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1. QUÉ ES LA ORACIÓN Y SU
NECESIDAD
•E) El Espíritu
Santo es el
maestro interior
de la oración
cristiana.
• A) La Oración
Mental:
es elevar
nuestra mente y
nuestro
corazón a hablar
con Dios de Él y
de nosotros.
Adorar a Dios;
darle gracias;
contemplarle por el
camino que Él
mismo nos ha
entregado:
la Humanidad de
Cristo, considerando
todo lo que hizo y
enseñó, como la
Santísima Virgen
que “guardaba
todas estas cosas
meditándolas en su
corazón” (Luc. 2,51)
…y con la ayuda de
San José
•Este es el camino de
la oración: de la
“trinidad” de la tierra
a la Trinidad del cielo;
•B) La Oración Vocal
Es manifestación externa
de la oración interior.
•Hemos de tener en
mucho la oración vocal,
ya que entre muchas
cosas, el Señor enseñó a
sus discípulos el
Padrenuestro y una parte
del Avemaría fue el
mensaje del Arcángel San
Gabriel a nuestra Madre,
la Santísima Virgen.
•C) La Oración Litúrgica:
es la oración oficial y
pública de la Iglesia.
•Conviene nutrir la oración
personal con las oraciones
de la liturgia.
•La Santa Misa realiza de
modo supremo los fines
de la oración: latréutico
(adoración), eucarístico
(acción de gracias),
deprecatorio (petición de
nuevos bienes) y
propiciatorio (por nuestros
pecados).
•La Eucaristía y la oración
son inseparables en la vida
sobrenatural: “¡Pan y
Palabra!”, “¿Hostia y
Oración!”.
•El trato con Dios en la
oración empuja a participar
en la Santa Misa,
recibiéndole en la
Eucaristía; y esta
participación sólo es
verdaderamente fructuosa
si se convierte en oración
personal y no es simple
presencia pasiva.
•D) La contemplación es la
expresión más sencilla de la
oración: es mirada de fe,
escucha de la Palabra de Dios y
recogimiento interior.
3. DISPOSICIONES PARA LA
ORACIÓN
Requiere muchas veces esfuerzo, lucha:
“es necesario orar siempre y no
desfallecer” (Luc. 12,1);
•Devoción y recogimiento: considerar que
hablamos con nuestro Padre Dios,
•Humildad: reconocer la propia indignidad
y miseria, y la grandeza de nuestra
condición de hijos de Dios que pueden
dirigirse a su Padre.
•No dejarse dominar por el desaliento y
las dificultades.
•Confianza: seguridad de ser oídos, si lo
que pedimos es para la gloria de Dios y
para nuestro verdadero bien.
•Perseverancia, pues no hemos de
cansarnos de rezar aunque parezca que
Dios no nos escucha: la oración es
siempre fecunda. “Pedid y se os dará;
buscad y hallaréis; llamad y se os
abrirá” ( Lc. 1,9 ).
•Aceptación de la Voluntad de Dios,
porque Él conoce mejor que nosotros lo
que nos conviene.
•Nuestra oración debe
ser como la de Jesús:
después de pedir lo
que pensamos que
nos conviene, añadir:
“Pero no se haga mi
voluntad sino la tuya”
(Lc. 22,42).
4. FRUTOS DE LA ORACIÓN