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PARA LA EDUCACIÓN EN LA FE
El comportamiento religioso
cristiano brota de la experiencia Fe
de fe en el Dios de Jesucristo. cristiana
GPCM 92
“Circunstancias históricas llevaron a la catequesis
a centrar su atención en los niños,
impidiendo que el proceso de la fe, llegara a la edad adulta,
donde el creyente vive experiencias humanas como el amor,
la sexualidad o el trabajo, a las que no puede responder
con una fe que se quedó en la etapa de la infancia.
A menudo encontramos hoy adultos
que pasaron por la catequesis de la niñez
y viven de espaldas a su fe”
PSICOLOGÍA EVOLUTIVA
Y
PSICOLOGÍA RELIGIOSA
Estudia
Es un psicólogo estadounidense de origen alemán, que nació en 1902 y murió en 1994. Destacado por
sus contribuciones en psicología del desarrollo.
1ª Etapa
Al nacer nos sentimos desvalidos.
(Del nacimiento hasta los 2 años) Aparece el SENTIMIENTO DE DESCONFIANZA.
Confianza básica Se supera con manifestaciones amorosas de
mamá
2ª Etapa
(2 a 3 años) Con la educación surgen las críticas.
Aparece el SENTIMIENTOS DE VERGÜENZA Y DUDA.
Autonomía
Se supera con el control de esfínteres.
3ª Etapa. Edad del juego Ciertos excesos de autonomía, provocan regaños.
(3 a 5 años) APARECE EL SENTIMIENTO DE CULPA.
Iniciativa Se supera con la capacidad de emprender, hacia metas.
4ª Etapa. Edad escolar En la escuela hay comparaciones con los demás.
(6 a 12 años) APARECE EL SENTIMIENTO DE INFERIORIDAD.
laboriosidad Se supera al poder hacer muchas cosas con los demás.
5ª Etapa. Adolescencia Enormes cambios fisiológicos. Revolución interior.
(12 a 18 años) Aparece el SENTIMIENTO DE CONFUSIÓN DE ROLL.
Identidad Se supera al atreverse a ser diferente y ser uno mismo.
8 ETAPAS DEL DESARROLLO HUMANO, SEGÚN
ERIK H. ERIKSON
La familia
71. En el seno del apostolado evangelizador de los seglares, es imposible dejar de
subrayar la acción evangelizadora de la familia. Ella ha merecido muy bien, en los
diferentes momentos de la historia y en el Concilio Vaticano II, el hermoso nombre
de "Iglesia doméstica" (106). Esto significa que en cada familia cristiana deberían
reflejarse los diversos aspectos de la Iglesia entera. Por otra parte, la familia, al igual
que la Iglesia, debe ser un espacio donde el Evangelio es transmitido y desde donde
éste se irradia.
Dentro, pues, de una familia consciente de esta misión, todos los miembros de la
misma evangelizan y son evangelizados. Los padres no sólo comunican a los hijos el
Evangelio, sino que pueden a su vez recibir de ellos este mismo Evangelio
profundamente vivido. También las familias formadas por un matrimonio mixto tienen
el deber de anunciar a Cristo a los hijos en la plenitud de las implicaciones del
bautismo común; tienen además la no fácil tarea de hacerse artífices de unidad.
Una familia así se hace evangelizadora de otras muchas familias y del ambiente en
que ella vive.
CATECHESI TRADENDAE
N. 68
...en familia...
68. La acción catequética de la familia tiene un carácter peculiar y en cierto sentido insustituible, subrayado con
razón por la Iglesia, especialmente por el Concilio Vaticano II.(118) Esta educación en la fe, impartida por los
padres —que debe comenzar desde la más tierna edad de los niños(119)— se realiza ya cuando los miembros de
la familia se ayudan unos a otros a crecer en la fe por medio de su testimonio de vida cristiana, a menudo
silencioso, mas perseverante a lo largo de una existencia cotidiana vivida según el Evangelio. Será más señalada
cuando, al ritmo de los acontecimientos familiares —tales como la recepción de los sacramentos, la celebración
de grandes fiestas litúrgicas, el nacimiento de un hijo o la ocasión de un luto— se procura explicitar en familia el
contenido cristiano o religioso de esos acontecimientos. Pero es importante ir más allá: los padres cristianos han
de esforzarse en seguir y reanudar en el ámbito familiar la formación más metódica recibida en otro tiempo. El
hecho de que estas verdades sobre las principales cuestiones de la fe de la vida cristiana sean así transmitidas
en un ambiente familiar impregnado de amor y respeto permitirá muchas veces que deje en los niños una huella
de manera decisiva y para toda la vida. Los mismos padres aprovechen el esfuerzo que esto les impone, porque
en un diálogo catequético de este tipo cada uno recibe y da.
La catequesis familiar precede, pues, acompaña y enriquece toda otra forma de catequesis. Además, en los
lugares donde una legislación antirreligiosa pretende incluso impedir la educación en la fe, o donde ha cundido la
incredulidad o ha penetrado el secularismo hasta el punto de resultar prácticamente imposible una verdadera
creencia religiosa, la iglesia doméstica(120) es el único ámbito donde los niños y los jóvenes pueden recibir una
auténtica catequesis. Nunca se esforzarán bastante los padres cristianos por prepararse a este ministerio de
catequistas de sus propios hijos y por ejercerlo con celo infatigable. Y es preciso alentar igualmente a las
personas o instituciones que, por medio de contactos personales, encuentros o reuniones y toda suerte de medios
pedagógicos, ayudan a los padres a cumplir su cometido: el servicio que prestan a la catequesis es inestimable.