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2) Los animales salvajes (ferae bestiae). Son animales salvajes o bravíos «los
que viven naturalmente libres e independientes del hombre». Se adquiere su
propiedad a través de la caza (aucupium), la pesca (piscatio).
3) Objetos arrojados por el mar (res inventae in litore maris). Son las conchas,
piedras, gemas y otras sustancias. No lo son las para alijar la nave.
Res nullius cedi ocupanti y res nullius primi occupantis. Vale decir, las cosas de
nadie pertenecen al primero que las ocupe.
• Las cosas «mancipi»: a) Los fundos itálicos; b) las
servidumbres rústicas conexas con ellos; c) los
esclavos; d) los animales de tiro y carga (caballos,
bueyes, asnos, mulas).
3. Textura: El dueño del tejido se hace propietario de los hilos de oro, así éstos
valgan más que aquél.
• El adquirente, teniendo en una mano un pedazo de bronce y asiendo con la otra la cosa que
iba a adquirir, pronunciaba esta fórmula: «Declaro que este objeto es mío por derecho
quiritario y que lo he comprado con este bronce y esta balanza de bronce» (Aio hanc rem
meam esse ex iure Quiritium eaque mihi empta esto hoc aere aeneaque libra).
A. Mano a mano de la cosa mueble o la inmueble recorriendo las partes sus linderos y
abandonándolo de hecho el tradente a la posesión del adquirente.
B. La entrega de las llaves (traditio clavium) a la puerta del recinto donde está la cosa.
A. Pagar los daños que culposamente haya inferido a la cosa, desde el inicio del proceso, si es
poseedor de buena fe; si es de mala fe, también los inferidos antes del proceso.
B. Restituir los frutos. De buena fe, los percibidos (percepti) y los que están a punto de
percibirse (percipiendi) durante el proceso, como también los percibidos antes de éste, si
se encuentran todavía en poder suyo (extantes). Si de mala fe debe restituir, además de los
mentados, los consumidos (consumpti) y los que están a punto de percibirse (percipiendi)
antes del inicio del proceso.
El actor por su parte, debe pagar al vencido ciertas expensas (impensae: gastos efectuados para
conservar o mejorar la cosa). Son las necesarias (indispensables para conservación de la cosa),
útiles (mejoras aumentando su valor comercial) y voluptuarias (embellecen la cosa sin aumentar
sensiblemente su valor comercial, son de lujo o recreo). Frente a estas últimas el poseedor de
buena o mala fe goza del ius tollendi: el derecho de llevarse los materiales de tales mejoras,
siempre que pueda separarlos sin detrimento de la cosa reivindicada y que el actor se haya
rehusado a pagárselos.
El derecho del poseedor vencido al reembolso de las expensas se podía hacer valer mediante la
exceptio doli. Consistía ésta en que aquél quedaba facultado para retener la cosa (ius retentionis)
que debía restituir al actor, hasta que éste verificara el correspondiente pago.
• LA ACCIÓN PUBLICIANA: Antes de Justiniano la protección jurisdiccional más importante de la
propiedad quiritaria era la reivindicación. La de la propiedad bonitaria se materializaba en la acción
publiciana.
• Un tal Publicio, pretor del siglo último a. C., concedió en su edicto una acción real al poseedor, que
estaba usucapiendo, para recuperar la cosa cuya posesión hubiese perdido. Se trataba de una
acción ficticia (actio ficticia) porque el pretor estaba obligado a defender al poseedor como si la
usucapión ya se hubiera cumplido, esto es, fingiendo que ya era propietario.
• La hipótesis originaria válida para legitimar una acción publiciana era la situación del comprador de
una cosa mancipi, a quien se le hubiera transmitido el dominio por una simple tradición y no por
una mancipatio o una in iure cessio, como lo preceptuaba el ordenamiento. Con la traditio, sólo
llegaba a ser propietario bonitario o poseedor de la cosa.
• Más tarde se extendió la hipótesis a otros casos: tradición de cosas mancipi por título diferente del
de compraventa (ej. donación, permuta, dote, etc.) y enajenación hecha por quien no era dueño.
En éste último caso el derecho del verdadero dueño de la cosa prevalece sobre el derecho del
poseedor. La misma solución consagra el derecho colombiano.
• Evidentemente, como la acción publiciana era susceptible de incoarse contra todo el mundo, el
poseedor podía ejercerla aun contra el dueño, si éste la estaba poseyendo. Mas ¿Qué sucedía
cuando el dueño de la cosa la reivindicaba del poseedor? El primero podía hacerlo porque todavía
no se había cumplido la usucapión a favor del segundo. Para tal supuesto se confirió al poseedor
demandado una excepción basada en que la cosa había sido vendida – podía haber otro título
diferente de la venta, como permuta, donación, dote, pago, etc. – y traditada (exceptio rei venditae
et traditae), que paralizaba la acción del propietario.