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LA REVOLUCION EN

MARCHA DE ALFONSO
LOPEZ PUMAREJO
HELIANA ROJAS GUTIERREZ
JHON JAIRO BEDOYA MONTOYA
La Revolución en Marcha comprende el periodo que va desde 1.934 a 1.938, llamado
así para establecer el contraste entre el gobierno de Alfonso López Pumarejo y el de la
Concentración Nacional presidido por Enrique Olaya Herrera. El liberalismo y las
fuerzas populares y sindicales que acompañaron la revolución en marcha se movían en
un mundo de extrañas paradojas, el ascenso de las reformas populares y la presencia
del fascismo italiano, el falangismo español y el nazismo Alemán, fuerzas incidentes
en nuestra vida por la propaganda desatada de los interesados, sus agencias de
difusión ideológica y sus agentes en el país
En marcha la Revolución Liberal

Desde antes de la llegada de López al Mando Supremo,


Laureano Gómez, Jefe virtual del partido conservador
desde los debates contra Olaya, decretó una política de
no colaboración, extensiva a las Cámaras Legislativas.
Así, el Partido Liberal sin tener con quien pelear, se puso
a pelear consigo mismo y a generar divisiones internas
con relación a las reformas propuestas, como
consecuencia de los diferentes intereses que se movían
en el interior del partido, de la economía nacional y de
las clases sociales en pugna.
Las masas se hicieron lopistas y la convención liberal de 1.935 se
comprometía a “demoler la economía nacional que establecieron los
españoles y que la república en sus primeros tiempos ha venido
consolidando”.

La Clase terrateniente se fue haciendo enemiga de las reformas de la


revolución en marcha porque sus capitales ensamblados con el agro, no
podían permitir la influencia de una legislación de tierras que se
encaminaba balbuceante hacia la ruptura de las formas atrasadas de
producción.

La derecha fundó la A.P.E.N. Sus jefes: el conservador José Camacho


Carreño y el Liberal Juan Lozano y Lozano. Su periódico: La Razón. Sus
objetivos eran: defender el sagrado derecho de propiedad amenazado por
un artículo de la Constitución que declaraba que la propiedad es una
función social que implica obligaciones
En el momento de posesionarse López había sostenido: “No encuentro en la historia
nacional el ejemplo de un periodo de gobierno que no se haya constituido como una
oligarquía, más o menos disimulada o que no haya derivado hacía esa forma de
mando, olvidando sus obligaciones con los electores”. Y agregaba: “La propiedad tal
como la entiende el gobierno no se basa únicamente en el título inscrito, sino que
tiene su fundamento en la función social que desempeña, y la posesión consiste en la
explotación económica de la tierra por medio de hechos positivos de aquellos a que
sólo da derecho el dominio, como la plantación o sementera, la ocupación con
ganados, la construcción de edificios, los cercamientos y otros de igual significación”.
Durante la época se crearon dos nuevos impuestos: el de patrimonio y el de
exceso de utilidades. Había fondos para iniciar obras y prestar servicios.

El 1° de Mayo de 1.936, se realizó el desfile de las clases trabajadoras y,


desde los balcones de Palacio, el presidente fue llamado “ compañero” por
los oradores populares. La unidad de López con el pueblo era total. Pero,
lamentablemente, fuerzas y personas de derecha incrustadas en el gobierno y
en el Congreso, impedían que el presidente diera pasos más avanzados.
Todo el equipo de gobierno de López era joven. Ello implicaba una lejanía de los vicios
administrativos. Con todo, el presidente, nunca encontró un continuador de su obra. A los
pocos años, los mismos que pronunciaron los discursos contra el Concordato y la Carta del
86 y las Leyes absurdas y las tradiciones coloniales, entonces vigentes, terminaron en el
misticismo, la arbitrariedad y el autoritarismo.

Parecía que, no obstante la timidez de las reformas de la Revolución en Marcha, el


antiguo equipo ministerial de ese cuatrienio hubiera tenido vergüenza de haberle servido
a la república en el “cambio de la mula al avión”, como entonces se decía. Empero, el
relevo de clase dirigente fue provechoso, la circulación de las elites dio paso a la
juventud progresista y la sustitución de los viejos equipos aireó el ambiente insoportable
de los Caciques analfabetas de todos los ayeres.
INTENDENCIAS Y COMISARÍAS: contempló esta división, que no la traían ni la
Constitución de 1.886, ni sus enmiendas.

NACIONALIDAD: Asimiló a colombianos de nacimiento a los hijos de padre o


madre colombianos que hubieran nacido en el exterior y luego se
domiciliaren en la república.

IGUALDAD JURÍDICA: Dispuso que los extranjeros disfrutaran de los mismos


derechos que los Colombianos, salvo los derechos políticos
PROPIEDAD: Garantiza la propiedad privada como una función social que
implica obligaciones.

INTERVENCIÓN DEL ESTADO: Dispuso que este pudiera intervenir por medio
de leyes en la explotación de las industrias y empresas públicas, con el fin de
racionalizar la producción, distribución y consumo de las riquezas, o de dar
al trabajador la justa protección a que tiene derecho.

LIBERTAD DE CONCIENCIA: Garantizó la libertad de culto y derogó todas las


disposiciones de la Constitución de 1.886 referentes a las relaciones entre
Iglesia y Estado para remitir esta materia a los convenios que se celebraban
con la Santa Sede.

