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Ps Jaime Ernesto Vargas Mendoza

2010
Introducción.
El fortalecimiento de los Servicios de Salud Mental y la mitigación
del Pánico son estrategias que resultan esenciales para reducir los
severos trastornos asociados con los efectos secundarios de la Pandemia
de Influenza.
Una Pandemia de Influenza conlleva una amplia dispersión de
efectos primarios, con un incremento en la morbilidad y la mortalidad, así
como un conjunto de efectos secundarios que impactan en la economía,
en la salud, en la educación y en las instituciones sociales.
El fortalecimiento de los Servicios de Salud Mental dirigidos a
aquellos derechohabientes que experimentan una pérdida severa o
alguna incapacidad vinculada con su familia o sus amigos, a los líderes de
la comunidad o a aquellos que requieren de servicios médicos,
psicológicos o farmacéuticos, puede mitigar tanto los efectos primarios
como los secundarios de la pandemia de influenza.
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1. Inyectar Recursos para los Servicios de
Salud Mental
En una epidemia, es probable que se presenten muchos nuevos
casos de enfermedades mentales a consecuencia de la preocupación que
genera la epidemia, depresión, insomnio y ansiedad que se asociarán a la
infección, al miedo a ser infectado y a la muerte de seres queridos.
La incapacidad o la muerte de familiares, amigos y líderes
comunitarios (especialmente sacerdotes, maestros, trabajadores sociales,
psicólogos, médicos, enfermeras y otros profesionistas de la salud) agravarán
estos efectos.
Las secuelas pueden incluir depresiones de largo termino,
desórdenes de pánico y desórdenes de estrés post traumático, que en sí
mismos aumentan el malestar emocional de familiares y compañeros de
trabajo, así como podrían llegar a rebasar la capacidad de los Servicios de
Salud Mental. Es vital, entonces, controlar esta “epidemia provocada por la
epidemia”
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RECOMENDACIONES:

• Promover la creación de partidas presupuestales de acceso expedito.


• Crear mecanismos de asistencia técnica para entrenar y supervisar personal.
• Planear la oferta y expansión de líneas telefónicas de emergencia (personal,
entrenamiento, protocolos, mecanismos de canalización de pacientes, equipo).
• Definir algoritmos simples de diagnóstico y tratamiento, entrenar al personal
para su empleo y disponer de un stock extra de medicamentos.
• Contar con un plan para agenciarse personal (incluir estudiantes avanzados de
psicología, personal especializado ya jubilado y practicantes del ámbito
privado).
• Desarrollar materiales impresos y electrónicos para explicarles a qué se
enfrentarán, que en muchos casos la enfermedad será auto-limitada y que los
tratamientos serán efectivos.
• Preparar al personal para el periodo posterior a la crisis, en el tratamiento del
desorden de estrés post traumático.

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2. Planear la respuesta local.
Al tiempo que las instituciones de salud puedan proporcionar fondos y
asistencia técnica, se requiere de una planificación a nivel local, que
identifique necesidades, otorgue servicios de salud mental y lleve a cabo
estrategias para reducir el pánico.
RECOMENDACIONES:
• Revisar si existen planes previos y si en ellos se incluyen procedimientos
para identificar poblaciones en riesgo y organizar servicios tanto para los
casos nuevos como para los pacientes subsecuentes.
• Asegurarse de que el plan tenga una clara operatividad, identificando y
mitigando sus vulnerabilidades de personal o de infraestructura (ejemplo.:
ubicar al personal en diferentes sitios, asegurar la transportación de los
pacientes a sus hogares, así como la comunicación telefónica con ellos,
disponer de servicios de salud mental para el mismo personal que otorgue
los servicios).
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3. Brindar apoyo a la respuesta
del sector privado.
La respuesta de nuestro Instituto y de nuestro Hospital debe ser una
parte de la respuesta de los tres niveles de Gobierno y de la conformación de
una Fuerza Mixta de Tarea, con la participación del Sector Salud, Protección Civil
y Seguridad Pública.
RECOMENDACIONES:
• Ver que los planes más amplios consideren los servicios de Salud Mental y la
mitigación del pánico, en su agenda.
• Identificar Organizaciones no Gubernamentales (hospitales, clínicas, grupos de
industriales, líderes de colonias, jefes de manzana, etc.), que puedan ejercer
liderazgo con sus agremiados y multiplicar acciones preventivas, de
identificación y canalización oportuna de pacientes.
• Compartir recursos técnicos de diagnóstico y tratamiento.

