CINTHYA HERNANDEZ HERNANDEZ WENDY BERENICE BOBADILLA AGUIRRE STEFANY SANDIN CARBAJAL La comida chatarra es de un tipo que aporta altos niveles de grasa y de azúcares. La grasa que tiene es saturada, por tanto favorece el depósito de placas grasosas en el sistema cardiovascular, además los azúcares son del tipo refinado, o sea que se absorben rápidamente se acumulan en el tejido adiposo, sobre todo, alrededor del abdomen. Tener gran cantidad de químicos, preservantes y colorantes entre ellos el glutamato monosódico. Incrementa el apetito y la sed rápidamente por su forma de metabolizarse y el alto nivel de sodio que contiene. Las alteraciones metabólicas que produce se generan con bajos volúmenes de consumo. Su composición facilita el desarrollo rápido de preferencia por dicha comida. Es altamente procesada, su conservación es sencilla, su costo es muy barato, se distribuye masivamente y está influida por una gran presión publicitaria. Colesterol más alto Se conocen por incrementar los niveles de colesterol "malo" y disminuir los niveles del "bueno", lo cual puede aumentar las posibilidades de sufrir una enfermedad cardíaca, según La Escuela de Salud Pública de Harvard. Además, según ScienceDaily, una investigación realizada en 2010 por la Universidad de Emory descubrió que consumir grandes cantidades de azúcar agregada en alimentos chatarra puede incrementar la grasa en sangre y disminuir el colesterol "bueno" y así contribuir al riesgo de enfermedades cardíacas. Obesidad y resistencia a la insulina Cuando se compara con adultos jóvenes que comen comidas rápidas menos de una vez por semana, aquellos que comen más de dos veces por semana muestran un aumento de peso mayor y tienen un gran incremento del riesgo de diabetes y enfermedad cardíaca al llegar a la edad mediana, según un estudio realizado en 2004 publicado por "The Lancet". Específicamente, los adultos jóvenes que comen comida rápida más de dos veces por semana aumentan 10 libras (4,54 kg) más y tienen un incremento en la resistencia a la insulina del doble. Se sospecha que el culpable del aumento de peso es la ingesta de la cantidad de calorías que contienen las comidas rápidas. Depresión Hay una relación entre la depresión y la comida chatarra, según se explica en MayoClinic.com. Como parte del estudio, se observaron durante cinco años los hábitos de empleados de edad mediana. Era más probable que reportaran síntomas de depresión cuando seguían una dieta con alto contenido de postres, fritos, cereales refinados, productos lácteos grasosos, carnes procesadas y chocolate. De manera opuesta, los empleados que tenían una dieta centrada en pescados, frutas y verduras eran menos propensos a reportar dichos síntomas. Aumento de peso
Dentro de las llamadas comidas chatarras se
encuentran los alimentos ricos en grasas saturadas y colesterol, los alimentos procesados, azucarados, fritos y altos en calorías, por lo tanto el aumento de peso es una consecuencia ineludible de consumir este tipo de alimentos con frecuencia. Esto, a su vez, es un factor de riesgo importante para desarrollar obesidad. Resistencia a la insulina
Cuando el consumo de hidratos de
carbono -presente en dulces, alimentos horneados o patatas fritas- es elevado, se crea el riesgo de generar resistencia a la insulina en el organismo. Lo mismo ocurre con los alimentos de alto índice glucémico, como las patatas, los caramelos, los cereales azucarados y productos de harina blanca. Problemas cardiovasculares
Si bien nuestro organismo requiere
cierto consumo de grasa para obtener energía, la comida chatarra nos provee grasas en exceso que dañan nuestra salud, como las grasas saturadas o grasas trans presentes en las hamburguesas, la pizza, las galletas dulces, las patatas fritas y los helados. Estas grasas son peligrosas para la salud de nuestro corazón. Además, los alimentos procesados suelen ser ricos en sal o sodio, y este elemento consumido con frecuencia eleva el riesgo de accidentes cardiovasculares e hipertensión. Enfermedades del corazón. Es una de las afecciones más comunes a causa del consumo de comida rápida. Grandes cantidades de grasa corporal suelen dar lugar a mayores niveles de colesterol LDL y niveles bajos de HDL. muerte en el mundo.