INSTRUCCIÓN PÚBLICA: Se garantizó la libertad de enseñanza, aunque bajo


la inspección del Estado, y se hizo la instrucción primaria obligatoria en el
grado que determinara la ley.

LEGISLACIÓN SOCIAL: Se dispuso que la asistencia pública fuera función del


Estado para prestarla a quienes estén físicamente incapacitados para
trabajar; que el trabajo era una obligación Social y gozaría de especial
protección del Estado; que se garantizaba el derecho de huelga, salvo en los
servicios públicos y que las leyes podrían establecer el patrimonio familiar
inalienable e inembargable.
Los impuestos alejaron a sectores liberales del Gobierno. Los trabajadores
fundaron la Confederación de Trabajadores de Colombia, y a ella se
vincularon los intelectuales de izquierda. Por su parte, Laureano Gómez
abrió fuegos contra la administración e invitaba a la “acción intrépida”, “el
atentado personal” y a “hacer invivible la república”.

La Ideología del Cambio

Para avanzar en las reformas profundas, en un país atrasado y dependiente,


era necesaria una ideología de cambio. El liberalismo podía aportarla, pero
a través de su sector progresista. Olaya era hombre de tradición. López era
la revolución, ordenada pero progresista.

La ley 200 de 1.936 era, políticamente, la resultante de dos fuerzas: la


batalla del agrarismo mexicano y la dura realidad del campesinado
colombiano que Gaitán, en sus combates de la Unión Nacional de Izquierda
Revolucionaria UNIR convirtió en la tesis central del agrarismo colombiano.
Para cada reforma había especialistas: Jorge Soto del Corral, para la tributación; Echandía
para la Constitución; López de Mesa para la cultura aldeana y para los cambios educativos
que el estudiantado presionaba. Alberto Lleras y Jorge Zalamea daban su toque de
literatura a los documentos oficiales. Los técnicos del viejo ministerio de hacienda
redactaban decretos dentro de la nueva formulación de un impuesto a la renta. Amaya
Ramírez, técnico conservador al servicio de la reforma, era un estudioso del derecho
agrario comparado. López Michelsen, muy joven, trabajó en la comisión y su tesis de grado
es justamente sobre La posesión en el Código de Andrés Bello; y Francisco J, Chaux,
ministro de Abadía al final y de Olaya siempre, conocía muy bien el derecho y entendía los
problemas del campo.
La juventud y el pueblo fueron los soportes de esas reformas. Después del
Congreso sindical de Medellín, se organizó la Confederación de trabajadores de
Colombia. Nombres como Guillermo Rodríguez, Jorge Regueros, Alberto Cuadros
Prieto, Diego Luis Córdoba, Gilberto Vieira, se pusieron a la cabeza de la clase
obrera ascendente. Los días de las Bananeras, de la huelga como delito,
quedaban atrás y el 1° de Mayo, López hablaba a las puertas de Palacio al lado
de los oradores de la clase trabajadora, de los socialistas, de los comunistas, y
de la izquierda liberal.

Hacia una nueva Constitución Nacional

Es bueno estudiar la profunda reforma que implicó el acto legislativo Nro. 1 de


1.936, cuyos principales puntos trascribimos aquí:

LÍMITES: Incluyó dentro de los limites de la República el Archipiélago de San


Andrés y Providencia y demás islas que le pertenecen a Colombia en los mares
limítrofes, por cuanto la Constitución solo demarcaba el territorio Continental.
A un lado de la Plaza Alfonso López, en el centro de la ciudad de Valledupar, el
monumento “La Revolución en marcha” se yergue con fuerza, deslumbra por su
expresividad, en un espacio abierto, cerca de la alcaldía, de casas coloniales –
representativas del viejo Valledupar–, y algunos palos de mango que ofrecen un
espacio de sombra.

“La revolución en marcha” es un monumento con un gran significado político. Uno


de los que más impactan visualmente, no sólo por su altura o su ubicación central,
sino también por las figuras que lo incorporan, sus expresiones y sus simbolismos.

El monumento fue encargado por la gobernadora Paulina Mejía de Castro Monsalvo


a Rodrigo Arenas Betancur para conmemorar a uno de los vallenatos más queridos:
el Doctor Alfonso López Pumarejo, quien llegó a ser uno de los más destacados
presidentes de la República de Colombia.
Las falencias
Esta administración pudo hacer más en áreas fundamentales. Con todo, el Banco
de la República, el crédito agrario, la procuraduría y cátedras de contenido
político siguieron en manos de gentes de derecha. López no creó las condiciones
para que saliera a flote una prensa progresista que enfrentara los problemas con
criterio nacionalista, moderno y popular. Las masas pedían incesantes reformas y
los ministros preparaban en la sombra el desmonte de lo que se había hecho y
abrían el paso a la alternativa que se presentó posteriormente.

La Administración López se presenta como la llegada de una burguesía avanzada y


progresista al gobierno de la nación. Gentes nuevas, apellidos ilustres en provincia
pero desconocidos en las altas esferas sociales y administrativas de Bogotá,
entraron en escena.

El cuatrienio de la Revolución en Marcha olvidó temas fundamentales. La mujer


siguió sin derechos ciudadanos. El divorcio no fue aprobado. La industria privada
de la enseñanza no fue abolida. Los auxilios eclesiásticos siguieron siendo
aprobados por el Congreso, como antes. Los contratos petroleros, firmados
durante la administración Olaya, no fueron rescindidos ni denunciados. La
distancia en las técnicas y en la vida entre la ciudad y el campo no se alteraron
básicamente.

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