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PARA UNA NOCIÓN HISTÓRICA DE LA INICIACIÓN CRISTIANA (I.C).

I. PRESENTACIÓN HISTÓRICA DE LA IC Y SUS ESTRUCTURAS


a) Los datos del Nuevo Testamento
• El NT no habla de iniciación cristiana, no la define, no la
explica. Pablo y Hechos ofrecen datos de los que se deduce una
concepción y una praxis elemental de iniciación.
• Pertenecer a la comunidad cristiana exige un cambio: pasar
del pecado a la vida, del hombre viejo al hombre nuevo, de las
tinieblas a la luz, de la esclavitud de la ley a la libertad del
Espíritu, lo cual se expresa de forma especial en el bautismo
(Rom 6,1-14)

• Ser introducidos en la vida, el misterio y el seguimiento de Cristo sucede por un proceso


que comprende: predicación o anuncio del kerygma, acogida por la conversión y la fe,
bautismo en el agua y el Espíritu (Ef 1,13-14; Hech 2, 36-41; Mc 16,15-16.
• Junto al bautismo aparecen otros ritos que significan la pertenencia a la comunidad de
los discípulos/as: imposición de las manos para el don del Espíritu (Hech 8,14-17; 19,1-7); la
reunión y el partir el pan por las casas (Hch 2,1-4; Heb 6,4-6).
• Por estos elementos se expresa la participación e introducción en el misterio de Cristo y
de la comunidad; incluyen una predicación o catequesis para la conversión y fe y conllevan
una expresión ritual diversa por la que se realiza la participación, introducción o iniciación
b) Las lecciones de la Iglesia primitiva (s. II-VII)

• Profundizó en el sentido de la IC, institucionalizó los


elementos que la integran y los ordenó.
• Su principal referente fue la tradición judía y siempre
trató de resaltar la originalidad de la IC. También recibió
influencia de la concepción de los misterios y ritos iniciatorios
de las religiones paganas (preparación, purificaciones,
ayunos, baños lustrales, etc).
• Los padres apologistas (Ireneo, Justino, Tertuliano)
defienden la originalidad de los ritos cristianos de iniciación.

• Los padres catequistas orientales (Juan Crisóstomo, Cirilo de Jerusalén, Teodoro de


Mopsuestia; y occidentales Ambrosio de Milán, Agustín, Paciano de Barcelona) extienden
el empleo de un lenguaje iniciático (mysterion, mystagogeo, mystagogia, teleiosis, teleté;
initiatio, initiari, initati) y clarifican la concepción y praxis de la Iglesia para la iniciación.
• En síntesis: Iniciación implica un largo proceso catecumenal que integra la instrucción
doctrinal, el cambio moral y la expresión litúrgica en orden a conducir o introducir a los
iniciandos al misterio que antes les estaba oculto.
• Los catecúmenos son “iniciandos” pero todavía no “iniciados”; “engendrados” pero
todavía no “neófitos”; “cristiani”, pero aún no “fideles”.
Los iniciados han:
• Acogido la predicación, escuchado la catequesis y creído.
• Cambiado de vida y abandonado las antiguas costumbres
e ídolos.
• Abierto los ojos y el corazón a la nueva luz que les desvela
la “disciplina del arcano” que les permite ver los misterios.
• Participado de los ritos de iniciación (bautismo y
eucaristía) que introducen a la experiencia del misterio.
• Ingresado en la comunidad de los creyentes en el gozo de
una pertenencia que los lleva a compartir la vida entera.

