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Concepción que Jesús

tiene de la vida
Capitulo octavo
Concepción que Jesús tiene de la vida
Premisa: Una educación en la moralidad necesaria
para comprender.
1) La intimidad de una persona solo se deja comprender en
la medida en que se revela, y esto es a través de gestos y
signos.
Para captar y juzgar el valor de una persona a través de sus
gestos hace falta una “genialidad”. Se trate de una
capacidad psicológica más o menos desarrollada o más o
menos favorecida.
Se compone de tres factores:
La sensibilidad natural, una educación realmente completa
y la atención.
Concepción que Jesús tiene de la vida

2) Para felicitar, aplaudir un hecho inherente a una


personalidad moral y religiosa, hay que tener una genialidad
moral o religiosa que nos permita interpretar los gestos de esa
persona.
Pero ¿qué es la moral?
La moralidad es la relación entre el gesto y todo lo que este
implica (sus consecuencias). Se trata de una actitud original
de disponibilidad y de dependencia, no de autosuficiencia; y,
se sitúa en las profundidades de nuestro ser: es una elección
entre autosuficiencia y disponibilidad.
Concepción que Jesús tiene de la vida

3) Jesús advierte continuamente en el evangelio de la


necesidad de genialidad moral, para poderle
comprender, y observa como el habito de una actitud
autosuficiente, no disponible, hace imposible percibir el
valor revelador de lo que él es.
Igualmente, para afrontar la concepción moral de Jesús y
para valorar la personalidad de la que emana, tiene que
darse una cierta humanidad, una posibilidad de
correspondencia humana con él.
Concepción que Jesús tiene de la vida

4) Eso que hemos llamado genialidad religiosa aunque


sea a partir de dotes naturales distintos en cada uno de
nosotros, es algo en lo que tiene que comprometerse
continuamente la persona.
La responsabilidad de la educación es grande; pues esa
capacidad de comprender, aunque sea connatural, no es
algo espontáneo.
La estatura humana de Jesús

¿Quién es Jesús? La pregunta se hizo y él respondió.


Respondió desvelándose a través de todos los gestos de
sus personalidad.
Solo lo divino puede salvar al hombre, la dimensión
verdadera y esencial de la figura humana y de su destino
solo pueden ser conservadas, reconocidas, proclamadas y
defendidas por aquel que es en su sentido ultimo.
Solo lo divino puede definir la moralidad de una
persona. En la concepción de la vida que Cristo
proclama, es donde el corazón moral capta el signo de la
presencia de su señor.
El valor de la persona
La persona humana mas pequeña vale mas que el mundo
entero; no tiene nada que se le pueda comparar en el
universo desde el primer instante de su concepción hasta
el ultimo día de su vida.
La persona goza de un valor y de un derecho en si misma
que nadie puede atribuirle ni quitarle.
Jesús demuestra en su existencia una pasión por el
individuo, un impulso hacia la felicidad de cada uno, que
nos lleva a considerar el valor de la persona como algo
inconmensurable. Sin embargo, el motivo ultimo que
nos lleva a querernos y querer a los demás es el misterio
del yo; cualquier otra razón remite a entrar en esta.
La dependencia original
Cristo viene a enseñarnos la palabra de Dios y nos revela
que Dios es padre. El misterio de nuestra vida es reconocer
lo evidente: que yo no surjo de la nada, no me hago, que
dependo de otro. El problema aquí es que no elegimos nada
de lo que somos y debemos decidir de que dependemos.
Es la relación misteriosamente personal que llega hasta el
ser humano mas pequeño. El amor, expresión suprema de
la autoconciencia y de la autoposesión del hombre, es decir,
la libertad, es también la expresión adecuada de esa
relación. El sentido de la vida humana, el destino
absolutamente único y personal que en ella se juega
depende de ese amor absolutamente único y personal.
La dependencia original
Una relación de este tipo, única, reconocida y vivida: religiosidad.
Sin esa relación, el individuo no tiene posibilidad de ser persona.
Es el descubrimiento de la persona lo que entra en el mundo con
Jesús: la pasión por ella es lo que hace de Jesús un mensajero
apasionado de la dependencia única y total del hombre respecto
del padre (Padre nuestro que estas en los cielos…).
La religiosidad cristiana no brota del placer de filosofar, sino de la
constante insistencia de Jesucristo que veía en esa relación la única
posibilidad de salvaguardar el valor de la persona concreta.
La elección del hombre radica en concebirse como libre de todo el
universo y solo dependiente de Dios, o como libre de Dios, y
entonces se hace esclavo de cualquier circunstancia.
La existencia humana
La insistencia en la religiosidad es el deber absoluto del
educador, es decir, del amigo, del que ama y quien ayuda
al ser humano en el camino hacia su meta. Y no se puede
pensar en comenzar a entender el cristianismo, sino
partiendo de su origen como pasión por la persona
concreta.
Sin la religiosidad no le queda nada al hombre, es una
vaciedad total. La religiosidad, tiende a hacer vivir todas
las acciones como dependientes de Dios, se llama
moralidad y la conciencia es el lugar donde se percibe la
dependencia, un lugar donde aparecen las directrices de
otro.
Una autoconciencia que se expresa en suplica
La expresión de la religiosidad y de la moralidad se llama
oración.
a) La oración es la conciencia ultima de nosotros mismos,
como conciencia de una dependencia constitutiva. Jesús decía
a su gente: «el hijo no puede hacer nada por su cuenta, si no
lo que ve hacer al padre; He bajado del cielo, no para hacer mi
voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado… Yo le
conozco, porque vengo de él y él es el que me ha enviado… lo
que mi padre me ha enseñado es lo que yo les hablo»…
b) En la oración resurge y toma consistencia la existencia
humana. La dependencia del hombre es continua, en cada
instante, en cualquier aspecto de nuestro obrar.
Una autoconciencia que se expresa en suplica
Se llega así a la constatación de que el hombre no solo no
existía antes, sino que tampoco existiría si dependiera de
si mismo, el hombre no se hace por si mismo en ningún
momento.

