre nous y
diánoia, Santo Tomás
establece una fina
diferencia entre
intelecto y razón que
debe de interpretarse
dentro de su visión
antropológica unitaria
En el hombre la razón y el entendimiento no pueden ser potencias
distintas. Esto resulta claro si se analizan sus respectivos actos. Pues
entender consiste en la simple aprehensión de la verdad inteligible. En
cambio, razonar es pasar de un concepto a otro para conocer la verdad
inteligible. De este modo, los ángeles, que por naturaleza poseen el
perfecto conocimiento de la verdad inteligible, no tienen necesidad de
pasar de uno a otro, sino que aprehenden la verdad de las cosas de
forma directa y sin proceso analítico, como dice Dionisio en c.7 De Div.
Nom. Los hombres, en cambio, y como dice él mismo, llegan a la verdad
inteligible pasando de un concepto a otro. Por eso son llamados
racionales. Por lo tanto, es evidente que el raciocinar con respecto al
entender es como el moverse con respecto al reposar o como el adquirir
con respecto al poseer. Lo primero es propio del ser imperfecto; lo
segundo, del perfecto. Y porque el movimiento siempre parte de lo
inmóvil y acaba en el reposo, se sigue que el raciocinio humano, por
seguir un proceso de investigación o invención, parte de ciertas
verdades entendidas directamente, que son los primeros principios, para
volver luego, a través de un juicio, a comprobar la adecuación de lo
encontrado con los primeros principios. (S. Th, I, q. 79, a. 8)
En el hombre la razón y el entendimiento no pueden ser potencias
distintas. Esto resulta claro si se analizan sus respectivos actos. Pues
entender consiste en la simple aprehensión de la verdad inteligible. En
cambio, razonar es pasar de un concepto a otro para conocer la verdad
inteligible. De este modo, los ángeles, que por naturaleza poseen el
perfecto conocimiento de la verdad inteligible, no tienen necesidad de
pasar de uno a otro, sino que aprehenden la verdad de las cosas de forma
directa y sin proceso analítico, como dice Dionisio en c.7 De Div. Nom. Los
hombres, en cambio, y como dice él mismo, llegan a la verdad inteligible
pasando de un concepto a otro. Por eso son llamados racionales. Por lo
tanto, es evidente que el raciocinar con respecto al entender es como el
moverse con respecto al reposar o como el adquirir con respecto al poseer.
Lo primero es propio del ser imperfecto; lo segundo, del perfecto. Y porque
el movimiento siempre parte de lo inmóvil y acaba en el reposo, se sigue
que el raciocinio humano, por seguir un proceso de investigación o
invención, parte de ciertas verdades entendidas directamente, que son los
primeros principios, para volver luego, a través de un juicio, a comprobar la
adecuación de lo encontrado con los primeros principios. (De Veritate, q.
15, a. 1)
Propuesta de interpretación
Intelecto: la capacidad
humana de conocer
simplemente la verdad del
ser, como totalidad
unificada (universalidad)
Razón: conocimiento
discursivo que indaga el ser
repasando conceptos y que
está al servicio del intelecto
«El razonar se refiere al
inteligir como el
moverse al reposar, o el
adquirir al poseer: lo
primero es propio del ser
imperfecto; lo segundo,
del perfecto »
(S. Th. I, q. 79, a. 8)
Pero siempre
Es evidente que el reposo y el una visión
movimiento no se reducen a unitaria
potencias diversas, sino a una y la
misma, incluso en las cosas
naturales, porque por la misma
naturaleza algo se mueve hacia un
lugar y reposa en él. Por lo tanto,
con mucha mayor razón, por una
misma potencia entendemos y
raciocinamos. Y así resulta evidente
que el entendimiento y la razón en
el hombre son una misma potencia.
(S. Th. I, q. 79, a. 8)

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