Unidad y diversidad de tradiciones que coinciden en: Considerar a los ritos iniciatorios
como una totalidad relacionada: catecumenado, ritos bautismales, ritos posbautismales,
eucaristía, mistagogía. La unidad se pone de relieve en:
1. Un solo ministro (el obispo hasta el siglo IV)
2. Una única celebración: la Vigilia Pascual.
3. Cada uno de los elementos de la iniciación se comprende por su expresión y
relación complementaria.
4. Esta unidad del sistema iniciático sufrirá una ruptura y descomposición a partir
del siglo V.
c) Del silencio a la renovación (s. VII-XX)
• A partir del siglo VII se descompone el sistema iniciático
primitivo y se imponen otras formas de iniciación. Se deja de
lado tanto el concepto como el vocabulario iniciático.
• La edad media latina emplea los términos initiatio, initiare
pero apenas habla de iniciación para referirse a los
sacramentos de bautismo, confirmación y eucaristía.
• El renacimiento recupera el uso de initiare, initiatio, para
los sacramentos. Las traducciones patrísticas y la influencia del
Pseudo Dionisio contribuyeron a extender y familiarizarse con
este vocabulario, lo cual no supone la recuperación del
concepto de iniciación de los primeros siglos.
• Segunda mitad del siglo XIX: Se recupera la noción de iniciación. L. Duchesne, en
Origines du culte chrétien (1889), dedica un capítulo a la iniciación cristiana y afirma: La
iniciación cristiana, tal como nos la describen los documentos después del siglo II,
comprende tres ritos esenciales: el bautismo, la confirmación y la primera comunión. A
partir de este autor se extiende este concepto de iniciación entre liturgistas y teólogos
católicos.
• Años treinta del s XX: Crece el interés por la I.C. Influyen de modo decisivo los escritos
de O. Casel sobre la doctrina de los misterios en lo que afecta a la iniciación y las
discusiones en el campo anglicano sobre la confirmación y su puesto en el conjunto de la
iniciación cristiana. El “movimiento litúrgico” recuperará plenamente la noción de I.C.
d) Estructuras históricas de iniciación
• Dinámico-unitaria: Predomina durante los cuatro primeros
siglos en oriente y occidente. Es dinámica (encuadrada en el
catecumenado) y unitaria (cf. Supra).
• Pastoral- distanciada: Comienza en occidente a partir del siglo
V. Los ritos se separan por planteamientos teológicos (necesidad
del bautismo para la salvación) y por razones pastorales.
• Vital-desordenada: Se impone con Pío X (1910). Coloca la
primera comunión antes de la confirmación para responder a la
evolución de los niños. Extiende la edad de la confirmación.
Carece de un proyecto de iniciación que correlacione los
momentos integrantes de la I.C.
II. ELEMENTOS COMUNES Y ESPECÍFICOS DE LA I.C.
A. ¿QUÉ ES LA INICIACIÓN CRISTIANA?
Es aquel proceso por el que una persona es
introducida al misterio de Cristo y a la vida de la Iglesia, a
través de unas mediaciones sacramentales y extra-
sacramentales, que van acompañando el cambio de su
actitud fundamental, de su ser y existir con los demás y en
el mundo, de su nueva identidad como persona cristiana
creyente.
1. Presupuestos de la Iniciación

- La convicción de que la fe no es un dato de la naturaleza sino un acto positivo de la