La vida se expresa ante todo como conciencia de relación


con el que la he a hecho, y la oración es reconocer que en
este momento la vida es hecha por otro.
El secreto de la oración es el reconocer a Dios como
padre.
Una autoconciencia que se expresa en suplica
c) Pero la expresión plena de la oración es la de ser
pregunta, súplica.
La expresión original de la existencia humana es también
súplica.
La oración es solo pregunta, pedir, suplicar, a partir de
cualquier cosa.
El fenómeno de nuestra necesidad nos recuerda nuestra
dependencia. Jesús no desconoció ningún tipo de
pregunta, de petición. Por eso es justo pedir cualquier
cosa.
La ley de la vida
El don de nosotros mismos:
Si bien el hombre como ser (persona) es algo mas grande
que el mundo como existente es parte del cosmos; y, en
cuanto parte del mundo el hombre ha de servirlo

La existencia humana se desenvuelve en un servicio al


mundo; el hombre se completa a si mismo entregándose,
sacrificándose.
Esta es la grandeza del hombre: el igual que al ser que le
ha creado, su vida consiste en ser don, es semejante a
Dios.
La ley de la vida
La ley de la existencia humana es el amor, es el
ofrecimiento, el don de uno mismo. Como había dicho
Jesús: “quien quiere salvar su vida, la perderá; pero quien
pierda su vida por mi, ese se salvara”.
El objetivo de la existencia humana se persigue con los
medios de que se dispone.
Hay dos factores del dinamismo humano:
a).- Lo instintivo: es un conjunto de datos de los que no
puedo prescindir. Justamente esto es lo que pone al
hombre al servicio de la realidad.
La ley de la vida
b).-Atracción, el segundo factor es la conciencia de la
finalidad propia del haz de instintos.
Ordenar el instinto a su fin (al todo) es el don
fundamental de nosotros al todo: es el llamado deber, es
decir, la entrega de uno mismo.
Pero no es humano entregarse más que a una persona, no
es humano amar sino a una persona.
Por tanto, cualquier deber es conciencia de la voluntad de
Dios.
El desorden del hombre

El hombre es, en la practica, incapaz de vivir en plenitud.


la gran dependencia: vive en un extraño egocentrismo
que lo lleva a orientar el todo hacia sí. Jesús nos ha
enseñado que quien quiera aceptar su mensaje de
salvación: «no puede llegar por si solo a ser él mismo».
“Nadie va al padre sino por mi”.
La compañía - comunidad cristina, es esencial para su
andadura.
La libertad
La redención no se produce automáticamente: es esencial aceptar la
ayuda que Jesús nos ha ofrecido y colaborar activamente.
Esto se hace mediante un amor lleno de libertad. Pero ¿Que es la
libertad?
Para llegar a una definición de libertad hay que observar nuestra
experiencia. Esta nos produce una impresión de libertad cuando
obtenemos la satisfacción de un deseo: amor: es capacidad de algo que
no somos nosotros.
Durante la vida la libertad no dispone enteramente de su objeto.
Cuanto mas intensa es la vida de la libertad, más atractivas resultan
todas las cosas. Pero, o logra acercarse a su finalidad o se queda con la
que momentáneamente más la sacia. Pero de este modo se contradice,
pues está hecha para la plenitud.
Esta contradicción equivale al concepto de mal. Quien obra el mal se
hace esclavo de una medida que no es para lo que fue hecho.
La libertad
La libertad, es la capacidad que el ser consciente posee
para realizarse por completo. Pero,
al aferrarse a las cosas, la libertad no se realiza
plenamente, surge así la posibilidad de la elección: una
libertad imperfecta, en vías de realización.
Así es como el hombre se encuentra en tentación: más
atraído por lo que esta lejos de su interés final y que por
eso le pone en contradicción consigo mismo. Si no resiste
a la tentación su elección es nada.
Conclusión
Jesús vino al mundo para llevar al hombre hasta el fondo de
todas sus preguntas, a su estructura fundamental y a su
condición real. Pues todos los problemas que el hombre está
llamado a resolver en la prueba de la vida, se complican en vez
de resolverse sino se salvan ciertos valores fundamentales.
Jesús vino a llevar al hombre a la religiosidad verdadera.
No es incumbencia de Jesús resolver los distintos problemas,
sino invitar a que el hombre adopte la posición en la que
pueda tratar de resolverlos concretamente.
La concepción que Jesús tiene de la vida es una tensión, una
lucha (no he venido a traer paz sino la espada); es un caminar,
es una búsqueda de la propia plenitud, es decir, del verdadero
uno mismo.
Conclusión
El seguir a cristo (fe) crea así una actitud existencia
característica en la que el hombre es un caminante
erguido e incansable hacia una meta no alcanzada pero
cierta (esperanza), actitud siempre en lucha con el vacío
del riesgo, pues la lejanía de la meta crea siempre una
tentación de incertidumbre, superada más allá de los
propios criterios en el abandono y en la adhesión a Jesús
(caridad), lo que crea una experiencia de paz, la
experiencia fundamental de la vida que esta en marcha.

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