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EL SENTIDO RELIGIOSO

LUIGI GIUSSANI
Capítulo Duodécimo
La aventura de la interpretación
• Por muy oscuro o enigmático que esté ese
otro, es innegable que constituye el término
ultimo del impulso humano, la finalidad de la
dinámica humana.
• Resumamos el itinerario que hemos descrito: La
naturaleza de la razón (que es comprender la
existencia) fuerza a ésta a admitir que existe algo
incomprensible, algo (un quid) que está más allá
de toda posibilidad de compresión y medida (que
es trascendente).
• La razón no sería tal si no implicara que existe ese
quid último. Así como los ojos al abrirse no
pueden dejar de registrar colores y formas, del
mismo modo el hombre con su razón, por el
hecho mismo de ponerse en movimiento al verse
solicitada por el impacto de las cosas, afirma la
existencia de un por qué último, totalizante, de
un quid desconocido: el Dios desconocido.
1. El factor de la libertad ante el
enigma último
• Aún nos falta por poner en juego otro factor
esencial para la definición del hombre. Hemos
tenido presente el factor de la razón, de la
conciencia, ahora tenemos que afrontar el factor
de la libertad.
• El hombre, como ser libre es, no puede llegar a su
plenitud o destino sino es a través de su libertad.
Hemos visto que ser libre quiere decir tener
capacidad de alcanzar nuestra propia realización
en una determinada manera, que es lo que
precisamente llamamos libertad.
• Si yo fuera llevado a mi destino sin libertad no
podría ser feliz pues ese destino no sería mío.
• Tampoco el descubrimiento del destino, del
significado último, sería mío si fuera automático.
• Si alcanzar el destino, la plena realización, debe
ser libre, la libertad también debe “ponerse en
juego” para descubrirlo.
• La libertad, por tanto, no sólo tiene que ver con
el ir hacia Dios por coherencia de vida, sino
también con el mismo descubrimiento de Dios.
• Pero reconocer a Dios no es
un problema de ciencia, ni de
sensibilidad estética, ni siquiera
de filosofía en cuanto tal. Es un
problema de libertad, de
opción.
• Ciertamente, hay una opción
que es conforme a la
naturaleza, y por eso exalta la
razón, y hay otra opción que es
contra natura, y por eso
oscurece la razón.
• Al fin y al cabo el hombre afirma con su
libertad lo que ya ha decidido de antemano
desde un recóndito punto de partida.
• He aquí las alternativas: o caminas por la
realidad abierto a ella de par en par llamando
pan al y al vino, vino, y abrazas entonces toda su
presencia acogiendo también su sentido; o te
pones ante la realidad en actitud defensiva,
llamando a la realidad ante el tribunal de tu
parecer, y entonces sólo buscas y admites de
ella lo que está en consonancia contigo.
2. El mundo como la parábola
• La libertad se pone en juego a sí misma en ese
terreno que llamamos signo. El mundo “enseña” a
Dios, muestra a Dios, como el signo indica aquello
de lo que es señal.
• La libertad entra en juego al interpretar el signo.
Si tú eres “moral”, esto es, si estas en la actitud
original con la que Dios te ha creado, en una actitud
abierta a lo real entenderás, a al menos buscarás,
preguntarás. Si por el contrario, no estás ya en esa
postura original, si estas falseado por el prejuicio,
entonces eres “inmoral” y no podrás entender.
• “Quien cree que su vida y la de sus semejantes está
privada de significado no sólo es infeliz, sino que
apenas es capaz de vivir”
• “La preocupación por el hombre y por su destino debe
constituir siempre el interés principal de todos los
esfuerzos técnicos; no lo olvidéis nunca, en medio de
vuestros diagramas y vuestras ecuaciones”
• (A. Einstein, Mi visión del mundo, Barcelona, 1986)

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