Los grupos de autoayuda surgen como alternativa al sistema tradicional
donde la dirección y la responsabilidad corre a cargo de un profesional. Este movimiento, el de la autoayuda, creció y se desarrolló de forma paralela al desarrollo de la profesión, a partir de los años 30, con la creación de Alcohólicos Anónimos. Tal y como veíamos en la primera parte, estos grupos suponen para el Trabajo Social una estrategia de intervención centrada en el apoyo social. Teniendo como objetivo consolidar, ampliar y complementar la red social del individuo que atraviesa alguna dificultad y/o problema no pudiendo recibir apoyo o no siendo adecuado el apoyo que recibe de otros sistemas de su red social. Estos grupos han surgido en campos tan diversos como la enfermedad mental y física, las adicciones, las crisis vitales, y diversas problemáticas sociales. No obstante, abogar en defensa de la creación y el trabajo a través de estos grupos no supone olvidar todo el trabajo complementario que debemos hacer si queremos trabajar desde un enfoque que englobe al individuo y al conjunto de sus sistemas.