Diabetes tipo 2. Una de las enfermedades
relacionadas con la obesidad es la diabetes. Quien padece de esta afección no puede producir suficiente insulina para que los azúcares se conviertan en energía, debido al mal funcionamiento del páncreas. El azúcar que no es transformada termina flotando en la sangre y provoca daños severos al cuerpo. Artritis. Aunque la relación entre obesidad y artritis no es muy clara, existe una correlación significativa entre niveles de ácido úrico y peso corporal. Además, el aumento de peso agrega una carga traumática a las articulaciones que soportan el peso del cuerpo.
Daño hepático. A veces, el cuerpo
tiene problemas para digerir los alimentos grasos; como resultado, la grasa se puede acumular alrededor del hígado. Esta condición puede terminar causando cicatrices y la inflamación del órgano, así como daños permanentes al mismo. Los medios de comunicación, principalmente la televisión, son considerados uno de los principales causantes del incremento de la obesidad en el mundo, principalmente por tres razones: porque nos conlleva al sedentarismo, nos provoca consumir snacks ricos en azúcares y grasas, y porque nos exponemos a una gran cantidad de publicidad de alimentos no saludables. La publicidad es una arma poderosa para influenciar y persuadir, capaz de cambiar actitudes o incluso crearnos necesidades que no existían. Este poder se potencia aun más cuando está dirigido a niños, que son más crédulos y menos propensos a pensar críticamente los mensajes publicitarios. Según diversos estudios, los niños entre 6 y 8 años son incapaces de comprender las intenciones de la publicidad; es más, frecuentemente aceptan como verdad absoluta las cosas que se dicen. Los niños entre 8 y 10 años, por otro lado, poseen la habilidad de procesar la publicidad pero solo lo hacen cuando son cuestionados o se les pregunta. La capacidad las marcas para distorsionar los gustos por la comida también son sorprendentes. En Estados Unidos se realizó un estudio a 63 niños entre tres y cinco años que intentaba demostrar que estos percibirían los alimentos más ricos si se les presenta como un producto de McDonald’s. El resultado fue revelador: al 48% de niños le sabía mejor la hamburguesa que tenía la marca McDonald’s frente a un 37% que indicaba lo contrario. La misma tendencia se presentó cuando se les dio nuggets (59%), papas fritas (77%), jugo de manzana o leche (61%), e inclusive zanahorias (54%). El porcentaje de preferencias por los alimentos con la marca McDonald’s se incrementaba si los niños contaban un mayor número de televisores en su hogar. Un estudio muy interesante que analizó la publicidad de alimentos emitida en la televisión peruana durante las vacaciones escolares de 2011, nos muestra a qué se enfrentan los padres de familia en la lucha por alimentar sanamente a sus hijos: - En una hora en televisión nacional se emiten 6 minutos de publicidad de ‘comida chatarra’. - Al mes se han invertido más de 3 millones de dólares en publicidad de ‘comida chatarra’ difundida en programas para niños. - Los comerciales se valen de historias fantasiosas y se asocian con dibujos animados para influenciar a los niños. - Si consumiéramos solo lo que la publicidad nos ofrece, estaríamos ingiriendo hasta 7 veces más azúcares y grasas de lo necesario.. Por todos estos motivos, la cantidad de publicidad de alimentos no saludables al que son expuestos los niños (fast food, gaseosas, helados, golosinas, etc) debe ser contrarrestado por los padres con acciones simples pero importantes: tener un mayor control de la cantidad de televisión que ven, informarse sobre la información nutricional de los alimentos que se ofertan (preferir siempre la comida no procesada) y promover siempre la actividad física.