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4. Asegurar la Salud Mental
del Personal Esencial.
Los adultos responden a la crisis de manera predecible. Un tercio de la
población quedan inmovilizados, otro tercio se tornan hiperactivos y el tercio
restante, continúan con tren de vida normal (resilentes). Los inmovilizados y los
hiperactivos no sirven para hacerse cargo de operar y auxiliar recursos de
infraestructura como la electricidad, el agua, las comunicaciones, el transporte,
la atención de los enfermos, actuar como bomberos o como policías. Solo el
tercio que sea capaz de funcionar normalmente es de donde debe entrenarse
personal para confrontar la epidemia.
RECOMENDACIONES:
• Identificar a las personas resilentes mediante supervisión psicológica.
• Proporcionarles entrenamiento para manejo de crisis y asegurarse de su
disponibilidad mediante acceso prioritario a la vacunación, el transporte y las
comunicaciones.
• Asignar roles menos importantes a los más vulnerables.
• Contar con instrumentos para identificar a la gente con mayor riesgo de
desarrollar un trastorno de estrés post traumático y prever su manejo.
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5. Mitigar el Pánico.
El recurso preventivo del pánico es la información. Información
oportuna y práctica del estado de las cosas y de los pasos que se darán en
seguida.
La información incompleta o confusa no solo deja un vacío de
conocimiento, resulta peor, pues en ausencia de un mensaje con autoridad, las
personas con pánico inventan noticias y rumores, usualmente pesimistas.
Aunque es difícil prever el curso preciso de la epidemia, si se pueden
planear medidas probables, como cerrar escuelas y lugares de trabajo
selectivos, limitar el tránsito, conservar la comida y el agua en casa, así como
las medicinas, cuidar o disminuir el gasto de energía, respetar las medidas de
aislamiento y cuarentena (sin exagerarlas) y obtener servicios funerarios de
emergencia, si fuera necesario.
Una persona expuesta al virus, pero sana, debe guardar cuarentena.
Una persona enferma del virus debe permanecer aislada.

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RECOMENDACIONES:

• Desarrollar planes para mantener canales estratégicos de comunicación


(grabaciones de mensajes repetitivos, roles de locutores, equipo de soporte
en caso de descomposturas, piezas de repuesto y materiales para impresión).
• Entrenar a los locutores para transmitir mensajes que no generen
preocupación, sino que mitiguen el pánico y proporcionen instrucciones
específicas.
• Crear un “banco” de mensajes que sustenten acciones de emergencia
(cierre de escuelas y otros escenarios, restricciones en el transporte, ahorros
de productos y servicios, cuarentenas, morgues temporales). Los mensajes
deben incluir una explicación, cuanto tiempo van a durar las medidas y las
acciones que se requieren por parte de los líderes de la comunidad y por parte
de la población en general.
• Los mensajes deben ser apropiados en su contenido cultural (características
lingüísticas e idiomáticas) y deben ser disponibles en una amplia variedad de
medios (radio, TV, internet, prensa).

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Conclusión.
Una buena salud mental es esencial para una buena salud en general.

El corolario natural es que no puede haber una verdadera preparación si


no se cuenta con un plan para el cuidado de la salud mental, con un énfasis
particular en el personal esencial.
Una de las lecciones en el manejo de todas las crisis (guerra, pandemia,
ataque terrorista, o desastre natural) es que nuestra habilidad para responder
tiene que incluir la destreza para mantener a grandes poblaciones mentalmente
sanas y mitigar el pánico, mientras pasamos la tormenta.
Ahora es el momento para iniciar esta planeación y llevarla a cabo.

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