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UNIDAD 2: FASE 3 - REALIZAR ANÁLISIS CRITICO

PRESENTADO POR
HENRY ALONSO

PRESENTADO A
CLARA GUZMAN

NUMERO DE GRUPO
403014_112
Introducción

Desde mediados de la década de los setenta la Psicología desarrolla la androginia psicológica


(Bem, 1974), concepto que se ha popularizado interpretándose, en la práctica, como el desarrollo
simultáneo de características masculinas y femeninas por parte de una misma persona. Esta
conceptuación ha contribuido a propagar la idea de que el desarrollo de rasgos masculinos y
femeninos es relativamente independiente del hecho de ser varón o mujer. Características como la
dulzura, la facilidad de comunicación o la expresividad pueden estar presentes en los
comportamientos de los varones en menor o mayor medida que en las conductas de muchas
mujeres. Además, la investigación aporta resultados cada vez más abundantes que destacan las
semejanzas comportamentales éntrelos hombres y las mujeres, especialmente cuando unos y otras
comparten características formativas y laborales nivel de estudios, profesión.
Estereotipos y esquemas de genero

A su vez, la descripción del contenido de los EGha tratado de responder a tres nuevas
preguntas: i) ¿qué se quiere decir exactamente al afirmar que una persona es muy
masculina o muy femenina? La respuesta a dicho interrogante nos lleva directamente a
analizar el contenido de los EG; ii) ¿cómo se ha representado la Psicología la relación
entre M y F;son conceptos dependientes o independientes entre sí? La respuesta a esta
segunda pregunta dirige la atención a los diferentes modelos –bipolar, bidimensional o
multicompo-nencial– de representación del género desarrollados por la Psicología.
Masculinidad y feminidad

Desde muy temprano, la Psicología se interesa por identificar, describir y analizar las características prototípicas
asociadas a los varones y a las mujeres, características estas que van a configurar el contenido de M y F
respectivamente.

Porcentajes de respuesta de mujeres y varones


Psicología durante las décadas treinta y cuarenta (Frank y Rosen, 1949;Hathaway y McKinley, 1940;
Strong, 1936; Terman y Miles, 1936). Como se verá a continuación, cada una de ellas presenta
especificidades pero todas comparten como criterio común el hecho de que la pertenencia de una conducta,
un rasgo o una habilidad a M o a F derivaba exclusivamente de la proporción de respuestas emitidas por
varones y mujeres. Por ejemplo, si con una determinada muestra una proporción elevada de mujeres
expresaba su preferencia de tomar el baño frente a la ducha mientras que un alto porcentaje de varones
elegía la ducha, se concluía que «tomar el baño» era femenino y «ducharse» era masculino.
Porcentajes de respuesta de mujeres y varones

El supuesto de partida era que los varones tenían mayores conocimientos que las mujeres en una serie de áreas
tales como geografía, deporte, historia, política, mientras que las mujeres conocían más en campos tales como
plantas, hogar o costura. Los intereses de unos y otras también se prejuzgaban diferencia-dos. Contestar
correctamente en aquellas áreas en las que se suponía que las mujeres eran más expertas que los hombres se
consideraba femenino, y viceversa. El cuestionario no planteaba ningún tipo de asunción explícita o implícita
acerca de los fundamentos biológicos, psicológicos o culturales de las diferencias intersexuales
Multicomponencialidad de los estereotipos de género

Desde mediados de los años ochenta, se extiende la crítica de que sean sólo rasgos de personalidad, como ser
activo, emprendedor, emocional o dulce, los únicos contenidos que figuren en los cuestionarios que miden M y
F. Las creencias estereotipadas de género son más variadas e incluyen, además de factores estables, otros
referidos a roles de género características físicas y destrezas cognitivas. Esta multiplicidad de componentes debe
que-dar reflejada en las encuestas evaluadoras.
Modelos de representación de masculinidad y feminidad

También la Psicología se interrogó desde el principio sobre las relaciones de dependencia o independencia entre
los contenidos de M y F con el fin de poder establecer si las características configuradoras de M y F se
correspondían con pares opuestos (por ejemplo, activo/pasivo), con factores relacionados (por ejemplo, más o
menos activo) o con dimensiones totalmente independientes entre sí (por ejemplo, activo/comprensivo). Los dos
modelos mejor establecidos han sido: i) el de la congruencia, también denominado modelo clásico,
unidimensional o bipolar, que desarrolló la Psicología en torno a los años cuarenta, y ii) el modelo andrógino o
bidimensional que se configura a mediados de la década delos años setenta.
Evolución en el contenido de los estereotipos de género

Son varias las perspectivas desde las que la Psicología ha analizado la evolución acontecida en los EG. Por un lado,
el interés se ha centrado en conocer si a lo largo de las últimas décadas ha habido transformaciones en las creencias
estereotipadas de «las mujeres» y «los hombres» en general, así como las que cada cual percibe en sí mismo. Por
otro lado, se ha estudiado la evolución registrada en el carácter definido o borroso que poseen los atributos
configuradores de M y F. Finalmente, es interesante saber si el contenido estereotipado correspondiente a
determinados subgrupos particulares de mujeres o de varones, tales como el colectivo de «amas de casa» o el de
«ejecutivos», posee una estructura más o menos compacta que la correspondiente a los grupos genéricos de «mujer-
res» o «varones».

Percepciones estereotipadas y autopercepciones


Aunque, por su propia definición, nunca un estereotipo se corresponde con la realidad, es razonable pensar que los
cambios radicales producidos en la situación social de las mujeres y en las relaciones de género durante los últimos
treinta años se hayan dejado sentir, de alguna forma, en la evolución de las creencias estereotipadas. Interesa
igualmente conocer los cambios acontecidos en la representación esquemática que cada cual construye sobre sí
mismo. Es indudable que las autopercepciones siempre son más ricas, diversas y variadas que las que se desarrollan
sobre «las mujeres» o «los varones» en general.
Percepciones estereotipadas y autopercepciones

Pero, sin duda, no será la misma la idea que tiene sobre sí una mujer joven actual, profesional, independiente y con
formación académica, que la que podía tener su madre o su abuela, cincuenta o sesenta años atrás, acerca de ellas
mismas. La Psicología ha hallado una cierta correspondencia entre las percepciones estereotipadas que las personas
desarrollan sobre los demás y las que tienen sobre sí, aunque casi siempre los estereotipos de los otros suelen ser
más extremos que la visión que cada cual tiene de sí mismo. Por regla general, muchas mujeres se auto describen
destacando sus rasgos femeninos, si bien su nivel de feminidad suele ser menor que el utilizado para describir el
prototipo de mujer femenina (Broverman, Vogel, Broverman, Clarkson y Rosenkrantz, 1972; Helgeson, 2002).
Interesa, por tanto, evaluar empíricamente la
Conclusiones

Una evolución similar en el contenido de los estereotipos de género en


general. Más bien al contrario, cuando se interroga a las personas,
mediante el PAQ o el BSRI, acerca de sus creencias sobre las
características prototípicas de las mujeres y los varones, prácticamente
sus respuestas coinciden con las que se daban hace treinta años.
A la luz de estos resultados, se puede afirmar que las personas han
cambiado más su propio auto concepto y los rasgos de M y F que se
atribuyen a sí mismas (sobre todo las mujeres) que la creencia
generalizada acerca de «los demás». Las imágenes interiorizadas de la
típica mujer y el varón prototípico se mantienen ancladas en épocas
pretéritas no han sido demasiado sensibles a los cambios sociales
registrados ni tampoco a la evo-lución del auto concepto de género.

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