voluntad, un acontecimiento que sucede en la propia existencia y tiene su historia.
- Aceptación de que el proceso iniciatorio de la fe se manifiesta en formas objetivas y
sucede en una comunidad. Es un proceso personal pero no solitario, orientado desde el
evangelio y hacia Cristo, al que la Iglesia da forma y estructura. “Un cristiano no nace, se
hace” (Tertuliano).
2. Dialéctica de la iniciación
• Iniciarse-ser iniciado (colaboración personal – intervención
eclesial).
• Iniciación objetiva (lo dado graciosamente) – Iniciación
subjetiva (lo recibido activamente). Necesidad de sinergia
entre lo que ofrece la Iglesia y lo que subjetivamente se
acepta.
• Acción conjunta de tres: Dios – Iglesia – Sujeto: I.C. es el
proceso que se recorre, con la ayuda y acompañamiento de la
Iglesia, para llegar a descubrir la iniciativa salvadora de dios y,
descubriéndola, poder aceptarla en la fe, para vivirla en la
misma comunidad por la que se nos ha ofrecido, y así también
poder ofrecerla a los demás.
3. Cambios por la iniciación
• De actitud, voluntad, deseo, orientación fundamental que responde a la conversión
primera
• De ser, porque implica una transformación radical e interna del propia profundidad
humana.
• De existencia: se impone un nuevo estilo de vida, en correspondencia con el ideal
aceptado, con el seguimiento de Cristo y con la verdad del Evangelio.
• De identidad: por ser un proceso de identificación con el Dios de Jesucristo y con la
Iglesia de Cristo. Exige una nueva calificación personal: “Yo soy cristiano/a”
4. Características de la Iniciación
• Totalizante: Abarca todas las dimensiones humanas:
racional, emocional, simbólica, espiritual, corpórea, existencial
y vital.
• Relacionante: consigo mismo, con los demás, con el mundo,
con Dios. Posibilita una nueva interrelación a través de
mediaciones como: encuentros personales y comunitarios,
oración y celebración, uso de los bienes materiales.
• Dinámica: Se encuadra en un antes y en un después. Tiene
un comienzo, momentos significativos y un fin vital. Es
progresiva.
B. ELEMENTOS ESPECÍFICOS DE LA I.C.
i. Elementos comunes
• Lenguaje iniciático: Indica el estado, el itinerario, los pasos de la iniciación, expresa las
verdades fundamentales de la fe, los contenidos centrales del evangelio, las costumbres
y ritos de la vida cristiana.
• Sistema simbólico: Se proponen y aceptan, celebran y viven unos símbolos o ritos a
través de los cuales se va expresando el proceso de cambio, el drama de la muerte para
la vida, el gozo del nuevo nacimiento.
• Duración programada: Toda iniciación supone: espaciación y progresividad, tiempo y
espacio, duración e historicidad que permitan la transformación, la asimilación y la
maduración. El tiempo no es un corto momento y el espacio es diferente del común.
• Regulación y programación social: La estructura, las etapas,
las actividades y contenidos son previstos por el grupo
religioso o social y sus responsables, que garantizan la verdad
del proceso, realizan controles y verifican su autenticidad.
• Integración social y cultural en el grupo de referencia:
aceptación de ritos, valores, formas, normas de
comportamiento en correspondencia con el ideal del grupo en
que se inicia. La iniciación crea nuevos lazos y nuevas
relaciones sociales o religiosas. En la I.C.: relaciones de
fraternidad, justicia, caridad, misericordia y reconciliación.

ii. Elementos Específicos


• Contenido de la iniciación: La revelación de Dios que nos hace Cristo en el Espíritu.
• Mediaciones de iniciación : La comunidad eclesial universal, local y concreta en la que
vive el que se inicia. La palabra, la celebración, la caridad, los ministerios. Los sacramentos:
bautismo, confirmación y eucaristía.
• Fe evangélica y participación activa: Conversión personal y adhesión a Cristo y a la Iglesia.
Fe tal como la transmite la Iglesia. Cambio de mente y de corazón, transformación total de
la vida y de sus costumbres y actos en correspondencia con el Evangelio y sus exigencias
éticas.
C) DIMENSIONES DE LA I.C.
• Teológica: Pone como centro a Dios y desarrolla y expresa sus
contenidos esenciales: su iniciativa creadora, su intervención
salvífica, su ser trinitario, su revelación culminante en Cristo,
verdadero Dios y verdadero hombre, la centralidad del misterio
pascual, la continuación de su obra por el Espíritu.
• Eclesiológica: Se manifiesta por la intervención de la misma
Iglesia. Implica hacerse miembro de la Iglesia (bautismo);
asociarse a su misión activamente (confirmación);
comprometerse a edificar la fraternidad (eucaristía). Esta
dimensión se da cuando el sujeto llega a asumir consciente, libre
y responsablemente, afectiva y efectivamente su ser Iglesia.
• Sacramental: Es necesario que el encuentro con Dios en la Iglesia se exprese y se celebre,
se haga visible, concreto, histórico, sacramental. Ahí tenemos certeza de que lo anunciado
sucede, lo creído toma forma, lo predicado se realiza. Por eso no puede faltar la celebración
de cada uno de los sacramentos de I.C.
• Histórica: Indica que la I.C. es proceso y progresividad, duración e historicidad, desde y
para una historia personal y social concreta. Iniciar es enseñar a vivir la propia identidad
cristiana en medio de un compromiso activo. La I.C nos introduce en la historia de la
salvación, que se realiza dentro de la única historia.
Teniendo en cuenta las características de la I.C.
1) ¿Cómo se realiza la Iniciación Cristiana en nuestras
comunidades?
2) ¿Cómo se visualiza y experimenta cada una de sus
dimensiones?
3) ¿Es posible hoy realizar un verdadero proceso iniciático
cristiano?
4) Individualiza dificultades y posibilidades en nuestras
culturas respecto a la posibilidad de realizar procesos
verdaderos de I.C.

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